De 124 a 199 pulsaciones en sólo cuatro

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Departamento de Comunicación
De 124 a 199 pulsaciones en sólo cuatro segundos
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El esfuerzo físico intenso de corta duración y el estrés que provoca correr
en un encierro de toros disparan la frecuencia cardiaca máxima en un
tiempo récord, según las pruebas efectuadas a un corredor por
especialistas de la Clínica Universidad de Navarra
Pamplona, 28 de agosto de 2009. La participación en un encierro de reses bravas no
es una práctica deportiva más. La suma del intenso esfuerzo físico, de corta duración,
al elevado riesgo al que se somete el corredor hace que la frecuencia cardiaca pueda
llegar a superar sus límites máximos. Así lo demostró Juan José Martínez, corredor
habitual del encierro de toros de Pamplona, de 38 años, quien participó el pasado 10
de julio portando un pulsómetro y un GPS. Mientras el pulsómetro medía la frecuencia
cardiaca en cada uno de los momentos del recorrido y recogía sus variaciones, el GPS
conseguía, vía satélite, situar al corredor dentro del trayecto del encierro en cada
intervalo de tiempo, permitiendo calcular su velocidad. La prueba constató que en tan
sólo 4 segundos, desde la salida de los toros hasta que las reses alcanzaron
posiciones más próximas al corredor, el ritmo cardiaco de Juan José pasó de 124 a
199 pulsaciones por minuto, incrementándose en 75 latidos en tan sólo 4 segundos.
El doctor José Calabuig, especialista del Departamento de Cardiología, director del
Servicio de Cardiología Intervencionista y profesor de Cardiología y de Medicina del
Deporte de la Clínica Universidad de Navarra, se encargó de controlar las constantes
vitales del corredor, al tiempo que subrayó que la frecuencia cardiaca máxima ofrece
unos parámetros medibles. “El límite al que puede llegar la frecuencia cardiaca
máxima de una persona se calcula restando a 220 la edad de dicho individuo. En
este caso, la frecuencia cardiaca máxima se establecería en 182”, explica. Sin
embargo, en personas con una forma física buena “ese límite máximo puede
sobrepasarse sin que ello suponga un riesgo para su salud”, asegura el
especialista.
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A 32,4 km/h de velocidad punta
Desde hace 21 años, Juan José Martínez no falta a su cita con los toros de Pamplona
y de otras localidades españolas. A pesar de la experiencia acumulada, los nervios se
dejan notar en los momentos previos al cohete que anuncia la salida de los toros.
Cinco minutos antes su corazón late ya a 98 pulsaciones por minuto. Juan José es una
persona en buena forma física, cuya frecuencia cardiaca en circunstancias normales
se situaría entre 50 y 60 pulsaciones por minuto. Pero la proximidad de la carrera
delante de las astas acelera su ritmo cardiaco.
El corredor pamplonés tiene previsto recorrer una distancia de no más de 100 metros
en la cuesta de Santo Domingo, su trayecto habitual. Cabe tener en cuenta que esta
parte del recorrido ofrece una pendiente de entre el 8 y el 10% de inclinación.
En el registro de la frecuencia cardiaca se observa cómo los tres momentos de los
cánticos a San Fermín, previos a la salida de los toros, suponen una elevación de la
frecuencia cardiaca, ya que después de colocarle el pulsómetro los valores llegan
hasta 116, pero enseguida el corredor consigue relajarse y bajar hasta 75 pulsaciones.
Sin embargo, tras el primer cántico sube a 118. Después vuelve de nuevo a relajarse y
el pulso cae a 75.
Pero es ante el tercer y último cántico cuando la frecuencia cardiaca ya no desciende y
se sitúa en 117 pulsaciones hasta la salida de los toros. Suena el cohete y las reses
salen del corral. Juan José empieza a correr y los latidos se sitúan en 124. Cuatro
segundos después sus pulsaciones alcanzan las 199, es decir, un 10% por encima de
la frecuencia cardiaca máxima que se le ha calculado, situada en 182 pulsaciones por
minuto.
