El alumnado deberá responder a las tres cuestiones siguientes:

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COMENTARIO DE TEXTO DE NIETZSCHE.
El alumnado deberá responder a las tres cuestiones siguientes:
1. Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el
autor del texto elegido. (1 punto para el histórico-cultural, 1 punto para el
filosófico)
2. Comentario de texto:
Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.(1,5 puntos)
Apartado b) Identificación y explicación del contenido del texto. (1,5 puntos).
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor. (2 puntos)
3. Relación del tema o el autor elegido con otra posición filosófica y
valoración razonada de su actualidad. (2 puntos para la relación, 1 punto para
la valoración)
Texto:
Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?....Por
ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de
devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando
la deshistorizan, sub especie aeternis [desde la perspectiva de lo eterno],
cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido
manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus
manos no salió nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras
de los conceptos, cuando adoran,- se vuelven mortalmente peligrosos
para todo, cuando adoran. La muerte, el cambio, la vejez, así como la
procreación y el crecimiento son para ellos objeciones,- incluso
refutaciones. Lo que es no deviene, lo que deviene no es….Ahora bien,
todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es. Mas como no
pueden apoderarse de ello, buscan razones de por qué se les retiene.
Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de que no
percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el engañador?- “Lo tenemos,
gritan dichosos, ¡es la sensibilidad! Estos sentidos, que también en otros
aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca del mundo verdadero.
Nietzsche, El Crepúsculo de los ídolos, Capítulo tercero, La “razón”
en la filosofía, apartado 1.
Nota: Del apartado “c” del comentario del ejercicio 2 hay dos versiones.
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1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor
del texto
1.A) CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL DE NIETZSCHE
a) contexto histórico.
El siglo XIX, es el siglo de las revoluciones burguesas. También en este siglo aparece el
gran capital, que se beneficia del despegue espectacular del desarrollo industrial y
técnico (con inventos tan relevantes como el ferrocarril, el telégrafo, el teléfono, el
alumbrado eléctrico, etc…). Esto trae como consecuencia la aparición del colonialismo,
dada la necesidad de nuevos mercados para satisfacer la superproducción y conseguir
materias primas.
Se experimenta un aumento demográfico sin precedentes. Europa duplica su población
gracias a las mejoras higiénicas y al avance de la medicina. La consecuencia es un
mercado de trabajo completamente saturado, lo que aprovechan las empresas para pagar
sueldos de miseria en jornadas agotadoras. Así surgen los movimientos obreros, que
reivindican condiciones laborales dignas. En 1864 aparece la Iª Internacional obrera y
en 1889 los seguidores de Marx fundan la IIª Internacional.
El nacionalismo es la gran novedad del siglo XIX y uno de sus más importantes legados
para el XX. Su adopción por las élites dominantes se produce solo cuando éstas
entienden que puede servir como freno al avance del movimiento obrero y al
socialismo. El nacionalismo fomenta el antisemitismo. La persecución de judíos en
Alemania y Rusia motiva la emigración de éstos a América, especialmente a los EE.UU.
b) contexto cultural
El romanticismo domina la primera mitad del siglo. Supone una reacción estética contra
el frío peso de la razón moderna y el gusto clasicista. Sus rasgos más idiosincrásicos son
la exaltación del lado oscuro del alma, de lo irracional, lo afectivo, lo popular, el gusto
por las tierras exóticas, la idealización de la vida campestre, la mitificación de épocas
antiguas como la Edad Media.
El romanticismo, es desplazado en la segunda mitad del siglo XIX, por el realismo y el
positivismo. Los éxitos de la ciencia y de la técnica expanden la industria capitalista y
consolidan la hegemonía social de la burguesía, lo cual conlleva el triunfo de la
concepción materialista, burguesa y cientifista de la vida.
Es obligado hablar de las tgeorías evolutivas de Darwin y del impacto tan extraordinario
que tuvieron en la Europa de fin de siglo. Es también la época de Pasteur, o sea de las
primeras vacunas y del éxito contra las enfermedades infecciosas. En las últimas
décadas del siglo se produce la culminación y crisis de la ciencia newtoniana y el inicio
de la revolución científico-técnica que va a tener consecuencias extraordinarias para el
siglo XX.
