Pulsión, Fantasía y Repetición

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Pulsión, Fantasía y Repetición
Cuando, a partir de su trabajo en la clínica, Freud da cuenta que los síntomas de las
neurosis reconducen, en todos los casos, a la vida sexual infantil de los pacientes, le
otorga a la sexualidad infantil su carácter estructurante del aparato psíquico, puesto que
al constituirse traumática en sí misma, posibilita la emergencia del sujeto psicoanalítico.
“La histeria es la expresión de un comportamiento particular de la función sexual del
individuo, y ese comportamiento ya estuvo marcado de manera decisiva por las
influencias y vivencias que recibieron en la infancia (…) ganamos un motivo para
dirigir nuestra atención a las secuelas de impresiones infantiles, importantes en grado
sumo, aunque hasta hoy enojosamente descuidadas.”1
Freud plantea que la sexualidad humana es una construcción, producto de una elección
de la cual el sujeto es responsable, es decir, es quien determina de esta manera, su
propia neurosis:
“Los síntomas son la práctica sexual de los enfermos”2
A través de esta concepción de sexualidad, Freud rompe con la idea de sexualidad igual
a genitalidad.
“Veo ahí un paralelismo que no deja de ser interesante. Mientras que para la mayoría
“consciente” y “psíquico” son lo mismo, nosotros nos vimos precisados a ampliar este
último concepto y a admitir algo psíquico que no es consciente, y sucede algo parecido
cuando otros declaran idénticos “sexual” y “perteneciente a la reproducción” –o si
quieren decirlo más brevemente, “genital”– mientras que nosotros debemos admitir que
algo “sexual” no es genital, ni tiene nada que ver con la reproducción.”3
El estado de indefensión propio en el que nace el ser humano lleva a que un otro lo
auxilie a través de su palabra, y con esta acción específica le posibilite al aparato
psíquico salir del displacer. Dada la imposibilidad por parte del sujeto de recuperar la
identidad de percepción de esta primera vivencia de satisfacción, es que ella se
constituye en instancia mítica, que sostiene la inscripción de la huella mnémica en el
aparato psíquico. De este modo, siempre habrá un resto entre lo buscado y lo
encontrado, que mantiene la tensión deseante y posibilita la emergencia del deseo
como lo indestructible.
La sexualidad infantil nace apuntalándose (anlehnen) en funciones corporales
importantes para la conservación de la vida y puesto que la satisfacción libidinal se
encuentra en el cuerpo propio, es autoerótica. En la infancia, la meta sexual se encuentra
bajo el dominio de una zona erógena, entendida como sector de la piel o de la mucosa
en la que estimulaciones de cierta clase, provocan una sensación placentera de
determinada cualidad.4
Freud, S. “Mis Tesis sobre el Papel de la Sexualidad en la Etiología de las Neurosis, 1905, pág. 265
Freud, S. “Tres Ensayos de una Teoría Sexual, 1905, pág. 148
3
Freud, S. “21ª. Conferencia. Desarrollo Libidinal y Organizaciones Sexuales” pág. 292
4
Freud, S. “Tres Ensayos de una Teoría Sexual” (1905) pág. 166
1
2
1
A partir del estudio de la perversiones Freud advierte como en ellas se evidencian los
desvíos que se establecen en cuanto al objeto y a la meta de la satisfacción sexual.
“La experiencia recogida con los casos considerados anormales nos enseña que entre
pulsión sexual y objeto sexual no hay sino una soldadura que corríamos el riesgo de no
ver a causa de regular correspondencia del cuadro normal donde la pulsión parece traer
consigo al objeto.”5
Asimismo, a partir de la observación de las conductas infantiles, Freud da cuenta de las
exteriorizaciones de la sexualidad infantil y cita al chupeteo (Ludeln) como un modo de
práctica sexual infantil:
“El chupeteo (Ludeln) que aparece ya en el lactante y puede conservarse hasta la
madurez o persistir toda la vida, consiste en un contacto de succión con la boca (los
labios), repetido rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición (…) Por esta vía,
muchos niños pasan del chupeteo a la masturbación.”6
De esta manera, la sexualidad infantil se entiende como la búsqueda de placer –ya
vivenciado y ahora recordado- en zonas erógenas, en zonas del cuerpo libidinal.
Al introducir el concepto de Pulsión (Trieb) Freud funda el campo epistémico del
psicoanálisis, puesto que deslinda lo orgánico de lo corporal, ubicando al cuerpo
libidinalmente investido como escenario de los procesos anímicos, escenario del alma
humana significada por la palabra. Es por ello, que la pulsión es el efecto de un lazo
con un otro y sólo es posible a través de la operación de la palabra sobre el organismo.
