Sangre por petróleo

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Sangre por petróleo
Los intereses colonialistas de Madrid y
Rabat
Jose Daniel Fierro
Rebelión
Un conflicto con múltiples aristas: intereses petrolíferos, disputas
territoriales, esquilmación de recursos naturales canarios y saharauis...
Los intereses económicos y estratégicos no sólo se disputan en el Golfo Pérsico, el
Cáucaso o los Balcanes. La oligarquía marroquí y española mantienen un pulso
particular, en el Atlántico y el Mediterráneo, por la apropiación de yacimientos de crudo
y gas natural.
Según diversos analistas, la lucha por el petróleo ha sido el factor que ha impedido la
existencia de relaciones diplomáticas normalizadas. A pesar de la tradicional unión
fraterna de los monarcas y el hecho de que el estado marroquí sea el mejor comprador
de armamento español, la urgente necesidad del sistema capitalista de controlar las
fuentes de energía y la inestabilidad en los mercados ante el actual panorama bélico
hacen que, en este caso, dos minipotencias coloniales deban enfrentarse por su
autoabastecimiento aunque eso genere miniconflictos como el del islote Perejil.
Al margen de los problemas marroquíes como la emigración clandestina o el tráfico de
drogas, existen otros menos públicos pero tan relevantes como los anteriores. Entre
ellos figuran las carencias energéticas de Marruecos. Esta carencia pesa en el
desencuentro entre los dos países, como también lo hace el programa nuclear
marroquí (su primer reactor se conectará en breve) o los trabajos realizados por Rabat
para encontrar yacimientos de hidrocarburos más allá de su territorio. España, por su
parte, ha actuado en el terreno petrolero con igual interés, con idéntica unilateralidad,
pero siempre dentro de la más estricta legalidad internacional.
Un análisis publicado, en septiembre de 2002, por el boletín del Real Instituto Elcano
(una Fundación dedicada a los estudios internacionales y estratégicos que preside el ex
ministro de Defensa, Eduardo Serra), apuntaba "a la eventual existencia de bolsas de
petróleo, no solamente en las aguas entre el Sahara Occidental y Canarias, sino
también en el Mediterráneo y en el mar de Alborán" e indicaba que esas eran "las
principales causas de la crisis de las relaciones diplomáticas entre España y
Marruecos". El informe que estaba firmado por Iñigo Moré, presidente de la consultora
Mercados Emergentes, y bajo el título Petróleo: ¿El próximo conflicto hispanomarroquí?, revela un dato apenas conocido por la opinión pública, como es que en
marzo de 2000 la petrolera estadounidense Conoco obtuvo una licencia de
reconocimiento de las autoridades marroquíes para sus aguas territoriales en el
Mediterráneo.
El primer problema
En marzo de 2000, la petrolera estadounidense Conoco obtuvo de las autoridades
marroquíes la "licencia de reconocimiento" petrolero de sus aguas territoriales en el
Mediterráneo. Según el mapa facilitado por la marroquí Office National de Recherches
et d'Exploitations Pétrolières (Onarep, www.onarep.com) esta zona, llamada "W",
incluye las aguas que circundan Ceuta, Melilla, el Peñón de Alhucemas e incluso la isla
de Alborán. El 23 de Marzo de 2001, Conoco obtuvo la ampliación de este permiso por
un año, donde realizaría estudios geológicos para determinar el potencial petrolero así
como los lugares más favorables para la perforación. El Gobierno español, lejos de
expresar su desacuerdo por esta amplia interpretación del concepto "aguas
territoriales", otorgó a la misma sociedad (BOE 251 de 19 de octubre de 2001) cuatro
permisos de investigación de hidrocarburos, todos ellos colindantes y situados en la
parte española del mar de Alborán, frente a la costa de Marbella. Estos permisos
tienen una vigencia de seis años y obligan a la empresa estadounidense a realizar una
inversión total de 17,5 millones de euros entre estudios sísmicos, geológicos y
perforaciones.
Esto supone que la misma sociedad posee los derechos petroleros a ambos lados de la
frontera hispano-marroquí, lo que sugiere que Conoco está tras la pista de un "sistema
petrolero" que se extendería a ambos lados de la frontera marina entre los dos países.
La zona está considerada por la industria petrolera como poco explorada y sobre la que
sólo hay datos anticuados. Históricamente, ha atraído un escaso interés debido a su
profundidad, las condiciones meteorológicas difíciles y las importantes corrientes
marinas. Todo ello hace que apenas haya antecedentes para establecer la probabilidad
de encontrar un yacimiento.
