Cultura y socialización

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1. EL CONCEPTO DE CULTURA
Los sociólogos definen cultura como el conjunto de valores, creencias, actitudes y objetos materiales (o
artefactos), que constituyen el modo de vida de una sociedad. La cultura es así un puente que nos
comunica con el pasado, pero también una guía hacia el futuro.
Para empezar a entender lo que es una cultura hay que distinguir entre sus componentes tangibles e
intangibles, entre lo que se llama la cultura material o tangible, y la cultura inmaterial o intangible. La cultura
material hace referencia a los objetos que crean los miembros de una sociedad. Pueden ser desde un cañón
hasta un edificio. La cultura no material hace referencia al mundo intangible ( las ideas, creencias, símbolos,
percepciones del mundo, etc.) que crean los miembros de una sociedad.
El choque cultural es la confusión y desorientación que sufrimos ante una cultura distinta. Es nuestra
incapacidad de interpretar adecuadamente el significado de los símbolos que se emplean en una sociedad
distinta a la nuestra.
No hay rasgos culturales que sean naturales en la especie humana.
1.1. Los elementos de la cultura:
1.1.1. Creencias (e ideas): son nociones compartidas del mundo y de las cosas. Las creencias no se discuten;
las ideas sí. El cambio social en un trasvase de ideas en creencias y creencias en ideas. Son enunciados
específicos que las personas consideran ciertos.
1.1.2. Valores: son criterios compartidos del bien y del mal de lo justo y de lo injusto, de lo adecuado y lo
inadecuado. Son modelos culturalmente definidos con los que las personas evalúan lo que es deseable, bueno
o bello, y que sirven de guía para la vida en sociedad. Desde el punto de vista de la cultura, los valores son
enunciados acerca del deber ser, de cómo deben ser las cosas.
Hay 2 tipos de valores:
• Dominantes: se derivan de las creencias
• No dominantes: se derivan de las ideas
Características de los valores dominantes:
• Extensión: compartidos por un gran número de personas.
• Intensidad: los individuos tienen los valores muy internalizados en su cabeza.
• Duración: muy duraderos, no cambian fácilmente
• Prestigio: las personas que con su conducta defienden estos valores alcanzan prestigio por ello.
1.1.3. Normas: Son reglas y expectativas sociales a partir de las cuales una sociedad regula la conducta de
sus miembros. Reglas de comportamiento, escritas o no. Las escritas se denominan formales, las que no están
escritas informales. Las normas se derivan de valores. Por ejemplo, del valor: respeto a la vida humana, de
deriva la norma: no matarás.
− Tipología de Tönnies, distingue 3 tipos de normas:
• Morales: La sanción la impone un tribunal ultraterreno.
• Jurídicas: La sanción la impone un tribunal terrenal.
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• Sociales: La sanción la impone el grupo.
Si el valor se refiere a lo bueno o lo malo estamos ante un norma moral. Sí se refiere a lo justo o lo injusto
estamos ante un norma jurídica. Si se refiere a lo adecuado o lo inadecuado es una norma social.
− Dentro de las normas morales podemos distinguir: mores o costumbres.
* Mores: son las reglas que determinan lo que es una conducta moral. Todas las normas esenciales para el
mantenimiento de un determinado modo de vida. Tiene una fuerte carga emocional. Son válidas siempre, en
todo momento y lugar y se espera que toda persona, independientemente de su condición, las respete. Por
ejemplo, la norma que prohíbe las relaciones sexuales con los niños.
* Costumbres: las reglas de conducta que se siguen en la interacción rutinaria o cotidiana. No tienen carga
emocional. Hacen referencia a las normas de etiqueta y cortesía son costumbres.
1.1.4. Símbolos: todo aquello que para aquellos que comparten una cultura tiene un significado determinado
y específico. Lo que tiene un significado determinado para los que comparten una cultura.
La semiótica es la disciplina que tiene por objeto estudiar los símbolos y los signos.
1.1.5. Objetos materiales: son los componentes tangibles de la cultura. Los artefactos de la sociedad reflejan
los valores y la tecnología. La tecnología es el conocimiento aplicado que tiene una sociedad y que le sirve
para sobrevivir.
2. LA SOCIALIZACIÓN: DEFINICIÓN Y ASPECTOS BÁSICOS
El concepto tiene su origen en la obra de G. SIMMEL, en la que alude a la transformación que sufren los
individuos como consecuencia de la interacción con otros. Se trata de poner de manifiesto el carácter social
del ser humano, no como algo accidental, sino como algo que nos identifica como hombres. Somos los
hombres quienes, viviendo juntos y relacionándonos, creamos la cultura.
En este tema vamos a analizar el proceso a través del cual el individuo aprende e interioriza la cultura de la
sociedad en la que nace. La cultura de una sociedad tiende a ser, en su conjunto, significativamente similar de
una generación a otra. Esta continuidad se mantiene gracias a un proceso que entre los sociólogos y
antropólogos ha recibido muy diversos nombres: aculturación, inculturación, etc., y que aquí denominaremos
socialización. Con dicho proceso se evita que cada generación tenga que recrearlo todo partiendo de cero. Y
por parte de la sociedad, se hace posible su continuidad y su funcionamiento.
