TEMA 3: LA CULTURA 1.1. Definición de cultura La cultura primitiva

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TEMA 3: LA CULTURA
1. Definición y componentes de la cultura
1.1. Definición de cultura
Una definición clásica es la de Edward B. TYLOR, en su obra La cultura primitiva (1.874): ese todo complejo
que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, la costumbre, y cualquier otra
capacidad y hábito adquirido por el hombre en cuanto que es miembro de la sociedad.
Básicamente, la cultura es aprendida y compartida por los miembros de una sociedad determinada; y lo que se
aprende y se comparte es, sobre todo, un conjunto de conocimientos y pautas de conducta.
La cultura requiere, por tanto, un proceso de aprendizaje, que es social, lo que no sólo quiere decir que nace
de la interacción humana, sino que consiste en patrones comunes a una colectividad; que se manifiesta, no
solamente, en un conjunto de ideas o pautas normativas, sino que supone la manifestación de una conducta
concreta (p.e., un saludo, el lenguaje, los festejos, etc.)
B. MALINOWSKI considera que la cultura es un conjunto de respuestas a necesidades elementales del
hombre (alimentación, reproducción, comunicación, etc.); pero, afirma, que al concretarse en respuestas, la
cultura resultante se constituye en un verdadero medio secundario, que se vuelve tan apremiante como las
necesidades naturales del medio primario.
1.2. Componentes de la cultura
Los componentes o elementos de la cultura, o de una cultura, se pueden resumir en los siguientes: ideas,
valores, normas, signos y artefactos:
a) Las ideas: se pueden definir como el repertorio de conocimientos y creencias que tratan de aclararnos la
realidadd del mundo y de nuestra naturaleza. Hay conocimientos que pueden someterse a pruebas empíricas
(como los científicos); y hay otros conocimientos o ideas que no se pueden comprobar empíricamente, como
son las creencias, los dogmas religiosos, las supersticiones, etc.
La totalidad de nuestros conocimientos y creencias pueden manifestarse a través de las leyendas, los
proverbios, los mitos, la teología, la filosofía, las ciencias, el arte y el saber práctico.
b) Los valores: criterios que definen aquello que es bueno o que es malo. Son los patrones e ideales con los
cuales definimos los fines, seleccionamos los actos y nos juzgamos a nosotros mismos y a los demás.
Los valores representan las actitudes comunes de aprobación y desaprobación de lo deseable y lo indeseable,
respectivamente. Pero esos valores cambian, no permanecen inamovibles.
c) Las normas: son aquellos mandatos que se establecen en una sociedad, y lógicamente están en relación con
los valores. Es difícil imponer una norma en contra de lo admitido como un valor para la mayoría de la
sociedad.
P.e., en relación al tabaco, se ha prohibido su uso en determinados sitios donde antes sí se admitía, desde el
momento en que la sociedad toma conciencia de que es un hábito dañino no sólo para quien lo practica, sino
para quienes no haciéndolo están cerca de quien lo practica.
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Pero no todas las normas obligan de igual modo. Hay que distinguir, en una gradación creciente de
obligatoriedad, los usos, costumbres y leyes:
−Usos: prácticas convencionales aprobadas pero no obligatorias. P.e., llevar corbata a un determinado acto
social, en el que no se especifica la etiqueta, pero que algunos entienden que sería apropiado llevarla, y otros
no lo consideran importante.
−Costumbres: obliga más que el uso; son las reglas de conducta que obligan y se consideran esenciales para el
bienestar de un grupo. P.e., la obediencia a los padres se ha considerado tradicionalmente como inexcusable.
−Leyes: reglas establecidas por quienes ejercen el poder político, y su obligatoriedad se garantiza con el
aparato del Estado (policía, jueces, etc.). Es decir, hay un poder más coercitivo para que se cumplan las leyes,
que las costumbres o los usos, por considerarse las primeras más importantes para el mantenimiento del
sistema social.
d) Los signos: todos aquellos elementos que representan algo. Puede ser un objeto, una imagen, a la que se ha
añadido un significado convencional. Dentro de los signos cabría distinguir las señales y los símbolos:
−Señales: indican o recuerdan algo (ej.: las de tráfico).
