1 MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y POLÍTICA EN AMÉRICA CENTRAL A FINALES DEL SIGLO XX María Elena Rodríguez Molina I. Introducción Este trabajo pretende analizar desde la comunicación y con una perspectiva histórica, la funcionalidad de los medios de comunicación de las sociedades de la región centroamericana y su estrecha interrelación con los agentes del campo político, a nivel gubernamental y partidista. Subrayamos dos aspectos elementales: a) el carácter interdisciplinario del trabajo que establece la vinculación analítica entre comunicación e historia, puesto que ambas disciplinas se imbrican en la dinámica de las relaciones sociales siempre complejas y cambiantes. b) El estudio de las versiones de realidad que construye y reconstruye la prensa nos permite visualizar, a la luz del presente, aspectos explícitos e implícitos de una determinada realidad sociopolítica en América Central. II. Prensa y política Las relaciones de poder entre prensa y política constituyen ámbitos sumamente complejos. Así, los agentes de poder, en esta dinámica interactiva, se influyen y determinan mutuamente. La política, ligada al poder, persigue presentar sus intereses particulares de grupo o clase, en tanto fuerzas sociales, como los intereses de toda la sociedad, mediante la capacidad de movilizar a la mayoría en su beneficio, y lo político, vinculado al Estado, legitima y consolida el poder. A esta Magister Scientiae en Comunicación y Licenciada en Historia. Universidad de Costa Rica. Docente del Posgrado en Comunicación. San Pedro de Montes de Oca, San José, Costa Rica. 2 capacidad de movilización se le denomina hegemonía1. El concepto “hegemonía”, desarrollado por el pensador político Antonio Gramsci, que establecía la dominación ideológica de parte de los grupos dominantes2, en los últimos años ha sido replanteado, no de manera vertical sino, más bien, dentro de un terreno de enfrentamiento horizontal en la batalla ideológica3. En este contexto, la comunicación como una práctica social, de construcción, reconstrucción, transmisión e intercambio de ideas, emociones, opiniones, de significaciones sociales, etc., en el plano individual y colectivo, se realiza a través de las mediaciones4 y de manera persuasiva, mediante los enunciados, orales y escritos, entre los sectores sociales. A la luz de estos planteamientos, la comunicación discursiva establece una dialógica5 con la política y los políticos, en el proceso social. Específicamente, los medios de comunicación y la política involucran a sus agentes en relaciones confrontativas y/o concordantes. En este juego de poderes, los medios de comunicación colectiva despliegan su poder ideológico y son instituciones de considerable influencia social. La prensa, en particular, representa un papel funcional en la sociedad, ya que, entre otras instituciones, legitima o ilegitima el sistema político, en cuanto a que no solo informa, sino que, asimismo, 1 Helio Gallardo. Elementos de política en América Latina. 2ª. Edición. San José, Costa Rica: Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI). 1989. p. 86. 2 Para ampliar el conocimiento sobre el concepto hegemonía y otros aspectos sobre teoría del pensamiento político dentro del marxismo elaborados por Antonio Gramsci, se recomienda leer, entre otras obras, las siguientes: Antonio Gramsci. Cultura y literatura. Barcelona, España: Ediciones Península. 1997 y Hugues Portelli. Gramsci y el bloque histórico. México D.F., México: Siglo XXI Editores. 1976. 3 Véase Stuart Hall. “Ideology”. En: British cultural studies. Boston: Unwin Imán. 1990. 4 En la recepción comunicativa enunciador-receptor y viceversa, se filtran otras mediaciones, tales como situaciones externas, el interés, la atención, los componentes emocionales, la formación política, la escala de valores, los aspectos ideológicos, los sentimientos, los factores socioculturales, etc., los cuales permean la percepción y la valoración de la realidad mediatizada. 5 Consúltese M. M. Bajtín. Estética de la creación verbal. México D. F., México: Siglo XXI Editores. 1985. pp. 278-290. 3 interpela, ante el público, el escenario político y sus agentes, exponiendo sus versiones de realidad sobre una diversidad de asuntos. A su vez, los agentes del campo político instrumentalizan los medios periodísticos para mediatizar su discurso ideológico y como parte de la maquinaria publicitaria para exhibir “el espectáculo de la política”. Es relevante preguntarnos ¿hasta dónde se habla de una “politización de los medios” y de una “mediatización” del discurso político? Estamos precisamente ante la imbricación entre la agenda medial y la agenda política. III. Antecedentes Los diarios en la región datan desde el siglo pasado. La radiodifusión le sigue en la década de los veintes y, en los sesentas, se introduce y expande la fascinación de la imagen televisiva en el área. Sin embargo, la radio y la televisión no reemplazan a los medios impresos ni estos medios tradicionales son reemplazados, posteriormente, por las nuevas tecnologías de información y comunicación (NTIC), desde la década de los noventa. Desde el siglo XIX, los partidos políticos junto con las empresas comerciales privadas en el Istmo, se constituyen en los dueños de los medios de comunicación social.6 Unos cuantos ejemplos sirven para ilustrar. En El Salvador, pocas familias y grupos de poder controlan los “mass media”. Al igual, en Honduras, por su caracterización de enclave bananero, padece la influencia imperialista de Estados Unidos y de sus burguesías subalternas que, durante la época de las dictaduras, 6 Sobre la problemática de los medios de comunicación y poder político en América Central existe un documento en el formato de libro, denominado Medios de comunicación y poder político en América Central. San José, Costa Rica: Fundación Konrad Adenauer. 1996. 172 páginas. Dicho documento constituye fuente primaria impresa de un seminario patrocinado por el proyecto “Medios de Comunicación y Democracia en Latinoamérica”, dado que la temática de la influencia y poder de los medios de comunicación aflora como una opción ante la pérdida de credibilidad en los partidos políticos. 4 controlan los medios de comunicación colectiva, principalmente la radio, y limitan la libertad de expresión. Al igual, ocurre en el resto de Centroamérica y el Caribe. Nicaragua, durante la segunda mitad del siglo XIX, en una coyuntura de “modernización económica y política”, amplía la libertad de prensa y proliferan las emisoras, empero esta situación no fructifica. Algunos intentos unionistas en el ámbito de las comunicaciones en el área se pueden mencionar, a pesar de su reducido funcionamiento y reuniones periódicas, tales como La Red Cercano de estaciones de radio; La Asociación de televisoras de Centroamérica y Panamá (ATELCAP); La Declaración de principios del periodismo centroamericano, en 1993; algunas asociaciones de periodistas y gerentes de medios; seminarios y talleres auspiciados por Estados Unidos y Europa; y La Asociación centroamericana de radiodifusión. Es necesario comentar que El Instituto costarricense de enseñanza radiofónica (ICER), El Instituto guatemalteco de educación radiofónica, El Instituto hondureño de educación por radio y los programas de educación básica en El Salvador y Nicaragua han colaborado, en alguna medida significativa, con el fomento de la educación y la alfabetización de adultos en las zonas rurales, después de los conflictos bélicos en América Central. Luego de los años setentas, los países subdesarrollados denuncian el desequilibrio informativo en el mundo e intentan a través del Estado, impulsar los espacios culturales, educativos y de información a los que cada país tiene derecho. A partir de la década de los ochenta el campo de las comunicaciones en América Latina se expande, el cual viene gestándose y desenvolviéndose desde los años cincuentas. Se masifican los medios tradicionales; la prensa se vuelve un 5 objeto de consumo cultural masivo en respuesta a los procesos de alfabetización; la radio aumenta su popularización; y, enfatizamos, la llegada de la televisión es un acontecimiento de enorme impacto que desplaza en cierto grado a los otros medios. Seguidamente, se introduce la televisión a color, por cable, las antenas parabólicas y la transmisión por satélite. Asimismo, se produce la informatización de los