TRABAJO PRÁCTICO N° 1 PEDAGOGÍA

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TRABAJO PRÁCTICO
N° 1
PEDAGOGÍA
Consigna 1.- Analice el concepto de utopía pedagógica según lo define Narodowski.
¿Qué son las utopías?
¿Son lugares que no existen?
“En Utopía, como todo es de todos, nunca faltará nada a nadie mientras todos estén
preocupados de que los graneros del Estado estén llenos. Todo se distribuye con equidad,
no hay pobres ni mendigos y aunque nadie posee nada todos sin embargo son ricos.
¿Puede haber alegría mayor ni mayor riqueza que vivir felices sin preocupaciones ni
cuidados?”1
“Hay una visión vulgar de lo utópico como irrealizable o imposible”2.
Hablar de las utopías pedagógicas no es hablar de lugares inexistentes, ideales,
imposibles. La utopía nos conduce, nos dice qué y cómo debemos hacer las cosas.
Ahora bien, en el discurso pedagógico las utopías se constituyen alrededor de
diversos puntos de llegada, los puntos de fuga según Narodowski.
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- MORO, Tomás. Utopía. Libresa, Serie Quito, Ecuador.
- DABAT, Roque. Clase N°3 – 12/08/2010 - UVQ
Utopía es el nombre de una capacidad estructurante de la pedagogía. Capacidad de
imaginar una instancia superadora y de organizar todos los elementos del conjunto hacia
esa instancia3.
Y para realizar dicha organización, Narodowski plantea que el pedagogo es el gran
juez, el que juzga en qué estado se encuentran el cumplimiento de las metas, de los
puntos de llegada a lo que se intentaba arribar.
Sostiene que las utopías son
totalizantes, universalizantes. Observa y encuentra en los discursos pedagógicos dos
clases de utopías: la utopía sociopolítica que se remite al orden social, al “hombre
transformado en hombre genérico a partir de la acción de la escuela”4 y la utopía
metodológica donde a través de métodos didácticos se transitará el proceso
educativo.
“Se debe educar al hombre si debe ser tal”, expresaba Comenius en la Didáctica
Magna.
Se debe educar al hombre y esto significa formarlo, aclara Narodowski.
Aquí, señala, “formar” es actuar sobre el otro y por lo tanto esta formación necesita
ser dirigida y ordenada. La llamada “educabilidad” que variará según las distintas
teorías pedagógicas.
LAS UTOPÍAS COMENIANAS
a) LA BÚSQUEDA DEL MODELO PANSÓFICO: El ideal que constituye la utopía
comeniana es la pansofía: “enseñar todo a todos”, es decir, se debe enseñar la
totalidad de los conocimientos gradualmente a todos los hombres.
b) EL EQUILIBRIO ENTRE ENSEÑANTES, ENSEÑADOS Y MÉTODO: EL ORDEN IMPERA
EN LOS CUERPOS. Nada quedará depositado en el caos, todo tendrá un orden y
quedarán explicados al detalle los principios para aprender y enseñar. Este supuesto
del orden será el leiv motiv de la instrucción simultánea.
(Didáctica Magna)
I. Se empieza temprano antes de la corrupción del espíritu;
II. Se actúa con la debida preparación de los espíritus;
III. Se procede de lo general a lo particular;
IV. Y de lo más fácil a lo más difícil;
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- NARODOWSKI, Mariano. Carpeta de Trabajo Pedagogía – UVQ- Cap. 2
- DABAT , Roque. Clase N°3 – 12/08/2010 - UVQ
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V. Si no se carga con exceso a ninguno de los que han de aprender;
VI. Y se procede despacio en todo;
VII. Y no se obliga a los espíritus a nada que no les convenga por su razón del método;
VIII. Y se enseña todo por los sentidos actuales;
IX. Para su aplicación inmediata;
X. Y siempre por un solo y mismo método.
“Para Comenius el único modo de que el hombre se convierta en hombre genérico y
logre alcanzar la perfección es que no quede hombre sin llegar al saber erudito y es
la escuela el vínculo por excelencia que está en condiciones históricas y tecnológicas
de transmitirlo5”
El ideal pansófico finalmente no pudo cumplirse: la escuela no consiguió ser aquello
idealmente justo e igualitario y el proyecto de universalidad y totalidad no consiguió
lo que prometió.
