Documento 157444

Anuncio
HABITOS
1. PRACTICAS DE PIEDAD.
La herencia más importante que unos padres pueden dejar a sus hijos son sus
creencias, unos valores que sirvan para orientar su vida.
Los hijos necesitan alimentar su espíritu y si sus padres no cumplen su misión en
este campo, les suplirán los amigos, un libro o la televisión y puede presentarse el
peligro de la desviación en un tema tan vital como las creencias.
De 2 a 6 años:
_ Es la edad apropiada para creer en la existencia de Dios y en todos los
acontecimientos relacionados con su venida al mundo.
_ El amor a Dios debe ser una consecuencia del ejemplo de sus padres.
_ Deben vivir las prácticas de piedad propias de su edad, hasta que lleguen a
constituir un hábito.
_ Deben saber que Dios les quiere a ellos.
_ Debe ser normal, en la familia, pedir a Dios unos por otros.
2. EL ORDEN.
El Período Sensitivo del orden se vive con mayor intensidad entre 1 y 3 años. Esto
no quiere decir que no estemos a tiempo.
En la virtud del orden se apoyan todas las demás. El orden nos ayuda a disponer de
más tiempo, ser más eficaces, aumentar el rendimiento y conseguir los objetivos
previstos, nos proporciona tranquilidad, confianza y seguridad, nos evita disgustos y
contratiempos, y nos ayuda a ser más felices con menos esfuerzo.
¿Cómo se le enseña a un niño a ser ordenado? JUGANDO.
Jugamos con él repetidas veces al escondite, escondiendo las cosas siempre en el
mismo sitio y en el mismo orden. Cuando llega a aprenderlo, el niño disfruta colocando
las cosas en su sitio.
IMPORTANTE: El niño también se cree él “una cosa”, “un objetivo” y piensa que
tiene también su lugar para situarse. El lema de “cada cosa en su sitio” lo aplica a su
persona. Si jugamos al escondite le gustará esconderse siempre en el mismo sitio, como
dormir en la misma cama o comer en la misma silla.
Es un proceso que aprenden con gran facilidad siempre que se les enseñe de forma
metódica y ordenada y tengan un modelo para imitar.
Pero con la misma facilidad tienen una habilidad increíble para imitar el desorden.
Si se les acostumbra a dejar cada cosa en un lugar diferente, porque eso ven en sus
mayores, lo imitan y mejoran con tal rapidez que pueden convertirse, en poco tiempo,
en “unos perfectos desordenados”.
Para los niños, orden o desorden son hábitos buenos o malos que, mantenidos según
van creciendo, se convertirán en virtudes o vicios.,
Cuando un niño se acostumbra a tener los juguetes ordenados en el mismo sitio,
tenderá a mantener el orden, lo hará como un juego más y encontrará satisfacción en
hacerlo. Pero necesitará unos padres o alguna persona mayor que le sirva de modelo.
Para que los hijos puedan desarrollar el hábito del orden, además de enseñárselo,
debemos proporcionarles la posibilidad de ser ordenados. Es necesario que tengan algún
cajón, baldas o juguetero a su alcance donde puedan guardar sus cosas (juguetes, lazos,
abrigo, zapatos,...). De este modo se les acostumbrará a que cada cosa tiene su sitio y
siempre el mismo, con lo cual el orden les resultará relativamente fácil.
El orden debe extenderse a su propia vida de forma rítmica y esto les ayudará en su
desarrollo físico, psíquico y espiritual:
_ orden el los horarios de comida.
_ orden en las horas de sueño (mínimo 12 horas)
_ orde3n en el aseo personal : baño, necesidades fisiológicas,...)
orden en sus salidas de paseo, sus tiempos de juego,...
3. LA SINCERIDAD.
El Período Sensitivo de la sinceridad es de 3 a 9 años. De una forma intensa entre
los 3 y 6 años y como una consecuencia de la justicia entre los 6 y los 9 años.
Es importante que los niños adquieran el hábito de decir la verdad desde pequeños
ya que constituirá los cimientos para facilitar su práctica como virtud.
