LAS FUERZAS OSCURAS TAMBIÉN EXISTEN Marta Povo- artículo nov’10 En estos tiempos no podemos ignorar el tema de la oscuridad. Cuando uno entra en el terreno de la canalización, y puede o quiere comunicar con otros planos existentes, debemos saber y entender que hay muchas clases de energía, de realidades, de planos existenciales, y no todos son limpios, sanos o expansivos. Del mismo modo que existen los avatares blancos, con la misma intensidad existen los avatares negros. Del mismo modo que cada uno irradiamos buena energía, también nosotros emitimos rabia, impotencia, agresividad, miedo y mil energías densas y oscuras, por tanto, las contagiamos, como todo se contagia: por la ley de sintonía. Que en cualquier aspecto de la vida hayan dos fuerzas posibles es una simple cuestión de polaridad. La Unidad o dios se expresa a través de la Diversidad, y esa diversificación de las energías tiene muchas gamas y tonalidades. Si entramos a decribir y ejemplificar estas energías, podríamos enumerar y hablar hasta el agotamiento de la cantidad de fuerzas que existen en el universo basadas en la densidad, el odio, la manipulación y el poder... Podemos hablar de lo que ocurrió y porqué ocurrió en la desaparición de las civilizaciones como Lemuria y la Atlántida, y podríamos extendernos a describir los seres reptilianos, los grises, los anunakis, los chitauris, entre otros, descubrir sus verdaderas intenciones endemoniadas... Y también podemos analizar las metáforas y realidades que expresan y además de forma muy gráfica las películas tipo ‘la guerra de las galaxias’, ‘matrix’, ‘avatar’ y un millón más que siempre representan las mil caras de esa dicotomía y enfrentamiento bueno-malo, luz-oscuridad, evolución-destrucción, amor-odio. Cuando uno canaliza a otros entes no terrenos (lo que yo llamo inocentemente ‘seres estelares’) tenemos que saber que no siempre tienen que ser seres de luz y de amor, sino que podemos contactar también con seres o fuerzas de la oscuridad, cuyos propósitos o su radiación no vibra en sintonía con eso que llamamos luz, amor, bondad, paz y fraternidad. De hecho entramos en un terreno difícil, puesto que clasificar a esas dos fuerzas como ‘opuestas’ es uno de los mayores errores en los que todos caemos. Es evidente que las fuerzas del mal existen, y que uno debe saber en qué bando decide trabajar, si en el de la luz o en el de la oscuridad, en el de la expansión del amor y la paz, o en el de la manipulación y el poder, si está del lado de la armonía y la pureza, o en el del caos y la confusión. Pero veamos primero qué significa realmente ese aspecto de la polaridad llamada la fuerza oscura, densa o del mal. Si exploramos la propia naturaleza, nuestra fiel escuela y maestra, veremos que es justamente en la oscuridad donde nos gestamos. Los bebés necesitan crecer a oscuras dentro del útero materno, del mismo modo que las semillas germinan únicamente dentro de la tierra a oscuras, hasta que están preparadas para absorver luz. Y los seres humanos, precisamente por las tentaciones, los retos, el dolor y el sufrimiento, es por lo que crecemos y nos perfeccionamos; es justamente todo eso, tan oscuro, denso, conflictivo... lo que nos activa el desarrollo, lo que nos impulsa a la búsqueda de la paz y al alimento del amor, nos lleva al encuentro de la ética y la bondad. Si no existiera el mal, no existiría el bien, si no existiera la oscuridad, no habría luz, si no hubieran retos (o cuando los evitamos y despeciamos) nos quedaríamos inmóviles y no evolucionaríamos. De hecho hoy podemos afirmar que la oscuridad es la matriz de la luz, el agujero negro que genera la expansión, el desarrollo, todo crecimiento o mutación. La oscuridad es el reto a través del cual encontramos el camino más luminoso. Justo en plena noche despunta el alba del día, el yang nace de la matriz del yin; una realidad oscura y centrípeta es la que impulsa la realidad luminosa, centrífuga y abierta. Dicho de otro modo aún