Sin embargo, Conoco ha demostrado estar interesada por Alborán Oeste. Por un lado,
al no haber mucha demanda de otras compañías, la petrolera ha afrontado unos bajos
costes de acceso; por otra parte, los términos fiscales que ofrecen Marruecos y España
son atractivos y, por último, ha obtenido las zonas a cambio de compromisos muy
reducidos (el permiso marroquí no obliga a perforar, la parte más cara de la
exploración, mientras que el español le cede el terreno por seis años a cambio de
realizar solo una perforación). Hasta el momento, Conoco ha realizado diversos
trabajos preliminares en Alborán Oeste. Una vez interpretados los resultados
obtenidos, la empresa estadounidense podrá identificar las zonas más favorables para
albergar hidrocarburos. Aquellas más prometedoras serán objeto de un estudio
detallado y, eventualmente, de una perforación para inspeccionar su contenido. Si se
llega a perforar en la zona, y se hace cerca de las plazas españolas en África, caben
pocas dudas de la fuerte reacción que se podría desatar, sobre todo tras el conflicto de
Perejil. Pero los verdaderos problemas comenzarían si Conoco encontrase un
yacimiento, aunque fuese modesto. No hay duda de que las relaciones entre España y
Marruecos dependerán de dónde se realice este pozo y de sus resultados. Eso sí,
dejando aparte los otros problemas que pudiera plantear una perforación a la vista de
municipios turísticos como Fuengirola o Marbella. Además estos trabajos se están
llevando a cabo con absoluto secretismo, al menos, en la zona española. Las
autoridades de los municipios afectados no informan a los ciudadanos de lo que está
ocurriendo y los medios de propaganda tampoco publican sobre estos acuerdos y
desencuentros.
El segundo problema
La otra situación de riesgo, para el futuro de las relaciones bilaterales, que ha
generado el petróleo es más conocida por el gran público. Y tiene su centro en la costa
africana, entre Canarias y la costa saharaui.
En 1997 el gobierno mauritano concedió licencias de exploración a un consorcio de
petroleras en la que participa la australiana Fusion Oil. En mayo de 2001 este
consorcio encontró el primer yacimiento marino de petróleo en la costa mauritana. Al
ser el primero de una zona "virgen", las expectativas se dispararon y se llegó a decir,
incluso, que el hallazgo equivalía a descubrir "un nuevo Golfo de México". La
publicación Magreb Negocios advirtió en junio de 2001 que "las implicaciones políticas
de un gran yacimiento serán muy relevantes, ya que Mauritania limita al Norte con el
Sahara".
Seis meses después, en noviembre de 2001, Marruecos concedió la "licencia de
reconocimiento" petrolero sobre la costa del Sahara a la francesa Total Fina Elf y a la
estadounidense Kerr Macgee. Haciendo una interpretación extensiva del concepto de
aguas territoriales, Marruecos firmó un contrato de reconocimiento petrolero con
KerrMacgee, que cubre el área marina de la mitad norte de la costa del Sahara. La
francesa Total Fina se quedó con la mitad sur de la costa saharaui, adyacente a
Mauritania y, por tanto, más prometedora. El frente Polisario se apresuró a denunciar
esta situación ante Naciones Unidas. Su dirigente, Mohammed Abdelaziz, calificó estos
contratos de "provocación... que empeora un situación ya muy degradada".
Tres meses después (BOE 20 de 23 de enero de 2002) el Gobierno español, molesto
con Marruecos por haber dejado fuera a las empresas españolas, concedió a Repsol
nueve permisos colindantes, situados entre la costa de Marruecos y las islas de
Lanzarote y Fuerteventura. Ante esto, Rabat reaccionó de forma muy dura y en una
nota diplomática entregada a la embajada de España en Marruecos calificó el hecho de
"inamistoso e inaceptable", "invitando insistentemente a España a suspender su
aplicación". El ministro marroquí Benaissa explicó su reacción alegando que España
había delimitado de forma unilateral la frontera entre las zonas de interés de Canarias
y Marruecos. En aquellos días, el llamado presidente del gobierno regional canario,
Román Rodríguez, se reunió con distintos mandos de las Fuerzas Armadas en el
Archipiélago.
