Sobre la inserción laboral del psicólogo en el ámbito clínico: Es un hecho consabido que al momento de transitar la movilizante experiencia del fin de carrera cae la protección que brinda el sistema universitario, los movimientos del alumno rígidamente pautados y ordenados, el programa de la carrera, fechas de parciales, previsión total de las actividades durante 6 años, garantes de verdad y frases estereotipadas que los alumnos suelen repetir pero que al salir del sistema universitario y adentrarse en la práctica (o al menos búsqueda laboral) tambalea, y parecen ser vacías, en buena medida desconectadas entre sí (y del resto de la teoría), superficiales e insuficientes a la hora de, por ejemplo atender a un paciente. Cuando iniciamos la carrera tenemos la fantasía de que en los años de cursada la facultad nos proveerá de un saber lo suficientemente completo o abarcativo para que cuando egresemos seamos expertos. Demoler esta fantasía es un paso que el alumno deberá hacer antes de graduarse o de lo contrario se encontrará con grandes inhibiciones profesionales, sobre todo a la hora de buscar trabajo. Otra fantasía que el alumno o profesional también debe demoler es la de que aquello que no aporte la carrera de grado deberá adquirirse en otros espacios de formación tales como seminarios, cursos de posgrado, pasantías. En esta segunda fantasía subyace el supuesto de que la acumulación de certificados hace al experto. Si la observamos más de cerca entendemos que no es otra cosa que una modificación de la fantasía anterior, pero en el fondo se trata de lo mismo. En lugar de ser la facultad la que nos proveerá de todo lo necesario para ejercer con pericia, serán todas las instituciones en las que realizemos actividades de formación profesional (siendo la facultad una más entre otras). En estas fantasías está implícita una postura pasiva desde la cual la formación profesional consiste meramente en recibir, asimilar lo recibido, y buscar nuevas fuentes para que nos alimenten profesionalmente (sean instituciones o libros que suelen ser leídos solo parcialmente). Encontrar el carácter infantil de esta postura no es difícil de lograr, una mirada más profunda encuentra una repetición de la relación temprana con los padres, especialmente con la madre. Lo mismo que la madurez personal, la madurez profesional se consigue mediante una postura activa que implica un trabajo sistemático de articulación, reflexión, cuestionamiento, investigación (yendo a las fuentes en la bibliografía, interrogando la realidad en formas diversas, buscando activamente respuestas), y también creación. Sin este posicionamiento activo respecto de su carrera el profesional no es muy distinto del niño, o del neurótico. Retomando la cuestión del final de la carrera universitaria, uno podría decir que hasta aquí todo marchaba sin grandes sobresaltos, todo estaba más o menos asegurado dentro de las paredes de la facultad. La graduación nos lleva a un inevitable período inicial de incertidumbre, que en casos favorables pronto es resuelta. Cuando la madurez profesional es insuficiente, esta incertidumbre se vuelve intolerable y entonces se la evita por diversos medios. Por ejemplo iniciando inmediatamente una nueva carrera universitaria, aferrándose al trabajo actual que por más que no se relacione con la carrera es un marco más o menos estable donde es posible sentirse seguro, o también realizando infinidad de cursos, jornadas, seminarios, pasantías esperando recibir lo que la facultad no nos dio y con ello madurar profesionalmente, entre otras posibilidades. Es cierto que en nuestra profesión la inserción laboral no es un camino sencillo, pero no he sabido de nadie que tomando una postura activa y madura en su profesión no haya logrado insertarse. Considerar a la madurez profesional ligada con el desarrollo de ideas y un estilo personal, lejos de ignorar que existen reglas, normativas, y preceptos tanto para la inserción como actuación profesional; es entender que la libertad de estilo y de maniobra coexiste con las limitaciones. El grado de autonomía y madurez es una función de la articulación de estas dos dimensiones. Desafortunadamente si bien la madurez profesional asegura la inserción laboral, esta última no es garantía de que se haya desarrollado la primera, ni mucho menos es indicador de una constitución psicológica estable y madura. Existe un prejuicio más o menos generalizado desde el cual el único modo posible para ingresar a trabajar