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DESEMPEÑO Y REFORMAS DEL SISTEMA MEXICANO DE SALUD.
Por Francesca Colombo y Howard Oxley, de la División de Salud de la OCDE
La OCDE ha revisado el sistema de salud de México en un estudio que se dará a
conocer el día de hoy. ¿Cuáles son los mensajes principales?
¿Cuál es el desempeño del sistema de salud?
El estado de salud de la población mexicana ha mejorado significativamente en las
pasadas décadas. Un número importante de reformas se han realizado para fortalecer el
desempeño del sistema de salud. Sin embargo, aun permanecen retos importantes.
En primer lugar, existe una amplia inequidad en el acceso. Sólo la mitad de la población
está cubierta por la seguridad social y alrededor de la mitad del gasto en salud proviene de los
bolsillos de las personas, en contraste con la mayoría de los demás países miembros de la OCDE
en donde la cobertura es universal o casi universal y el porcentaje de los gastos de bolsillo es
menos del 20% (Figura 1). Existen grandes disparidades en el financiamiento a la salud a lo largo
del país, en donde el Distrito Federal y los estados del norte reciben la proporción más alta del
gasto público en esta materia, cuando sus necesidades –medidas con indicadores disponibles del
estado de la salud tales como la mortalidad infantil–, son mucho menores que en todos los demás
estados. El sistema de seguridad social cuenta con más recursos financieros que los servicios de
salud estatales, que cubren a los no asegurados, quienes continúan enfrentando serios problemas
de acceso a los servicios del cuidado de la salud.
La eficiencia en la provisión de cuidado de la salud también presenta limitaciones. La
significativa variación entre las instituciones y los estados en cuanto a la intensidad de insumos
sugiere que existe un espacio para mejorar el desempeño en estados más débiles y en las
instituciones. Mientras tanto, los costos administrativos, que se ubican en un 9.5% del total del
gasto en la salud, son los más altos de la zona OCDE. Esto puede ser resultado de la
segmentación entre la seguridad social y las instituciones que proveen servicios estatales y la
dificultad de coordinación de políticas en un ambiente descentralizado. Pero también sugiere que
existe un potencial significativo para realizar ahorros que podrían ser dedicados a las necesidades
de salud con alta prioridad.
La calidad de los servicios de salud es también motivo de preocupación. Una oferta
inadecuada de doctores y enfermeras en las zonas más pobres y una carencia generalizada de
farmacéuticos han reducido la capacidad de proporcionar con calidad los Servicios de Salud del
Estado en muchas áreas. También existen diferencias de calidad importantes entre las
instituciones y los proveedores individuales, mismas que han comenzado a ser abordadas por las
políticas gubernamentales recientemente.
Finalmente, los encargados de diseñar las políticas de la salud enfrentan importantes
limitantes fiscales, mismas que podrían estar provocando, en parte, estos problemas. Además de
una eficiencia débil, esto ha llevado a un racionamiento generalizado en el sistema público y a
una transferencia de la demanda al sector privado. Como resultado, una parte importante de la
población enfrenta gastos catastróficos relacionados con la salud cada año, con una proporción
mucho más elevada entre la población de escasos recursos.
Figura 1.- Gasto en Salud por fuente de financiamiento, 2002
Gasto Público en Salud
% gasto total en salud
100%
1
3
2
2.4
3.2
0.9
7.6
90%
27.6
20.3
26.3
5.2
1.5
0.3
0.3
1.6
2.3
0.5
4.9
5.7
6.3
1.3
1.4
7.4
16
16.5
15.3
12.7
Otros
1
2.6
5.4
8.6
9.4
8.6
14.2
13.2
11.9
16.1
20
10.4
23.6
13.2
80%
19.3
17.5
15.2
17.1
9.8
36.2
31.5
37.3
70%
4.9
Seguros de Gastos médicos privados
0.4
9.6
2.2
0.9
4.1
3.1
6.1
Gastos de bolsillo
52.1
10.1
60%
14
50%
91.4
84
81.7
40%
72.4
75.6
75.7
71.4
70.2
85.4
85.3
83.1
77.9
68.2
69.9
75.2
78.5
76
69.9
63.4
30%
57.9
54.4
44.9
44.9
20%
10%
nd
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A
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C
M
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o
0%
Los países están ordenados con relación al gasto de bolsillo
Fuente: OECD Health Data 2004, 1ª Edición
*2001
Una nueva reforma ofrece nuevas oportunidades.
La respuesta de la administración del Presidente Fox a estos retos está contenida
principalmente en el Sistema de Protección Social de la Salud. Este programa busca mejorar la
protección financiera para aquellos que no cuentan con cobertura de seguridad social; inyectar
nuevos recursos al sistema, y equilibrar las transferencias financieras del gobierno federal a los
Estados. Como un elemento fundamental complementario de la reforma, el nuevo “Seguro
Popular” (SP) proporciona a las familias un paquete de intervenciones esenciales y una selección
de tratamientos, que en otras circunstancias podrían resultar financieramente catastróficos. La
inscripción es voluntaria. El financiamiento del nuevo sistema incluye una combinación de
recursos financieros existentes y nuevos. Los gobiernos Estatales y el Federal pagan cada uno
contribuciones tomando como base a cada familia registrada, que se complementa con una prima
pequeña, pagada por los asegurados, de acuerdo con sus ingresos. Al introducir un mecanismo
que asignaría más recursos a los Estados más pobres, las inequitativas asignaciones actuales de
financiamiento federal entre Estados se reduciría.
El sistema tiene incentivos internos que deben motivar el éxito. Los nuevos recursos
federales al ser distribuidos tomando como base el número de familias afiliadas, los Estados
tienen un incentivo para registrar el mayor número posible de familias al Seguro Popular. Lo que
es más, dado que el dinero deberá seguir al paciente, se puede esperar una mejoría en la calidad y
en la eficiencia de la provisión. Finalmente, dado que cualquier proveedor puede ofrecer
potencialmente servicios de salud a los registrados en el SP, el nuevo sistema puede ser visto
como un primer paso hacia el rompimiento de la segmentación entre las instituciones de
seguridad social y los Servicios de Salud del Estado, en la provisión de dichos servicios.
Pero una reforma exitosa requiere de una implementación exitosa.
A pesar del diseño bien pensado de la nueva reforma, permanecen retos importantes
para su exitosa implementación, que requerirán medidas adicionales.