En pintura el impresionismo introduce un corte radical con la tradición pictórica desde
el renacimiento. Se quiere pintar la realidad tal como se ve (cambiante, efímera) y no
como se piensa que se ve. Así pretenden ser fieles a la naturaleza, de manera paralela a
como Nietzsche, en su filosofía, pretendió serlo a la vida.
La novela se convierte en fenómeno de masas, muchas de ellas se publican en folletines
de la prensa diaria. Autores como Stendhal o Dostoievski (sobre todo por la
profundidad psicológica de sus personajes) dejan una profunda huella en Nietzsche.
Por último, Wagner. Su música seduce por completo al joven Nietzsche como prototipo
de creación de un espíritu libre.
1.b) CONTEXTO FILOSÓFICO
El siglo XIX significa el fin de los grandes sistemas y el surgimiento de una pluralidad
de movimientos filosóficos de muy distinto signo. Tenemos:
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El positivismo. Comte es su representante más destacado. El positivismo considera a la
ciencia como la única forma válida de conocimiento (Nietzsche, critica esta
concepción). En las últimas décadas del siglo XIX se produce una intensa reacción
contra el positivismo. Una de las causas es la toma de conciencia de que hay problemas
individuales y sociales que no son resolubles por la investigación científica.
El espiritualismo. Niegan la materia como tal y la reducen a espíritu con la
consiguiente subordinación de la causalidad a un orden providencial dominado por el
finalismo.
El historicismo. Rechazan la concepción ilustrada de la Historia por su carácter
globalizador y su fe en el progreso
El vitalismo. Es una corriente que toma la vida, sobre todo la humana, como centro
primordial de la tarea filosófica.
El irracionalismo. Ejemplos de este movimiento son Schlegel (el pensamiento más
veraz no es el racional-conceptual sino el intuitivo-mítico) y sobre todo Schopenhauer
(las cosas no son más que representaciones aparentes e ilusorias de una voluntad infinita
y ciega).
Con respecto al marxismo, hay un rechazo de Nietzsche a todo lo relacionado con la
lucha obrera. Coincide con Marx en la visión materialista del mundo o la denuncia de
los elementos alienantes de la sociedad capitalista. Sin embargo, pesa mucho más en
Nietzsche su animadversión a cualquier teoría que elimine la capacidad creadora del
individuo en aras de otras instancias superiores como la igualdad o el Estado. Para N.
solo los mediocres quieren ser iguales.
2) Comentario del texto.
Apartado a)
Devenir: Término que pertenece a la ontología nietzscheana (inspirándose en Heráclito)
para aludir a la vida como realidad fundamental en continuo cambio y transformación,
sucesión constante, eterno retorno de fenómenos de muerte, nacimiento, creación y
destrucción, orden y caos (lo apolíneo y lo dionisiaco). El devenir es la naturaleza de lo
real, manifestación de la voluntad de poder, la fuerza creadora primordial que busca ser
y ser aún más, y se manifiesta en una multiplicidad de fuerzas en equilibrio y
desequilibrio, pulsiones, instintos, lucha y necesidades.
La reivindicación de la vida (Filosofía del sí, vitalista) como devenir, sin un
sentido trascendente, y el rechazo (filosofía crítica, del no) de cualquier intento de negar
el cambio, creando la mentira metafísica del “ser” estático, esencia oculta de la realidad,
forman parte de una constante en la filosofía de Nietzsche. En este fragmento, dice que
los filósofos pueden ser reconocidos por un síntoma: su odio al devenir, su egipticismo.
En el texto el devenir es caracterizado como el proceso temporal (histórico) de la
realidad: cambio, procreación y muerte, nacimiento y vejez. Los filósofos, al odiar y
rechazar el devenir como realidad, pierden el sentido histórico (el sentido de la
temporalidad de los fenómenos), deshistorizan la realidad, y crean la perspectiva ( el
punto de vista) de lo eterno, reflejada en sus conceptos.
