el pensamiento emancipador de simon rodriguez y su practica

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EL PENSAMIENTO EMANCIPADOR DE SIMON RODRIGUEZ Y SU
PRACTICA EDUCATIVA. IMPLICACIONES EN LA EDUCACION DE
HOY
AUTOR: Dr. RONALD LAREZ ROMERO
PROFESOR TITULAR DE LA UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA
EXPERIMENTAL LIBERTADOR
REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
PRESIDENTE DE LA ASOCIACION DE EDUCADORES DE
LATINOAMERICA Y DEL CARIBE – CAPITULO DE LA REPUBLICA
BOLIVARIANA DE VENEZUELA
E-mail [email protected]
El hombre educado en la modernidad
El concepto de educación es una construcción teórica e ideológica que
proporciona una perspectiva de análisis para la comprensión del fenómeno educativo
como totalidad y su inserción en la formación económico-social. La Revolución
Francesa es el soporte del establecimiento de un nuevo modo de producción
determinado por las relaciones de producción capitalista; emerge en oposición al
poder absolutista, autocrático, de las relaciones feudales de producción. El
pensamiento ilustrado hace posible que la razón, la racionalidad, contraste con la
esfera de la subjetividad y el fanatismo mágico-religioso medieval. J.J. Rousseau
demostró con especial énfasis y vigor la manera como el Estado y la cultura feudal
aristocrática destruyen y hacen desgraciados a los individuos y pensaba, además, que
sólo la destrucción de ese mundo ajeno e “inhumano” creado por los hombres podría
emanciparlos de sus cadenas. La escuela que enarbola su “ideario de libertad”
aparece como el mecanismo más expedito de manipulación puesto en vigencia por la
burguesía. La mediatización de las mayorías se incrementa y el proceso de
enajenación se hace creciente. La Ilustración le otorga preeminencia a la categoría de
Razón como poder. La razón era concebida de dos maneras distintas: la razón
científica representaba la posibilidad de progreso en el sentido de dominio de la
naturaleza; y la razón práctica en cuanto motor de la vida humana, expresaba la
necesidad de transformar la realidad circundante tanto en su aspecto ideológico
como en lo material. Rumazo (2.007) al referirse a Rousseau, expresa “….Tanto el
super revolucionario Contrato Social como el innovador Emilio habíalos lanzados
Rousseau ya para 1762. La esfinge de los tiempos estremeciese en Francia y arrojaba
vaho inquietante de radicales cambios que se expandían fuera, hasta muy lejos….”
(p.23).
Simón Rodríguez (1771-1854) constituye uno de los pensadores mas
importantes del siglo XIX. Recibió de Rousseau una influencia determinante. Se
encuentra exactitud y justificación en el juicio del escritor Francés Marius André
“Rodríguez es un Rousseau tropical”, en puntas a trazos y formulas educativas. Al
comienzo mismo de su actividad docente este juvenil maestro empieza a aplicar
aquello que ha leido; y lo adapta” (Rumazo, p.32). Esta afirmación da cuenta de la
conexión de Rodríguez con la Teoría del autor de El Emilio. Su identificación con
este pensador lo estimula para aplicar en su discípulo Simón Bolivar el ideario de
Rousseau, tal como lo señala Rumazo (2.007).
La Revolución Francesa, como fenómeno histórico, inaugura la etapa de la
modernidad política y sitúa al hombre, al ciudadano, en el centro del escenario
social. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuyo texto fue
discutido y votado por los miembros de la Asamblea Constituyente el 26 de agosto
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de 1789, define los principios que hoy forman parte de la humanidad. Jean Lefton
(1989) catedrático francés, define algunos elementos fundamentales de esta
declaración:
La ideología, el antiguo régimen estaba fundado en la desigualdad y en la
arbitrariedad; es decir, en la violencia. El nuevo régimen se basará en la justicia
recobrada... Los derechos del hombre su universalidad, esta obra enlazada a un
momento de la historia adquirirá por siempre una resonancia en los siglos futuros.
Ella habla, por ejemplo, del derecho de los pueblos a sublevarse y más allá del mes
de agosto de 1789, ella es el hito que en la historia contemporánea teje la trama de la
esperanza humana porque el sentido profundo de este texto que canta a la libertad, es
la llamada a la propia superación. (p.14)
La Revolución Francesa reconcilia a los hombres que habían soportado la
intolerancia, la persecución y la desigualdad de la sociedad feudal “...es entonces un
punto de partida de una empresa la que deja atrás el poder noble absolutista para dar
paso al democrático burgués. Es el advenimiento de la burguesía”(1989, P.2).
