EL PERFIL DEL SER HUMANO Mtra. Pilar Ramírez V. [email protected] Objetivo: Reflexionar sobre la esencia del ser humano desde el autoconocimiento y las diferentes maneras de interrelacionarse con las personas que le rodean INTRODUCCIÓN Históricamente, el ser humano siempre se ha preguntado ¿quién soy?, pues por naturaleza es un ser en búsqueda. Esta naturaleza se acentúa en Occidente en la época del florecer de la espiritualidad de San Agustín, quien motiva a los cristianos a practicar el autoexamen, a examinar su alma y a examinar su vida. La idea de que cada ser humano tiene su propia manera de ser a nivel particular y que esto motiva a una búsqueda interior, partía originalmente de una idea religiosa, pero cada vez más se vuelve una idea generalizada y fundamental. Esta búsqueda tiene lugar a lo largo de toda la vida del ser humano, sin embargo, cuando es un proceso consciente, implica la base de un desarrollo mayor. Ya lo decía Abraham Maslow que, en un nivel superior, el ser humano se cuestiona, requiere de una autoafirmación a partir de un descubrir quién es. Específicamente, dentro de la conocida pirámide de las necesidades que aporta Maslow en su teoría humanista, el autoconocimiento es un aspecto fundamental de las necesidades de estima. Afirma el autor que el autoconocimiento hace a la persona más sabia, rica, fuerte, evolucionada, madura; es, pues, una necesidad inherente del ser humano, dentro de lo que él llama “metanecesidades”. Es necesario ejercitar el valor de autoconocernos para ampliar nuestras perspectivas e intereses, para encontrar sentido a nuestras vidas y cultivar otros aspectos de nuestro ser. En general, el autoconocimiento es base para desarrollarnos plenamente como seres humanos. El autoconocimiento es base del desarrollo integral y, a pesar de ser una necesidad real que surge inherente a la propia naturaleza del ser humano, suele ser el gran ausente en el proceso de evolución de las personas. Al preguntarnos por qué no siempre se da el autoconocimiento, podríamos mencionar varias posibilidades. Una situación común es que hayan limitaciones para autoconocerse debido a la manera misma en que se da la educación en el hogar, niñas y niños que tienden a querer saber más de sí mismos, empezando por el descubrimiento y reafirmación corporal hasta planteándose dudas profundas que les surgen y que no siempre son escuchadas o respondidas por el adulto. La necesidad natural de autoconocerse se va limitando, y el niño va perdiendo el hábito de indagar en su persona. Es posible que, más adelante, no se satisfagan las necesidades básicas de la persona y el nivel de desarrollo de su conciencia no le permita acceder a procesos de interiorización. Independientemente de estas situaciones que siempre han existido, las circunstancias en las que actualmente vivimos nos dan el panorama de un contexto social que nos aleja mucho de la búsqueda personal de nuestra esencia. Víctor Frankl lo abordó extensamente al explicar el vacío existencial que predomina en nuestra sociedad, un fenómeno que inicia en el siglo XX (Frankl, 2001, p. 149). Más recientemente, Elizabeth Lukas, seguidora de Frankl, confirmará: “El bullicio cotidiano limita nuestra facultad para escuchar y el diario trajín merma nuestra capacidad de detección” (2001, p. 48). En este sentido, la necesidad de que el ser humano se conozca a sí mismo no sólo es inherente a él, si no que es básica para poder desarrollarse y trascender. El autoconocimiento es una solución a esta situación, pues conocer quiénes somos no sólo nos favorece para tener un concepto personal y para poder valorarnos, si no que nos ayuda a vislumbrar cuál es el camino que debemos seguir en la búsqueda de un futuro mejor para nosotros y los que nos rodean. Conocer quién soy, conocer las potencialidades de m i persona, es el inicio necesario que me conduce a un crecimiento personal, social y espiritual. Escudriñar en mi propia dinámica personal ayudará a que refleje ante los demás lo mejor de mi esencia, pues desde que la descubro, es luz. Es un proceso que Anthony de Mello describiría así: “El observarte a ti mismo es estar atento a todo lo que acontece dentro y alrededor de ti...” (1988, p.42) Se trata de traspasar lo que normalmente los demás ven en nosotros, o lo que vemos de nosotros a simple vista, ya que suelen ser características superficiales de nuestro yo; en el fondo, tenemos una cantidad de cualidades que no siempre sacamos a la luz, y que son parte básica de nuestra personalidad. No son suficientes los datos generales que obtenemos a diario sobre nuestra persona, sino que es necesario detenernos a reflexionar sobre todo lo que se refiere a nuestra personalidad. Ya lo decía el célebre autor de El Principito, Antoine de Saint-Exupery: “Lo esencial es invisible a los ojos” (1998, p.101) La idea es buscar la manera, basándonos en las propias potencialidades, de recuperar el proceso natural de autoconocimiento que alguna vez fue interrumpido. Nadie mejor que nosotros mismos para iniciar el viaje a nuestro interior, pues es un proceso personal, que n i pruebas psicológicas, ni doctores especialistas, podrán realizar por nosotros. El proceso de autoconocimiento es el camino hacia ese manantial personal que brota de nuestro interior, camino que sólo se logra dejando que fluya y llegue a nuestros sentidos, a nuestros sentimientos y a nuestros pensamientos. Es simplemente “despertar”, según Anthony de Mello (1988), quien lo explica maravillosamente: Para despertarse, el único camino es la observación. El ir observándose uno a sí mismo, sus reacciones, sus hábitos y la razón de por qué responde así. Observarse sin críticas, sin justificaciones ni sentido de culpabilidad ni miedo a descubrir la verdad, es conocerse a fondo. (p. 41) Cuando indagamos en nuestro interior, iniciamos un proceso de transformación que nos lleva a adquirir más confianza y seguridad personal. Se trata de profundizar en nuestra persona, atender los propios estados internos y cuestionarnos aspectos básicos relacionados con “quién soy”: de dónde vengo, cómo es mi familia y mi historia personal, cuáles son mis raíces, cómo es mi estructura corporal, a qué le tengo miedo, cómo son mis sentimientos, emociones, necesidades y motivaciones, a qué aspiro en la vida, qué me gusta y qué no me gusta, cómo me comporto ante los demás y qué realmente escondo de ellos; en fin, todo tipo de cuestionamiento personal que abstraiga de la rutina cotidiana para hacer que se entre más en uno mismo. “En esta conciencia autorreflexiva la mente observa e investiga la experiencia misma, incluida las emociones” (Goleman, 2004, pp. 67-68). Entre otras cosas, dar respuesta a las interrogantes personales, irá haciendo que el proceso de la autoestima esté bien fundamentado, puesto que el autoconocimiento es la base de la autoestima. Por otro lado, el autoconocimiento ayuda a mejorar nuestras relaciones interpersonales, pues no podemos conocer realmente a nadie a menos que nos conozcamos a nosotros mismos. Si nos conocemos, desarrollamos una base de confianza personal para que nuestras relaciones sean más sinceras y abiertas; aprendemos a expresarnos y a convivir de manera más espontánea y cordial. El asumir nuestro verdadero yo hace que poco a poco vayamos también aceptando los verdaderos yo’s de los demás, con la posibilidad de ponernos en el lugar de los otros de manera empática en vez de juzgarlos, y de ser valientes para asumir nuestra esencia, y no la imagen que siempre han esperado de nosotros. Conocernos, también, es la base para iniciar un desarrollo espiritual. Encontrarnos es una iluminación que conduce a la auténtica libertad personal en un nivel nunca experimentado antes. La práctica de la auto observación unida a la comprensión de la personalidad, hacen que la presencia de esa realidad suprema esté en nosotros. Una forma sencilla, y a la vez profunda, de autoconocimiento puede ser el eneagrama, un sistema de desarrollo humano integral que facilita el autoconocimiento y da pautas para que la persona pueda mejorar su forma de ser, sus relaciones interpersonales así como su camino mismo de trascendencia. ¿Qué es el eneagrama? El Eneagrama es un sistema de autoconocimiento y transformación basado en nueve dinámicas y comportamientos de la naturaleza humana. Su nombre proviene del griego “enneas”, que significa “nueve” y “gramma”, que significa “punto”, y está relacionado con la figura de nueve puntos que lo representa. El eneagrama está plasmado en un círculo, dentro del cual hay un triángulo equilátero y una hexada. Contiene, en su figura misma, una simbología muy interesante que básicamente representa nueve tipos de personalidad. Estos tipos de personalidad constituyen grupos de personas que se asemejan entre sí por características comunes, por una forma particular que los diferencia de los otros tipos, y que se basa en la percepción misma que las personas del tipo tienden a tener respecto del mundo, y en cómo enfrentan el día a día. Es importante señalar que el sistema del eneagrama es una realidad universal pues es aplicable a todos los seres humanos. A pesar del hecho de trabajar nueve tipos de personalidad, el eneagrama no descarta el gran valor humano de la unicidad. Por el contrario, señala que a pesar de pertenecer a un grupo determinado de personas que comparten el mismo tipo de personalidad, seguimos siendo únicos e irrepetibles. Nuestra forma de ser y características personales pueden asemejarse a otras formas de ser, y por ello nos incluimos en un tipo específico de personalidad, pero seguimos teniendo una identidad propia. Además de ello, podemos tener influencia de otros tipos de personalidad en nosotros, pues el sistema del eneagrama es justamente un círculo en el cual, de una u otra manera, todos estamos en contacto con todos. Dentro del eneagrama cada uno tiene su propia dinámica personal. El hecho de ser especial ante los demás es lo que da a la persona un sentido propio a su existencia y, a la vez, con conciencia de su ser especial, la persona es capaz de entrar en contacto con los demás y de sentirse parte de un grupo, de un tipo de personalidad, de una comunidad, de una sociedad y del universo en general. El sistema, desde su símbolo mismo, da la sensación de movimiento y brinda la motivación para iniciar el proceso del autoconocimiento y desarrollo humano, lo cual es mucho más que el simple aprendizaje de una teoría de personalidad. Iniciar este caminar es moverse, es lanzarse a la conversión personal, es expandir la conciencia, es trascender. El eneagrama es un sistema porque se basa en una teoría y método concreto. En cuanto a su base teórico-filosófica, sabemos que el eneagrama está íntimamente relacionado con la ancestral tradición sufí (rama carismática del Islam), en la cual los maestros orientan espiritualmente a sus discípulos por medio del conocimiento de la dinámica de la personalidad plasmada en estas nueve formas de comportarse, pensar y sentir. A pesar de que sus orígenes se pierden en la misma historia, sabemos que el eneagrama procede de Medio Oriente y que, según los estudiosos, puede llegar a remontarse a más de 2,500 años antes de Cristo. Entonces, básicamente es un “mapa” para autoconocernos y llevarnos a un cambio positivo en nuestro ser, un cambio que a su vez implique mejoras en las relaciones con los demás y que nos ayude a trascender en nuestra vida. LA ESENCIA DEL SER HUMANO Cuántas veces no nos hemos visto al espejo y nos hemos