A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 9 de diciembre de 2010, dispuesto siguiente habiéndose en el establecido, Acuerdo orden de 2078, de que votación: conformidad deberá doctores con lo observarse el Pettigiani, de Lázzari, Hitters, Negri, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa C. 99.748, "P. A. , G. A. contra Y. , D.H. . Imp. Paternidad. Reclamación de filiación". A N T E C E D E N T E S La Comercial confirmó del el Cámara de Departamento fallo de Apelación Judicial primera en de instancia lo Civil Zárate que y Campana había hecho lugar a la acción de impugnación y reclamación de filiación interpuesta. Dejó sin efecto el reconocimiento de la paternidad efectuada por el señor D. H. Y. y fijó a su favor un régimen de visitas respecto de la menor S.N. . Se interpusieron, por la parte actora, recursos extraordinarios de nulidad e inaplicabilidad de ley. Oído el señor Subprocurador General, dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar las siguientes C U E S T I O N E S 1ª. ¿Es fundado el recurso extraordinario de nulidad? Caso negativo: 2ª. ¿Corresponde anular de oficio la sentencia? En su caso: 3ª. ¿Es fundado el recurso de inaplicabilidad de ley? V O T A C I Ó N A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: 1.- El recurrente, con fundamentación conjunta, plantea recursos de nulidad e inaplicabilidad de ley contra la sentencia en examen. Sin perjuicio de que tal formulación promiscua habilitaría de por sí al rechazo de los mismos, como lo sostiene el señor Subprocurador General, es posible sin embargo inferir que el quejoso se agravia por la omisión en que incurriera el tribunal de alzada de tomar debido y previo contacto con la menor (v. fs. 380 vta.) al tiempo de emitir el pronunciamiento impugnado. 2.- Pues bien, comparto el criterio plasmado por el señor Subprocurador recurso no puede prosperar. General en cuanto a que el En efecto, sabido es que el recurso extraordinario de nulidad sólo puede fundarse en la omisión de tratamiento de alguna cuestión esencial, la falta de fundamentación legal, el incumplimiento de la formalidad del acuerdo y voto individual de los jueces o la no concurrencia de la mayoría de opiniones (arts. 168 y 171 de la Constitución de la Provincia; causas Ac. 100.610, resol. del 22-X-2008; C. 100.009, sent. del 18-III-2009; C. 99.902, sent. del 28-X-2009; entre muchas otras). Ninguno de tales supuestos se ha presentado en el decisorio impugnado, del cual puede extraerse que el tribunal a quo consideró, a diferencia de lo habitualmente realizado en otras causas que involucran a menores, que no era necesaria la entrevista personal con la niña S. N. atento (i) la disfunción cerebral, en forma de displejia espástica, que la misma padece, habiéndosele otorgado por ello certificado oficial de discapacidad vigente a dicha época, y (ii) el litigantes y conflicto familiar tratamiento la propio madre de de bajo emprendido restablecimiento reconocimiento su la niña, resolución por salud, la atribuido aceptando no menor concluyéndose, a los que el ayudaba para al el consecuen- temente, que la comparencia de la niña al tribunal podía resultar para ella y su salud una situación desfavorable (fs. 305, voto del magistrado que abre el acuerdo). Luego, las omisiones que se corrigen por vía de nulidad son aquéllas en que el tribunal incurre por descuido o inadvertencia (conf. causas C. 97.535, sent. del 17-XII-2008; C. 98.640, sent. del 9-IX-2009; C. 102.449, sent. del 14-X-2009; entre muchas otras), mas no cuando el tema que se dice preterido fue tratado expresamente por la Cámara, siendo ajeno al recurso de nulidad el acierto o mérito con que lo haya hecho (causas C. 91.720, sent. del 10-XII-2008; C. 91.542, sent. del 6-V-2009; C. 98.627, sent. del 26-VIII-2009; entre muchas otras). 3.- Por lo expuesto, voto por la negativa. Los señores jueces doctores de Lázzari, Hitters y Negri, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Pettigiani, votaron la primera cuestión también por la negativa. A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: 1.