Momias conceptuales. Esta metáfora nietzscheana alude a los conceptos y a su función
aniquiladora de lo real dentro de la filosofía: igual que una momia es un cadáver
eternamente igual, que no contiene nada vivo, los conceptos no representan la realidad (
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el devenir), son “cadáveres” de la realidad al establecer una representación eterna y
sustancialista de la realidad. En el texto Nietzsche nos dice que los filósofos, por su
odio al devenir, al ver la realidad no desde la temporalidad ( cambio, nacimiento y
muerte…) sino de la eternidad, matan la realidad y la sustituyen por las momias
conceptuales, categorías creadas por la razón rellenas de paja ( sin nada real dentro).
Estas momias conceptuales son veneradas como la verdad de la realidad ( fetichismo del
lenguaje), lo que les lleve a los filósofos a afirmar que lo que deviene no es y lo que es
no deviene, y a buscar un culpable de que el ser no se perciba: la sensibilidad . El
análisis de los conceptos, de su origen y evolución, forma parte de la filosofía crítica de
Nietzsche, del nihilismo activo como actitud con la que quiere destruir los valores
decadentes de Occidente para hacer posible la transmutación de los valores (Nietzsche
propone el Arte y no el pensamiento conceptual como la mejor forma de interpretar la
realidad). La aplicación del método psicológico-genealógico a los conceptos le permite
encontrar las motivaciones que se ocultan tras los conceptos y desenmascarar su falta de
sentido. Los conceptos son resultado de la evolución de la metáfora, fruto de la
convención social y lingüística, y se convierten en los grandes transmisores y
perpetuadores del espíritu decadente de Occidente. Los conceptos son necesarios para
vivir con cierta seguridad ante una vida que nos desborda, pero en absoluto representan
la realidad (creer esto es caer en el fetichismo del lenguaje).
Apartado b)
Este fragmento del Crepúsculo de los ídolos presenta una temática ontológica
(el devenir frente al ser en la filosofía) y epistemológica (el pensamiento conceptual de
la filosofía frente al sensorial) al abordar el problema de la actitud de los filósofos
ante la realidad. Sintetizando el texto, Nietzsche nos dice que es característico de la
filosofía (de los filósofos) su odio al devenir (la muerte, la vejez, el cambio, la
procreación, el crecimiento), su egipticismo, un odio que se traduce en la creencia
en el ser y en la adoración de los conceptos y de la lógica (lo que es no deviene, lo
que deviene no es), vacíos de contenido real ( los conceptos son momias de la
realidad). Ya que el ser de los filósofos es inaprehensible, estos consideran que
debe haber una causa para este engaño(no consideran que la propia noción de ser
sea un engaño), y lo encuentran en la sensibilidad.
Este fragmento es el primer apartado de La “razón” en la filosofía, el capítulo
en el que Nietzsche critica a la filosofía y a la ciencia. En este capítulo Nietzsche nos
muestra el platonismo (dualismo onto-epistemológico y su moral decadente) como un
error histórico. Este platonismo es descrito en este capítulo a través de las idiosincrasias
o rasgos característicos de los filósofos: su egipticismo u odio al devenir y el
consecuente pensamiento conceptual y el menosprecio de la sensibilidad (de lo que trata
este fragmento del comentario), y la confusión del concepto con la realidad (la
“transmutación ontológica” de la filosofía: la invención de otra realidad, la conceptual,
que sustituye a la auténtica). Nietzsche considera que la fuente de estos errores está en
el lenguaje racional, al que alude en este fragmento con la expresión de “momias
conceptuales”, y la lógica como representación de la realidad. La crítica que hace
Nietzsche a estas dos idiosincrasias que sintetizan el platonismo viene acompañada de la
defensa del devenir, de los sentidos, de la metáfora, de la metáfora y del artista trágico
(frente al ser, la razón, el concepto y el filósofo).
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Si exponemos las ideas de Nietzsche en el fragmento observamos lo
siguiente:
En primer lugar (“¿Me pregunta usted----su egipticismo”) presenta la primera
característica de los filósofos: su odio al devenir y la falta de sentido histórico, que se
traduce en su egipticismo. Aquí se observa ya cómo detrás de la filosofía existe una
estimación, un impulso psicológico hacia la realidad, y una carencia: el odio y la falta
de sentido histórico. Así manifiesta Nietzsche la relación que hay entre valores y
filosofía en el proceso histórico del nihilismo o decadencia de Occidente, su pérdida de
valores vitales.
