EDUCACIÓN Y PRODUCCIÓN (I Encuentro Internacional sobre Educación Productiva. Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión. Huacho, Noviembre de 1999.) Jorge Capella "Una nación desarrollada es aquélla cuya población es informada, culta, eficiente, productiva, responsable y solidaria; ningún país podrá avanzar en su desarrollo más allá de donde llegue su educación; el desarrollo no puede medirse sólo por los bienes o los recursos de que dispone una comunidad, sino, fundamentalmente, por la calidad de las personas que los producen o los usan". (Declaración de México,1979) La relación de necesidad entre educación, trabajo, producción y empleo es uno de los temas centrales de la problemática educativa. Y seguramente que el pivote de esta relación está en la educación productiva o educación para la producción por cuanto este tipo de educación aprovecha la utilización de la experiencia del trabajo como medio educativo, permite eliminar o disminuir la separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual y facilita la igualdad de oportunidades como medio de promoción social y ocupacional. Se me ha solicitado que elabore un marco contextual y conceptual referente a este tema y en el intento de hacerlo divido la exposición en cuatro apartados: en el primero analizo someramente la situación de la educación frente al sistema productivo; dedico la segunda a formular algunas ideas, de tipo heurístico, a modo de premisas para este estudio; en el tercero me refiero a las variables o aspectos básicos de una educación productiva; y finalmente en el cuarto abordo, muy brevemente, la organización de las instituciones que desarrollan educación productiva. 1. Situación de la educación frente al sistema productivo. Hasta hace poco tiempo, en América Latina la riqueza real o potencial de una nación se definía principalmente en términos de sus recursos naturales, de sus instalaciones físicas destinadas a la industria, y al volumen y expansión de su comercio. Esta perspectiva impedía dar la debida importancia al capital representado por los recursos humanos y a las fuerzas de orientación y mejoramiento de estos recursos constituidas por la educación. Sólo en fecha reciente, se ha comenzado a incluir en los planes y programas de crecimiento económico, aquellos factores de bienestar social que, como la educación, la salud, y las condiciones de trabajo, reflejan en forma más completa, los diversos niveles de progreso social. (Cabezas, 1968) En el Perú, como en el resto de América Latina, ha existido un claro divorcio entre las estructuras educativa y productiva, divorcio que ha empeorado últimamente por efecto de la crisis económica pues el ritmo de crecimiento de las economías. En consecuencia, la capacidad de absorción de fuerza de trabajo no sólo se ha detenido sino que se presenta en situaciones regresivas en términos de pérdida de dinamismo de creación de empleo, de incremento de subempleo y de disminución de las remuneraciones del trabajo. A esto se añade que la naturaleza de los mercados de trabajo es heterogénea y segmentada, al ponerse en evidencia la coexistencia de modos de producción y organización del trabajo histórica y técnicamente diferentes. Por un lado se mantiene una tradición laboral secular, que ha sido el sostén económico de la población, y por otro lado, modos de producción en industrias de avanzada tecnología, con alta circulación de capital y alta rentabilidad. Además la escasa validez de la prospectiva en nuestro medio, donde la incertidumbre acerca del futuro es una constante, la inestabilidad política, la alta vulnerabilidad a los cambios en los centros económicos y políticos mundiales, y la crisis económica internacional, entre otros elementos, han desalentado y desalientan la formulación de una política de recursos humanos. Esta situación hace que en nuestro país se produzca lo que Romero (1989) llama un rígido paralelismo entre el desarrollo de los sistemas educativos, de un lado, y el de los sistemas productivos y del empleo, de otro lado, siguiendo cada uno por separado su propia dinámica y sin puntos de articulación a nivel de políticas globales de desarrollo nacional. En América Latina, nos dice Ibarrola (l992), los gobiernos nacionales han jugado un papel importante en el impulso a la educación técnica de nivel medio y sus posibilidades de empleo, pero no se han hecho investigaciones que tomen en cuenta diferencias por sectores del mercado de trabajo, por zonas geográficas, por tipo de carrera, por tipo de modalidad institucional, por dinámicas y variaciones en los ciclos económicos, etc. Además, en nuestros países se generó un importante equívoco social al proponer que la escuela técnica de nivel medio ofreciera una formación precisa para una gran cantidad de ocupaciones puntuales. Por un lado, las labores para las cuales forma la escuela técnica sólo existen en espacios muy reducidos del mercado de trabajo, no constituyen actividades laborales vacías sino que están ocupados por personal que se fue capacitando para ellas mediante mecanismos que están fuera de la escuela técnica; finalmente, muchas de las ocupaciones que se innovaron en la escuela técnica no garantizan una consolidación social ni respecto de los recursos sociales necesarios para sustentar la formación en este tipo de quehacer, ni respecto de la existencia de funciones ocupacionales suficientes o aun necesarias en los distintos mercados de trabajo. Por otra parte, la tendencia a formaciones ocupacionales puntuales generó una estructuración institucional y curricular que desvirtuó las posibilidades formativas de estas escuelas al poner en competencia - en el tiempo, en los espacios escolares, en los recursos institucionales y en la energía de docentes y alumnos - la formación para el empleo con las formaciones generales. El hecho concreto es que las escuelas técnicas de nivel medio se crearon y desarrollaron en el contexto de expectativas desproporcionadas y equívocas respecto de los objetivos que deberían cumplir: escasa atención a la construcción de los niveles institucionales específicos de este tipo de educación, costo superior al de otras modalidades del nivel y fuerte disparidad entre los esfuerzos financieros e institucionales realizados y los resultados logrados. Pero esto no es todo. La intencionalidad y la capacidad del Sector Educación está condicionado por las condiciones del mercado laboral. Este, como nunca antes, está sometido a un cambio permanente. Unos sectores de empleo están en expansión, otros cambian poco y finalmente algunos están en fase de regresión o desaparición. Las previsiones de los expertos en análisis de mercado no se cumplen; la rápida evolución de las nuevas tecnologías y la incidencia de las mismas en la empresa junto con la competencia del mercado de trabajo, dificulta la previsión del futuro laboral. Las influencias de la inteligencia artificial, lasser, bioquímica, etc. se supera así misma en un tiempo record sin precedentes en la historia económica (Manzelli, 1989) Esta situación, que sacude al mundo laboral a nivel internacional, es la misma que afecta a los sectores más desarrollados de nuestro medio urbano industrializado. La evolución y progreso permanente de las nuevas tecnologías crean nuevos puestos de trabajo a los niveles de ingeniería técnica que, al aumentar