- Sabido es que el derecho del menor a ser oído constituye una garantía sustancial que fluye de su consideración como sujeto y no mero objeto de derecho (conf. Ac. 63.120, sent. del 31-III-1998 en "Jurisprudencia Argentina", 1998-IV-29; Ac. 66.519, sent. del 26-X-1999; Ac. 71.303, sent. del 12-IV-2000). Así resulta del texto de la Convención sobre los Derechos del Niño, en particular del inc. 1º de su art. 3 y de los numerales 1 y 2 del art. 12, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York, el 20 de noviembre de 1989 y aprobada por ley 23.849, que ha sido incorporada al texto de la Constitución de la Nación Argentina por la reforma de 1994 en el art. 75 inc. 22, 2º párrafo (mi voto en Ac. 78.728, sent. del 2-V2002) y a partir de allí recibido por la Constitución provincial (arts. 15 y 36 inc. 2º) y la normativa nacional y local (arts. 3 inc. "b", ley 26.061; 4 inc. "b", ley 13.298; 3, ley 13.634). Se trata de una norma que se encuentra en condiciones inmediatas de operatividad (conf. Grosman, Cecilia, "Significado de la Convención sobre los derechos del niño en las relaciones de familia", "La Ley", 1993-B1091; Bidart Campos, Germán, "La aplicación judicial de la Convención sobre los Derechos del Niño", "El Derecho", 150515; Kemelmajer de Carlucci, Aída, "El Derecho Constitucional del menor a ser oído", en Revista de Derecho Privado y Comunitario, 7, Derecho Privado en la reforma constitucional, Rubinzal-Culzoni Editores, p. 168 y ss. y C.S.J.N., in re, "W. c/ O.", sent. del 14-VI-1995, "La Ley", 1996-A-260), actuando en consecuencia como directiva expresa en toda cuestión que pueda afectar al niño, y que enerva la aplicación de toda otra encuentre en colisión con aquélla. disposición que se En específicamente lo el que nos derecho del interesa, niño a ser que es oído, la Convención ofrece un plexo de artículos entre los cuales cabe destacar los siguientes: Art. 3.1. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, administrativas los o los tribunales, órganos las autoridades legislativos una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño. Art. 9.3. Los Estados Partes respetarán el derecho del niño que está separado de uno o de ambos padres a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo regular, salvo si ello es contrario al interés superior del menor. Art. 12.1. Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio del derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño. Así régimen de las visitas de cosas, los la cuestión niños por relativa parte de al sus progenitores, familia extensa o terceros con quienes éstos mantengan lazos significativos y afectivos que contribuyan a su desarrollo, asistencia y protección (art. 7, dec. 415/2006, reglamentario de la ley 26.061), constituye sin dudas una medida que no sólo concierne a los padres, sino que esencialmente interesa al niño, cuyo interés superior debe en consecuencia ser evaluado y satisfecho en todos los casos. Tiene, desde este punto de vista, marcada importancia para la evolución y desarrollo integral de la personalidad del menor la modalidad con que se desenvuelve el ejercicio de estos derechos, ya que la frecuencia del contacto del hijo con sus padres, familiares o terceros debe guardar relación directa con su necesidad afectiva, la indispensabilidad de su acompañamiento, la edad y las actividades que lleve a cabo, cuya armonización con las posibilidades de tiempo que puedan dedicarle los mayores debe procurarse (mi voto en C. 87.754, sent. del 9-II2005). 2.- Sin embargo, en autos, la menor S.N. , de 7 años al tiempo del decisorio impugnado, no fue citada por el tribunal a quo a tales fines, por considerar la alzada -tal como se expuso en la cuestión precedentemente tratada- que no era necesaria la entrevista personal con la niña tanto por (i) la disfunción cerebral que en forma de displejia espástica padece, habiéndosele otorgado por ello certificado oficial de discapacidad vigente a dicha época, como por (ii) el litigantes y conflicto familiar tratamiento la propio madre reconocimiento de bajo de niña, aceptando resolución emprendido restablecimiento la por su atribuido la no los que el ayudaba menor salud, a para al el concluyéndose, consecuentemente, que la comparencia de la niña al tribunal podía resultar para ella y su salud una situación desfavorable (fs. 305). En tal sentido, el tribunal a quo consideró que el superior interés de la niña (por su estado de salud y el tratamiento médico que estaba llevando a cabo en ese tiempo con el objeto de lograr alguna recuperación) hacía desaconsejable su citación. Ante esta incidencia, si bien en los casos en que los tribunales jurisdiccionales resuelven cuestiones que involucran a menores sin previamente haberlos conocido y escuchado, dicha deficiencia procedimental que repercute en los derechos sustanciales de quienes se postula como pretendidamente tutelados, genera la nulidad del pronunciamiento así dictado (conf. mis votos en Ac. 87.754, sent. del 9-II-2005; Ac. 71.380, sent. del 24-X-2001; Ac. 72.890, sent. del 19-II-2002; Ac. 