sistemas productivos de información y se consolida el desarrollo de los profesionales de la comunicación.7 La cultura audiovisual se impone por su inmediatez y atracción, conviviendo y/o desplazando a la oralidad y la cultura del texto.8 No obstante, frente a la globalización, la imposición de las políticas neoliberales instauradas como “recetas”, o sea, la puesta en marcha de los programas de ajuste estructural (PAE), disminuye el gasto público, afectando la dimensión sociocultural y ocasionando que la empresa privada se instaure como dominante en el “nicho” del comercio de los medios de comunicación social, en el marco de la resistencia de los países centroamericanos por sus producciones domésticas y otras comunicaciones alternativas. No obstante, en este contexto surgen los canales 13 y 15 de Costa Rica, el Canal 6 de Nicaragua y emisoras de sindicatos, de campesinos, de universidades, católicas, y otras. IV. Medios de comunicación social y el proceso político centroamericano La década de los ochenta en América Central está signada por los procesos de democratización, de reconciliación nacional y de reacomodamiento social. La imposición hegemónica de Estados Unidos en el área centroamericana y el Caribe Carlos Catalán y Guillermo Sunkel, “Las comunicaciones en las Ciencias Sociales Latinoamericanas.” En: Pensamiento Iberoamericano. Revista de economía política. No. 21. Enero-junio 1992, pp. 279-280. 8 Ibíd., p. 280. 7 6 se profundiza a lo largo de la década de estos años, toda vez que Centroamérica ocupaba un lugar geoestratégico y geopolítico de gran relevancia para los intereses de la política exterior norteamericana en una coyuntura de inestabilidad generalizada en la región. En la posguerra fría, una vez debilitado el llamado “fantasma del comunismo” en el orbe, entronizado, también, en Nicaragua con la Revolución Sandinista en 1979, los sectores de poder político y económico de América Central, luego del desencadenamiento de la crisis estructural en los setentas y la “crisis centroamericana” en los años ochenta, se abocan a la búsqueda de la pacificación regional, en un momento en que el Istmo para Estados Unidos no figuraba dentro de sus prioridades, puesto que había desaparecido otro poder hegemónico en la zona.9 Entonces, era de esperar que la región pudiera tener un mayor margen de maniobra y autonomía para su desarrollo económico, político y social, promover una auténtica democracia, fomentar la cooperación y el establecimiento de un proceso de desmilitarización. Sin embargo, al seguir siendo una región sumamente dependiente de la potencia del norte en cuanto a mercados, recursos y tecnología, afloran los intereses particulares de poderosos grupos por la acumulación de capital en la transnacionalización económica. Dentro de este contexto y con el agotamiento del modelo económico social desarrollista iniciado en los años cincuenta, la fase de negociación centroamericana llega a realizarse en el período 1987-1990. Sin embargo, la El proceso de pacificación centroamericano se puede ampliar profusamente con la lectura del artículo “Entre la intervención y el olvido: las relaciones entre Centroamérica y Estados Unidos.” Escrito por Francisco Rojas y Luis Guillermo Solís. En: Anuario de Estudios Centroamericanos. Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica. 1993. pp. 5-22. 9 7 denominada fase del “Plan de Paz”10 y el proceso de Esquipulas11 se desenvuelven en condiciones desfavorables, en donde reinaban, aún, ante un ambiente desconcertante, los fenómenos del descontento, la violencia, las desigualdades sociales y las diferencias entre los países, lo cual hace difíciles las negociaciones. Los actores gubernamentales centroamericanos, tras idear una base de legitimidad nacional y democrática y las posibilidades de transición del conflicto a la estabilidad, firman el “Procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica”, que implicaba el cese de fuego, los procesos electorales y la “democratización”. Por otro lado, la sociedad civil, desde los años setentas, había promovido un sistema de comunicación social de carácter alternativo, participativo y comunitario en un marco democrático que trascendiera las fronteras regionales, el cual pretendía contrarrestar la desinformación y la acción comunicacional unidireccional, vertical y monopólica, llevada a cabo por los fuertes sectores de poder. En este sentido, el peso de los contubernios entre los medios y la política/los políticos en América Central ha sido terreno fértil para que algunos dueños/directores de empresas periodísticas, conocidos en Guatemala, Honduras y Nicaragua, pasen a la plataforma política. El riesgo es perder ética, independencia y criticidad al fungir en los cargos correspondientes. Como lo hemos señalado, en lo que se refiere al gran impulso dado al desarrollo de las comunicaciones tradicionales y las telecomunicaciones, en los 10 Para más detalles: Edelberto Torres-Rivas. Capítulo 1. Introducción a la década (de los ochentas y principios de los noventas –destacado nuestro); también, en este libro, consultar Apéndice 1. Resumen de la negociación internacional a favor de la paz en Centroamérica (década de los ochenta). En: Edelberto TorresRivas. Historia General de Centroamérica. Tomo VI. Historia Inmediata. 2ª. Edición. San José: FLACSO – Programa Costa Rica, 1994. pp. 11-33 la primera referencia; la segunda, pp. 209-218. 11 Francisco Rojas y Luis Guillermo Solís. Op.cit pp. 5-22. 8 años ochentas, sin duda, estos cambios impactan decisivamente la expansión comunicacional en el mundo y, por supuesto, en la zona en cuestión. En la década de los noventa, con los “Acuerdos de Paz” en América Central, los medios de comunicación y la comunicación social, contradictoriamente al establecimiento del cese de hostilidades y desarme, no escapan a la coerción y la persecución experimentadas años atrás. O sea, aún cuando este período propugna por una relativa estabilidad para el desarrollo de los medios de comunicación tradicionales, además del surgimiento y fortalecimiento de las NTIC, en un contexto de “transición democrática”, los “mass media” ligados a los poderosos grupos del poder político partidista, militar y/o del gobierno son acorralados; hay una carencia de integración de las comunicaciones regionales; y falta una cultura “democrática” que redimensione la función crítica y auditora de los medios de comunicación colectiva. Por supuesto, se adolece de un completo profesionalismo periodístico; los periodistas perciben salarios bajos; y existe no solo censura sino autocensura en los medios de comunicación social. No obstante, haciendo camino podemos observar el avance del periodismo investigativo de diversa complejidad, las NTIC en distintos grados en los países del área, junto con las amenazas de la privatización ya presentes en la zona y la confluencia tecnológica de los medios de comunicación tradicionales a través de Internet. Cabe resaltar que Costa Rica ha sido punta de lanza de Internet en América Latina y, por supuesto, puerta abierta en este campo para los países centroamericanos desde 1990. El Dr. Guy de Téramond instala en Costa Rica, en 1990, la primera red – BITNET – para la región centroamericana en la Universidad de Costa Rica y, a partir de 1993, crea el primer nodo de Internet para 9 su conexión en el Istmo; ambos, proyectos de gran relevancia para el desarrollo científico y tecnológico. Ya en el 2002 nuestro país ingresa apenas a una nueva etapa infraestructural y de desarrollo en este campo tan avanzado, Internet 2 (I-2), una red de alta capacidad y velocidad en la transmisión de datos, primero, puesta en marcha para la educación y, luego, pensada para la investigación, las bibliotecas digitales, la salud, etc. Desde finales del siglo XX, América Central asiste a un nuevo orden mundial capitalista en desarrollo. En efecto, a partir del fin de la guerra fría que marca un hito histórico, estamos inmersos en la globalización, caracterizada por la conformación de bloques comerciales, la interdependencia, I-2, las transferencias financieras, las redes culturales y otros cambios en los países. El neoliberalismo, sustento ideológico del sistema vigente, pretende imponerse como hegemónico en un escenario multipolar y en distintas sociedades en crisis. Las medidas de ajuste estructural, en la actualidad, se cuestionan profundamente por sus preocupantes repercusiones sociales. Ciertamente, la transnacionalización de la economía y la cultura así como “la reforma del Estado”, están provocando desequilibrios nacionales e internacionales y el incremento de la polarización social entre los países ricos y los pobres. Al respecto, se subraya: “No se observa una distribución armónica de la riqueza, de los progresos científicotecnológicos, de la calidad de vida entre países industrializados y en desarrollo.”12 12 Edelberto Torres Rivas. Centro América 1995. Una introducción a la realidad contemporánea de la región. Panorama Centroamericano. Temas y documentos de debate No. 6/95. Instituto centroamericano de estudios políticos. Guatemala, noviembre-diciembre de 1995, pp. 15-16. 