LAS CIUDADES LATINOAMERICANAS Y EL PROCESO DE GLOBALIZACIÓN1 Margarita Pérez Negrete Introducción En la actualidad, las ciudades latinoamericanas se consolidan como territorios estratégicos donde se están gestando grandes transformaciones sociales. Partiendo de esta afirmación, cabe preguntarse ¿cómo se incorporará en el próximo siglo la región latinoamericana al mundo a través de estos espacios?, ¿asumirán las grandes urbes un papel distinto de aquel que juega el Estado nación que las contiene?, ¿seguirán siendo la exclusión y la polarización social el germen de los problemas acumulados históricamente?, ¿qué papel desempeñarán las ciudades latinoamericanas en la preservación de estos patrones? Buscando abrir canales de reflexión sobre estas cuestiones, destacaré en un primer espacio las principales características del proceso de urbanización que vive América Latina, para tratar, en segundo lugar, de examinar el fenómeno de inclusión y exclusión social, como componentes centrales del proceso de globalización en la temática urbana. Como tercer punto, abordaré el tema de la interacción de las ciudades latinoamericanas en la dinámica internacional, y del papel central que centros urbanos como éstos adquieren dentro de la globalización, proceso que de alguna manera desdibuja y rompe con la línea divisoria tradicional de la relación entre Norte y Sur. Finalmente tocaré un tema obligado, al que necesariamente se llega después incursionar por el conflictivo camino de la heterogeneidad social de América Latina: el fortalecimiento del sistema democrático local. El proceso de urbanización en América Latina Al terminar el siglo XX, las grandes ciudades se afirman como territorios centrales donde se concentran las principales actividades económicas, sociales, políticas y culturales que caracterizan nuestra época. El acelerado proceso de cambio y transformación que vivimos tiene lugar en las civilizaciones urbanas y son las ciudades los principales espacios donde el proceso de globalización exhibe de manera más clara sus efectos contradictorios. Así, la polarización y desigualdad social, la cohesión y la fragmentación, la actuación de libre mercado en detrimento de la fortaleza del Estado son entre otros los más agudos contrastes que se viven a diario en los espacios urbanos. De forma paralela a esta dinámica y como un hecho que bien puede estar relacionado o no con el proceso de globalización, es posible observar que la población humana se ha concentrado fuertemente en las grandes ciudades del mundo y el grueso del aumento de la misma se ha dado principalmente en los países del mundo en desarrollo. La población concentrada en las ciudades de las zonas periféricas se ha disparado entre 1950 y 1990 desde los 286 hasta los mil 514 millones de habitantes. En contraste con el crecimiento de la población urbana de los países desarrollados cuyo aumento para este mismo periodo va de los 448 a los 875 millones respectivamente. Se prevee que esta tendencia persistirá, dado que las ciudades de mayor incremento poblacional se encuentran en los países en vías de desarrollo, cuyas tasas de crecimiento son superiores al 4 por ciento medio anual. En este sentido, el rápido proceso de urbanización experimentado por el mundo en desarrollo tiene una connotación especial en América Latina, pues nuestra región, según algunos datos presentados por las 1 1999. Fuente: www.memoria.com.mx . colaborador: Pablo Miranda. www.sociologia.de (HOME) http://www.forum-global.de/soc/bibliot/p/ciudades_pereznegrete.htm 1 Naciones Unidas, cuenta con 4 de las 13 megaciudades que hay en el mundo: Buenos Aires, México, D. F., Río de Janeiro y Sao Paulo. Llama la atención el gran porcentaje de la población total del país que concentran las ciudades de Buenos Aires, Lima y México, D. F. Sin embargo, y como se podrá constatar más adelante, este acelerado crecimiento urbano se da en medio de una intensa proliferación de asentamientos humanos, cinturones de miseria, una tendencia creciente a la disminución salarial y a la expansión de las actividades informales de la economía. Además, algunos estudios han constatado que la pobreza urbana en América Latina está relacionada con el desempeño de la economía nacional. Así, las crisis recurrentes de los países de la región tienen un impacto decisivo sobre el nivel de vida de sus habitantes, pero la población urbana es más vulnerable en este sentido. De igual manera, la interdependencia financiera del sistema internacional y los efectos desestabilizadores mundiales golpean más seriamente a las economías más débiles, y su impacto en los centros urbanos es considerable. Inclusión y exclusión: el doble carácter de la globalización en la temática urbana Una característica central del proceso de globalización es que se trata de un mecanismo que opera simultáneamente tanto de manera incluyente como excluyente. Incluye e incorpora a su lógica lo que produce valor a escala mundial; excluye y margina lo que devalúa y es irrelevante para la lógica del sistema. A este respecto, es en las grandes ciudades de los países en desarrollo y, para el caso que nos ocupa, en Latinoamérica donde estos efectos se hacen visibles e imprimen un sello distintivo a la problemática urbana de nuestra región. Así, las ciudades latinoamericanas asisten a un proceso dual donde la polarización y las desigualdades sociales son cada vez más evidentes, convirtiendo a estos espacios en zonas de articulación de distintas demandas sociales provenientes de sectores cada vez más disímiles. Las actividades