78.446, sent. del 27-VI2001; entre otras); considero que dadas las circunstancias particulares que reviste temperamento a adoptar. el caso otro debe ser el Es que si de lo que se trata es de la protección del menor cabe analizar más allá de cualquier ritualismo si en definitiva la resolución logró tal finalidad y si la eventual declaración de nulidad implica un avance en tal sentido o por el contrario importa un sensible retroceso. resultado estaría bajo de la hecho Porque de invocación llegarse del desprotegiéndolo a amparo y se este del último menor se transmitiría el mensaje tan paradójico como perverso de que se defiende mejor al menor desatendiéndolo. Si lo que realiza el interés minoril es brindarle adecuado cobijo, es evidente que la declaración de nulidad no lo logra. Debe en todo caso necesariamente primar la realización del bien o interés del menor concretamente establecido en la situación particular de que se trate, por sobre todo ritualismo, bajo riesgo de despojar lo resuelto de todo contenido y desembocar en situaciones de inequidad que el derecho -máxime en casos donde se encuentra en juego aquel superior interés- debe a todo trance evitar. En verdadero su postulado más prístina quedó expresado enunciación, en los este siguientes términos: "en todas las medidas concernientes a los niños que tomen bienestar las instituciones social, los públicas tribunales, o las privadas de autoridades administrativas o los órganos legislativos, una condición primordial a la que se tenderá será el interés del niño" (art. 3 párrafo 1º, Convención sobre los Derechos del Niño, el subrayado me pertenece). Una definición aproximativa caracteriza al interés del menor como el conjunto de bienes necesarios para el desarrollo integral y la protección de la persona y los bienes conviene de en un una menor dado y entre circunstancia ellos histórica el que más determinada, analizado en concreto, ya que no se concibe un interés del menor puramente abstracto. Al respecto, hemos sostenido que el interés superior del menor excluye toda consideración dogmática para atender exclusivamente a las circunstancias particulares que presenta cada caso (causa Ac. 63.120, "G. V. s/ adopción", sent. del 31-III-1998). Máxime cuando en materia de menores todo está signado por la provisoriedad; lo que hoy resulta conveniente mañana puede ya no serlo, y a la inversa, lo que hoy aparece como inoportuno puede en el futuro transformarse en algo pertinente (causas Ac. 78.013, sent. del 2-IV-2003; C. 99.273, sent. del 21-V2008; C. 96.411, sent. del 17-VI-2009; entre otras). Considerando lo expuesto, cabe concluir que fue justamente bajo estas premisas que el tribunal a quo sostuvo que la comparencia de la menor ante los estrados de la Cámara podía llegar a irrogarle algún perjuicio en su salud y tratamiento médico en que se hallaba incursa, en apreciación que desvirtuada no aún puede cuando entenderse merced a la completamente nueva entrevista profesional de la niña, requerida por esta Corte a los fines de la determinación de si una audiencia ante este tribunal podría afectar o incidir negativamente en su salud, los peritos concluyeron que la menor, ya con diez años, poseía mostraba buena disposición colaboradora, sin para presentar la entrevista, factores se físicos o psíquicos que dificultaran o imposibilitaran su traslado a esta sede (fs. 420/1), lo que así finalmente se hizo (celebrándose la audiencia ante esta Corte el día 14-X2009, fs. 431). Ello así atento la distancia temporal habida entre el decisorio recurrido y el nuevo examen al que fue sometida la menor. Habida cuenta de lo expuesto, entiendo que tales particularidades que presenta este caso, junto al hecho de haberse escuchado ya a la menor en esta sede y por ser lo más conveniente superior interés, ocurrido en otros- debo que para satisfacer reconocer la -a en concreto diferencia nulificación de su de oficio lo del decisorio recurrido no resulta proponible. 3.- Por lo expuesto, voto por la negativa. Los señores jueces doctores de Lázzari, Hitters y Negri, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Pettigiani, votaron la segunda cuestión también por la negativa. A la tercera cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: 1. El actor promovió demanda por impugnación de paternidad contra D. H. Y. y consecuentemente por reclamación de filiación de la menor S. N.Y. , nacida el 16 de diciembre de 1998. El juez de primera instancia hizo lugar a ambas acciones y en consecuencia declaró inexistente el nexo biológico entre la niña S. N. y el señor D. H. Y. y declaró que la niña es hija legítima del señor G. A. P. A. y la señorita V. S.O. , ordenando la pertinente inscripción en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas. Dispuso también -a pedido del Asesor de Menores departamental (v. fs. 59 y 171)- fijar un régimen de visitas a favor de Y. con relación a S.N. , el que deberá cumplirse del modo convenido por las partes en la cláusula 5° del acuerdo de fs. 51/53. 