Por la parte positiva de su naturaleza, los niños tienden a ser sinceros, pero cuando
no se fomenta esa costumbre, pueden descubrir las grandes ventajas de saber mentir.
Con el ejemplo a la hora de decir la verdad, los padres y las personas que conviven
con ellos, deben darse cuenta de la importancia de exigirse en este terreno. Si los padres
caen en el error de la mentira deben reconocerla delante de los niños, si éstos se han
dado cuenta. El que los hijos comprueben que los padres luchan por ser mejores, y que
también a ellos les cuesta, puede constituir un eficaz ejemplo.
Es importante conocer las razones por las que un niño miente:
_ Fantasía. Falsear la verdad por fantasía es muy normal entre los 3 y los 5 años y
no debe considerarse una mentira. Ellos lo ven como algo real y la expresan así, sin
llamarlo mentira. Sin embargo, resulta conveniente que vayan diferenciando el campo
de lo real y lo imaginario.
_ Defensa. La mentira por defensa es muy peligrosa cuando la descubren y debe
atajarse con firmeza porque es fácil que llegue a convertirse en un hábito.
_Llevar la contraria. La edad de 3-4 años coincide con el descubrimiento del yo, y la
mentira puede ser la causa de llevar la contraria a los demás por el simple hecho de
autoafirmarse.
_ Soberbia. Entre los 8 y 9 años pueden mentir por soberbia. Ellos se dan cuenta de
sus posibilidades, sacan buenas notas y no pueden admitir un fracaso escolar: la culpa
fue del profesor.
_ Halago. Otro campo complicado es la mentira por halagar: “le digo lo que le gusta
y tendré menos problemas”. En este caso, cuando los padres analizan las causas que han
provocado la mentira, están en mejores condiciones de razonar con ellos y corregirles.
Es importante saber que la virtud de la sinceridad es básica en la adolescencia, y por
ello, deben vivirla desde pequeños y conocer su valor.
En general, al corregirles, no debe llamarse mentirosos a los hijos. En realidad, no
son mentirosos, ni desean la mentira. Lo que ha ocurrido es que han dicho una mentira,
resulta negativa la mentira, pero no ellos. Es la forma de motivarles positivamente hacia
el bien y ayudarles a luchar para ser lo que ellos saben realmente que son: SINCEROS.
SEREMOS LO QUE PENSAMOS QUE SOMOS.
4. LA OBEDIENCIA.
El Período sensitivo de la obediencia es de 4 a 10 años. Es el talón de Aquiles de
todos los padres. Tienes que hacerles comprender que tal cosa no se hace por tal razón.
Que nunca asocie:
NIÑO HACE ALGO __ MAMÁ DICE NO = NIÑO DESOBEDIENTE
Si esta situación se repite varias veces, al final se convertirá en un hábito pésimo.
Actúa de la siguiente manera:
NIÑO HACE ALGO MALO _______ MAMÁ DICE NO POR ALGUNA RAZÓN
= NIÑO OBEDECE.
Siempre hay que explicar el porqué de nuestra actitud hacia el niño, pero
especialmente a la hora de enseñarle a obedecer. El niño obedecerá cuando se haya dado
cuenta, por mamá o papá, de que tal cosa no se puede hacer “porque es peligroso”,
“hace daño”,...Más tarde la obediencia se convertirá en un hábito.
¿Qué consigues con la explicación? OBEDIENCIA. Pero no cantes victoria porque
no servirá con hacerlo una vez, el niño puede repetir varias veces la escena. Tú ¡ánimo!,
no decaigas, mantente firme hasta que lo deje de hacer.
A partir de los 3 años tu hijo debe ser diligente. No le permitas que tarde demasiado
en obedecerte o que no haga por sistema lo que le ordenas, porque esta manera de actuar
puede llegar a convertirse en un hábito pésimo de comportamiento.
