De Argantonio a los romanos, la Iberia protohistórica; Jaime Alvar

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BIOGRAFIA
ALVAR, Jaime. De Argantonio a los romanos. La Iberia protohistórica. Madrid, 1995.
RESÚMEN
El libro al que nos referimos, nos muestra la historia de Iberia desde la llegada del rey Argantonio, hasta la
llegada de los romanos, varios siglos después.
En primer lugar, nos habla de los fenicios. Dicho pueblo llega a través del Mediterráneo oriental, asentándose
pronto en la península. Sin embargo, la fecha de su llegada no es tema unánime entre los historiadores.
Algunos como García y Bellido hablan de 1100 a. C., pero los relatos sobre la fundación de Cádiz por esta
cultura, muestra otras fechas como 1114, dada por Pseudo Aristóteles. Como consecuencia de estas
desigualdades y discusiones, nadie cree en la fecha de la fundación de dicha ciudad dada por las fuentes
literarias.
En vista de dicho problema, se podría pensar que la arqueología podría alumbrar una de las opciones, pero no
es así, las excavaciones no avanzan la información textual. Lo que si trasmite esta ciencia, es que los restos
fenicios más antiguos de la península, corresponden al yacimiento de Morro de Mezquitilla, que está fechado
a comienzos del siglo IX a.C.
Ante tal discusión, parece que cada vez más historiadores tienden hacia la versión de la arqueología, dejando a
las fuentes literarias, hasta tal punto, que algunos han llegado a decir, que dichas fuentes son simple fantasía.
Otro de los debates abiertos respecto a los fenicios, es si hubo colonización o precolonización. Los dos son
modos de contactos, pero difieren en su frecuencia e intensidad. Los restos arqueológicos parecen señalar que
hubo precolonización, ya que aparecen muchos materiales fenicios, anteriores a los restos existentes de dicho
pueblo, lo que significa que debieron llegar a través del comercio, que es lo que en un principio harían los
fenicios en la península.
Lo que promovió estos movimientos fueron las necesidades internas de los que se desplazaban, y no el
atractivo que podían tener los indígenas del territorio. Lo que está claro es que poco a poco, los fenicios
fueron adentrándose en los contactos de la península, acabando finalmente por establecer colonias
permanentes en el sur, a los dos lados del Estrecho de Gibraltar. Cuando esto ocurrió, rondaba el año 800.
Respecto a los asentamientos fenicios, hay que decir que parece haber dos sectores diferenciados, uno en el
SO y otro en el litoral mediterráneo.
Parece ser que los desplazamientos de fenicios hacia occidente , pudo estar motivado por necesidades
agrícolas. Para esto se basan en la situación interna de Fenicia y en los procesos de mestizaje de algunos
yacimientos del interior.
De la sociedad fenicia asentada en la península podemos decir que hay un grupo distinguido, por las riquezas
aparecidas en ciertas tumbas como las de Trayamar. Sin embargo, a pesar de tener enterramientos, no
podemos decir nada sobre las creencias religiosas. Tampoco tenemos restos de lingüística ni de indicios de
interacción cultural con los indígenas.
En segundo lugar, habla de Tarteso, reflejando el problema que plantea el utilizar fuentes documentales de
distinto género, ya que se contradicen entre ellas, no quedando ni siquiera claro, el lugar donde se encontraba
dicho asentamiento. Esto se complica con el hecho de que la arqueología no haya encontrado todavía esta
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ciudad, lo que hace aun más difícil conocer su historia. En un principio, se supone a Tarteso en el yacimiento
orientalizante de Huelva.
Los textos escritos hablan de Tarteso como una ciudad y una sociedad muy desarrollada culturalmente, sin
embargo, al no tener restos arqueológicos, no podemos asegurar que esto sea verdad.
