La perspectiva de la comunicación y el derecho a la salud MATERA, FERNANDO CARLOS La dificultad en establecer una legítima comunicación entre los seres humanos constituye uno de las resultantes mas sombrías de la crisis en el mundo contemporáneo. Una sociedad fragmentada, expulsiva, con un aumento progresivo de la insignificancia, parece ser alentada como una estrategia de los poderes dominantes. Mientras se observa un desarrollo notable en el campo científico tecnológico, no se aprecia lo mismo en el de las relaciones humanas y específicamente en el campo de la salud donde la integración entre las personas y la movilización de recursos se torna indispensable. Esta dificultad en la comunicación se expresa en las relaciones de persona a persona, en los grupos familiares o comunitarios, en los equipos de trabajo, en las instituciones, entre las instituciones y por fin entre las distintas disciplinas y culturas. La perspectiva de la comunicación (que atraviesa otras tantas perspectivas) no pretende ser una nueva disciplina, que surja de una propuesta de premisas o principios preestablecidos. Aparece como una pasión solidaria, que tiene la voluntad de asumir el desafío de pensar con los otros, creando redes entre diferentes, a través del diálogo entendido como un encuentro que potencia a la comunidad, superando estructuras corporativas. En el campo de la salud las dificultades de la comunicación nos llevan a agotarnos en declaraciones, en actitudes contemplativas y entrópicas, sin conmovernos ante graves inequidades arbitrarias, innecesarias, evitables e intolerantemente injustas. Si bien se advierten en todo el mundo mejoras en el campo de la salud, las desigualdades son conmovedoras y el derecho a la salud aparece así postergado. Los millones de niños menores de cinco años que fallecen anualmente de enfermedades y condiciones en gran medida prevenibles, la subestimación de las enfermedades negligentemente consideradas y la brecha 10/90 de los recursos invertidos en investigación, se muestran con una persistencia intolerable. Asimismo la deficiencia en la comunicación de muchos de los resultados de la investigación médica no favorece su aplicación en las políticas ni en las prácticas. Es llamativo que los discursos científicos no reconozcan el valor simbólico del lenguaje y la narrativa con que los seres humanos dan cuenta de su experiencia y así otorgan significado a su vida. La posibilidad de una reflexión crítica compartida para descubrir los valores y de ese modo el sentido, instancia primordial de la ética y de la política no figura en forma significativa en los centros de investigación, ni existen presupuestos para alentarlas y difundirlas. En la formación de los integrantes del equipo de salud debe existir una consideración apropiada sobre el costo emocional y social de la enfermedad, integrado por el sufrimiento, la discapacidad, la proximidad de la muerte, la fragmentación familiar, todo exacerbado por la pobreza y la incertidumbre. Otras miradas complementarias se hacen necesarias para recuperar lo que la gente cree, siente, dice y hace frente a las crisis que provocan sus necesidades insatisfechas y sobre todo la brecha que crea su enfermedad. En primer lugar , la perspectiva de la comunicación busca fortalecer las capacidades locales en distintos niveles comunitarios e institucionales, para que las personas puedan crear, administrar y apropiar procesos de comunicación que promuevan valores democráticos y contribuyan a mejorar sus vidas. Por otra parte considera necesario tomar conciencia tanto en los países ricos como en los pobres del enorme poder de la información y de la publicidad para vender productos, condicionar actitudes y opiniones para crear subjetividades heterónomas, es decir sin autonomía. Los cambios sociales no pueden ser sostenibles, sin el deseo de cambiar de los propios interesados que padecen el daño. Es fundamental promover el derecho de la comunidad a tener acceso, participación y control de canales de comunicación, tradicionalmente controlados por quienes detentan el poder político o económico. Potencialmente existe en las comunidades marginadas, la voluntad para la comunicación al servicio del bien común. El hecho que las personas se reúnan para decidir quiénes son, qué quieren y cómo obtendrán lo que quieren, ya demuestra el éxito, especialmente para quienes se sentían marginados y excluidos. El derecho a la salud es un derecho social y como tal conquistado cotidianamente, se promueve a través de un diálogo comunitario que lleve a la acción colectiva. A través de ella se busca el bienestar de las comunidades como un todo, así como también a cada uno de sus integrantes. Para poder revertir los magros resultados que frecuentemente se registran en la atención primaria de la salud, es importante asumir que el conocimiento del mundo social en los contextos donde se constituyen debe integrar la conciencia y las interpretaciones de quienes padecen sus necesidades. Esta última afirmación responde a una visión antropología total, que a diferencia de la percepción de las ciencias naturales, no puede limitarse a la construcción de relaciones objetivas, porque la experiencia de los significados es parte integrante del significado total de la experiencia. Para los cambios que se pretendan no cabe un modelo rígidamente estructurado, pero de todos modos es necesario un abordaje orgánico, con responsabilidades asignadas, sensible a planteos estratégicos y, obviamente con posibilidades de evaluación para identificar éxitos y fracasos.