10 Como bien lo explica este autor, la marginalización centro y latinoamericana de dos tercios de la población atiza los focos de conflictividad, la violencia, la inestabilidad política, las migraciones, o sea, el caos, en general. En el siglo XXI, la prensa centroamericana sufre limitaciones, aunque algunos avances, en América Central, como veremos con dos estudios de caso muy peculiares: El Salvador y Guatemala. Se discute en el área sobre la restricción de la libertad de expresión que viola los derechos humanos y la democracia, las amenazas financieras y judiciales, la prisión por ofender el honor de funcionarios públicos (delito de desacato), presiones económicas y desagravios de gobernantes y políticos, dificultades para obtener información de interés público, y otros. En Panamá, hay una gran tensión entre los funcionarios públicos y la prensa, existe vigilancia a la labor de los reporteros, y los periodistas están enfrentando querellas; El Salvador enfrenta presiones financieras de los gobiernos a los medios y hay restricción al acceso de la información, así como persecución penal contra periodistas; en Guatemala no existe libertad de expresión más que en el papel y adolece de insultos y agresiones físicas a los comunicadores adicionado a los asesinatos de periodistas; en Honduras y Nicaragua, el denominador común es la cárcel por ofensas a funcionarios públicos, la intolerancia del Estado a las críticas de la prensa y la amenaza de parte del Estado para condicionar a los medios la publicidad oficial e impunidad por los agravios y asesinatos de periodistas. En Costa Rica hay una libertad de prensa relativa y comparativamente; persiste el delito de desacato, hay un asesinato impune desde hace casi un año, el de Parmenio Medina, y han habido ultrajes a periodistas. 11 V. El caso de El Salvador En esta coyuntura está inmerso el conflicto armado en El Salvador, el cual tiene sus raíces desde la Colonia, en las dictaduras, la concentración de la tierra, la violación de los derechos humanos y civiles de los campesinos, los indígenas y los obreros, así como en la proletarización, el terrorismo, la masacre de 1932, los atentados y asesinatos de periodistas, agresión a medios de comunicación de oposición al régimen, el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, en 1977, etc. De esto resulta la consolidación de las organizaciones de los trabajadores, los campesinos, los estudiantes y los maestros, quienes junto con el Partido Comunista y el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), en 1980, se organizan para la conflagración, producto de la acumulación de tensiones sociales. Así, desde 1979 hasta 1992, en un período en que se promueve la paz, el diálogo y la justicia social, a la vez, en los años de guerra13, contradictoriamente hay asesinatos de civiles e impera la ocultación de los hechos y la información, de parte de los medios de comunicación gubernamentales, privados e internacionales; se exalta el terrorismo de Estado mediante los regímenes dictatoriales y los gobiernos fraudulentos, con la ayuda del ejército salvadoreño y la oligarquía, los cuales oprimen y exterminan a grandes sectores de la población. Tal era la magnitud de la crisis que se traducía en una cultura de la violencia. La guerra civil en este país se inserta en la órbita imperialista de Estados Unidos, a causa de la relación histórica de esta nación con el área centroamericana, el imperativo hegemónico de la potencia del norte frente a los 13 Se calculan 80 000 muertos y desaparecidos, más los desplazados hacia el extranjero. 12 movimientos comunistas (la contrainsurgencia en la región) y la política agresiva de recomposición imperial del Presidente Ronald Reagan.14 Posteriormente, dentro del reordenamiento mundial en los noventas, se enfatiza sobre la zona: “A lo largo de la década de los años ochenta, Centroamérica ocupó un lugar preferencial en la agenda internacional y destacaba como uno de los puntos prioritarios de la política exterior norteamericana ... En la conformación del nuevo sistema internacional de post guerra fría los vínculos y las relaciones de dependencias entre los países del istmo y EEU se acentuarán. Por un lado los pequeños países quedarán más vinculados a la potencia, en todos los aspectos, en especial en cuanto a mercados, recursos y tecnología, y por el otro, para la potencia esta región tendrá un interés marginal, sobre todo al no existir ninguna percepción de desafío de ningún otro poder en la zona –destacado nuestro.”15 Durante la década de los ochenta, el desenvolvimiento de la comunicación al fervor de la lucha en común de los sectores populares en su cotidianidad y propio de la guerra civil y su organización, constituyen la base del periodismo de El Salvador y propicia el surgimiento y fortalecimiento de los medios de comunicación e información comunitarios y alternativos, como la Radio Venceremos16 y la Radio Farabundo Martí. La Radio Venceremos, voz oficial del FMLN y “emisora obrera, campesina y guerrillera”17 retrata el escenario vivencial de la guerra e insta al pueblo salvadoreño a levantarse en armas para erradicar el sufrimiento. El sentimiento brota de los periodistas empíricos, más adelante tejiendo comunicación y ejerciendo su labor como comunicadores, al dar información sobre barricadas, mítines y ataques y elaborar documentos. Venceremos es el brazo político del FMLN y se conforma en un espacio comunicativo potencialmente 14 Francisco Rojas y Luis Guillermo Solís. Op. cit. pp. 5-6. Ibíd., p. 6. 16 Para profundizar sobre la importancia de este medio de comunicación en El Salvador, ver: Emperatriz E. Arreaza-Camero. “El rol de Radio Venceremos en el proceso de democratización en El Salvador (19811994).” En: Revista de Comunicación. I Trimestre. No. 97. Venezuela. 1997. pp. 40-56. Este estudio nos ha proporcionado muchos elementos para la interpretación, sobre todo cuando “hablan” las fuentes primarias incluidas en la obra. 17 Así la describen sus voceros combatientes en: Ibíd., p.48. 15 13 constituido también en estructura. La transmisión de sus textos-mensajes involucra, en una relación bimultidireccional, a varios emisores y receptores, los mismos líderes, combatientes, así como la sociedad civil. Además, en esta labor periodística tan particular y espontánea, dicho medio coadyuva a obstruir la campaña de desinformación del régimen salvadoreño; siembra en las mentes la concientización, los sentimientos y las ansias de retar la cultura del terror, difundiendo música revolucionaria, editando boletines de guerra, programas humorísticos, haciendo entrevistas, radioteatro y reporteando “desde el propio sitio de los acontecimientos”18, dándole también la palabra a la voz femenina19, creando un espacio de “Correo Popular” en las transmisiones y organizando otras actividades. Junto a Farabundo Martí comparte “boletines de guerra, editoriales y programas especiales, humorísticos, musicales, y entrevistas, entre otros.20 Llama la atención cómo estos periodistas improvisados aprenden en su experiencia de guerra, el manejo de los equipos, la redacción de las noticias y los editoriales. La denuncia de Radio Venceremos es constante y se conoce por su medio las atrocidades del gobierno, de los escuadrones de la muerte y de Estados Unidos, cuyo apoyo financiero servía a las causas contrarrevolucionarias. Sí, era la otra cara de la comunicación; sí eran los “otros” comunicadores surgidos al calor del conflicto, quienes fungían como los hacedores de la fuente informativa y trabajaban para el medio con que contaba el FMLN para comunicar a los compatriotas sus acciones militares. El Sistema Radio Venceremos trascendía las 18 Los testimonios recogidos por Emperatriz E. Arreaza en su artículo evidencian la cotidianidad de la guerrilla de los sectores salvadoreños más agredidos, quienes empuñan con gran valor sus armas. Ibíd., pp. 48-51. 