2. La Cámara departamental, confirmó el fallo y fundó su decisión en que: a) El Asesor de Incapaces estaba legitimado para efectuar peticiones, como el establecimiento de un régimen de visitas a favor del demandado. b) El art. 376 bis del Código Civil permite fijar régimen de visitas a favor de allegados que razonablemente justifiquen un interés afectivo legítimo, en la medida que ello sea favorable para el sano desarrollo espiritual del niño. c) La imposición de las costas en el orden causado es la solución justa y equitativa al tema. 3. Contra dicho pronunciamiento se alzó la parte actora por vía de inaplicabilidad de ley en el que denunció infracción a los arts. 3, 9, 12 de la ley 23.849 incorporados a la Constitución nacional conforme arts. 31 y 75 inc. 22; 15 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la ley 12.061, 23 inc. 3º, 40; 330, 353 y 357 del Código Procesal Civil y Comercial. Adujo en suma que: a) El Asesor de Incapaces se extralimitó al articular su pretensión de peticionar un régimen de visitas a favor del demandado; y la decisión de la alzada de otorgarle condición de parte permitiéndole introducir sus pretensiones en cualquier preservar el derecho encuentra andamiaje de legal momento defensa y del de resulta proceso la y sin contraria, violatoria de no los principios de congruencia y preclusión del procedimiento. b) Se ha infringido el art. 376 bis del Código Civil, pues el derecho a reclamar "visitas" sólo existe para quienes se deben recíprocamente alimentos. c) El demandado fue vencido y debe atender el pago de las costas en virtud de lo dispuesto por el art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial. 4. En uso de los poderes deberes otorgados al juzgador Procesal por Civil el y pronunciamiento art. 36 incs. Comercial, de este con 2º y 4º carácter decisorio (v. del de fs. Código previo 424), al esta Suprema Corte dispuso convocar a la menor de autos a su presencia, la que fue escuchada (art. 12 de la Convención de los Derechos del Niño), al Ministerio Pupilar en turno y a una perito psicóloga de los "Cuerpos Técnicos Auxiliares departamentales del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil". 5. El recurso no prospera. a) La legitimación al Asesor de Incapaces para peticionar en nombre de la menor -en el caso un régimen de visitas a favor del demandado (v. fs. 59 y 171)le está otorgada por los arts. 23 de la ley 12.061; 80 inc. 1º de la Ley Orgánica del Poder Judicial: ley 5827 y fundamentalmente por el art. 59 del Código Civil. Ahora extemporaneidad visitas, bien, alegada paradojalmente para es en lo que peticionar el propio hace el a régimen "principio la de de preclusión" que el recurrente denuncia como infringido el que impide sea escuchada su pretensión. En efecto, la petición articulada por el Asesor de Incapaces solicitando un régimen de visitas de la menor a favor del demandado fue hecha con anterioridad a la agregación de los alegatos y al llamamiento de autos para sentencia (v. fs. 171, y 181), el cual fue consentido por ambas partes. Enseñan Código comentado que Morello, el Sosa, Berizonce, llamamiento de en "autos su para sentencia", por aplicación de la directriz genérica que sienta el art. 133 del Código Procesal Civil y Comercial, se notifica ministerio legis; y que es efecto de ese llamamiento (una vez consentido) el saneamiento de todos los vicios de actividad anteriores, providencia que hace así de compuerta tras la cual todos los eventuales defectos o vicios de actividad anteriores pierden virtualidad. Que tal sanatoria o convalidación reposa en dos de los principios básicos que campean en esta materia: el carácter relativo de las nulidades procesales y la necesidad de que éstas sean argüidas indefectiblemente en la misma instancia en que se hubieren producido (conf. "Códigos procesales...", T. V.B, comentario al art. 482). Por lo dicho, este primer agravio no puede prosperar. b) El reclamo vinculado a la ausencia del derecho de visitas peticionado y otorgado en la instancia de grado al demandado, tampoco es audible. El a quo fundamentó su decisión de mantener el régimen de visitas a favor de Y. en las