TEMA 2 LA ENFERMEDAD MENTAL. CLASIFICACIÓN Salud (OMS): Estado de bienestar completo físico, mental y social. La Teoría General de Sistemas (TGS) postula que todas las criaturas vivientes forman parte de sistemas, definiendo estos últimos como un complejo de elementos interrelacionados. Los sistemas vivientes son sistemas complejos, organizados jerárquicamente y compuestos de diferentes niveles: célula (antes incluso, molécula, enzima, organelo, etc.) - órgano - sistema de órganos - organismo - grupo organización – sociedad - sistema supranacional. Cada sistema de nivel superior posee características que emergen sólo a ese nivel, pero estas propiedades que van emergiendo no pueden ser completamente entendidas simplemente como una suma de las partes que componen dicha propiedad. El enfoque de la TGS nos ayuda a entender ciertos aspectos de la psicopatología individual o grupal, como por ejemplo malfuncionamiento o desperfecto del sistema. En 1977 Engel propone el modelo bio-psico-social, que acepta que los factores determinantes de cualquier desequilibrio pueden ser de tres tipos: biológicos, psicológicos y sociales. Engel critica el modelo médico tradicional por sus planteamientos reduccionistas y mecanicistas y los califica de dogmáticos. La enfermedad hasta esa época es considerada como un modelo unifactorial, que sólo tenía en cuenta la disfunción biológica, conceptualizada como un proceso simple y que permitía una relación de poder obediencia del paciente. COMPORTAMIENTO NORMAL Y ANORMAL Conducta normal: capacidad que tiene un hombre para funcionar adecuadamente como miembro de una sociedad y también como un individuo. Las características generales de una persona normal son: Tener un buen conocimiento y aceptación de sí mismo. Considerarse competente y exitosa. Tener un buen sentido de autonomía o independencia. Percibir la realidad objetivamente. Pensar con bastante racionalidad. Poder establecer relaciones armoniosas y duraderas. 1 No dejarse abrumar por los problemas, sino tratar de resolverlos. Se admiten en la actualidad dos tipos de normalidades: o Social: las personas más ajustadas socialmente o con personalidad exteriormente orientada, generalmente tienden a considerar las normas, leyes y tradiciones, como sensatas y buenas para todas las ocasiones, ya que no funcionan efectivamente si no se someten a ellas. o Individual: las personas más ajustadas individualmente o con personalidad interiormente orientada, generalmente tienden a considerar que “no hay reglas, leyes o tradiciones que se apliquen universalmente”. Por consiguiente, las personas con personalidad interiormente orientadas, tienden a comportarse más en función de lo que creen o consideran, y tienden a ser sensatas en cada ocasión. Conducta anormal: conducta irregular o incapacidad de un individuo de funcionar adecuadamente como miembro de una sociedad y como sujeto. Una persona demuestra un comportamiento anormal, cuando: Sus procesos mentales (atender, percibir, recordar, razonar, imaginar, etc.) están perturbados. No es capaz de manejar adecuadamente sus emociones (tristezas, ansiedad, culpabilidad) y las tiene por demasiado tiempo y con una intensidad que su vida se torna trastornada en su totalidad. Su conducta se desvía considerablemente de las normas, leyes y valores sociales. Los investigadores no han logrado llegar a un consenso, en cuanto a la determinación de los límites que distinguen las conductas normales y patológicas del comportamiento y existen varios criterios: Criterio estadístico: se define la normalidad como lo que hace la mayoría de un conjunto de individuos o lo que está cerca del promedio de la conducta. Teóricamente el concepto estadístico es útil, pero si confrontamos los 2 resultados empíricos de los hechos con las predicciones estadísticas no siempre hay relación. Criterio de adaptabilidad a las normas y valores sociales: postula que la normalidad implica acatamiento de las reglas sociales por parte de los miembros de un grupo social, en tanto que la anormalidad es propia de las minorías que transgreden las disposiciones impuestas por la sociedad. Es fácil comprobar, no obstante, que en algunas circunstancias un grado notable de inconformidad, ejercido por las mayorías, puede ser considerado deseable y, por lo tanto, normal. Criterio idealista de la dicotomía normal – anormal: se basa