19 Emperatriz E. Arreaza-Camero. Op. cit., p. 48. 20 Loc. cit. 14 fronteras nacionales. Radiaba sus comunicaciones al propio territorio, pero también recibía cartas de otros países de América Central. El FMLN, paralelamente al enfrentamiento, mediante un comunicado de prensa por Radio Venceremos, pronunciaba ante la comunidad nacional e internacional que la paz, con fundamento en la autodeterminación y la independencia, es una reivindicación de todos los pueblos. Denunciaba a los privilegiados en contraste con los trabajadores que tenían hambre y sufrían la miseria y expresaba: “La paz es soberanía nacional. No hay paz con injusticia social, mientras haya injusticia no habrá paz en El Salvador... solo habrá paz cuando los hijos de los trabajadores tengan seguro su comida, vivienda y educación: la paz es justicia económica y social.”21 Empero, de forma paradójica, exhortaba a la conquista de los derechos básicos y al reclamo de la demanda de transformación social mediante la vía armada. En cuanto a las identidades culturales y la comunicación, en el caso salvadoreño de este período, se puede afirmar que la configuración y reconfiguración identitaria se produce dentro del sistema radial, Radios Venceremos y Farabundo Martí, al recrearse en su seno la cultura popular. Es decir, estos medios de comunicación alternativos y populares burlan el poder de las industrias mediáticas nacionales e internacionales, al dar cauce a las demandas e intereses de las culturas populares en el marco de la guerra civil. Específicamente, la constitución de una escuela política en El Salvador en dónde se dictan clases teóricas sobre el desarrollo histórico y se alfabetiza, los espacios 21 Arreaza-Camero. Op. cit., p. 49. 15 de identificación de identidades culturales a través del correo popular, del radioteatro que caricaturiza las actuaciones de oficiales militares nacionales o embajadores estadounidenses, la producción fuera del país de vídeos y documentales sobre la guerra, la parodia de las luchas indígenas neocoloniales y la explotación oligárquica, con vestuarios y simbolismos, son respuestas de la palabra popular a la resistencia y la diferencia. Por mucho tiempo los sectores de poder económico y político oficialistas y privados nacionales, además de Estados Unidos, habían controlado y condicionado el funcionamiento y el discurso de los principales medios escritos, La Prensa Gráfica y el Diario de Hoy. La prensa impresa, además de las radios y las televisoras, eran entendidas como “empresas productivas destinadas a obtener y fundamentalmente a cumplir un rol en el marco político ideológico ... Siendo entonces, estos medios de comunicación, instrumentos para acaudalar capital y poder y estando bajo el control de familias acaudaladas ... (destacado en la fuente).”22 No iba a ser excepción otro proyecto político y económico en pleno conflicto bélico insurgente, con las emisoras y diarios alternativos y sus periodistas, a saber, la emisora Católica YSAX, los periódicos El Independiente y La Crónica del Pueblo, las emisoras clandestinas Radio Revolucionaria del Pueblo, Radio Venceremos y Radio Farabundo Martí. En esta década de los ochenta, las agencias de prensa y los equipos de televisión estadounidenses y europeos contratan periodistas para cubrir la información sobre El Salvador convulso, lo cual resulta ser, paradójicamente, una especie de “escuela de periodismo” para los reporteros salvadoreños, en la cual 22 Ibíd., p. 42. 16 experimentan los gajes del oficio en la capital, en donde se concentran los hechos. Ahora bien, otra “colaboración” al periodismo nacional puede considerarse la batalla que realiza Radio Venceremos durante la guerra civil por conquistar el derecho a la información. No solo se ha carecido de este derecho en las naciones del área, sino que también han padecido la desinformación y el ocultamiento de los hechos de la realidad social, agravado por el monopolio y la centralización internos de los medios de comunicación en pocas manos privadas y/o estatales y debido al monopolio externo de las agencias noticiosas internacionales. Por ello es que la radio revolucionaria Venceremos viene a llenar un vacío en la sociedad salvadoreña y es, a la vez, una instancia comunicativa fundamental en la etapa de revolución y contrarrevolución. En lo que podríamos llamar una segunda etapa del conflicto armado salvadoreño, a fines de los ochentas, se inician, paralelamente, las negociaciones para una solución del conflicto armado. De esta forma, se institucionaliza, en 1988, el Comité Permanente del Debate Nacional por la Paz en El Salvador 23, al interior del cual toman parte diversos sectores sociales, entre ellos, los comunicadores. Nuestra hipótesis es que esta gestión surge a partir de las condiciones cambiantes que ofrecían ciertos beneficios políticos, comerciales y financieros a algunos sectores oligárquicos y a causa del desgaste y desdichas de la sociedad ocasionados por la guerra. Hay que reflexionar que la expresada búsqueda de la “democracia”, la cooperación económica y tecnológica y, también, el proceso de 23 Este proceso denominado Debate Nacional en El Salvador al calor del conflicto civil es analizado con detalle por Karen Ponciano Castellano. El rol de la sociedad civil en Guatemala y El Salvador. Guatemala: Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (INCEP). Panorama Centroamericano. Temas y Documentos de Debate No. 4/96. Guatemala, julio-agosto de 1996. 17 desmilitarización constituían una posibilidad de desarrollo y estabilidad en la región, pero no se ampliaba a las mayorías, persistiendo la violencia y las desigualdades sociales. Dicho comité y, posteriormente, la participación directa de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales dentro de la fase de negociación centroamericana, conducen a lo que se denominan los Acuerdos de Paz de El Salvador, entre el FMLN y el partido gobernante de extrema derecha ARENA, firmados en Chapultepec, México, en enero de 1992. Desde ese enfoque, este paso constituye el sendero hacia la paz y la equidad social, los procesos electorales limpios, la “democratización”, etc. pero, lo que ocurre es tan solo un cese de fuego. En la primera etapa, aunque la constitución de un debate y una negociación es un avance positivo, en el ínterin de la profundización de la crisis y en respuesta, asimismo, a una mayor articulación y radicalización del movimiento social sumado a la oferta en el espectro político y a cierta moderación de las fuerzas de extrema derecha – reformismo de Estado controlado por Estados Unidos, también lo es que fracasa en la canalización de las propuestas dirigidas a acabar con el conflicto, debido a la desorganización administrativa y la ineficacia de las acciones a seguir, pero también obedece a que las finalidades no son congruentes con un bienestar generalizado y justo. Se suma a lo anterior la difícil situación económica, la corrupción y el militarismo, entre otros24, condiciones ya de por sí Ver Documento: “El Salvador: cuadro sinóptico de las principales propuestas presentadas al Debate Nacional por la Paz (1988). En: Karen Ponciano. Op. cit., pp. 179-182. 