Seguidamente, Nietzsche analiza la invención del ser estático por parte de los
filósofos, como fruto de su odio al devenir, una invención apoyada por el lenguaje
conceptual y el pensamiento lógico, vacíos de contenido real pero en el que creen y a
los que adoran.
El primer paso para la invención del ser estático, en el que el devenir no forma
parte ( la invención del dualismo ontológico) es desvalorizar el cambio y la perspectiva
(el punto de vista) temporal, histórico. Nietzsche habla de deshistorizar ( negar la
temporalidad) con la creación de una perspectiva desde lo eterno. Nietzsche muestra
que hay una creencia detrás de este proceso: creer que lo bueno es lo eterno. El
resultado de negar el cambio es su momificación, la conversión de las cosas en momias:
entidades muertas, inmutables. ( “Los filósofos creen….momias”). Con ello Nietzsche
vuelve a manifestar los impulsos psicológicos que hay detrás de la filosofía, y la
voluntad de autoengaño que se genera con ella, al no admitir el cambio y la perspectiva
temporal.
El segundo paso para la invención del ser estático es la creación de momias
conceptuales y el pensamiento lógico, que sustituyen a la realidad (“Todo lo que los
filósofos….lo que deviene no es”). Nietzsche afirma que la filosofía, desde milenios,
sólo ha manejado conceptos (como el concepto de ser) cuando ha querido hablar de la
realidad (muerte, cambio….), pero como la realidad no coincide con el contenido
conceptual, los filósofos llegan a considerar la realidad (el devenir) algo irreal, el no-ser.
El lenguaje lógico, creado a partir de esa adoración a los conceptos (fetichismo del
lenguaje), como si los conceptos contuvieran algo real, presentan como algo refutable
(demostrado falso) el devenir. Los principios de la lógica se presentan así como los
principios de la realidad ( lo que es no deviene, lo que deviene no es es un ejemplo del
principio de no contradicción). Con ello Nietzsche muestra la profunda relación que
existe en el platonismo entre realidad-pensamiento-lenguaje: una realidad estática (el
ser), captado por el pensamiento lógico (principio de no contradicción) y representada
por los conceptos (momias conceptuales).
Finalmente Nietzsche otro de los componentes de este egipticismo de los
filósofos: cómo el dualismo ontológico se acompaña de un dualismo epistemológico y
moral, una moral decadente, antivital (“Ahora bien…..mundo verdadero”).
Respecto al dualismo onto-epistemológico, Nietzsche describe el modo de
argumentar de los filósofos, como una voluntad de autoengaño: Los filósofos han
decidido que el ser es estático (creen con desesperación en el ser), pero los sentidos
muestran el cambio, así que el mundo verdadero nos es ocultado por los sentidos. Estos
son engañosos, mostrándonos el cambio como real. Así, una creencia como es el
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dualismo ontológico- el ser es estático, el devenir no es- queda apoyada por otra
creencia como es el dualismo epistemológico- los sentidos nos engañan mostrándonos
el mundo aparente, la razón nos muestra el ser, el mundo verdadero- .
En relación a la moral antivital que acompaña a los filósofos, Nietzsche nos dice
que para éstos los sentidos no sólo son engañosos, sino que pervierten, pues son
inmorales. Tradicionalmente los filósofos han considerado lo corpóreo y lo sensual, las
pasiones y los deseos como el mal, y el rechazo de lo corporal con el bien.
Apartado c)
Este fragmento pertenece al apartado tercero de “El Crepúsculo de los ídolos, o cómo se
filosofa con el martillo”. En esta obra, Nietzsche quiere derribar los viejos valores de
occidente, ejerce su filosofía crítica contra la filosofía, la ciencia, la moral y la religión.
La crítica que hace el autor, y como aparece en este fragmento, se debe a que se trata de
una filosofía opuesta a la vida (nace del odio al devenir), y con ella decadente, nihilista.