en la consideración de que los valores orientan la vida y la conducta de los individuos, de acuerdo con lo conveniente y deseable para todos los miembros de una colectividad. Criterio evolutivo: se funda en la idea de que se producen cambios importantes entre las diversas etapas de la vida de los individuos, hechos que inciden directamente en la distinción de lo normal y anormal. Criterio sociocultural: cada sociedad, cada clase social y cada subcultura valoran, sancionan y emulan conductas muy distintas, de lo que se desprende que un comportamiento inaceptable para un grupo social puede ser deseable para otro. Criterio conductual: otros indicadores útiles son la observación meticulosa de la intensidad, frecuencia y duración de un comportamiento indeseable. Pero además, debemos tener en cuenta el concepto de comportamiento disfuncional, entendido como aquel comportamiento que se aparta de esa norma establecida. En nuestra cultura, por ejemplo, las personas que hablan sin cesar consigo mismas, se desnudan en público o se ríen de manera incontrolable sin ninguna razón evidente son consideradas anormales debido a que la mayoría de las personas no se comportan de esa manera. EVOLUCIÓN DE LA ENFERMEDAD MENTAL Trastorno mental (DSM-IV-TR): enfermedad con manifestaciones psicológicas o de comportamiento asociada con angustia considerable y deterioro del funcionamiento debido a alteraciones biológicas, sociales, psicológicas, genéticas, físicas o químicas. Formas de enfermar, en función de su curso evolutivo: Curso evolutivo Agudo: enfermedad que el sujeto siente como un paréntesis en su biografía y no la ha incorporado con carácter más o menos definitivo a sus hábitos biográficos. Se dividen en: 3 o Reversibles: permanece la personalidad premórbida tras la resolución del episodio agudo. Dentro de las formas agudas reversibles están: Fase: Alteración de la vida psíquica caracterizada por una instauración rápida, en días o semanas. La duración tiende a la limitación temporal, en semanas, meses o años. En su aparición no se encuentra un desencadenante exógeno; en caso de existir éste, no guarda relación con la clínica. La evolución es independiente de las vivencias externas. Esta alteración va a condicionar todo el funcionamiento psíquico del sujeto. Las fases suelen presentar un curso recurrente. El ejemplo prototípico son las fases de la psicosis maníaco-depresiva. Acceso: Se caracteriza por una instauración súbita, en segundos o minutos. La duración puede ir de minutos a horas, característica que la diferencia de la fase. Nuevamente no se encuentra un desencadenante exógeno. La alteración condiciona a todo el funcionamiento psíquico del sujeto. El ejemplo clásico es el ataque epiléptico. Periodos: Fases de similares características clínicas que tienen un patrón de presentación cíclico. Por ejemplo, las depresiones estacionales, en las que el paciente tiene fases depresivas en determinadas épocas, año tras año, llegando a prever su aparición. Alternancia: Una misma enfermedad puede presentarse con manifestaciones distintas en diferentes momentos evolutivos. El sujeto puede presentar síntomas somáticos, permaneciendo los psíquicos en segundo lugar. Por ejemplo, un dolor difuso, puede ser la principal queja de un paciente, sin embargo, investigando la historia clínica encontramos un fondo depresivo. Reacción: Respuesta aguda de la psique ante una vivencia, se caracteriza por una instauración súbita (segundos o minutos) o rápida (días o semanas). La duración es variable. Aparece como respuesta a un desencadenante exógeno. Hay distintos tipos de reacción, podemos ver reacciones relacionadas con la vivencia, de forma que no se hubiera producido sin ella (duelo por la muerte de un hijo) o aquellas reacciones que sólo podemos llegar a comprender indagando en la historia personal del sujeto (se suelen producir en las neurosis, por ejemplo, un síndrome depresivo tras una disputa con un ser querido). El segundo tipo de reacción es aquella en que la vivencia actuaría como precipitante de una patología que hubiera aparecido finalmente aún sin ese motivo (una fase maníaca tras un divorcio). 