preguntado realmente “¿quién soy?” ; y el espejo nos responde con lo que a primera vista capta de nosotros… “soy mujer, son de edad media, son morena” y a veces el espejo se aventura más: “soy inteligente, soy ordenada, soy enojona, soy obediente…” Características de mi personalidad que reflejo ante los demás… los otros saben que soy yo, pues si el espejo lo ve, seguro los que me rodean también. Sin embargo la esencia del ser humano va más allá de lo que proyectamos a los demás. La esencia fundamental: La esencia fundamental es la fuerza impulsora básica que rige nuestra vida desde su inicio. Es el potencial de vida con el que uno nace que se da como energía expresada en comportamientos y actitudes que fluyen de manera espontánea con sensación de libertad interior. De manera natural llega a ser algo auténtico, armonioso, nuestra verdadera identidad que incluso puede sentirse como la imagen divina en nosotros, nuestra esencia espiritual. Pero también puede percibirse de manera negativa cuando es algo desconocido y reprimido, cuando permanece oculto. Entonces, se convierte en un obstáculo para que vivamos una vida sana y libre. Todos, en esencia, somos luz y energía, carecemos de miedo y estamos en armonía con el mundo de que formamos parte. Vemos el mundo de forma objetiva y no hay conflicto con uno mismo ni con los otros. Pero cuando ya se ha formado la personalidad, sólo volvemos a encontrar la esencia después de un largo trabajo de búsqueda personal. Cuando el bebé recién nacido comienza a expresar su esencia fundamental, actuando sin vacilación y con absoluta confianza en todo lo que le rodea para conseguir lo que le satisfaga de manera natural, suele tener un ambiente con límites que llega a negarle su esencia misma. Entonces, aquella fuerza que esencialmente era positiva, empieza a reprimirse y adquiere un carácter negativo. Por ejemplo, un bebé que tiene hambre o que desea el calor y los cuidados de su madre (pues por esencia quizás se le ha formado una manera natural de expresar su necesidad de afecto), se puede topar con la realidad de que su madre no está, que tuvo que salir a trabajar, o que está muy cansada para atenderlo en la manera en la que él lo demanda. El bebé tiene que lidiar con esta realidad, tiene que aprender a vivir con las normas sociales y, por supuesto, tiene que reprimir esta fuerza básica de pedir afecto. Se ve obligado a aprender a esperar a que se le dé cariño. Más adelante, quizás incluso tenga que aprender a dar cariño en vez de pedirlo. Pero esta fuerza básica no desaparece, si no que poco a poco se va escondiendo en lo más íntimo de su ser y, en el momento menos esperado, puede llegar a reflejarse en explosión, agresión o emociones negativas. De repente el niño, o más adelante, el adulto que sigue reprimiendo su necesidad de afecto, compulsivamente y antes de darse cuenta de ello, empieza a realizar acciones que, en el fondo, inconscientemente buscan satisfacer su vacío. Entonces, todos nacemos con potenciales y tendencias que nos mueven en la vida, y que originalmente son positivas, como luz que irradiamos. Sin embargo por las circunstancias sociales y las exigencias de quienes nos rodean, esa luz se va opacando, y lo que era vida y energía positiva, se va percibiendo como algo que debe esconderse. A pesar de ello, la esencia sigue siendo energía, aunque esté oscurecida por las estructuras de la personalidad. Re-encontrar la verdadera esencia, cuando ésta ya está tan opacada, no es tarea fácil, sin embargo como es fuerza espiritual, desea expresarse y volver a la vida, por lo que al entrar en el proceso del eneagrama, surgirá nuestra verdadera naturaleza. La estrategia defensiva: Es la falsa personalidad que hemos construido por las influencias del medio ambiente, una seudo-personalidad que reflejamos ante los demás, como una máscara para defender nuestra verdadera esencia, como una imagen parcial de sí mismo que se presenta al exterior de la persona para ser aceptado. La utilizamos para proteger un aspecto concreto de nuestro yo que seguramente se sintió amenazado cuando se estaba desarrollando nuestra personalidad. Recordemos que nos han hecho considerar a la esencia fundamental relacionada con actitudes inaceptables y de personas débiles (la esencia puede tener su base en aspectos aparentemente negativos como la ira, la necesidad, la mediocridad, el miedo, el sufrimiento, etc). Por ello surge la estrategia defensiva como una imagen social sobrepuesta a la esencia. Por ejemplo, un niño que naturalmente, y en función de la esencia fundamental que le energetiza, refleja rabia porque las cosas no andan bien, tendrá a sus padres, profesores, religión y sociedad en general, para enseñarle a comportarse discretamente, a aguantar los enojos y a mostrar cordura, diplomacia y rectitud ante los demás. Esta es la “programación” de la que Anthony de Mello nos advierte y que compara con aquellos condicionamientos que nos llevan a ser robots (1988, p. 37). Los hábitos sirven para cosas prácticas... pero para ver las cosas con profundidad, en el amor y la comunicación, los hábitos son como anestesiar la creatividad, lo nuevo, y no desear vivir el riesgo del presente. Lo malo es que hasta la espiritualidad ha sido objeto de programación. ( p. 53) La estrategia defensiva es la forma en la que los demás normalmente desean vernos, y es la que vamos asumiendo como aparente personalidad, una ilusión que nos hace desconectarnos de nuestro verdadero ser. Es algo añadido y aprendido que no es más que nuestra falsa identidad, la imagen social, el carácter que nos aleja de lo esencial de nuestro ser. Se le llama estrategia defensiva pues, de alguna manera, nos defiende de una realidad que no nos acepta tal cual somos. La esencia fundamental es considerada como algo rotundamente inaceptable, incluso pecaminosa y, por ello, la máscara aparentemente nos protege, pues hace que los demás no nos traspasen; la estrategia defensiva nos ofrece una sensación de seguridad personal, pues evita que los demás nos hieran en nuestro punto más sensible (nuestra esencia). La personalidad va surgiendo a raíz de esta contradicción entre esencia fundamental y estrategia defensiva. El niño natural, lleno de fuerza y potencialidades, se reprime y poco a poco va asumiendo lo que el ambiente le va exigiendo. Aparentemente vamos perdiendo la conexión con nuestro yo interior, con nuestra esencia fundamental. De hecho, a medida que la estrategia defensiva se vuelve más importante en la vida de la persona y necesaria para llevar una vida “normal”, va por sí misma sofocando a la esencia y aprovechando su energía para sí. De esta manera, va disminuyendo la importancia de la esencia. Sin embargo, en el fondo, seguimos teniendo nuestra fuerza básica como una luz interior que nos mueve en la vida. Iniciar el proceso del eneagrama implica estar dispuestos a desenmascararnos. Se trata de reconocer que nuestra forma de ser, tal como la conocen los demás, es una simple estrategia que impide ver nuestra verdadera esencia. Se trata de tomar conciencia de que somos luz, y de que la luz es buena, pues nos hace ser. Aceptar nuestro verdadero yo, con todo lo que implica, inclusive aceptar una forma negativa que nuestra personalidad ha ido adquiriendo a lo largo de tantos años de represión, es el paso fundamental para iniciar el verdadero camino de la transformación. EJERCICIO DE AUTOCONOCIMIENTO - TRÍADAS Realiza el siguiente cuestionario para apoyarte en la identificación de tu tríada. Recuerda que no es un test psicológico, así que puede servirte como apoyo en tu búsqueda personal, pero de ninguna manera pretende darte una verdad absoluta. Lee con atención las siguientes situaciones hipotéticas. Escoge sólo una opción que crees corresponde con tu forma de ser, tu primera reacción. Encierra en un círculo el inciso escogido. 1. Imagina que estás con un(a) amigo(a), y te está comentando un problema familiar delicado que le deprime mucho y del cual no encuentra solución. Tú: a. Tratas de ayudarle a ver mejor el panorama, analizas su problema con él, le das un consejo. b. Sientes mucha lástima por la situación en la que se encuentra. Dices algo así como “qué pena”, te ofreces para ayudarle en lo que sea, le reafirmas tu amistad, que puede siempre contar contigo. c. Te preocupas por su situación y reaccionas bruscamente, te levantas, le dices “vamos, arreglemos de una vez este asunto”. 2. Imagina que vas caminando por la calle y, de repente, de una casa oyes gritos “auxilio, fuego!”, ves que sale humo de la casa. Tú: a. Te quedas mirando. Deseas profundamente que las personas salgan, que alguien avise a los bomberos. Te asustas, te conmueves, te quedas viendo, esperando que el asunto se resuelva sin mayores desgracias. b. Entras a la casa, “hay que sacar a las personas”, o corres en busca de un teléfono a llamar a los bomberos, ¡haces algo! c. Piensas en qué pudo haber causado el incendio, cuáles serían las mejores opciones a tomar, qué pasaría con los bomberos que tanto se demoran (“el sistema de emergencia en este país no funciona como debería”)... 3. Deseas que un compañero de trabajo entienda y acepte un proyecto nuevo que se te ha ocurrido para la empresa o la oficina: a. Llegas a su escritorio, empiezas a explicarle el proyecto y le dices que puede contar contigo para cualquier duda que tenga. Le haces ver lo emocionado que estás con este proyecto y lo bien que te sentirías si se aprobara. b. Mandas a llamar a tu compañero de trabajo, y ya en tu oficina le presentas el proyecto. Con energía, le haces ver que es lo mejor que pueden presentar, que tiene que aprobarse “sí o sí”. c. Analizas el momento más apropiado para hablar con tu compañero. Llegado el momento, se lo explicas detalladamente, argumentado el porqué de cada parte. Te interesa que comprenda la importancia del proyecto. 4. Imagina que estás estudiando (si estás actualmente estudiando, responde desde tu vida real) a. Estudio, pues me gusta mantener activa mi mente. Es importante encontrar las respuestas a las grandes dudas de la vida, es importante saber cómo resolver situaciones con más profesionalidad, de una mejor manera. b. Estudio, pues deseo poder ayudar más a las personas con las cosas que aprenda. Además, siento que estudiando podré tener más contacto con las personas, las de mi grupo de estudio y con las que me proyectaré al terminar los estudios. c. Simplemente nace de mi, estudiar. Es un impulso que debo seguir, estudiar con todo mi ser. 5. Una mañana, te despiertas con dolor en todo el cuerpo. Sientes los síntomas de la gripe en su peor fase. Tú: a. Piensas en las cosas que pasarían si tu te faltaras al trabajo, piensas en el nombre del medicamento que tomaste la última vez que te enfermaste (no quieres equivocarte, esa era buena medicina), piensas en cuánto daño haría a tu organismo si vas al trabajo hoy... Analizas la situación. b. Te levantas, debes ir a trabajar pues necesitan de ti en la oficina. Si te faltas se van a preocupar, es mejor que no se preocupen por una tontería. Te duele todo, te sientes con el ánimo decaído, pero por el bien de todos, mejor vas. c. Una gripe no puede contigo. Te animas por ti mismo y te levantas. Una buena ducha cura cualquier enfermedad. 