Sin embargo, el individuo no nace miembro de una sociedad: nace con una predisposición hacia la socialidad,
y luego llega a ser miembro de una sociedad. Los casos de niños salvajes conocidos muestran que, fuera de un
contexto social y cultural que facilite las interacciones necesarias, no se actualizan las capacidades humanas
que tenemos los individuos.
Caso de Genie.
Guy ROCHER define la socialización como el proceso mediante el cual el ser humano aprende e interioriza,
en el transcurso de su vida, los elementos socioculturales de su medio ambiente, los integra a la estructura de
su personalidad, bajo la influencia de experiencias y de agentes sociales significativos, y se adapta así al
entorno social en cuyo seno debe vivir.
La socialización implica tres aspectos básicos:
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• Adquisición de la cultura: es un proceso que comienza al nacer, prosigue a los largo de la vida y acaba con
la muerte. Pero el período más intenso de socialización se produce en la primera infancia, ya que es cuando
el ser humano tiene más cosas que aprender y lo hace más fácil y rápidamente. Por otro lado, aprender no
significa aprender de memoria, sino el proceso complejo mediante el cual internalizamos las pautas de
comportamiento y las integramos a nuestra propia personalidad.
• Integración de la cultura en la personalidad: algunos elementos de la sociedad y de la cultura se convierten
en la obligación moral, en la regla de conciencia y en la manera que parece normal de pensar y de actuar.
Dicho con otras palabras, cuando interiorizamos las pautas de comportamiento, dejamos de percibirlas
como algo impuesto artificialmente desde fuera, y las vivenciamos espontáneamente como formando parte
de nuestro modo de ser. Por supuesto, los actores sociales no tenemos la sensación de obedecer en cada
instante a una autoridad externa.
• Adaptación al entorno social: la consecuencia de lo anterior es la adaptación de la persona a su entorno
social, esto es , a la familia, al grupo, a la empresa, en el sentido de que forma parte de esas colectividades.
Pertenecer a una colectividad es compartir ideas suficientes como para identificarse con un nosotros
Esta adaptación se produce a tres niveles biológico, afectivo y mental.
A nivel biológico la persona socializada en una sociedad ha desarrollado unas necesidades fisiológicas, unos
gustos, unas actitudes corporales. Ejemplos: el mejicano se deleita con manjares que para otros están
saturados de especies; el inglés inicia su jornada con un abundantes desayuno, mientras que el español tiene
bastante con una taza de café y un bollo.
A nivel afectivo, la cultura canaliza la expresión de unos sentimientos y reprime otros. Unas sociedades
favorecen mas que otros la expresión de la agresividad, o de la ternura, o del amor.
Por último, la socialización proporciona, a nivel mental (de pensamiento), unas categorías mentales, unas
imágenes, unos conocimientos sin los cuales no se desarrollarían la inteligencia, la memoria y la imaginación.
3. TIPOS DE SOCIALIZACIÓN
Distinguimos dos tipos de socialización: primaria y secundaria.
La socialización primaria es la que se lleva a cabo durante la infancia de los individuos, a través de la cual se
convierten en miembros de la sociedad. Por tanto, es absolutamente imprescindible para poder llevar una vida
social normal.
La familia desempeña una importante función en relación con la socialización primaria, la cual supone
interiorización de componentes afectivos, normativos y cognitivos. Para que ésta sea satisfactoria, es
necesario que el niño se eduque en un clima emocional apropiado y con una relación estable con un adulto
que le atienda.
Las características de la socialización primaria son las siguientes:
• Es la más importante para el individuo y a ella debe asemejarse toda socialización posterior.
• La interiorización de la cultura de una sociedad o grupo tiene lugar de manera particular, a través de
personas concretas (normalmente la familia) que filtran la cultura general, seleccionando sus aspectos según
la situación que ocupan dentro de la estructura social y en virtud de sus maneras de ser individuales.
• Es siempre mucho más que un puro fenómeno cognoscitivo. La afectividad desempeña un papel
fundamental.
• Así surge el mecanismo de identificación que tiene un doble sentido: a) el otro significante se convierte en
modelo imitado y obedecido, en sus comportamientos, valores, órdenes; y b) la imagen que el otro refleja
de uno mismo se convierte en elemento fundamental a partir del cual se empieza a construir la identidad del
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individuo. En otras palabras, el individuo llega a ser lo que los otros significantes lo consideran.
• Esta identificación tiene un alcance social y produce la socialización. El individuo no sólo acepta los roles y
las actitudes de los otros, sino que en el mismo proceso acepta el mundo de ellos.
