La ética del diagnóstico psicopedagógico

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VII Encuentro Nacional de
Docentes Universitarios Católicos (7° ENDUC)
La Fe en la Vida Pública
Hacia un diálogo inclusivo
13, 14 y 15 de septiembre de 2013. San Juan, Argentina
ÁREA: La ciudad humana: sociedad, ambiente, economía.
T í t u l o d e l a P o n e n c i a : “La Ética del diagnóstico
psicopedagógico”
Autoras:
 Fernández Olguín, Gema
 Macías Contreras, Joselina Vanesa
 Prado García, Ayelén Inés
 Toledo Guardia, Carla Victoria
Correo electrónico:

[email protected][email protected][email protected][email protected]
2013
TITULO: “LA ÉTICA DEL DIAGNÓSTICO PSICOPEDAGÓGICO”
1. RESUMEN:
El Papa Francisco I, nos dice “Cristo nos guía a salir cada vez más de nosotros
mismos para entregarnos y salir a los demás”. En el quehacer psicopedagógico se
acompaña y orienta al sujeto en situación de aprendizaje, el profesional psicopedagogo
se pone al servicio del otro brindando una escucha y mirada que considere al sujeto en
su integridad.
La posmodernidad nos enfrenta a tiempos que parecen ir más rápido que el reloj
de todos los tiempos, sabemos de la gran dificultad para atender los distintos tiempos:
institucionales, familiares y subjetivos. Esto nos lleva muchas veces a realizar
diagnósticos cerrados y erróneos, que atentan a la integridad del sujeto por responder a
las diversas demandas inmediatas.
De allí que en la presente investigación se reflexionará sobre la ética de la
palabra en la praxis psicopedagógica, proponiendo un diagnóstico que respete la
dignidad de la persona haciendo énfasis en la singularidad y los tiempos de cada
sujeto.
PALABRAS CLAVES: Diagnóstico, psicopedagogía, ética, sujeto, etiquetas.
2. INTRODUCCIÓN
La psicopedagogía es una disciplina que implica una síntesis de los seres
humanos, su mundo psíquico individual y grupal, en relación al aprendizaje y a los
sistemas y procesos educativos.1 (Müller 1989)
Esta disciplina se ocupa de las características del aprendizaje humano: cómo se
aprende, cómo ese aprendizaje varía evolutivamente y está condicionado por diferentes
factores, cómo y por qué se producen las alteraciones del aprendizaje, cómo
reconocerlas y tratarlas, qué hacer para prevenirlas y para promover procesos de
aprendizaje que tengan sentido para los participantes. Pero no solamente considera
1
MÜLLER, Marina, (2008) “Aprender para ser” Editorial Bonum, Buenos Aries Argentina
estos temas desde el ángulo subjetivo e individual, sino que intenta abarcar la
problemática educativa, en la medida en que hace conocer las demandas humanas
para que se produzca el aprendizaje, señalando sus obstáculos y sus condiciones
facilitadoras.
Se puede observar en el siglo XXI como el fenómeno de la globalización está
influyendo en la sociedad, en la economía, en la cultura, en la política, en la ciencia, en
la tecnología, en la educación, entre otros. La postmodernidad nos enfrenta a tiempos
que tienen connotaciones: cambios apresurados, profundas paradojas, crisis de valores
que nos enfrentan a vacíos existenciales, vínculos débiles, poca comunicación, familias
destruidas, niños solitarios, entre otros.
Vivimos en una época en la cual necesitamos que los niños a edades cada vez
más temprana se arreglen solos, debido a que los mayores están ocupados en los
problemas que la subsistencia o el éxito profesional les imponen. En ese contexto de
abandono, los chicos hacen ruido, ya sea enfermándose, no aprendiendo, teniendo
problemas de conductas o aislándose. Este ruido los adultos necesitan acallarlo, por lo
que recurren a distintos profesionales en busca de ayuda y en busca de respuestas
rápidas. En la escena clínica aparecen estas demandas de los padres, docentes e
instituciones escolares exigiendo respuestas inmediatas, a las que el profesional deberá
responder. Es así como se genera una des-responsabilización del futuro del niño,
dejando de lado las consecuencias a largo plazo, tanto en lo que respecta a los
diagnósticos psicopatológicos como a los efectos clínicos de la ingesta de psicoestimulantes en la infancia. Este no es solo un problema individual de unos cuantos
niños, sino que se trata de fenómenos que se encuentran atravesados por la época.
