La UCR en los Medios 29-6-10 

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La UCR en los Medios
29-6-10
 DyN
28/06/2010 - 21:39 ALFONSIN
ALFONSIN LLAMO EN ROSARIO A CONSOLIDAR EL ACUERDO CIVICO
ROSARIO, jun 28 (DyN) - El diputado radical Raúl Alfonsín llamó hoy aquí a "consolidar el Acuerdo Cívico para
ganar en 2011 y poner en marcha un proceso de crecimiento, inclusión y cambio".
Alfonsín participó esta tarde, con el senador socialista Rubén Giustiniani y los diputados Jorge Obeid y Martín
Sabatella, de la presentación del libro "La diversidad de los sistemas de partidos provinciales en la Argentina", en la
Universidad Nacional de Rosario.
En un breve diálogo con la prensa local, el legislador radical aseguró sobre la sociedad política opositora que "como
todo proceso, no es fácil, pero está bien encaminado".
"Olvidemos nombres por ahora, para mí es natural una alianza entre el radicalismo y el socialismo, es más difícil
explicar por qué compiten que si vamos juntos".
Luego, agregó el diputado bonaerense en directa alusión a la Coalición Cívica, que lidera Elisa Carrió: "pero no
somos las únicas fuerzas que estamos en el Acuerdo Cívico, y tenemos que ser respetuosos con todos los sectores
que legítimamente buscarán impulsar sus nombres".
Por último, le dedicó un párrafo al gobernador santafesino, Hermes Binner, señalando que "tengo un gran afecto,
cariño y reconocimiento" por él.
"Hemos compartido muchos encuentros, es una de las principales figuras del socialismo y un nombre muy atractivo
para las elecciones del 2011, pero falta mucho y no es momento para hablar de nombres sino de programas",
concluyó Alfonsín.
Ambito Web
Bs. As. Económico
Clarín
CAPITANICH PIDIÓ LA REMOCIÓN DEL PRESIDENTE DE LA CORTE CHAQUEÑA
29/06/10
PorSergio Schneider
Resistencia. Corresponsalía
El gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, concretó ayer, con la presentación de una demanda judicial, su
anunciada ofensiva para lograr la remoción de tres de los cinco jueces que integran la Corte local. En un primer
paso, pidió la destitución de su presidente, Rolando Toledo.
Se trata de una “acción de inconstitucionalidad” que cuestiona el modo en que Toledo y sus pares Ramón Avalos y
Ricardo Franco fueron designados. Los tres llegaron a sus cargos sin rendir los concursos de antecedentes y
oposición que la Constitución del Chaco exige -desde 1994- para cubrir cargo s en la magistratura provincial.
La movida tiene una connotación política, ya que los tres ministros objetados son considerados por Capitanich
como sostenes de una “mayoría automática” consolidada en los doce años en que el radicalismo gobernó la
provincia. De hecho, Toledo y Avalos integraron el gabinete del ex gobernador Angel Rozas, actual vicepresidente
del Comité Nacional de la UCR.
Tras la decisión del gobernador desató una fuerte polémica. El Foro por la Justicia Independiente, un espacio
integrado por organizaciones políticas, sociales y gremiales, reclama las destituciones desde que la UCR estaba en
el poder y apoya las acciones de inconstitucionalidad. Pero la Asociación de Magistrados, la UCR y la Junta Federal
de Cortes salieron en defensa de los jueces cuestionados.
Para la principal fuerza de oposición, las demandas buscan “una justicia adicta”. Mientras que la entidad que
representa a las cortes provinciales sostiene que la única vía idónea para remover a cualquier juez es el juicio
político. El Gobierno replicó que no corresponde recurrir a un jury, porque los ministros del Superior Tribunal no
están siendo cuestionados por mal desempeño, sino que se les imputa ilegitimidad de origen.
La presentación de ayer se formuló ante la propia Corte local y es una primera parte en la que se aborda sólo el
caso de Toledo. Los de Avalos y Franco estarán en una segunda demanda. Los jueces denunciados deberán
apartarse del trámite, y el Gobierno recusó también a los otros dos. Los 5 suplentes tendrán que ser elegidos entre
todos los demás magistrados provinciales o de la lista de abogados en condiciones de actuar como conjueces,
descontándose una lluvia de excusaciones e impugnaciones cruzadas. La batalla será jurídicamente sinuosa.