circunstancias de la causa las cuales -a su criterio- justificaban su encuadre en lo prescripto por el art. 376 bis del Código Civil; así lo hizo, coincidiendo con la interpretación que de la norma adoctrinan entre otros, autores como Guastavino y Zannoni. En este sentido concluyó "que el art. 376 bis del Código Civil permite fijar régimen de visitas a favor de allegados que razonablemente justifiquen un interés afectivo legítimo, en la medida que ello sea favorable para el sano desarrollo espiritual del niño" (v. fs. 312). Tuvo también para ello especialmente el a quo en cuenta la conformidad del Ministerio de Menores y la conducta de los propios litigantes al celebrar el convenio agregado a fs. 51/52 donde el propio actor reconoce el "vínculo afectivo" que lo une al demandado con la niña (v. fs. 312). Ahora bien, tan medulares conclusiones no han sido idóneamente atacadas ya que de manera alguna el recurrente se hace cargo de tales afirmaciones y ni siquiera las rebate idóneamente, y sabido es, que resulta insuficiente el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley que se desentiende de la estructura jurídica del fallo, apartándose de su línea de argumentos esenciales (conf. causas Ac. 53.875, sent. del 14-VI-1996; Ac. 90.575, sent. del 11-X-2006, entre otras). Sin embargo, dadas las particulares circunstancias de esta causa y su trascendencia en la vida de una niña de 11 años creo necesario formular algunas consideraciones. Así, ha dicho este Tribunal que en los procesos donde se ventilan conflictos de familia y en general cuestiones de interés social, se amplía la gama de los poderes del juez, atribuyéndosele el gobierno de las formas, a fin de adaptar razonable y funcionalmente el orden de sus desarrollos a la finalidad prioritaria de que la protección se materialice. Es evidente que en estos litigios aislar lo procesal de la cuestión sustancial o fondal, limitarlo a lo meramente técnico e instrumental, es sustraer una de las partes más significativas de la realidad inescindible (conf. causas Ac. 56.535, sent. del 16-III-1999; C. 87.970, sent. del 5-XII-2007). Ahora bien, la voluntad de la niña, libremente expresada en la audiencia ante este Tribunal se convierte en un eje rector a la hora de resolver la cuestión traída, sobre todo si se tiene en consideración que el art. 12 de la Convención de los Derechos del Niño, aprobada por ley 23.849 e incorporada a la Constitución nacional en virtud de su última reforma establece que debe garantizarse a aquél, que esté en condiciones de formarse un juicio propio, el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que lo afecten, teniéndose en cuenta sus opiniones en función de su edad y madurez. Del contacto personal tenido con S. N. he adquirido la convicción de que ella comprende cabalmente la situación por la que está atravesando tanto su padre biológico como el demandado (quien fue durante un corto tiempo su padre de crianza) y que sabe vincularse con ellos sin confusión de roles; su interés superior, entendido éste como la máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías establecidos en la ley (art. 3, ley 26.061) y autonomía evaluado progresiva a través para el del reconocimiento ejercicio de sus de su derechos (arts. 5 y 12, C.D.N.), me persuaden que el recurso debe ser desestimado. Surge del convenio celebrado por ambas partes el intenso vínculo afectivo existente entre la niña y el demandado señor Y. , lo cual me lleva a concluir que el mismo forma parte para ella del concepto abarcativo de su familia, según la conceptualiza la ley de protección integral. En efecto, pueden incluirse en tal definición (además de las personas vinculadas a través de líneas de parentesco por consaguinidad o afinidad) a otros miembros de la comunidad, a las personas cercanas a la niña que hayan representado vínculos significativos y afectivos en su historia personal, su desarrollo, asistencia y protección (art. 7 dec. 415/2006, reglamentario de la ley 26.061). El art. 376 bis del Código Civil debe interpretarse a la luz de esta mirada integrativa, y tal como se dice en el fallo atacado (con cita de doctrinarios como Guastavino y Zannoni), autoriza a fijar un régimen de visitas a favor de allegados que razonablemente justifiquen un interés afectivo legítimo, en la medida que ello sea favorable para el sano desarrollo espiritual del niño (v. fs. 312). He dicho reiteradamente que el tan mentado "interés superior" es el conjunto de bienes necesarios para el desarrollo integral y la protección de las personas y los bienes de un menor dado, y