6. En el lugar donde laboras se ven obligados a disminuir los puestos de trabajo. Tú: a. No estás de acuerdo, piensas que es una injusticia pero, por si acaso, sigues haciendo las cosas correctamente, a perfección, no vaya a ser que entres en la lista de despidos. b. Calculas la situación económica de la empresa, valoras si es correcta la decisión de despedir a los empleados; reflexionas sobre lo que pasará ahora contigo, con tus compañeros, con la institución. c. Sientes que seguro te tocará a ti, ni modo, hay personas que necesitan más el trabajo que tú, ahora habrá que esperar. 7. En tu casa, a uno de los niños se le cae un vaso y se rompe. Tú: a. Te enojas con él. “Niño, ¡ten más cuidado!” b. Piensas, “otro vaso menos, con lo caro que están...” c. Te preocupas por el niño, te cercioras que no le haya pasado nada. Pobrecito, se asustado. habrá 8. Sales un fin de semana de paseo con la familia. Se hace tarde para regresar. Tú: a. Ves lo bien que la están pasando todos; todos se sienten felices, para qué apurarse. Te pones los audífonos, cierras los ojos y disfrutas de tu música. b. Alistas las cosas, te aseguras de que no se olviden de nada, limpias bien el espacio donde comieron. Estás listo para regresar. c. Piensas que pronto va oscurecer, es más difícil manejar de noche; además, lo correcto es llegar aún con luz de día, hay que estudiar y preparar lo de mañana. 9. Caminas por la calle, y en la esquina ves a un niño mendigo. a. Piensas en lo mal que va el país, la economía. Habría que crear un sistema más eficiente de atención a estas personas. b. Te duele verlo, pobrecito. Buscas lo que tengas en el monedero, o tal vez esas galletas que compraste de antojo. Le das todo lo que puedes. c. Te da rabia que la gente pase sin mirar; te da rabia su abandono, el que sus padres lo manden a pedir. No es justo. 10. Estás interesado en conocer el Eneagrama porque: a. Es una forma a través de la cual puedes superarte. Quieres tocar lo profundo que hay en ti para mejorarlo. Los demás deben ver lo bueno que eres. Además te servirá para ayudar a los otros. b. Es un sistema interesante que quieres conocer. Tanta sabiduría milenaria debe ser valiosa, ¡Hay que aprovecharla. c. Sientes que te ayudará a identificar mejor tu forma de ser y los problemas de los que te rodean. Podrás, con el Eneagrama, mejorar el mundo, hacer de él un lugar más justo. Corrección del test: Tacha con una “x” tus respuestas correctas, luego suma horizontalmente las filas cabeza, corazón y entrañas: Cabeza 1 a 2 c 3 c 4 a 5 a 6 b 7 b 8 c 9 a 10 b Corazón b a a b b c c a b a Entrañas c b b c c a a b c c Suma Tu mayor puntaje se relaciona con el tipo de tríada que domina tu personalidad... LA INTEGRALIDAD DEL SER El inicio sistemático del autoconocimiento se facilita si comenzamos con la identificación de nuestra tendencia básica. Se trata de entender de que somos seres integrales, es decir, pensamos, sentimos y actuamos, pero según nuestra naturaleza, algunos pensamos antes de sentir, algunos actúan antes de pensar, etc. Por ello se hace necesario entender, desde un principio, todo lo que se refiere a estos tres centros básicos. Las tríadas del eneagrama son los tres centros básicos de fuerza y energía en el sistema; cada una de ellas agrupa tres tipos de personalidad del eneagrama. El dinamismo humano se descubre desde estas tres grandes fuerzas, lo cual les hace ser centros básicos de la personalidad. Estas fuerzas básicas de la personalidad nacen y responden a tres grandes necesidades. Son las que nos mueven a actuar, de una u otra forma, conduciéndonos a nuestro yo esencial. Las tríadas son importantes para el trabajo de transformación porque especifican dónde está nuestro principal desequilibrio; representan los tres principales grupos de problemas y defensas del ego, y revelan las principales maneras en que contraemos nuestra percepción y nos limitamos. (Hudson y Riso, 2000, p. 61) Todos los individuos contamos con estas tres fuerzas básicas, sin embargo, es una de las tríadas la que predomina en nosotros, así como sólo uno es el tipo de personalidad que nos mueve a ser. Generalmente, las personas que aún no se encuentran en un camino de integración personal (en lo que a los tres centros básicos se refiere) actúan desde la tríada a la que pertenecen. Pero si las personas ya han iniciado un camino de desarrollo personal, entonces actuarán de manera más armónica, desde cualquier tríada según la circunstancia en la que se encuentren (aunque su centro básico sea siempre uno). En el ser humano, existen tres centros básicos posibles: entrañas, corazón y cabeza. El pertenecer a una tríada determinada no descarta las otras dos fuerzas en el ser, ni implica que se tendrá más intensidad de su aspecto básico que en los demás tipos de personalidad. Por ejemplo, si el eneatipo de una persona se encuentra en la tríada del sentimiento, esto no significa que tenga más sentimiento que los demás tipos de personalidad eneagrámicos. De igual modo, si alguien pertenece a la tríada del pensamiento no por eso es más inteligente que los demás. O si el tipo de personalidad está en la tríada de las entrañas, no por ello va a ser más activa que los demás. A continuación, una explicación detallada de cada uno de estos centros básicos. a. La tríada de las entrañas: Es el centro básico del hacer, basado en “lo corporal”. Al actuar siguiendo los impulsos primarios, lo instintivo permite que los eneatipos de esta tríada vivan de manera esencial el presente y, con ello, capten casi con exactitud la situación del momento para situarse en el mundo de forma directa. Las personas pertenecientes a esta tríada tienen en común la espontaneidad, la agresividad y la represión, como que si se resistieran a la realidad. Bajo su estrategia defensiva suelen llevar ira, pero a la vez su gran preocupación es el poder y la justicia. Responden a las necesidades de conservación, reproducción, superación, fuerza y poder, tratando de mantener un sentido de sí mismos. La intuición es su forma más clara de ser por lo que son buenos para tomar decisiones rápidas y correctas. La pregunta clave que les rige es “¿qué hago?”, pues toda su vida está programada hacia la práctica. Las personas de entrañas se dejen guiar por sus instintos sin tomar conciencia de ellos, viven tensos, a la defensiva e irritables, casi resistiéndose al presente. Pero cuando en el proceso de búsqueda interior, toman conciencia de aquello que les mueve en esencia, es decir de su cuerpo como centro instintivo; entonces surge en ellos una profunda sensación de plenitud, estabilidad y autonomía o independencia. Vemos, entonces, personas conectadas con la vida, con una percepción relajada y receptiva, con fuerza interior y aceptación, viviendo el aquí y el ahora. b. La tríada del corazón: Es el centro básico del sentir. La tríada de los sentimientos se caracteriza por el deseo y, a la vez, la dificultad de expresar los genuinos sentimientos y emociones. Al ser tan sensibles, los eneatipos del corazón se plantean la vida en base a las relaciones ya que lo que los demás piensan y sienten respecto a ellos es fundamental, pareciendo que su centro de gravedad está en manos de otros. En este sentido, suelen preguntarse ¿qué necesitan, me aceptan, cómo me ven?, ya que en general están interesados en una imagen. Por lo mismo, tienden a ser amables, afectuosos, aunque a la vez pueden llegar a ser manipuladores y con muchos sentimientos de culpa. La imagen y el prestigio son su mayor preocupación, confundiendo éstas con la verdadera identidad personal que buscan mantener. Un eneatipo del corazón en el que domina la personalidad basada en la máscara, vive en función de su imagen propia, se aferra a sus estados de ánimo y busca adaptarse para influir en otros. Sin embargo, al tomar conciencia del centro energético que le mueve, se conecta con el corazón, se siente amado y valorado, es capaz de ser auténtico, compasivo, comprensivo, y fluye dirigido por su interior. Desde esa sensación plena puede caminar hacia un desarrollo humano integral. c. La tríada de la cabeza: Es el centro básico del pensar. Su tema principal está relacionado con tener una visión global de las cosas para afrontarlas objetivamente (es el centro basado en lo intelectual). La prioridad se encuentra en la actividad intelectual y las personas pertenecientes a esta tríada se comportan desde una reelaboración personal de los datos de que disponen, buscando un mayor conocimiento, confiándose a los impulsos del pensamiento, tratando de encontrar sentido de orientación interior y apoyo. Para responder a la necesidad suele actuarse con sintonía, armonía, raciocinio y orden. En esta tríada, los tipos de personalidad tienden a la inseguridad y ansiedad por lo que se enfrentan al mundo con distanciamiento. Se preocupan por el futuro. El temor a equivocarse, y el temor en general, les abruma, pues piensan demasiado llegando a ser temerosos de sí mismos (bajo la defensa de su ego llevan mucho miedo). Lo que les mueve a actuar se basa en la mente, siendo sus funciones privilegiadas el análisis y la síntesis, el uso de la fantasía y de la imaginación para dilatar los horizontes, la elaboración de los planes y estrategias, la objetividad y el procedimiento lógico y la capacidad de decisión. La persona que se rige por el pensamiento de manera automática suele tener una constante charla mental, imagina soluciones y estrategias, tiene dudas, es ansioso y temeroso y siempre está a la expectativa del futuro. Pero aquél que toma conciencia de su esencia, despierta a un verdadero pensamiento en el cual predomina la mente callada, la claridad y el conocimiento, una orientación interior y una sensación de estabilidad en el aquí y el ahora. Tras haber revisado en qué consisten cada una de las tríadas es importante recalcar que la integración de los tres centros en la persona es básica para el desarrollo y trascendencia personal. Encontrar una armonía entre las cosas que sentimos, pensamos y hacemos, es el inicio de la búsqueda de una madurez personal en todos los niveles. TIPOS DE PERSONALIDAD Descubrir nuestro tipo de personalidad nos ayuda a que comprendamos las motivaciones inconscientes por las que actuamos, a que comprendamos la integralidad de nuestro ser, a que encontremos el sentido real de nuestra existencia. Con esto podemos aprender a realizar cambios positivos en nuestras vidas y, con ello, relacionarnos de mejor manera con los que nos rodean y tener mayor apertura hacia la realidad que nos toca vivir. A continuación, una descripción general de los eneatipos: Eneatipo 2: Su principal motor es la necesidad o vacío afectivo que desean satisfacer pero que, a la vez, reprimen a través de una estrategia de servicio y afecto hacia los demás. Son los amorosos, complacientes, cariñosos, comprensivos, pero a la vez, son personas que tienen un gran vacío afectivo. Esto no lo reconocen y, al contrario, reflejan una gran capacidad de amar a los demás independientemente de sus necesidades. Se ponen al servicio de los demás pero, inconscientemente, desean una recompensa afectiva; dan atención, cariño y servicio a los otros, para que los otros les den muestras de agradecimiento y cariño. Son enormemente perceptivos en cuanto a los sentimientos de los demás, son muy empáticos, llegando a sentirse comprometidos con los otros, por lo que los escuchan y los ayudan. Son personas siempre dispuestas a dar cariño y comprensión y, en este sentido, a veces pueden ser cambiantes para poder ser lo que los demás necesitan que ellos sean. Se sienten compulsivamente movidos a ayudar, haciendo cosas para que los otros no reconozcan sus propias necesidades y a veces proyectando en los otros sus propias necesidades. Muy movidos