No se han terminado las utopías sociopolíticas de la pedagogía. También aparecieron
otras utopías, las hiperadaptativas de mercado. Estas utopías son las que pretenden
que las educaciones escolares se amolden al mercado y a la economía.
Habrá que delimitar, concretar las ideas, marcar el punto final. Ahora bien, cuando
ese punto final desaparece, no hay metas, no hay deseo de investigar la relación
entre lo que se va a hacer y lo que se hizo.
La pedagogía deja de recostarse en las utopías del “para qué” para alojarse en el
ámbito de la utopía “del cómo”.
Las utopías pedagógicas ordenaban el discurso y la práctica escolar. Nos decían qué y
cómo teníamos que hacer nuestra tarea. Tienen una fuerte dimensión temporal, un
recurso que se posa adelante en el tiempo cuya finalidad se alcanzará si los pasos son
cumplidos correctamente y en orden. Es por eso que el discurso moderno pedagógico
es básicamente normativo.
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- NARODOWSKI, Mariano. Carpeta de Trabajo Pedagogía – UVQ- Cap. 2
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Consigna 2.- Compare analíticamente las concepciones de Comenio y Rousseau sobre la
infancia
COMENIUS
ROUSSEAU
Para Comenius la infancia es un punto de llegada,
una inferencia que no dependen del accionar
adulto, no hay dispositivos que aseguren
protección, cuidado, castigo, afecto. No necesita
ser amada sino conducida hasta el conocimiento.
Para él la utopía era llegar a la perfección
humana.
Para él la infancia no es objeto de reflexión
explícita. No se teoriza acerca del niño ni se
profundiza en sus cualidades.
Se reivindica la lactancia, la higiene. La infancia se
ama y se protege porque es propia de la naturaleza
humana. Es pura necesidad y su punto de partida es
la dependencia.
Para Rousseau la infancia es un punto de partida.
La edad no es importante, todos los seres tienen
infancia. Él establece cuatro períodos en la vida
del ser humano, donde la infancia es el grado
“cero” del desarrollo de un ente. Lo que
diferencia la infancia de la adultez es una
diferencia de grado. La niñez es el inicio y la base
para el logro de las metas superiores, utilizada
como corolario de una búsqueda mayor.
Recién en el capítulo XXVII de la Didáctica Magna
se hace mención a la edad, aquí el autor declara
que la división en tipos de escuela se hará de
acuerdo a la edad y al aprovechamiento.
En educación, instalará la simultaneidad sistémica
e institucional y el ideal pansófico (Cap. X de la
Didáctica Magna). No hace la diferencia entre
niño y alumno. El castigo será público y existirá
una escuela para cada etapa. Si bien la educación
es un atributo que poseen los padres, los niños
aprenden mejor en compañía de otros niños y
supervisados por un especialista. Se aplicará
siempre el mismo método, el mismo libro de
texto de para todos. El tiempo es el valor central
en su escolaridad ordenada. Toda la obra está
orientada hacia el niño y existen algunas
consideraciones hacia las niñas. La pansofia no es
lo mismo para el varón que para la mujer.
En Emilio aparece la infancia en su aspecto más puro.
La niñez en esta obra es definida, acotada y limitada.
“Cuando los niños comienzan a hablar lloran menos
y ese proceso es natural6”.
Descubre la infancia nombrándola (con urgencia) y
normativizando su existencia.
La edad es el eje: “Tratad a vuestro alumno según su
edad7”.
La niñez desaparece según un desarrollo específico.
El niño no tiene razón.