la producción relega al desempleo a los trabajadores poco cualificados. En consecuencia se producen desajustes ocupacionales, desaparecen perfiles profesionales que son sustituidos por otros, fruto del progreso de los avances tecnológicos. Las empresas para hacer frente a la competencia del mercado de trabajo en la calidad y cantidad del producto, deben renovarse técnicamente de forma casi permanente. Los contratos temporales y modalidades similares, les permiten adaptar la plantilla laboral a dichas exigencias, sin necesidad de reciclar o capitalizar a dicha plantilla. En general, la bolsa de desempleo se mueve entre la formación a corto plazo y la búsqueda inmediata de un puesto de trabajo similar y sin estabilidad contractual. Cada vez se necesitan menos trabajadores no calificados, la precaria estabilidad de jerarquías de empleo y su evolución pone de manifiesto el desfase entre exigencias de los empleadores y títulos y niveles académicos. El aumento de las exigencias en la cualificación profesional general agrava a los menos calificados y se crea la bolsa de analfabetos ocupacionales, se les detecta más fácilmente y se inscriben en las listas de desempleados y de subempleados. En cambio, al aumentar los procesos con la informática aumentan las ocupaciones de cuello blanco; el tornero mecánico, por ejemplo, puede transformarse en un programador y el acceso a este nuevo puesto requiere conocimiento general de las funciones del torno y destrezas de programación. Este ejemplo hace sospechar que el acceso a este nuevo puesto puede resultar más fácil desde las titulaciones de informática que desde los mecánicos torneros. Aumentan así los empleos de servicio al tiempo que disminuyen los de producción de bienes de consumo por la integración de equipos automatizados; los servicios de marketing, desarrollo de la investigación para la creación de nuevos productos y servicios. De esta suerte, en estas condiciones el acceder y mantenerse en un puesto de trabajo está condicionado por el incremento de capacidades intelectuales más y más abstractas a partir de equipos sofisticados, con cultura superior más abstracta y generalizada. En este proceso hay cierto equilibrio entre lo concreto y lo abstracto. Hay que advertir sin embargo que dichas máquinas normalmente están diseñadas para que un obrero poco cualificado pueda manejarlas, gracias a los automatismos integrados. Este hecho traslada el control y por consiguiente el poder, al empresario o a los técnicos de mantenimiento, normalmente dependientes de la empresa de alta tecnología que las construya. Como consecuencia de todo esto disminuyen los empleos menos cualificados, en especial los relacionados con la utilización de máquinas controladas por los llamados "trabajadores de cuello azul". La competencia en este campo y la necesidad de renovación de la empresa revierte en aumento de contratos temporales, trabajos temporales, economía sumergida y jubilación anticipada al tiempo que este colectivo alterna la situación de desempleo con trabajos esporádicos. 2. Ideas centrales a modo de premisas. A mi entender, para enfrentar o revertir esta situación y hacer posible una educación productiva es importante tener en cuenta que: La educación es un fenómeno personal, social histórico e ideológico por lo que no es posible separar nuestra vocación histórica de un esquema educativo. Dicho en otros términos, no podemos concebir un proyecto pedagógico al margen de un proyecto histórico global, y tampoco favorecer la conquista y consolidación de un proyecto histórico sin el apoyo de un proyecto educativo que actúe como aliento y orientación. Ninguna educación alcanzará su finalidad más profunda si no capacita para el trabajo, si no permite y promueve la habilitación del educando para la actividad creadora y recreadora en el mundo... Educar para el trabajo es, pues, condición esencial a la realización del hombre en todas sus dimensiones. (Salazar Bondy,1976) Una educación para el desarrollo integral de la persona y de la sociedad no se agota en el crecimiento económico. Pero sin éste aquél resulta con frecuencia un mero enunciado. La productividad económica depende, en gran medida, de la disponibilidad de destrezas profesionales y de aptitudes vocacionales, las cuales sólo pueden ser ofrecidas a través de un sistema educativo adecuado a los requerimientos de la economía (Trejos, 1971); por lo tanto el sistema educativo debería ser, el campo generador de nuevos recursos y la orientación de los mismos en los diferentes sectores del trabajo y la producción. La naturaleza de la tecnología y la dinámica de su desarrollo también requieren de un análisis detenido. Creación tecnológica significa educación en el plano de la producción, de la creatividad, de la capacidad de análisis. En efecto, la rapidez con que se producen las transformaciones al interior del campo de la producción exige una determinada capacidad de innovación y creación tecnológica y no tan sólo de adaptación. Innovación y creación no pueden ser actividades puntuales, ni pueden tampoco quedar limitadas sólo a una parte de la estructura productiva. La innovación no se vincula necesariamente a los modelos de economía centralizada, ni tampoco a los de economía descentralizada. Ella abarca todos los niveles de la estructura productiva. (Gelpi, 1991) Esta rapidez en los cambios dificulta planificar la formación específica a largo plazo (Walter, 1987). El remedio más aceptado parece ser el de formar recursos polivalentes que permitan encontrar un puesto de trabajo inmediato y poder reciclarse al ritmo del cambio de la ocupación. En los diversos aspectos curriculares hay que prever la participación de actores del sector productivo. Las nuevas tecnologías pueden contribuir no solamente a enfrentar las necesidades organizativas del sistema productivo, sino también a las necesidades individuales y colectivas de la vida personal y social. Una apreciación diferente de las nuevas tecnologías puede reorientar la investigación tecnológica y la educación productiva hacia esta dirección. La introducción de estas tecnologías y su adecuada orientación exigen la capacitación de los cuadros para la planificación estratégica, la planificación de innovaciones, el pensamiento sistémico, etc; es necesario igualmente continuar formando en las competencias tradicionales y no se debe olvidar que los hombres y las mujeres no calificadas son más vulnerables a la introducción a la tecnología en el lugar de trabajo. (Gelpi, 1991) Hay en nuestro país una interesante experiencia en educación productiva, generada a lo largo de estos últimos años, que no ha sido suficientemente evaluada y que es necesario rescatar ya que, de origen, ha estado orientada por el principio de incorporar en la acción educativa los procesos productivos. Dada la importancia que adquiere en estos momentos una necesaria formación en materia de tecnología, la experiencia podría extrapolarse al sistema educativo en general para aprovechar al máximo las posibilidades de la educación productiva sin atentar contra los límites que le impone su naturaleza escolar. El animador de la vida desde la más tierna edad, el mejor fermento de la satisfacción sana y dinámica, en el cuadro normal de la familia y la comunidad, no es el juego, es el trabajo. (Freinet, 1974) Aprender es captar