“Si ahora desde el aspecto biológico pasamos a la consideración de la vida anímica, la
pulsión (Trieb) nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático,
como un representante (Repräsentant) psíquico de los estímulos del interior del cuerpo
que alcanzan el alma, como una medida de la exigencia del trabajo que es impuesta a lo
anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal.”7
Teniendo en cuenta que el concepto de la palabra de la lengua alemana “Trieb” está
relacionado con el significado del verbo “treiben”: empujar, hacer de manera
irreprimible y esforzada, puede entenderse su sentido como un quehacer irreprimible y
esforzante. A su vez, es importante señalar que la palabra “Reize”, plural del sustantivo
Reiz) tiene distintos significados: estimulaciones, incitaciones, encantos. De esta
manera, el concepto Pulsión (Trieb) puede ser entendido como el efecto de la palabra
sobre el organismo que, como una estimulación constante, incita a lo anímico a un
quehacer irreprimible y esforzante, que busca satisfacción en las zonas erógenas, es
decir, que busca placer en los encantos del cuerpo libidinal.
Para la mejor comprensión del circuito pulsional autoerótico, Freud introduce cuatro
términos que están conectados con el de pulsión (Trieb). A saber: El esfuerzo (Drang)
de una pulsión es su fuerza constante; la meta (Ziel) de una pulsión es la satisfacción
como cancelación del estado de estimulación en la fuente de la pulsión; el objeto
Freud, S. “Tres Ensayos de una Teoría Sexual”, 1905, pág. 134
Freud, S. “Tres Ensayos de una Teoría Sexual”, 1905, pág. 163
7
Freud, S. “Pulsiones y Destinos de Pulsión, 1915, pág. 117
5
6
2
(Objekt) de una pulsión es de carácter variable y contingente. Se fija a través de un
íntimo lazo con la pulsión, en relación a ser apto para que ésta se satisfaga; la fuente
(Quelle) de una pulsión es aquel proceso somático, interior a una parte del cuerpo, cuyo
estímulo es representado (repräsentiert) en la vida anímica por la pulsión. Tanto el
objeto como la meta de la pulsión varían, de acuerdo a la historia sexual infantil de cada
sujeto.
A diferencia del estímulo externo que actúa como una fuerza de choque momentánea y
del cual el sujeto tiene la posibilidad de fuga motora, la pulsión actúa como fuerza de
choque constante que obra desde el interior del sujeto y de la cual no le es posible
sustraerse.
Freud sostiene que la pulsión es un proceso dinámico y, a través de la formulación del
primer modelo pulsional, busca poner en evidencia el conflicto subyacente a todas las
neurosis de transferencia (histeria y neurosis obsesiva), que surge de las demandas de
las pulsiones sexuales que buscan satisfacerse y de las pulsiones de autoconservación o
yoicas, al servicio del yo concsiente.
“El psicoanálisis es una concepción dinámica que reconduce la vida anímica a un juego
de fuerzas que se promueven unas a otras (…) De particularísimo valor para nuestro
ensayo explicativo es la inequívoca oposición entre las pulsiones que sirven a la
sexualidad, a la ganancia de placer sexual, y aquellas otras que tienen por meta la
autoconservación del individuo, las pulsiones yoicas (…) El placer sexual no se anuda
meramente a la función de los genitales; la boca sirve para besar tanto como para la
acción de comer y la comunicación lingüística, y los ojos no sólo perciben las
alteraciones del mundo exterior importantes para la conservación de la vida, sino
también las propiedades de los objetos por medio de los cuales éstos son elevados a la
condición de la elección amorosa: sus “encantos” (Reize). Pues bien, en este punto se
confirma que a nadie le resulta fácil servir a dos amos al mismo tiempo.”8
En el curso de su desarrollo, las pulsiones sexuales experimentan distintos destinos, que
no son más que diferentes modos de defensa contra las mismas. Como primer destino se
encuentra el trastorno hacia lo contrario, es decir, la vuelta de una pulsión de la
actividad a la pasividad (sadismo-masoquismo), teniendo en cuenta que el trastorno sólo
atañe a las metas. Por otro lado, el trastorno en cuanto a contenido, como la mudanza de
amor en odio. La vuelta hacia la propia persona, que constituye otro de los destinos,
consiste en un proceso por el cual se produce el cambio de vía del objeto, pero en el que
sin embargo, la meta no cambia. Como tercer destino o defensa contra las pulsiones
sexuales está la represión, que sólo puede surgir si se ha producido una clara escisión
entre los procesos conscientes y los procesos inconscientes del alma. Antes de esta
separación, sólo la mudanza hacia lo contrario y la vuelta hacia la persona propia eran
las únicas defensas contra las mociones pulsionales.