• La formación del otro generalizado es un elemento fundamental en la socialización. (Se trata de la
formación el la conciencia del niño de una abstracción progresiva que va de los roles y actitudes de otros
específicos a los roles y actitudes en general). Por ejemplo: el niño aprende que no sólo su madre se opone
a que rompa un juguete en un momento dado, sino que todos se oponen a que rompa cualquier cosa en todo
momento y lugar. Entonces generaliza y descubre la norma: hay que cuidar siempre las cosas.
• Los contenidos de la socialización primaria varían de una sociedad a otra, de una cultura a otra. Entre ellos
ocupan un lugar destacado el lenguaje, cuyo aprendizaje implica asumir esquemas motivacionales e
interpretativos, que configuran programas de conducta y facilitan las elaboraciones teóricas que llevan a
aceptar que las cosas son como son. Por ejemplo, utilizamos adjetivos diferentes para describir a una niña
pequeña (bonita) y a un niño (guapo).
• El mundo que se forma en al socialización primaria tiene un carácter de firmeza, claridad y de realidad
inevitable, porque nos ha sido dada y ha sido la primera.
• La socialización es un proceso que dura toda la vida.
En la edad adulta se aprende a ser universitario, trabajador, novio, madre, etc. Esta es la socialización
secundaria que, a diferencia de la primaria, no implica un componente emotivo; a través de ella se
interiorizan roles propios de la división del trabajo.
La característica fundamental de la socialización secundaria es que presupone la realidad resultante de la
primaria, con la que ha de encajar y lograr coherencia. Si en la primaria, la afectividad y la identificación
tenían un papel central, no ocurre aquí lo mismo. Hay que amar a los padres, pero no a los profesores de la
universidad.
En las sociedades industriales avanzadas, se observa que las familias socializan a los hijos en normas y
responsabilidades en menos grado de lo que lo hicieron generaciones anteriores. Este déficit de socialización
normativa primaria repercute en al marcha de la educación escolar, los alumnos actuales son mucho más
reacios a la disciplina, al trabajo escolar y a la responsabilidad que los de antaño; los maestros invierten
mucho más esfuerzo en objetivos de motivación y socialización que en tareas académicas propiamente dichas.
4. LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD
La socialización es un proceso constituido por dos dinámicas que son como las dos caras de una misma
moneda: el aprendizaje de la cultura y la formación de la identidad.
La identidad sólo se entiende relacionada con culturas concretas de sociedades concretas, de manera que el
proceso de socialización hay que situarlo en una dinámica más general, la de la construcción social de la
realidad.
Socializados en un ámbito cultural, pensamos que las cosas tienen una sola manera de ser, la nuestra, que nos
parece como la única realidad. Sin embargo, al ponernos en contacto con otros grupos humanos, descubrimos
una pluralidad de modos de vivir y entender la realidad, y llegamos a pensar que nuestra forma de entender la
realidad es una construcción social.
Como P. Berger y Th. Luckmann plantean, esa realidad es a la vez objetiva y subjetiva. Objetiva en tanto que
es independiente de nosotros y aparece objetivada en teorizaciones, códigos jurídicos y morales, modelos de
conducta, instituciones, etc.
Subjetiva en cuanto que sólo es tal realidad si está configurando las maneras de pensar, sentir y actuar de los
sujetos de esa sociedad. Por ejemplo: la democracia es una realidad se hay instituciones democráticas como el
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Parlamento, leyes como la Constitución Democrática, etc. (realidad objetiva) pero también si las personas
piensan, sienten y se comportan conforme a la democracia (realidad subjetiva).
La construcción social de lo que llámanos realidad objetiva tiene lugar a través de procesos sociales tales
como la institucionalización (definición y establecimiento de roles y normas para hacer más fácil y eficiente la
vida social, que se van convirtiendo en tradiciones), la reificación (las instituciones y tradiciones dejan de ser
consideradas resultados de acuerdos sociales y pasan a verse como cosas con realidad sustantiva
independiente), y la legitimación (establecimiento de un universo simbólico teórico en que todo es explicado
de manera que aparece su carácter de necesario e inevitable).
La construcción social de la realidad subjetiva tiene lugar sobre todo por el proceso de socialización. Los
roles, las instituciones, las tradiciones, etc., son realidad en tanto en cuanto las personas las aceptan y
configuran sus maneras de pensar, sentir y actuar, en referencia a ellas; llegando así a definir la identidad de
las personas que nacen y que viven en esa sociedad.
Entre la construcción social de la realidad objetiva y la de la subjetiva hay una interacción dialéctica. Cuanto
mayor es la primera, mayor es la segunda, y viceversa.
Por ejemplo: la democracia como realidad objetiva tendrá tanta más fuerza y calidad de realidad, cuanto más
se consiga a través del proceso de socialización que las personas piensen, sientan y actúen democráticamente
(realidad subjetiva). Y viceversa: cuanto más democráticos sean el funcionamiento de las instituciones, las
leyes y la sociedad, más se reforzarán las actitudes y sentimientos democráticos de los miembros de esa
sociedad.