el significado de lo que se conoce, su por qué y su para qué, como punto de partida para la construcción de la realidad y para transformarla. Ampliar el horizonte del aprendizaje significativo implica también creatividad por parte de los profesores ya que la personalidad de éstos puede facilitarla o inhibirla. La creatividad requiere de ambientes muy libres, descentralizados, personalizados, que permitan los errores, que sean capaces de tolerar la ambigüedad, la reflexión divergente, la flexibilidad, etc. Perpetuar la educación de los adultos sin tener en cuenta el nuevo sentido del saber y de su adquisición durante la vida productiva, las transferencias científicas y tecnológicas, las revoluciones en el campo de la informática, las mutaciones radicales en el proceso productivo, significa llevar a cabo una labor educativa ineficaz y a menudo conservadora. En este marco de mutaciones, hay que entender la nueva particularidad de los movimientos sociales y culturales que tienen características diferentes de los anteriores. (Gelpi, 1991) 3. Aspectos básicos de una educación productiva. Según se desprende de estas premisas la educación productiva es bastante compleja por lo que en el tratamiento que le voy a dar tendré que referirme a varios tópicos complementarios: valor formativo del trabajo; educación para, por y en el trabajo; educación y producción; formación del capital humano o de la fuerza laboral; y planteamientos y estrategias para una educación que favorezca la producción. 3.1. Valor formativo del trabajo En su sentido más elemental, trabajo es la actividad humana por la que el hombre orienta sus esfuerzos a controlar, dirigir y aprovechar las fuerzas de la naturaleza para el logro de sus objetivos individuales y colectivos y en la que normalmente encuentra los recursos económicos para subsistir y progresar. Es la actividad humana productora de bienes y servicios que permiten la satisfacción de necesidades. Es, por tanto, un factor primario de producción. Barrantes (1963) completa lo dicho y expresa que el trabajo es una condición sine qua non de la existencia misma de las colectividades; el trabajo eficiente en el que se aunan las aptitudes personales, la técnica moderna y el sentido de honor y de responsabilidad; y constituye el más poderoso motor del bienestar individual y la prosperidad común. A su vez Freinet (1974) señala que lo que suscita y orienta las ideas, lo que justifica el comportamiento individual y social de los hombres es el trabajo en todo lo que tiene de complejo y socialmente organizado; el trabajo es motor esencial, elemento de progreso y dignidad, símbolo de paz y fraternidad. De esta manera el trabajo constituye el medio a través del cual el hombre se realiza como ser humano gracias a su potencia creadora. Es por esto que incluso se habla de espiritualidad del trabajo. Las variables formativas del trabajo son muchas. En esta ponencia voy a destacar aquéllas que considero esenciales: La primera que quiero destacar es el esfuerzo como actividad voluntaria y continuada que se aplica en consecución de un determinado fin. No se ve cómo se pueda lograr algo que debe incorporarse al hombre sino en virtud de su propia actividad. Mediante el esfuerzo se aplica el ser íntegro a algo, se familiariza con el modo utilizable para el caso propuesto, enriquece su personalidad y vigoriza su carácter. La vida misma es un esfuerzo continuo o una suma de esfuerzos, como se quiera. La cultura es el resultado del esfuerzo humano y es por él también que se mantiene y se amplía. Todo aquello que despierta nuestra admiración y merece nuestro respeto, incluyendo el perfeccionamiento moral, se debe -en gran parte- al esfuerzo. ¿Cómo se puede y debe estimular el esfuerzo en el trabajo? Freinet (1974) contesta en forma muy clara y enfática: organicemos el trabajo para que desde temprana hora, el niño se familiarice con sus obligaciones, pero disfrute también de las satisfacciones incomparables que de ello se derivan; para que centre gradualmente su vida en esta necesidad funcional, para que se sature de ella y se le incorpore a tal punto que, a pesar de las solicitaciones, las perversiones y los ilusorios goces que le ofrecerán la civilización, vuelva siempre tras sus errores a esa única actividad que lo nutre y salva. Ninguna enseñanza como la del trabajo y del taller, dirigida pedagógicamente, pone en actividad a los sentidos, impulsa a la autoactividad, desarrolla los fundamentos para todas las profesiones sociales y políticas y sirve a la educación y formación moral. (Portocarrero,1980) El trabajo manual es plenamente educador porque inculca una formación moral, hábitos de laboriosidad y formas de conducta para la vida de la familia. Es necesario que los alumnos aprendan a no desperdiciar ningún tipo de trabajo manual, y que a la vez cultiven en ellos hábitos de higiene personal y pública. Los psicopedagogos señalan que es indispensable una cantidad de actividad física para cultivar el crecimiento y la salud ... el beneficio sacado del trabajo manual desde el punto de vista del aprendizaje y de desarrollo personal depende del valor y de la dignidad que se reconoce a dicha labor, determinada por la manera en que la sociedad remunera y respeta al trabajo físico. Finalmente quiero destacar otro aspecto formativo del trabajo sobre el cual se insiste muy poco. Me refiero al de la satisfacción depende de la interacción de dos clases de factores, a saber: De los resultados, que realmente obtiene el estudiante a través de la realización del propio trabajo. De cómo son percibidos por él tales resultados, de acuerdo con un marco de referencia individual. (Genesca,1977) 3.2. Educación para, por y en el trabajo. El punto álgido de la educación productiva radica en el diseño y uso de estrategias válidas, concretas, precisas. Al respecto considero que tenemos que apelar primero a los criterios y mecanismos de la creatividad, luego a la orientación vocacional y finalmente a las peculiaridades de la formación y capacitación de adultos. Si embargo antes voy a referirme a algunos aspectos de la educación productiva en sentido genérico. En consonancia con lo hasta ahora expuesto, el trabajo, entendido como fuente de humanidad y de sociedad, debe constituir sustento explícito de todo principio educativo. Se educa y debe educarse siempre en el trabajo, por el trabajo y para el trabajo. Pero se trata del trabajo libre y liberador, y no de un trabajo alienado, mercantilizado y en consecuencia instrumento de la sujeción del hombre. (Salazar Bondy,1976) Educar socialmente a partir del trabajo es brindar a los estudiantes una formación basada en valores y criterios de iniciativa, de sentido crítico, de libertad auténtica, de responsabilidad, de participación y de solidaridad. Esto es formar para la democracia vivida, también en la realidad educativa". Para ser más puntual y estar todavía más cerca de nuestra realidad actual, una educación vinculada realmente con el mundo de la producción y el trabajo en un contexto de crisis, merece considerar la práctica de objetivos, contenidos y métodos más concretos, creativos e innovadores que sean consecuentes a las transformaciones sociales y realizar una educación crítica, solidaria, reflexiva y transformadora de la sociedad. Una experiencia adquirida dentro de la comunidad y en