El colegio de educación secundaria de Central Park Este: lo difícil es hacer que suceda Deborah Meier y Paul Schwarz Resumen El colegio de educación secundaria de Central Park Este (Central Park East Secondary School: CPESS) es un colegio alternativo de educación secundaria, donde mediante un método de aprendizaje y enseñanza innovador e interdisciplinario se enseña a los estudiantes a utilizar bien su mente y así prepararlos para una vida bien desarrollada que sea productiva, socialmente útil y satisfactoria en lo personal. La evaluación se realiza mediante el portafolio (con el llamado “historial para la evaluación” del alumnado), es decir, a través del conjunto de trabajos realizados en cada una de las catorce asignaturas. El diploma final de bachillerato se obtiene después de una presentación delante de un comité de evaluación. Dicha presentación abarca diversas áreas del aprendizaje y al final de la presentación, el comité evalúa el trabajo realizado mediante preguntas más específicas. El CPESS ofrece un currículo organizado en torno a dos campos principales: matemáticas/ciencia y humanidades. Para poder llevar a cabo una enseñanza más personalizada, el número de alumnos es inferior a veinte en cada clase y los profesores no asumen muchos grupos. Gran parte del tiempo del profesor se consagra a la planificación, colaboración y evaluación del proceso de aprendizaje-enseñanza con el resto de docentes, así como a las reuniones donde se abordan cuestiones del instituto y analizan temas de raza, clase y género. Por otro lado, el papel de los “amigos críticos” es de mayor importancia en el centro, puesto que estos colaboradores externos (profesionales de la docencia) ayudan a examinar críticamente el trabajo del instituto, analizando los criterios de evaluación y el currículo. Los profesores deciden los objetivos a cumplir y toman las decisiones sobre el proceso de enseñanza, pero la opinión de las familias y del alumnado también se toma en cuenta a la hora de reconsiderar y adoptar las decisiones del centro escolar. En el modelo o sistema pedagógico progresista (movimiento pedagógico de la Escuela Nueva), el sistema escolar sufre una transformación total: convierte al estudiante en el artesano de su propio conocimiento y transforma las funciones que debe asumir el profesor en el proceso educativo. Bajo esta perspectiva, la escuela prepara para la vida, donde el niño aprende los elementos primordiales para el buen desarrollo en su vida de adulto. No obstante, muchos pedagogos lo tachan como un método improvisado donde se proporcionan escasos conocimientos y que solo puede ser llevado a cabo por profesores muy preparados. Reflexión y opinión sobre el artículo El artículo sobre el colegio de educación secundaria en Central Park me ha parecido muy interesante para ampliar mis conocimientos sobre un sistema educativo que desconocía: el llamado progresista, que hace referencia a la Escuela Nueva. Se trata de un sistema educativo completo, con bases debidamente trabajadas que considera que el aprendizaje de los conocimientos no es un fin en sí mismo, sino que lo esencial es aprender las enseñanzas útiles de cada materia para formar a la persona. Así, los estudiantes crecen como seres pensantes que cobran confianza; personas seguras, reflexivas y competentes, preparadas para la vida de adulto. Sin embargo, el hecho de que este sistema educativo no esté generalizado en nuestras escuelas, me hace reflexionar sobre las verdaderas razones que imposibilitan su aplicación. Para poder llegar a esas razones, he considerado las diferencias entre los dos sistemas educativos, para después profundizar algún aspecto en el que dicha diferencia resulta crucial para el desarrollo personal del alumnado. Para finalizar, he propuesto algunas posibles razones por las que no se aplica el sistema educativo progresista en nuestros centros, añadiendo mi propia opinión acerca de los aspectos a trabajar. Diferencias entre el sistema progresista y el tradicional ¿Sería posible la aplicación del sistema progresista en los centros educativos de nuestro país? Esta es la pregunta que trataré de responder en este apartado, analizando ambas escuelas en base a aspectos como la instrucción, la evaluación, el profesorado y la disciplina. En la escuela progresista, la instrucción subyace en la idea de un alumnado activo que pueda trabajar dentro del aula sus propios