De la teoría de la construcción social de la realidad se deduce que no tiene sentido hablar por separado de
individuo y de sociedad. No existe lo subjetivo prescindiendo de la realidad material y social. Ni la realidad
social sin lo subjetivo. No hay yo sin nosotros, no hay persona sin sociedad.
5. ROL, POSICIÓN Y ESTRUCTURA SOCIAL
El término ROL está tomado el vocabulario del teatro y se refiere al papel que se asigna a cada actor en una
obra. El concepto se introduce en las ciencias sociales gracias a la obra de G.H.MEAD, según el cual las
personas somos capaces de asumir el rol del otro. Esta capacidad se aprende mediante un doble proceso:
• De juego o play: el niño juega a sumir los roles de papá, profesor, policía, etc.
• De juego de reglas o game (partida): el niño aprende a organizar su conducta en relación con la de los
demás y con lo que éstos le indican.
El rol se define como el conjunto de comportamiento requeridos por una posición dada, por un grupo o una
cultura. Cada persona tiene varios roles de diverso tipos: psicológicos y socioprofesionales. Los roles están
siempre relacionados y adquieren sentido en esta relación. Por ejemplo, no tiene sentido el rol de madre sin el
de hijo, el masculino sin el femenino, el de maestro sin el de alumno.
Lo que el individuo aprende en el proceso de socialización es la cultura, es decir, un complejo conjunto de
pautas de comportamiento recurrentes que le permiten saber a qué atenerse en cada situación, qué debe
esperar de los demás, cómo debe reaccionar en cada caso concreto y qué pueden esperar los demás de él. Los
nuevos miembros de la sociedad aprenden cómo deben actuar en tanto que maridos, jueces o estudiantes, o
qué consecuencias pueden derivarse si deciden desviarse de las pautas establecidas por el grupo.
Pero estas normas y pautas de comportamiento que el individuo aprende en el proceso de socialización no
están aisladas y sin conexión entre sí, sino que forman complejos a los que llamaremos papeles sociales
(roles) y que corresponden a las distintas posiciones (estatus) que los individuos pueden ocupar en sus
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relaciones sociales dentro del grupo. Dicho de otro modo, a cada estatus el corresponde un repertorio de
pautas y normas de comportamiento que prescriben, a la persona que lo ocupa, cómo deberá actuar en cada
situación. El punto hasta el cual los individuos cumplen efectivamente en la práctica los roles asociados a sus
estatus o se desvían de ellos, es un aspecto distinto de la cuestión. En todo caso, estatus y rol son dos caras de
la misma moneda. El estatus se ocupa, los roles se desempeñan.
Los roles sociales pueden ser de dos tipos: adscritos y adquiridos. Los roles adscritos son aquellos que no
podemos rechazar porque vienen dados al nacer, por ejemplo, la edad, el sexo, la clase social o el color de la
piel. Los roles adquiridos son los que se pueden adquirir si uno quiere, por ejemplo, la posición de marido,
padre, etc. Existe una importante conexión entre ambos. Los roles que un individuo puede adquirir en la vida,
están en muchos casos condicionados por sus roles adscritos. Por ejemplo, en nuestra sociedad, la mujer tiene
menos probabilidades de llegar a ciertos puestos de trabajo precisamente por ser mujer, otro ejemplo: los
niños de clase media pueden beneficiarse de una más y mejor educación que los niños de clase obrera.
Dicho de otro modo, los actores de un sistema social son evaluados por los otros en función de dos tipos de
criterios:
• Adscriptivos: evalúan a los actores en función de atributos que son independientes de su voluntad.
• Adquisitivos: evalúan lo que los actores hacen, es decir, en función de sus méritos propios, por
ejemplo, el logro educacional y el mérito profesional.
Los estatus atribuidos a un actor en un sistema social combinan los dos tipos de criterios, pero las sociedades
varían en el peso que conceden a cada uno. En las sociedades tradicionales priman los criterios adscriptivos,
mientras que en las sociedades modernas priman los criterios que evalúan las realizaciones del actor.
Cuanto más priman los criterios adscriptivos en la configuración del estatus, más cerradas y rígidas son las
jerarquías sociales. Por el contrario, cuanto más priman los criterios adquisitivos, más abiertas y
meritocráticas son dichas jerarquías.
Pasemos al concepto de POSICIÓN SOCIAL. Todo grupo está formado por cierto número de estatus o
posiciones sociales. Un estatus es un lugar en una estructura social dada y está conformado por las
expectativas de derechos y obligaciones recíprocamente reconocidas en relación con otros estatus, así como
por la función que cumplen en la estructura social. El estatus va unido a uno o más roles, que definen la
conducta esperada de quien ocupa esa posición. El estatus no es un concepto explicativo, sino descriptivo.
Por último, el concepto de ESTRUCTURA SOCIAL se refiere a un pauta interconectada de roles sociales.
Una estructura es un conjunto de elementos relacionados formando una unidad tal que los elementos pueden
ser sustituidos por otros sin que se altere el conjunto.