Para la emergencia del Inconsciente fue necesaria que una contrainvestidura
preconsciente, produjera una represión primordial en la que se le deniega el acceso a la
consciencia a una agencia representante de una pulsión. Entonces la pulsión se fija a la
agencia representante reprimida, que permanece inmutable. En una segunda etapa de la
represión, ésta recae sobre los retoños de la agencia representante reprimida, como así
8
Freud, S. “Perturbaciones Psicógenas de la Visión, 1905, pág. 117
3
también sobre otras representaciones que se han vinculado a ella. Freud señala que no se
trata sólo de la represión ejercida desde lo consciente, sino que también hay que tener en
cuenta la atracción que ejerce lo reprimido primordial sobre todo lo que entra en su
conexión. El mantenimiento del equilibrio entre la presión (Druck) continua hacia lo
consciente y la contrapresión – re-presión – (Gegendruck) hacia lo inconsciente,
demanda un gasto de energía, por lo cual, su cese trae por consecuencia, un ahorro de
esta energía al aparato psíquico.
A través de su trabajo en la clínica, Freud advierte que en la represión de una agencia
representante–representación (Vorstellungsrepräsentanz) interviene otro elemento
denominado monto de afecto (Affektbetrag) que representa (repräsentiert) a la pulsión y
puede experimentar un destino completamente diverso al de la representación reprimida
desaparecida de la conciencia. Este factor cuantitativo, según muestra el psicoanálisis,
tiene tres destinos posibles. Por lo tanto, puede:
“ser sofocado por completo de suerte que nada se descubre de él, o sale a la luz como un
afecto coloreado cualitativamente de algún modo, o se muda en angustia.”9
De aquí se desprenden entonces, los otros destinos de pulsión o modos de defensa
contra ella: la sublimación, que consiste en el desvío de la excitación sexual hacia una
meta nueva, a través de la cual se adquieren poderosos componentes para todos los
logros culturales y por último, la trasposición de la pulsión sexual en angustia.
Con relación al término “Vorstellungsrepräsentanz” y teniendo en cuenta que como es
el caso de muchas otras palabras de la lengua alemana, surge de la ensambladura de
otros dos términos que hacen al enriquecimiento del concepto de la palabra ensamblada.
En este caso, “Vorstellungsrepräsentanz” está compuesta por “Vorstellung” que tiene a
su vez, diferentes sentidos: representación, presentación o representación como función
o puesta en escena. A su vez, “Vorstellung” puede ser descompuesta en “vor”:
preposición que significa delante de y “Stellung”, sustantivo que significa
posicionamiento. Este a su vez está relacionado con el verbo “stellen”, que significa
colocar, posicionar. Luego, “Repräsentanz” se entiende como la agencia representante,
en el sentido de una empresa o servicio destinada/o a gestionar asuntos ajenos (en
representación de). De esta manera, “Vorstellungsrepräsentanz” se entiende como la
agencia representante de una representación reprimida (verdrängt), que a modo de signo
inscribe una huella inconsciente que antepone, impone (vor stellen: posiciona/pone
delante de) a lo anímico una exigencia de trabajo (Drang) que logra expresarse, en
función de su monto de afecto, en una puesta en escena o representación (Vorstellung)
en la fantasía (Phantasie) y que a su vez, también logra convertirse, presentarse en su
transcripción a modo de puesta en escena (Vorstellung) como expresión desfigurada en
lo corporal.
“Los síntomas de los histéricos (…) son el sustituto – la transcripción, por así decir, de
una serie de procesos anímicos investidos de afecto, deseos, aspiraciones, a los que en
virtud de un particular proceso psíquico (la represión) se le ha denegado (frustrado) el
acceso a su tramitación en una actividad psíquica susceptible de conciencia. Y entonces,
éstas formaciones de pensamiento que han quedado relegadas al estado de lo
inconsciente, aspiran a una expresión proporcionada a su valor afectivo, a una descarga,
9
Freud, S., “Pulsiones y Destinos de Pulsión, 1915, pág. 149
4
y en el caso de una histeria la encuentran en el proceso de la conversión en fenómenos
somáticos: precisamente, los síntomas histéricos.”10
En la infancia, las pulsiones sexuales son múltiples, operan independientemente y se
satisfacen en distintas zonas erógenas, la oral, la anal, la fálica. En este sentido, es
autoerótica, ya que el cuerpo del niño es el propio objeto de la satisfacción pulsional.