3. DESARROLLO
El fenómeno de la globalización trae aparejado un nuevo desafío a enfrentarse:
“las nuevas infancias”, se trata de una infancia que esta sobre estimulada por la
televisión, por los juegos, por el uso de celulares desde temprana edad, por la
tecnología en sí. Son niños conocidos como nativos digitales, ya que nacieron en una
era tecnológica. Estos niños llegaron a la escuela con nuevas formas de acceder a los
objetos de conocimiento y se enfrentaron a establecimientos escolares que siguen
sosteniendo prácticas del siglo pasado. Ante esto muchos de los chicos, al no
adaptarse, quedan excluidos del sistema educativo, con un rótulo o etiqueta que atenta
contra su derecho a la educación y a la identidad.
En esta época el tiempo es un bien escaso, no hay tiempo para la escucha, no
hay tiempo para los encuentros, no hay tiempo para el sostenimiento de los pequeños.
Estos tiempos de inmediatez imprimen consecuencias subjetivas en los chicos. Porque
la infancia necesita tiempo, tiempo para ser alojada, tiempo para desplegarse, tiempo
para crecer, tiempo para ser escuchada en sus alegrías y en sus sufrimientos, y no
puede, ni debe, ser acallada con diagnósticos inamovibles y medicaciones eternizadas.2
(Gisela Untoiglich)
3.1 Una mirada ética del diagnóstico
La palabra diagnóstico viene del vocablo griego "diagnostikós" (diagnòsis:
conocimiento) Un diagnóstico “es la indagación, determinación y reconocimiento del
estado corporal y psíquico de un sujeto mediante anamnesis, exploración o entrevistas
y pruebas partiendo de los síntomas que presenta.” (GISPERT 2002) Esta definición de
uso cotidiano interesa particularmente, ya que remite más directamente a la etimología:
conocer a través, volver a conocer, re-conocer, y no necesariamente patología, sino
una configuración producto de un conjunto semiótico que se transforma en dato a la
mirada del experto. El diagnóstico debería resumir las dificultades e interferencias en el
vivir que presenta un individuo y su familia, así como las potencialidades propias y de
su contexto. Nunca expresados en forma de un rótulo, sino como una descripción que
incluya, si es posible, la personalidad pre mórbida.
Diagnosticar no debe ser poner un nombre, categorizar un cuadro o agrupar
coherentemente una serie de signos o síntomas, que concluyan en etiquetas. El
diagnóstico necesita ser un acto beneficioso para el paciente que busque un objetivo
terapéutico o al menos mejoría en la calidad de vida. Es un acto creativo hecho de
palabras que garantice un espacio de contención y principalmente una “ética de la
palabra” somos responsables de las palabras con las que intervenimos, logrando evitar
2
UNTUIGLICH Gisela, (2009) “Patologías Actuales en la infancia” Editorial Noveduc, Buenos Aires Argentina.
la futurología, sin predecir el destino del sujeto y considerar al sujeto como único,
particular e histórico.
Lo recomendable sería mantener una gran responsabilidad ética a la hora de
diagnosticar, la cual implique en su evaluación, historia de vida del sujeto, contextos
actuales en donde el sujeto desarrolla sus actividades como así también la relación con
su porvenir, para que de esta manera lograr un tratamiento encaminado, brindándole
estrategias para el futuro.
El vocablo “ethiké-ética” procede del griego ethos, que significa “hábito”,
“carácter”, igual que el término latino “mos-moris” del que procede “moral” que significa
“costumbre” o “que tiene buenas costumbres”.
La ética es una disciplina filosófica que su objeto de estudio es la moral. Si por
moral hay que entender el conjunto de normas o costumbres (mores) que rigen la
conducta de una persona para que pueda considerarse buena, la ética es la reflexión
racional sobre qué se entiende por conducta buena y en qué se fundamentan los
denominados juicios morales.
“La Ética tiene una doble connotación: el cuidado de sí mismo, y el cuidado de
los demás seres humanos y del planeta en general” (Teodoro Pérez P).