Primero, son necesarios recursos frescos para financiar la expansión del sistema al inicio
del programa, para asegurar que su introducción esté acompañada de verdaderas mejorías
en los servicios de salud. Por ejemplo, una oferta adecuada de medicinas es necesaria
para asegurar que el SP siga siendo atractivo. Parte de estos recursos adicionales puede
venir de reducciones de los costos administrativos que son demasiado altos.

Segundo, la efectiva implementación de la reforma requiere asegurar que todos los
estados tienen capacidades adecuadas de administración y de gestión para implementar
las reformas. El fracaso en lograr esto incrementa el riesgo de desperdicio y de servicios
de mala calidad, forzando a los individuos registrados a optar por salirse del sistema de
SP.

Tercero, se necesita establecer mejores incentivos para los proveedores. El papel de los
Servicios de Salud del Estado como compradores de cuidado de la salud debe estar
claramente establecido y las instituciones deben ser financiadas considerando los
servicios proporcionados. Se debe promover la vinculación entre la remuneración del
personal y los objetivos de desempeño.

Y por ultimo, pero no menos importante, el éxito de largo plazo del Sistema de
Protección Social en salud dependerá, en primer lugar, en eliminar las barreras actuales
entre las instituciones, y segundo, en extender el paquete de aseguramiento de salud del
SP a niveles similares con los que cuenta el sistema de seguridad social.
Para más información sobre este estudio, visite la página Web del Centro de la OCDE en México:
http://www.ocdemexico.org.mx/. Para más estudios de la OCDE sobre el México, también visite
la página: www.oecd.org/mexico.
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