a dar, pero tienen dificultad de recibir. Pueden sentir culpabilidad de decir “no” a las peticiones de otros. Llegan a tener dificultad en entregarse a una tarea a menos que tenga que ver con personas; enfocan sus energías a ello y llegan incluso a agotarse haciendo cosas para los otros. La verdad es que suelen estar más atados a su propia autoimagen de “soy bueno” que a la realidad de su capacidad de servicio y entrega. Por ello, se dice que un punto débil en ellos es el orgullo. Sienten que el amor que dan a los demás es indispensable, que pueden salvar a los otros desde esta capacidad de amor. Irónicamente a través de su sentimiento de amor a los otros, pueden llegar a ser muy manipuladores, posesivos o controladores. Dentro de su orgullo, se sienten personas útiles, que pueden dar. A veces con sentimiento de culpa, pueden recompensarse a sí mismos (puede que les gusten los pequeños placeres de la vida, en el sentido de agradarse a sí mismos por tanta capacidad de servicio a los demás). En general, la madre latinoamericana sería un buen ejemplo, aquella que siente que es su obligación servir a los hijos. Se esfuerza por hacerse necesaria para ellos y, a través del servicio, finalmente puede llegar a controlarlos. Son personas muy dependientes, pues necesitan de la atención, afecto y comprensión de los otros, pero a la vez crean dependencia en aquellos a quienes atiende. Les cuesta encontrar su identidad en ellos mismos, en su propio centro, siempre están en función de lo que los demás dicen y aprueban. A menudo no prestan atención a sus necesidades físicas llegando a descuidar su salud y su cuerpo en general. Su sentido de vida está muy relacionado con el amor. Las relaciones con los demás son indispensables, el romance es lo máximo, el sentimiento de ser queridos les extasía. Les gusta tener muchos amigos, pues temen a la soledad. Enfrentarse a su soledad es ponerse en contacto con su vacío afectivo, y eso es muy doloroso para ellos. Por lo mismo, en casos extremos de desintegración personal, pueden llegar a tener actitudes de histeria o hipocondría. Cuando los dos han sido heridos, dejan la razón a un lado y pueden herir mucho a los otros, incluso a los que más aman. Lloran fácilmente, son sensibles, deseando enormemente la atención de los demás y cuando no son notados, se sienten deprimidos. Para poder desarrollarse, es fundamental que reconozcan que tienen un gran vacío afectivo, lo que para ellos no es fácil hacer, ya que llegan a sentir vergüenza de sus propias necesidades, niegan éstas o se sienten culpables por tenerlas. Sin embargo, lo que les redime es justamente ponerse en contacto con sus necesidades reales y amarse a sí mismos. Eneatipo 3: Evitan a toda costa el fracaso que les impide alcanzar metas en las cuales sean personas reconocidas y amadas por los demás. De hecho, éste es su principal móvil para buscar el éxito y la eficiencia, su estrategia defensiva. Se sienten muy bien consigo mismos. Les gusta ser quiénes son, se admiran a sí mismos y desean que otros los reconozcan como exitosos. Se quieren mucho a sí mismos al grado, incluso, de la vanidad. Su vida se enfoca a la eficacia, a la organización y están llenos de actividad. Generalmente tienen mucha energía, apariencia juvenil y vibrante. Les gusta una variedad de tareas; gozan en hacer planes y proyectos. Les gusta trabajar con gráficos, diagramas, datos o cualquier cosa que mida el progreso. Asumen más trabajos de los que pueden hacer pues normalmente son personas muy competitivas, incluso desde su presencia física la cual les gusta trabajar mucho. Suelen ser personas simpáticas que encajan en el estereotipo social más aceptado. Necesitan tanto ganar y ser exitosos, que construyen la imagen que les funciona para ello. Pueden, en este sentido, ser muy falsos por acomodarse a las demandas de la sociedad. Se visten para llamar la atención, generalmente siguiendo la moda, siendo la vestimenta algo fundamental para lograr la sensación de éxito y triunfo ante los demás y poder ser queridos. Sin embargo, cuando un proyecto está fracasando, suelen ser los primeros en abandonarlo, justificando los fracasos y errores (“no fue mi culpa”). Pueden imponer plazos y parecer superficiales a los otros o incluso indiferente a las necesidades individuales. Debido a que fueron valorados por lo que hacían y por los éxitos que conseguían, cuando sienten que en algo no serán los mejores, se frustran antes de tiempo y abandonan sus proyectos. Sólo si tienen la certeza de sentirse bien ante lo que hacen, o de lograr sus propósitos, los realizarán. Parecen muy independientes, pero realmente están en función de los aplausos y aprobación de los otros, es decir, que en realidad son muy dependientes. Les gusta conocer a todos los que integran el grupo; pueden encontrarse con todos sin conversar mucho rato con una sola persona, porque son sociables, pero superficiales. Pueden hacer que los otros se sientan bien con ellos mismos; siempre estimulando a los otros, aunque la mayoría de veces a sí mismos. Son personas que huyen del fracaso, pues no lo conciben como algo que les pueda pasar a nivel personal y, por ello, con gran entusiasmo y eficiencia, se involucran en acciones y proyectos en búsqueda del éxito y de los logros personales. Son personas de metas altas, ambiciosas, competitivas, siempre deseando superarse a sí mismas y a los demás. Pueden llegar al descuido de los demás o a explotarlos, si es necesario, para alcanzar su propio éxito. Su desarrollo conciente comienza al interiorizar, cuando salen de su superficialidad y de su activismo y eficiencia extrema, para entrar en sí mismos y contactar con sus sentimientos más profundos. Deben evitar el engaño y la falsedad para los demás y para sí mismos, pues éste es su punto débil. Sólo lo lograrán cuando se encuentren consigo mismos, cuando se tomen un tiempo de silencio y de soledad y cuando asuman sus fracasos. Pueden llegar a tener el don de la autenticidad cuando están en niveles de integración personal. También pueden llegar a amarse a sí mismos no por lo que hacen, si no por lo que verdaderamente son, reflejando su ser real y, a través de esto, promoviendo de manera natural el que los otros también pueden llegar a amarlos por lo que son. Eneatipo 4: Estas personas son diferentes a los demás. Pareciera que no se acomodan a ningún grupo social, visten diferente, hablan de manera especial, tienen ideas únicas, tienen sentimientos especiales respecto al mundo que les rodea y se aíslan fácilmente pues se sienten incomprendidos por los demás. Estas características en su persona surge de evitar el ser parte de lo “normal” entre las personas; es decir, la mediocridad o vulgaridad es algo que evitan a toda costa. Su mayor don es el de la sensibilidad. Pueden ser sensibles a la gente, al ambiente y a las situaciones en general. En este sentido, son buenos para escuchar por lo que los demás se sienten comprendidos por ellos. Desde su enorme sensibilidad, vibran con la naturaleza y con el arte. Ponen una dimensión creativa en todo y ponen también un sentido de belleza en la vida. Son artistas naturales pues son seres llenos de imaginación y creatividad. De hecho, la fantasía es más agradable para ellos que la realidad presente. En este sentido, pueden llegar a amar más a la naturaleza o al arte que a las personas mismas. Desean sentirse especiales y únicos y se les reconoce por ser bohemios y espontáneos. Consiguen su energía desde su sufrimiento, depresión, dolor y nostalgia. Desde ello empiezan a reflejarse como diferentes, excéntricos y especiales. Su problemática mayor está a nivel de su capacidad de socializar ya que no son personas adecuadas para relacionarse con los demás desde el amor, pues aunque son personas nostálgicas, cuando consiguen lo que añoran, esto no les es suficiente. No pueden vivir en el presente, el presente no es suficiente para ellos, viven añorando un pasado ilusorio (pues los recuerdos se pueden adornar de belleza y sentimiento) o un futuro extravagante, lleno de imágenes y fantasías. Desean hacerse notar. Tienden a exagerar y a moverse dentro de lo dramático. Dentro de esta característica, los puntos medios no tienen lugar en los cuatro, generalmente están con el ánimo o muy alto o muy bajo, rara vez intermedio. En cuanto a sus relaciones sociales, pueden envidiar a otros que parecen más naturales que lo que ellos son. La envidia es su punto débil, es algo contra lo que tienen que luchar. Se les dificulta comunicarse con los demás de manera directa, no son buenos para expresar sus sentimientos, pues no saben socializar adecuadamente. Casi siempre su manera de comunicarse es a través del lamento, del suspiro, de la pena. Debido a ello, normalmente utilizan la sublimación como mecanismo de defensa, es decir que desplazan sus sentimientos reales, que consideran inconscientemente negativos, hacia un objeto aceptable. Concretamente, utilizan la sublimación artística, que implica que sus emociones y sentimientos no manifestados directamente a través de expresiones verbales, son reflejados en expresiones artísticas (poesía, pintura, canto, danza, etc). Les cuesta el cambio, pues les gusta ser especiales, les da status e imagen social desde una postura que les agrada. Sin embargo, los cuatro se desarrollan cuando aprenden a amar lo presente, a luchar por la paz y la justicia (que son situaciones reales). Alejarse de la fantasía extrema y tocar sus sentimientos reales (no los ilusorios) les redime de sobre manera. Deben tratar de encontrar su energía desde lo equilibrado, no desde el extremo de lo llamativo, o desde el extremo del aislamiento y soledad, si no desde un punto medio, sin exageraciones. Básicamente, se desarrollan al contactarse más con las personas, al enfocar su creatividad hacia proyectos sociales y al evitar el aislamiento y ensoñación extrema. Eneatipo 5: Los cinco son personas que sienten que les han faltado cualidades, cosas o conocimientos en la vida. Experimentan cierto sentimiento de vacío. No están claros de esta vaciedad (principalmente vaciedad de sabiduría), pero han encontrado la forma de librarse de ella, y lo hacen a través de la búsqueda y retención personal de ideas, libros y objetos en general. Buscan el conocimiento y se aferran a él, pues les defiende de una realidad que sienten como un abismo que deben enfrentar desde la lógica y la sabiduría. Sobretodo se quieren llenar de ideas, pensamientos, espacio, silencio. Son personas introvertidas, observadoras, investigadoras. El mecanismo de defensa que utilizan es la racionalización, que consiste en la justificación intelectual de las cosas negativas en las que están involucrados o de sus propias limitaciones personales. Siempre están dando explicaciones racionales, sobre todo si se trata de algo personal. Buscan la objetividad, por lo que suelen alejarse de los sentimientos y de las relaciones. Los cinco aprendieron, desde pequeños, a estar alertas, a ser observadores, Se vuelven investigadores, tratando siempre de entender a sus padres y al medio ambiente en general pues, al conocerlo, lo pueden manejar. Así, aprenden a que en sus relaciones interpersonales, serán personas que mantienen a la gente a distancia para poder manejarla y evitar ser lastimadas. Estar solos les da sensación de control sobre su propia vida. En cuanto a sus dones, son buenos para resumir, piensan con mucha lógica. Pretenden encontrar y dar sentido a todo, sintetizan y ordenan todo, les cuesta