locales tienden a la concentración y a la dispersión, pues al mismo tiempo que concentran y tejen vínculos que fluyen hacia la economía global experimentan en su interior elevados índices de pobreza urbana. Se produce así un fenómeno de desintegración social que sólo exhibe el carácter asimétrico de la globalización. Las diferencias son tan evidentes en los niveles de empleo e ingreso que sólo unos cuantos están capacitados para beneficiarse del progreso de la economía mundial, en contraste con la extensa población abandonada a las actividades de la economía informal, donde los bajos salarios y la mala calidad de vida son el común denominador. De esta manera, las grandes urbes latinoamericanas, con su doble carácter incluyente y excluyente, favorecen el que unos cuantos se vinculen a las redes de la economía global y unos muchos queden, localmente, desconectados. La interacción de lo global y lo local es parte de la dinámica propia que adquieren estos espacios urbanos. Los elementos de inclusión incorporan a las sociedades a la dinámica global y posibilitan a los espacios urbanos una creciente interacción con el mundo. Los vínculos y transacciones representados a través de los mercados financieros, del flujo de bienes y servicios y de la inversión, se han incrementado considerablemente en los últimos años. De esta manera, el carácter de las actividades fuertemente concentradoras ha modificado gran parte de los problemas acumulados históricamente en la región. El desarrollo de la información y el conocimiento juega un papel importante, como factor clave en la creación de la riqueza. Ello ha provocado una reorganización de la estructura laboral que difiere de aquella en la cual los factores intensivos en la producción eran el capital y el trabajo. 2 Somos testigos de una expansión acelerada de servicios de avanzada, concentrados en algunos nodos de las urbes, donde los sectores más dinámicos de la economía concentran sus funciones con base en la calificación laboral y de capital. La capacitación profesional y los altos niveles de educación técnica dan cuenta que hay un sector mínimo de la población capaz de beneficiarse del progreso tecnológico e industrial y, en el caso de las ciudades latinoamericanas, el impacto es aún más marcado. Así, es posible observar que el proceso de globalización valora en estas ciudades las habilidades de salarios altos, cohesionando socialmente a un grupo que se diferencia aún más del grueso de la población que se mantiene excluido de este escenario. En consecuencia, el deterioro económico que vive una gran parte de la población latinoamericana es el reflejo de un desarrollo desigual y deficiente de las zonas urbanas. En estos espacios de creciente desintegración social, encontramos que la exclusión es uno de los ingredientes principales del surgimiento de los más graves problemas metropolitanos. Uno de ellos está relacionado directamente con la acumulación creciente de necesidades no satisfechas. En efecto, la pobreza extrema y la marginación social, los abultados índices de criminalidad, violencia, actividades informales, inseguridad pública, corrupción, y contaminación, son consecuencia de una mala gestión administrativa y del abandono en que se encuentra un sector importante de la población. La fragmentación social se convierte, entonces, en una amenaza al modo y calidad de vida en las ciudades. Todo este panorama deja en claro que la magnitud de la explosión demográfica en Latinoamérica y el acelerado proceso de urbanización en que están inmersas rebasa, con mucho, la capacidad de las instituciones para hacerle frente. Así, como señala Sachs-Jeantet, "La característica central del problema urbano no es la magnitud del crecimiento de la población, sino la amplitud de la falta de correspondencia entre el cambio demográfico y el cambio institucional". Frente a esta situación, es en las ciudades donde más claramente se percibe una reestructuración de las jerarquías sociales, con la cual las fronteras culturales se diluyen y se recrean otras nuevas, en función del acceso a determinados símbolos de la modernidad. Así, los centros urbanos se convierten en los principales depositarios de los efectos asimétricos del proceso de globalización. Las características del centro y periferia se concentran en nuestras grandes ciudades, de la misma manera en que un primer, segundo y tercer mundos, están contenidos en un espacio preciso. La reflexión, entonces, gira en torno a la amenaza que representa para los centros urbanos el que la pobreza y la riqueza destruyan los pocos lazos que aún puedan existir entre los habitantes metropolitanos. La interacción de las ciudades latinoamericanas en la dinámica internacional: se desdibuja la relación Norte/Sur Además de los efectos de carácter interno, la inserción de nuestras grandes urbes en el proceso de globalización está produciendo transformaciones de carácter externo que tienen una incidencia directa en la reestructuración del actual sistema internacional. Como parte de estos cambios, cabe señalar que tanto la nueva división internacional del trabajo, como el acelerado movimiento de los flujos financieros mundiales tienen su anclaje en las ciudades globales. América Latina, como otras regiones del planeta, participa de manera importante en esta lógica. La creciente interdependencia que estas ciudades establecen con los centros mundiales de poder, ha modificado sustancialmente la oposición categórica entre el Norte y el Sur. El tipo de vínculos que estos espacios han desarrollado