Para la comprensión de este proceso Simón Rodríguez, fundamentado en las
clarividencias Rousseaunianas, moldea a su pupilo Simón Bolivar, con sabiduría, sin
pausa y hasta sin esfuerzo, valido de la inmensa capacidad de influjo y dominio que
posee. Una de sus características es la seguridad de procedimientos; lo mostrará en
su largo ir vital. La aplicación de los consejos del Ginebrino se hace sistemática,
empezando por “no enseñar nada”, para situar a salvo el “estado natural” del niño.
Enseñar significa inocular saberes, lo cual no se hace necesario todavía. Importa
llevarle al educando al ámbito de espontaneidades, mediante un diálogo
constante….” (Rumazo, p.34).
La significación de esta puntualización revela el impacto de la concepción de
Rousseau en el pensamiento pedagógico de Rodríguez. El sociólogo López Palma
(1989) refiriéndose a este proceso de identificación de ideas apunta:
“La utopía de Rodríguez comenzó a gestarse a fines del siglo XVIII, alimentada por
idénticos factores ideológicos que la utopía socialista europea. En 1794, con sus
Reflexiones del Estado Actual de la Escuela, pone de manifiesto de forma
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abrumadora la influencia de Rousseau en las concepciones pedagógicas que expone;
evidente es también la concepción igualitaria prevaleciente para aquel momento
entre los grupos mas avanzados política e idelógicamente. Las ideas de la ilustración,
forjadas desde mediados de siglo, estaban sirviendo en aquellos momentos para
llevar a su cenit el proceso revolucionario”. (p.16)
La burguesía emerge con un afán de ganancia, el viejo y atrasado taller
artesanal cede el paso a la complejidad industrial. El pensamiento ilustrado logra
conformar una triada: la razón, la racionalidad y la revolución, que estarán al
servicio de las clases dirigentes para fundamentar los mecanismos de explotación.
En el preámbulo de la Declaración se expresa que “comprendiendo que la
ignorancia, el olvido y el desprecio de los derechos del hombre son la causa de la
infelicidad pública y de la concepción del gobierno han resuelto exponer en una
declaración solemne los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre...”.
Esos derechos naturales, englobados en la libertad de poseer su cuerpo, y con
ella la libertad de adquirir, de usar los bienes materiales, de tener una propiedad.
Igualdad, no en cuanto a la fortuna pero sí en cuanto a la igualdad física de los seres
que los textos jurídicos deben garantizar. Fraternidad, ya que la libertad y la igualdad
que se han vuelto a encontrar, será el fin de las luchas de los hombres y las naciones.
La libertad expuesta en la Declaración es enjuiciada por Agustín Blanco
Muñoz (1989) cuando expresa “...ésa no es una libertad que, en sentido estricto y
profundo ha alcanzado el pueblo, corresponde simplemente a la clase que hace la
revolución, que conquistó el poder y el derecho a llamarse libre y a vivir en la
libertad que concibe, produce y reproduce” (p.2)
La reproducción de la categoría libertad, hace sentir a los explotados que
viven en una sociedad que le permite decidir su destino y ocupar un lugar en la
estructura social, vender su fuerza de trabajo. Pero, para ordenar socialmente este
nivel de consensualidad, es necesario un aparato ideológico de control y
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socialización. “Una escuela que establece y crece en la misma medida en que
aumenta el proceso industrial capitalista. Una escuela que cuenta con importantes
instrumentos: el conocimiento, la publicidad, las fuerzas de sometimiento de
conciencias y voluntades...” (1999, P.2)
La educación sirve de complementación a la acción de la maquinaria
represiva en un contexto social definido por la legitimidad y el orden. Es una
educación que cumple su papel de enajenación.
Simón Rodríguez se distingue por tener una recia personalidad que lo induce
a asumir un importante papel en las condiciones sociohistóricas de Venezuela y
América, que lo lleva a impugnar y a cuestionar la colonización y dominación
española en América.
“En el caso de Rodríguez, para esta etapa del desarrollo de su ideario los
postulados de la ilustración con Rousseau a la cabeza, constituyen el soporte de su
primer cuestionamiento público escrito a un régimen que considera opresivo y
segregador. Es en este sentido un joven de su tiempo, pero con la particularidad de
que su insastifacción y elevada capacidad intelectual iban a potenciar el salto hacia
posiciones revolucionarias” (López Palma, 1989, p.16). En esta perspectiva de la
ilustración, comienza una apertura de las ideologías políticas de la aristocracia
colonial que luchaban por una transformación en los métodos y diseños curriculares
acordes con los postulados de la ilustración europea. En 1794 Simón Rodríguez
presenta ante el Cabildo de Caracas un proyecto para modificar la Escuela de
Primeras Letras en la ciudad.