En la pubertad, las pulsiones parciales ya no operan independientemente y, si bien hay
pulsiones parciales en juego, no implica esto el máximo placer en cada una de ellas,
sino que provocan un encadenamiento que lleva al incremento de la excitación.
Freud plantea la sexualidad humana en dos momentos y para ello alude a la amnesia
infantil, que cubre los primeros años de la mayoría de los seres humanos, convierte a la
infancia en un tiempo anterior y deja ocultos los inicios de su vida sexual. Asimismo, la
compara con la amnesia observada en los neuróticos respecto de sus vivencias
posteriores y cuyo fundamento es la represión, un apartamiento de la conciencia, “un no
querer saber”.
“Los resultados de la elección infantil de objeto se prolongan hasta una época tardía, o
bien se los conserva tal cual o bien experimental una renovación en la época de la
pubertad. Pero demuestran ser inaplicable, y ello a consecuencia del desarrollo de la
represión que se sitúa entre ambas fases.”11
Durante el período de latencia (entre la amnesia infantil y la pubertad) se construyen los
“diques pulsionales (el asco, la vergüenza y la moral) que son poderes anímicos que
inhibirán luego el camino de la pulsión sexual, angostando su curso. De esta manera, en
la medida que la actividad pulsional autoerótica se halla limitada por los diques de la
cultura, la satisfacción es obtenida por el sujeto a través de la fantasía.
En su obra “El creador literario y el fantaseo” de 1908, Freud da cuenta que según
sostienen los poetas mismos “en todo hombre se esconde un poeta, y que el último
poeta desaparecerá con el último de los hombres.”12
En este sentido, Freud advierte que ya el niño a través de su ocupación preferida, el
juego, a semejanza del poeta, inserta los objetos de su mundo en un orden nuevo, creado
y compuesto para su satisfacción. Es por ello, que el niño toma muy en serio su juego y
deposita en él grandes montos de afecto. De esta manera, el niño diferencia la seriedad
de la realidad efectiva, situando a esta última en oposición al juego.
Al jugar, el niño suele apuntalar sus objetos y situaciones imaginarias en elementos
tangibles y manifiestos de la realidad. Es este apuntalamiento lo único que distingue al
juego del fantaseo. De igual manera que el niño que juega, el poeta crea, compone un
mundo de fantasía a su entera satisfacción y que por ello, toma con mucha seriedad,
otorgándole grandes montos de afecto, y oponiéndolo asimismo a la realidad efectiva.
Freud pone de relieve como el lenguaje evidencia la íntima relación que existe entre
juego infantil y creación poética, puesto que condensa y desplaza estos significados en
10
11
12
Freud, S.,“Tres Ensayos de una Teoría Sexual”,1905, pág. 149
Freud, S.,“Tres Ensayos de una Teoría Sexual”,1905, pág. 182
Freud, S.,“El Creador Literario y el Fantaseo”, 1908, pág. 127
5
una misma palabra. De este modo, comenzando por concepto de la palabra “Spiel”, que
como sustantivo tiene dos sentidos: por un lado “juego” y por el otro, “escenificación
del poeta, interpretación teatral o puesta en escena del compositor, que requieren al
igual que el juego infantil de un apuntalamiento en objetos perceptibles y que pueden
ser figuradas por quien las figura. Continuando con la palabra “Lustspiel” y teniendo en
cuenta que ensambla a otros dos términos: “Lust”, que significa placer, ganas y que a su
vez tiene relación con el adjetivo “lustig” que significa alegre, cómico, divertido.
Luego, “Spiel”, que como se menciona más arriba implica el concepto de juego infantil
como el de interpretación teatral, puesta en escena del compositor o escenificación del
poeta, el concepto del sustantivo “Lustspiel” puede entenderase como juego alegre,
divertido como también comedia teatral. Siguiendo con el concepto de la palabra
“Trauerspiel” compuesta a su vez por dos sustantivos “Trauer” que significa duelo,
tristeza y que a su vez establece relación con el adjetivo traurig que significa triste y
“Spiel” (juego infantil o escenificación del poeta), puede entenderse entonces el
concepto de Trauerspiel como comedia dramática, drama, tragedia o juego triste,
trágico. Por último, la palabra “Schauspieler” que surge de la ensambladura de “Schau”,
sustantivo que significa espectáculo teatral, exposición, exhibición, que a su vez se
relaciona con el verbo “schauen” cuyo sentido es mirar; teniendo en cuenta luego que
“Spieler” significa jugador o ejecutante de una obra teatral, ejecutante de una
composición artística como actor, se puede comprender el significado del concepto de la
palabra “Schauspieler” como actor dramático, actor teatral, como así también como el
jugador que se exhibe, el sujeto que juega al espectáculo.