entender que algo planeado no resulte lógico. Debido a su sensación de vaciedad, a nivel intelectual siempre están en búsqueda de algo más (no les satisface un libro, necesitan leerlos todos; no les satisface un taller o un curso, necesitan más y más estudios y títulos). A nivel social, son poco comunicativos, suelen ser callados. Sin embargo, por su capacidad de orden y lógica, saben delegar en los otros y comprometerlos. Pueden tener un exquisito sentido del humor, o un humor seco. No les gustan los grupos grandes de personas, les cuesta socializar. Incluso leer un libro es más importante para ellos que el estar con los demás. Pero de ordinario están tranquilos pues generalmente son personas que no imponen o amenazan. Observan, escuchan, guardan, aconsejan. Son muy buenos consejeros, justamente porque no se involucran sentimentalmente, y porque suelen ser bastante objetivos. Por lo mismo pueden ser bastante objetivos también consigo mismos, aceptando bien las críticas de los otros para su propio ego. No les gusta pedir favores a los demás. Son muy austeros, ahorrativos, por su afán de llenar el vacío, de impedir vaciarse más. Llegan a ser avariciosos o incluso mezquinos y no les gusta que les invadan su espacio. Para iniciar un proceso de desarrollo auténtico deben buscar más el desprendimiento de las cosas e ideas, y aprender a compartir con los demás de una manera más natural. Comprometerse, enamorarse, apasionarse desde el contacto personal, y no desde la cabeza serán pasos que lleven a un verdadero camino de redención que implica, en los cinco, encontrar el amor. Eneatipo 6 : Los seis son personas temerosas, siendo la cabeza el origen de su miedo, pues cuando piensan e imaginan las posibles situaciones que tienen que enfrentar día a día, se llenan de temor. Temen a la vida en general, a lo nuevo, a la soledad, al peligro a equivocarse, a la ambigüedad y a muchos aspectos de la cotidianeidad. Son personas naturalmente sospechosas de todo, dudan, son precavidos, tienen actitudes paranoicas y sienten necesidad de protegerse. Por ello han aprendido a vivir según la norma. Son leales a las personas, a la autoridad, a los amigos, y a lo que está establecido. Su pensamiento gira en torno a que si se rigen a lo establecido en leyes, libros, instituciones, costumbres, reglas cotidianas y a la autoridad, no puede pasarles nada negativo. En ese sentido, su estrategia para sobrevivir a su propio miedo esencial es la de seguir las leyes y ser leales, especialmente a las figuras de autoridad. Tienen poco sentido de autoridad interna, más bien miran a la autoridad externa para tomar decisiones y hacer juicios. Idealizan al extremo la autoridad y la verdad absoluta, en función de encontrar una certeza que no sienten a nivel interior. Los sistemas ortodoxos les orientan pues les dan sensación de certeza. Son cumplidos, puntuales, organizados, pero extremadamente ansiosos ante las reglas y normas establecidas. Puede llegar a tener problemas de conciencia interna en contra de la autoridad externa. Por ello, ocasionalmente pueden explotar con las personas que sienten que son inferiores siendo ellos mismos autoritarios. Dentro de su ser fiel, conservan un sentido de patrimonio de la tradición y de la familia; valoran mucho a los antepasados, a las costumbres, al pasado en general, pero les preocupa el futuro. Tienen muchos dones, son leales, dedicados y muy responsables. Tienen sentido del honor y de la tradición actuando bien en situaciones delicadas. Bondadosos y obedientes, cumplidores y a veces fanáticos para el trabajo. Pueden ser buenos anfitriones, acogedores, comunicativos desde el principio, incluso dispuestos a sacrificarse por los otros por una causa, sobretodo protegiendo a aquellos que les son leales e incluso promoviendo el crecimiento de los demás (aunque de una manera paternalista). No siempre están dispuestos a probar cosas nuevas pues procuran ver todas las eventualidades de una situación, antes de actuar siendo prudentes. Por lo mismo, son buenos para analizar y profundizar en certezas pues son capaces de percibir mucho lo que sucede a su alrededor. A nivel social, se observan tímidos, con movimientos nerviosos, sobre todo en situaciones desconocidas. Dudan mucho, son inseguros de sí mismos, viviendo de manera cautelosa. Cuando no están redimidos, no reconocen su miedo tratando de mostrar seguridad ante los demás. Pueden llegar a herir a otros en su afán de hacer las cosas correctas y rígidamente. Viven precavidos, temerosos, ansiosos e incluso pueden llegar a presentar rasgos plenamente paranoides. Sin embargo, cuando dejan de pensar, analizar, imaginar y dejan de hacer lo que les han enseñado que es lo correcto, pueden empezar a contactarse con sus sentimientos, principalmente con su miedo básico, y asoma su mayor don interior: la valentía. En momentos de crisis, pueden ser los tipos de personalidad que mejor enfrentan su propio temor, siendo los más valientes para hablar y confrontar problemas. A pesar de ser los más temerosos del eneagrama, cuando finalmente encuentran su valentía, aprenden a confiar en sí mismos y alcanzan su propia libertad. Eneatipo 7: Se mueven entre la línea del dolor y de la alegría, y esto es lo que les orienta en la vida. En algún momento de su vida han sufrido mucho o han tenido experiencias extremadamente dolorosas. Inconscientemente se han dispuesto a no sufrir más y, por ello, enfrentan el día a día desde la alegría, lo superficial y la fantasía. Prefieren no tocar mucho los problemas, reprimen su pena y su dolor, y así evitan la realidad (ver la realidad puede ser doloroso), sólo enfocándose en lo positivo de las cosas y suelen tener una sonrisa en los labios. No quieren sufrir y su máscara es de buen humor, alegría, fantasía y superficialidad. Empiezan a planear sus vidas para maximizar la dicha y la alegría y minimizar el dolor. No les gusta herir a los demás y se mentalizan en la idea de ser felices pese a cualquier circunstancia o avenencia. Son personas de fantasías e ideales, siempre pensando en hacer en vez de hacer realmente. Pareciera que viven flotando, sin pisar la tierra. Los personajes de fantasía, en general, encajan perfectamente en la idea del siete, como Peter Pan, el huerfanito que vive riendo y volando y que no quiere crecer, pues la realidad del adulto es dolorosa. Les gusta la ciencia ficción y la fantasía. Odian la realidad presente, sobre todo si es dolorosa; por lo mismo, son muy superficiales, pues no tienen capacidad de involucrarse en situaciones sociales relacionadas con temas de justicia, paz, etc. A veces sus planes no se cumplen, pues los empiezan, pero cuando alcanzan una etapa que exige demasiado trabajo, los abandonan por otros proyectos diferentes. De hecho les gusta comprometer a otros para hacer y ejecutar sus planes. Hacen proyectos y miran hacia el futuro llenos de una visión idealista. En cuanto a sus dones, su buen humor se destaca, viendo el lado amable en casi todo. Son sencillos y honestos, optimistas (son buenos para levantar el ánimo), de una alegría creativa, imaginativa, sencilla, buscando lo entretenido en la vida. No les gusta la tristeza, detestan ver a otros deprimidos y por ello tienen una actitud esperanzadora para ellos mismos y los demás. Tienen dificultades para encontrar los problemas, el lado oscuro de las cosas en la vida y en las relaciones con los otros. En sus malos ratos, pueden llegar a tener episodios momentáneos de depresión severa, sin embargo su afán por huir del dolor hace que no vivan realmente su tristeza y no pasen su crisis completa, si no que pasen a la euforia, también repentina. Pueden, entonces, saltar de un estado a otro (depresión a euforia) muy fácilmente y llegar incluso a estados maniacodepresivos en momentos de descompensación psicológica. Para redimirse, los cinco tienen que enfrentar su lado oscuro, enfrentar sus situaciones dolorosas, tranquilizarse un poco e interiorizar para evitar ser personas superficiales. Lo que les hace salir adelante de manera auténtica, es “pisar tierra”. Deben dejar a un lado su extremo idealismo, borrar su sonrisa permanente y atreverse a ver la realidad. Deben sufrir cuando haya que sufrir y reír cuando haya que hacerlo. Sólo así podrán ser personas en armonía. Eneatipo 8: Los ocho evitan enormemente tocar su propia debilidad. No la reconocen siquiera, y por tanto no aceptan tampoco su propia ternura. En este sentido, como estrategia defensiva, se van a lo opuesto, aparentando ser personas poderosas. Su máscara es de poder, son quienes mandan, quienes tienen el control de las cosas y de las personas, son “los que pueden”. Se presentan ante los demás como personas agresivas, siempre contradiciendo a los otros. Sienten que la vida es hostil, y que los otros son hostiles con ellos, por lo mismo crean el conflicto y hasta pareciera que les gusta. En situaciones de descompensación psicológica pueden presentar síntomas de sociopatía. Evitan enormemente que las personas sufran, presentándose como personas que luchan contra la injusticia. Sienten compasión por los débiles porque, finalmente, bajo esa tremenda agresividad está justamente lo opuesto, la debilidad misma. Lo interesante es que perciben la debilidad de los otros, pero les cuesta tomar conciencia de sus propias debilidades. Son muy solidarios con los que reflejan debilidad, con aquellos a quienes se les hace injusticia (se sienten sus protectores). Pero si se oponen a ellos otros seres de apariencia poderosa, entonces no serán condescendientes y entrarán en conflicto. Si se les contradice, pueden incluso ponerse vengativos y tomar justicia por su propia mano. Contra los poderosos, se enfrentarán, a los débiles los protegerán. Tienen mucha resistencia y tolerancia al dolor y al sufrimiento, lo que han aprendido desde pequeños, pues les enseñaron que no debían llorar, que debían aguantarse. No les gusta decir que lo sienten, no se disculpan, no sienten miedo. Viven el riesgo y evitan lo vulnerable. Por lo pasionales que son, salen de sí mismos, agreden, explotan y suelen decir malas palabras (independientemente de que a los otros no les agrade su actitud). En cuanto a sus dones, asumen responsabilidades difíciles que los demás no aceptan; son buenos para responsabilidades que tienen que ver con la justicia. Pueden ser sensibles e incluso sentimentales. Tienen buen sentido del humor, trabajan bien, hasta en situaciones de presión o de stress pues tienen mayor energía que todos los otros tipos. La energía del ocho tiene que ver con la liberación. Pueden movilizar personas para una causa; son buenos para trabajar en asuntos dirigidos a reivindicar derechos. Son personas pasionales, aman la vida con pasión, están comprometidos seriamente con la vida, son carismáticos, son líderes naturales (sin embargo siempre tienen un niño tierno dentro de sí mismos). Buscan naturalmente el poder; tiene un sentido innato del poder, tomando a veces el mando en una situación de crisis y siendo capaces de tomar decisiones rápidas cuando están bajo presión. Pueden entregarse totalmente a una situación, sobre todo si hay un conflicto a resolver. Para iniciar su camino de desarrollo personal, deben tomar conciencia de que tienen una energía interior llena de ternura. Es importante que entren en contacto con su parte femenina, la que ellos sienten como su parte “débil”, pero que en realidad es su gran capacidad de amar, para salir adelante. “El revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor” (Guevara, E., 