intereses, lo que favorece la construcción de personas autónomas, trabajadoras e interesadas en su estudio. En nuestro sistema educativo, en cambio, la instrucción es impuesta, es decir, hay que estudiar algo porque así se ha decidido. Por lo tanto, los alumnos lo sienten como algo obligatorio y no disfrutan de su aprendizaje. La evaluación es bien distinta en los dos sistemas. En el sistema educativo tradicional, los exámenes miden las habilidades de los alumnos y deciden si el alumno es apto o no para pasar el curso. En el sistema progresista, la elaboración de un portafolio posibilita guardar y clasificar todos los trabajos realizados, responsabilizando al alumno de su aprendizaje. Al final del curso, se analizan todos los trabajos y si se compara con el sistema tradicional, los resultados siempre son mejores y los alumnos se sienten más orgullosos de lo que han aprendido. En cambio, los exámenes son una herramienta de clasificación, con el que el alumnado puede sentirse estresado y no rendir acorde con sus posibilidades. El profesorado: la escuela progresista propone a un profesor que fomenta la interactividad, cediendo a los alumnos el protagonismo de su aprendizaje. Quienes se dedican a la enseñanza deben saber no sólo enseñar, sino también planificar el curso escolar desde una perspectiva interdisciplinaria. Esto se opone a los moldes del sistema tradicional, donde el profesorado sigue a rajatabla el libro de texto y repite exámenes y ejercicios año tras año. A menudo, la ausencia de interacción con sus alumnos y su desmesurado protagonismo dentro del aula entorpecen el proceso educativo. La disciplina: a través de la instrucción del sistema progresista se consigue una verdadera educación, donde la disciplina se ejerce con un orden consciente y voluntario, en vez de uno impuesto y sumiso. Como consecuencia, el alumnado está más motivado por el estudio, porque lo toma como algo propio, como un interés, más que como una obligación. La disciplina no se impone, sino que la interioriza el propio alumnado. Los dos aspectos que analizo a continuación están muy relacionados y resultan cruciales para el desarrollo personal del alumnado. Por desgracia, la diferencia entre los dos sistemas educativos es abismal: El último curso de enseñanza Me ha parecido muy interesante la instrucción en el llamado Senior Institute, etapa de transición en la que se preparan para la graduación, que podríamos equiparar con el segundo curso de Bachillerato. Por un lado, me parece muy enriquecedor en lo académico, por el hecho de que reciban cursos en la universidad o en museos. Por otro lado, se garantiza el crecimiento de la autonomía personal, mediante prácticas de profesorado y estudio independiente. Sin embargo, en nuestro sistema de enseñanza, este último aspecto está completamente fuera del currículo, ya que el segundo curso de Bachillerato está orientado exclusivamente al aspecto académico y no al personal. Durante todo el curso se prepara la Selectividad a conciencia y los alumnos compiten por conseguir una media que les dará el acceso a la carrera universitaria deseada. Si no consiguen dicha media o el acceso a la carrera deseada, habrán fracasado y buscarán alguna otra carrera o ciclo superior que tenga una media más baja, por mucho que algunas veces no les entusiasme. En mi opinión, algunos aspectos fundamentales como el trabajo en equipo, el interés por aprender y el saber razonar y criticar quedan relegados a un segundo plano, lo que tiene unas profundas implicaciones en el desarrollo de la autonomía personal. La orientación profesional Además, la orientación profesional del alumnado es bien distinta de un sistema a otro. El sistema progresista orienta al alumnado de una forma continua, es decir, durante los diferentes cursos, el alumno va adquiriendo habilidades para decidir lo que le interesa y su aprendizaje se desarrolla en base a esos intereses, pero sin descuidar el seguimiento de todas las asignaturas. En la instrucción en el Senior Institute el alumnado tiene opción de tomar contacto con la vida real y de profundizar en el estudio de sus intereses. A esa edad, tienen la capacidad suficiente como para decidir sobre su futuro. En cambio, en el sistema tradicional, la verdadera orientación se hace únicamente en el último curso: al alumno se le proporciona un orientador que le ayudará en la elección de su carrera