−Símbolos: son más complejos, y forman parte central del sistema de comunicación que es, en general, la
cultura. La red simbólica más importante es el lenguaje, sin el cual, la estructura social desaparecería.
e) Los artefactos: aquellas cosas materiales que los hombres crean y utilizan. Es decir, todo lo que es
tecnología y creación material.
Todos estos componentes, excepto los artefactos, se considera que constituyen la cultura no material; en
tanto que los artefactos constituirían la cultura material; el conjunto de unos y otros conforma lo que
propiamente denominamos cultura.
Por otro lado, conviene tener en cuenta otro aspecto, lo que se denomina subcultura: dentro de cada cultura
general (p.e., la española), que abarca un amplio territorio o una gran población, existen ciertas variaciones de
la misma, según criterios locales, nacionales, raciales, de estratificación social, etc. A estas variaciones
podemos llamarlas subculturas.
En las sociedades pequeñas, como las primitivas, las culturas solían ser muy uniformes, pero cuanto más
evolucionada es una sociedad, más subculturas surgen en su interior; y esas subculturas participan de la
existencia de la cultura general, apoyándola o combatiéndola, porque la subcultura no siempre existe en
armonía con la cultura general, ya que puede incorporar valores no aceptados por la sociedad global;
influyendo en ocasiones en la renovación cultural. P.e.: el conflicto generacional supone que los jóvenes
generan a veces una subcultura que choca con la establecida por sus mayores. Pero en ese proceso dialéctico,
se produce una renovación cultural generalizada.
2. La Socialización
Vamos a relacionar la cultura con los individuos, a través de lo que es el desarrollo de la personalidad, que se
produce a través de la interacción dentro de la sociedad (socialización).
En principio, hay que tener en cuenta que el individuo no podría desarrollarse plenamente si no es en
sociedad. A grandes rasgos se puede decir que el individuo es un producto de la sociedad. Es decir, que los
rasgos genéticos y las potencialidades con las que nace un individuo sólo se desarrollan y adquieren forma
dentro de una experiencia en el ámbito social.
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La estructura de la personalidad de un individuo se deriva principalmente de su constitución genética y de la
cultura recibida.
Formulando, quedaría:
Personalidad = herencia biológica + herencia cultural + experiencia
Así, por ejemplo, se puede advertir cómo la variación de personalidad entre gemelos univitelinos criados
juntos, que comparten una misma herencia genética y una misma herencia cultural, depende grandemente de
la experiencia.
El individuo es, pues, un ser bio−psico−social. Lo biológico radica en su naturaleza genética; lo psicológico,
en la experiencia; y lo sociológico en su desarrollo social.
Pero ¿qué es la socialización?: es el proceso mediante el cual el individuo es absorbido por la cultura de la
sociedad en que vive. Fundamentalmente, la socialización es un aprendizaje. En su desarrollo, el individuo
aprende a adaptarse, tanto al grupo o colectividad donde vive, como a sus normas, ideas y valores.
Durante el proceso de socialización, el individuo se adapta a la forma de vida de la colectividad en que vive, y
es además un proceso que dura toda la vida; aunque es particularmente intenso durante la infancia y la
juventud.
Ese proceso de transmisión cultural se realiza en interacción con los demás. Primero con los padres, los
hermanos, parientes; y luego con los amigos, etc.
Poco a poco, en ese proceso de aprendizaje que es la socialización, con castigos y premios, a menudo con
gestos de aprobación o de reproche, desde la familia se va moldeando su personalidad, hasta que se convierte
en socio; es decir, en una parte integrante de la sociedad.
Una vez socializado, el individuo se convierte también en agente socializador (claramente se observa en el
rol del padre, agente socializador primordial). Es decir, la sociedad trata de controlar al individuo a través de
la socialización.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que cada familia, cada pueblo, cada sociedad emplea diferentes modos
de socialización. Sobre todo, a través de la familia, adaptando al individuo con métodos más o menos rígidos
(no será el mismo proceso en una familia de clase alta que en otra de clase baja; en un país que en otro, etc.).
Es decir, el esquema del proceso socializador es siempre similar, lo único que varían son los modos de
llevarse a cabo.