Lo que sabemos sobre la sociedad de este asentamiento, es que vivían principalmente de la ganadería, aunque
también hay que decir, que la mayor parte de la población se dedicaba a la producción agrícola. A través de
las necrópolis, podemos saber que es una sociedad jerarquizada, ya que cierto grupo puede acceder a unos
productos prohibidos para el resto de la población
El sistema económico que se desarrolla en Tarteso conduce a una especialización laboral, en la que la mayor
parte está dedicada a la producción de bienes de consumo, cuyo comercio, depende de la aristocracia.
Durante la época de Tarteso, aparecen restos de productos griegos, que no fueron transportados allí por los
helenos, sino que fueron los propios fenicios los que los introdujeron como regalos para abrirse al mercado de
la colonia. De gran calidad, eran entregados a los jerarcas locales.
La cerámica griega es abundante, principalmente, en Huelva desde finales del siglo VII. Pero en el siglo V, es
Cádiz la que se beneficia de este comercio, con lo que logrará mantener una privilegiada posición al regular la
redistribución de la cerámica griega por el SO peninsular.
Objetos de procedencia griega, también podemos encontrar en el litoral mediterráneo, sobretodo en las
necrópolis.
En cuanto a los poblamientos griegos descubiertos en la península, es necesario destacar, la ciudad de
Ampurias. Esta ciudad es considerada como indispensable en el proceso de iberización, ya que era la
responsable de transmitir el influjo cultural a los indígenas, consolidando la cultura ibérica.
En tercer lugar, el autor se pregunta si realmente estuvieron los etruscos en nuestra península. Para estudiar
este tema, debemos tener en cuenta, que los etruscos son un ámbito de oscuridad en la protohistoria.
Respecto a este tema, tenemos dos opiniones opuestas. La primera de ellas, defiende la llegada de los etruscos
a través de los intercambios de los productos que ellos mismos fabricaban, es decir, se trata de un
desplazamiento físico. En contraposición, otros defienden que esta pueblo nunca llegó al mencionado
territorio, sino que los productos llegaron de manos de comerciantes no etruscos.
En vista de esta discusión, debemos admitir, que una gran cantidad de objetos etruscos, indican que realmente
estos comerciantes llegaron con sus propios productos. Sin embargo, no tenemos la seguridad de que
verdaderamente existiera una red comercial etruscas por las costas catalanas, antes de la fundación de
Ampurias, pero la gran cantidad de materiales etruscos en dicha ciudad, hacen pensar en la existencia de un
comercio con la región.
También existen problemas con los materiales baleáricos y levantinos, ya que respecto a los primeros, se duda
de su procedencia etrusca. No sólo se duda de los materiales, sino también de los supuestos influjos que ha
supuesto en la arquitectura, la escultura, la religión o la toponomástica. Nada resulta del todo convincente.
En cuarto lugar, Alvar habla de los galaicos. Respecto a la historia de esta parte de la península, debemos
basarnos en documentación problemática, ya que casi toda, procede de época romana.
En cuanto a la arqueología, tampoco puede aportarnos demasiado, ya que no reconoce las peculiaridades de
este grupo, cuya cultura material, no tiene nada que ver con la del resto de pueblos del norte de la península.
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Los primeros poblados estables que aparecen en esta zona, lo hacen en el siglo VIII, provocando una cambio
radical respecto a lo anterior, y son llamados castros. Estos pueblos surgen de modo progresivo, coexistiendo
con las anteriores formas socioeconómicas.
Al frente de estos castros, había un grupo de privilegiados que era los grandes beneficiarios de la agricultura,
ganadería, marisqueo, caza y comercio. El problema es que la clase social a la que nos referimos, todavía no
ha sido identificada por la arqueología.
Su forma de hábitat, se caracterizaba por núcleos de distintos tamaños, llamados de igual modo que los
poblados (castros). Los distintos tamaños, quizá eran la diferencia más evidente entre las jerarquías.
En quinto lugar, le toca el turno a los pueblos de la cornisa cantábrica. Para la reconstrucción histórica de
estos grupos, también encontramos dificultades en la documentación, sin embargo, hay algunas piezas que
iluminan aspectos del mundo astur justo antes de la romanización, o en su inicio. Estas piezas, son las
diademas de Mones.