2005) Eneatipo 9 A los nueve se les reconoce por la paz que irradian, porque son personas relajadas, tranquilas, pacíficas y pasivas. Suelen caminar lento, hablar despacio y no complicarse con exigencias y presiones (son los eneatipo que tienen la menor cantidad de energía de todos los eneatipos). De hecho, son personas que huyen del conflicto pues los problemas les producen malestar y por ello los evitan en la medida de lo posible. Tratan de que todos estén tranquilos siendo mediadores por excelencia, pues tienen el don de crear una atmósfera de armonía. Ante el conflicto, el cual prefieren no tocar, reflejan paz. Su mecanismo de defensa es la evitación. Huyen de los conflictos y de las situaciones problemáticas, evitan opciones que les comprometan con una u otra causa y prefieren ser neutrales. Se sienten establecidos y tranquilos con lo que son. En general, prefieren no moverse ni esforzarse por metas personales o sociales, sobre todo si implican compromiso. Su mayor vicio es la pereza. Les cuesta mucho entrar en contacto consigo mismos, interiorizar viviendo la vida que les toca, aceptando lo que sucede (independientemente de lo que sea). Van con la corriente y no se comprometen fácilmente. Son personas sencillas, honestas y pareciera que desean pasar desapercibidos. Fácilmente nos podemos relacionar con los nueve a pesar de que aparentan no tener energía propia, pues no toman iniciativas y como que no saben cómo motivarse solos. Siempre están esperando que los demás les digan lo que tienen que hacer. Pareciera que no se complican su existencia, llevando la vida con tranquilidad y con pereza (su frase personal sería “no hay problema”). En situaciones de extrema descompensación personal, pueden reflejarse como pasivo-agresivos. Presentan un bajo nivel de afectividad (como que las situaciones no les emocionaran) y pueden llegar a absorber muchos sentimientos y situaciones negativas sin abatirse. Muchas veces son personas gorditas o de vientre abultado, pues físicamente guardan sus energías en la zona del vientre. Su energía es de mucha sencillez y claridad. Las cosas cotidianas y superfluas no van con ellos y no se complican con cosas secundarias (por eso aparentan flojera). Pero la verdad es que cuando encuentran eso que sí les mueve, se comprometen. Cuando finalmente deciden hacer algo, los nueve lo pueden hacer con energía y actividad. Guardan tanta energía dentro, que cuando realmente se comprometen, lo hacen de manera clara, sencilla y firme. Esta es la manera en que logran el desarrollo personal, comprometiéndose. Deben trabajar por encontrar su propio espíritu, su centro y confiar en su propio poder y energía. Deben comprometerse en la acción para iniciar su camino de redención personal. Eneatipo 1: El ideal de la perfección domina sus vidas, deseando trabajar para un mundo que se mejore. Básicamente son personas con mucha ira; tienen rabia y resentimiento por la imperfección y el desorden del mundo, pero sobre todo están muy enojados por su propia imperfección. A cada momento expresan su enojo por ello y realizan acciones para mejorar lo que está a su alrededor: ordenan, limpian, juzgan a los demás, tratan de arreglar todo, pero desde la sensación de malestar y desde una exigencia interior extrema que no tiene límites. Como reflejar malestar en sí mismo es “imperfecto”, reprimen su enojo y empiezan a utilizar su ser perfeccionista como máscara. Su afán por arreglar el mundo y ordenarlo, lo realizan desde su convicción de estar haciendo bien las cosas. Sin embargo, si lo planteamos desde la objetividad, ni el mundo ni las personas alcanzan la perfección, pues errar es de humanos. Es entonces que los uno pueden frustrarse, explotar y, aquello reprimido (su ira) sale a relucir. Es un círculo vicioso en el cual, al darse cuenta de su explosión, muestra clara de su propia imperfección, se sienten avergonzados. Entonces vuelven a reprimir su malestar a través de mecanismos inconscientes, enseñando al mundo su falso ser equilibrado, ordenado y tranquilo, convenciéndose a sí mismos de que siguen siendo buenos. El sí mismo se vuelve el peor enemigo para los uno, pues cada vez es más exigente. Los del eneatipo uno se apropian de sus ideales, de las cosas correctas, como si fueran lo único de su ser. A nivel de autoimagen se sienten buenos, siempre con la razón. Sin embargo tienen grandes dones pues paradójicamente poseen el don de la serenidad. Les hace estar serenos el amor, el contacto con el universo y la naturaleza. Para poder contemplar sus virtudes y reafirmar una verdadera transformación personal, a los uno les viene muy bien meditar en torno a aquella famosa oración de San Francisco de Asís: “Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar...” Además, tienen la habilidad para discernir, ser sinceros y ser honestos. Son buenos para tareas rutinarias, son grandes trabajadores, sobre todo en cuanto a tareas habituales y de rutina. Trabajan mejor con un solo proyecto con muchas cosas diferentes a la vez. Son cuidadosos, metódicos y laboriosos. Tienen mucha capacidad para animar y descubrir el lado bueno de los demás. Tiene la habilidad para destacar la bondad en los otros y evocar talentos y cualidades sobresalientes. A veces pueden imponer e imponerse muchos deberes y obligaciones, pero en general son personas cumplidas, ordenadas, razonables, equilibradas, serias, responsables y puntuales. Pueden ser demasiado exigentes y críticos con los demás, sobre todo con sí mismos. De hecho, son sensibles a la crítica y hasta pueden llegar a tener sentimientos de culpa a raíz de las críticas. Para ellos, el tiempo siempre se está acabando; tienen tanto que hacer y tan poco tiempo para hacerlo que experimentan dificultad para relajarse y descansar. No les gustan las interrupciones, mantienen horarios, son capaces de dar más tiempo a la tarea o al proyecto que a las personas. Son compulsivamente limpios. Siempre haciendo aseo general. En su mayor grado de desintegración personal o ya en niveles no saludables a nivel mental, pueden tender a la obsesión-compulsión. La ira, el juzgar en exceso a los otros y a sí mismos y el resentimiento son las características que les estancan. Cuando los uno no aceptan su propia ira, normalmente proyectan hacia afuera sus impulsos, sacan su energía y limpian, juzgan o critican. Lo que les desarrolla como personas es contactar el amor incondicional que tienen en su esencia. Toda su vida se han preocupado por “ser buenos” para ganarse el amor de los demás, pero si llegan a experimentar el amor incondicional, tanto de los demás para ellos, como de sí mismos para su propio ser, entonces pueden alcanzar el estado de serenidad real que tienen como principal don. CAMINOS DE DESARROLLO HUMANO El desarrollo humano es la dinámica de crecimiento biológico, psicológico, social y espiritual, con base en las potencialidades del ser humano y en el autoconocimiento de las mismas, que lleva a la armonía y a la trascendencia de la persona. Dinámica: El desarrollo humano es una “dinámica” porque la persona está en permanente posibilidad de movimiento y de transformación . El dinamismo de la persona le da a ésta, un sentido de cambio, de posibilidad de superación, de caminar hacia adelante. Es un proceso en donde la persona va asumiendo su realidad, tomando en cuenta sus potencialidades y entrando en un camino paulatino de crecimie nto personal. Crecimiento biológico, psicológico, social y espiritual: En este proceso o dinámica de desarrollo humano, se va dado un crecimiento tanto biológico, como psicológico, social y espiritual. Es una de las grandes virtudes del ser humano, pues éste no sólo es capaz de crecer físicamente, sino también tiene el potencial de expandirse a nivel conciente, profundizar cada vez más en su interior y extender cada vez más su ser con otros, hasta trascender. Imaginemos que el ser humano tiene dos ejes, uno vertical y otro horizontal. El eje horizontal, le hace estar en contacto con los otros, le hace expandir su persona hacia las personas que le rodean. El eje vertical, le hace estar en contacto con el mundo (la tierra, la naturaleza) y a la vez con algo que es superior a él, que tiene que ver con lo universal, con Dios, con “lo Otro”. Estos dos ejes se intersectan en la corporalidad y, a la vez, en la esencia de la persona, en el centro de su energía, en su única e irrepetible personalidad. Eso es crec er a nivel biológico, psicológico, social y espiritual. Tenemos, pues, una base biológica heredada, igual que los demás seres vivos del planeta, concretizada en un cuerpo que nos hace ser temporales y limitados en esta vida, y hace que tengamos cambios y nos desarrollemos físicamente. Esto sucede pues nuestras experiencias no actúan sobre nuestra base biológica o cuerpo, si no que. Nuestra salud, nuestros esfuerzos físicos, nuestro cansancio, nuestras somatizaciones, todo lo que va quedando como huellas en nuestro cuerpo es parte de esta base biológica. Entonces, tenemos el desarrollo físico, que está relacionado con los cambios que el cuerpo sufre en su desarrollo, y a partir de esta base, poco a poco vamos desarrollándonos y diferenciándonos a nivel personal, crecemos en la esfera psicológica, pues vamos cambiando en nuestra personalidad, evolucionamos a nivel cognitivo y a nivel afectivo, desarrollando nuestra inteligencia, nuestras capacidades, nuestras emociones. Vamos conociendo el mundo, sintiendo c ada momento de nuestra vida. Formamos una identidad única e irrepetible y en nosotros se van asentando los valores y las virtudes personales asimilados por nuestra experiencia de vida. Pero además de ello, somos seres en relación, y por lo tanto nuestra esencia personal empieza a existir y a irradiar hacia fuera, nos desarrollamos en lo social pues ocurren cambios en nosotros que tienen que ver con la interrelación con los demás, y es entonces que existimos. Existimos como personas bio-psico-sociales, y también existimos y nos desarrollamos en un nivel espiritual, hasta llegar a establecer contacto con la esencia profunda de nuestro ser único e irrepetible, nuestro espíritu; y, a través de este contacto, alcanzar el objetivo máximo en el ser humano: la plenitud trascendental. En síntesis, la persona es un complejo sistema bio-psico-socio-espiritual en el cual un ámbito de su ser influye en el otro, presentándose como una totalidad en sí misma que existe y camina hacia niveles cada vez más complejos de conciencia y desarrollo humano en general. Armonía: Cuando la persona se conoce, suele descubrir en sí misma polaridades que no siempre están funcionando de manera adecuada. La tendencia que puede darse es reprimir un aspecto para trabajar o expresar el opuesto, como en el caso de tantas situaciones que aparentemente son negativas en nuestra persona, y que intentamos ocultar con una máscara, pues normalmente nos han hecho creer que hay que ocultarlas. La rabia que ocultamos con rigidez y perfección, la nece sidad de afecto que ocultamos con entrega, comprensión y generosidad, la sensación de vacío que ocultamos llenándonos de ideas y cosas materiales, el miedo que intentamos ocultar con aparente valentía, el dolor que cubrimos de falsas sonrisas y buen humor... vivimos paradojas que no nos permiten crecer, pues son polaridades internas que nos llevan a conflictos imposibles de resolver. La idea es lograr la armonía en un proceso de desarrollo humano. De hecho, se trata de llegar a un equilibrio, donde