24 18 inconvenientes para la búsqueda del “consenso” y la “paz”, toda vez que continúan siendo las causantes de la conflagración. Son característicos, en este proceso, los intereses económicos y financieros de varios grupos de poder, un grado estratégico de comunicación intersectorial de carácter horizontal de parte de la sociedad civil, factores que impulsan significativamente el diálogo y el consenso hacia los acuerdos de paz negociados y, en consecuencia, la “transición democrática”. Este panorama distinto a la opción militar y en consonancia con los “nuevos signos de los tiempos”, demandaba el sufragio como soporte de la cultura política y la estabilidad social en una economía de mercado. Sin embargo, aunque algunos periodistas y órganos de prensa se involucran en la “concientización” del problema salvadoreño mediante la comunicación social, también paralelamente ciertas empresas periodísticas y comunicadores se ponen a tono con el juego de las filiaciones político partidistas, gubernamentales e ideológicas y, por tanto, restringen el proceso democrático. Sin los antecedentes descritos no podemos entender cómo las organizaciones sociales, entre estas los profesionales del periodismo junto a otros grupos universitarios y demás, se inmiscuyen y expresan activamente en un debate nacional por la paz en El Salvador. Dichos actores históricos analizan el proceso de establecimiento de “la paz firme de la región” al calor de Esquipulas II, en tanto se radicaliza el movimiento social, visualizando una solución centroamericana, un camino para el diálogo y la negociación para la pacificación y democratización regional. Proponen que el movimiento Farabundo Martí de Liberación Nacional debe iniciar el desarme y reconcebirse institucionalmente, a fin de facilitar el diálogo y la negociación entre las partes; pero en la práctica 19 dichas intenciones se desfasan a lo interno del movimiento por la problemática socioeconómica subyacente, además porque el gobierno de Estados Unidos sigue teniendo una gran injerencia en el área y no permite la soberanía y autonomía de los pueblos. VI. El caso de Guatemala Cuando mencionamos a Guatemala, es difícil soslayar su complejidad multiétnica históricamente constituida, lo que nos hace considerar no solo las precarias condiciones en las que siguen sobreviviendo los grupos mayas, sino también las dificultades para conformar una nación guatemalteca. La tenencia de la tierra y la explotación indígena han sido un botín apetitoso para la oligarquía, entre ellos, líderes locales, finqueros y ladinos, además de la exclusión indígena de la sociedad civil y de la sociedad política. El resultado acumulativo en lo social y lo económico conduce a la extensa y dolorosa guerra civil desde los años cincuentas, cuando los diversos grupos étnicos mayas se organizan para la guerrilla, unidos a los campesinos ladinos, estudiantes y trabajadores versus el Estado militar. En respuesta a la guerrilla, se instaura el régimen de terror, o sea, la contrarrevolución, en las zonas rurales, el cual trae consigo la destrucción material y humana, el genocidio, los desaparecidos, la población emigrante y otras desgracias. La historia política de Guatemala, en la que se inscriben lo social y lo económico, además de lo cultural, ha experimentado lamentablemente durante más de 30 años enfrentamientos armados que han alimentado un clima de violencia generalizada, período en el cual no han funcionado los aparatos de justicia ni de seguridad pública. Cabe advertir que no hubo tierra fértil para la 20 acción insurgente de los medios de comunicación y los periodistas empíricos, en cuanto a que su madurez y experiencia abonaran a la prensa nacional; primero, porque en Guatemala la guerrilla se extendió en las zonas rurales, fue descentralizada, a diferencia de El Salvador y, segundo, posiblemente, a que dicha descentralización del conflicto y el terrorismo de Estado desarticulaban con mucha agresividad toda organización popular, lo cual probablemente impidió el funcionamiento de una prensa integrada del lado de la guerrilla, tomando también en consideración la heterogeneidad de los grupos mayas. Además, un factor que pudo ser contribuyente de la ausencia de medios de comunicación con gran protagonismo en la conflagración y del desarrollo de un periodismo pujante en tiempos de guerra en Guatemala, es que a pesar de que la guerrilla amplió su base social con sectores urbanos e indígenas, esta no logra alcanzar una dimensión nacional. La insurgencia fue duramente atacada por el general Efraín Ríos Montt, en 1982, instaurando un proceso que llamó “institucionalización democrática”, con una apertura estratégica que proporcionaba estabilización estatal a través de la creación de órganos de administración y ejecución de proyectos comunales y mediante una especie de ciudades aldeas, el fomento del sindicalismo unido al gobierno y el estímulo para fundar partidos políticos.25 Sobre esta parte de la historia guatemalteca, explica la historiadora Elizabeth Fonseca Corrales: “Para controlar las acciones guerrilleras, Ríos Montt logró elevar de 15 mil a 500 mil los hombres organizados en las llamadas Patrullas de Autodefensa Civil. El terrorismo de Estado aumentó, y los pueblos indígenas sospechosos de colaborar con la guerrilla fueron duramente castigados. Asimismo, aumentó el número de 25 Elizabeth Fonseca. Centroamérica: su historia. San José, Costa Rica: FLACSO: EDUCA, 1996, p. 270. 21 muertos y de desaparecidos, y alrededor de 90 mil personas buscaron refugio en los países vecinos.”26 Es muy posible que la descentralización agravara las repercusiones de la contrainsurgencia, al no haber mayor integración interétnica ni comunicación entre los diversos grupos en combate. No obstante, a principios de los ochentas, empieza una tolerancia a la crítica al gobierno y el ejército; y es, en tiempos de Vinicio Cerezo, cuando se producen escritos “periodísticos” del grupo guerrillero URNG, pero sin resultados sociales y, ante la declaratoria de una prensa antisistema, se cierran dos noticieros de televisión, “Aquí en el Mundo” y “Notisiete”. 27 Cuando llega al poder por elecciones, el demócrata-cristiano Vinicio Cerezo, en 1986, en medio del movimiento revolucionario y con la burguesía guatemalteca en contra por la reforma tributaria proyectada, su gestión se complica por presiones del ejército, de los empresarios opuestos a los arreglos con los sectores populares en materia agraria, salarios, derechos humanos, etc. y debido a la imposibilidad de negociación con las fuerzas guerrilleras. En relación con el proceso de diálogo/negociación para dar término al enfrentamiento se distinguen tres etapas desarrollo. La primera etapa es una guerra abierta entre gobierno/ejército-guerrilla, en la cual existe incompatibilidad entre los proyectos de ambos. En la segunda etapa, cuyo antecedente son los acuerdos de Esquipulas II y el establecimiento de un gobierno civil en Guatemala, hay posibilidades para buscar una solución no militar al conflicto. No es sino hasta 26 Ibíd.., pp. 270-273. Medios de comunicación y poder político en América Central. San José, Costa Rica: Fundación Konrad Adenauer. Setiembre de 1996, pp. 73-74. 27 22 los acuerdos de Oslo, Noruega, cuando se sientan las bases para una negociación posterior. Así, nace la Comisión Nacional de Reconciliación (CNR), que organiza los encuentros entre el grupo guerrillero y la sociedad civil y, más tarde, con el gobierno. La tercera etapa se divide en dos fases: 1991-1993 y 1993-1994, en un desarrollo no exento de alzas y bajas, pero rico en temarios de democratización, paz y derechos humanos. El reinicio de las conversaciones entre el gobierno y la URNG en 1994, conlleva a la participación de Naciones Unidas, no solo como observadora sino como mediadora. En este momento se proponen asuntos relativos a los sectores civiles, poblaciones desarraigadas, derechos e identidades de los pueblos indígenas, aspectos sociales y económicos y la situación agraria, para mencionar algunos puntos primordiales. Este reinicio es el que lleva a la firma del Acuerdo Global sobre Derechos Humanos en marzo de 1994 y al establecimiento de la Misión de verificación de las Naciones Unidas en Guatemala (MINIGUA). 28 Después de este año, se instituye la antesala de la negociación hacia la instalación y funcionamiento de MINIGUA y, luego, a los acuerdos de paz. Tanto ONUSAL para El Salvador (1991), institución de Naciones Unidas, como MINIGUA en 1994 “son misiones de paz establecidas en un momento en que el enfrentamiento armado aún persistía.”29 Mientras que El Salvador prioriza los acuerdos políticos y el cese de hostilidades, Guatemala enfatiza en lo mismo y aumenta la agenda con temas relativos a la transformación del régimen social y 28 29 Karen Ponciano. Ibíd., pp. 42-50. Ibíd., p. 65. 