Proyecto de futuro. A veces parece ridículo obcecarnos en que el niño obedezca
desde tan pequeño y muchos padres abandonan, cansados de tanta lucha. Sin embargo,
estos esfuerzos no son en vano. Si acostumbras al pequeño a no salirse con la suya, a
hacer lo que papá y mamá dicen a no hacer lo que le apetece, de mayor estará preparado
para aceptar mejor las situaciones y conformarse cuando la vida le sea adversa, cuando
el trabajo, los negocios no le salgan bien. Y todo esto ¿Por qué? Muy sencillo, porque
de pequeño aprendió a acostumbrarse y no hacer siempre lo que le gustaba, a
conformarse porque tenía que obedecer. Si por el contrario, tu hijo ha sido un niño muy
consentido, después de mayor admitirá más difícilmente que algo le salga mal, porque
siempre ha conseguido lo que ha querido.
5. LA LECTURA.
El Período sensitivo de la lectura es de 3 a 8 años. La lectura tiene una gran
importancia en el proceso de desarrollo y maduración de los niños.
La familia, cuna de niños lectores. Hay que crear afición por la lectura desde la
infancia. Hay que conseguir que la lectura sea una actividad deseada, voluntariamente
elegida, algo que guste hacer y que se haga cuando no haya obligación de hacerlo.
Consejos para despertar afición a la lectura en la familia.
_ Que los padres valoren la lectura.
_ Que vuestros hijos os vean leer.
_ Que los padres lean en voz alta a los hijos pequeños.
_ Que los libros estén presentes en casa.
_ Que exista en casa un lugar donde ponerse a leer.
_ Que esté establecido un horario de lectura diario.
_ Que hablar de libros sea un tema frecuente de conversación en la familia.
_ Que los libros sean un regalo habitual.
_ Enseñar a los niños a cuidar los libros.
_ Acudir con los hijos a lugares donde haya libros: librerías, binliotecas, ferias...
Lo que aleja a los hijos de los libros.
_ Obligar a leer.
_ Utilizar la lectura como castigo.
_ Recordar constantemente lo bueno que es leer.
_ Echarles en cara que no leen o que leen poco.
_ Imponer unas tareas por haber leído un libro: hacer fichas, hacer un resumen del
argumento,....
_ Mandarles leer un libro que no es de su agrado.
_ Relacionar siempre los libros con lo académico.
_ Exigirles que terminen el libro comenzado.
_ Empeñarnos en que aprecien los libros antiguos.
_ Proponer la lectura como una actividad sustitutoria de la televisión o los comics.
6. EL JUEGO.
La edad del juego tiene su máxima intensidad entre los 4 y 7 años.
Los niños aprenden jugando. Para ellos todo es un juego, es decir, un sistema de
hacer las cosas.
Es esencial que el niño sepa jugar y, a través del juego, desarrolle los hábitos
positivos que más tarde le permitirán adquirir virtudes.
Es importante que los padres enseñen a jugar a sus hijos. ¿Cómo?
_ Jugando repetidas veces con ellos
_ Buscando la compañía de otros niños.
Enseñándoles descubrimos que:
_ Les entusiasma aprender cosas nuevas.
_ Les produce alegría saber hacer cosas.
_ No se cansan de repetirlas.
A través del juego se les puede ofrecer la oportunidad de:
_ Elegir la actividad que quieren realizar.
Responsabilizarles a jugar al mismo juego sin cambiar cada 5 minutos.
_ Saber terminar los juegos
_ Aprender a jugar solos.
_ Enseñarles a jugar con otros niños.
_ Aprender a ayudar a los demás.
_ Acostumbrarse a guardar un juguete antes de sacar otro.
Y al mismo tiempo aprenden a jugar con orden, sin egoísmo sabiendo ceder,
ayudando a otros y sin romper los juguetes.
El juego es algo natural en ellos, les prepara para saber estudiar cuando estén en el
colegio y evita, cuando sean mayores, el aburrimiento, el pasotismo y la pereza.
Los juguetes más simples, donde el niño puede aportar su imaginación, son más
eficaces que los automáticos, que lo hacen todo.
Descargar