nuestros opuestos nos hagan funcionar de una mejor manera: valiente-cobarde, extrovertidointrovertido, fuerte-débil, femenino-masculino, sombra-máscara. Aquél que ha alcanzado la aceptación de su persona con todas las características de su personalidad se encamina hacia aquello que le armoniza y se puede considerar una persona en desarrollo. Trascendencia: Es la búsqueda de una transformación personal en la que se puede ser capaz de establecer mejor contacto con las personas que nos rodean y con el cosmos en general. Es salir de uno mismo y proyectar hacia afuera todos los valores personales que son luz interior. En este sentido, la persona se irá enfocando más a los intereses, a la tranquilidad, a los sentimientos, a los logros, a las necesidades y a la alegría de los demás (más allá de sí mismo). Se trata de iniciar una experiencia espiritual, partiendo de nuestro propio ser de luz interior, para entrar en contacto con el ser de luz universal. Y es que el desarrollo espiritual es la fase culminante de todo ser humano sano, maduro y pleno; es el momento en el cual la persona, no sólo ha reconocido y reafirmado quién es, no sólo se ha planteado metas de superación personal si no que, sobre todo, ha permitido que el universo, la energía y la presencia de esa realidad infinita, entren en ella. Es la capacidad de desarrollarse, ya no sólo como ser humano histórico social, si no también como ser humano trascendente. DESARROLLO HUMANO A PARTIR DEL SISTEMA DEL ENEAGRAMA El autoconocimiento es la base del camino de desarrollo humano que el mismo sistema del eneagrama plantea con gran complejidad para la búsqueda de la armonía y trascendencia de la persona. Esta búsqueda es particular para cada uno, pues la esencia es única e irrepetible, así como el sentido propio que le da luz a su existencia. Pero el eneagrama no se queda ahí. Al mismo tiempo, plantea sugerencias generales para inciar esta búsqueda personal. Se trata de ciertas pautas que nos ofrece el sistema para alcanzar un estado de plenitud en nuestro desarrollo humano, pautas que se concretizan en posibilidades de armonía de las tríadas en el centro básico de cada persona, en posibilidades de movimiento que nos hace ser personas dinámicas y nos llevan a una mayor integración personal, en posibilidades de interrelación armónica con los otros (sobre todo con aquellos que están más cercanos a nosotros) y finalmente en niveles de desarrollo personal que se pueden alcanzar en esta búsqueda. Tendencia a la armonía de las tríadas: La primera de las estrategias que el eneagrama nos ofrece como camino de desarrollo humano consiste en buscar conectarse con las tríadas a las cuales no se pertenece. Es darnos cuenta de que el centro básico desde donde nuestra energía personal se proyecta, no es completa ni desarrollada a menos que esté en armonía con mis posibilidades de energía personal en mis otros centros energéticos. En este sentido, las personas de cabeza, tendrán que buscar dinamizar los fundamentos positivos del corazón y de las entrañas; es decir, integrar su manera tan radical de pensar, de buscar lógica, de fantasear y de ordenar el mundo desde las ideas (aquello que les nace tan naturalmente) con la posibilidad de intuir, sentir, y hacer cosas desde este mundo de las ideas en función de algo práctico en relación a las personas que nos rodean. Serán personas cada vez más maduras que piensen y a la vez actúen, personas con sabiduría que ponen su energía intelectual en proyectos concretos relacionados con un bien social y con una integridad personal. Los de entrañas, tendrán que buscar los fundamentos positivos de las tríadas de la cabeza y del corazón; es decir, en vez de actuar impulsiva e instintivamente ante las cosas que le suceden a su alrededor, tendrán que buscar armonizar su energía desde la razón y el sentimiento, calculando sus acciones, trabajándolas desde las relaciones interpersonales concretas y equilibrando sus instintos con la energía del pensar y del amar. Esto les ayudará a ser personas más tranquilas, comprometidas, más consideradas con los demás y más encaminadas a un proyecto concreto de vida. Los de la tríada del corazón tendrán que buscar aquello que les ayude de la entrañas y de la cabeza; es decir, tendrán de encauzar el enorme fluir de sentimientos que tienen con lo razonable en función de acciones positivas que les ayuden a relacionarse mejor con los que les rodean, que les ayuden a equilibrar su autoestima con la estima que tienen por los demás, y en general que les lleve a vivir de manera armónica lo que sienten con lo que piensan y lo que hacen. Dinámica según los movimientos: Si nos fijamos en el eneagrama existen flechas que unen a un eneatipo con otro, siendo que de cada número parte una flecha y a cada uno llega una flecha. Estos son los movimientos e indican la posibilidad de conectarse con todos los tipos de personalidad, idea de universalidad que se plasma en el símbolo del eneagrama, además de idea de dinámica y transformación del sistema. En este sentido, son dos los posibles caminos que puede tener cada número, el de integración personal (movimiento hacia la armonía y madurez personal) o el de desintegración personal (movimiento hacia la desarmonía e inmadurez personal). La flecha indica el camino que lleva a la desintegración personal. Parece contradictorio, pero la idea está en que es más fácil dejarse llevar por la flecha que luchar en contra de ella, es más fácil dejarse llevar por el río que ser un poco como el salmón, subiendo por el río contra la corriente hasta alcanzar un objetivo o proyecto de vida. En todo caso, los movimientos nos indican hacia dónde tendríamos que ir (qué actitudes del eneatipo en contra flecha deberíamos asumir para ser mejores personas) o hacia dónde no tendríamos que ir (qué actitudes son en las que fácilmente se cae y que tendríamos que evitar). Nos dan una idea de si estamos progresando o retrocediendo en nuestro desarrollo humano, y nos ayudan a determinar más concretamente cómo está nuestro tipo de personalidad. Así, tenemos los siguientes movimientos posibles: Eneatipo Integración Desintegración 1 7 4 2 4 8 3 6 9 4 1 2 5 8 7 6 9 3 7 5 1 8 2 5 9 3 6 Eneatipo 1: Su movimiento de integración es hacia el 7, pues éste le hace relajarse, tener sentido del humor y vivir la vida con menos obsesión. Su movimiento de desintegración es hacia el 4, pues a su rabia inherente se aúna la frustración y depresión ante la vida en general y ante la imperfección en particular. Eneatipo 2: Su movimiento de integración es hacia el 4, pues le ayuda a fijarse, no sólo en las necesidades de los demás, si no en sus propias necesidades, así como a sentirse un poco “especial”. El 4, además, le ayuda a expresar sus emociones. Su movimiento de desintegración es hacia el 8, pues con ello niega aún más sus necesidades reales, su debilidad. El 8 le hace caer en la trampa de querer imponer sus servicios, y con ello, pierde su don de suavidad. Eneatipo 3: Su movimiento de integración es hacia el 6, pues el 6 le da la lealtad que tanto le falta, le da capacidad de cumplir su deber en vez de saltar de una cosa a otra y le ayuda a ser un poco crítico consigo mismo. Su movimiento de desintegración es hacia el 9, pues con ello no sólo evita el fracaso, si no también el conflicto. Se vuelve superficial en sus relaciones y deja de esforzarse por ser eficiente. Eneatipo 4: Su movimiento de integración es hacia el 1, pues le ayuda a evitar tanto lamento, le ayuda a sentirse bueno y a salir de su depresión. El 1 le ayuda a tener precisión, orden y claridad; le impulsa a la acción y a salir del mundo de sentimientos en el que pareciera estar enclaustrado. Su movimiento de desintegración es hacia el 2, pues llega a ser como un “siervo sufriente”, llegando a tener una existencia trágica. Además, puede reprimir sus cualidades artísticas por estar demasiado ocupado de los otros. Eneatipo 5: Su movimiento de integración es hacia el 8, pues le lleva a la acción, y a no quedarse en el mundo de las ideas. Le ayuda a pensar un poco en los demás y a ser un poco más desprendido. Su movimiento de desintegración es hacia el 7, pues la fantasía del 7 y su propio mundo de las ideas le hacen alejarse aún más de la realidad, y evita el dolor que la misma realidad a veces necesita que enfrentemos. Eneatipo 6: Su movimiento de integración es hacia el 9, ya que el 9 le da paz y tranquilidad, además de que le ayuda a confiar en su propia autoridad interior, haciendo que se fíe más de sus intuiciones. Su movimiento de desintegración es hacia el 3, pues se impone a sí mismo proyectos que debe cumplir, volviéndose más dogmático y autoritario, todo por evitar el fracaso. El 3 le hace ser aún más responsable de lo que ya es, que lo lleva un enorme grado de ansiedad y a mayor dependencia de lo que está establecido y de la autoridad. Eneatipo 7: Su movimiento de integración es hacia el 5, lo que le da estabilidad, sabiduría y capacidad de observar. Le ayuda a canalizar sus energías, le da seriedad y compostura y le ayuda a vivir un poco más hacia adentro y no tanto hacia fuera. Su movimiento de desintegración es hacia el 1, pues con ello, no sólo evita el dolor si no también la ira que nace de él mismo, perdiendo el don de gozo natural que es propio del 7. Eneatipo 8: Su movimiento de integración es hacia el 2, lo que le da inocencia y contacto con sus emociones tiernas. Le hace ser alentador, apoyo de los otros y no tanto el que manda, llevando su fuerza a favor de los otros. Su movimiento de desintegración es hacia el 5, pues con ello se aleja de las personas, no pone en práctica su liderazgo natural. Además su debilidad de venganza se vuelve hacia sí mismo. El 5 le hace ser más autoritario, pues empieza a justificar y argumentar las órdenes que da. Eneatipo 9: Su movimiento de integración es hacia el 3, pues le ayuda al 9 a organizarse, a canalizar su energía con sentido de éxito, dándole más vitalidad. Su movimiento de desintegración es hacia el 6, pues el 6 hace al 9 más dogmáticamente evitativo. Lo vuelve más pasivo aún, dándole una lealtad que en él se transforma en ceguera psicológica. Tendencia a la armonía según las alas : Tenemos, como en un avión, dos alas que nos ayudan a equilibrarnos, que nos orientan en el volar. Si un ala está muy cargada, corremos el riesgo de desviarnos y podemos caer, pero si ambas se mueven en equilibrio y buscamos como compensar una y otra con una dinámica suave y armónica, nuestro vuelo es firme y llegamos al destino planificado por nosotros mismos. En este sentido, si bien una de las dos alas quizás se presente con más fuerza en nosotros y nos dé pautas de qué subtipo eneagrámico somos, nuestra búsqueda de armonía en el desarrollo personal deberá llevarnos a incrementar las actitudes o valores que nos ofrece la otra ala (la que no determina nuestro subtipo) para tener un camino de integración personal. Las alas como punto de equilibrio nos ayudan a desarrollar los aspectos positivos de nuestra personalidad, nos permiten a adquirir un estado de armonía y una flexibilidad para con nosotros y para con el mundo que nos rodea. Permiten que adquiramos una mayor movilidad, misma que nos abre paso a la posibilidad de experimentar la un desarrollo maduro como personas. Entonces nos parecemos a un ave que vuela libremente. RELACIONES INTERPERSONALES Existen tres formas de relacionarse en el enegrama, formas que ha planteado Karen Horney en su teoría de personalidad, y que retomamos