La doctrina social y la acción eclesial

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La LIBERTAD en el “Compendium de Doctrina Social de la Iglesia”
Introducción: un humanismo integral y solidario
“El Evangelio trae salvación y verdadera libertad también a las realidades temporales”
(C.2). La doctrina social de la Iglesia está al servicio de un humanismo integral y solidario
“fundado en la dignidad y libertad de cada persona humana” (C.19).
PRIMERA PARTE:
I. El plan de amor de Dios para la humanidad
“La presencia gratuita de Dios (...) se manifiesta en la liberación de la esclavitud y en la
promesa” (C.21). Jesús mismo viene para “dar libertad a los oprimidos” (Lc 4,19; C.28). La
misma “revelación en Cristo del misterio de Dios como amor trinitario (...) hecha luz sobre cada
aspecto de la dignidad personal y la libertad de los hombres y mujeres, y acerca de la
profundidad de su naturaleza social” (C.34). Así, “cada persona tiene la libertad de dirigirse
hacia su fin último” (C.48).
El hombre está llamado a disfrutar de lo creado “en espíritu de pobreza y libertad”
(C.44); a hacer la experiencia de que, en Cristo, “recibe todo de Dios como un don,
humildemente y libremente”, dado que “todo pertenece a Dios” (C.46). Porque “cuanto más las
realidades humanas sean vistas a la luz del plan de Dios y vividas en comunión con Dios, tanto
más son potenciadas y liberadas en su identidad distintiva y en la libertad que les es propia”
(C.45).
“La distinción entre religión y política y el principio de libertad religiosa constituye una
adquisición específica del cristianismo, y una de sus fundamentales contribuciones históricoculturales” (C.50). La comunidad cristiana “está abierta al diálogo con toda la gente de buena
voluntad en la búsqueda común de las semillas de verdad y libertad sembradas en el vasto
campo de la humanidad” (C.53; RH 11). Porque un día todo “lo bueno, como ser la dignidad
humana, la fraternidad y la libertad, y todos los buenos frutos de la naturaleza y el
emprendimiento humano (...) los volveremos a encontrar” (C.57).
María es “la más perfecta imagen de libertad y de liberación de la humanidad y del
universo” (C.59; LC 97).
II. La misión de la Iglesia y la doctrina social
“Esta doctrina social es una palabra que trae libertad”, la “libertad y redención
manifestadas por Cristo” (C.63). Por ejemplo, la encíclica Quadragesimo Anno “advierte acerca
de la falta de respeto para formar asociaciones, y establece los principios de solidaridad y
cooperación en orden a superar los conflictos sociales” (C.91). La Pacem in terris se dirige “a
todos los hombres de buena voluntad” llamados a “establecer con verdad, justicia, amor y
libertad nuevos modos de relación en la sociedad humana” (C.95). La declaración Dignitatis
Humanae proclama claramente “el derecho a la libertad religiosa” (C.97).
III. La persona humana y los derechos humanos
“El dominio sobre el mundo requiere el ejercicio de la responsabilidad, no es la libertad
de la explotación arbitraria y egoísta” (C.113). “En la raíz de las divisiones personales y
sociales” está el pecado, que “cada uno de nosotros comete cuando abusamos de nuestra propia
libertad” (C.116). En este sentido, “el pecado es siempre un acto de la persona, porque es el acto
libre de una persona individual y no propiamente hablando de un grupo o comunidad” (C.117).
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“A través de su corporeidad el hombre une en sí mismo elementos del mundo material”,
y “estos alcanzan su cima a través de él, y a través de él elevan sus voces en libre oración al
Creador” (C.128; GS 14). “No es la inteligencia, la conciencia y la libertad la que define a la
persona, sino que es la persona la que está en la base de los actos del intelecto, la conciencia y la
libertad” (C.131). La persona humana es “la única criatura querida en sí misma por Dios [GS
24]. Por este motivo ni su vida ni el desenvolvimiento de su pensamiento, ni su bien, ni aquellos
que forman parte de sus actividades personales y sociales pueden ser sujetadas a injustas
restricciones en el ejercicio de sus derechos y libertad” (C.133).
“El hombre puede hacerse bueno sólo en libertad, la cual Dios le ha dado como uno de
los más elevados signos de su imagen (...). El hombre justamente aprecia la libertad y lucha por
ella apasionadamente” (C.135). “La libertad no es contraria a la dependencia de Dios del
hombre como criatura” (C.136). “El correcto ejercicio de la libertad personal requiere
condiciones específicas de un orden económico, social, jurídico, político y cultural (...).