Infobae
La Nación
La Prensa
NCN
Página 12
EL GOLPE MILITAR DE 1966
EN VEZ DE VOTOS, BOTAS
Por Mario Rapoport *
El 28 junio de 1966, un golpe militar, con la anuencia de sectores civiles, políticos y sindicales y una fuerte campaña
previa de los medios de información –como la que soportaron Yrigoyen en 1930 y Perón en 1945 con resultados
distintos–, depuso al presidente radical Arturo Illia. Las Fuerzas Armadas abandonaban así el rol tutelar que venían
ejerciendo desde la caída de Perón, en 1955, sobre gobiernos emergentes de un régimen deslegitimado por la
proscripción del peronismo. Al igual que en golpes anteriores, la desestabilización empezó mucho antes y los
medios de la época tuvieron mucho que ver en ello, en especial los periodistas Mariano Grondona, Bernardo
Neustadt y Mariano Montemayor, como señala Miguel Angel Taroncher en su libro sobre la caída de Illia. Esos
periodistas contribuyeron “como parte integrante del poder mediático, a la campaña de prensa sobre la base de
coincidentes mensajes críticos contra el gobierno” radical. A través de ellos jugaban sofisticadas revistas de opinión
un rol que en golpes anteriores habían desempeñado periódicos de lectura masiva.
Las principales instituciones empresarias, por su parte, estaban también disconformes con lo que consideraban una
excesiva intervención del Estado en la economía. Un documento inédito de la UIA hablaba de “la burocratización
total de la vida económica [...] que conduce gradual pero persistentemente a la absorción de la empresa privada por
el Estado [...]”. La misma “toma varias formas pero, para las actividades más importantes, casi siempre se resuelve
en la obligada transferencia de la propiedad del empresario privado al Estado”. Estos conceptos parecían dejar
traslucir que el gobierno de Illia era una antesala del de Fidel Castro. (Ponencia de la UIA para la XXII Asamblea de
Aciel a realizarse del 4 al 6 de junio de 1966.)
Mariano Grondona, gestor del golpe en numerosos artículos, señalaba dos días después de haberse producido, las
razones del mismo: “Arturo Illia no [había comprendido] el hondo fenómeno que acompañaba a su
encumbramiento: que las Fuerzas Armadas, dándole el Gobierno, retenían el poder. El poder seguía allí, en torno
de un hombre solitario y silencioso [el general Onganía]. [...]. Siempre ha ocurrido así: con el poder de Urquiza o de
Roca, de Justo o de Perón. Alguien, por alguna razón que escapa a los observadores, queda a cargo del destino
nacional. Y hasta que el sistema político no se reconcilia con esa primacía, no encuentra sosiego”. El gobierno
había cometido el error de creer que gobernaba cuando en realidad los votos de la elección de Illia seguían siendo
botas.
Pero la incógnita principal fue el rol que Estados Unidos jugó en el golpe. Dos años antes, en 1964, el gobierno de
Washington había tenido una influencia decisiva en la caída del presidente brasileño Joao Goulart, a quien
consideraban un “extremista”. Existe la transcripción de un diálogo entre el presidente Johnson y el secretario de
Estado adjunto para Asuntos Interamericanos Thomas Mann, el viernes 3 de abril de 1964, tres días después de
ese golpe. “Mann: Espero que Ud. esté tan feliz respecto al Brasil como lo estoy yo. LBJ: Lo estoy. Mann: Pienso
que es lo más importante que ocurrió en el hemisferio en tres años” (tapes de la Casa Blanca, 1963-1964). En
cambio, no surge de los documentos secretos que el Departamento de Estado hubiera intervenido directamente en
la caída del primer mandatario argentino –en verdad no lo necesitaba–, pero estaba perfectamente informado de la
existencia de sectores militares y civiles opuestos a los lineamientos programáticos de Illia y en procura de una
oportunidad para provocar una “intervención” militar desde muy temprano, incluso desde antes de su asunción, en
octubre de 1963. La carrera de Illia hacia los comicios de julio de 1963 se había desarrollado en un clima político
interno signado por la proscripción del peronismo y de su líder, por lo que la UCR del Pueblo obtuvo la primera
minoría y la nominación de su candidato en el Colegio Electoral con apenas el 25 por ciento de los votos. Este
hecho cuestionaba la legitimidad de la victoria electoral; una “marca de origen” que constituiría el “caballito de
batalla” permanente de la oposición política y, especialmente, de los sectores internos y externos que ya desde el
inicio de la nueva administración comenzaron a tejer la trama conspirativa. El nuevo presidente accedería a la Casa
Rosada con una minoría parlamentaria, hostilizado por la sistemática oposición de la dirigencia sindical y patronal y
conviviendo con contradictorias tendencias conservadoras y populistas dentro del propio radicalismo.