el mundo del trabajo puede ayudar al alumno a convertirse en ciudadano autónomo y consciente de sus responsabilidades, de las necesidades de todas las capas sociales y de sus deberes para con los demás. Sin embargo no hay que convertir la educación para, por y en el trabajo en la panacea educativa. Como nos dice Freinet (1974) no se trata de glorificar, sino de formar; no basta con contar la nueva dignidad del trabajo; es necesario concebir y realizar una pedagogía que sea verdaderamente la ciencia de la formación del trabajador, en su doble función de trabajador y hombre. Igualmente hay que comprender que esta educación fundada en el trabajo no es una educación menor, para una época de crisis, a la medida de las humildes posibilidades que nos quedan en este mundo enloquecido. A nosotros nos corresponde demostrar la superioridad de la formación por el trabajo sobre todas las concepciones. Y se trata, como ya he señalado, de una superioridad en todos los terrenos para el equilibrio de los individuos, para la salud mental y física, para su preparación efectiva para la vida, para su desarrollo máximo. 3.2.1. Educación y Producción. Muñoz Sedano (1991), al analizar los modelos pedagógicos que se han desarrollado en los últimos tiempos distingue una serie de ejes o perspectivas entre los que figura el eje productivo que ve a la institución educativa como una empresa en todos sus aspectos. En este sentido se trabaja la planificación y gestión estratégica, el clima o cultura institucional, el control de calidad, etc. El trabajo productivo, apunta (Simone,1982), contribuye a la formación individual y social desarrollando aptitudes y sensibilidades tanto físicas como morales, estéticas e intelectuales, estimulando la formación de la conciencia social, la creatividad, la adquisición de conocimientos, del "saber-hacer" para la vida activa y para transformar la vida. En esta perspectiva la actividad desarrollada en los talleres, en los laboratorios, durante las pasantías en los centros de producción, en las fábricas, en el campo, en los servicios y durante el tiempo libre deberían tener como objetivo permitir a los niños y jóvenes dominar mejor la producción, la vida social, la vida afectiva, etc. El Informe Scans (1972), al analizar los posibles cambios en el mundo del trabajo y las implicaciones que estos tienen para el aprendizaje, llega a que las destrezas básicas, las destrezas racionales y las cualidades personales que el trabajo requiere de la educación son: Destrezas básicas: Lectura: localiza, entiende e interpreta datos escritos ordinarios y en documentos tales como manuales, gráficos y programas. Redacción: comunica los procedimientos, las ideas, la información y los mensajes por escrito; crea documentos tales como cartas, instrucciones manuales, informes, gráficos y diagramas de de flujo. Aritmética/Matemática: realiza cómputos básicos y trata los problemas prácticos al escoger adecuadamente entre varias técnicas matemáticas. Escucha: recibe, atiende, interpreta y responde a mensajes verbales y otras indicaciones. Expresión: organiza las ideas y las comunica oralmente. Destrezas racionales: Pensar innovador: genera nuevas ideas. Toma de decisiones: especifica las metas y las limitaciones, genera alternativas, piensa en los riesgos y evalúa y escoge la mejor alternativa. Solución de problemas: reconoce los problemas y presenta e implementa planes de acción. Visualización: organiza y procesa símbolos, ilustraciones, gráficos, objetos y otros datos. Saber aprender: usa técnicas de aprendizaje apropiadas para adquirir y aplicar nuevos conocimientos y destrezas. Razonamiento: descubre una regla o un principio que es la base de la relación entre dos o más objetos y los aplica en la solución de problemas. Cualidades personales: Responsabilidad: hace un gran esfuerzo y persiste hasta lograr metas. Autoestima: cree en su propia valía y mantiene una opinión positiva de sí mismo. Sociabilidad: demuestra comprensión, simpatía, interés en los problemas ajenos y cortesía al estar en grupos. Autocontrol: se evalúa atinadamente, establece metas personales tienen pendiente del progreso y demuestra autocontrol. Integridad/honradez: obra de acuerdo a los principios. 3.2.2. Formación del capital humano o de la fuerza laboral. Si, como ya he dicho, el desenvolvimiento económico exige de una parte más especialización en la fuerza laboral y de otra un flujo continuo de nuevas ideas encarnadas en nuevas técnicas de producción, entonces el sistema educativo tiene que asumir un papel crucial e inmediato dentro del marco social. (Vaisez,1967) No podríamos concebir que una sociedad realice cambios profundos en sus estructuras económicas y sociales sin una educación eficiente que le proporcione la mano de obra calificada, los profesionales y los técnicos para hacer uso de los recursos tecnológicos y del avance científico. (Trejos,1971) El recurso natural "hombre" tiene la especial característica de poder transformarse a sí mismo para convertirse en agente de producción, y que esto depende del apropiado empleo de su inteligencia. La educación contribuye al crecimiento económico al mejorar la calidad de la fuerza de trabajo. No obstante que es incuestionable la conexión entre la educación y el desarrollo económico de un país, su cuantificación no es simple fundamentalmente por la dificultad de aislar e identificar los frutos de la educación en la calidad del trabajo y porque el tiempo condiciona la capacidad laboral que interviene en el proceso económico. Esta situación nos lleva a separar la incidencia de la educación en dos partes: La contribución directa de la educación en la calidad del trabajo mediante el cambio en la cantidad de educación formal de la fuerza laboral, mensurable a través de la relación educación - remuneraciones. La parte concerniente a los "avances de conocimiento”, esto es, la educación adicional, fuente de desarrollo difícilmente cuantificable en forma directa y que considera el conocimiento de nuevos descubrimientos y teorías, utilización de nuevos materiales, máquinas, técnicas y procedimientos agrupados dentro de lo que se denomina como "conocimiento tecnológico", así como también, el aspecto de "gerencia" referente al conocimiento de las técnicas de dirección y de organización de empresas. El objetivo principal de la mayoría de las labores educativas en el lugar de trabajo es el incremento de la productividad, que aumenta si los sujetos saben cómo realizar sus trabajos y aún más si sienten que son valorados. De este modo los educadores se hallan comprometidos no sólo en el entrenamiento técnico tradicional, sino también en la reestructuración de algunos aspectos organizativos básicos. (Reed,1986) Es cierto que la educación no sólo hace progresar los inventos y los procedimientos, sino que prepara a los individuos para asimilarlos y aplicarlos, formando buenos especialistas y técnicos, contribuyendo a que aumente la cantidad y la calidad de la producción. (Quintana,1989) Sin embargo es necesario no sobrestimar el aspecto pedagógico pues la educación y capacitación de la fuerza de trabajo es sólo uno de los factores que influyen sobre la transformación tecnológica y la productividad del trabajo, y está condicionado por los factores económicos y políticos. Por otra parte es bueno reconocer que el trabajo