Freud plantea que la irrealidad creada poéticamente le permite al artista, a través de su
técnica, transformar lo que le resulta penoso en la realidad, en gozoso en el juego de la
fantasía.
Al crecer el niño y ya convertido en el adulto, éste deja de jugar y aún, cuando en
apariencia pareciera haber renunciado al placer que una vez conoció en el juego, sólo lo
permuta, lo subroga, y ya no apuntala su quehacer en objetos reales. El placer, la
satisfacción que antes obtenía a través del juego, ahora la obtiene a través de la fantasía.
A diferencia del juego, que está dirigido por deseos que el niño no tiene motivo de
esconder, las fantasías de los adultos los avergüenzan, puesto que están basadas en
deseos infantiles, no permitidos. Por ello, Freud señala que sólo fantasea aquel que está
insatisfecho, ya que la fuerza pulsional de las fantasías son deseos insatisfechos. En este
sentido, cada fantasía (Phantasie) es un cumplimiento de deseo que enmienda la
realidad insatisfecha.
En relación al concepto de la palabra “fantasieren”/”phantasieren” (verbo fantasear), es
importante tener en cuenta su vínculo con el sustantivo “Phantasie” (fantasía). En este
sentido, citando un sinónimo de esta última palabra: “Einbildungskraft” que surge de la
ensambladura de “Einbildung” (ilusión, figuración, imaginación) y de Kraft (fuerza) y
teniendo en cuenta la relación semántica que tiene Phantasie con Phantom (imagen
impresa en la fantasía) y Phantasmagorie (arte de representar figuras, ilusión de los
sentidos desprovista de la realidad y de alguna manera inquietante) puede entenderse el
concepto de “phantasieren”(fantasear, desvariar, improvisar en sentido creativo) como
el quehacer investido de fuerza imaginativa, ilusoria, figurativa, creativa, representado
en una ilusión de los sentidos desprovista de la realidad y de alguna manera inquietante.
6
Si bien la fantasía consiste en un único y monótono guión, los productos del fantasear
son flexibles y cambiantes de acuerdo a las variantes exigencias de la vida, que les
imprimen una “marca temporal.”13
A partir del fuerte vínculo que se establece entre la fantasía y el tiempo, es viable
sostener que una fantasía fluctúa entre tres momentos temporales del representar:
“El trabajo anímico se anuda a una ocasión del presente que fue capaz de despertar los
grandes deseos de la persona; desde ahí se remonta al recuerdo de una vivencia anterior,
infantil las más de las veces, en que aquel deseo se cumplía y, entonces, crea una
situación referida al futuro, que se figura como el cumplimiento de ese deseo,
justamente el sueño diurno (Tagtraum) o fantasía (Phantasie) en que van impresas
huellas de su origen en la ocasión y en el recuerdo. Vale decir, pasado, presente y futuro
como las cuentas de un collar engarzado por el deseo.”14
Si las fantasías proliferan y se tornan hiperpotentes (übermächtig) se generan las
condiciones para que sobrevenga la enfermedad (neurosis, psicosis). De esta manera, las
fantasías se constituyen en el paso previo a los síntomas patológicos que presentan los
pacientes. Cuando el poeta supera, a través del tratamiento artísticamente estético, la
crudeza y la monotonía de la fantasía, logra entonces producir el placer que emana de la
liberación de tensiones en el interior del alma.
En su texto “Las fantasías histéricas y su relación con la homosexualidad” (1908),
Freud da cuenta de las diferencias que se establecen entre las fantasías paranoicas, las
perversas y las neuróticas.