En definitiva, el proceso de socialización consiste en el aprendizaje que cada individuo realiza del conjunto de
roles asociados a cada uno de los estatus que conforman la estructura social.
6. EL CICLO VITAL Y LOS GRADOS DE EDAD
El ciclo vital es una noción tomada de la biología que sintetiza la serie de cambios que sufren los miembros
de una especie desde que nacen hasta que mueren. Se define como la secuencia de estaciones vitales
culturalmente definidas por las que pasamos a lo largo de la vida. Las etapas de la vida humana son de
naturaleza tanto social como cultural. Están influenciadas por las diferencias culturales, así como por las
circunstancias materiales en las que vive la gente en determinados tipos de sociedades. Por ejemplo, en el
mundo occidental al muerte se suele relacionar con la vejez porque la mayoría de la gente vive durante 70
años o más. Sin embargo, en las sociedades tradicionales moría más gente joven de la que sobrevivía hasta la
vejez.
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Las divisiones admitidas del ciclo vital se denominan grados de edad. A menudo, la transición de un grado a
otro se señala mediante ceremonias importantes. En nuestra sociedad existen cuatro grandes grupos de edades:
6.1. La infancia (0−12 años)
Algunos autores dividen la infancia en dos etapas: la infancia propiamente dicha, que transcurre durante los
primeros 6 años de vida, y la niñez, que iría desde los 6 hasta los 12 años aproximadamente. Nosotros nos
referiremos a la infancia como el período que abarca desde el nacimiento hasta la pubertad.
La niñez es un estadio diferenciado de la vida. Los niños son distintos de los bebés. Pero el concepto de niñez
no surgió hasta hace dos o tres siglos. En las sociedades tradicionales los jóvenes pasaban directamente de una
prolongada infancia a realizar trabajos dentro de la comunidad. Según el historiador francés Philippe Ariès, la
niñez no existía como una etapa separada del desarrollo en el Edad Media. En las pinturas de la Europa
medieval, los niños eran retratados como pequeños adultos, con rostros maduros y el mismo estilo de
vestuario que los mayores. Los niños hacían las mismas tareas que los adultos, y carecían de los juguetes que
nosotros consideramos normales.
A principios del siglo XIX, en la mayoría de los países occidentales los niños empezaban a trabajar a una edad
que ahora parece muy temprana. De hecho, siguen existiendo muchos países en el mundo en los que los niños
trabajan a jornada completa, a menudo en circunstancias físicas muy duras (como las minas de carbón). La
idea de que los niños tengan sus derechos propios y de que el empleo de mano de obra infantil sea algo
repugnante, constituyen desarrollos relativamente recientes.
Parece que, como consecuencia de los cambios que se están produciendo en las sociedades modernas, la niñez
se está viendo erosionada como un estatus concreto. Los niños crecen ahora tan rápido que el rango separado
de la niñez está disminuyendo de nuevo. Por ejemplo, los niños ven la misma cantidad de programas de
televisión que los adultos, familiarizándose así mucho antes con el mundo adulto que las generaciones
anteriores.
6.2. La adolescencia (16−25/30)
Es una edad caracterizada por cambios biológicos, como la pubertad, y los cambios psicológicos que llevan a
un proceso de ruptura con la infancia y un crecimiento hasta conformar definitivamente la personalidad. Los
cambios biológicos experimentados en la pubertad son universales. Pero en muchas culturas esto no produce
el mismo grado de confusión que entre los jóvenes de hoy. Los adolescentes de las sociedades tradicionales
tienen menos que desaprender, ya que el ritmo de cambio es más lento. Llega un momento en el que nuestros
hijos tienen que dejar de ser niños, tienen que abandonar sus juguetes y romper con sus objetivos infantiles.
En las culturas tradicionales, este proceso de desaprender es mucho menos estricto.
Por otro lado, la clase social hace que la experiencia de la adolescencia sea distinta. Muchos jóvenes de clase
trabajadora asumen las responsabilidades de la etapa adulta nada más terminar los estudios secundarios. Los
jóvenes de clase media y alta, por el contrario, tienen más oportunidades de extender su periodo formativo, lo
que implica una prolongación de la adolescencia hasta bien entrados los 20 o, incluso, los 30 años. El paro y
la carestía de la vivienda también pueden prolongar esta etapa, incapaces los jóvenes de hacerse
económicamente independientes y de formar su propia familia. De ahí que sea difícil precisar cuando acaba la
adolescencia, ya que antes se utilizaban como indicadores la incorporación al trabajo y el matrimonio y hoy
éstos no sirven.
6.3. La madurez o edad adulta (30−60)
Es la culminación del ciclo vital y el grado de edad en el que las personas poseen todos los atributos sociales.
Es la edad activa por excelencia, cuando la vida va en serio y se adoptan decisiones vitales (tener familia o no
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tenerla, elegir un trabajo u otro, etc.).