pues nos muestra las posibilidades que tienen los eneatipos de comportarse ante los demás. Karen Horney (1855-1952), desarrolló estudios profundos en relación a la neurosis. Estudió las necesidades neuróticas y comprobó que las personas pueden agruparse según sus estrategias de adaptación o la forma en que se relacionan con los que les rodean. La manera en que se relacionan son: Retraídos: Se apartan de los demás. En este grupo están las personas que sienten necesidad de autosuficiencia e independencia y necesidad de perfección. Agresivos: Se oponen a los demás. En este grupo están las personas que tienen necesidades neuróticas de poder, de explotar a los demás, de reconocimiento o prestigio social, de admiración y logro personal. Sumisos: Se acercan a los demás. En este grupo están las personas complacientes, que tienen necesidades neuróticas de afecto y aprobación, necesidad de pareja y necesidad de restringir la vida. Al analizar las tríadas del eneagrama, nos damos cuenta de que los tipos de Horney están presentes en ellas, pues hay un tipo retraído, uno agresivo y uno sumiso en cada centro básico. Los eneatipos quedan, entonces, de la siguiente manera: Eneatipo 2: Sumiso Son complacientes y sumisos ante las demandas y necesidades de los demás. Tienen una fuerte necesidad de afecto y aprobación. En un nivel de desarrollo superior, los dos se relacionan con los demás siendo cariñosos, afectuosos, adaptables, generosos, entusiastas, atentos, agradecidos, perceptivos, expresivos y amistosos. Pero cuando su nivel de desarrollo no es tan sano, suelen ser evasivos, acomodaticios, demasiados demostrativos, autoritarios, dominantes, no sinceros, aficionados a hacerse mártires, manipuladores e histéricos. Eneatipo 3: Agresivo Son personas competitivas que tienen una fuerte necesidad de reconocimiento de parte de los demás. Desean que los otros los admiren y se esfuerzan en sus proyectos por conseguir logros personales. Los eneatipo tres con un desarrollo positivo en sus relaciones interpersonales son enérgicos, eficientes, optimistas, laboriosos, emprendedores, prácticos, responsables, competentes. Pero en sus malos ratos pueden ser egocéntricos, pretenciosos, vanidosos, superficiales, vengativos, competitivos, embusteros, defensivos y oportunistas. excesivamente Eneatipo 4: Retraído Son personas que guardan sus sentimientos para sí mismos. Se aíslan de los demás pues se sienten incomprendidos. En niveles de desarrollo sano, los cuatro son perceptivos, expresivos, creativos, cálidos, colaboradores, refinados, buenos para escuchar, compasivos, amables y chistosos. Pero en sus malos ratos pueden ser temperamentales, retraídos, egocéntricos, emocionalmente dependientes, envidiosos, susceptibles, vanidosos, depresivos, críticos y hasta engreídos. Eneatipo 5: Retraído Son personas que acumulan ideas para sí mismos y están metidos en sus propios pensamientos. Suelen ser callados y observadores; les cuesta relacionarse con naturalidad con los que les rodean. En sus buenos ratos son: objetivos, atentos, prudentes, amables, de mente abierta, perceptivos, formales, tranquilos, curiosos y penetrantes. Pero en sus malos ratos son discutidores, arrogantes, tacaños, criticones, negativos, tímidos, obstinados, censores, reservados e insociables. Eneatipo 6: Sumiso En función de sus miedos se someten a las leyes, costumbres y normas. Son sumisos y complacientes sobre todo a las figuras de autoridad. Cuando tienen un nivel de desarrollo integrado son leales, despiertos, curiosos, atentos, compasivos, ingeniosos, prácticos, responsables, amables, sinceros y cumplidores. Pero cuando su nivel de desarrollo no es tan sano, son ansiosos, dominantes, imprevisibles, paranoides, defensivos, rígidos, irritables, desconfiados, sarcásticos, extremadamente suspicaces y hasta crueles. Eneatipo 7: Agresivo Son personas que salen de sí mismos, evitando tocar sus propios sentimientos. Buscan la satisfacción de sus necesidades y se orientan al placer Cuando presentan un nivel de desarrollo personal adecuado son entusiastas, enérgicos, vitales, aficionados a la diversión, espontáneos, imaginativos, seductores, curiosos, alegres, generosos y optimistas. Sin embargo, cuando no han trabajado mucho su desarrollo personal pueden ser egocénticos, impulsivos, rebeldes, maniáticos, inquietos, obstinados, defensivos, distraídos, informales, autodestructivos y de humor cambiante. Eneatipo 8: Agresivo Quizás los más agresivos del eneagrama; son personas enérgicas, que imponen su poder y liderazgo ante los demás. “se muestra agresivamente fuerte (…) con tal de obtener lo que desea” (p. 131). Pueden irse en contra de los otros, incluso al grado de la venganza en casos extremos. En sus buenos ratos son seguros de sí mismos, enérgicos, veraces, decididos, francos, leales, protectores, generosos y colaboradores. En sus malos ratos son insensibles, dominantes, egocéntricos, demasiado agresivos, exigentes, arrogantes, combativos, posesivos y demasiado valientes. Eneatipo 9: Retraído Evitan el conflicto, se retraen muchas veces de la realidad y de un compromiso con ella. Son retraídos también, a nivel de acción, pues son sumamente pacíficos y pasivos. Cuando presentan un nivel adecuado de desarrollo personal son complacientes, pacientes, prudentes, comprensivos, amables, colaboradores, indulgentes y receptivos. Pero cuando no están con un nivel adecuado son pasivamente agresivos, obstinados, apáticos, inseguros, defensivos, distraídos, olvidadizos, obsesivos y demasiado acomodaticios. Eneatipo 1: Sumiso Son sumisos a los ideales que persiguen. Pueden enojarse mucho pero no dejan de someterse al orden y a la búsqueda de la perfección. Además, es “complaciente con las personas que comparten los ideales que él mismo persigue” Si tienen un nivel de desarrollo integrado, en sus relaciones interpersonales son éticos, idealistas, productivos, cumplidores, justos, sinceros, disciplinados, concientes, colaboradores y objetivos. Cuando presentan un nivel no tan sano son justicieros, inflexibles, autoritarios, criticones, discutidores, intransigentes, obstinados, demasiado serios, poco creativos y agresivos. LA DIMENSIÓN TRASCENDENTE DEL SER HUMANO Trascender es ser más allá de uno mismo, lo que constituye la esencia de la existencia humana (Frankl, 1990, p. 11). Trascender es poner en práctica la energía espiritual que tenemos, y tiene que ver con ser nosotros mismos desde nuestra esencia, tiene que ver con la libertad, la responsabilidad, el vivir desde nuestros valores, el ser luz en todo los sentidos, o como diría Anthony De Mello, “despertar”. “Despertarse es la espiritualidad, porque sólo despiertos podemos entrar en la verdad y descubrir qué lazos nos impiden la libertad. Esto es la iluminación”. (De Mello, 1988, p. 13) Al estar dormidos, es decir viviendo de hábitos, de programaciones, de estrategias que nos defienden ante los demás, no vemos con claridad nuestra personalidad, y mucho menos experimentamos nuestra fuerza espiritual. Pero cuando aprendemos a percibir nuestra personalidad, ésta se hace más transparente y entonces podemos experimentar directamente nuestra esencia, lo cual nos permite vivir en trascendencia. La finalidad del eneagrama no es ayudarnos a librarnos de nuestra personalidad, sino a estar más concientes de ella y así conectarnos con nuestra esencia. Así nuestra luz interior se hace más brillante y se expande con mayor calidez por el mundo. Trascendemos viviendo con sentido nuestra existencia, aplicando nuestros valores, libertad y responsabilidad en cada paso cotidiano que damos, Es funcionar plenamente desde nuestro sentido de espiritualidad. “La trascendencia del espíritu humano se fundamenta en el ejercicio de la libertad, responsabilidad y espiritualidad.” (Pareja, 1998, p. 215). Entonces nos comprendemos como seres únicos y a la vez en unidad con el todo. El eneagrama es un camino que nos ayuda a vivir esta trascendencia, pues nos orienta en cómo entrar en contacto con nosotros mismos, para empezar a irradiar hacia fuera todo lo que valemos; nos brinda un mapa que nos indica cómo entrar directamente a la raíz, a rescatar nuestra auténtica esencia para empezar a ser libres. Se trata, pues, de un proceso al cual podemos abrirnos para que surja nuestra verdadera naturaleza. El resultado es verdadera integridad, amor, autenticidad, creatividad, comprensión, orientación, alegría, poder y serenidad, en fin, todas las cualidades que siempre exigimos a la personalidad y que, sin darnos cuenta, emergen desde nuestro espíritu cuando entramos en comunión con esta realidad que nos hace trascendentes. Las formas en las que cada eneatipo encuentra este nivel de trascendencia espiritual suelen ser: - Eneatipo uno: Experiencia de paz en la perfección. La sensación de que todo es como debe ser, el confiar en el proceso, el aceptar la imperfección como parte del proceso perfecto. Encontrar la serenidad interior para llegar a ser sabio y noble. - Eneatipo dos: Agradecimiento al experimentarse como ser humano con necesidades. La idea de libertad en el dar y recibir. La capacidad de humildad como virtud interior, para llegar a ser verdaderamente afectuoso y generoso. - Eneatipo tres: Tener esperanza, independientemente de los esfuerzos que se hagan, el universo funciona eficientemente. La posibilidad de buscar solidaridad, fidelidad y veracidad en la relación con los otros. Estimarse a sí mismo y estimar a los demás. - Eneatipo cuatro: Disposición a vivir la armonía interior, la ecuanimidad dentro de la originalidad. Sentirse especial, bien consigo mismo y expresar la autenticidad desde un ser creativo. - Eneatipo cinco: La búsqueda de la sabiduría, que es el conocimiento verdadero, pues es el de la experiencia, el del experimentar la salida de sí mismo, para compartir la vida con los demás, y desprenderse de lo que no se es. Participar en el mundo con respeto y en profundidad. - Eneatipo seis: Reconocer la responsabilidad individual por la propia existencia a través de la fe. Sentir la valentía interior, confiar en sí mismo más que en el orden exterior, tener fe de que nada puede dañar la esencia, tener valor y confianza en sí mismo. - Eneatipo siete: Fortalecimiento de la alegría espiritual. Confiar en los ideales desde la sobriedad. Sentir que se vive, trabaja y sufre en la realidad, lo que construye los verdaderos ideales. Contactar los sentimientos de dolor, aceptarlos y expresarlos, y a la vez ser dichoso y hábil sin esfuerzos. - Eneatipo ocho: El servicio como experiencia redentora y como repuesta de agradecimiento. Creer en las leyes del universo, sabiendo que la justicia se da sin mi intervención. Sentir que no todo es hostil, aprendiendo a confiar en los demás desde una actitud más inocente. Ser fuerte y eficaz, pero desde la posibilidad de contactar y expresar los sentimientos más tiernos. - Eneatipo nueve: Actitud de agradecimiento como respuesta al amor incondicional. Sentirse amado, sentirse que lo que se hace cuenta. El amor que me dan y que doy, me da paz interior y me lleva a la acción y el compromiso Bibliografía: Fisher, El caballero de la armadura oxidada. Hudson, R. y Riso, D. (2000). La sabiduría del eneagrama. Barcelona: Urano. Daniels, D. y Price, V. (2002). Eneagrama esencial. Barcelona: Urano. De Mello, Anthony (1998). Autoliberación interior. Argentina: Vida Nueva. Frankl, V. (2001). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.
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