El desarrollo de una ética profesional permite respetar la particularidad del sujeto
infantil sin agregar situaciones que se conviertan en problemas para el propio proceso,
es decir que, se le debería dar al sujeto la posibilidad de ser alojado en vez de
clasificarlo sin necesidad de aplanarlo para lograr comprenderlo; y la respuesta a este
problema no se encuentra en etiquetas sin sentido o diagnósticos inamovibles ya que
esto trae consigo muchos riesgos cuyas consecuencias puede llegar a ser peligrosas
cuando estamos hablando de un sujeto en edad de estructuración.
El camino adecuado que debe tomar un profesional al momento de medicar o
diagnosticar a un paciente debe iniciarse con un razonamiento crítico. La capacitación
en el discernimiento ético es algo que se adquiere desde la teoría y el entrenamiento
práctico. Ello implica un esfuerzo consciente, disciplinado y sistemático de aprender a
razonar con una perspectiva ética y moral. Es de vital importancia recordar que todas
nuestras decisiones desde nuestra responsabilidad profesional pueden repercutir de
forma indeterminada en toda la subjetividad del individuo, por lo que debemos evitar
rotular a personas con un síndrome de déficit de atención inexistente. Para lograr este
objetivo es necesario ser prudentes a la hora de arrojar un diagnóstico, y al momento
de medicar debemos tener la certeza de que realmente existe una patología y que su
condición amerite un tratamiento médico. El inicio de una intervención terapéutica en
niños y adolescentes debe responder a los tres parámetros siguientes para que se
ajuste a unos estándares éticos correctos: 1)- Idoneidad: Si es susceptible de conseguir
el objetivo propuesto. 2)- Necesidad: Si es necesario, en el sentido de que no exista
otra medida terapéutica más moderada para la consecución de tal propósito con igual
eficacia. 3)- Proporcionalidad: Si es ponderada y equilibrada, por derivarse de ella más
beneficios o ventajas que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto.
Se plantea la ineludible responsabilidad profesional que implica la evaluación del
diagnóstico, tanto en el presente de la vida de ese sujeto como en relación con su
porvenir, ya que a partir de la vida de ese sujeto como en relación con su porvenir, y
del diagnóstico se encaminará una dirección a ese tratamiento y se plantearán
estrategias a futuro, el diagnóstico funciona así como una brújula que orienta el camino
y las acciones a seguir.
Se debe apuntar a la singularidad de cada niño, y no a diagnósticos
globalizadores que producen la industrialización de los rótulos, con el resultante
aplastamiento de la subjetividad. Hay que respetar al sujeto singular, sufriente, con una
actitud de compromiso para lograr su cura, sin añadir circunstancias que se conviertan
en inconvenientes para el propio proceso.
3.2
Tener
una
posición
ética
frente
al
MANUAL
ESTADÍSTICO
DE
LAS
ENFERMEDADES MENTALES (DSM IV)
Hoy en día la mayoría de los profesionales de la salud y de la educación, se
guían por el DSM IV; este manual se creó con la finalidad de que los diferentes
profesionales de distintas especialidades y formaciones se comprendieran al hablar y
les permitiera tener un código común en el cual los sujetos tendrían un lugar y una
sigla. Se trato de hacer una lectura “objetiva” y ordenada de la realidad, sin
interpretaciones subjetivas. “Al enfrentarnos al manual estadístico de las enfermedades
mentales (DSM IV), lo hacemos desde el punto de vista de que en vez de observar
síntoma pensamos en qué condiciones estamos. En vez de hacer un diagnostico
intentamos considerar que el lo que podemos repetir y, en vez de buscar patologías,
pensamos en que es los que podemos hacer para respetarlas.”3 (Gisela Untoiglich)
Los diagnósticos en el DSM IV se construyen con una idea de acuerdo a la cual
todas las personas crecemos del mismo modo y en tiempos similares, lo que sería una
“normatividad estandarizada”; el curso de nuestro desarrollo estaría determinado con
anterioridad. Según esta idea todos los niños están en condiciones de atender a la
propuesta de sus maestros en el aula y si no lo hacen es porque presentan algún déficit
de origen neurobiológico que hay que tratar y medicar. Esta es un mirada simplista de
la realidad, que lleva al profesional a dictaminar diagnóstico de TDH (Trastornos por
déficit de atención con o sin hiperactividad), TGD (trastorno generalizado del
desarrollo), TOC (trastorno obsesivo compulsivo) o cualquiera de las siglas que
abundan en el manual, según ciertas conductas que observa en el sujeto infantil. Este
diagnóstico se puede convertir en una etiqueta que se fija a la subjetividad del niño.
