“Los maestros de escuela, que enseñan a leer, escribir, y contar a

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Historia de las Ideas Pedagógicas en Venezuela III. Modulo de Aprendizaje
CONSTITUCIONES SINODALES DEL SINODO DIOCESANO DE SANTIAGO
LEÓN DE CARACAS DE 1687 (Selección)
LIBRO PRIMERO
DE LAS CONSTITUCONES SINODALES EN QUE SE TRATA DE LA SANTÍSIMA
TRINIDIAD. Y FE CATÓLICA DE LA PALABRA DE DIOS. DE LA DOCTRINA CRISTIANA.
Y MÉTODOS DE ENSEÑARLA. DE LAS COSTUMBRES. Y DE LAS CONSTITUCIONES Y
DE SU OBSERVANCIA.
TITULO I
DE LA SUPREMA TRINIDAD Y FE CATÓLICA
1. Es tan flaca la luz natural de la razón, y entendimiento humano, que, aunque con trabajo
suele rastrear muchas verdades, que pertenecen al conocimiento de las cosas divinas;
empero nunca ha podido conocer, y entender aquellas verdades, con las que se consigue
la salud eterna.
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3. De aquí nace con cuanta razón todos los santos padres, congregados en los Concilios y
Sínodos, que celebra la Iglesia, ponen por principio de sus verdades aquel misterio, que
es principio, y fin de todas las cosas, el misterio altísimo de la Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y una misma esencia y naturaleza divina,
como lo cree, confiesa y predica la Santa Madre Iglesia Católica Romana.
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DE LOS USOS DE LOS LIBROS
18. Así como los libros buenos, píos, y doctos son de gran utilidad para la defensa y
conservación de la fe, así también los libros malos, y que contienen mala doctrina, o son
peligrosos por otra razón, causan gran estrago en las costumbres de los fieles y son ocasión
de muchas culpas en el pueblo cristiano; por tanto, conformándonos con lo dispuesto por el
santo Concilio de Trento, decretos apostólicos y órdenes de su Majestad, ordenamos y
establecemos lo siguiente:
19. Que la Sagrada Biblia, ni las traducciones de ella, ni las traslaciones, o explicaciones
del Santo Concilio de Trento, no se lean, tengan, vendan, usen ni reciban graciosamente de
ninguna persona en lengua castellana, o otra vulgar, sino solo en la latina, y en las que
permiten nuestra Santa Madre Iglesia, pena de excomunión mayor, cuya absolución
reservamos a Nos.
20. Prohibimos todos los libros que tratan ex profeso de cosas torpes, obscenas, y lascivas,
y dañan mucho a las buenas costumbres, las cuales se pervierten con leerlos: Mandamos, se
recojan, y nuestro previsor haga así se ejecute.
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TÍTULO IV.
DE LOS MAESTROS DE LAS ESCUELAS
49. Los maestros de escuela, que enseñen a leer, escribir, y contar a los niños, y las mujeres
que enseñen a las niñas, a labrar, tengan obligación de enseñarles también la doctrina
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cristiana, según su capacidad; y pena de excomunión mayor, no ejerciten dichos maestros
su enseñanza, sin que primero sean examinados, y aprobados en la doctrina cristiana por
nuestro provisor en esta ciudad, y en las demás por nuestros vicarios, y saquen testimonio
de su aprobación, para lo cual tener copia del catecismo, que en este Santo Sínodo
ponemos, el que estudien, y entiendan, y por él enseñar a los niños.
50. Hagan decir, y cantar dos veces al día la doctrina cristiana en voz alta, una por la
mañana y otra por la tarde, antes de salir de la escuela. Repítanle todos los días el temor de
Dios, la guarda de sus santos mandamientos, la abstinencia de juramentos, la obediencia a
sus padres, la buena urbanidad, y cristiana política con todos.
51. No les consientan leer libros, ni decir cantares, ni palabras deshonestas, torpes o
indecentes, ni hacer, ni decir cosa alguna, que desdiga de las obligaciones de cristiano;
entendiendo, que conservan toda su vida el olor santo de las virtudes, que se las
infundieren, y enseñaren en la niñez, en la cual aprende el alma con perpetua firmeza, las
noticias, que adquiere; y teman por el contrario, que darán estrecha cuenta a Dios de los
descuidos, que tuvieren en su enseñanza, y de los ejemplos menos decentes, que les dieren,
pues estos son rigurosos escándalos, en que tropieza la tierna edad, y acostumbrada desde
los primeros años a pecar, necesariamente caminan a la eterna condenación.
52. Encargamos mucho a nuestros curas, vayan frecuentemente a las escuelas, y vean si lo
sobredicho tiene cumplido efecto, y hagan se ejecute; y nuestros jueces, vicarios,
visitadores, pongan en su ejecución el cuidado conveniente.