a un hospital público consiste en rendir el examen de residencia, del cual se sostiene que es casi imposible aprobar con el porcentaje requerido para obtener el cargo de residente. Alrededor de esto hay ciertas fantasías que tiñen esta cuestión y que generan pánico y malestar en los recién recibidos. La residencia no es el único modo posible, no existe “el modo”, sino que es uno quien debe crear y sostener su modo de formarse en la clínica. Entre las modalidades de inserción en el Hospital Publico se encuentran las residencias, concurrencias, pasantias, y visitancias. Tanto en la residencia como en la concurrencia se rinde el examen de residencia. La Pasantia tiene que ver con un convenio con el Hospital, el pasante es quien ingresa el Hospital e integra por un tiempo convenido algún equipo en particular; y sostiene su práctica con algún requisito acordado previamente con la institución. Un ejemplo podría ser integrar un espacio de investigación. El “contrato” con el pasante podría renovarse, lo que implica que el tiempo de permanencia en el Hospital se renueva siempre y cuando haya interés del pasante en continuar su practica clínica y formación allí, y la institución avale que el pasante renueve su pasantia. Cabe aclarar que el pasante puede ser estudiante de los últimos años de la carrera o recibido. Y en base a la situación en que se encuentre (como graduado, o estudiante) hará determinados recorridos en el hospital y podrá sostener determinados lugares o funciones. En cuanto a la visitancia, cada hospital funciona a su modo, pero hay algunas instituciones que permiten visitantes aún a los no recibidos. Este grupo de visitantes y pasantes por lo general hacen un recorrido por el equipo de admisión, presenciando admisiones en el equipo de urgencias, y/o guardias. La residencia es un sistema remunerado de capacitación de postgrado inmediato a tiempo completo con dedicación exclusiva. Lo que caracteriza a este sistema de formación es la práctica de la capacitación en servicio, esto es, desarrollar actividades asistenciales programadas y supervisadas en instituciones. La concurrencia es un sistema honorario profesional de postgrado, a tiempo parcial desarrollado bajo condiciones de programación y supervisión y con el objetivo de formar profesionales capacitados en beneficio de la comunidad. Ahora bien, para ingresar a una residencia o concurrencia se deberá aprobar un examen. En las mismas instituciones y también en forma idependiente, existen cursos preparatorios para el examen de residencia, cuyos objetivos son: -Brindar entrenamiento en la modalidad de evaluación apartir de exámenes choice elaborados con preguntas inéditas sobre toda la bibliografía. -Entrenar al postulante en evaluaciones “multiple choice”, para que estos les resulten familiares tanto en lo que respecta a la bibliografía como a sus modalidades de respuesta. -Complementar la preparación teórica. -Brindar numerosas oportunidades para elaborar, diseñar y discutir tácticas compensatorias a las dificultades específicas al momento de elegir la respuesta correcta. -En última instancia, favorecer un mejor resultado en el ranking. El curso brinda claves de estudio y en cada clase se realizan simulacros de exámenes. El curso generalmente consta de 11 clases de 4 horas. La primer hora y media esta destinada a la realización del examen multiple choice de 100 preguntas, volcando las respuestas en una grilla de respuestas similar a la original. Luego se destina el tiempo restante a debatir, razonar y situar en el texto tanto la respuesta correcta como los distractores de cada pregunta para internalizar la lógica de este tipo de evaluación. Es un espacio destinado a identificar dificultades personales al momento de responder para poder ensayar posibles estrategias de afrontamiento. El importe del curso preparatorio “oficial” para el examen de residencia es de $1800. Las inscripciones son hasta el 10 de enero y en la misma sede. Pero si bien este es un modo posible de ingresar a trabajar en el hospital, no es el único. Pensar que es el único posible no solo seria “perderse” de otros caminos posibles sino que también conllevaría mucha presión a la hora de preparar el examen ya que seria con la lógica del “todo o nada” esta lógica binaria es la que lleva a una encerrona. Si uno obtiene el puntaje para ser residente trabaja tiempo completo en el hospital y percibe un sueldo, si uno obtiene un puntaje para ser concurrente, trabaja media jornada y