En nuestro caso, se trata de configurar a la educación como derecho humano
básico en una perspectiva contradictoria, por cuanto los países latinoamericanos –sus
mayorías tradicionalmente empobrecidas, oprimidas y humilladas- son confinados
también a aceptar a la educación para la conformación de un orden, un control social
que permita que prevalezcan y se desarrollen las diferencias de clase en un clima de
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armonía y legalidad.
En el artículo primero de la Declaración de los Derechos del Hombre se
expresa: “Los hombres nacen libres e iguales en sus derechos y las distinciones
sociales no pueden fundarse más que en la utilidad común”. El hombre
latinoamericano se encuentra inmerso en una realidad que no es libre y que
históricamente ha desafiado el fatalismo de estar dependiendo de la superpotencia –
Estados Unidos de Norteamérica- que durante décadas ha hegemonizado los países
periféricos del sistema capitalista mundial.
J.J. Rousseau denunció las injusticias, el autocratismo y la miseria resultantes
de la desigualdad de su tiempo y propone una sociedad fundada sobre la libertad
absoluta en la que cada miembro se someta a las pautas, normativas y decisiones que
asume el Estado soberano en función de la Ley. El individuo debe hacer concesiones
para que impere la justicia, el orden social y el progreso “...pero a la libertad civil así
negociada por un contrato social se superpone o se junta la propiedad que introduce
desigualdades entre los hombres. A la sombra de la propiedad prosperan los
despotismos que anulan las libertades civiles, esas libertades recortadas pero seguras
con que se inicia la civilización” (Rangel, 1989. p.8)
En el nuevo régimen burgués hay la apariencia de libertad que el individuo
interioriza como tal y que la educación contribuye a reforzar con su carga
ideopolítica. “Una libertad por ello que expresión y tiene el propio sentido, búsqueda
y dirección de la violencia. Una libertad cuidadosa y mantenida por la violencia que
resguarda y protege a los mismos que la generan, promueven y mantienen: el
capitalismo, burguesía-explotación” . ( Muñoz, 1989. p.3)
Dentro de la sociedad, son las clases sociales hegemónicas las que posibilitan,
estructuran y organizan esta libertad sujetada, condicionada, mediatizada, que debe
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aparecer
como
“natural”,
nacida
en
sí
misma,
con
características
de
autodeterminación. “Este proceso de sujetación se inicia sobre el nacimiento,
mediatizado, en principio, por la propia familia ‘célula de la sociedad’, luego
continuada con la institución educacional y demás medios coercitivos, tratando de
dominar las pulsaciones del individuo de manera tal que no perturben en lo
fundamental las bases económicas de la sociedad” (Da Rous, 1989. p. 14)
Esta sujeción continúa en la escuela con la represión de los sentimientos e
instintos naturales por todo un proceso de escolarización que se propone
progresivamente la deshumanización del proceso de enseñanza, logrando conformar
a un individuo carente de libertad, frustrado en su singularidad y creatividad.
Sigmund Freud mantenía insistentemente la creencia en una dicotomía entre el
hombre como ser unitario y la sociedad como ente diferenciable de la naturaleza
original del hombre. “El hombre, es un ser fundamentalmente antisocial. La sociedad
debe domesticarlo, concederle unas cuantas satisfacciones de aquellos impulsos que,
por ser biológicos, no pueden extirparse; pero en general la sociedad debe purificar y
moderar hábilmente los impulsos básicos del hombre...”.(Fromm,1974.p.262) Esta
tarea de domesticación es fielmente cumplida por la institución escolar
rigurosamente estructurada y mecanizada, donde el niño, el joven, pierde la gracia, la
intuición, el interés, la espontaneidad, el entusiasmo y la creatividad. Se anula la
posibilidad de educación como derecho básico. Refiriéndose a la Educación Básica,
José Antonio González expresa: “Toda la afectividad del niño y el adolescente ha
sido negada por once años, inhibida, desplazada hasta lo más recóndito de la
personalidad. La experimentación de emociones y sentimientos naturales ante la
relación humana o ante el quehacer espiritual de la humanidad, se manifiesta como
un malestar, como una anormalidad, porque esa ha sido la programación que ha
recibido” (González. 1980, p.4) Esta tarea de domesticación es fielmente cumplida
por la institución escolar rigurosamente estructurada y mecanizada, donde el niño, el
joven, pierde la gracia, la intuición, el interés, la espontaneidad, el entusiasmo y la
creatividad. Se anula la posibilidad de educación como derecho básico. En otro
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orden de ideas el autor expresa: “la necesidad de construir una educación para
reflexionar colectivamente, lo cual implicaría la asunción de un compromiso social
del docente; asumiendo su responsabilidad en las transformaciones sociopolíticas de
su contexto. Se trata de educar al hombre con una profunda conciencia, un hombre
educado que pudiera cuestionar las relaciones de poder socialmente construidas y
proponer proyectos alternativos” (González. 1980, p.4).Durante el desarrollo
intelectual opera en los establecimientos educativos un condicionamiento conductual
del tipo skinneriano que orientará al alumno a su comportamiento mecanizado,
estereotipado, adormecido, apático y estatizado dentro de esquemas poco flexibles.