más revolucionario: la oscuridad, en el fondo, trabaja a favor de la luz. Cuanta más enfermedad, sufrimiento y desesperación vivimos, más se nos activa la necesidad imperiosa de encontrar la paz, el amor, la plenitud, la salud, la bondad, la libertad, y a través de ella hay la posibilidad o el potencial para buscar y encontrar una ética amorosa y evolutiva, un criterio de equilibrio y de armonía. Eso no significa que sea ‘deseable’ lo denso y oscuro, porque la misma búsqueda y transformación se puede realizar desde la conciencia y la paz, desde ese ‘poner atención’ a todo lo que ocurre, desde ese ir a favor de las señales, sincronías y posibilidades que te ofrece la vida, sin luchar ‘en contra’ de ellas, es decir, desde la aceptación, la comprensión y la certeza de que ‘todo lo que ocurre es para nuestro bien’ aunque en aquel momento no lo veamos. Mis enfermedades y minusvalías son las que me llevaron a ser terapeuta, mis tristezas y desesperos me han conducido a ayudar a las personas psicológicamente, mis carencias emocionales me han conducido a la búsqueda del amor puro, a aprender a amarme y respetarme a mí misma. La crisis económica del 2008 al 2011 está provocando un maravilloso fenómeno de concienciación, nos lleva a una crisis de valores, de ética, de prioridades reales, de salubridad; es en definitiva una crisis existencial de gran crecimiento espiritual para la humanidad entera. No hay luz sin oscuridad. Solo podemos ver y gozar la luz en contraste con la oscuridad. También es cierto que... en cuanta más luz, mas iluminada queda nuestra sombra. Cuando más nos acercamos a la luz y la lucidez, más claro vemos los defectos, autoengaños y oscuridades nos faltan por transformar, y también más oscuridad se activa a nuestro alrededor para poderla sanar e iluminar. Que existan fuerzas oscuras no es nada extraño, es una ley natural. Dios fue el creador de una realidad muy compleja y muy completa, en la que existen millones de tonalidades y cada uno escoge un tono concreto para vivir su vida y explorar un terreno determinado. Observemos que, íntimamente relacionado con este tema, está también el fenómeno del libre albedrío. La clave está en esta ‘libertad de elegir’ que tenemos todos. A cada momento de la vida uno está escogiendo luz u oscuridad, amor o desprecio, respeto o manipulación, expansión o detención, sufrir o gozar, resistirse o aceptar, estancarse e involucionar o bien arriesgarse y expandirse. Observemos por un momento lo que significa ‘chantaje emocional’. Podemos definirlo de forma sintética diciendo que el chantaje es una forma perversa de control: ‘te doy eso a cambio de que tú te portes así conmigo’, o ‘así te tengo pendiente de mí’… Lo más interesante a tener en cuenta es que el chantaje o control es un parásito que se alimenta de la culpa. ‘Si no haces eso, te hago sentir culpable’. Todos esos ejemplos entre comillas, denotan una energía claramente oscura y manipuladora, nada emparentada con el amor, la luz y la libertad de ser. Pero precisamente lo que venía a decir en los párrafos anteriores es que, si alguien vive una situación (a veces puntual, a veces crónica) de chantage emocional, es también una enorme ‘oportunidad’ para encontrar su libertad de elegir, para mantenerse en su luz, en su centro, en su presencia, para madurar y ampliar su chispa divina, para recuperar su poder espiritual. Yo he vivido eso durante años con una pareja, y realmente fue mi gran oportunidad de crecimiento espiritual, el mayor reto de mi vida para encontrar y mantener mi luz y mi ética interior. A pesar de lo duro que fue vivirlo, no cambio por nada aquella etapa crucial de mi evolución como alma. En todo caso, una de las maneras más creativas e interesantes que he encontrado de ver la oscuridad es entendiéndola simplemente como ‘ignorancia’. Ignorar algo significa no saberlo ‘aún’. La ignorancia es un nivel o estadio simple de comprensión, es estar en el parvulario de un largo aprendizaje. En