La fantasía delirante (Wahndichtung: creación poética delirante) es aquella por la cual
se proyecta sobre otros el temor delirante de manera hostil. Por otra parte, las fantasías
de los perversos son aquellas “raras escenificaciones”15 a través de las cuales éstos
obtienen su satisfacción, tanto en la idea como en la realidad. Freud plantea que
formaciones psíquicas análogas se producen en la psiconeurosis, denominadas fantasías
(Phantasien) histéricas y que a partir de ellas se pueden establecer relaciones con los
síntomas neuróticos. En este sentido, Freud menciona a los sueños diurnos (Tagträume)
como arquetipos de la fantasía, como cumplimientos de deseos engendrados por la
privación y la añoranza.16 Sostiene asimismo, que éstos brindan la clave para el
entendimiento de los sueños nocturnos (Traum/Träume), puesto que estos últimos están
formados por las fantasías o sueños diurnos, desfigurados por el sistema conciente.
A través de la observación de los ataques histéricos, Freud da cuenta que ellos consisten
en la emergencia involuntaria de fantasías que, al haber entrado en contradicción con los
ideales del yo, con la conciencia moral, fueron reprimidas y devenido inconscientes.
“Todo síntoma es entonces una expresión desfigurada de una fantasía inconsciente,
tanto como el contenido manifiesto de un sueño (Traum) es la expresión desfigurada de
los pensamientos latentes.”17
13
Delgado, O., Teórico Nro. 11 de Junio de 2007, pág. 10
Freud, S., “El creador literario y el fantaseo”, 1908, pág. 130
15
Freud, S., “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”, 1908, pág. 142
16
Freud, S., “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”, 1908, pág. 142
17
Delgado, O., Teórico Nro. 11 de Junio de 2007, pág. 10
14
7
Freud afirma que la fantasía inconsciente está íntimamente relacionada con la vida
sexual de la persona, ya que es esa fantasía la que le otorgó su satisfacción sexual
durante un período de masturbación.
“El acto masturbatorio (en el sentido más lato, onanista) se componía en esa época de
dos fragmentos: la convocación de la fantasía y la operación activa de autosatisfacción
en la cima de ella.”18
A esta composición de la convocación de la fantasía y la operación activa de
autosatisfacción Freud la define como soldadura.
En un principio la satisfacción sexual es autoerótica (implica ganancia de placer en una
zona erógena del propio cuerpo). Luego, esta satisfacción sexual se une a una
representación-deseo tomada del vínculo del amor de objeto, que le posibilita llevar a
cabo fragmentariamente la culminación de esa fantasía. Al renunciar a la satisfacción
masturbatoria a través de la convocación, ésta última es desalojada de la conciencia.
Entonces, cuando la líbido no halla otra vía de satisfacción, se enlaza a la fantasía
inconsciente que, fortalecida, se expresará en el síntoma patológico, con toda la fuerza
del deseo amoroso.
Freud da cuenta que “los síntomas histéricos figuran la práctica sexual de los enfermos
(…) aún los síntomas más complejos se revelan como las figuraciones “convertidas”
(konvertieren) de fantasías que tienen por contenido una situación sexual.”19
La técnica psicoanalítica permite colegir las fantasías inconsciente desde los síntomas y
les permite su devenir conciente. De este modo, se lleva a la luz su contenido y se logra
advertir entonces, como éste coincide con los modos de la satisfacción que los
perversos obtienen de manera conciente.
“La neurosis es, por así decir, el negativo de la perversión.” 20
Freud señala que las fantasías, procesos de referimiento, mociones de sentimientos y
nexos, como actos puramente internos, deben ser considerados de modo separado de
vivencias, escenas e impresiones en cuanto a su olvido y a su recuerdo. Las vivencias,
impresiones y escenas implican mayormente su “bloqueo” por parte del paciente. Este
puede restringirse a través del despliegue de los recuerdos encubridores o el contenido
manifiesto de los sueños por medio del análisis, ya que ambos representan la esencia
misma de la sexualidad infantil.
En cuanto a las fantasías, procesos de referimiento, mociones de sentimientos, nexos,
Freud plantea:
“Aquí sucede, con particular frecuencia, que se “recuerde” algo que nunca pudo ser
“olvidado” porque en ningún tiempo se lo advirtió, nunca fue consciente; además para
Freud, S., “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”, 1908, pág. 142
Freud, S., “Mis Tesis sobre el Papel de la Sexualidad en la Etiología de las Neurosis”, 1905, pág.
269/270
20
Freud, S., “Tres Ensayos de una Teoría Sexual”, 1905, pág. 150
18
19
8
el decurso psíquico no parece tener importancia alguna que uno de esos “nexos” fuera
consciente y luego se olvidara, o no hubiera llegado nunca a la conciencia. El
convencimiento que el enfermo adquiere en el curso del análisis es por completo
independiente de cualquier recuerdo de esa índole.”21
Sólo a través del sueño se llega a tener noticias del recuerdo de vivencias esenciales de
la temprana infancia, cuya interpretación y resignificación acontece en la pubertad con
efecto retardado (nachträglich).