Ante esto, padres y docentes comienzan a esperar que el niño se comporte, según el
diagnóstico, de determinada manera “hace esto porque es ADD”. Incluso el niño se
identifica con esa etiqueta y no espera otra cosa de sí mismo.
3.3 Las Infancias etiquetadas
Según lo define la “real academia española” las etiquetas son marcas o señales
que se colocan en algo o alguien para su identificación, valoración o clasificación. Si
bien el ser humano tiende a simplificar la compleja realidad para hacerla comprensible a
través de etiquetas que clasifican y lo ayudan a entender lo complejo, muchas de esas
etiquetas se tornan altamente perjudiciales y uno de esos casos es el etiquetamiento de
la infancia.
Hoy en día existen patologías que aparecen en los niños en edades cada vez
más tempranas y cuyas consecuencias pueden resultar peligrosas, sobre todo cuando
se piensa en sujetos que están en pleno proceso de estructuración de su psiquismo ya
que desde pequeños los niños van formando el concepto de sí mismo (el auto
3
UNTUIGLICH Gisela, (2009) “Patologías Actuales en la infancia” Editorial Noveduc, Buenos Aires Argentina.
concepto), en el encuentro con los OTROS significativos (padres) para luego salir al
mundo externo (escuela) en el cual continuara su proceso de subjetivación .
Y es precisamente la Escuela, el contexto en donde los niños/as se enfrentan por
primera vez con lo social y culturalmente instituido. Es allí donde suelen aparecer sus
primeras confrontaciones, y si existe ya una “dificultad en el aprendizaje” que lleva al
pequeño como carta de presentación, se torna un poco difícil; afrontar este desafío en
la institución escolar, si bien muchas veces no es la escuela quien origina esta
“etiqueta”, es la que se encarga de mostrarla.
Cuando un niño o una niña con Dificultad en su Aprendizaje o una condición de
Discapacidad, llega a la Escuela, frecuentemente, está acompañado/a con estudios y
diagnósticos previos que lo/la etiquetan. Cabe destacar, que aun cuando se evidencia
una discapacidad, un trastorno físico o del desarrollo en el niño o la niña, pueden existir
dificultades de enseñanza y no de aprendizaje, pues podría ocurrir que los procesos
didácticos, entre otras cosas, no se adapten a las exigencias de cada estudiante, por lo
que, se etiqueta y peor aún se excluye, con desconocimiento sobre el iguales origen de
la situación, olvidándose de la heterogeneidad de las personas.
De allí que la etiqueta trae implícito el concepto de inmutabilidad, por ello se dice
repetidamente al niño que es desordenado, inquieto, bruto, ADD entre otros. Sólo se
consigue que el niño se habitúe al adjetivo y que lo viva como “yo soy así, y por tanto
no lo voy a cambiar”. Si el niño piensa y siente que es, por ejemplo, un desastre
(terrible, distraído, tonto, lerdo…), le va resultar muy difícil comportarse a lo largo de su
infancia de otra manera que no sea esa. ¿Y por qué? Debido a que, de lo contrario
sentirá que “no es él” los niños piensan: por ejemplo: "si mis padres, maestros, (a
quienes ve como estos referentes) dicen que siempre me olvido de todo, debe ser
verdad", y entonces se cierran a la posibilidad de cambio, de mejora. Es por ello que, lo
que se piensa es y lo que se dice que es, e influirá de manera importante en lo que
finalmente sea.
Cuando un niño no es mirado, o es mirado solo por su etiqueta, su identidad
queda reducida a lo que los demás ven, desechando todas las demás posibilidades. Ahí
reside el drama del niño etiquetado: la condena a ser siempre malo, tonto, insuficiente o
torpe porque éstos son los únicos lugares donde se siente “alguien”, lugares donde es
visto y reconocido, aunque sea mediante etiquetas negativas. Y así, a la pobre imagen
que acarrea de sí mismo, se une la dolorosa cárcel de no poder ser otra cosa.
3.4 Los derechos de los niños en juego
Como se indica en la Declaración de los Derechos del Niño, "el niño, por su falta
de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida
protección legal, tanto antes como después del nacimiento.
Hoy en día las etiquetas y la medicalización de la infancia llevan a vulnerabilizar los
derechos de los niños entre ellos:
 El derecho a la
identidad: tiene derecho desde que nace a un nombre a ser
reconocido por su nombre propio y no por una etiqueta “torpe, bruto, el ADD, EL
TDG”.