este caso, cuando uno solamente contempla y admite en su vida la fuerza oscura, significa que aún no sabe o no comprende las leyes que gobiernan la vida, es no entender realmente la frecuencia del amor, es no sintonizar con la energía de la verdad, de la armonía, de la ética espiritual, es no comprender la necesidad de evolución y trascendencia de nosotros mismos. Si uno no siente la necesidad ecológica, por ejemplo, es que no ha comprendido aún las leyes de la naturaleza, de la evolución del planeta y de la supervivencia de la raza humana. No significa que sea ‘malo’, significa tan solo que es ignorante, que ignora algo. Si uno decide matar a alguien para conseguir algo, o simplemente por odio, es que ignora las leyes de causaefecto (karma), es que ignora la libertad y el derecho a vivir del otro; el asesino de alguna forma ignora o desconoce a Dios, o no ha descubierto aún su ética interna y su maestría. Aquí vemos claramente que una actitud evolutiva, ética y amorosa pasa indiscutiblemente por la ‘información’, por el aprendizaje, por la pedagogía. El ignorante tan solo necesita saber. Cuando uno ignora algo realmente tan solo necesita la luz, información, conocimiento para dejar de ignorar aquello. Necesita que la luz ‘revele’ la oscuridad, como en un cliché fotográfico. Eso no significa que seamos precisamente ‘nosotros’ quien tenga que mostrar el camino de la luz a alguien, pues la propia vida ya le pone miles de oportunidades para que lo aprenda. A veces, y eso es una tendencia muy frecuente, caemos en el ‘proselitismo’, en la necesidad compulsiva de hacer comprender al otro las leyes del amor, en la tentación inquisitoria de ‘convertirlo’, en la necesidad de mostrar tu ‘sabiduría’, tu luz, tus criterios sobre la evolución, todo lo que has entendido de la Vida, y esperar que él entienda lo mismo que tú, que llegue hasta donde tú has llegado; incluso existe un cierto componente de prepotencia en esa actitud de ‘supuesta’ ayuda. Esta necesidad proselitista posiblemente es comprensible en personas de buen corazón (no tanto en personas con malas intenciones conscientes) pues a veces el proselitismo procede de la compasión, de la pena que nos da ver a gente amada a tu alrededor que ignora aún la fuerza de la luz y del amor. Pero en el fondo, hacer proselitismo e intentar cambiar a otro (sacarlo de la ignorancia…) no es nada más que otro tipo de chantaje, de prepotencia y de presunción. En realidad es la propia vida quien nos enseña, son las casualidades, la sincronía, las leyes de comprensación, proporción y armonía universal… Todo aprendizaje viene por sí solo, aparece mediante unas leyes de ordenación y transformación que escapan a nuestro control. ¿Cómo describiríamos la fuerza de la luz? No es fácil, pero sí sabemos al menos que, lo que llamamos ‘luz’ está en relación directa al amor. El amor lo podríamos también definir como la materia constructiva universal. Cuando conectamos con el Amor, vibramos en empatía con el Universo. La armonía a su vez, es la ley a través de la cual fluye el amor y se ordena la vida. Pero que exista esa gran fuerza armónica del amor y de la pureza de la luz, no significa que no exista simultáneamente la intoxicación, la saturación, el ensuciar esa pureza, no significa que deje de existir la sombra que oscurece a esa luz. Entendamos pues también la toxicidad, para explorar más aún esa eterna dualidad bueno-malo, luz-oscuridad, seres de luz o seres de sombra, energías claras y oscuras, pues todos, seamos más o menos médiums, podemos sintonizar con cualquiera de estas fuerzas. El texto de Morya de abril del 2007, sobre la toxicidad y el contagio energético, nos explica, entre mil conceptos interesantes, que las ideas, las pasiones, las emociones y acciones en estado desmesurado, en desequilibrio, pueden comportarse como un virus, camuflándose en nuestro ser como si fueran parte de nosotros, como hace un virus, hasta el punto que nuestro sistema de protección