En relación al concepto de la palabra nachträglich, cuyo significado surge de la
ensambladura de otras dos palabras y que a su vez, hace más compleja y rica la
significación de la ensamblada. Partiendo de que la palabra nachträglich está compuesta
por la preposición “nach” que tiene varios sentidos, uno de localidad (hacia) y otro de
temporalidad (después de) y que “träglich” está vinculado al verbo “tragen” (llevar o
portar) y a “Träger” (sustantivo que significa portante, soporte), se puede entender el
concepto “nachträglich” también como “con efecto retroactivo” de los recuerdos de la
vivencia sexual infantil prematura (pasiva) como así el recuerdo de las acciones
sexuales placenteras (vivencia sexual activa) “portadas” desde la infancia “hacia” la
pubertad. En la pubertad, resignificados culturalmente se hacen inconciliables
(unverträglich: inconciliable, insoportable) para el yo consciente. En ese sentido, las
representaciones inconciliables “después de”, es decir “nachträglich” (con efecto
retardado, con efecto retroactivo) “après coup son retroactivamente inconciliables y
desalojados del comercio asociativo de las representaciones de la consciencia,
deviniendo patógenas.
...” se diría que las fuerzas pulsionales sexuales deben almacenarse en el ser humano
para que, liberadas en la época de la pubertad” (tragen nach, llevadas hacia un contexto
de significación diferente, culturalmente mediado) (...) “puedan servir luego a grandes
fines culturales. A partir de estos nexos acaso se comprenda por qué unas vivencias
sexuales de la infancia forzosamente tendrán un efecto patógeno, pero sólo en mínima
medida despliegan su efecto en la época en que se producen, mucho más sustantivo es
su efecto retardado (nachträglich)” (retroactivo/después de su resignificación) (...) “ que
sólo puede sobrevenir en períodos posteriores a la maduración.”22
Freud da cuenta de cómo cada época supone una concepción diferente para el enfermar
y una concepción distinta para el curar. En este sentido, el olvido en realidad supone un
“no querer saber” del enfermo, que conduce al abandono de la hipnosis y a la
interpretación de las formaciones del inconsciente dinámico que se expresan en el
dispositivo analítico. En el terapia analítica se impone entonces un trabajo que se
constituye a través de la comunicación por parte del analista al analizado de la regla
fundamental del psicoanálisis, la regla de asociación libre, a partir de la cual se lo
exhorta al paciente a decir todo cuanto se le ocurra sin censura, sin juicio previo. Por su
parte el analista debe someterse a la regla de abstinencia, por la cual éste asume la
responsabilidad ética de abstenerse de la satisfacción de sugestionar.
“Debe abstenerse de satisfacer la demanda del paciente de ser sugestionado, porque el
neurótico demanda que se lo sugestione.”23
Freud, S. “Conferencia 28ª. “La terapia analítca, pág. 410/411
Freud, S., “La sexualidad en la etiología de las neurosis”, 1898, pág. 273
23
Delgado, O., Teórico Nro. 19, Septiembre del 2006, pág. 2
21
22
9
En su 28ª. Conferencia, Freud da cuenta que a diferencia de la hipnosis que deja a los
pacientes sin modificación alguna y por ello, proclives a una eventual recaída en el
padecimiento, la terapia analítica modifica su vida anímica de manera duradera,
dejándola al resguardo de nuevas posibilidades de enfermar.
En su texto “Recordar, repetir, reelaborar de 1914, Freud señala que en los tratamientos
de la catarsis breueriana, el recordar consistía en trasladar al paciente a una situación
previa, que no se confundía con la actual y se buscaba que el enfermo reprodujera
(reproduzieren) los procesos psíquicos de la instancia de la formación del síntoma y
posibilitar la abreacción del monto de afecto estrangulado a través de una actividad
consciente.
Freud plantea entonces que en la terapia analítica “el analizado no recuerda, en general,
nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo,
sino como acción, lo repite, sin saber, desde luego, que lo hace.”24
En su texto “Sobre la iniciación del tratamiento” de 1913 Freud destaca el particular
interés que le merecen tanto los primeros síntomas o acciones casuales del paciente,
como así también su primera resistencia ya que denuncian un complejo que gobierna su
neurosis.25
En las neurosis de transferencia Freud observa con particular interés la relación que se
establece entre la compulsión de repetir (wiederholen), la transferencia y la resistencia.
