ALGUNOS FACTORES PARA PROYECTAR LA FUERZA AEREA DEL FUTURO A la entrada del nuevo siglo continúan conviviendo, en América Latina, dos visiones respecto a la temática de la Seguridad y Defensa. Por un lado se mantiene vigente la clásica visión de la defensa del Estado fundamentalmente concebida como protección de su soberanía y sus intereses. Por el otro, ha surgido un enfoque que se sustenta en que la búsqueda de esquemas de cooperación regionales/subregionales podrán impulsar una mejor respuesta a las llamadas nuevas amenazas y a la estabilidad de la región. En tal sentido, la realidad muestra que a pesar de los significativos esfuerzos que en la región se están realizando para encaminar sus pasos hacia procesos de integración en materia Defensa, ya sea de carácter bilateral o multilateral, lo cierto es que no se han alcanzado concretas arquitecturas comunes para enfrentar tal problemática, tanto en el nivel regional como subregional. Resulta indudable, en ese orden, que cada país manifiesta variables de naturaleza política, económica, social, histórica y hasta de configuración geográfica que le son absolutamente propias y que definen, precisamente, su identidad como Nación y su particular percepción de lo que sucede dentro y alrededor de ellos. Por tal razón se puede inferir que iniciativas de tal naturaleza no serán fáciles de alcanzar por cuanto exigirá la trabajosa tarea de armonizar, al menos básicamente, visiones, intereses estratégicos y prioridades comunes. Definitivamente tal situación propone claramente la necesidad de ampliar la percepción de un horizonte estratégico caracterizado, principalmente y hasta principios de la década pasada, por cuestiones vinculadas a integridades territoriales y las soberanías de sus Estados (las tradicionales hipótesis de conflicto) hacia una perspectiva en donde la tecnología, la globalización, la extensión de los espacios geográficos que los estados perciben como importantes para su seguridad, la cantidad y diversidad de actores con los cuales los gobiernos deben contar a la hora de adoptar posiciones y/o resoluciones estratégicas y la proliferación de temas percibidos como relevantes en términos de Seguridad y Defensa han adquirido roles trascendentes. La determinación y evaluación de ese horizonte estratégico, integrado por una serie de factores, tanto provenientes de la realidad como los precedentemente expuestos, como de análisis prospectivos, constituyen el pilar básico para que el Estado pueda precisar su propia posición o modelo estratégico y, a partir de allí, definir capacidades militares que, desde el punto de vista de la Seguridad y Defensa, estén en condiciones de satisfacer las demandas del modelo estratégico adoptado. Por otra parte, la definición de capacidades militares no resulta una cosa menor por cuanto, de esa determinación, derivará el desarrollo de la organización de las Fuerzas Armadas (FFAA). Tal observación adquiere mayor relevancia cuando se asignan nuevas capacidades las cuales podrían exigir cambios, básicamente, en organizaciones, estructuras, adiestramiento y medios materiales. Actualmente, en la región, las misiones de las FFAA pueden caracterizarse como misiones de índole tradicional, tendientes a proteger la soberanía e intereses de los estados, misiones 1 no tradicionales, vinculadas con la resolución de las llamadas nuevas amenazas, misiones emergentes de compromisos internacionales, relacionadas con operaciones de carácter internacional y compromisos en el orden del desarrollo nacional, todas ellas conforme a las normativas y tradiciones de cada estado. Bajo todas estas circunstancias es que resulta por demás necesario identificar aquellos factores d que puedan incidir, en mayor o menor medida pero siempre de modo significativo, en el diseño del poder militar aéreo espacial del futuro. El mantenimiento de las FFAA como instrumento garante de la soberanía e intereses de la Nación. Las leyes de Defensa y de Reestructuración hacen alusión una concepción estratégica de modelo disuasivo para las FFAA (artículos 2° el las respectivas normas legales). La decisión política de mantener a las FFAA responsables en el campo que hoy establece la legislación vigente. La muy poco probable materialización de amenazas del tipo tradicionales cuya solución no pueda alcanzarse por la vía negociadora. No obstante seria imprudente descartarlas de plano