“La infancia es el largo camino que los seres
humanos emprenden de la falta de razón a la razón
adulta8”.
“Educación negativa”: es mala educación aquella
que no sabe detectar al niño dentro del niño
(individual).
Rousseau “mata” a los padres, dice “Emilio es
huérfano…” Debe obedecerle solo al preceptor, su
educador. Aquí el niño se transforma en alumno y
con el consentimiento del padre quien delega la
educación en el maestro. El hombre y la mujer no
tienen la misma formación. El libro V de Emilio, trata
de Sofía que deberá estar abocada a lo práctico y
estará atada al hombre pero por consentimiento,
nunca a la fuerza.
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- ROUSSEAU, J. Emilio: libro segundo
-- NARODOWSKI, Mariano. Carpeta de Trabajo Pedagogía – UVQ- Cap. 3
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- - ROUSSEAU, J. Emilio: libro segundo
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Consigna 3.- ¿Cuáles son las diferencias entre “normalidad” y “normatividad” según analizan
Baquero y Narodowski?
Los autores analizan el discurso pedagógico instaurado por Comenio en el siglo XVII
que por tener vigencia hasta el día de hoy, le denominan “discurso de la
transdiscursividad”, no sólo atraviesa generaciones, sino a todos los estratos de la
vida social.
Desde entonces la transdiscursividad
pedagógica ha sabido capitalizar ideales
educativos como así también ciertas teorías de la educación universalmente
aceptadas, para desde allí, expresar metas deseadas en la materia. Estas metas,
enunciadas pero sin desarrollar los caminos para arribar a ellas, se las conoce como
(metas) utópías. Para ello la discursividad pedagógica se vale, desde siempre, de un
discurso de poder, que por estar referido a esas metas futuras, no ofrece (no puede
ofrecer) fisuras discursivas; de esta forma el discurso adquiere valor de verdad y se
universaliza.
El paradigma positivista no ha podido ganarse para sí a la pedagogía, puesto que esta
no tiene anclaje en lo científico y demostrable; la pedagogía habla de metas deseables
y aquellas que no lo son, pero no desarrolla el camino o el método para llegar a ellas,
o evitar las no deseadas. De manea compleja, pero simple al mismo tiempo (por ser
tomada como pre científica), la pedagogía ha desarrollado y constituido un sistema, lo
suficientemente abierto, pero firme en su eje de acuerdo a sus metas, el normativo.
Estas normas dicen lo que es normal, por lo tanto el discurso de poder, normaliza. Se
nutre de ideales educativos que, a su vez, el discurso normativo modifica o asienta
esos ideales. La norma, avalada por el discurso de poder se ha institucionalizado,
desplegando grandes recursos para su conservación a los efectos de neutralizar
movimientos instituyentes, o de compensación, si el sistema normativo es
desbalanceado por prácticas educativas que no cumplan la norma acabadamente. En
este punto, el discurso pedagógico tratará de neutralizar o de negar aquello que
tienda a vulnerarlo.
El discurso actual se nutre con nuevos valores e ideales educativos, que por ser tales,
aparecen como incuestionables y que da como resultado un mensaje, un nuevo
discurso sobre cuáles son los aprendizajes educativos (confiables de acuerdo a las
metas y a las normas) y cuáles no lo son. Tampoco en esta época la pedagogía es
positiva, sigue siendo normativa desde la imposición del discurso de poder. Sin
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embargo hay vanos intentos de cientificidad aunado por la incorporación al espacio
educativo de nuevas disciplinas que intentan ofrecer un sesgo científico al discurso
pedagógico.
“La sociología de la educación, la psicología educacional, y la
etnografía educativa” dicen los autores, han contribuido a la creencia de que se
puede estar cerca o cabalgando ya mismo, en el lomo de las ciencias sociales, con
intencionalidad de cientifizar la educación.