Las reformas propuestas por Simón Rodríguez se presentan pocos años
después de la Revolución Francesa (1789), ya que este proceso sociopolítico influyó
para que la aristocracia colonial en América asumiera una flexibilización y apertura
en algunos procesos de transformación social; por ello había una disposición
favorable hacia todo lo de procedencia francesa. A este respecto López Palma (1989)
señala: “El socialismo y la utopía en Rodríguez constituyen un continente
inexplorado e inexplotado. Sus aportes trascienden del actual capitalismo
dependiente latinoamericano; por lo general están enmarcados ideológica y
genéricamente allí. Sus proyectos de reformas políticas, económicas y sociales
engranan con procesos ideológicos e intelectuales de origen europeos – como se ha
establecido antes -, pero aplicado de manera creadora, original, cumpliendo su
consigna de “inventar o errar”.
El pensamiento de Simón Rodríguez es profundamente emancipatorio, por las
siguientes razones:
1. El ser humano constituía el centro de sus proposiciones transformadoras, es
decir cualquier proceso de cambio social tendría que impactar favorablemente
la calidad de vida del ciudadano americano.
2. La plataforma de acción transformadora configurada en proyectos constituyen
las primeras argumentaciones para construir una América Latina, libre de
todo tutelaje y dominación foránea.
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3. Se percató que los cambios producidos en el modelo escolar podrían apuntalar
los cambios en toda la estructura político social. López Palma (1989) señala:
“Los proyectos de Rodríguez alcanzan bajo su dirección dimensiones experimentales
significativas solo en dos oportunidades. Con la “Casa de la Industria Pública”, que
fundó en Bogotá, en 1823 y su proyecto de “Escuela Social” que comenzó en
Chuquisaca, en 1825, con la intención de extenderlo a toda la República de Bolivia.
Ambos experimentos contaron directa e indirectamente con el auspicio del
Libertador. Los dos terminaron rápidamente en fracaso. Este hecho es explicable no
sólo por las condiciones estructurales, sino también en parte por la dificultad para
las relaciones interpersonales que constantemente mostraba el maestro. (p.40)
La configuración medular de su proyecto educativo, experimentado en Bogotá y
Bolivia tiene como propósito educar en condiciones de igualdad a hombres y
mujeres, a niños y niñas
con elevada protección social, con un sustento de
moralidad cívica, para formar ciudadanos capaces para el trabajo. Su misión era
también formar promotores educacionales para que sirvieran como multiplicadores
de un proceso innovador y al mismo tiempo permitiría abaratar costos. Propuso un
proyecto de educación popular tanto en Bogotá, Bolivia y Ecuador que concebía una
manera más expedita para formar a jóvenes y adultos en la alfabetización. Le dió
prioridad al ser humano en la conformación filosófica de lucha por lo social y lo
humanístico.
En su obra “Luces y Virtudes Sociales” publicada en Concepción, Chile,, expresa
la significación de la escritura cuando señala: “dejar de escribir no es posible, sin
autores no hay libros, sin libros no hay ciencia, sin amor propio nadie escribe;
aunque mucho se haya escrito siempre hay mucho que escribir”. (Obras Completas.
Tomo II, p. 69).