Otra característica de la socialización es que se trata de un proceso de reproducción social, mediante el que
la sociedad garantiza su propia pervivencia en el tiempo.
Además, hay que volver a resaltar que es un proceso de interacción con los demás, lo que quiere decir que el
individuo no es un ser pasivo en su aprendizaje, sino activo; es decir, participa directamente en ese proceso de
aprendizaje. De ahí que se afirme que el proceso de socialización es dinámico, interrelacionado.
Otra característica relevante de este proceso es que la mayor parte del mismo es un aprendizaje informal. Es
decir, no está sometido a un plan determinado, y las más de las veces es inconsciente.
Si la socialización es acertada, será flexible, no uniforme, y permitirá la autonomía del individuo para poder
elegir.
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Otro aspecto de la socialización es que comporta una diferenciación o inclusión en un grupo o colectividad;
lo que supone, al mismo tiempo, la exclusión de otros grupos. Un ejemplo claro que refleja ese sentirse
incluidos o excluidos es la impresión de extrañamiento de las personas que en un momento determinado se
encuentran en un ambiente totalmente ajeno, social, cultural, nacional, etc.
Muchas veces, la inclusión en una sociedad nos conduce al etnocentrismo, entendido como tendencia a
considerar que la sociedad o comunidad a la que pertenecemos es superior o mejor al resto.
2.1. Tipos de socialización
Podemos distinguir entre socialización primaria y socialización secundaria:
Socialización primaria: la que se experimenta durante la niñez; es la más importante para la formación básica
de la personalidad.
Socialización secundaria: es un proceso posterior, que introduce al individuo ya socializado en nuevos
sectores del mundo social. P.e., cuando un individuo entra en una empresa o instituto, se puede decir que
inicia una segunda socialización.
Otro concepto a tener en cuenta es el de resocialización. La resocialización comporta un cambio básico y
rápido con respecto al pasado (p.e., los delincuentes reinsertados, los emigrantes integrados en una nueva
sociedad, o los alcohólicos rehabilitados, etc.)
Otro más es el relacionado con la socialización anticipatoria, que tiene lugar cuando los individuos adoptan
como grupo de referencia uno al que no pertenecen, pero al que aspiran a pertenecer (p.e., los iniciados en una
secta, o los que quieren entrar en una banda juvenil)
También se llama socialización anticipatoria al aprendizaje de roles que se desarrollarán en el futuro (p.e., el
que aprende durante el estudio de una carrera los roles y funciones que desempeñará profesionalmente en el
futuro).
2.2. Agencias de socialización
Las agencias de socialización, o agencias socializadoras, son las vías mediante las cuales se lleva a cabo la
trasmisión de los valores, normas, ideas, etc., de una sociedad; en definitiva, la transmisión de la cultura de
una sociedad.
En las sociedades primitivas, la socialización se llevaba a cabo, en todos los aspectos, a través de la familia o
del clan. A medida que surge la división social del trabajo, en las sociedades avanzadas, como las actuales, las
agencias de socialización son principalmente cuatro: familia, grupos de pares, escuela y medios de
comunicación. No obstante, también se pueden entender como agencias todo tipo de organizaciones o
asociaciones, recreativas, religiosas, deportivas, etc. Sólo que las cuatro que vamos a mencionar son las
primordiales actualmente.
Familia: ha ido cediendo gran parte de sus funciones socializadoras tradicionales, transfiriéndolas a otras
instituciones. Una muy importante es la de educar para el futuro, por la necesidad de especialización,
entregándose a la escuela gran parte de dicha función educadora, o socializadora.
Sin embargo, la familia sigue manteniendo la función esencial del desarrollo de la personalidad, sobre todo en
los primeros años y durante la adolescencia. A través de la relación afectiva con los demás miembros de la
unidad familiar el niño va creciendo en una interrelación directa, íntima, insustituible.
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La familia se convierte, de este modo, en el nexo de unión entre la comunidad y la personalidad. El niño
internaliza (interioriza) las pautas culturales de la sociedad a través de una relación profunda, íntima y
persistente.