Las políticas desplegadas, sin agitar demasiado las aguas, rescataban lineamientos básicos heredados de la
intransigencia radical y del primer peronismo, con un trasfondo internacional marcado por propuestas económicas
nacionalistas en boga en muchos países del Tercer Mundo. Esas orientaciones se manifestaron a través de cierta
resistencia a las imposiciones del FMI, la concepción de un Estado inclinado al control y la planificación de la
economía –como en caso de los productos farmacéuticos–, así como a la atención prioritaria al mercado interno. Se
tomó también la decisión de denunciar y anular los contratos petroleros firmados por el presidente Frondizi.
Por supuesto, los servicios de inteligencia norteamericanos estaban bien informados sobre los planteos golpistas y
sus principales protagonistas. Así lo testimonia un cable de la CIA al presidente norteamericano Lyndon Johnson,
que se encuentra en los archivos de su presidencia, localizados en Austin, Texas. Allí se daba cuenta de la decisión
de los altos mandos militares argentinos de promover el golpe para el mes de julio, aunque la acción podía
adelantarse si la “crisis económica” se acentuaba. El informe reseñaba la “responsabilidad” y “seriedad” de los
objetivos del futuro gobierno militar y enumeraba entre los involucrados a los generales Juan Carlos Onganía, Julio
Alsogaray, Alejandro Lanusse y Osiris Villegas (CIA, 2/6/66, Country Files, Argentine Memos, Vol. II, Box 6).
Finalmente, el levantamiento militar tuvo lugar el 28 de junio y el gobierno surgido de la decisión golpista se
autodenominó “Revolución Argentina”. El “caudillo” soñado por Grondona fue nombrado presidente con el objetivo
primordial de mantenerse mucho tiempo en el poder: “un dictador es un funcionario para tiempos difíciles”, afirmaba
el inefable periodista. El nuevo régimen pretendía imponer un proyecto de largo alcance, dotando al Estado de una
organización tecno-burocrática, que Guillermo O’Donnell denominó “Estado Burocrático Autoritario”, capaz de poner
fin a las pujas intersectoriales y políticas locales en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional, que
privilegiaba el accionar en el orden interno por parte de las Fuerzas Armadas contra los peligros del “extremismo” y
la “disociación social”. Pero los tiempos económicos, sociales y políticos que proponía no pudieron llevarse a cabo.
A través del Cordobazo la sociedad puso fin a esa forma criolla de “pseudomonarquía”. Grondona debió postergar
por un tiempo sus sueños “caudillescos”, las Fuerzas Armadas se retiraron después de dos intentos frustrados de
continuar en el mando y Perón volvió finalmente a la Argentina. Se abría una etapa vertiginosa cuyo desenlace dio
paso al período más doloroso de nuestra historia, que comienza en 1976. El golpe militar que lo precedió diez años
antes fue, sin duda, un primer ensayo.
Economista e historiador. Investigador superior del Conicet.
ALFONSÍN Y EL ACUERDO
El diputado radical Ricardo Alfonsín llamó ayer a “consolidar el Acuerdo Cívico para ganar en 2011 y poner en
marcha un proceso de crecimiento, inclusión y cambio”. Alfonsín participó con el senador socialista Rubén
Giustiniani y los diputados Jorge Obeid y Martín Sabbatella, de la presentación del libro La diversidad de los
sistemas de partidos provinciales en la Argentina, en la Universidad Nacional de Rosario. En diálogo con la prensa
local, el legislador radical aseguró que la sociedad política de la oposición, “como todo proceso, no es fácil, pero
está bien encaminado”. “Olvidemos nombres por ahora, para mí es natural una alianza entre el radicalismo y el
socialismo, es más difícil explicar por qué compiten que si vamos juntos”, aseguró Alfonsín, quien sostuvo que “no
es momento para hablar de nombres sino de programas”.
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