a riesgo de comprometer seriamente el patrimonio de la Nación e, incluso, la capacidad negociadora del Estado. Por otra parte es relevante el dato que en América, durante el año 2005, se han registrado 23 casos de conflictos vigentes, algunos de origen reciente y otros de larga data, de los cuales solo 5 son de carácter interestatales y con muy bajo a bajo nivel de intensidad. En cambio, en relación a los conflictos intraestatales, se identifican a 9 de ellos con un alto nivel de intensidad y con la posibilidad de derrame de tales fenómenos, en algunos casos, sobre sus vecinos (Los conflictos en América en el 2005 – Heildelberg Institute For International Conflict Research). La determinación política de utilizar a las FFAA en el escenario internacional, como una importante herramienta de su política exterior, con distintas grados de involucramiento, particularmente en el ámbito regional, en cuestiones vinculadas con iniciativas de paz y misiones de apoyo humanitario. La búsqueda de sistemas o arquitecturas de cooperación, bilaterales o multilaterales, para dar respuesta a amenazas que puedan ser apreciadas como comunes con los actores de la región. “El mantenimiento y fortalecimiento de las Medidas de Confianza Mutua de carácter militar son un factor contribuyente para el mayor predominio del dialogo y de la negociación en las relaciones bilaterales y multilaterales” (Decreto 727/2006 – reglamentación de la ley de defensa Nacional – “Considerandos” y Libro Blanco de la Defensa Nacional 1999 – Capitulo 2 – La Dimensión Continental). La imprescindible necesidad de desarrollar interoperabilidad en el orden conjunto y combinada, especialmente en el orden regional y eliminar las sobreposición de roles entre los componentes del Instrumento Militar. 2 La consideración de la ampliación del espacio geográfico que en casos de conflictos internacionales u otras exigencias, especialmente en la región, significará la necesidad de operar mas allá del espacio geográfico propio. La necesidad de responder a una variada gama de amenazas de bajo nivel particularmente generadas por actores no gubernamentales. En tal sentido se percibe que los conflictos, tanto presentes como futuros, si bien podrían demandar un aparente menor rol protagónico por parte de las fuerzas aéreas como sucediera en conflictos o guerras convencionales, también resulta cierto que el equipamiento y armamento debiera ser altamente tecnificado para lograr los efectos buscados con un alto grado de precisión evitando, sobre todo, no producir lo que se conoce como daños colaterales. Atender, especialmente, la vigilancia del aeroespacio en zonas fronterizas y áreas relacionadas, contribuyendo a neutralizar manifestaciones delictivas con proyección transnacional. Considerar la racionalización de los objetivos estratégicos asignados para que tengan simetría con los medios disponibles (tamaño, capacidad y calidad del instrumento operativo). Priorizar las misiones asignadas de manera tal de cumplir satisfactoriamente las principales. Esto significa relegar aquellas de baja prioridad tratando de asegurar para estas la subsistencia de núcleos básicos en condiciones de desarrollarse adecuadamente, si las circunstancias así lo exigieran Contemplar la adecuación de estructuras y organizaciones en orden a privilegiar lo cualitativo sobre lo cuantitativo, tanto en lo relativo al despliegue en tiempo de paz como al material aéreo, el personal y la infraestructura. En cuanto a la modernización (optimizar las capacidades en orden a cumplir en mejor forma las misiones ya establecidas) o la transformación (desarrollo de nuevas capacidades para cumplir nuevos roles) debe, imprescindiblemente, estar vinculada a las realidades y prioridades que el Estado otorga a sus necesidades. No obstante debiera enfatizarse en que la seductora frase “más calidad y menos cantidad” puede resultar un engaño, tan sutil como peligroso, si los cambios a llevar acabo no se apoyan en firme y clara decisión política y, consecuentemente, con los recursos apropiados. Contemplar la incorporación de medios aéreos polivalentes e incentivar la acción de los llamados “multiplicadores de fuerza” como lo son inteligencia, logística, movilidad y todo otro apoyo contribuyente al desarrollo de operaciones. Contribuir al desarrollo del país sin desnaturalizar su función principal. Brig. Gen. ® Rubén Montenegro. 3 4