Grupos de pares: son los formados por individiduos de la misma o parecida edad. Con estos grupos se
desarrolla principalmente la capaciad de interacción con los otros, de comunicación, de cooperación y de
resolución de conflictos.
La interacción con los pares va creciendo en cantidad y complejidad desde los años de la primera infancia,
hasta la adolescencia y la juventud, y cumple la función esencial de ir desprendiendo al individuo
gradualmente de la dependencia emocional de los padres para adquirir una mayor autonomía personal,
preparándolo así para la vida adulta.
Una de las funciones más importantes dentro de los grupos de iguales es la de llegar a la relación con el sexo
opuesto fuera de las relaciones familiares, que prepara para los roles socialmente aprobados como el noviazgo
o el matrimonio.
Escuela: es un poderoso agente de socialización, ya que cumple la función de transmitir la cultura a las
nuevas generaciones, integrándolas en la comunidad y preparándolas para el desempeño de los roles adultos,
sobre todo en cuanto a profesión o trabajo. La influencia de la escuela se realiza a través de tres vías:
• El currículum: incluye programas de enseñanza, asignaturas que se imparten, libros de texto, etc. (p.e.,
desde el punto de vista de la socialización, la asignatura de Historia es fundamental, puesto que en ella se
enseñan valores, o se plantean hechos desde una perspectiva ideológica determinada).
• Los ritos, normas, horarios: es decir, todos los principios organizativos de la institución de enseñanza
(puntualidad, respeto a las opiniones, etc.).
• Los profesores: no sólo transmiten conocimientos, sino que cada uno lo hace de un modo diferente,
influyendo así de manera diferencial en el proceso socializador.
Medios de comunicación social: prensa, radio, televisión, libros, revistas Nuestra sociedad está tan envuelta
en los medios que ya se habla de que somos una sociedad massmediatizada. Lo que tiene un lado positivo y
otro negativo. Porque a su indudable eficacia como instrumentos para la transmisión cultural −y por ende,
para la socialización−, se une su potencia para imponer también patrones morales o de comportamiento que
pueden resultar perjudiciales. La televisión, sobre todo, influye en la formación de la personalidad a través de
la proyección de modelos de comportamiento, de líderes en los distintos campos de la vida social, de modas,
de pautas de consumo e introducción de nuevos valores; colaborando en la uniformidad cultural y quizá
también, en su empobrecimiento.
2.3. Socialización y Control Social
Toda colectividad organizada intenta mantener su pervivencia en el tiempo mediante lo que se denomina
control social. Éste consiste en los mecanismos que una sociedad emplea para regularse a sí misma.
El control social puede lograrse por la fuerza o por la cooperación voluntaria; es decir, se consigue la
aceptación de valores y las normas desde un nivel interno o de conformidad con lo establecido, o desde un
nivel externo, mediante la amenaza o la imposición.
En el nivel interno, el control social descansa sobre la socialización o interiorización de normas y valores
sociales. Erich FRÖMM (psiquiatra y filósofo de la Escuela de Frankfurt) afirma que para que una sociedad
funcione eficazmente, sus miembros deben adquirir el tipo de carácter que les haga querer actuar del modo en
que tienen que hacerlo; como miembros de la sociedad, tienen que desear hacer lo que objetivamente es
necesario que hagan. Cuando las personas hacen voluntariamente lo que objetivamente beneficia a la
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sociedad, es que están bien socializadas.
Cuando las personas interiorizan normas, hábitos y valores fomentados por la sociedad, se sienten culpables y
desorientadas al transgredirlos, y de ese modo, las personas se vigilan a sí mismas, y el control social se
convierte en autocontrol.
Pero como la socialización nunca es perfecta, la sociedad, para garantizar el comportamiento correcto emplea
sanciones, es decir, recompensas y castigos. Así, los controles sociales pueden ser informales o formales.
El control social informal comprende la presión no oficial y sutil para obligar a conformarse con las normas y
valores. Las sanciones informales positivas incluyen, p.e., una sonrisa, una alabanza, un gesto cariñoso, etc.
Las sanciones informales negativas incluyen el aislamiento, la murmuración, las amenazas verbales o físicas,
etc. Estos controles están entrelazados eficazmente en el tejido de la vida diaria.