23 económico, lo cual implicaba mayor lentitud en el avance de la negociación.30 En este transcurrir, se conforma en Guatemala, una Asamblea de la Sociedad Civil, en la cual participan distintas organizaciones, a fin de construir un proyecto de nueva sociedad, mediante la creación de un espacio que condujera al consenso, visión ambiciosa dado el estado tan agudo de la crisis. Es lo que en El Salvador se llamó Debate Nacional por la Paz. De esta manera, en ese diálogo nacional, entre las principales instancias integradoras se encuentra el Sector prensa y medios de comunicación, constituido por el Círculo Nacional de Prensa, la Asociación de Mujeres Escritoras y Periodistas, Noti 7, ACAN-EFE, y otros.31 Al inicio de la década de los noventa, con Serrano Díaz como Presidente y los militares -aunque reducidos- aún en el poder, el fin de la guerrilla en la posguerra fría posibilita la evolución hacia un gobierno civil, coyuntura en la cual se construyen espacios de acción popular, emergen los partidos políticos y una reestructuración institucional.32 En los noventas, durante ese gobierno, la prensa y los periodistas son perseguidos y asesinados, como era de esperar en un régimen intransigente históricamente dado en Guatemala. Sin embargo, la prensa escrita comienza a expresarse con fuerza mediante el poder de la palabra a través de los editoriales y el género de la caricatura. Pero, aunque hay periodistas sin experiencia en la televisión, y en los noticieros, la prensa unida se aglutina aplaudiendo aquellos políticos que son expulsados. De ahí en adelante, aumentan los artículos críticos 30 Ibíd., p. 65-67. Ibíd., ver Cuadro 3. Principales instancias integrantes del Diálogo Nacional, p. 73. 32 Ibíd., p. 272. 31 24 sobre el país y el ejército y aunque falte experiencia en investigación se hacen intentos por indagarla y divulgarla, no importando la represalia estatal. VII. Comparación Salvador del periodismo en la posguerra en Guatemala y El Las particularidades del momento histórico de la globalización y las transformaciones político-ideológicas, el repliegue militar y paramilitar, más lo comunicacional en la expansión informática y de las telecomunicaciones, son elementos relevantes para redimensionar y reconceptualizar la comunicación en la sociedad actual. Estos aspectos y los Acuerdos de paz de Esquipulas, determinan una relectura de la realidad social y, en especial, de la funcionalidad en la sociedad y los retos de los medios de comunicación en América Central. En el entorno de incertidumbre que caracteriza el proceso democratizador en El Salvador y en Guatemala, el proceso regional de “pacificación” y de “transición a la democracia” sigue siendo al momento una falacia. Dentro de esta dinámica, en la que se debate el plan económico, la cuestión social, la libertad de organización, los espacios de acción de la sociedad civil y del ejército, ha sido imperativo el protagonismo de los medios de comunicación alternativos de El Salvador, antes y después del conflicto, para la intencionalidad transformativa de las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales y, a la vez, la denuncia de las violaciones de los derechos humanos en pro de los sistemas democráticos. No obstante, en la agenda de los Acuerdos de Paz de 1992 en El Salvador y, posteriormente, en la etapa de transición hacia la paz, la democratización 25 comunicacional, la relevancia social y autonomía de los medios de comunicación y el quehacer de los comunicadores son aspectos ausentes en el documento. Además, el discurso somero sobre esta problemática se ha mostrado bastante distinto de su praxis y no ha implicado un compromiso social tácito de parte del gobierno y los políticos negociantes. Aunque el periodismo en El Salvador se desarrolla relativa y significativamente durante la guerra civil y luego del cese del enfrentamiento armado en los noventas, en Guatemala fueron distintos los efectos de la guerra civil sobre el periodismo. La guerrilla guatemalteca envió a exilio forzoso a intelectuales y a muchos periodistas y aquellos apegados al orden establecido adoptaron el papel de actores políticos. En Guatemala, la guerra civil dañó, educativamente, a una generación de futuros profesionales en el campo comunicacional. Debido a la ausencia de escuelas de periodismo por la guerra, los comunicadores experimentados no pudieron transmitir sus conocimientos a los jóvenes reporteros. 33 Las condiciones posteriores del desenvolvimiento salvadoreño, sin paz ni estabilidad social ni económica, son difíciles. En el contexto expuesto se legalizan la Radio Venceremos y la Radio Farabundo Martí, pero la naturaleza y la misión que estos medios se atribuyen y la modificación de sus formatos, contenidos y discursos no concuerdan con una sociedad carente de equidad social y económica, sin lo cual no puede haber paz. Es decir, la posición de Venceremos y sus nuevas ofertas comunicacionales, analizándole como caso particular, no son Marylene Smeets. “El periodismo en la etapa de posguerra en Guatemala y El Salvador. En: Sala de Prensa. No. 10. Año II. Vol. 2. Agosto 1999, pp. 2-3. 33 26 armoniosas con la tarea social que dicen propugnar. Además, ante las necesidades publicitarias para el sostén económico, pasa a convertirse de una radio popular a una radio comercial, perdiendo sus objetivos. A lo anterior se suma que el ligamen tenido con el FMLN no le ha permitido conformarse en una radio independiente. Sobre esto, se expone lo siguiente: “Es evidente que la praxis de los medios de comunicación alternativos y/o populares en las postrimerías del siglo XX tendrá que ser diferente en cuanto a su discurso (texto-mensaje), a los medios alternativos surgidos a partir de la década de los cincuenta al calor de las luchas por la liberación nacional de esos pueblos.”34 Existe una cláusula en los acuerdos de paz respecto a las radios activas, la cual ha influido desfavorablemente en la pérdida de identidad de dichos medios de comunicación, en tanto instituciones populares, puesto que, entre otros elementos, al ‘legalizarse’ y trasladarse de las montañas al centro de San Salvador, Radio Venceremos y Radio Farabundo Martí, medios de comunicación de gran popularidad, aunque tratan de mantener una unión con los sectores populares después del cese de fuego, mediante la reconstrucción de una plataforma de comunicación radial dentro de una nueva situación, tampoco logran crear una red articulada ni permanente con la mayoría de la población-meta. Esto debido a que deben poner a derecho las emisoras, precisar los lineamientos filosóficos, los propósitos de las emisoras y estructurar otros formatos informativos. Sin embargo, ni la Organización de Naciones Unidas ni los Fondos Monetarios Internacionales tuvieron interés, al interior de los acuerdos de paz y después, en financiar ni definir y poner en ejecución los instrumentos prioritarios para la consecución de las 34 Ibíd., p. 53. 27 metas relativas a la promoción de la paz y la democracia en la transición de El Salvador mediante los medios de comunicación social. Los actores sociales de la guerra civil opinan que Radio Venceremos, frente a los grupos de poder gubernamentales y el sistema vigente: “... fue para ellos instrumento de educación por la paz y la democracia (prácticamente desconocida para la gran mayoría de la población salvadoreña), y fuente de animación y de motivación para organizarse y participar en sus diferentes grupos sociales o de trabajo.”35 No obstante, los cambios expuestos y el discurso de la radio, signados por tiempos de consignas por la “paz” y en un ambiente diferente como lo es la ciudad, marcan la diferencia. Otro elemento a tomar en cuenta, es que al descomponerse el FMLN como partido político, se viene abajo también toda su estructura comunicacional que, en gran medida, era su sostén. Entonces, Venceremos ha tenido que readaptarse al nuevo escenario político y civil, pero dentro de un proceso “democrático” sumamente restringido, sin paz duradera y recurrente en violencia, lo cual, era el ambiente propicio para su desafío en recrearse como una radio auténticamente alternativa sin servir a una dirigencia de partido. Es decir, pese a que sus objetivos pretendían servir a la sociedad civil, urbana y rural, como interlocutora en diversos debates sobre la paz, la democracia, la ecología, lo socioeconómico, más otros temas y, a la vez, ser independiente, crítica y pluralista, sin caer en dogmatismos, no visualizan su misión ante la falacia de la democratización y la pacificación. En otras palabras, no potencian su acción contestataria y alternativa en la actualidad, mucho menos al pasar este medio de 35 Arreaza-Camero. Op. cit., p. 50. 