Baquero y Narodowski advirtieron en 1998 que no hay superposición entre lo viejo y
lo nuevo, sino que de lo que siempre se trató es del discurso de poder, basado en lo
que se incorpora como aporte tecnológico, pero que sigue siendo normativo, aunque
ahora el discurso sea en un tono de sana verdad, avalado por lo nuevo, que por ser
(cuasi) “científico”, por ser estas nuevas disciplinas consagradas universalmente,
connotan al discurso de un matiz de objetividad.
Los autores toman como elemento para su análisis lo que M. Foucault denominó
“hipótesis represiva”. Como se dice más arriba, el discurso de poder se nutre de
ideales y de teorías educativas, que expresa ciertas metas o destinos consustanciados
por el mismo discurso, pero no dice cómo se llega a las mismas, en el camino, por
decirlo de algún modo, se produce la práctica real de la educación, que cuando ésta
no condice con el discurso, o cuestiona al mismo, lo que el dispositivo de poder hace
es negar la situación. Cuanto más poderoso es el intento represivo, más importante
es lo negado, por lo tanto el discurso de poder deberá establecer nuevas
normatividades que establecerán lo que está bien y aquello que no lo es.
La nueva normatividad estructurará un discurso donde lo opuesto a la norma será lo
patológico, en vez de lo anormal, en el sentido que no se ajusta a la norma. Esta es
una categoría absoluta, que tampoco ofrece fisura, lo patológico es ahora materia de
nuevas disciplinas como la psicología y la psiquiatría que operan como auxiliar de la
pedagogía, del discurso de poder. De ahora en más el discurso discrimina que es
beneficioso y que es lo perjudicial, lo bueno y lo malo, lo normal y lo patológico.
De esta forma, el mundo educacional que se ajusta al discurso dominante pasa a
constituir el mundo de la normalidad en tanto acepte este conjunto (impreciso) de
normas. Surgen contemporáneamente nuevas tecnologías que adhieren y dan
impulso al discurso moderno de la pedagogía normada a su sombra. Estos “nuevos
recursos” sirven para explicar el llamado “fracaso escolar”.
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El discurso de poder, producto de prácticas diversas se ha ido modificando y a la vez
modificando al quehacer pedagógico. Es lo que sería una praxis pero que tiene a su
vez un límite, una frontera; no salir de lo normado que estaría en sintonía con aquellas
metas deseadas. Reforma, sí. ¿Revolución educativa? No ha llegado el momento.
Si un alumno no alcanza los objetivos planteados el discurso de poder tratará de
convertir al alumno fracasado en objeto de sospecha, el que podrá ser
suficientemente analizado. Así se incorpora la mirada de la psicología o aquellas otras
disciplinas acordes que determinarán el grado de patología y su correspondiente
diagnóstico prescripto.
Como la norma tiende a ser universal es necesario dar lugar y espacio educacional a
aquellos que escapan a la norma; las escuelas normales y las escuelas especiales
enuncian de forma simpática las sutiles diferencias. Dentro de cada tipo de escuela se
estructuran diferentes niveles que permiten alojar a cada uno según su grado de
madurez y evolución. “Lo emocional, lo afectivo y lo socio ambiental” son ahora
elementos ponderados. Lo emocional requiere que el alumno muestre un punto de
equilibrio; al mismo tiempo tendrá que tener un buen desarrollo psíquico que
estabilice los afectos: un joven desbordado afectivamente o con insuficiencia afectiva
puede ser una persona que no sepa manejar la estructura de demanda, de fracasos y
de éxitos personales, del mismo modo que tiene que ser un individuo adaptado
saludablemente al mundo que lo rodea, su ambiente social. De esta manera, el
discurso pedagógico establece límites, modos y lineamientos y supone que el
individuo tendrá a su alcance una constelación de recursos que deberá saber
apropiarse en su provecho para el buen aprendizaje del desarrollo individual y
colectivo. Si el individuo no lo hace, pondrá en evidencia un problema endógeno de
su “naturaleza educable”.
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