El control social formal comprende las presiones directas y oficiales para conformarse con las normas y
valores sociales. Este control es coercitivo y cuenta con un poder más o menos legítimo ejercido a través de la
policía, los jueces, las cárceles, etc.
En las pequeñas sociedades tradicionales, donde existe un alto grado de consenso sobre aquello que es
aceptable o no aceptable, los controles informales son, generalmente, suficientes. Sin embargo, en las
sociedades modernas, más complejas y heterogéneas, los controles sociales formales son más necesarios.
También en relación con el control social hay otro concepto importante a tener en cuenta, el de desviación
social. Ésta surge cuando un individuo se aparta de las normas establecidas en una sociedad. Tal desviación
puede ser individual y grupal (cuando todo el grupo es el que se desvía, como p.e., cuando una facción
heterodoxa se separa de la ortodoxia de una determinada religión).
Pero algo a tener en cuenta en torno a este aspecto es respecto a qué se considera la desviación. Con respecto a
una norma, desde luego, ¿pero quién establece la norma? Para Marx, es la clase dominante la que impone la
norma; Nietzsche, por su parte, habla de unos líderes, superhombres, situados por encima de las normas
establecidas. Lo cierto es que se puede hablar de una desviación socialmente no aceptada (p.e., la
delincuencia) y de otra aceptada (p.e., los héroes, santos, líderes, etc.)
3. La diversidad cultural: valores feministas y valores socioeconómicos.
Respecto a la diversidad cultural, cabe decir que cada pueblo o grupo posee una cultura. Cuando se estudia
una cultura determinada debe hacerse a partir de sus propios significados y valores. Juzgar a otras culturas con
los criterios de la nuestra es caer en el etnocentrismo.
Los sociólogos, como los antropólogos, tienen que desprenderse de sus propios prejuicios, admitiendo la
realidad de un relativismo cultural. Esto significa que los principios morales, las ideologías, las creencias
religiosas, las leyes, dependen del lugar, de la historia, de la tradición heredada, y de otros muchos factores
externos a la naturaleza básica del hombre.
Un ejemplo de estudio sobre la diversidad cultural lo tenemos en el realizado por Juan DEL PINO y Eduardo
BERICAT, sobre la población andaluza, aplicando una encuesta mundial de valores en 50 países (y en
España, además de en Andalucía, en Cataluña, País Vasco y Galicia). Es decir, se trata de aplicar las mismas
preguntas a todos los países, para observar la evolución de sus valores a lo largo del tiempo. Y concretamente,
la que se ha centrado en Andalucía, buscaba recoger información sobre los cambios evolutivos en el sistema
de valores durante la transición desde una sociedad tradicional a una sociedad moderna.
Y así, respecto a un índice, como el feminismo, se realizan preguntas como las que siguen:
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−¿Deben acceder las mujeres al mercado de trabajo en pie de igualdad con los hombres? La mayoría de los
encuestados (más del 90%) respondió afirmativamente.
−¿Deben las mujeres acceder a la universidad en igual medida que los hombres? Aquí la respuesta también es
mayoritariamente afirmativa, aunque el porcentaje desciende respecto de la anterior.
−¿Se considera que los hombres son mejores políticos que las mujeres? Aquí el grado de feminismo de las
respuestas desciende aún más.
No obstante, en términos comparativos con el resto de España, los resultados obtenidos en Andalucía a este
respecto no varían significativamente.
Otro índice que demuestra los cambios de valores se descubre al establecerse el balance entre igualitarismo
(todos tenemos los mismos derechos) y meritocracia (el reparto de beneficios o status debe estar en función
de los merecimientos de cada persona). En torno a esto se realizan una serie de preguntas a los andaluces, para
averiguar si se inclinan por alguno de los dos polos.
Y lo que se observa es una tendencia ambivalente, porque parece que se quiere las dos cosas. La meritocracia
supone la competencia individual; sin embargo, se pregunta si el Estado debe intervenir para conseguir una
mayor igualdad. La respuesta a esto es mayoritariamente afirmativa, por más que una cosa y la otra resulten
ser, hasta cierto punto, extremos contradictorios. No se puede mantener la igualdad si se propugna la
meritocracia.
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