productivo en educación es ante todo, y fundamentalmente, un proceso de aprendizaje individual. Para evitar que se vuelva egocéntrico y que se utilice para servir intereses individuales debe ser encaminado hacia fines sociales, de forma que sea individualmente útil y socialmente significativo. Para la industria, el talento creativo es un recurso imperativo para mejorar permanentemente la producción. Este mejoramiento toma la forma de nuevos enfoques de problemas de fabricación tradicional que a su vez abren nuevas vías de crecimiento económico. La proporción en que aparece la creatividad en la gente es un fenómeno aleatorio que no puede controlarse. Pero el desarrollo, reconocimiento y utilización eficiente de la capacidad creadora puede y debe ser controlada. Este es el desafío y la esperanza del progreso de la industria. (Davies,1975) La educación funciona sobre la productividad y la eficiencia porque otorga al productor la habilidad para tomar decisiones más racionales. Las actitudes y los conocimientos empresariales son el factor humano fundamental de la productividad del trabajo; todo lo que ocurre o deja de ocurrir en una empresa se origina en las iniciativas empresariales; por consiguiente, la educación y la instrucción de los administradores es un objetivo estratégico de la política educacional y de la productividad industrial. Quizá pueda afirmarse que las soluciones prácticas de los problemas abundan menos que las teorías generales, un tanto imprecisas. Tal vez se necesitan particularmente teorías específicas y renovadoras, a las cuales pueda conferirse forma institucional en la práctica de la educación. El desarrollo del curriculum, la organización de escuelas dentro y fuera de la industria, los exámenes de competencia vocacional en un mundo de técnicas variables son esferas que interesan fundamentalmente tanto a los educadores como a los industriales. 3.3. Planteamientos y estrategias para una educación que favorezca la producción. Luego de haber estudiado los aspectos fundamentales de la planificación en el macro nivel paso al análisis de los factores, estrategias o mecanismos que intervienen o pueden intervenir en un tipo de educación que favorezca o desarrolle la producción en sus diversas facetas, especialmente la económica. 3.3.1. El proceso de enseñanza-aprendizaje. Hay que tener muy presente los aportes de dos de los paradigmas de mayor vigencia en la actualidad: En uno de ellos se prioriza el aprendizaje por encima de la enseñanza sin menoscabar la importancia de ésta. En el otro se pone énfasis en el aprendizaje significativo poniendo de relieve los conocimientos previos del estudiante, la motivación de éste y los procesos de construcción de conocimiento. La construcción de significativos a partir de la enseñanza es el elemento mediador susceptible de explicar los aprendizajes finalmente obtenidos. La idea más importante que subyace a la tesis constructivista es que el aprendizaje no puede entenderse únicamente a partir de un análisis externo y objetivo de qué se enseña y cómo se enseña, sino que es necesario tener en cuenta, además, las interpretaciones subjetivas que el propio alumno construye a este respecto. En este sentido es necesario superar el desencuentro existente entre educación formal e informal intercambiando y luego incorporando selectivamente las experiencias de la educación no formal que han demostrado ser realmente eficaces. Por otra parte es necesario tener presente que: El aprendizaje de los procesos para la solución de problemas (problem solving) es crucial para la creatividad, innovación, gestión, participación, etc. , sin que ello deba significar, en modo alguno, desatender la información básica y el ejercicio de la memoria, indispensables para alcanzar un sólido conocimiento base, a su vez, de la creatividad. La formación tecnológica tiene que incluir la relación de la informática con los equipos. Esta formación supone la adquisición de ambos conocimientos y dominios técnicos. El núcleo de la formación laboral básica debe preparar para buscar trabajo, mantenerlo, progresar y cambiar de ocupación. No obstante la importancia de cada uno de estos aspectos para asegurar, desde el inicio de la escolaridad, una educación que forme en y para el trabajo y el desarrollo socioeconómico creo que es preciso insistir en la creatividad. 3.3.2. La Creatividad. El ser humano tiene la especial característica de poder transformarse a sí mismo para convertirse en agente de producción y esto depende del apropiado empleo de sus múltiples inteligencias (Gardner, 1995) . En el plano funcional nuestra capacidad intelectual, nuestras capacidades mentales, dice Osborn (1980) puede sintetizarse en las cuatro siguientes: Absorbente: observar y fijarse en las cosas. De retención: recordar y repetir. De razonamiento: analizar y juzgar. De creación: intuir y generar ideas. En la actualidad, la actividad de las tres primeras capacidades puede ser desarrollada, hasta cierto grado, por equipos computacionales. La cuarta función, la de generación de ideas será siempre privativa del hombre. Como se desprende de esta taxonomía secuencial, la inteligencia es dinámica, capaz de elaborar nuevas estructuras y nuevas relaciones; ésta sería la base de la creatividad común a todos los individuos. Luego irán confluyendo en ella elementos de experiencia, conocimientos más o menos numerosos, ambientes más o menos educativos de la originalidad. (Martínez,1976) No existen individuos carentes de creatividad. Sólo existen personas más o menos frenadas, calcificadas o aletargadas, que requieren un adiestramiento más o menos prolongado. (Aznar,1974) La creatividad no es un artículo de lujo. Todo el mundo posee cierto grado de capacidad creativa. Lamentablemente la educación nos entrena principalmente para pensar de manera analítica o deductiva, para enjuiciar o evaluar, mientras se deja de lado el pensamiento sintético o creativo. Por ello, en la mayoría de nosotros hay división entre potencial creativo y rendimiento efectivo. El mito de que el talento creativo es patrimonío de unos pocos sigue en pie. (Davis, 1975) Es más, para el hombre, la creatividad no es sólo un don y talento, sino un encargo, una misión. Es resultado de la educación, del cultivo y del trabajo en uno mismo. La más alta inspiración implica la autorrealización, la cual representa, al mismo tiempo, el objetivo de la vida y su origen motivacional. En la medida en que la personalidad se transforma a sí misma en el proceso de lograr la meta de un desarrollo madurativo, queda establecido el nexo entre creatividad y la autorrealización. Podríamos entonces decir que una de las dimensiones más importantes de la estructura del ser humano es la creatividad. Es por ello que en los trabajos de psicopedagogía se habla con frecuencia de energía creadora (Rogers, 1986), mente creativa (Curtis, 1978), talento creador (Torrance, 1970), espíritu creativo (Bullón,1984), pensamiento creativo (Curtis, 1978), facultades creadoras (Faure, 1973), aptitud creadora (Beaudot,1980), habilidad creativa (Calcar, 1988), capacidad creativa (Lowenfeld, 1973); de personalidad creativa; aprendizaje creativo (Torrance, 1970); y de educación creativa. Sería interesante, y eventualmente provechoso, el estudio diferencial de cada uno de estos términos. Sin embargo las