28 comunicación, entre otros, a propiedad de varias instituciones autodefinidas de carácter social y sin fines de lucro36, carentes de apoyo internacional. Las emisoras como Venceremos, no solo compiten con más estaciones radiales en el plano publicitario, sino que sus textos-mensajes se reorientan para otras finalidades más comerciales y culturales, con lo cual, no responden debidamente a las demandas socioeconómicas de la sociedad salvadoreña aún tan imperiosas. La problemática de los medios de comunicación y la estabilidad y seguridad de sus voceros, en la década de los noventa, por la imposición y las mediaciones de los intereses político gubernamentales y militares, se caracteriza por la ola de persecuciones, agresiones, violaciones y asesinatos en contra de estos medios y sus comunicadores. A pesar de ello, en El Salvador, en la posguerra, la prensa comienza a surgir como una institución más cuestionante y profesional, pero algunos de sus sectores siguen teniendo sobre sus espaldas el manto partidista y gubernamental. Sucede también al contrario, como en Guatemala, cuando el Presidente Álvaro Arzú tiene relaciones hostiles con la prensa por las críticas a su régimen. Asimismo, varios periodistas habían sido asesinados y hostigados en este país. En la posguerra, un hecho histórico de capital importancia en el avance comunicacional de El Salvador, ha sido el surgimiento, en 1993, de la Asociación de Radios Populares y Alternativas de El Salvador – ARPAS, en teoría, con las expectativas de constituirse en instancias comunicativas con la participación ciudadana, en beneficio de las comunidades de base de cada municipio, con una 36 Ibíd., p. 52. 29 bandera de combate versus la desigualdad social y la violación de los derechos humanos. Este sistema de comunicación alternativa está constituido por varias emisoras: Radio Venceremos, Doble FF (antes Farabundo Martí), YSUCA (radio de la Universidad Centroamericana), Radio Versátil, Radios Comunales, PEBA, Radio Cabal37, las cuales tienen como fin ser diferentes al resto de las estaciones de radio comerciales y gubernamentales con poder económico y político. Habrá que ver a futuro los alcances y limitaciones de estas instituciones comunicacionales, las cuales no cuentan con la solidaridad extranjera ni el auxilio económico. Sobre esta problemática, cito: “Por ello, los retos de los medios de comunicación que pretendan ser “alternativos y populares” son más exigentes ahora, en la década de los noventa, que hace treinta o cuarenta años ... Ahora, es preciso defender y abogar por los derechos humanos de las mayorías en gobiernos, que tras la apariencia democrática –según los esquemas de la ONU- continúan siendo represivos e injustos (con el apoyo y/o la presión del FMI o el BM, o el G-7.”38 Lo que no sucede en Guatemala, en donde las principales universidades ofrecen programas de periodismo de pobre calidad, en El Salvador, cuando finaliza la guerra, las universidades locales comienzan a instituir programas de periodismo y se contratan a veteranos reporteros para las cátedras. De ahí la llegada del editor costarricense costarricense Lafitte Fernández a El Diario de Hoy, (junto con la Prensa Gráfica, los dos diarios más grandes de la nación). Este comunicador les introdujo a sus estudiantes la actitud de cuestionamiento, pero, dice un periodista de La Prensa Libre que en El Salvador es más fácil reportear sobre un policía involucrado en narcotráfico o crimen, que tocar a una empresa periodística privada que destruye el medio ambiente, por ejemplo, por el dinero 37 38 Información recolectada para el análisis propio, en Ibíd., p. 52. Arreaza-Camero. Op. cit., p. 53. 30 que dan para los anuncios.39 A la vez, brotan otras instituciones comunicacionales, como Asociación Contraportada, periodistas (“caciques de la prensa local”) quienes organizan tertulias, debates, conferencias, discusiones sobre libertad de prensa y el planteamiento del primer código de ética periodística en El Salvador. Otros medios emergentes se oponen a la privatización de los medios de comunicación y de las telecomunicaciones por parte de las transnacionales. Las dificultades para la puesta en marcha de logros económicos y sociales a favor de los sectores marginales a través de la acción mediática, muestran que la libertad de expresión, así como el derecho a la información, siguen siendo hoy en día delimitados, violentados y silenciados, dentro de un clima de tirantez cotidiana. Esta situación tan lamentable, en un contexto de pobreza de más del 60% en la zona rural y una amplia brecha social, no ha posibilitado el crecimiento del periodismo como una profesión especializada ni su fortalecimiento como institución con autodeterminación nacional y crítica de la dimensión preocupante de la crisis social de este país. Desde nuestro punto de vista, los condicionantes externos relacionados con la caída del ex bloque soviético y su crisis ideológica más los factores internos, en la etapa llamada “de transición hacia la paz”, redefinieron la estructura del aparato comunicativo de Radio Venceremos y, en consecuencia, su cometido como radio comunitaria, popular, alternativa en la ciudad, reduciendo desfavorablemente su potencial combatiente y crítico ahora sin la guerra civil como contexto, cuando seguía ahora más que nunca siendo muy necesaria su labor en pro de las reivindicaciones de los grupos desposeídos, como defensora de los derechos 39 Marylene Smeets. Op.cit., p. 5. 31 humanos, denunciando el flagelo de la pobreza y la polarización socio económica, pronunciándose contraria a la cultura de la violencia, el autoritarismo político y la agresión contra los periodistas junto a sus diarios y emisoras. En Guatemala, el Acuerdo de Paz Firme y Duradera, celebrado el 29 de diciembre de 1996 -más bien de cese de fuego-, conduce al proceso “de transición a la democracia” y a la confirmación de una Misión de verificación del Acuerdo global sobre derechos humanos de las Naciones Unidas en Guatemala (MINUGUA), creada en 1994, (que ya habíamos citado) y para el cumplimiento de los Acuerdos de Paz firmados entre el Gobierno y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).40 El clima de violencia ha provocado la ausencia de instituciones estatales en las zonas rurales y la presencia del ejército en las comunidades y de los Comités voluntarios de defensa civil (CVDC), “como organizaciones paramilitares que actúan en subordinación a las autoridades militares... que han servido para sembrar el temor y la zozobra en las comunidades donde los Comités funcionan.”41 En el transcurso de la guerrilla hasta los noventas, las amenazas y las violencias contra los periodistas son pan de todos los días, a causa de que el gran sector de la prensa crítica guatemalteca, inserta en un país tan iracundo, se ha opuesto y criticado a los gobernantes, los políticos y el sistema de terror impuesto, 40 Datos de fuente primaria proveniente de los informes del Director de MINUGUA, en el período entre 1994 y 2000. 41 Información encontrada en Internet sobre el Primer Informe del Director de MINUGUA (Misión de verificación de las Naciones Unidas en Guatemala al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas), p. 6. 32 con intentos de reforma a la legislación para restringir aún más la libertad de expresión. En seguimiento de la paz firme y duradera, y progresos para la paz, libertad, democracia y desarrollo regional, la Misión reporta dos denuncias relativas a la violación de la libertad de expresión, cual establece este derecho que incluye la libertad de buscar y divulgar informaciones y opiniones. Se instaura en el país la agencia de noticias Centro exterior de reportes informativos sobre Guatemala (CERIGUA), la revista Noticias de Guatemala junto a la Comisión de derechos humanos que, en el período de guerra, operaban desde afuera. En el informe siguiente se denuncian hechos violentos cuyas víctimas fueron periodistas, tales como el secuestro de uno de ellos del diario La República, “quien hora más tarde apareció con severas señales de golpe y tortura, denunciando haber sido interrogado sobre sus artículos de prensa y la identidad de algunos de sus colegas.”42 La situación guatemalteca después de los acuerdos de paz, revela y continúa en la actualidad, una zozobra; la toma de rehenes y con un porcentaje de casos cada vez mayor de muertes, sin encontrarse los responsables intelectuales y materiales. Se pronuncian en contra el ejercicio de la libertad periodística y la libertad de expresión de personas que hablan sobre derechos humanos. Seguidamente, hay denuncias graves sobre violencia e intimidación que afectan la labor periodística. La misión investiga denuncias sobre intervenciones telefónicas en perjuicio del Diario Siglo XXI y de un robo realizado en el CERIGUA, por 42 II Informe de MINUGUA, a principios de 1994, p. 13. 