El odio al devenir, la creencia en el ser, el menosprecio de los sentidos y la adoración
por el pensamiento conceptual son fenómenos de una enfermedad que aqueja a la
cultura occidental: la decadencia vital, el nihilismo. Podemos decir que el problema
abordado en este fragmento (el odio al devenir y el pensamiento conceptual de él
derivado como característica de la filosofía) nos lleva a un problema más amplio: el
platonismo (el dualismo en la visión de la realidad y del conocimiento: ser //devenir,
razón //sentidos) como síntoma fundamental del nihilismo. Acabar con el platonismo
(ejercer el nihilismo activo) es necesario para acabar con el pesimismo (el nihilismo
pasivo-reactivo) provocado por la pérdida de fe en los valores tradicionales (Dios ha
muerto) y llevar a cabo la gran tarea creativa: la transmutación de los valores. Por
tanto, para justificar el fragmento en el pensamiento del autor, hay que hacer referencia
tanto a su pensamiento crítico (la filosofía del martillo) como a su filosofía afirmativa, y
para ello podemos seguir los puntos importantes del texto.
La filosofía se caracteriza por el odio al devenir ( el egipticismo) y la creencia en el ser
(la ontología en filosofía es resultado del odio al devenir).
La realidad para Nietzsche es el devenir, lo odiado por los filósofos. El devenir
es cambio, muerte, vejez, crecimiento, procreación….vida. Nietzsche utiliza distintas
metáforas para hablarnos de la realidad fundamental, la vida, como cambio constante,
devenir: lo apolíneo y lo dionisiaco, la voluntad de poder, el eterno retorno.
Lo apolíneo y lo dionisiaco son dos dimensiones básicas de la realidad que
aparecen en la tragedia griega, antes de la decadencia de occidente con la aparición del
platonismo: lo apolíneo es el orden, la medida, el equilibrio, lo dionisiaco es lo caótico,
lo excesivo, lo irracional. Estas dos dimensiones aglutinan la lucha de fuerzas contrarias
que es la vida. Cada fuerza luchar por ser, dominar, ser más (esto es lo que expresa la
metáfora voluntad de poder), presente en todos los niveles de lo real, desde lo
inorgánico hasta el ser humano. En el ser humano, esta voluntad de poder se manifiesta
en motivaciones, deseos, instintos, en la voluntad de fabulación, de interpretar la
realidad. Para ello cuenta con los sentidos, las emociones, la imaginación, los instintos,
las pasiones, la intuición estética, la razón. Si en esta interpretación de la realidad el
hombre acepta y ama las dimensiones trágicas, creará así una moral superior, de
señores, aristocrática, moral que reconoce el valor de los superiores, ama el riesgo, la
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lucha, rechaza lo mediocre, lo inferior. Esta moral es la propia del superhombre, el
modo de vida superior del ser humano. El superhombre (lo supra –humano) es el artista
trágico, dionisiaco, creador de valores, de perspectivas e interpretaciones de la realidad,
que considera verdadero aquello que es útil para la vida, que no olvida el sentido
metafórico del lenguaje, el carácter relativo y subjetivo del conocimiento.
Pero históricamente, en la cultura occidental, tanto desde la raíz griega como
desde la raíz judeo-cristiana, se ha dado una inversión de los valores aristocráticos que
ha producido una vida decadente, manifestada en los filósofos, los moralistas y los
hombres religiosos. En Grecia, con la aparición de la filosofía (ya desde Parménides,
pero sobre todo con la tradición socrática-platónica) se dio el odio al devenir, lo
apolíneo (la racionalidad) triunfó sobre lo dionisiaco ( la vida), y con ello, apareció la
moral de esclavos, resentida contra lo superior, vengativa, que convierte lo superior en
malo y lo inferior ( mansedumbre, obediencia, ascetismo, renuncia a los sentidos, el
pecado, la igualdad…) en lo bueno. El odio al devenir crea el platonismo, la visión dual
engañosa de la realidad (ser //devenir), presente, por ejemplo, en la filosofía y en la
ciencia, asumido después por el cristianismo (el gran corruptor de la humanidad), que
no es sino platonismo para el pueblo. El miedo a la vida, el odio al devenir, y la
búsqueda de consuelo llevan a la dicotomía Ser// devenir, poniendo todo lo bueno del
lado del ser ( considerado el mundo verdadero) y todo lo negativo del lado del devenir
(considerado el mundo aparente), creando la noción de trascendencia (el Ser) y negando
el valor de la única realidad que existe (el devenir). Nace así un modo moral decadente
de interpretar el mundo (la crítica de Nietzsche a la filosofía, a su ontología y
epistemología, es una crítica a los valores morales que se esconden detrás de ellas).