entre ellos el que más conviene en una circunstancia histórica determinada, analizada en concreto, ya que no se concibe un interés del menor puramente abstracto excluyendo toda consideración dogmática para atender exclusivamente a las circunstancias particulares que presenta cada caso (conf. mi voto en Ac. 79.931, sent. del 22-X-2003; C. 92.267, sent. del 31-X2007). Desde esta mirada concluyo entonces que la solución alcanzada en este aspecto, contempla adecuadamente su mejor interés al respetarse la continuidad de sus lazos afectivos construidos. Agrego y ya para concluir el tratamiento de este agravio que en el proceso de fijación de la modalidad en que estas visitas deban efectuarse, deberá participar la niña (aplicación del principio general de la Convención de oír al menor, art. 12, C.D.N. y de la capacidad evolutiva, art. 5, C.D.N.) y estatuirse un régimen dinámico que tenga en debida consideración sus necesidades. c) La queja relativa a la imposición de las costas corre con la misma suerte de las que la precedieron. Es sabido que los tribunales originarios tienen amplias facultades en la aplicación, regulación y distribución de las costas por tratarse de una cuestión de hecho que sólo es susceptible de examen en la instancia extraordinaria cuando ha mediado una irracional o burda valoración de las circunstancias de la causa, que conduzca a alterar la condición de vencido (conf. Ac. 86.726, sent. del 9-XI-2005), razón por la cual resulta imprescindible discutir tal calidad (conf. doct. causa Ac. 78.450, sent. del 13-VIII-2003, en "La Ley Buenos Aires", 2004, pág. 497). En la especie la disconformidad que se pone de manifiesto se refiere a la imposición de las costas por su orden (fs. 323). En perderse de vista cuanto a que los esta imputación, encargados de no analizar debe la situación de las partes y, en su caso, cargar las costas o relevar a alguno de los contendientes de su imposición son los tribunales de grado, toda vez que dicha tarea compete exclusivamente a ellos (conf. causas Ac. 79.463, sent. del 12-XI-2003, Ac. 87.603, sent. del 6-VII-2005; C. 94.462, sent. del 26-IX-2007). En suma, con las argumentaciones traídas no alcanza para acreditar que el tribunal, con su fallo, alteró burdamente la calidad de vencido, violentando el art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial (conf. causas Ac. 83.753, sent. del 17-XII-2003; Ac. 90.993, sent. del 5IV-2006), ni que al resolver acerca de la imposición de las costas por su orden hubiera incurrido en absurdo, razón por la cual reitero mi opinión de que el recurso debe rechazarse, con costas (art. 289, C.P.C.C.). 5. dictaminado Voto por el entonces, señor en concordancia Subprocurador General, con lo por la negativa. A la tercera cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo: Adhiero a las consideraciones vertidas en el voto del doctor Pettigiani y a ello agrego que la intervención de la Asesora de Menores para ejercitar el derecho de la niña reconocido por el ordenamiento jurídico consistente vínculos personal, en tener comunicación significativos los que y surgen con afectivos del quien en concepto representa su de historia familia comunitaria prevista en la Convención de los Derechos del Niño (arts. 3, 5 y 12; 7, dec. 415/2006 de la ley 26.061) no puede congruencia interpretarse y que preclusión, afecte máxime el cuando principio la petición de se inscribió dentro del concepto de flexibilización de los referidos principios en el marco de una tutela diferenciada al servicio de la efectividad del derecho (art. 75 incs. 22 y 23; conf. Berizonce Roberto, quien en los ítems 4.5 y 5 del Capítulo II, se explaya sobre las técnicas procesales para tutelas diferenciadas, "Tutelas procesales diferencias", Rubinzal-Culzoni Editores, 2009, p. 33). Voto por la negativa. Los señores jueces doctores Hitters y Negri, por los Pettigiani, mismos fundamentos votaron la del tercera señor cuestión Juez doctor también por la negativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, de conformidad Subprocurador con General, extraordinarios lo dictaminado se interpuestos; rechazan con costas por los al el señor recursos recurrente vencido (arts. 68, 289 y 298, C.P.C.C.). El depósito previo de $ 2.500, efectuado a fs. 361, C.P.C.C.), queda perdido debiendo el para el tribunal recurrente dar (art. cumplimiento 294, a lo dispuesto por los arts. 6 y 7 de la Resolución 425/2002 (texto Resol. 870/2002). Notifíquese y devuélvase. EDUARDO JULIO PETTIGIANI HECTOR NEGRI EDUARDO NESTOR DE LAZZARI JUAN CARLOS HITTERS CARLOS E. CAMPS Secretario