En la región que ahora estudiamos, encontramos objetos de prestigio como el caldero de Cabárceno, lo que
confirmaría la existencia de una jerarquización social.
Los vascones y sus vecinos, son el siguiente tema a tratar en este libro. Lo primero que nos dice es que el
proceso de formación es muy complicado, cosa que se puede ver en los documentos referidos a este tema.
Lo más característico de este pueblo es el término lingüístico, de raíces milenarias, lo que ayuda a la primacía
ocupacional del territorio, y lo que permite asegurar que los vascos son los pobladores más antiguos de la
península ibérica.
Destaca su proceso de evolución, en el que influyen influjos externos.
Respecto al territorio que ocupaba dicho pueblo, debemos remitirnos a las informaciones literarias de a partir
del segundo cuarto de siglo I a.C. Según estos textos, el territorio correspondería a la actual Navarra y parte de
Aragón, pero no pertenece a él el País Vasco, a pesar del nombre de los ocupadores.
En el citado País Vasco, lo que encontramos son grupos étnicos no vascones que conocemos a través de las
fuentes literarias como várdulos, caristios, autrigones y berones, sin que formen una entidad homogénea.
Seguidamente el autor nos habla de los lusitanos. Para estudiar a este pueblo, debemos basarnos en los
testimonios literarios recogidos por Avieno, el cual dice que el litoral portugués estaría habitado por los
cempsos, sefes y sinetes. Esto se reafirma con el testimonio de Polibio.
Además de los grupos anteriores debemos hablar de los callaeci, cuya región inicia un proceso de
transformación social, en el que destaca una diversidad de artefactos metálicos.
Antes de que llegaran las colonizaciones mediterráneas a la península, este pueblo ya había establecido
asociaciones con otros poblados, controlaba rutas comerciales o estratégicas y fabricaba objetos de prestigio.
Tras esto, es el turno de los pueblos de la Meseta. Debemos destacar varios grupos situados en distintos
lugares del territorio, como el valle del Ebro, o la cuenca del Duero.
En el valle del Ebro, habitan los celtas, que probablemente llegaron en oleadas sucesivas y que forman grupos
étnicos totalmente diferenciados.
De las actividades de este grupo debemos destacar la explotación de los recursos mineros, de los recursos
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agrícolas y la capacidad económica que se traduce en la acuñación de su propia moneda.
En contrapunto, la cuenca del Duero está repartida entre distintos grupos, De entre los destacan los celtíberos
ulteriores, y al norte de estos, los pelendones.
De sus actividades debemos destacar el desarrollo de la metalurgia del hierro, cosa que la arqueología todavía
no ha conseguido demostrar. Sin embargo, lo que si está comprobado es la acusada división social existente
en este grupo. Junto a todo esto, destacan también las actividades artesanales.
En esta sociedad un antiguo sistema familiar −gentilicio, dio paso progresivamente, a otro sistema de carácter
clientelar −gentilicio. Estos nuevos grupos aristocráticos van estableciendo relaciones con otras comunidades
que afectan a todos los que están subordinados a ellos. Por lo tanto, temas como el comercio o la guerra, son
cosa de la aristocracia.
Los vaceos y vetones son el grupo más desarrollado urbanística e institucionalmente. De este grupo debemos
destacar su producción cerealística y la escasa articulación social.
Los vetones se situaban en el suroeste de la meseta, entre las actuales provincias de Badajoz, Cáceres, Avila y
Salamanca.
Al sur de la meseta, encontramos a los carpetanos, de los que las fuentes antiguas hacen pocas referencias.
A continuación nos habla de los íberos. Sobre este pueblo, en los últimos años se han multiplicado las
investigaciones, sobretodo las arqueológicas. El nombre de Iberia fue dado por los griegos a la actual
península ibérica, procediendo de una región homónima del Cáucaso meridional. Este nombre sirvió para
abarcar a todos los pueblos indígenas que había en la península.