profesional. Los alumnos y alumnas cumplimentan cuestionarios, hacen entrevistas y con los resultados y notas se decide la rama o ramas que les convienen. Los intereses se toman en cuenta, pero las notas priman, ya que hay notas de corte, lo que implica dejar las ilusiones y posibles intereses a un lado. En ocasiones, el alumnado no es consciente de la carrera que elige, ya que todavía no son personas críticas y autónomas. Además, se observa que a menudo los padres influyen demasiado en la elección de la carrera de sus hijos e hijas. Por lo tanto, creo que la elección de la carrera profesional se debería de trabajar desde mucho antes, observando los intereses y la personalidad del alumnado y haciéndolos partícipes de la búsqueda de dicha carrera profesional o ciclo formativo. Conclusiones A continuación he intentado dar con las posibles razones por las que no se aplica el sistema progresista en nuestros centros educativos. A su vez, consciente de que el sistema educativo no se cambia tan fácilmente, sugiero algunos aspectos que podrían mejorarlo: Posibles razones que imposibilitan la aplicación del sistema progresista Si tenemos en cuenta el anterior apartado, parece que el sistema educativo progresista es mucho más beneficioso que el tradicional en cuento al crecimiento personal del alumnado se refiere. ¿Pero, cuáles son las razones por las que no está más extendido? En mi opinión, nuestras escuelas están demasiado ancladas en el sistema tradicional y en lo que ello conlleva: clasificación de alumnos por cursos, clases con una media de 25 alumnos, evaluación rígida, instrucción muy vertical, orientación demasiado académica y poco personal… Es posible que haya cierto miedo a implantar un sistema educativo que no disponga de mucho prestigio, puesto que a menudo, el sistema progresista se toma como un método improvisado que proporciona escasos conocimientos. ¿Pero, cómo se puede cambiar el sistema educativo si al final del proceso educativo hay un examen que determina el futuro del alumnado? La Selectividad determina el Bachillerato, el Bachillerato la ESO y así sucesivamente, provocando una cadena de la que cada etapa educativa no se puede liberar. Es decir, los cambios no deberían darse en la Enseñanza Primaria o Secundaria, sino en lo que condiciona todo el proceso educativo: la Selectividad, sobreestimada y fundamentada en ideales tradicionales. Además, el acceso a las carreras profesionales las determinan las notas (60% Bachillerato y 40% Selectividad), por lo que si se decidiera eliminar la Selectividad habría que determinar otro tipo de acceso que no fuera exclusivamente por notas. Otra opción seria la siguiente, la de realizar una educación progresista durante todas las etapas educativas y trabajar duramente en los últimos dos meses antes de la Selectividad con el único objetivo de aprobar el examen. La teoría parece simple, pero lo difícil es llevarlo a la práctica. Somos conscientes de lo dificultoso y costoso que es transformar un sistema educativo, en cuento a leyes, formación del profesorado… A su vez, esta transformación tiene profundas implicaciones en los estudios universitarios o ciclos, ya que éstos están estrechamente relacionados con lo que se enseña en la escuela. Aspectos que mejorarían el actual sistema educativo Parece ser que no tenemos otra opción que trabajar por mejorar nuestro sistema educativo y es la labor de toda la comunidad educativa (profesorado, alumnado y familia) contribuir en que suceda. Para que se consiga dicho objetivo, se subraya la importancia de los siguientes aspectos: evitar las características tradicionales relacionadas con el control, trabajar a favor de la coordinación entre escuela y familia y por último, llevar a cabo una enseñanza más interdisciplinaria. En muchas escuelas hay demasiado formalismo y autoritarismo por parte del profesorado, lo que dificulta la comunicación entre el profesorado y el alumnado, aumentando la jerarquía de la escuela. Esto va muy unido a la disciplina, que se impone, lo que crea en los alumnos un sentimiento de rechazo hacia la figura del profesor. Otro aspecto fundamental es el de abrir las aulas al barrio y a las familias, evitando el aislamiento de la escuela y haciendo partícipes a las familias en la labor educadora. Para finalizar, subrayaría la importancia de la enseñanza interdisciplinaria, fomentando el trabajo en equipo entre el profesorado.