Simón Rodríguez, no solo se ocupó del aspecto educativo, sino también de otros
asuntos concernientes a su preocupación por el bienestar de la población de los
pueblos de América. Castellanos (2.007) a este respecto señala:
“Sin embargo, además de lo educativo, de lo filsófico, del manejo de una
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economía menuda con sus velas y sus tramos, con víveres y frutos, mostrador
lleno de papeles y debajo de este la despensa del pequeño pulpero, el sabio no se
le aparta jamás y nos encontramos de frente con el ingeniero lleno de sabiduría
multiplicadora, el hombre práctico que si sabe que esta ciencia de la construcción
no se puede manejar solamente con teoría sino con mucho tino de intuición
campesina, con el desarrollo del pensamiento de un geólogo experimentado que,
como hemos visto a través de todas sus acciones en la vida, ha sentido y ha hecho
de la naturaleza su manual perfecto que bien puede calificarse como a algunos de
los viajeros europeos y estadounidenses de esa época como un respetado
naturalista”. (p.204)
Los aspectos más resaltantes de su proyecto educativo son los siguientes:
1. Su preocupación por establecer una educación inclusiva y no discriminatoria.
Es decir una escuela abierta a todas las clases.
2. Mostró su interés por la educación, comprensión y atención al indígena.
3. Igualmente en sus textos se expresa el interés por la integración y
participación de la mujer.
4. La significación de educar, era crear en el niño, el estudiante participante,
mujeres y hombres una conciencia de República.
5. Planteó lo relativo a una Escuela Social, vinculada al saber democrático y
popular, sustento de la libertad e igualdad. Algunos autores señalan que es
muy probable que haya sido el que por primera vez habló de la vinculación
existente entre la escuela y la sociedad o lo que es igual, la escuela en función
social.
6. Concebía a la instrucción como la estimuladora de la sociabilidad y entendía
por ésta: hacer menos penosa la vida.
7. La Educación Social, reivindica a la educación popular, vale decir, para todos
los estratos sociales, asi como la preferencia por las disciplinas útiles, y,
explica la idea de la función social comprendida como la acepción de la
escuela social por y para emprender una educación popular que se
fundamenta en la realidad contextual, al promover una educación social en la
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que la experiencia es fundamental para generar pensamiento, la cual invita a
pensar para descubrir (--. Septiembre, 2.009).
8. Es un proyecto educativo que tiene plena vigencia porque fue construido del
diagnóstico de una experiencia de la realidad social, histórica, política, natural
y cultural.
Implicaciones en la educación de hoy
La globalización, como proceso de transformación en los ámbitos económico,
político, tecnológico y cultural a nivel mundial en el marco de un desarrollo
económico de corte neoliberalista, impactará principalmente desde el ámbito
económico corno efecto general y, como consecuencia de ello, en los demás
ámbitos. Conocer los desafíos y retos que impone la globalización económica exige,
necesariamente, plantear las implicaciones o consecuencias que ésta, como
paradigma ha generado en el contexto mundial.
El capital transnacional ha erosionado los fundamentos legítimos del Estado,
permitiendo que el derecho a la Educación pase al campo del lucro. A nuestro
entender el discurso neoliberal trastoca los principios que sostienen la ética y el
civismo, por cuanto los valores de libertad, soberanía, autonomía y equidad son
trastocados por las recetas de los organismos multilaterales que intencionalmente
estimulan la privatización de los espacios escolares. Longino Becerra(1.995) es
enfático cuando afirma: “la sociedad moderna, por ejemplo, asentada sobre la cruda
filosofía individualista del neoliberalismo está echando por tierra numerosos hábitos
y costumbres que hasta hace pocos años se consideraban inamovibles”.
Pero este proceso se da en el marco de desigualdades entre individuos y entre
naciones y de una compleja dinámica de rearticulación de relaciones domésticoglobales, en las cuales el mundo en desarrollo enfrenta una tendencia a la
desnacionalización, al considerar el discurso de la globalización que las fronteras
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nacionales son un obstáculo para la internacionalización de la economía y para la
asociación de capitales. En consecuencia, la nación, como unidad cultural espiritual
está amenazada y los países latinoamericanos están en la obligación de tener un
proyecto nacional que reafirme y revalorice su identidad cultural y memoria colectiva.