53. Los domingos, y fiestas de la cuaresma, y adviento, por la tarde, al mismo tiempo, que
se forma procesión de toda la gente de servicio S.S.A. mandamos salgan dichas escuelas
con su cruz, como ha sido costumbre en esta ciudad y vayan a la iglesia catedral,
parroquial, a asistir a la explicación de la doctrina y explicación del misterio, en la forma
que queda dicho y ordenamiento se vuelvan.
54. Y aunque los estudiantes, que han de cursar en nuestro colegio seminario, deben saber
la doctrina cristiana perfectamente, y en ella han de ser examinados, para ser admitidos a
los estudios de la latinidad: mandamos que todos los dichos estudiantes, así en esta ciudad,
como en las demás de nuestra Diócesis, asistan a dicha explicación de la doctrina cristiana;
y sus preceptores, maestros, les obliguen a que así lo hagan, no solo por su propia utilidad,
en la inteligencia de cosas tan necesarias, sino por el buen ejemplo, que deben dar a los
demás.
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TITULO VIII
DEL ORDEN, Y MODO, CON QUE LOS CURAS, Y DOCTRINEROS, MAESTROS DE
NIÑOS, Y DEMÁS A QUIENES TOCA, DEBEN ENSEÑAR ESTE CATECISMO
106. No son iguales en los hombres los entendimientos, y capacidades para percibir la
doctrina; ni las edades, y ocasiones son todas unas. De diferente manera se ha de portar el
cura, y el maestro, con el hombre capaz, que con el ignorante: De diferente forma con la
persona de sexo y edad, que con el niño inocente: Diferente explicación ha de tener para el
español, cuya lengua entiende perfectamente, que para el negro o indio bozal, que apenas
sabe declarar sus afectos: Y en suma de diferente manera habrá de usar de la explicación de
los misterios, cuando da lugar el tiempo, o cuando le estrecha la ocasión al último tiempo
de la vida, en que le pide el bautismo, o la penitencia, un negro incapaz, que apenas se
distingue de una bestia. Y para los que no se hallan tan versados en las reglas de la buena
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teología, y práctica de la Iglesia, conozcan lo que deben hacernos ha parecido disponer el
orden, que parece por los párrafos siguientes
§I
COMO SE HAN DE COMENZAR A ENSEÑÁR A LOS NIÑOS, Y GENTE INCAPAZ.
107. No es bien, que se les haga tomar de memoria, luego que los comienzos a aprender,
todos los misterios, con el orden, que los ponemos; elijan, para comenzarles a enseñar, los
misterios siguientes.
108. El misterio de la Santísima Trinidad, en que se explica la existencia, y ser de Dios.
109. El misterio de la Encarnación, Pasión y Muerte, y Resurrección de Cristo, tomando
las preguntas más necesarias.
110. El misterio de la Eucarística, y obligación de comulgar.
111. La disposición con que lo han de hacer.
112. Las partes que debe tener el Sacramento de la Penitencia.
113. Las causas porque suele ser mala la confesión
114. Y habiendo entendido estos misterios, se les irán proponiendo los demás, conforme
a la necesidad, y capacidad de cada uno, fiando de Dios que no falta con sus auxilios, y
aplicando de nuestra parte el trabajo, con que todo se vence.
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TITULO X
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§ Único
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DE LAS BULAS APOSTÓLICAS. Y OTRAS CONSTITUCIONES PARTICULARES
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134. Y aunque las leyes civiles no tienen en las personas eclesiásticas fuerza
compulsiva, por defecto de jurisdicción, la tienen directiva, para que los clérigos, como
partes de la República, se conformen con su todo, y concurran con él en las cosas, que
conciernen, y miran a la utilidad común. Por cuya causa, mandamos se conformen los
clérigos, y jueces eclesiásticos de nuestro obispado con las leyes y disposiciones reales, en
cuanto no se opusieren, directa ni indirectamente a lo dispuesto por el Derecho Canónico a
su propia inmunidad, fuero, o privilegio.
135. Conformándonos con los sagrados cánones, mandamos, que ninguna Universidad,
Juez Secular, ni otra cualquiera persona, de cualquier dignidad, condición o preeminencia
que sea, pueda hacer, ni haga estatutos, leyes, ni ordenaciones, imponer, tener, introducir ni
guardar costumbres, contra la inmunidad, y libertad de la Iglesia, pena de excomunión
mayor, y de otras, que reservamos grandes a nuestro arbitrio: Y si hubiere algunas
costumbres, así introducidas, las declaramos por corruptelas, y de ningún valor, ni efecto.
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LIBRO SEGUNDO
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TÍTULO IV
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§V
DE LAS OBLIGACIONES PARTICULARES DE LOS CURAS DOCTRINEROS
63. Ordenamos, y mandamos a nuestros curas, doctrineros, así seculares, como regulares,
que en conformidad de las reales cédulas de su Majestad, tengan mucho cuidado, en que los
muchachos, y muchachas de doctrina, y los demás indios, e indias de su población, y
feligresía, cuando se congreguen a rezar, sean en el idioma castellano, en cuyo ejercicio han
de poner mucho desvelo, para que los indios sean políticos, y con más facilidad sean
entendidos de los curas, u de todos, y puedan aprender a leer, y escribir, y no por esto se
excusen los curas doctrineros de aprender la lengua de los indios de sus pueblos, para los
casos que pudieren ofrecer, y no prohíban a los indios, que quisieren confesar en su lengua,
el cual lo hagan.