natural no sepa reconocerlos. Nos dice que existe una enorme contaminación psicoenergética en el mundo actual, debido mayormente a la manipulación del sistema capitalista y a los medios de comunicación. Explica también que a lo largo de la Historia fue igual, pero que hoy en día las ideas, las emociones, el miedo, el chantage emocional, los códigos estereotipados de manipulación y poder se propagan con una rapidez enorme debido a los medios tecnológicos de comunicación, los cuales expanden rápidamente esos virus energéticos (y se instalan en nuestro ADN) fuerzas que nada tienen que ver con la luz, el amor y la evolución. Pero para mí lo más relevante de ese texto recibido hace años es el concepto de que ‘somos nosotros los que atraemos un virus o una toxicidad’. Cito textualmente: Lo que atrae un virus a nuestro campo de energía es otra energía de igual calidad o similar. En general la energía tóxica que más atrae a los virus psicoenergéticos, por un lado es el miedo y la desconfianza, y por otro lado, es la idea de error y de culpabilidad. Si lo analizamos veremos que éstas son solamente 'energías', como muchas otras, pero mal polarizadas, o predominantemente decantadas hacia el polo negativo de las mismas. La energía del miedo existe, es real, palpable y natural en cualquier ser humano; pero la polaridad positiva del miedo se llama 'prudencia'. Sin embargo, su polo opuesto es el terror, el temor, el miedo como lo conocemos comúnmente, y la falta total de confianza (el antídoto del miedo) en cualquier asunto, o en nosotros mismos, en la Vida. El miedo es una energía necesaria para ser prudentes y no arriesgar la vida inútilmente, pero un exceso de miedo paraliza las experiencias, impide avanzar, experimentar y ascender. Con la idea del 'error', o de equivocación, ocurre lo mismo. El 'miedo a equivocarnos' es pues absurda e ineficaz, pues tan solo existe la experiencia; y a su vez, la idea de error engendra la energía de la 'culpa' (si nos equivocamos… somos culpables) Pero nunca nos equivocamos, tan solo experimentamos. Así, una clave para el trabajo de saber sintonizar y canalizar energías puras y luminosas es el trabajo previo con nosotros mismos, es nuestra mutación psicoanímica, nuestra propia evolución, es saber estar en paz con la vida, con nuestra conciencia, es conocer tus propios autoengaños, verlos, reconocerlos, es sintonizar con tu sabio interior, con tu presencia, tu esencia divina. Tan solo así, por la ley de atracción y sintonía, captaremos energías de una misma índole, sintonizaremos con la misma banda de frecuencias, haremos de traductor o médium de las fuerzas que hablen nuestro mismo lenguaje. O al revés, nosotros solo podremos hablar y traducir el lenguaje de los seres de luz... tan solo si nosotros somos luz. Acabaré citando de nuevo al hermano Morya, del mismo texto, en otra de sus claves evolutivas de las que yo tanto he aprendido y estoy agradecida, para nuestra mayor comprensión sobre todo eso que llamamos oscuridad, error, equivocación, maldad, fuerzas oscuras o del mal, etc. puesto que alguien con el hemisferio derecho educado y amplificado, debe saber qué es lo que canaliza, qué tipo de fuerza atrae, y qué tipo de mensaje quiere aportar al mundo. Dice el maestro: ‘es muy importante comprender también que los virus los necesitamos para evolucionar. Una vez más, no hay error. Los virus existen para que experimentemos, nos hagamos fuertes y tengamos la oportunidad de saber usar la fuerza de nuestra pureza genuïna, nuestra inmunidad. Por otro lado, hay que recordar que las emociones y pensamientos son fenómenos naturales, tan naturales y activos como un virus orgánico. Hay que puntualizar que no deberíamos asociar siempre ‘virus’ con ‘veneno’, aunque tengan la misma raíz, puesto que muchas investigaciones demuestran que ha habido virus en el planeta que han tenido una función positiva y evolutiva, y hoy se valora que algunos de ellos han tenido un papel decisivo