DEPENDENCIA BIOLà GICA Y CULTURAL EN LAS RELACIONES HUMANAS Son innumerables las explicaciones que el ser humano ha creado con el propósito de comprender las relaciones que se establecen entre hombres y mujeres. No es en vano la incontable bibliografÃ−a cientÃ−fica y literaria en la materia, asÃ− como la enorme utilidad de la temática en la publicidad, en los medios masivos de comunicación (periódico, radio, televisión, Internet) y en las diferentes expresiones artÃ−sticas (cine, teatro, música, artes visuales y plásticas), que dan cuenta del interés implÃ−cito y explicito por aprehender una realidad en la cual la especie humana se juega su permanencia en el mundo. A pesar de las múltiples interpretaciones traducidas en un sin número de manifestaciones culturales, la última palabra aún no se ha escrito y el interrogante sobre la forma en que los hombres y las mujeres se relacionan sigue latente. De ahÃ− que sea pertinente preguntarse ¿cuál es el papel que juega la dimensión biológica y cultural en las relación entre hombre y mujer? . Sin pretender dar una respuesta contundente al enigma, se plantea el posible papel de la biologÃ−a y la cultura en el comportamiento de la especie, para generar en el lector nuevas indagaciones a la temática que aún sigue vigente en la racionalidad humana. Inicialmente, el papel que juega la biologÃ−a en las relaciones entre hombres y mujeres se encuentra en la función reproductiva de las hormonas, sustancias quÃ−micas que influyen en la fisiologÃ−a y el comportamiento de los animales y de los seres humanos, que son producidas por la glándula endocrina y transportadas largas distancias por el torrente sanguÃ−neo para actuar en órganos especÃ−ficos del cuerpo (Gutiérrez, 1999). “Las hormonas tienen dos tipos de efecto en la reproducción: el efecto de organización ocurre durante los estados tempranos de desarrollo, y el efecto de activación está relacionado con los aspectos motivacionales de la reproducción y ocurre durante la pubertad y la adultez” (Gutiérrez, 1999 p. 152). En los efectos de la organización se hallan las diferencias genotÃ−picas y fenotÃ−picas entre machos y hembras. GenotÃ−picamente los machos poseen el patrón cromosómico XY y las hembras poseen el patrón cromosómico XX. FenotÃ−picamente, los procesos de diferenciación se llevan acabo en etapas posteriores, cuando se desarrolla o se atrofia -dependiendo del sexo- el sistema de Muller o el sistema de Wolff. Además de la diferenciación sexual, en los efectos de activación Beach (1976 citado por Gutiérrez, 1999) describe tres condiciones en las que las hormonas pueden aceleran el comportamiento sexual en los mamÃ−feros: atractivo, proceptividad, y receptividad. Las hormonas pueden afectar: en el nivel atractivo de un individuo, influyendo en su apariencia como en su comportamiento; en el nivel de la proceptividad, estableciendo que tanto un individuo se siente atraÃ−do por un compañero sexual; y en el nivel de la receptividad, identificando la responsividad sexual de un individuo hacia un miembro del sexo opuesto. Partiendo de estas diferencias entre hombres y mujeres producidas por la acción de las hormonas sobre el comportamiento humano, se han ido instaurando los roles sociales que cada sexo debe cumplir: “el hombre y la mujer tiene una constitución diferente; la mujer produce óvulos y el hombre espermatozoides, el hombre tiene pene y la mujer vagina, la mujer tiene hijos y los amamanta y el hombre no” (Barash, 1987 p.85). Es en este sentido como estas diferencias biológicas producidas por las hormonas, indican que el rol del macho -por su gran tamaño y fuerza fÃ−sica- es dominar y competir con sus congéneres para reproducirse, y el papel de la hembra es criar su descendencia y cooperar con el grupo; lo que suscita que la dimensión biológica necesariamente orienta a la dimensión cultural, coartando su libertad de influenciar 1 directamente las relaciones humanas. Sin olvidar esta fuerte influencia biológica en la dimensión cultural, el papel que ella desempeña en las relaciones entre hombres y mujeres es fundamental: consiste en moldear y conducir el comportamiento de la especie, ya que las relaciones humanas se enmarcan en diferentes sistemas económicos, polÃ−ticos y sociales producidos desde condiciones históricas particulares, que hacen que la interacción hombre y mujer adquiere un carácter diferente de acuerdo a las caracterÃ−sticas que imperan en el tiempo. Teniendo claros el papel de lo biológico y cultural, se puede llegar a pensar que el papel del componente biológico es un poco más estable -al dilucir el efecto de las hormonas en la fisiologÃ−a y el comportamiento humano- que el rol de la dimensión cultural -al ser definido por particularidades de cada época-, sin embargo, los dos poseen un ingrediente azaroso que desarticula la evolución lineal e introduce una lógica cÃ−clica, donde ambas dimensiones se afectan bidireccionalmente para configurar las relaciones entre hombres y mujeres. Es asÃ−, como se vislumbra, en esta relación dialéctica, el papel biológico y cultural en la interacción hombre-mujer, y se reafirma la dependencia de estas dos dimensiones -biológica y cultura- en las relaciones humanas, en donde las interpretaciones que el hombre sigue creando para dar sentido a su realidad, adquieren un carácter contextual ante el cual el ser humano no se puede escapar, si quiere seguir comprendiendo su conducta sexual y su comportamiento cultural Finalmente, es necesario seguir teorizando sobre la influencia del componente biológico y cultural en las relaciones entre hombres y mujeres, debido a que el comportamiento de la especie humana es multicausal y requiere continuas aproximaciones a la realidad, que garanticen que no se escriba la última palabra que nefastamente limitarÃ−a el acercamiento del hombre a la comprensión de su realidad. Referencias Bibliográficas Barash, D. (1978). La liebre y la tortuga: cultura, biologÃ−a y naturaleza humana. Barcelona: Salvat. Gutiérrez, G. (1999). Hormonas y reproducción en aves: la influencia de los factores ambientales y sociales. En Revista Latinoamericana de PsicologÃ−a. Vol. 31, No 1; p 151 - 174. Gutiérrez, G. Y Riveros, J. (2003). Aspectos conductuales de la competencia de esperma en aves. En Revista Latinoamericana de PsicologÃ−a. Vol. 35, No 1; p 67 - 76. Se juega su permanencia en el mundo porque es en la interacción hombre mujer donde se genera un comportamiento reproductivo que garantiza la descendencia de la especie humana. Cuando se desarrolla el sistema de Wolf se adquieren un fenotipo de macho, y cuando se desarrolla el sistema de Muller , se tiene un fenotipo de hembra. Esta competencia entre congéneres por un compañero sexual esta referida a un componente de la teorÃ−a de la selección sexual: selección intrasexual (Gutiérrez y Riveros, 2003) 2