64. Y por cuanto el estar los indios congregados en pueblos, es cosa muy necesaria para
vivir cristiana y políticamente, y que sin agregarlos, no se pueden doctrinar: Mandamos a
nuestros curas doctrineros, así seculares, como regulares, tengan a los indios, e indias en
sus poblaciones; y a los que no estuvieren poblados, los hagan poblar; y a las justicias,
como los encomenderos, y caciques, no los saquen de sus pueblos, ni a los muchachos y ni
muchachas, con ningún pretexto, y a ello les obliguen, y apremien los vicarios de las
ciudades, y curas doctrineros; y siendo necesario, se valgan del auxilio del brazo secular; y
si en esto hubiere dificultad nos den cuenta luego al punto, para remediarlo.
65. Nuestros curas doctrineros, así seculares, como regulares, no consientan que los
muchachos de doctrina, sean obligados por sus encomenderos al trabajo, o al tributo, hasta
haber llegado a la edad de diez y ocho años, inclusive.
66. Ni menos obliguen al trabajo, o tributo, a los indios, que hubieren llegado a los
cincuenta años de edad, inclusive, por ser esta la edad, y tiempo, que en unos y otros, señala
su Majestad en sus nuevas leyes: Con declaración, que las indias no se comprenden en este
trabajo, o tributo, en ninguna edad, por ser, como en hecho de verdad son, absolutamente
libres, como su Majestad lo tiene declarado, y mandado en sus reales cédulas; y no
permitan nuestros doctrineros, que las saquen contra su voluntad a servir, ni menos a los
muchachos, antes de dicha edad, porque estos deben estar con los curas doctrineros, para
que todos los días, a mañana, y a tarde, sean doctrinados frecuentemente.
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83. Y porque el yugo de la Ley de Jesucristo es muy suave, y los que se reducen a ella, su
bien sea con blandura, y mansedumbre: Mandamos a nuestros curas doctrineros, no tengan
cárceles, ni cepos para encarcelar, y aprisionar los indios, con ningún pretexto. Y si por
alguna falta, de no acudir a la educación, y doctrina cristiana, a misa, y otra ocupación, a
que está obligados, fuera necesario reprenderlos, lo hagan, como verdaderos padres, con
amor, y cariño; y les prohibimos, que los castiguen por estos defectos dentro de las iglesias,
o en sus ámbitos, sino que antes, en cualquier delito, que cometiere, y se cogieren a las
iglesias, les sirvan de asilo, y refugio, por que no les cobren horror, y sus curas los deben
mantener en ésta. Y en caso, que cometieren algún delito, que precisamente necesitare de
castigo, los alcaldes y justicias de sus pueblos los castiguen, como son obligados; y los
dichos curas les exhorten a que así lo ejecuten, y no lo hagan por sí. Ordenamos a nuestros
curas doctrineros, que no permitan que los encomenderos, mayordomos, o algunas otras
personas vayan a las iglesias, o sus ámbitos, a cobrar a los indios lo que debieren, ni a
hacer averiguaciones contra los dichos indios, sin prevenirlos para trabajar; pues sólo se
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debe tratar en aquellos lugares de alivio, y consuelo de sus almas, con la doctrina y
enseñanza, a obviar ocasiones, que puedan causarles temor, y darles motivos, a que
cobrando horror a las iglesias, huyan de ellas, en contravención con lo que su Majestad
tiene mandado.
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TITULO V
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§ II
DE LOS CRIADOS
352. Exhortamos en el Señor a los dichos padres de familias, traten a sus criados, como
hijos, en el cuidado, corrección, y doctrina. No porque sean criados asalariados, o de sus
encomiendas, entiendan los padres de familias, que son dueños de quitarles el tiempo, no
sólo para las obligaciones de precepto de oír misa, ayunar, y lo demás, que arriba dijimos,
sino por las cosas de devoción, que o se las deben impedir, antes sí, ayudarles, y exhortarles
a que las ejerciten.
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§ III
DE LOS ESCLAVOS
355. Los señores de esclavos, y esclavas, tengan entendido, que tiene domino sobre el
servicio, que sus esclavos les deben, o pueden hacer con el trabajo de sus manos, no sobre
las almas, redimida con la Sangre de Cristo, porque en esta parte los deben tratar de la
misma manera, que a sus hijos, cuidando de que sean buenos cristianos, que viven en el
santo temor de Dios, y hagan todo aquello, que cerca de los hijos, y criados, les advertimos.
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Tomado de: Manuel Gutiérrez de Arce.
Constituciones Sinodales del Sínodo Diocesano de
Santiago de León de Caracas de 1687. III vols.
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.
Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela.
Nº.125. Caracas, 1975. Vol. II. Apéndice “A”.
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