Remover las injusticias promueve la libertad y dignidad humanas” (C.137). “En el ejercicio de
su libertad, los hombres y las mujeres desarrollan actos moralmente buenos que son
constructivos para la persona y la sociedad cuando son obedientes a la verdad, es decir, cuando
no presumen de ser los creadores y maestros absolutos de la verdad y las normas éticas” (C.138;
CEC 1749-1756).
“El ejercicio de la libertad implica una referencia a una ley moral, de carácter universal,
que precede y unifica todos los derechos y obligaciones” (C.140; VS 50). “La ley natural, que es
la ley de Dios, no puede ser anulada por la condición pecadora del hombre” (C.142). Sin
embargo, “la libertad tiende misteriosamente a traicionar la apertura a la verdad y al bien
humanos, y muy a menudo prefiere el mal y la cerrazón egoísta, elevándose al nivel de la
divinidad que crea bien y mal (...). Por eso la libertad humana necesita ser liberada” (C.143).
“El hombre no puede evitar la pregunta acerca de la libertad y sobre el significado de la
vida en sociedad” (C.163). El bien común exige, entre otras cosas, “libertad de comunicación y
expresión, y la protección de la libertad religiosa” (C.166; GS 26). La “propiedad privada” es
una “extensión de la libertad humana”, y constituye “una de las condiciones de la libertad civil”
(C.175; GS 71). “La negación de la subsidiariedad, o su limitación en nombre de una alegada
democratización o igualdad de todos los miembros de la sociedad, limita y a veces incluso
destruye el espíritu de libertad e iniciativa” (C.187). Por su parte, la solidaridad es “el espacio
dado a la libertad para un crecimiento común en el cual todos comparten y todos participan”
(C.194).
La libertad, junto con la verdad, la justicia y el amor, se encuentra dentro de los “valores
sociales inherentes a la dignidad de la persona humana, cuyo auténtico desarrollo promueven”
(C.197). Dentro de los derechos humanos, está el “derecho a desarrollar la propia inteligencia y
la libertad para buscar y conocer la verdad”. En cierto modo, “la fuente y síntesis de [todos]
estos derecho es la libertad religiosa” (C.155).
“La libertad es el signo más excelso en el hombre de su haber sido hecho a imagen de la
divinidad y, consecuentemente, un signo de la sublime dignidad de cada persona humana”
(C.199; GS 17). “El valor de la libertad (...) es respetado cuando a cada miembro de la sociedad
le es permitido cumplir su vocación personal (...). Por otro lado, la libertad debe ser expresada
como la capacidad de rechazar lo que es moralmente negativo, sea como fuere que esto sea
presentado” (C.200; CA 17). “Es desde el manantial del amor que los valores de la verdad, la
libertad y la justicia nacen y crecen” (C.205).
SEGUNDA PARTE:
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I. La familia, célula vital de la sociedad
“Las uniones de facto (...) están basadas en una concepción falsa de la libertad individual
de elección”. Hacer estas uniones “legalmente iguales a la familia sería desacreditar el modelo
familiar”. El matrimonio es “una alianza entre un hombre y una mujer, fundado sobre la mutua y
libre elección que comporta comunión conyugal orientada hacia la procreación” (C.227; GrS
14).
“El juicio concerniente al intervalo de tiempo entre nacimientos, y el que se refiere al
número de niños, corresponde solamente a los esposos (...), a la libertad de la pareja” (C.234).
“En la familia, las personas son ayudadas a crecer en libertad y responsabilidad, prerrequisitos
indispensables para cualquier otra función en la sociedad” (C.238; FC 43). “Los padres tienen el
derecho de fundar y apoyar instituciones educativas (...). No deberían mantener, directa o
indirectamente, cargas extras, lo cual denegaría o limitaría injustamente el ejercicio de su
libertad” (C.241; DH 5).
“El punto de partida para una correcta y constructiva relación entre la familia y la
sociedad es el reconocimiento de la subjetividad y prioridad social de la familia”, la cual se
expresa, entre otras cosas, en “la efectiva libertad de elección al momento de educar a los niños”
(C.252).
El trabajo humano
El descanso sabático “abre la perspectiva de una más plena libertad, aquella del Sabat
eterno (cf Hb 4,9-10) (...). La memoria y la experiencia del Sabat constituye una barrera contra
el volverse esclavos del trabajo, ya sea voluntariamente o por la fuerza, y contra todo tipo de
explotación, escondida o evidente” (C.258).
“Un salario justo no debería estar por debajo del nivel de subsistencia del trabajador: la
justicia natural precede y está por encima de la libertad del contrato” (C.302). “El salario debe
ser suficiente para mantener una familia y permitirle vivir decentemente (...). Debería permitir la
adquisición de propiedad como garantía de libertad” (C.250).