En América Latina los signos nos anuncian el surgimiento de un nuevo patrón
tecnológico a nivel mundial, que se basa en la economía, en el conocimiento y que
progresivamente socavó todos y cada uno de los pilares del antiguo sistema de
poder, y en último extremo, transformó la vida familiar, la empresa, la política, la
noción del Estado y la estructura en sí del poder mundial. El nuevo paradigma del
sistema productivo mundial se basa en la producción... flexible y adaptable,
intensiva en información y materia gris’. Un modelo que ve en el constante cambio
su rutina principal. Esta nueva forma de producir, es decir, el nuevo patrón
tecnológico, tiene a la educación y a los recursos humanos como el eje central de la
competitividad, la organización y la eficacia. Junto con los recursos humanos
altamente capacitados, el aparato productivo y las sociedades del siglo XXI,
fundamentan su competitividad en la creciente utilización de las tecnologías de la
información. Estas últimas aparecen vinculadas en diversos grados, a través de las
telecomunicaciones, la computación y el control digital, en todos los procesos
productivos, elevando en forma continua valor agregado inteligente al producto
final. La calidad, La versatilidad e individualización que el consumidor demanda de
los productos es el resultado de esta integración de información, comunicación y
conocimientos en todos los momentos de la organización.
Una consecuencia del fenómeno de la globalización es la internacionalización
y la integración del conocimiento. Pudiera pensarse que todos los países asumirán
este hecho desde una perspectiva única. Sin embargo, los conceptos de globalización
e integración del conocimiento adquieren diversos sentidos dependiendo de las
distintas concepciones que las naciones y los pueblos asuman para identificar las
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grandes transformaciones que están teniendo lugar a nivel mundial y las que podrían
producirse a futuro.
Según García Guadilla, (1.996) la forma particular que adquiera la inserción
de los países especialmente los no avanzados, pues los avanzados ya están insertos
en el proceso de globalización, pueden darse tres tipos de escenarios: 1. Escenario de
mercado: la globalización definitiva a través de lo estrictamente económico. 2.
Escenario sustentable: la globalidad que toma en cuenta otras dimensiones: cultural,
social y especialmente, la ambiental, además de la económica. 3. Escenario de la
solidaridad: la globalidad que pasa por una mayor integración y articulación de los
procesos locales.
A decir de Garcia Guadilla (1.996)., en el primer escenario, el aspecto
económico es el eje de la organización de la sociedad, la cual se realiza sobre la base
de los avances tecnológicos y el dominio de la mano invisible del mercado. El
desarrollo de cada país estará en función de la proporción de población que podrá
incorporarse al nuevo modelo dinámico y al papel jugado por cada elemento del
sistema en ese proceso de incorporación. Por su orientación estrictamente
economicista, hay un énfasis en el valor económico del conocimiento y predomina
el concepto de "mercado educativo" especialmente para definir los intercambios
educativos a nivel internacional.
Así se habla de mercado internacional de conocimientos y mercado educativo
internacional, para referirse a ventas de patentes y de investigación, así como de
contratación de personal calificado para industrias de alta competitividad. En el
plano social y cultural, este escenario acelera y favorece la fuga de cerebros, el
funcionamiento de los aspectos culturales con una indiferencia total a su propio
contenido. Esta penetración del campo cultural por parte del aparato económico y
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tecnocientífico puede significar una nueva barbarie, un nuevo analfabetismo,
empobrecimiento del lenguaje y de la cultura. En síntesis, todos estos efectos tienden
a parecerse a los procesos de transnacionalización conocidos en un modelo
tecnoeconómico.
El segundo escenario, llamado "desarrollo sustentable", "globalidad con
solidaridad", "desarrollo con rostro humano", "desarrollo endógeno", plantea que el
desarrollo debe tomar en cuenta las necesidades esenciales del hombre y los límites
del planeta. En él se hace una fuerte crítica a los estragos irreversibles que en la
naturaleza y en el hombre causan "las Fuerzas ciegas del mercado". Propone una
interdependencia con autonomía y una "educación global" que conduzca hacia una
distribución ordenada de los recursos del mundo y una distribución más justa de la
riqueza para todos los hombres. Da gran importancia a la conservación de la
naturaleza, las culturas locales, y a la solidaridad entre los pueblos. Se le considera
un escenario optimista pues podría darse la alianza "del mundo de la razón" con el
"mundo de la vida" en términos de la modernidad.
Las nuevas tecnologías se visualizan como instrumentos que los países del
tercer mundo tendrán oportunidad de incorporar de forma positiva a sus procesos
productivos y a la solución de sus necesidades locales. Se considera que la riqueza
de un país es su potencial humano al cual se le debe dar una educación
caracterizada por una mayor calidad de sus procesos y productos; por el respeto a la
diversidad cultural, por una relación armónica del hombre con la naturaleza; y por
una mayor sensibilidad hacia los problemas de pobreza, tanto material como
intelectual y ética.