El pensamiento conceptual es resultado del odio al devenir ( la epistemología es
resultado del odio al devenir).
Nietzsche investiga, mediante el método psicológico-genealógico, los orígenes
de la decadencia a través de la creación y evolución de los conceptos y del lenguaje
con el que se genera el pensamiento conceptual. Detrás de toda interpretación, de todo
signo, de todo concepto, se esconde siempre una actitud vital. En el fragmento hay
afirmaciones importantes acerca del pensamiento conceptual:
- El pensamiento conceptual es una interpretación desde la perspectiva de lo
eterno. Para Nietzsche, la voluntad de fabulación, cuando degenera y crea la metafísica
antivitalista y dogmática, se convierte en una voluntad de autoengaño, en una voluntad
de verdad. Ver la realidad desde la perspectiva de lo eterno es matar la propia realidad,
que es temporalidad (cambio, crecimiento, generación, muerte…), es ver la realidad
desde lo que no es, no existe (el ámbito creado de lo permanente, estático, perfecto). Es
una interpretación mentirosa (no sólo errónea, sino intencional: crear y mantener el
engaño, para intentar controlar y dominar a los espíritus superiores). La epistemología
occidental, racionalista, basada en conceptos, es una mentira
- El pensamiento conceptual es resultado de la momificación de la realidad a
través de los conceptos. Para Nietzsche, el lenguaje tiene como origen y función la
metáfora y la expresión subjetiva de las vivencias. Sólo por evolución del lenguaje, y
por intereses humanos, las palabras pierden su sentido metafórico, éste es olvidado y
aparece el concepto como la palabra de uso obligado, convencional, pero que no
contiene nada vivo. Cuanto más abstracto es un concepto, más alejado está de la
realidad. La relación que Occidente ha establecido entre lenguaje-concepto-realidad,
haciendo de los dos primeros representaciones objetivas de la realidad, es una ilusión
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óptico-moral: una interpretación engañosa de la realidad, un punto de vista decadente.
Los conceptos dan cierta seguridad, creemos que manejando conceptos controlamos la
realidad, pero la realidad es inaprehensible. Por eso, dice Nietzsche, quienes odian el
devenir (los filósofos) creen desesperadamente en el Ser, necesitan el engaño conceptual
para sobrevivir (los hombres prefieren creer y querer la nada antes que no tener nada
en que creer, dice Nietzsche) y controlar a quienes no quieren someterse a las
convenciones. Los filósofos son tejedores de telas de araña ( pensamiento conceptual),
de momias conceptuales: Ser, Cosa, Sustancia, Dios.., son conceptos vacíos de
contenido. Las propias reglas de la gramática (estructura de sujeto-predicado, uso
predicativo del verbo ser) alimentan esta ilusión óptico-moral, y caemos en la adoración
del lenguaje como clave para dominar la realidad, como los creyentes caen en la
adoración del ídolo o del fetiche (fetichismo del lenguaje).
- El pensamiento conceptual es resultado de la creencia en la lógica de la
realidad, en la lógica del lenguaje, en la racionalidad. Para Nietzsche la realidad no es
lógica, está fuera de toda lógica. Es el odio al devenir, la creencia desesperada en el Ser
y el fetichismo del lenguaje lo que lleva a la filosofía a considerar que el orden artificial
creado en el lenguaje es el orden de la realidad. Los principios lógicos (lo que es no
deviene, lo que deviene no es) nacen de la creencia en el lenguaje y en su gramática.
Son los principios descubiertos por la razón y contradichos por los sentidos. La vejez,
el cambio, la muerte…, vistos por los sentidos, son considerados objeciones y
refutaciones de lo que es, del ser. Por eso los filósofos buscan la causa de que el ser no
sea percibido, la causa del engaño. No la encuentran en la propia interpretación
engañosa de la razón, sino que la localizan en los sentidos. Toda la filosofía occidental,
y la ciencia, enfermas de platonismo (salvo raras excepciones), son racionalistas,
idealistas, hipertrofian la razón y minusvaloran los sentidos.