características de esta ponencia no me lo permiten. Me ocuparé tan sólo de la personalidad creativa. La creatividad se puede considerar de diversas formas. Es posible centrar la atención en los productos o creaciones, o bien en los procesos que conducen a la creación, o se puede estudiar la personalidad como un fenómeno especial. Aquí me refiero tan sólo a algunos de los aspectos que tienen que ver directamente con la educación para la producción. Tengo bastante avanzado un intento por sistematizar los aportes que los investigadores han realizado en torno a la proyección pedagógica de la creatividad. Guilford (1978), teniendo en cuenta la heterogeneidad y carácter complementario de los factores configurativos de la creatividad, nos dice que el talento creador es una dimensión compleja y amplia que no se limita a la inteligencia sino que es de toda la personalidad. En la creatividad está comprometida la persona entera. Las aptitudes mentales no explican siempre todos los actos creadores. Además de los factores mentales divergentes hay que resaltar otros componentes actitudinales, que algunos autores denominan factores personales. Por ejemplo Alexander señala "cuando se trata de creatividad e inventiva, lo emocional y lo no racional es tan importante como lo intelectual y lo racional". Las personas creadoras se distinguen más por sus intereses e impulsos que por sus aptitudes. La eficacia creadora de la persona depende mucho más del esfuerzo mental efectuado que del talento innato de cada individuo. Los componentes personales de la creatividad se manifiestan en : sensibilidad a los problemas; penetración; tolerancia de lo complejo y ambiguo; sentido de independencia, libertad o autonomía; amplitud de conciencia; curiosidad: inquietud por lo desconocido y desafío al riesgo; y comunicación. Por su parte Rogers (1986) señala que la persona creativa es aquélla que está enmarcada en el proceso del funcionamiento de una vida plena y que la motivación profunda del individuo creador es la liberación de sí mismo, la tendencia del hombre a realizarse, a actualizar sus potencialidades, es decir, el impulso a crecer, el impulso a desarrollarse y el impulso a madurar. La fuerza creativa viene a ser como una energía, una tendencia a expresar y realizar todas las capacidades del organismo o de sí mismo. Un individuo será tanto más creativo cuanto más libere dicho dinamismo interno, que existe en todas las personas y sólo espera las condiciones propicias para liberarse y expresarse. La conducta creativa es experimentada por el individuo como fuertemente realizadora, y es así como el dinamismo de una vida constructiva, para sí y para los demás, se hace cada vez más intenso. El proceso creativo o de transformación es siempre enriquecedor, estimulante, gratificante e inquietante y pone a la persona en situación de permanente riesgo. (Rodríguez, 1979) Desde el punto de vista que nos ocupa, que es el de la formación, es bueno señalar que la creatividad es inútil si no conduce a la creación y que todo se mide por la obra realizada. (...) Sólo puede realizarse en un clima abierto y liberal de activa comunicación con los demás, en un medio ambiente rico y estimulante para la sensibilidad y la imaginación, basándose principalmente en experiencias vividas, personales. Cuando el individuo se encuentra por completo abierto a su experiencia, su conducta se vuelve creadora y su creatividad constructiva." (Gloton,1972) Cobra singular importancia reconquistar al espíritu innovador y la creatividad en los estudios con preparación para el trabajo motivando el desarrollo de la capacidad de iniciativa individual como fuente creadora de riqueza, provocando que la vocación de cada vez mayor número de personas se oriente a la creación de puestos de trabajo o se ocupen en puestos de trabajo realmente productivos. Cabe recordar que los modelos pedagógicos son siempre arbitrarios y representan la intuición que su o sus formuladores tienen , en un momento dado, de la causalidad implícita en los fenómenos considerados. Por ejemplo, en el nivel de la educación superior, el modelo de Letelier (1991) privilegia la intuición de una dinámina social dominada por el desarrollo económico y generadora de una alta presión por el cambio y la innovación. En él se utiliza un principio causal básico de tipo dinámico en el que intervienen fuerzas impulsoras, fuerzas de resistencia, procesos y productos. Esta base de causalidad se suplementa con una fenomenología más focalizada en cada ámbito especial, donde es posible reflejar la naturaleza de las actividades pedagógicas. Según este modelo la institución opera bajo fuerzas que la impulsan tanto del exterior como de su propio interior, debe superar fuerzas de resistencia internas y, por medio de procesos que operan sobre los recursos humanos y materiales, y sobre sus alumnos, dan origen a productos naturales del quehacer académico. Se postula, adicionalmente que la institución debe generar una capacidad de autoanálisis, autocrítica o metacognición, y retroalimentarse de la interacción de sus productos con el medio externo que los acoge. 3.3.3. Crecimiento y Desarrollo. Al plantear una educación productiva para el desarrollo es necesario que los estudiantes sepan hacer un claro deslinde entre este concepto y el de crecimiento para poder opinar acerca de hacia qué estilo de desarrollo debe orientarse el país. El crecimiento es un simple fenómeno cuantitativo, económico, modernizante que no asegura el desarrollo social, ni garantiza un avance en equidad e independencia nacional. Puede haber crecimiento sin desarrollo. El desarrollo tiene un carácter orgánico. Implica la elevación de todo el hombre y de todos los hombres que forman la Nación; abarca el crecimiento económico, ciertamente, pero como parte del desarrollo global, social, cultural y de nivel de vida. En el dinamismo que conduce a este estilo de desarrollo humanista, la educación juega un papel de trascendencia única. Hay una imagen de sociedad transmitida por la educación. Nuestra educación debe proyectar la imagen dinámica de un país en desarrollo, en expansión, en movimiento hacia el cambio social. 3.3.4. Desarrollo económico. Romero (1963) afirma que la educación para el desarrollo no sólo significa proporcionar la competencia técnica necesaria para el desempeño de nuevas ocupaciones sino también alentar nuevas formas de competencia social y política, nuevos tipos de obligaciones y compromisos, así como nuevas motivaciones para el trabajo productivo y autodisciplinado y para el ejercicio responsable de la ciudadanía. En este orden de ideas es necesario que en la hora presente hagamos hincapié en la importancia de la variable economía en el desarrollo y, por ende, en la educación y en la importancia de ésta en el desarrollo económico. Como apuntaba Vaisez (1967) "todo programa de educación debiera ser concebido como parte de un programa general económico para elevar el nivel económico de una comunidad Y ello no significa reduccionismo alguno, sino afirmar simplemente que el Perú necesita una educación cada vez más eficiente para que se convierta en un factor real de la vida socioeconómica, una causa esencial del desarrollo integral de nuestros pueblos. Malpica es aún más explícito al señalar seis impactos de la producción educativa en la dinamización del