4 Irreversibles: cuando la personalidad premórbida queda transformada tras la resolución del episodio agudo. Dentro de las formas agudas irreversibles está el: Brote: instauración rápida, en días o semanas. La duración tiende a la autolimitación temporal en semanas, meses o años. No existe un desencadenante exógeno, si hubiese un agente estresante, éste no guarda relación de sentido con la clínica. La diferencia entre fase y brote es que después del momento agudo, en el brote, hay una ruptura entre la personalidad previa y la actual. El ejemplo característico es el brote esquizofrénico. Curso evolutivo Crónico Trastornos orgánicos o funcionales que obligan a una modificación del modo de vida del paciente, y que han persistido o es probable que persistan durante largo tiempo. Dentro de las formas crónicas se distinguen: Proceso: Fenómeno que viene definido por la irrupción de algo nuevo, que transforma la personalidad previa del sujeto y por su permanencia. Permanencia no significa necesariamente progresión, pudiendo permanecer un cuadro estable tras la transformación. La instauración es brusca y la duración crónica. La afectación de la vida psíquica es global, es decir, toda la conducta del sujeto se estructura en función de la transformación. Las enfermedades que habitualmente siguen un curso procesal son típicamente: la esquizofrenia y las demencias. Desarrollo: Exageración progresiva de rasgos de la personalidad del sujeto hasta hacerse patológicos. Su instauración es insidiosa, siendo a menudo difícil de precisar el momento de comienzo. La duración es lentamente progresiva, pudiendo o no exacerbarse ante circunstancias externas. No hay una ruptura de la personalidad previa. La afectación de la vida psíquica es circunscrita a los rasgos exagerados, es decir, la alteración se configura aislada del resto de las funciones psíquicas. Las enfermedades que pueden tener un curso de este tipo son las neurosis y los trastornos delirantes, así como los trastornos de la personalidad. MODELOS DE NOSOLOGÍA PSIQUIÁTRICA Diagnóstico: proceso de asignación de un paciente a una categoría en función de sus atributos clínicos. Nosología: Cuando los elementos o entidades a clasificar son patologías (enfermedades, trastornos o síndromes). 5 Los sistemas de clasificación para el diagnóstico psiquiátrico tienen varios propósitos: Distinguir un diagnóstico psiquiátrico de otro, a fin de que los clínicos puedan brindar el tratamiento más eficaz. Establecer un lenguaje común a todos los profesionales de la salud. Utilidad estadística. Sistemas de clasificación y diagnóstico de los trastornos mentales más relevantes: El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) se utiliza en EEUU. Comienza en 1952. En el año 2000 se publica la cuarta edición. Emplea un enfoque descriptivo, que exige comprobar la presencia de los signos y los síntomas característicos de cada trastorno antes de efectuar el diagnóstico. La Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados (CIE) es utilizada en Europa. El texto de la décima revisión (CIE-10) se aprobó en 1989 y la Organización Mundial de la Salud (OMS) acordó su introducción a partir de enero de 1993. En general, el sistema del DSM ha conseguido una aceptación superior al sistema de la OMS. Una característica del DSM es que es un sistema multiaxial, es decir, tiene cinco ejes de evaluación que proporcionan información independiente para una valoración más global de cada paciente: Eje I: Trastornos psiquiátricos principales. Se incluyen todas las enfermedades mentales y otros problemas que pueden ser objeto de atención. Eje II: Trastornos de Personalidad y del desarrollo. Están los trastornos de personalidad y el retraso mental, ya que por sí solas no pueden considerarse una enfermedad mental. Eje III: Enfermedades médicas relacionadas con el trastorno mental. Están las enfermedades médicas que pueden influir en la patología del paciente. Estos tres primeros ejes son los que siempre deben codificarse. Los restantes, IV y V, son opcionales: Eje IV: Problemas psicológicos y ambientales. Se incluyen los problemas psicosociales y ambientales. Sólo deben registrarse aquellos de importancia en el último año, por regla general. 6 Eje V: Nivel general de actividad del sujeto. Registra la evaluación de la actividad global del sujeto en el último año. Para ello se utiliza la escala GAF (Global Assessment of Functioning) que debe aplicarse al momento presente y de forma opcional a otro periodo de tiempo. Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados (CIE-10) F00-F09: Trastornos mentales orgánicos, incluidos los sintomáticos. F10-F19: Trastornos mentales y de comportamiento por consumo de psicotropas. sustancias F20-F29: Esquizofrenia, trastorno esquizotípico y trastorno con ideas delirantes. F30-F39: Trastornos del humor (afectivos). F40-F49: Trastornos neuróticos, secundarios a estrés y somatomorfos. F50-F59: Trastorno del comportamiento asociados a disfunciones fisiológicas y a factores somáticos. F60-F69: Trastornos de la personalidad y del comportamiento adulto. F70-F79: Retraso mental. F80-F89: Trastornos del desarrollo psicológico. F90-F99: Trastorno del comportamiento y de las emociones de inicio en la infancia y adolescencia. Ambos sistemas constituyen clasificaciones descriptivas y no etiológicas. Los criterios diagnósticos específicos deben servir solamente como una guía y usarse con juicio clínico, que puede justificar el diagnóstico de un individuo a pesar de que sus signos y síntomas no cumplan con todos los criterios diagnósticos (siempre que tales signos y síntomas persistan durante largo tiempo). Se trabaja para entrelazar definitivamente los dos grandes sistemas de clasificación CIE-11 y DSM-V. Un tema discutido, pero aceptado, ha sido el paso de los trastornos de personalidad del eje II al I, quedando el eje II reservado a rasgos de personalidad, índice de escalas y prototipos definidos. También se ha propuesto la introducción de 7 un eje dedicado al funcionamiento del individuo que estaría representado por la escala de Evaluación del Funcionamiento Social y Ocupacional. LA CONDUCTA DE ENFERMEDAD El concepto de enfermedad se refiere a modelos científicos limitados que implican una constelación de síntomas y a los procesos patológicos que subyacen a aquellos. El concepto de conducta de enfermedad describe “el modo en que las personas responden ante las percepciones corporales y las condiciones bajo las cuales se encuentran para llegar a percibirlas como anormales”. La conducta de enfermedad incluye tanto la manera en que los individuos perciben, definen y evalúan sus síntomas, como la respuesta a los síntomas y a su evolución a lo largo del curso de la enfermedad, y también la forma en que ésta afecta a la conducta, a la búsqueda de soluciones y a la respuesta al tratamiento. Las diferencias posibles en estas percepciones, evaluación y respuestas a la enfermedad, pueden tener repercusiones en la intensidad con que los síntomas interfieren en la actividad diaria, en la cronicidad, y en la adecuada cooperación del paciente en el tratamiento. Hay que destacar que las variables que afectan a la conducta de enfermedad comienzan ya antes de que se efectúe una evaluación médica y un tratamiento (Mechanic, 1978). Mechanic señala cuatro acepciones diferentes sobre el concepto de conducta de enfermedad: Como disposición u orientación estable de la persona para responder de una manera determinada a la enfermedad. Como resultado de las interacciones de las personas y el medio ambiente. Modo en que se identifican, evalúan e interpretan los síntomas, incluyendo el proceso por el que se decide el tipo de búsqueda de ayuda. Como respuesta ante la organización y el sistema de servicios de salud, examinando cómo influyen en la respuesta del paciente. Desde una visión fenomenológica Laín Entralgo, distingue diversas vivencias “elementales y constantes”: La invalidez, la molestia o la aflicción, la amenaza, la succión por el cuerpo, la anomalía por la que “el enfermo se encuentra anómalo respecto de la regularidad de su propia vida antes de enfermar y respecto de su 8 apariencia de los no anómalos que le rodean” y el recurso por el que “la enfermedad sirve en ocasiones para evadirse de los quehaceres y las responsabilidades”. Desde una perspectiva de corte psicoanalítico Jeammet y cols., refieren que los efectos psicológicos de la enfermedad implican, en mayor o menor medida, una situación de debilidad y dependencia, por lo que las consecuencias psicológicas para el enfermo vendrían a ser la regresión y la depresión. La regresión sería el mecanismo inevitable que conlleva la reacción de protección ante la enfermedad. La regresión se caracteriza por la emergencia de un comportamiento infantil, con reducción de intereses, egocentrismo, dependencia de los que rodean al enfermo y diferentes formas de pensamiento mágico sobre la omnipotencia del médico. 9