33 motivaciones políticas, ante las cuales manifiestan indiferencia los investigadores oficiales, la policía y el Ministerio público. En la toma de poder, llama la atención que el Presidente Álvaro Arzú, cuando asume el 14 de enero de 1996, declara en su discurso inaugural su compromiso con el combate frontal a la impunidad, la erradicación de la discriminación contra la población indígena y la búsqueda de la paz. Empero, el ejercicio de la libertad de expresión padece altos niveles de violencia e intimidación. En la zona rural, hay limitaciones para la defensa de los derechos humanos indígenas y en cuanto a la libertad de prensa, los acontecimientos revelan impactantes atentados contra periodistas, especialmente los secuestros y las torturas contra los comunicadores. Tanto la Radio Sonora como el Diario Siglo XXI sufren agravios serios e intervenciones telefónicas, nada menos que por un organismo de seguridad del Estado, lo cual demuestra el grado de intervención dentro del mismo país y la inseguridad que esta acción genera. Contradictoriamente a lo que hemos comentado, Guatemala exhibe tener un lugar relevante de los derechos humanos en el país. Uno de los documentos de la Misión explica: “Por una parte, textos como la Constitución de la República, el vital de educación de nivel primario o el Programa Educativo sobre Cultura Democrática y Derechos Humanos, otorgan a los derechos humanos un lugar preeminente y conceden a su difusión una atención preferencial. Por otra parte, como indica la tarea verificadora de la Misión, el país mantiene en los hechos fuertes rasgos de intolerancia y discriminación, que lo alejan de una convivencia pacífica, y vive en una cultura de la violencia.”43 En 1996, la Misión verifica las denuncias e informes presentados por periodistas y sus asociaciones gremiales, sobre presiones dirigidas a la censura 43 V Informe de la MINUGUA que comprende el período del 11 de enero al 30 de junio de 1996, p. 6. 34 en los medios de comunicación, procedentes de funcionarios y personas vinculadas al Gobierno, en tanto los personeros político gubernamentales y el Presidente Arzú manifiestan su apoyo a las libertades y seguridades de la sociedad civil y se vanaglorian con argumentos humanitarios. En 1997 y 1998, se desarrolla una polémica entre los medios de comunicación social y las autoridades públicas alrededor del derecho a la libertad de expresión. Los medios y el gobierno y sus políticos se acusan mutuamente de limitar ilegítimamente el derecho a la información. En efecto, la Misión admite la denuncia de la Revista Crónica contra el gobierno por coartar la libre expresión del pensamiento, ante lo cual se aplican medidas de presión hacia los medios de comunicación oficialistas y se visitan a anunciantes y agencias de publicidad. El gobierno no tiene la facultad legal de interferir en las relaciones comerciales y privadas, para ahogar económicamente a los medios de comunicación de esta índole ni puede restringir el libre acceso a las fuentes oficiales de información pública. Hubo como siempre, en el primer semestre de 2000, denuncias de amenazas contra periodistas de los medios nacionales, el diario El periódico y Nuestro Diario, del noticiero radial Guatemala Flash y de la agencia de noticias CERIGUA, a causa de que se acusaron en las publicaciones a personas ligadas a los cuadros castrenses y a la inteligencia militar, denunciando la “existencia de un aparato clandestino de inteligencia.”44 Se cierra también el programa televisivo T-más de Noche, debido a la línea crítica de este espacio, por presiones gubernamentales, lo cual causó indignación pública y un debate entre los medios impresos sobre la 44 Undécimo informe de MINUGUA, en el período 1/12/1999 a 30/6/2000), p. 15. 35 libertad de expresión y la propiedad de los canales de televisión abierta, en contraste con el monopolio de los canales 3, 7, 11 y 13, propiedad de un empresario ligado con el Ministro de Comunicaciones, infraestructura y vivienda, hecho que fue censurado por el Procurador de los derechos humanos y la Sociedad interamericana de prensa. A la vez, se cerraron cinco programas informativos emitidos por televisión de cable local de Jalapa, en donde sí se demostró hubo vínculos entre la propiedad de la empresa y el partido de gobierno. Entre las recomendaciones de la Organización de Estados americanos (OEA) en relación con lo relatado, está que se suspendan las subastas públicas de frecuencias de radiodifusión, que siempre se hicieron, hasta que se cumpla el Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas a poseer radiocomunicación y así no discriminar. Pero, los costos de una licitación son obstáculos para el acceso a las frecuencias por parte de los propietarios de radios comunitarias. Algunos sectores, en esta polémica, estiman que el monopolio empresarial de los medios de comunicación, de la televisión y la prensa escrita, por ejemplo, vulneran seriamente la libertad de expresión y el buen funcionamiento del sistema democrático, “citando para ello la parcialidad política de los noticieros o su censura cuando se trata de temas que podrían afectar los intereses del dueño o personas cercanas a él.”45 Como apreciamos, los denominados Acuerdos de Paz promulgados y las declaraciones por escrito de MINUGUA, no son suficientes para llevar adelante una sociedad hacia una etapa de “transición democrática”. Si bien es cierto, los personeros de la cúpula política paralizan gradualmente la guerrilla, no atenúan la 45 Undécimo informe de MINUGUA, de diciembre 1999 a junio 2000, p. 16. 36 problemática social y los brotes de violencia extrema resultado de esta, ante lo cual sigue habiendo exclusión social y pobreza de la mayoría guatemalteca. VIII. Conclusiones La prensa posee una posición clave en el sistema de la comunicación, la política y lo político y, a su vez, la comunicación se ve influida, nutrida y/o afectada por la praxis de los agentes políticos. Dentro de este sistema, los medios de comunicación, como subcampo político, revelan no solo una visión de mundo, sino el funcionamiento de las instituciones políticas en sus aspectos comunicacionales, así como las instituciones de los medios en sus aspectos políticos. Indudablemente, para el caso salvadoreño y guatemalteco, la prensa es crucial en el diálogo social y en la construcción del proyecto democrático a favor de las mayorías inscritas en una sociedad cada vez más exigente. O sea, cualquier análisis sobre la transición hacia la pacificación, la democratización y la reconciliación nacional de estos países, debe necesariamente analizar la gestión social de los medios de comunicación y sus periodistas, tanto los populares como aquellos oficialistas representantes de otros sectores. De ahí que, consideremos la herencia de la funcionalidad social y los componentes discursivos de Radio Venceremos, de 1981 a 1992, así como los nuevos medios de comunicación comunitarios y alternativos en El Salvador fundados después de la guerra civil. De la misma manera, no dejamos de considerar que la creación y consolidación de la democracia en Guatemala depende, en mucho, de la función crítica, independiente, comprometida y educadora de los comunicadores y sus medios alternativos, así como de su pluralidad y profesionalización en este país. Pero, sí creemos que es tarea harto difícil. Por ejemplo, hasta tanto no se faciliten las 37 frecuencias comunicacionales para proyectos indígenas, es decir, a la mayoría de la población de Guatemala, no habrá democracia en proceso. Pese a los avances periodísticos y sus contribuciones, sobre todo en El Salvador, y hasta que las desigualdades sociales y políticas se solucionen parcialmente, tanto la prensa guatemalteca como la salvadoreña carecen de independencia de sus anunciantes, por el vínculo gobierno-empresas, y de la falta de acceso a las informaciones oficiales. Aunque ambos países tengan la satanización de los mantos político partidistas, la gran contribución histórica, principalmente en El Salvador, de los medios de comunicación, es que han creado mentes pensantes e interiorizado la conciencia de lo que no es democracia.