La filosofía ( el egipticismo) es la racionalización de la moral decadente
Para Nietzsche, detrás de todo concepto hay una valoración de la vida. No hay
concepto “objetivo”, detrás siempre hay intereses, convenciones. Que el mundo
verdadero, el racional, sea considerado moralmente el mundo del bien no es una
casualidad en la historia de la filosofía. Ya desde Sócrates se inicia el pernicioso
malentendido de colocar del lado de la razón la virtud y la felicidad. Con Platón la
realidad sólo es alcanzable por la razón, y esta realidad es el Bien. Se crea la moral con
la intención oculta de vengarse de la vida. Los sentidos, al ponernos en contacto con el
cuerpo y con el mundo aparente (el devenir) serán considerados no sólo engañosos sino
inmorales. La voluntad de maltratarse a sí mismo, el no poder desahogar los instintos
hacia fuera, dan lugar al ideal de vida del ascetismo, la auto tortura acompañada de la
idea de pecado. Es la moral de esclavos, que busca el consuelo de un más allá. La
religión cristiana lleva hasta el final este odio por la vida característico de la filosofía
desde sus orígenes griegos, adoptando con la Teología, el ropaje de la argumentación
lógica y el lenguaje conceptual de la filosofía.
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3) Relación del tema del texto con la posición filosófica de otro autor
Los planteamientos de Nietzsche se pueden relacionar con multitud de autores y
corrientes filosóficas, pues Nietzsche analizó la aparición y desarrollo del platonismo a
lo largo de la filosofía. En este caso relacionaremos a Nietzsche con Descartes.
En el análisis que hace Nietzsche del platonismo como síntoma del nihilismo,
observa que en la filosofía moderna ( a pesar de que con ella se va dando una
emancipación de la filosofía con respecto a la teología), en la medida en que continúa
creyendo en el ámbito del Ser, el fetichismo del lenguaje, el pensamiento conceptual y
entroniza a la razón, mantiene el error del platonismo. Un ejemplo histórico de esta
idiosincrasia de los filósofos de la que habla en el fragmento (odio al devenir y la
creencia desesperada en el ser que conforman la ontología, el pensamiento conceptual
que conforma la epistemología) lo encontramos en Descartes, el padre de la filosofía
moderna y del Racionalismo moderno.
La filosofía cartesiana se asienta sobre tres pilares: la razón es única y
universal, fuente de todo conocimiento verdadero, el saber es único y el método racional
es la garantía del conocimiento verdadero, el cual debe ser único. Sobre la
epistemología racionalista, Descartes funda su ontología, basada en la noción de
sustancia.
Para Descartes, el conocimiento verdadero es el racional, basado en las ideas
innatas de la razón, aquellas que ésta genera, de manera espontánea y sin necesidad de
los sentidos, y que son verdaderas, es decir, claras y distintas ( evidentes) a la luz de la
intuición racional. Estas ideas innatas son las verdades fundamentales sobre las cuales
levantar todo el edificio del conocimiento sobre bases seguras, el árbol de la ciencia: la
existencia del alma, la existencia de Dios y la existencia del mundo.
El método, inspirado en los matemáticos, y la ciencia del momento (siglo XVII),
garantizan que la razón (como facultad superior de conocimiento, perteneciente al alma
o sustancia pensante, igual en todos los individuos) alcance verdades absolutas. Para
ello, deben seguirse las cuatro reglas del método racional, cuya aplicación empieza con
el ejercicio de la duda sobre los sentidos. A pesar de que en el ejercicio de la duda y el
hallazgo de la verdad Descartes considera que los sentidos nos muestran cualidades de
la realidad que son objetivas (como la extensión), el tribunal del conocimiento y el
criterio de verdad se hallan en la razón, no en los sentidos.