Con relación al concepto de la palabra “wiederholen”(repetir) hay que tener en cuenta
que la ensambladura de dos otros términos que tienen a su vez significados que
aportarán al significado del término ensamblado. Partiendo entonces de “wieder” que
significa: otra vez, de nuevo y siguiendo con “holen” que significa ir en busca de, traer,
podemos entender el concepto de wiederholen como ir otra vez en busca de, traer de
nuevo, traer algo que se ha ido a buscar de nuevo, nuevamente.
La repetición trae de regreso modelos de satisfacción que se constituyen y fijan a partir
de la construcción subjetiva que da forma a los clises como condiciones subjetivas para
la satisfacción, modeladas a partir del encuentro con los otros significativos del mundo
exterior. De esta manera, la líbido como expresión de la pulsión sexual pasa por
distintos momentos, en la medida en que se enlaza a partir del vínculo con los otros. En
este recorrido una parte de la líbido alcanza pleno desarrollo psíquico, quedando a
disposición del yo consciente. Sin embargo, otra parte de la pulsión, en algún
momento, no logra las condiciones para que su satisfacción, produciéndose entonces su
desenlace del mundo exterior y su búsqueda de satisfacción en modos regresivos,
hallando en el síntoma una forma una forma de expresión sustitutiva de la pulsión
sexual.
A partir del dispositivo analítico se logra conmover el lazo de la pulsión sexual con ese
modo de satisfacción sustitutiva que, al quedar desenlazada, se enlaza vía la
transferencia analítica, efecto del trabajo del analista, a la, persona de éste, quien es
responsable entonces de domeñar dicha forma de resistencia desplegada por el paciente,
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Freud, S., “Recordar, repetir, reelaborar, 1914, pág. 152
Freud. S., “Sobre la iniciación del tratamiento”, 1913, pág. 139
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en contra de la prosecución de la cura.
“Toda la líbido, así como toda resistencia, converge en una única relación, la relación
con el médico; es inevitable que los síntomas queden despojados de líbido. En lugar de
la enfermedad propia del paciente, aparece la de la transferencia, producidos
artificialmente; la enfermedad de la transferencia; en lugar de los diversos tipos de
objetos libidinales irreales, aparece como único objeto, también fantaseado: la persona
del médico.”26
Lejos entonces de ser su enfermedad una ocurrencia del pasado, se constituye como
proceso dinámico, poderoso y actual, en el cual la intensidad de la transferencia que se
despliega será proporcional a la intensidad de la resistencia, que a la vez tomará su
fuerza de la represión. El despliegue de la transferencia analítica pone en escena el
modo de satisfacción patológico que se hallaba escondido en el síntoma del analizado.
“Los poderes contra los cuales se libró batalla en el curso de este trabajo terapéutico
son, por un lado, la repugnancia del yo hacia ciertas orientaciones de la líbido,
repugnancia que se exteriorizó como inclinación a reprimir, y, por el otro, la pertinacia
o viscosidad de la líbido, que no quiere abandonar los objetos que una vez invistió.”27
Será entonces como a través de la reelaboración (Durcharbeitung: palabra ensamblada a
partir de los términos “durch”: a través de/ por; “arbeitung” vinculado a “Arbeit”: labor,
trabajo, obra y a “arbeiten”: trabajar), por medio del trabajo que se efectúa a través de la
resistencia desplegada en el trabajo analítico, a partir de la regla fundamental del
psicoanálisis, que el analizado logrará un cambio decisivo y duradero en su vida
anímica, superando la represión a través del trabajo de interpretación de lo inconsciente
en consciente.
“Mediante el trabajo de interpretación, que traspone lo inconsciente en consciente, el yo
es engrosado a expensas de eso inconsciente; por obra de la enseñanza, se reconcilia con
la líbido y se inclina a concederle alguna satisfacción y su horror ante los reclamos de la
líbido se reduce por la posibilidad de neutralizar un monto parcial de ella mediante
sublimación. Mientras más coincidan los procesos del tratamiento con esta descripción
idea, tanto mayor será el éxito de la terapia analítica.”28
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Freud, S. 28ª. Conferencia de introducción al psicoanálisis, pág. 414
Freud, S. 28ª. Conferencia de introducción al psicoanálisis, pág. 414
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Freud, S., 28ª. Conferencia de introducción al psicoanálisis, pág. 414
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