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Una Visión de la educación en el contexto Latinoamericano
En el contexto Latinoamericano se han formulado un conjunto de reflexiones
que esclarecen el papel del docente en esta circunstancia histórico-social, lo que
justifica las posiciones de diferentes autores, cuyos horizontes discursivos apuestan
por una educación liberadora al igual que los planteamientos hechos por Simón
Rodríguez, recogidas en sus interesantes obras.
Las ideas de Simón Rodríguez presentadas en su obra Extracto suscito de la
obra sobre la Educación Republicana, Consejos de Amigos dados al Colegio de
Latacunda y Reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras
de Caracas, se corresponde con una educación que vincula al hombre con el mundo
del trabajo. Es la idea de la Escuela-Taller como implementación e integración de las
categorías teoría y práctica. Simón Rodríguez (1.982) sitúa a la educación como base
de una revolución, como el factor que permitiría el establecimiento de la República,
decisivo para conformar y completar la independencia; es decir, el trampolín
indispensable para el surgimiento de una nueva sociedad. Se pronunció por el
respeto de los grupos étnicos, revalorizando su cultura y expresaba “En lugar de
Latín hay que estudiar Castellano y Quechua. Los indios entienden el idioma,
nosotros ni el de ellos ni el nuestro. Más cuesta entender a un indio que a un
Ovidio”.
Para este visionario latinoamericano, la educación como derecho básico
cumple un papel socializador desarrollando en el individuo el máximo de sus
habilidades. Se muestra en oposición a la educación libresca, memorística y
tradicional. No comparte la idea de que los alumnos se les someta a estudios
continuados, argumentos de memoria, confesiones forzadas, exámenes, premios.
Simón Rodríguez ubicó el problema educativo en un contexto determinado: América
Latina, y postuló una educación como un instrumento fundamental para el cambio
social. “... en lo atinente a su manifestación superestructural el paradigma social de
Rodríguez para Hispanoamérica ensambla en el proceso de desarrollo de la utopía
que hemos verificado y con respecto a su contenido socialista hemos puesto también
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al descubierto suficientes evidencias de dos tipos para considerarlo entre los
precursores del socialismo en América, el primer tipo de evidencia es histórico y el
segundo analítico...”(López Palma, 1.989., p. 116). De acuerdo con este autor,
Simón Rodríguez es el primero que desarrolla histórica y teóricamente el utopismo
socialista con carácter original.
Mariátegui, (1.975) quien interpreta el fenómeno educativo en una dimensión
profundamente humana, señaló que “En la enseñanza única no habrá diferencias
entre ricos y pobres; recibirán un solo tipo de educación y el proceso de selección,
para continuar estudios superiores, se hará en base a las capacidades de los
educandos y no, como en la escuela burguesa de hoy, por su situación económica”
(p.10).
Este autor enjuicia el ideal proclamado para América de una educación laica,
gratuita y obligatoria, ya que no es sino una concepción demo-liberal-burguesa que
aparece en la historia como un producto del liberalismo y el capitalismo. La
democratización de la enseñanza, expresaba: sólo era posible democratizando su
economía y democratizando su superestructura política. Estas ideas se corresponden
con su concepción de una educación diferente, que tenga en cuenta nuestras raíces
étnicas.
Ponce (1.974)en Educación y lucha de clases expone con claridad el sentido
y la dimensión de la educación, determinada por la estructura socioeconómica que
impone las modalidades de la enseñanza y la forma de adquisición de
conocimientos.
La educación del hombre burgués tenía como soporte la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano. Tan pronto como la burguesía consiguió
triunfar, pudo verse en efecto que la “humanidad” y la razón de que tanto había
alardeado no eran más que la humanidad y la razón “burguesas” (p. 174). Este
planteamiento no reivindica a las masas explotadas por cuanto el carácter de clase de
la Declaración era legitimar la presencia de un nuevo amo. El comercio mundial
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genera la aparición de enormes contingentes de “obreros libres” que ofrecen en venta
su fuerza de trabajo. “Formar individuos aptos para la competencia del mercado, ese
fue el ideal de la burguesía triunfante.
Ponce (1.974) expresaba que la llamada neutralidad escolar “sólo tiene por
objeto sustraer al niño de la verdadera realidad social: la realidad de la lucha de
clases y de la explotación capitalista. La formulación de una educación ‘nueva’ tiene
que ser producto de la configuración sociohistórica”. La educación es incapaz de
transformar la sociedad, es condición que la clase dominada triunfe y asuma nuevos
ideales pedagógicos. “La clase que domina materialmente es la que domina también
en su moral, su educación y sus ideas. Ninguna reforma pedagógica puede
imponerse con anterioridad al triunfo de la clase que la reclama” (p.173). En el
socialismo el hombre logra su total plenitud humana, es decir, adquiere sentido la
educación como derecho humano básico.
