Fragoso Luzuriaga, Rocío. La inteligencia emocional en el docente universitario. El caso de la Licenciatura de Administración de Empresas de la BUAP. La inteligencia emocional es un concepto que, desde su creación y evaluación a manos de Mayer y Salovey (Extremera y Fernández Berrocal, 2004) y su popularización en el best seller del mismo nombre escrito por Daniel Goleman (2002) en la década de los noventa, ha causado gran revuelo tanto en círculos académicos como en los ámbitos laborales y sociales debido a que, actualmente, resulta insuficiente que la persona se integre al sistema educativo solo una parte de su vida, sino que debe seguir formándose y preparándose por el resto de su existencia, además de que los conocimientos académicos han demostrado no ser suficientes para que el individuo alcance un desarrollo pleno tanto en su ámbito laboral como personal. Por esto la educación en el siglo XXI ha de tener características muy particulares si quiere ayudar al ser humano ha desenvolverse adecuadamente en un panorama mundial complejo y lleno de transformaciones. Organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el informe Delors (1997), señala los lineamientos que lleven a la educación a fomentar las potencialidades individuales que permitan al hombre alcanzar su máximo desarrollo y sortear las dificultades de su entorno, propone que ésta debe estar cimentada en cuatro pilares básicos: el aprender a conocer, fundamental para adquirir instrumentos de comprensión; el aprender a hacer útil para poder influir sobre el propio entorno; el aprender a vivir juntos para participar y cooperar en el diverso espectro de la actividad humana y el aprender a ser, que hace énfasis en que la educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona integrando su cuerpo, mente, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad e incluso sus emociones. Gracias a estos pilares se puede observar que la formación actual debe ir orientada a formar seres que no sean únicamente receptáculos pasivos de conocimientos sino personas integrales que dominen tanto habilidades académicas como emocionales y sociales. Congruente con las políticas internacionales la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) propone una educación que incluya al mismo tiempo el desarrollo de competencias laborales, sociales y emocionales que permitan a los estudiantes de educación superior desarrollarse plenamente a través de diversos programas académicos, culturales y deportivos (ANUIES, 2004). La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), atendiendo a las necesidades de la educación contemporánea marcadas por el contexto mundial, ha otorgado un lugar primordial a la formación integral del individuo plasmada en su misión, planes de desarrollo y espacios como el Programa Universitario de Desarrollo Estudiantil (PUDE), lo que permite a los estudiantes de dicha institución acceder a una formación que favorece su desarrollo profesional y personal (BUAP, 2006, 1994; Figueroa y cols., 2005). Con base en los antecedentes anteriores, se puede afirmar que si se desea que el proceso de enseñanza- aprendizaje sea efectivo y ayude realmente a la formación integral de la persona, existe la necesidad de educar tanto en habilidades cognitivas como emocionales.