con el exterior, en la mayor parte de los casos, no corresponde al papel que su propio Estado nación juega en el escenario 3 internacional. De esta forma, las grandes ciudades latinoamericanas dan cuenta de cierta autonomía en sus funciones, al grado de que se convierten en el sitio donde se concentra lo más productivo del país. Existe, entonces, una transferencia de las funciones representativas del Estado nación, la cual llega a los espacios donde se encuentran las ciudades, otorgando a éstas la capacidad de competir e interactuar en el contexto internacional de manera independiente. Como lo señala atinadamente García Canclini, "cuando los Estados nación pierden capacidad de movilizar al pueblo, las ciudades resurgen como escenarios estratégicos para el avance de nuevas formas de ciudadanía con referentes más 'concretos' y manejables que los de las abstracciones nacionales". En este papel hegemónico de las urbes, la economía global se desenvuelve a través de nodos y vínculos que fluyen del Norte desarrollado al Sur en desarrollo a través de los grandes centros mundiales de poder. Grosso modo, los centros urbanos de nuestra región se han ido ordenando en la jerarquía internacional, a partir de un nuevo paradigma competitivo, el cual opera con relativa independencia de la nación tercermundista en la cual están enmarcados. El hecho de que el conocimiento y la información sean los factores claves en la creación de la riqueza, desdibuja de alguna manera la forma tradicional en que la localización, la producción de materias primas, la geopolítica y el comercio internacional determinaban el estadio de desarrollo de una nación. Las ciudades de la región no se definirán ya más por consideraciones de esta índole. Su papel en el escenario internacional se definirá por su capacidad de adaptación al cambio y por el éxito de las políticas públicas dirigidas a lograr una mayor cohesión social. Fortalecimiento del sistema democrático local: una forma de superar las contradicciones Siendo la inclusión y la exclusión el sello distintivo de las grandes ciudades de la región, la dificultad a que se enfrentan las instituciones urbanas para desarrollar mecanismos de gestión eficientes es explicable. Ante demandas sociales tan desiguales, es necesario construir un liderazgo local sólido, que se adapte de manera eficiente a la problemática urbana. A partir de la emergencia de nuevos problemas urbanos, es un imperativo ahora, más que nunca, una descentralización de las funciones estatales hacia el ámbito local para dinamizar y encontrar canales de cohesión social en medio de la dispersión. Pareciera ser que esta propuesta está empezando a cobrar fuerza en América Latina, a pesar de que constitucionalmente las gestiones locales han estado muy limitadas. En función de estas nuevas realidades, el gobierno citadino debe ser capaz de lograr mayor autonomía frente a funciones tradicionalmente reservadas al Estado. Las políticas urbanas deben fomentar en los ciudadanos un sentido de arraigo y pertenencia a su entorno, de tal forma que el manejo de la heterogeneidad deje de ser un obstáculo para los mecanismos de gestión. Para tal fin, es necesario que la población se identifique primero con su espacio inmediato. La participación del individuo en instituciones representativas locales y descentralizadas es clave para promover el ejercicio democrático desde la proximidad. A partir de estas instancias representativas mínimas, se pueden diseñar políticas integradoras que faciliten la gestión a nivel metropolitano. Es posible observar que actualmente en América Latina se han realizado intentos por fortalecer el sistema democrático local, pero es muy pronto aún para evaluar el éxito de este proceso descentralizador. Sin embargo, se considera que la participación local genera mayores grados de cooperación y permite una mayor transparencia en los procesos electorales. A fin de cuentas, un mayor nivel de participación ciudadana y el fortalecimiento de las estructuras democráticas locales facilitarían el manejo de los grandes peligros de segregación y marginación social que enfrentan las urbes de nuestra región. Así, el fortalecimiento de los programas democráticos debe ser 4 el vehículo por medio del cual se concilie la unidad con la diversidad, la inclusión y la exclusión, la cohesión y la fragmentación. Como Touraine afirma, "la democracia... se mide por la capacidad del sistema político de elaborar y legitimar las demandas sociales y someterlas directa o indirectamente al voto popular". Me gustaría cerrar este ensayo dejando un camino abierto que alerte sobre los peligros de seguir impulsando, de manera indiscriminada y desigual, sectores de avanzada que vinculan a nuestras ciudades con la dinámica internacional, al tiempo que se continúa fomentando la tendencia creciente a la polarización y la desigualdad en la estructura social. Bajar la guardia en cualquiera de estos dos frentes puede ser peligroso, no sólo para una exitosa inserción de América Latina en el proceso de globalización, sino también para la estructura social de nuestros países. Bibliohemerografía -Borja Jordy y Manuel Castells. Local y Global. Taurus. Madrid. 1977. -Castells, Manuel. La Era de la Información. Economía, Sociedad y Cultura. La Sociedad Red. Alianza Editorial, Madrid 1997. -García Canclini, Néstor, "Culturas urbanas de fin de siglo: la mirada antropológica." en International Science Journal, No. 153. UNESCO. octubre de 1997. -Hernaux Nicolás, Daniel. 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