“Las nuevas realidades que están teniendo un impacto tan poderoso en el proceso
productivo (...) no deben violar la dignidad y centralidad de la persona humana, ni la libertad y
democracia de los pueblos” (C.321).
La vida económica
“La actividad económica debe ser considerada y asumida como una respuesta agradecida
a la vocación que Dios propone para cada persona (...). Siendo testigo de la grandeza y bondad
del Creador, [el hombre] camina hacia la plenitud de la libertad a la cual Dios lo llama” (C.326).
Con respecto a la “economía libre”, si por capitalismo se entiende “un sistema en el cual
la libertad en el sector económico no está circunscripto por una fuerte estructura jurídica, la cual
lo pone al servicio de la libertad humana en su totalidad, y el cual lo considera como un aspecto
particular de la aquella libertad, el objeto de la cual es ética y religiosa, entonces la respuesta es
ciertamente negativa” (C.335; CA 42).
“La doctrina social de la Iglesia considera la libertad de la persona en asuntos
económicos un valor fundamental y un derecho inalienable a ser promovido y defendido (...). El
Estado tiene la obligación moral de reforzar estrictas limitaciones solamente en casos de
incompatibilidad entre la búsqueda del bien común y el tipo de actividad económica propuesta o
el camino seguido” (C.336; CA 16). “La libertad en el sector económico debe ser regulada
mediante apropiadas normas legales de modo que sea ubicada al servicio de la libertad humana
integral. La libertad económica es solamente un elemento de la libertad humana” (C.350; CA
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39). “La tarea fundamental del Estado en asuntos económicos es el de determinar una apropiada
estructura jurídica para regular los asuntos económicos (...). La actividad económica (...)
presupone garantías seguras de libertad individual y propiedad privada, como así también un
sistema monetario estable y servicios públicos eficientes” (C.352; CA 48).
“Con una mirada al bien común, es necesario perseguir siempre y con infatigable
determinación el fin de un verdadero equilibrio entre libertad privada y acción pública,
entendidas ambas como intervención directa en asuntos económicos y como actividad de apoyo
al desarrollo económico” (C.354). “La libertad de comercio es limpia sólo cuando está de
acuerdo con las exigencias de la justicia (...). La globalización no debe ser una nueva versión
del colonialismo” (C.366; PP 59).
La comunidad política
“La libertad no debe ser usada como pretexto para el mal, sino para servir a Dios (cf 1
Pe 2,16). Concierne a la obediencia libre y responsable a una autoridad que administre justicia a
ser respetada, asegurando el bien común” (C.380). “El modo en que Dios actúa gobernando el
mundo, y que atestigua tanto respeto por la libertad humana, debería inspirar la sabiduría de
aquellos que gobiernan comunidades humanas” (C.383).
“La comunidad política encuentra su auténtica dimensión en referencia al pueblo”, que
está capacitado para “formar su propia opinión en los asuntos públicos y tiene la libertad de
expresar sus propios sentimientos políticos y traerlos para contribuir positivamente al bien
común” (C.385).
“Por diferentes motivos, no siempre las fronteras nacionales coinciden con las fronteras
étnicas”. En todo caso, “un grupo minoritario tiene la obligación de promover la libertad y la
dignidad de cada uno de sus miembros y de respetar las decisiones de cada uno, incluso si
alguno estuviese decidido a adoptar la cultura mayoritaria” (C.387). La amistad cívica (...) es la
más genuina actualización del principio de fraternidad, que es inseparable de los de libertad y
equidad” (C.390).
“Es una grave obligación de conciencia no cooperar, incluso formalmente, en prácticas
que, si bien están permitidas por la legislación civil, son contrarias a la Ley de Dios. Esta
cooperación de hecho no puede ser justificada ni por la invocación del respeto a la libertad de
otros ni apelando al hecho de que está previsto y requerido por la ley civil” (C.399). “El control
ejercido por los ciudadanos de hecho no excluye la libertad que los oficialmente elegidos deben
gozar en orden a cumplir su mandato con respecto a los objetivos a ser perseguidos” (C.409).
“La sociedad tiene un derecho a la información basado en la verdad, la libertad, la justicia y la
solidaridad” (C.415; IM 11).
“El Concilio Vaticano II comprometió a la Iglesia Católica en la promoción de la
libertad religiosa” (C.421). “La libertad de conciencia y religión concierne tanto al hombre
individualmente como socialmente” (C.422). “La obligación de respetar la libertad religiosa
requiere que la comunidad política garantice a la Iglesia el espacio necesario para llevar a cabo
su misión” (C.424).