no percibe un sueldo por su trabajo. El hospital ofrece un intercambio permanente y asimismo posibilita hacer lazos con otros análistas. Posibilita el intercambio permanente desde ateneos clínicos, jornadas, presentación de enfermos, supervisiones, seminarios, grupos de estudio, etc. Si se consigue ingresar en un hospital a trabajar como concurrente, pasante o visitante, no será remunerado económicamente pero tendrá tiempo para poder ir descubriendo otros espacios, instituciones en donde poder trabajar. También llevará consigo el sello o marca de haber pasado o estar atravesando la experiencia hospitalaria y podrá hacer uso de ello a la hora de buscar otros trabajos en instituciones privadas. Además de esto hay muchos modos de estar en una institución y tener diferentes roles que muchas veces no suelen ser propiamente el de psicólogo, pero son valiosos aportes en nuestro crecimiento profesional y personal. Ejemplos de esto podrían ser; trabajar como orientador en centros de día, dictar talleres a grupos de pacientes internados, realizar acompañamientos terapéuticos, trabajar de operador socioterapéutico, realizar integraciones escolares, etcétera. Hay instituciones privadas que alojan pacientes con adicciones, impulsiones. Hay instituciones que se dedican a pacientes con retrasos madurativos, retrasos mentales: Hay instituciones que tienen pacientes psicoticos, también con autismo. Hay instituciones que se dedican a aquellos pacientes con distorsiones alimenticias; anorexia nerviosa, bulimia, obesidad, etc. Todas son sitios donde el psicólogo puede acercarse en su búsqueda laboral. Otro modo de trabajo, de lejos el más popular, es el consultorio privado. En este caso el profesional además de la función de psicólogo clínico deberá asumir la función de publicista (siendo este rol muchas veces subestimado y por eso descuidado). Naturalmente tener colegas que nos deriven pacientes es una gran ayuda, pero confiar únicamente en ellos para ocupar nuestro consultorio es una postura en mucho más infantil y dependiente que aquella que considera que la maduración profesional se consigue únicamente acumulando certificados que distintas instituciones nos otorguen. La creatividad y energía que pongamos en nuestra publicidad es en general proporcional con el número de pacientes que tengamos. Por supuesto de nada valdrá nuestra publicidad si nuestra pericia y madurez profesional es incipiente. Además de la posibilidad de tener un consultorio propio, existen también consultorios que se alquilan por hora, así como también centros que derivan pacientes a los profesionales y retienen cierto porcentaje de los honorarios que el psicólogo perciba de cada paciente que atiende. Otro modo posible de inserción laboral del psicólogo clínico en consultorio particular podría ser inscribirse en obras sociales y prepagas. En algunas prepagas el requisito para ingresar es estar recibido hacer cinco años. Los modos de inscripción son por internet o acercando toda la documentación pertinente en las diferentes prestaciones. Los requisitos administrativos son que el profesional esté matriculado para poder ejercer su profesión. La matricula nacional sirve para capital pero no para trabajar en provincia. En caso de trabajar en provincia es requisito tramitar la matricula provincial en el colegio de psicólogos ubicado en San Isidro. Es importante tener en cuenta que la matricula nacional se abona una sola vez. No sucede mismo con la matrícula provincial, la cual no solo se abona al tramitarla sino que también se debe abonar anualmente un monto de $297,50. Otro de los requisitos de las obras sociales muchas veces es el seguro de mala praxis. Es importante tenerlo cuando se trabaja en forma independiente en diferentes ámbitos privados. Cuando se trabaja en instituciones públicas no es necesario tramitarlo ya que la institución misma ampara a los profesionales. También se exige ser monotributistas. Esto no solo es pedido en las prepagas, sino que también suele suceder que en el consultorio privado acudan pacientes que posean prepagas que les posibiliten el reintegro de un número determinado de sesiones. En ese caso el paciente pedirá que se le facture cada sesión. Por otro lado, también es posible comenzar a atender pacientes en instituciones psicoanalíticas. Algunas de ellas ofrecen formación y posibilidad de hacer practica clínica, realizar admisiones, acompañados por analistas de la institución no solo en la formación sino en supervisiones.