en la historia de la vida de la Tierra. Esa misma visión, la podemos aplicar también a las cuestiones de virus y tóxicos psicoenergéticos. Sin olvidar que siempre es mejor evitarlos, no generarlos (por una cuestión de pureza) y no atraerlos, también hay que pensar que algunos de los fenómenos tóxicos generan mucha transformación, desarrollo y evolución espiritual a la humanidad, sobretodo por ser ’elementos de reflexión’. La clave de todo este asunto es saber que todo, absolutamente todo (desde la visión energética y anímica) es una cuestión de polaridades, de grado y de dosis. Ni demasiado, ni demasiado poco. Todo puede emplearse con la ‘dosis terapéutica’ o evolutiva; pero lo mismo, puede ser usado con la ‘dosis letal’ o involutiva. La higiene necesaria en estos momentos evolutivos tan delicados para la humanidad, la única terapia preventiva e inteligente que cada uno puede hacer, en primer lugar es alejarse o prescindir de situaciones, películas, noticias, lugares, egrégores o personas tóxicas, simplemente para evitar el contagio. En segundo lugar, hay que educar y aprender a usar la fuerza de la voluntad natural, es decir la Voluntad del Ser, para poder prescindir y alejarse coherente y amorosamente de esas fuerzas pesadas, y para saber alejarse ‘a tiempo’ de la presencia de los virus psicoenergéticos en nuestro entorno’ es decir, antes de que el contagio sea irreversible y se apague nuestra luz. Cierto es que todo el mundo, especialmente los terapeutas, me preguntan muy a menudo ‘como se pueden proteger’ de las fuerzas oscuras, de la densidad energética, del mal.... la respuesta siempre es la misma. Ignorala a esa fuerza, no le des bola, no le tengas miedo... Si emites miedo, rabia, desprecio, generas esa misma clase de energía, atraes esa misma frecuencia, sintonizas con ella, y entonces claro que puede entrar. Si vibras en la misma banda de frecuencias que la fuerza oscura, ella se acopla fácilmente a tu campo radiante, a tu frecuencia, y es entonces cuando entras en la densidad, o cuando tienes síntomas, te cargas y te oscureces. Si tan solo sintonizas y quieres sintonizar continuamente con la luz, la claridad, la verdad, el amor, la fraternidad, la evolución, la expansión, la pureza... no vas a sintonizar con ninguna fuerza oscura, aunque esté a tu alrededor, aunque vivas dentro de ella. Donde hay luz, no puede haber oscuridad. Si irradias luz y compasión, no puede entrar el odio o el desprecio. Si una manguera emana agua continuamente, no puede entrar por la boca de la manguera el lodo o la porquería del suelo, tan solo echa agua pura sin cesar. Tan solo irradiando energía clara y positiva, confianza y amoridad, irradiando e irradiando luz 24 horas sobre 24, se disuelve por si sola la densidad, la toxicidad y cualquier fuerza oscura, densa y enfermiza. Mientras termino este artículo, en la misma época ha nacido una idea (al menos ya existe la semilla hoy) de realizar un proyecto grupal que he llamado de momento ‘Laboratorio del Alma’, psicoanímico o simplemente de luz. Con el tiempo tomará su propio nombre... Justamente está relacionado a todo este tema de la oscuridad en la existencia humana. La idea parte de una necesidad (social, terapéutica, espiritual) o es la una consecuencia natural de ese gran trabajo de mutación que hacemos con nosotros mismos, de esa transmutación del plomo en oro, o de la oscuridad a la luz, de la ignorancia a la lucidez. En definitiva, este proyecto será un laboratorio para destilar nuestra densa psicología y convertirla (o descubrir) la pureza de nuestra alma luminosa. Puede verse (como la vida misma) como un laboratorio fotográfico en el que ‘revelamos’ el negativo y lo convertimos en un positivo, y de alguna manera pasamos de lo irreal a lo real, en ese inacabable intento de trascendernos a nosotros mismos y de descubrir que somos inmortales, que no existe la muerte sino tan solo el cambio, la mutación y la evolución. Marta Povo, Cerdanya nov. 2010