Y como la Iglesia está “verdadera e íntimamente vinculada con la humanidad y su
historia (GS 1), reclama libertad para expresar su juicio moral sobre la realidad humana, siempre
que sea requerido para defender derechos fundamentales de las personas o para la salvación de
las almas. La Iglesia busca, por tanto: libertad de expresión, enseñanza y evangelización;
libertad de expresión pública; liberad de organización y de su propio gobierno interno; libertad
de seleccionar, educar, nombrar y transferir sus ministros; libertad para construir edificios
religiosos; libertad para adquirir y poseer suficientes bienes para su actividad; y libertad para
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formar asociaciones no solamente para propósitos religiosos sino también para propósitos
educativos, culturales, sanitarios y caritativos” (C.426).
La comunidad internacional
“El Libro del Genesis indica que el ser humano no fue creado aislado, sino dentro de un
contexto, en lo que parte integral son aquellos espacios vitales que aseguran su libertad (el
jardín)” (C.428).
“La coexistencia entre naciones está basada en los mismos valores que deberían guiar las
relaciones entre seres humanos: verdad, justicia, solidaridad activa y libertad” (C.433). “El
Magisterio reconoce la importancia de la soberanía nacional, entendida sobre todo como una
expresión de la libertad que debe regir las relaciones entre Estados”. Sin embargo, “las naciones
pueden libremente renunciar al ejercicio de algunos de sus derechos en vista a un objetivo
común, en la esperanza de formar una familia de naciones” (C.435).
Durante la Segunda Guerra Mundial el Magisterio no dejó de “identificar ciertos
factores indispensables para construir un renovado orden internacional: La libertad y la
integridad territorial de cada nación, la defensa de los derechos de las minorías, una
conservación equitativa de los recursos naturales, el rechazo de la guerra y un plan efectivo de
desarme, la fidelidad a los acuerdos asumidos y un final a la persecución religiosa” (C.438).
“Las Naciones Unidas han hecho una notable contribución a la promoción del respeto por la
dignidad humana, la libertad de los pueblos y las exigencias del desarrollo, preparando así el
terreno cultural e institucional para la construcción de la paz” (C.440). “El servicio diplomático
de la Santa Sede (...) es un instrumento que trabaja no solamente por la libertad de la Iglesia,
sino también por la defensa y promoción de la dignidad humana, como así también por un orden
social basado en los valores de la justicia, la verdad, la libertad y el amor” (C.445).
“Existe una conexión entre pobreza y, en muchos países, la falta de libertad,
posibilidades para la iniciativa económica y una administración nacional capaz de establecer un
adecuado sistema de educación e información” (C.447).
Protección del medio ambiente
La promoción de la paz
“La violencia destruye lo que proclama defender: la dignidad, la vida, la libertad de los
seres humanos” (C.496; cf EN 37). “Aquellos que defienden la seguridad y la libertad de un
país, en ese espíritu, hacen una auténtica contribución a la paz” (C.502; GS 79).
TERCERA PARTE:
La doctrina social y la acción eclesial
“La doctrina social de la Iglesia debe ser dirigida en la motivación de una acción
evangelizadora y humanizadora de las realidades temporales”. La “vida de santidad” en
particular manifiesta “la fuerza liberadora del amor de Dios” (C.530).
“El compromiso social y político de los laicos” estará destinado a promover, entre otros,
“el derecho de las familias y personas a escuelas libres y abiertas; la libertad de acceso a los
medios de comunicación social junto con la evitación de todas formas de monopolios y control
ideológico en este campo; la libertad de investigación, de mantener las propias ideas, el debate y
la discusión” (C.557).
Quienes desempeñen el ejercicio de autoridad política deben promover el bien común,
“no con un estilo autoritario, sino haciendo uso del poder moral mantenido en libertad” (C.568).
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“Una sincera búsqueda de la verdad, usando legítimos medios para promover y defender las
verdades morales concernientes a la vida social –justicia, libertad, respeto por la vida y por otros
derechos humanos- es un derecho y obligación de todos los miembros de una comunidad social
y política” (C.571).
“El Magisterio de la Iglesia no desea ejercer el poder político o eliminar la libertad de
opinión de los Católicos concerniente a cuestiones particulares” (C.571).
Conclusión. Para una civilización del amor
“A estas cuestiones básicas acerca del significado y propósito de la vida humana la
Iglesia responde con una proclamación del Evangelio de Cristo, que libera la dignidad de la
persona humana de cambios de opiniones y asegura la libertad de hombres y mujeres como
ninguna ley humana puede hacerlo”. Porque “el Evangelio anuncia y proclama la libertad de los
hijos de Dios” (C.578).
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