sistema económico : Eleva la calificación de los recursos humanos del país. Se mejora y enriquece así mismo de los más importantes factores productivos que prestan servicio a la poducción. Este impacto asemeja la producción educativa más a la producción de bienes de consumo. Desarrolla espíritu de empresa y capacidad empresarial a través de hombres organizadores y directores de las actividades productivas. Contribuye a la creación de nuevas tecnologías de producción. Este impacto es de alta significación para la revolución tecnológica que caracteriza a la época en que vivimos, por la brecha tecnológica y de recursos que sapara a los países altamente industrializados de los países de menor desarrollo relativo, por la dependencia tecnológica que tenemos que superar y por la necesidad de adoptar, adaptar o crear las tecnologías más apropiadas a nuestra actual situación y más adecuadas a nuestras aspiraciones nacionales. Orienta los patrones de consumo de la población. Una educación de la demanda que es muy importante cuando se aborda en el Perú la programación de la producción... cuando imperan hábitos tradicionales de consumo o se introducen patrones indiscriminados o inconvenientes de consumo a través de la propaganda comercial, etc. Influye en la creación y el desarrollo del ahorro. Asegura la racionalidad y disciplina del gasto familiar y motiva la reinversión en cuanto permite la financiación de las inversiones que son necesarias para elevar nuestra dotación de bienes de capital. Incide en una más justa distribución del ingreso generado por la producción económica. Esto no sólo a través de una cultura económica y la toma de conciencia de los derechos laborales y económicos, sino fundamentalmente a través de nuevos valores y sistemas de participación y cooperación solidarios. En 1990, CEPAL sometió a la consideración de los gobiernos, de los grupos dirigentes y de la opinión pública latinoamericana su propuesta Transformación con Equidad, que a mi entender sigue teniendo vigencia, que proporciona -entre otras- las siguientes orientaciones para el desarrollo futuro de America Latina: Esfuerzo interno imprescindible, indelegable e impostergable: se aplica a la necesidad de promover nuevos consensos nacionales acordes con las actuales condiciones internas y externas, al diseño de políticas e instituciones y a la movilización de recursos internos hacia las metas de transformación productiva y de equidad. También implica apoyar las diversas modalidades de cooperación e integración regionales capaces de contribuir a este propósito. Competitividad y equidad en un contexto de sustentabilidad ambiental: se enfatiza la relevancia de ambos objetivos y los ámbitos y condiciones en los cuales se apoyan mutuamente. La competitividad que conduce a la elevación del nivel de vida se basa en el aumento de la productividad y en la incorporación y difusión del progreso técnico. Por su carácter sistémico, requiere un grado razonable de cohesión social y de equidad. Por su parte, esta última, en un mundo que tiende hacia una creciente homogeneización, difusión y convergencia de las aspiraciones a acceder a bienes y servicios modernos, no se sostiene si los países no logran una auténtica competitividad. Recursos humanos y difusión del progreso técnico: representa una condición imprescindible para incrementar la competitividad y la equidad y que, además, propicia la sustentabilidad ambiental. Readecuación del Estado: América Latina y el Caribe necesita de un tipo de Estado que difiere del precedente, Este debe prestar apoyo a la base empresarial surgida durante el periodo anterior para que ejerza plenamente sus responsabilidades en el ámbito productivo y también promover el desarrollo de las capacidades necesarias para alcanzar niveles internacionales de competitividad, buscar una mayor equidad (función compensadora del Estado) e impulsar la sustentabilidad ambiental. Para estos efectos, las modificaciones que es necesario introducir al Estado comprenden su modernización, la reforma tributaria y el diseño de nuevas políticas e instituciones para financiar el desarrollo. Apoyo externo para posibilitar la transformación productiva con equidad: es evidente que el éxito en el logro de la transformación productiva con equidad también dependerá de la evalución del entorno internacional, sobre todo en los ámbitos comercial, de acceso a la tecnología y financiero. Con respecto a este último, la deuda externa constituye aún una traba poderosa que frena el impulso del desarrollo en los países de la región. 3.3.5. Formación en el espíritu del mercado. Las palabras y las frases justicia, libertad, lealtad, solidaridad, actitud consciente y responsable, calidad, eficiencia y productividad, seguridad y bienestar, democracia y participación, etc. pueden ser eso, sólo palabras y frases, o pueden ser algo más si se hacen vida. Lo mismo sucede con los enunciados elegir libremente, defender el esfuerzo y trabajo de cada persona, combatir la competencia desleal, superar la actitud de permanecer callados sin reclamar, ejercer el derecho a ser escuchados, denunciar y exigir sanciones efectivas, garantizar la propiedad privada, etc. que podemos usarlos como meros enunciados o como expresión de una manera de pensar y de vivir aprendiendo a conocer y respetar los derechos propios y ajenos, enseñando a defender los derechos, buscando soluciones juntos, etc. Creo que una educación para la producción debe preocuparse por atender cuestiones tan simples pero a la vez tan importantes como preparar a los estudiantes para: combatir las prácticas que impiden la libre competencia. defender los derechos de propiedad intelectual, y defender los derechos de los consumidores. Esto tiene que ver con la educación ciudadana en la que la participación es esencial. Esta participación debe ser consciente , libre y responsable; exige un alto grado de organización de la población para armonizar intereses y tareas, y una verdadera capacidad de transformación de las estructuras institucionales; y debe darse en la toma de decisiones, en la ejecución de las mismas y en el disfrute de los beneficios, producto del esfuerzo colectivo. La formación en el “espíritu del mercado” tiene que ver con lo que son: Las formas de mercado: monopolio, monopolio del Estado, oligopolio; así como la libre competencia, la competencia desleal. El Mercado: institución controvertida a lo largo de la historia de la humanidad. Yo lo entiendo, como lo hace INDECOPI, como un grupo o conjunto integrado por un posible comprador o compradores, y posible vendedor o vendedores, en que se reúnen las condiciones de oferta y demanda que determina los precios; y por ende como la demanda total de los compradores potenciales de un producto o de un servicio. Un mercado de competencia que tenga los visos de perfección que se espera en una sociedad como la nuestra: la multiplicidad de oferentes y demandantes; el libre acceso; el libre traslado de las fuerzas del mercado de una oferta o demanda hacia otra; la información igual e inmediata para oferentes y demandantes y la existencia de un precio al que puede colocarse la oferta de mercancías análogas. Los derechos de los consumidores a: una protección eficaz contra los productos y servicios; recibir de los proveedores toda la información necesaria para tomar