Freire, (1.972) educador comprometido con el destino de nuestros pueblos, en
el otoño de 1969 en Santiago de Chile, desarrolló un conjunto de proposiciones
pedagógicas que constituyen el mejor esfuerzo por definir una estrategia, un camino
en materia educativa. Su pedagogía es profundamente liberadora y se conjuga con la
realidad a través de la praxis, ya que ninguna realidad se transforma a sí misma.
Apunta
“La
Pedagogía
del
Oprimido,
que
busca
la
restauración
de
la
intersubjetividad aparece como la pedagogía del hombre. Sólo ella, animada por su
auténtica generosidad humanista y no ‘humanitaria’, puede alcanzar este objetivo”.
(p.49)
Freire propone una teoría de la acción revolucionaria como oposición a la
teoría opresora. En esta acción los sujetos tienen como objeto de interacción, la
realidad que debe ser transformada para impulsar la liberación como proceso
permanente.
Everett Reimer (1.973) en su libro La escuela ha muerto, formula una serie de
alternativas en materia de educación. De acuerdo con este autor, la escuela en
general cumple cuatro funciones sociales distintas: la de custodia, la de selección del
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papel social, la doctrinaria y la educativa. La combinación de estas funciones hace de
la escuela un instrumento de control eficaz. “... Las instituciones definen a los
productos consistentemente con el mantenimiento de una jerarquía de privilegios
dominantes y, hasta donde sea posible, con la oportunidad de los miembros de la
clase dirigente de conservar su status en la nueva “meritocracia” (p.41). Reimer le
otorgó especial énfasis a la categoría de poder y señala que cuando se progresa hacia
un mundo libre y justo no se puede tomar el poder; el poder debe ser destruido, o
mejor aún “dispersado”. El poder se puede descentralizar gradualmente cuidando las
concentraciones que del mismo sean necesarias (p.172). Para que la educación se
constituya en un derecho humano, tiene que ser descolarizada y desformalizada la
escuela.
Iván Illich (1974) plantea que la Educación y el Desarrollo son términos que
han marchado juntos durante las últimas décadas. Pero las esperanzas sobre las
posibilidades de liberación que ambos conceptos ofrecían en un momento histórico
están tocando a su fin. De acuerdo a esta percepción, la importancia de la educación
está ahora más “en convertir a la gente en consumidores disciplinados que en
trabajadores productivos”. Los términos esbozados deben replantearse en una nueva
dirección para que efectivamente sirvan a la liberación del individuo.
En un excelente ensayo sobre “La educación entre realidad y utopía”, Giulio
Girardi (1974) expresa la visión “bipolar” que permanentemente se le plantea a los
educadores con relación al conflicto entre “cultura burguesa” y “cultura proletaria”
que les imponía su inclinación y la definición de su identidad. Puntualiza este autor
“... en el corazón de la crisis cultural y educacional que vivimos, está el problema de
la relación entre realismo y utopía. ¿Educar hombres que se integren a la sociedad
actual u hombres que piensen y obren a partir de un proyecto alternativo, que a lo
mejor nunca llegarán a ver realizado. Formar a una generación de jóvenes en la
perspectiva de la utopía, ¿no es destinarlos a la frustración, a la desesperación, y a lo
mejor, también, a la violencia, que podría parecerles como el único camino para
realizar la utopía?”.
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En la presentación del libro “Cuadernos de Educación” (1977), se señala:
“pertenece Simón Rodríguez a ese extraño linaje de pensadores que, sin dejar de ser
hijos de su tiempo han vivido en pugna con él; en soledad creadora, trasciende el
limitado mundo de su época. Su vida no queda en el recuerdo como la de un hombre
con acciones destacadas, sino como la de un pedagogo que en nuestro tiempo tiene
que ser leído para retomar sus ideas y plasmarlas en el campo de la educación” (p.1)
Compartimos las expresiones del escritor Mariano Picón Salas quien al
referirse a Simón Rodríguez afirma: “Fue uno de los pensadores más originales, mas
austeros y veraces del siglo XIX hispanoamericano. Y los problemas de su ideario
cívico – educación, libertad, política, culto al trabajo, mayor nivelación económica y
social – tienen todavía la virtud de actuales y refulgentes consignas” (p.59)
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