Para los griegos, los iberos eran solo los habitantes de Iberia, no necesariamente los pueblos asentados en las
proximidades del Mediterráneo.
Lo más probable, es que a pesar de que nosotros abarquemos como iberos a todos los habitantes de la
península, no formaran un grupo homogéneo, ni una amplia comunidad. Siendo completamente restrictivos,
deberíamos referirnos a los iberos como a los habitantes de las actuales Castellón, Valencia, Alicante,
Albacete y Murcia, ya que son los únicos que podrían presentar una cultura homogénea.
No está claro tampoco que fuera de la península, los iberos fueran vistos como un pueblo culturalmente
configurado. Sabemos que se comunicaban a través de un lenguaje más o menos homogéneo.
No podemos asegurar nada sobre su economía, ya que los estudios no han profundizado en el tema, sin
embargo si podemos decir que dicha economía estaba basada en la explotación de la tierra.
Respecto a la sociedad podemos decir, que es una época en la que están emergiendo aristocracias capaces de
controlar la producción de las comunidades. También serían ellos los que controlaran el desarrollo urbano.
Por los textos podemos saber que estos pueblos estaban dominados por monarquías territoriales, que podrían
acumular una o más comunidades. No se trata de monarcas, sino de consejos, que serían quienes tomaran las
decisiones.
Seguidamente, es el turno de los baleáricos. La capital de esta comunidad era Ibiza, probablemente por sus
cualidades como puerto. De este emplazamiento es característica la existencia de talleres de cerámica.
Las islas Baleares eran conocidas por los griegos como Gimnesias y era especialmente famosa la aptitud
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militar de sus habitantes, principalmente por su honda.
Su economía se basaba en la agricultura, principalmente el cereal. Por los asentamientos podemos deducir una
jerarquización de territorios y por tanto de las gentes que viven en ellos.
Por último hablamos de las cartagineses. El que tuvieran uno de los comercios más importantes, no significa
que formaran parte de un imperio, más bien, Cartago era una ciudad − estado.
Uno de los acontecimientos más importantes de los cartagineses, es la conquista de Gadir, por parte de
Amílcar Barca. Dicha conquista se llevó a cabo en el 237 y su intención era someter a los pueblos del
mediodía peninsular y captar sus riquezas naturales. Estas operaciones se llevaron a cabo a lo largo del
Guadalquivir, sometiendo a todos los poblados.
El heredero de Amílcar es Asdrúbal, y tras el asesinato de este, será Aníbal quien ocupe su puesto, otros de los
militares más importantes de los cartagineses.
Este último emprendió una campaña por la meseta, sometiendo a todos los pueblos que se ponen a su paso.
Tras esto, su objetivo es Sagunto, la cual se ha visto implicada en acciones subversivas contra Cartago. Ante
la mirada de Roma, asedió Sagunto.
CRÍTICA
Lo primero que debemos decir, es que la estructura en la que han escrito el libro, es una magnífica idea, ya
que divide los pueblos perfectamente según regiones, y de manera cronológica.
También debemos decir que el vocabulario ha sido muy bien usado, ya que no es nada técnico, y eso es de
agradecer, ya que muchos de estos libros llegan a manos de gente que no es historiadora, y que por tanto no
tiene por que entender dichos términos.
Hemos de resaltar el espacio fotográfico, dejando claro, que además de fotografías de los hallazgos sobre los
pueblos tratados, hubiesen sido necesarias ilustraciones como mapas territoriales, con los límites políticos, etc.
No hay referencias a las fuentes escritas, el autor habla de los textos, pero la mayoría de veces no identifica
los autores de los documentos.
Algo que complica la lectura del libro, es el encontrarse artículos independientes entre los capítulos, ya que
distrae sobre los que se está leyendo y obliga a releer el libro al finalizarlo, para degustar dichos artículos
independientes.
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