decisiones; acceder a la competitividad; que nos permita libremente elegir los que deseemos; tener protegidos nuestros intereses económicos, mediante el trato equitativo y justo en toda transacción comercial; la reparación empleando los medios que el ordenamiento jurídico permita. Las obligaciones de los proveedores de bienes o servicios: otorgar factura al consumidor en todas las transacciones que realice; cumplir con las normas de seguridad, calidad y rotulado del producto o servicio; responsabilizarse por la idoneidad y calidad de los productos y servicios; asegurar que los productos y servicios puestos a disposición del consumidor no conlleven riesgo injustificado o no advertido para la salud o seguridad de los consumidores o sus bienes. Las seguridades que los productores deben dar en el suministro oportuno de partes y accesorios, servicios de reparación y de mantenimiento de los bienes que produzcan durante el lapso en que aquéllos se fabriquen, ensamblen o distribuyan y, posteriormente, durante un lapso razonable en función de la durabilidad de los productos. Igual obligación asumirán quienes importen productos para su venta al público, respecto de los que distribuyen en el país. 3.4. La orientación/vocacional profesional. Existe tácito consenso respecto a que la vigencia y actualización de las estrategias en la mayoría de las actividades humanas requiere del diálogo o encuentro entre especialista que tienen que ver con ella. Desde esta postura y a partir de lo expuesto, considero que es indispensable discutir en profundidad la función académico/profesional que hoy desempeña la orientación vocacional/profesional. No me corresponde a mi señalar los términos en que debe darse esta discusión, sin embargo creo que los especialistas no deben reducir su campo de acción al estudiantado secundario de los últimos años y que esa no debe ser su función primordial. El orientador debe hacer tomar conciencia a los educadores (diseñadores de currículos o docentes) que el perfil ideal del trabajador calificado del futuro deberá incluir: inteligencia, imaginación, comunicación, creatividad, espíritu crítico, gusto por la calidad, aprendizaje en el emprender, etc. Un sujeto fundamental de la función orientadora, es el adulto que trabaja o busca trabajo. Al respecto coincido con Montané (1989) en que en la orientación de adultos se pueden considerar tres fases operativas: antes, durante y después de la formación. Por último, juzgo que otro campo de acción de la orientación vocacional/profesional consiste en la autogeneración de empleo que, según Frago y otros (1992), comprende: La cogerencia didáctica: una estrategia de intervención basada en la animación global de un proyecto de autoempleo, entendido como una iniciativa de producción o de servicios que requiere una sólida capacidad gerencial. La asesoría formativa: tiene un objetivo formativo, en la misma línea que la cogerencia; el orientador no se limita a dar soluciones cualificadas y adaptadas a las necesidades de los colectivos, sino que el objetivo último es el de la transferencia tecnológica que transforma el asesoramiento en formación. La formación en el aula: tiene un carácter más académico y la función de introducir los elementos básicos de la gestión de la empresa, que constituyen el sustrato de las acciones de seguimiento y asesoría. 4. La organización de las instituciones que desarrollan educación productiva. Los paradigmas educacionales como el de una educación productiva son aplicables en la medida que hallan adecuada canalización institucional en los niveles macro y micro. Las instituciones deberán acrecentar su atención a la calidad de los resultados de su quehacer. En los ambientes competitivos eso es esencial. La calidad depende de los procesos empleados, pero éstos en sí no garantizan dicha calidad a menos que la institución tome conciencia del destino que han tenido sus egresados. Ese seguimiento y la consiguiente retroalimentación, también se benefician de la creatividad dirigida a esos fines. Resultados innovativos también requieren formas nuevas de evaluarse. Para llegar a ser una institución en la que se desarrolle un educación productiva de calidad se requiere: Realizar investigación acerca de las características de los sectores laborales heterogéneos y de las exigencias de conocimiento que plantean sus procesos técnicos y organizativos de producción; así como el camino al trabajo que siguen los egresados; la incidencia de los egresados en los procesos laborales. Realizar investigación comparativa sobre los procedimientos institucionales internos, con miras a recuperar de la experiencia las formas de gestión que más se adaptan a las exigencias de la educación productiva. Impulsar la experimentación y el desarrollo de alternativas curriculares, pedagógicas, didácticas, de gestión y de evaluación del rendimiento e institucional que resulten por un lado viables y por otro fructíferas. Recuperar, sistematizar, conservar y analizar la información institucional que permita un conocimiento cada vez mejor de su proyección laboral. Establecer estrategias y políticas específicas de actualización del personal de la institución en lo concerniente a todos los aspectos relativos a la gestión institucional: planeación académica, administración del currículos, especificidades de la enseñanza técnica, articulación con las empresas, etc. Propiciar y gestionar la participación calificada de integrantes del sector productivo en el diseño institucional, la construcción curricular, la elaboración de material didáctico y la apertura de espacios de aprendizaje dentro de los establecimientos productivos para docentes y alumnos; la participación de actores del sector productivo en actividades formativas al interior de los planteles; actividades de orientación vocacional; evaluación de los proyectos institucionales anuales y diagnósticos de empleo y seguimiento de egresados. Propiciar una legislación apropiada y flexible sobre aspectos curriculares en la que se prevea: la participación de actores del sector productivo en las decisiones y las exigencias específicas de tiempo y recursos que requiere la enseñanza en este tipo de instituciones; los aspectos de certificación: propiciar el reconocimiento de aprendizajes extraescolares, una mayor fluidez y flexibilidad en la secuencia de los aprendizajes, equivalencias reales en los certificados escolares; el tipo de seguro para estudiantes y docentes, acordes con las actividades de aprendizaje: prever los riesgos en ambos, no sólo en el plantel sino también en los establecimientos productivos con los que se tenga convenio, por la manipulación de herramientas, maquinarias, materias primas, etc.; garantizar la autonomía de los directivos en el manejo y consecución de recursos para el plantel; abrir la posibilidad a todo tipo de experiencias piloto; reconocer la actividad laboral fuera de la escuela como una experiencia válida y favorable cuyo valor no necesariamente debe ser inferior al de un profesional titulado; Concluyo recalcando que, en la hora presente, cobra singular importancia reconquistar el espíritu innovador y la creatividad de la educación motivando el desarrollo de la capacidad de iniciativa individual como fuente creadora de riqueza material y espiritual. 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