 Derecho a jugar: aparece también comprometido con las etiquetas, porque por
dificultades y no adaptarse a los parámetros estándar el niño queda excluido y
sin tiempo para el esparcimiento y el juego ya que pasa la mayor parte de su
tiempo visitando distintos profesionales.
 Derecho a ser
discriminación de
protegido: contra las prácticas que puedan fomentar la
cualquier
índole,
siendo educado en un
espíritu de
comprensión, tolerancia, amistad, paz y fraternidad.
 Derecho a la salud: muchas de las etiquetas pueden acarear la administración
innecesaria y/o inadecuada de fármacos sin considerar los efectos que estos
pueden tener en el desarrollo de los niños.
 Derecho a la educación: los niños etiquetados se encuentran en condiciones de
desigualdad de oportunidad anulando la posibilidad de desarrollar sus aptitudes,
su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social y llegar a ser un
miembro útil de la sociedad.
 Derecho a ser escuchado: al ser condenados a una etiqueta los niños no son
escuchados y por ende no pueden expresar sus intereses, anhelos, deseos,
pensamientos, temores, sueños entre otros, a través de los recursos con los
cuales cuentan.
4. PROPUESTAS:
Se pueden brindar varias opciones para que las etiquetas no se adueñen de los
pequeños, una de ellas es formar a docentes en ciertos aspectos que les brinden
competencias para saber cómo actuar frente a este tipo de situaciones. Otra opción
sería plantear la idea de formación tanto para padres como para docentes que permitan
demostrar que se deben tener en cuenta las fortalezas y las debilidades del pequeño
para saber en qué aspectos hay que ayudarlo sin resaltarle sus dificultades.
Sería recomendable que todo profesional antes de diagnosticar y consultar al
DSM IV, tenga en cuenta que el sujeto al cual diagnostica es un sujeto con dignidad,
único e irrepetible inmerso en un contexto socio histórico particular.
Asimismo en las instituciones educativas se debería, educar en valores como
tema trasversal
para lograr combatir con las etiquetas negativas, llevándose a la
práctica en cada rincón de las aulas, permitiendo tomar conciencia de la riesgo que
causa ser mirado solo por una etiqueta.
Es importante también fortalecer académicamente tanto en teoría como en
práctica a los profesionales y futuros profesionales en sus dos dimensiones (objetiva y
subjetiva) poniendo énfasis en la importancia de la ética en la palabra, el compromiso y
la responsabilidad que implica el proceso diagnóstico.
5. CONCLUSIÓN:
La identidad se construye como resultado de las relaciones que establece el niño
con sus “otros”. Y de acuerdo a esa identidad, los niños se comportan y son. La
mirada del otro, en este caso nuestra mirada de profesionales, inaugura en ellos
espacios mentales en los que pueden “ser”. Es por ello que la tendencia al etiquetado
trae consecuencias tan negativas en el auto concepto y obstaculiza la posibilidad de
cambio, al tener los juicios el efecto de convertirse en profecías que se auto cumplen.
Es necesario tener una actitud ética a la hora del diagnóstico para no impedirles
la libertad de crecer, de desarrollarse, de explorar, de sentir, de expandirse y ser niños.
Pudiendo conectarse con aquello que le sucede más allá de la sigla.
6. BLIBLIOGRAFÍA:
 GONZÁLEZ Liliana, (1999) “¿Discapacidad?” Editorial del Boulevard, Argentina
 GONZÁLEZ Liliana, (2001) “Aprender antes y después del síntoma” Editorial del
Boulevard ,Argentina
 MÜLLER, Marina, (2008) “Aprender para ser” Editorial Bonum, Buenos Aries
Argentina
 UNTUIGLICH Gisela, (2009) “Patologías Actuales en la infancia” Editorial
Noveduc, Buenos Aires Argentina.
 DUEÑA Gabriela Comp. (2011)“”Niños o Síndromes” editorial Noveduc, Buenos
Aires Argentina.
 http://www.guiasalud.es/egpc/TDAH/completa/apartado09/aspectos_eticos_legales.html
 http://mecicalidad.dafp.gov.co/documentacion/Componente%20Ambiente%20de%20Con
trol/ModelodeGestionEtica.pdf
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