En los primeros años de etapa adulta (20−40), las personas intentan alcanzar todas aquellas metas con las que
habían soñado. Una vez independizados de sus padres, los jóvenes adultos tienen que aprender a asumir toda
una serie de responsabilidades y a lidiar con problemas nuevos. Por ejemplo, tienen que aprender a cuidar y
educar a los hijos; aprender a convivir con su pareja, etc. Estos años también son difíciles porque se debe
atender a múltiples demandas (los padres, la pareja, los hijos, el trabajo, etc.) que son casi imposibles de
compatibilizar. Las mujeres lo tienen más difícil, ya que en nuestra cultura se sigue considerando que son
ellas las que deben responsabilizarse de las tareas del hogar y del cuidado de los niños, trabajen fuera de casa
o no.
Las cosas cambian en los años centrales de la vida adulta (40−60). Las personas empiezan a reconocer que ya
es poco probable que sus vidas vayan a mejorar significativamente. También en esta etapa uno empieza a
preocuparse por su salud, a la que casi nunca antes se había prestado atención. Para algunas mujeres que se
han dedicado por completo a su familia, esta etapa de la vida puede ser especialmente difícil. Cuando los hijos
se independizan y el marido está centrado en su trabajo, la mujer puede sentir un vacío en su vida. Quizás por
estas razones, son cada vez más la mujeres que a estas edades estudian y se preparan para reincorporarse al
mundo del trabajo.
6.4. La tercera edad (65−70)
Comienza con la jubilación de la vida activa y es la etapa final de la vida. En las sociedades preindustriales,
los viejos solían gozar de cierto prestigio e influencia social porque conservaban el control de la tierra y la
mayoría de los recursos económicos. También eran tratados con gran respeto debido a la sabiduría y
conocimientos útiles a esa sociedad acumulados a lo largo de su vida.
En las sociedades industriales, sin embargo, los jóvenes, que trabajan por cuenta ajena y en el seno de una
economía familiar, consiguen una mayor independencia respecto a los mayores. Los cambios sociales que se
suceden a un ritmo tan rápido en estas sociedades y el culto a la juventud también han contribuido a
identificar el envejecimiento con la decadencia física y psíquica. Los jóvenes tienden a ignorar a los viejos,
aparentemente ajenos a todo lo que es nuevo, y a desdeñar sus conocimientos y su experiencia de la vida.
Este tipo de actitudes va a cambiar debido a que la proporción de personas mayores de 60 años está
aumentando notablemente. De hecho, en las sociedades avanzadas, el número de personas mayores de 65 años
se ha triplicado a los largo del siglo XX. La esperanza de vida también se está alargando. En el siglo XXI, el
grupo de edad que va a experimentar mayor crecimiento va a ser el de personas mayores de 85 años.
El envejecimiento implica cambios fundamentales en la experiencia vital de un individuo. Envejecer en
nuestra sociedad supone renunciar a tareas y responsabilidades que antes eran fuente de satisfacciones
personales o que incluso definían la propia identidad social de esa persona. La jubilación, por ejemplo, puede
significar para algunos la oportunidad de hacer aquellas cosas que antes no se podían hacer. Pero también
puede ser una época de frustración personal. Como en cualquier otra transición en el ciclo vital, la jubilación
implica aprender nuevas estrategias y pautas de vida y desaprender otras tantas. Para la mujer que siempre ha
estado trabajando en las tareas de la casa, la jubilación del marido puede ser especialmente difícil, pues es el
momento de renegociar cómo se van a repartir y quién va a dirigir la tareas domésticas.
7. TEORIAS DEL DESARROLLO INFANTIL
7.1. El planteamiento de Mead
Su perspectiva teórica era el conductismo social, pensaba que el entorno tenía una gran influencia sobre la
conducta humana, se dedicó a estudiar y a reflexionar sobre la conciencia, que según él era el rasgo distintivo
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de la especie humana.
7.2. El planteamiento de Freud.
Freud desarrolló la teoría del psicoanálisis. Decía que las personas intentan satisfacer dos necesidades o
pulsiones, primero el placer y el afecto que llamó eros (amor en griego) y en segundo lugar las pulsiones
agresivas a las que llamó thanatos (muerte en griego). Estas dos fuerzas opuestas operan fundamentalmente al
nivel de lo inconsciente y generan tensiones internas.
El modelo de personalidad de Freud explica los controles de estas pulsiones. El modelo consta de tres partes:
el id, el ego y el superego.
El id se refiere a las pulsiones básicas de los individuos que operan al nivel inconsciente y que exigen una
satisfacción inmediata. Viene determinado biológicamente y se manifiesta desde el nacimiento. El bebé llega
al mundo lleno de exigencias afectivas y sexuales, esta actitud egoísta encuentran oposición en el entorno
social. Para evitar la frustración, el niño termina entendiendo el mundo que le rodea de un modo más realista,
formando el segundo componente de la realidad: el ego (yo en latín) que hace referencia a los esfuerzos
conscientes de una persona para encontrar un punto de equilibrio entre la búsqueda del placer y las
exigencias de la sociedad. Comienza a desarrollarse cuando nos hacemos consciente de nuestra existencia,
separada de la de otros individuos y madura cuando nos damos cuenta de que no podemos satisfacer todos
nuestros deseos.