Sobre la evidencia racional Descartes establece su ontología. Alma, Dios y
Mundo son las tres sustancias que objetivamente (racionalmente)existen: la sustancia
pensante ( res cogitans o alma), la sustancia infinita(res infinita o Dios) y la sustancia
extensa (res extensa o materia). Las tres sustancias pueden agruparse bajo dos
categorías, dando lugar a un dualismo ontológico: el ámbito inmaterial de la realidad
(Dios y alma) y el ámbito material. En relación con las tres sustancias, Dios es la causa
primera y fundamental de toda realidad creada (alma y mundo), lo que propiamente
podemos llamar sustancia (aquello que no necesita de otra cosa para existir). Es más, la
demostración de la existencia de Dios, a partir de la existencia del sujeto pensante y de
sus ideas, es absolutamente necesaria para que el criterio de verdad (de evidencia
racional) pueda eliminar las hipótesis de duda, y demostrar así la existencia de la
materia.
Desde la perspectiva de Nietzsche, la filosofía de Descartes sería un punto en
la evolución del platonismo: el odio al devenir se manifiesta en su dualismo
ontológico y en su teoría de la sustancia. Hacer de Dios la sustancia suprema que
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fundamenta toda realidad y todo conocimiento no es más que un extravío racionalista,
una perversión a la que la teología sometió durante milenios a la filosofía, cuando el
cristianismo asumió el platonismo. Para Nietzsche, los filósofos llevan aún sangre de
teólogos en las venas. Dios, como máxima realidad, fundamento de la realidad y del
conocimiento, es el último humo de la realidad que se evapora, es manifestación de la
voluntad de nada, la antítesis de la vida. La teoría de la sustancia y el ejercicio de la
duda metódica no son más que manifestación del embrujo del lenguaje sobre la
voluntad de verdad, de autoengaño, la hipertrofia de la razón y la minusvaloración de
los sentidos, que en Descartes se manifiesta también en su dualismo antropológico y en
el sometimiento de las pasiones propias del cuerpo a la racionalidad propia del alma. La
obsesión cartesiana por un conocimiento objetivo, verdadero, fundado sólo en la razón,
es una ilusión óptico-moral decadente. La consideración del método matemático como
el proceder adecuado para la razón, sin necesidad de recurrir a la experiencia, sería otra
manifestación del platonismo: la matematización de la realidad, que reduce toda la
riqueza de la vida a parámetros fijos y cuantificables, la consideración de un orden
lógico en el mundo expresable en fórmulas matemáticas, es uno de los errores de la
filosofía y de la ciencia.
VALORACIÓN RAZONADA DE SU ACTUALIDAD.
La preocupación que N. muestra por la capacidad falseadora del lenguaje es plenamente
actual, en especial en lo que concierne a los discursos políticos y publicitarios, debido al
enorme impacto que los medios de comunicación tienen en nuestras sociedades (como
puso de relieve el ministro de propaganda nazi, Goebbels, “una mentira repetida mil
veces se convierte en una verdad”).
Merece también comentarse el peso de la filosofía de N. en la hermenéutica. Según esta
importante corriente de la Filosofía contemporánea, todo acto de conocimiento supone
una interpretación que persigue la comprensión de un sentido, y éste no suele ser
unívoco y cabe siempre la posibilidad de que el objeto conocido diga cosas diferentes a
intérpretes diferentes. Es evidente la influencia de N. que explica cómo a partir de la
muerte de Dios, “no hay hechos, sólo interpretaciones”. También al establecer que el
“mundo verdadero” de la metafísica tradicional deja sitio al juego de las
interpretaciones.
Es indudable también su influencia en la Filosofía de la Ciencia actual (Kuhn), el
pragmatismo (Rorty), la posmodernidad (“pensamiento débil” de Vattimo), el
relativismo lingüístico (Whorf), el vitalismo (Bergson) o el pensamiento antimetafísico
de Foucault, Derrida o Deleuze.
La afirmación de N. acerca de que los sentidos constituyen un elemento esencial en el
conocimiento, es apoyada por la actual filosofía de la ciencia y por el pensamiento
científico de nuestros días. Esta defensa de los sentidos excluye, obviamente, toda
aspiración a una verdad universal, renuncia que constituye uno de los aspectos más
relevantes de su Filosofía (de ahí su perspectivismo, o el oponer su voluntad de poder a
la voluntad de verdad).
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