Seis días después de la concesión a Repsol, el 29 de enero de 2002, la asesoría jurídica
de la ONU emitió un dictamen sobre las concesiones marroquíes en el Sahara.
Este informe había sido solicitado por Kofi Anan ante la denuncia del Frente Polisario.
Según se afirma en el mismo "las actividades económicas en territorios no
autogobernados deben de realizarse en beneficio de la población". Al tiempo, el
dictamen considera que no existe posibilidad de beneficio para la población del Sahara,
en la medida en que no hay acuerdo sobre el censo de la zona. A pesar de lo cual, las
petroleras prosiguieron con sus actividades en la zona.
Ante esta situación, el Polisario contrató a la petrolera australiana Fusion Oil para que
evaluara el potencial petrolero de toda la plataforma marina saharaui que Marruecos
había repartido entre Total y Ker Macgee. Este "acuerdo de cooperación técnica" se
extendió por un periodo de dieciséis meses en exclusiva. El pago por este estudio será
una opción para perforar hasta tres zonas del territorio. Los permisos serán
concedidos, como muy tarde, seis meses después de que la República Árabe Saharaui
Democrática "se convierta en miembro de la ONU". Fusion Oil llevaba un cierto tiempo
preparando su entrada en el Sahara. No en vano, esta petrolera australiana cuenta con
experiencia en Timor Oriental, donde un referéndum similar al convocado en el Sahara
terminó con la dominación indonesia de la isla.
Choque de intereses
Según el informe de Iñigo Moré, la zona Sahara-Canarias no parece muy prometedora.
Al contrario que Alborán, el Sahara ha sido objeto, durante años, de una amplísima e
infructuosa investigación petrolera. Y aunque aparecieron indicios de la existencia de
petróleo en algún sondeo, no se encontró ningún yacimiento cuya explotación pudiera
ser rentable. Aun así, la posibilidad de encontrar algo no se debe cerrar, debido
principalmente a el perfeccionamiento de la tecnología. En el caso de que apareciera
algún yacimiento en la costa del Sahara, el conflicto entre Rabat y el Frente Polisario
estaría servido. Igualmente, un hallazgo frente a Canarias supondría la inmediata
protesta de Rabat a tenor de la nota emitida por su Ministerio de Asuntos Exteriores
cuando se otorgó el permiso a Repsol.
En el caso de las exploraciones que realiza la española Repsol YPF, las obligaciones
contractuales establecen que Repsol deberá contar con dos pozos exploratorios en
aguas de Canarias entre el tercer y sexto año a partir de 2002. Repsol no entra en el
espinoso asunto del posible conflicto entre las aguas territoriales de Canarias y las de
la costa saharaui. La embajada de Marruecos en Madrid ha declinado la posibilidad de
hacer algún comentario sobre el asunto.
En las exploraciones que se realizan en este lugar, existe un mayor conflicto de
intereses, por la nacionalidad de las petroleras que intervienen y porque están
implicados, además de la ONU, los gobiernos de Marruecos, España y del pueblo
saharaui. Esta situación es demasiado relevante como para no analizar cómo se ha
llegado a ella. Da la impresión de que las partes implicadas han considerado que los
hipotéticos beneficios compensarán el muy real conflicto previo además del hipotético
a posteriori. Algo que no parece muy inteligente. Otros países limítrofes han preferido
ahorrarse enfrentamientos creando petroleras mixtas para explorar las fronteras, tal y
como han hecho Túnez y Libia. ¿Por qué España y Marruecos no han hecho lo mismo?
¿O sí lo han hecho? La concesión del mar de Alborán a Conoco podría ser un ejemplo
de este tipo de cooperación a través de un tercero. En ese caso ¿por qué no se hizo lo
mismo en el Sahara-Canarias? ¿Qué ocurrió para paralizar esta hipotética cooperación
entre la concesión a Conoco (19 de octubre 2001) y la de Repsol (enero 2002)? ¿Tiene
algo que ver la retirada del embajador marroquí Abdesalam Baraka el 27 de octubre de
2001? Hay que recordar que el gobierno marroquí no precisó las razones de esta
iniciativa en la nota verbal con la que se la anunció al Ministerio de Asuntos Exteriores
español. Claro que estas preguntas sólo son pertinentes si el gobierno español sabía
que otorgaba los derechos petroleros del Alborán Oeste español al propietario de los
mismos en la parte marroquí. Y el gobierno español, hasta el momento, no ha
confirmado nada en este sentido.
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