Por último se desarrolla el superego, que hace referencia a la influencia de la cultura en el individuo. Vemos
porque no podemos cumplir todos nuestros deseos. Son los valores y las normas, interiorizados a nivel de lo
consciente, que definen los límites de la conducta moral. Comienza a formarse cuando nos damos cuenta de
que nuestra propia conducta (así como la de nuestros padres y la de las personas que nos rodean) debe
ajustarse al sistema de normas y valores de la cultura en que vivimos.
El desarrollo de la personalidad: En la etapa del id, el niño se aproxima al mundo como un lugar lleno de
sensaciones que le pueden producir placer. Con el desarrollo del superego, el niño empieza a comprender
cosas que van más allá de lo que le produce placer o dolor físico y comienza a entender el significado de lo
que es moralmente bueno o malo.
El conflicto entre el id y el superego es permanente, pero en una persona emocionalmente equilibrada estas
fuerzas opuestas están controladas por el ego. Los conflictos que no se resuelven, sobre todo en la infancia,
pueden dar lugar a desórdenes psíquicos posteriores.
La cultura interviene para controlar las pulsiones mediante el superego, Freud denominó esto como represión.
A menudo, las necesidades contradictorias del individuo y la sociedad se resuelve mediante compromisos, o
mediante la sublimación.
7.3. El planteamiento de Piaget
Se centró en el estudio de los procesos cognitivos, es decir, en los procesos mentales que guían el pensamiento
y la comprensión de la realidad. Según su teoría los niños van atravesando distintas etapas de aprendizaje que
tienen que ver con su desarrollo biológico y el tipo de experiencias sociales que van acumulando:
• Fase sensomotriz (0−2 años): en la que los niños conocen el mundo únicamente a través de sus
sentidos (tocándolo, oliéndolo, chupándolo, mirándolo u oyéndolo). Las habilidades sociales de los
niños son muy limitadas.
• Fase preoperatoria (2−7 años): el niño ya es capaz de entender y emplear algunos símbolos, como las
palabras. A los dos años los niños intentan abarcar mentalmente el mundo, superando la etapa
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puramente sensorial. La capacidad de usar símbolos da alas a su imaginación. Aprende a distinguir los
sueños de la realidad y lo que es un suceso real de lo que se relata en un cuento infantil. Solo pueden
dar nombre y significado a cosas específicas. No son capaces de emplear conceptos abstractos, no
pueden hacer precisiones en tamaño, peso o volumen. En esta etapa los niños no piensan que el
mundo puede ser distinto según como otros lo vean (egocentrismo).
• Fase operatoria concreta (7−11 años): los niños son ya capaces de percibir relaciones causales en su
entorno. Empiezan manipular su entorno. Son capaces de asignar más de un símbolo a un objeto
específico. Empiezan a superar el egocentrismo, son capaces de imaginarse a sí mismos desde el
punto de vista de otras personas.
• Fase operativa formal (11−15 años): el niño ya es capaz de razonar en términos abstractos y
críticamente. Los adolescentes suelen tener una gran dosis de creatividad e imaginación. Son capaces
también de entender y emplear metáforas. Comienzan a aprobar o rechazar hechos o conductas por
cuestión de principios.
8. LOS AGENTES DE SOCIALIZACIÓN
Son agentes de socialización aquellos grupos, instituciones u otros dispositivos sociales a través de los cuales
se produce la incorporación de los individuos a la sociedad.
Una forma de clasificar los agentes de socialización consiste en distinguir aquellos que tienen como finalidad
específica la socialización, y aquellos otros que, sin tenerla como finalidad propia, contribuyen también a la
socialización de sus miembros. Si cruzamos este criterio de clasificación con la distinción establecida
anteriormente entre socialización primaria y socialización secundaria tenemos:
Grupos con fin explícito de socializar
Grupos sin intención de socializar
FAMILIA
GRUPO DE IGUALES
Socialización
primaria
Socialización
ESCUELA
secundaria
EMPRESA
Se trata, no obstante, de una clasificación imprecisa por dos razones:
1º) Porque la escuela se considera un grupo secundario pero en su seno se forman grupos primarios.
2º) Porque deja sin clasificar otros agentes de socialización que no son grupos, como los medios de
comunicación.
Se puede conseguir otra clasificación multiplicando el número de variables y criterios de clasificación, pero a
costa de la claridad, y sin asegurar que sea exhaustiva. A fin de cuentas, cualquier situación social en la que se
encuentre el individuo es socializadora en mayor o menor medida.
Observando esta clasificación tenemos dos grupos que cumplen una función socializadora explícita: la
FAMILIA y la ESCUELA. Ambas tienen como objetivos la educación de sus miembros para incorporarlos a
la vida social. En las dos aprenden no sólo a ser padres o estudiantes, sino a serlo en una sociedad concreta a
la que pertenecen ambos grupos.