Durante los 14 segundos que dura la carrera de Juan José, su ritmo cardíaco no baja
de 199 pulsaciones. El esfuerzo físico es importante porque la velocidad máxima que
llega a imprimir en algunos segundos es de 32,4 Km/h, sin olvidar que la pendiente en
ese tramo presenta un desnivel próximo al 10%.
Liberación de hormonas de estrés
No obstante, el doctor Calabuig precisa que la superación de la frecuencia cardiaca
máxima en un intervalo de tiempo tan corto no se debe únicamente al esfuerzo físico,
ya que las necesidades energéticas en ese momento -casi inicial del esfuerzo físico-,
quedan cubiertas con frecuencias más bajas. En el encierro lo que se añade es el
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componente fundamental del estrés, debido al miedo que despierta constatar la
proximidad de un toro bravo y el riesgo que supone para la vida del corredor.
El especialista explica cómo, ante una situación de peligro, el organismo responde con
la liberación, por parte de la cápsula suprarrenal, de unas hormonas -denominadas de
estrés- que ayudan a enfrentarse al problema para solucionarlo o a huir para ponerse
a salvo. Entre estas hormonas figura la adrenalina, que una vez dentro del torrente
sanguíneo, es la responsable de que la frecuencia cardiaca se dispare súbitamente,
en cuestión de segundos, consiguiendo que el corazón se anticipe para ofrecer mayor
aporte de oxígeno a tejidos y músculos, por si fuera necesario.
“Las personas a las que sometemos a una prueba de esfuerzo, para lo que las
llevamos hasta el límite, pueden llegar también a superar su ritmo cardiaco
máximo, pero necesitamos un intervalo mayor de tiempo, ya que en esta
situación la demanda de oxígeno de nuestro organismo se produce en primer
lugar y el corazón se adapta a esas necesidades de oxígeno provocadas por el
esfuerzo físico. Sin embargo, en las situaciones de estrés el corazón se anticipa.
De tal forma que el corazón de una persona que ve venir un toro, aunque no
corra, podría llegar a alcanzar su frecuencia máxima sin haberse movido el
individuo ni un centímetro”, describe el cardiólogo.
En buena forma
Se puede concluir así que una carrera en un encierro de toros equivale, prácticamente,
a una prueba de esfuerzo. Todo aquél que corre el encierro debe estar en forma. “Así
lo podemos constatar entre los que corredores habituales. En general, se puede
apreciar que mantienen un peso adecuado, prácticamente la mayoría no fuman
además de practicar deporte de manera habitual”, subraya el doctor Calabuig. “No
sería nada descabellado conocer a partir de los 40-45 años cuáles son los
valores de colesterol, trigliceridos, glucosa y tensión arterial, únicamente por
prudencia”, conviene el cardiólogo.
El especialista constata asimismo que los corredores habituales del encierro son
individuos, en general, con un control elevado del estrés. “Porque lo importante ante
una situación generadora de estrés es cómo la persona es capaz de gestionarla
o de resolverla”, advierte el doctor Calabuig. “Por eso, en la mayoría de los casos,
los corredores regulares son individuos deportistas, con hábitos de vida sanos,
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delgados ó de complexión atlética y, sobre todo, con una importante capacidad
psicológica de autocontrol ya que en el encierro se observan dos tipos de
individuos, los que saben lo que hacen y los que no. Y los corredores habituales
pertenecen al primer grupo”, concluye el cardiólogo.
Pie de foto 1: El doctor José Calabuig, cardiólogo y especialista en Medicina
Deportiva de la Clínica Universidad de Navarra, explica a Juan José Martínez, corredor
del encierro, el aumento de la frecuencia cardiaca en las gráficas que aportó el
pulsómetro.
Dispone de los siguientes materiales en www.cun.es/notasdeprensa/
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Texto en DOC
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Fotos en alta resolución en JPG
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Vídeo en FLV
Si necesita más información, por favor contacte con el departamento de Comunicación de
la Clínica Universidad de Navarra en el teléfono 948 296 497.
Jesús Zorrilla
Mónica Ruiz de la Cuesta
Amaia Zaratiegui
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