Entre los grupos que no tienen la función explícita de socializar, pero ejercen dicha función a veces de forma
decisiva, está el GRUPO DE IGUALES. Las pandillas juveniles se reúnen con el fin de relacionarse y
divertirse, pero además ejercen una función uniformadora de los valores y pautas de conducta de sus
miembros. Lo mismo ocurre con la EMPRESA, que no tiene como objetivo enseñar a ser trabajador, sino a
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producir beneficios, pero en su seno se aprenden roles laborales. Se aprende a ser peón, oficial, cajera,
encargado, secretaria, director...
Los agentes de socialización no siempre están personalizados. La socialización es mucho más difusa y
anónima. Es la que se da a través de agentes como el cine, la radio, la televisión, la prensa, los libros...Un
escrito o un actor no conoce a sus admiradores; muchos espectadores desconocen quién es el director de la
película que han visto. Entre estos agentes de difusión de valores y formas de vida, la TELEVISIÓN ocupa
un lugar relevante. A través de la televisión se pretende influir en las masas, por ejemplo, intentando crear
hábitos de consumo con anuncios publicitarios. Pero su influencia es mucho mayor, ya que transmite
segmentos de rol, valores, ideales de vida. Estos agentes difusos pueden actuar como elementos integradores o
desintegradores de las instituciones o normas prevalecientes.
8.1. La Familia
La familia es el principal agente de socialización. En su seno el niño va paulatinamente asimilando un
complejo básico y estable de valores, ideas, patrones de conducta y formas de reacción emocionales, que
constituirán después puntos de referencia básicos a partir de los cuales interpretar y organizar el resto de los
estímulos sociales.
La importancia socializadora de la familia radica, no sólo en que en ella recibe el niño el apoyo material
necesario para cubrir su desvalimiento biológico, sino también en que es en su seno donde se realiza el
aprendizaje de los recursos y técnicas instrumentales básicos en el desarrollo futuro de su personalidad: desde
la adquisición del lenguaje hasta la formación de las pautas conceptuales básicas de orientación en el mundo.
Pero, fundamentalmente, porque todo ello se realiza en un clima marcado por la afectividad.
La institución familiar tiene las siguientes funciones básicas:
• permite mantener una relación sexual estable y legítima entre los cónyuges;
• en su seno reciben los individuos apoyo afectivo estable;
• se lleva a cabo la reproducción de manera legítima;
• se socializa a los hijos, se les adscribe una posición social de partida;
• se atiende a las necesidades de mantenimiento y cuidado material de sus miembros;
• produce personalidades con formas de vida social aprendidas e interiorizadas.
8.2. La escuela
La función socializadora de la escuela no se reduce a la transmisión de los conocimientos y habilidades que
integran el currículum académico. Muchas escuelas incluyen un programa ideológico a transmitir: es el caso
de los colegios confesionales.
Más importante que los contenidos propiamente académicos es el conjunto de actitudes y valores subyacentes
que inculca en el alumno la práctica académica. En la clase, se enseña el valor del orden, el sentido de la
disciplina; la exigencia de rigor en el quehacer científico, o la importancia del éxito en una sociedad
competitiva.
8.3. El grupo de iguales
Junto a la familia, es considerado el otro agente decisivo en la socialización del niño. Al contrario de lo que
sucede en la familia, en el grupo de iguales el niño dispone de un estatus de igualdad con los demás miembros
y no un estatus inferior, como en la relación padre−hijo. Este estatus de igualdad formal y el carácter
voluntario con el que se forma, permite tener un mayor margen de libertad psicológica, expresar más
espontáneamente actitudes y juicios, y desarrollar en mayor medida su espíritu crítico.
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La importancia de los grupos pequeños en la formación de hábitos y actitudes ha sido objeto de estudio por
parte de una rica literatura que ha provocado la creación de una disciplina científica propia, en el marco de la
Psicología Social: la Dinámica de Grupos.
8.4. Los medios de comunicación
Estudiaremos más detenidamente el papel socializador de los medios de comunicación. De momento,
podemos señalar que su importancia es decisiva en nuestra sociedad, caracterizada por valorar en extremo el
conocimiento y la información. En la sociedad postindustrial, la información es poder, y al mismo tiempo el
poder se sostiene mediante el control de la información.
El papel socializador de los medios de comunicación no se reduce a unos pocos programas educativos. Hay
muchos espacios y programas (dramáticos, etc.). que transmiten actitudes y valores. El carácter informal,
gráfico y divertido con que se transmite el mensaje y su conexión con los intereses del espectador,
contribuyen a su eficacia, activando mecanismos inconscientes de identificación o rechazo; mecanismos
peligrosos, ya que el espectador actúa como receptor pasivo y, por tanto, se anula su capacidad crítica ante el
mensaje.
Los medios de comunicación invaden incluso el ámbito de intimidad de la familia, y contribuyen a la
formación de corrientes de opinión que están al servicio de los intereses de las élites del poder político,
económico, militar, religioso, etc.
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