Addenda: La formación en la Sociedad del Conocimiento.

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LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO.
Tomás García Muñoz
Orientador del IES “Santiago Apóstol”
Almendralejo
En este momento, la mayoría de las sociedades se encuentran en un proceso de tránsito
desde una economía basada en la industria hacia otra, basada en el conocimiento. En la
actualidad, ese tránsito desde una sociedad industrial a una sociedad del conocimiento 1
-posibilitado en gran parte por el auge de las TIC 2 -, ha situado a la creación del saber
(investigación) y la transmisión del mismo (información, formación y aprendizaje) en el
centro del cambio. Este hecho ha propiciado que emerjan con fuerza nuevos conceptos que
van a cambiar la educación y la formación, tal y como se concebían hasta ahora: gestión del
conocimiento, formación por competencias, organizaciones que aprenden, e-learning o
teleformación, son apenas la punta del iceberg de la irrupción de ese cambio. “La pregunta
ante esta situación es clara: ¿estamos preparados? La clave para responder a esta pregunta
pasa por asumir que «no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época»”
(Mora Ayora, 2005).
La emergencia de los “intangibles”.
En realidad, estamos asistiendo a un tránsito acelerado hacia una nueva sociedad,
caracterizada en lo económico por un cambio en la importancia atribuida a los factores de
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Para algunos autores sociedad de la información y sociedad del conocimiento son conceptos sinónimos. Otros consideran
que éste último se emplea particularmente en medios académicos, como alternativa a sociedad de la información (Torres,
2005). Para algunos existen auténticas diferencias, reconociendo la sociedad de la información como un estadio intermedio:
“Nos encontramos de lleno en la Sociedad de la Información y avanzando hacia una sociedad basada en el conocimiento,
representada por una economía digital, donde el conocimiento constituye el principal recurso y un poderoso motor para el
crecimiento, la competitividad y el empleo” (Mora Ayora, 2005).
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Utilizaremos el acrónimo usado en castellano correspondiente a Tecnologías de la Información y la Comunicación. No
obstante las siglas más difundidas en la bibliografía europea corresponden a Information and Communication Technologies
(ICT).
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producción. En la llamada era agrícola3 los principales factores de producción eran la mano
de obra y la tierra, con la revolución industrial se produce un cambio significativo en el peso
de los distintos factores de producción: el capital pasa a ser uno de los elementos
indispensables en el nuevo proceso productivo, mientras que la tierra pierde paulatinamente
importancia (Chaminade, 2001). La sociedad del conocimiento, supone un giro copernicano
en la redefinición de los factores: el conocimiento se convierte en el factor productivo
fundamental, seguido, a cierta distancia, por el capital y la mano de obra4.
El reciente protagonismo dado al conocimiento viene explicado por dos factores. En
primer lugar, la evolución en el desarrollo de indicadores y métodos de medición ha
contribuido a considerar al conocimiento como un nuevo input inherente al proceso
productivo. El conocimiento, como cualquier otro factor de producción, puede ser producido
y utilizado en la creación de otros bienes, e incluso en su propia producción. Por otra parte, la
aparición y desarrollo de las TIC ha contribuido a una mayor facilidad en el uso y la creación
de ese conocimiento (Mora Ayora, 2005). También son diversos y variados los factores que
inciden en la configuración de lo que hoy se conoce como la sociedad del conocimiento;
pero, algunos de estos elementos son los verdaderos motores de las transformaciones que han
provocado la sustitución de un modelo de sociedad por otro (López y Leal, 2002). Este es el
caso, por ejemplo, del papel que la información y el conocimiento están jugando en la
actividad económica. De hecho, los procesos de aprendizaje y de formación son cuestiones
dinámicas y condicionadas por las propias transformaciones de la sociedad. Ambos reflejan,
de forma diáfana, el contexto social, económico, cultural y político en el cual se desarrollan:
Toffler (1981) se refiere ya a esta etapa como la “Primera Ola”, y la define como la sociedad posterior a la revolución
agraria que reemplazó las primeras culturas de cazadores y recolectores.
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Si el recurso humano o el capital han perdido importancia, frente al conocimiento, en el ámbito de la empresa este nuevo
contexto se traduce en nuevos retos para la contabilidad. En primer lugar, porque la gran mayoría de estos activos que crean
valor no están reflejados en los estados financieros. Esto hace que hoy se hable de la importancia del análisis y medición de
recursos intangibles (derechos de propiedad intelectual, capacidades de los recursos humanos...) e inversiones o actividades
intangibles para aumentar, adquirir, medir o controlar recursos intangibles existentes en la empresa, como por ejemplo, la
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Cuando las personas, y también las organizaciones, aprenden asumen que sus
aprendizajes llevan incorporados múltiples valores, conocimientos o prácticas que son
propias de un determinado momento histórico. A su vez, el propio diseño de los
aprendizajes y de los procesos reproducen claramente, de forma más o menos explicita,
los presupuestos ideológicos y el acervo de valores de quienes están interesados en los
resultados sociales del aprendizaje y la formación. (López Camps y Leal Fernández,
2002, 23)
La sociedad del aprendizaje.
La sociedad del conocimiento es también la sociedad del aprendizaje 5 . Una de las
características definitorias de la sociedad del conocimiento es el nuevo papel que adquieren
los procesos de aprendizaje y los sistemas educativos y formativos. La formación en
concreto, no es un hecho limitado a un momento puntual de la vida de las personas o
restringido a ciertos ámbitos. La sociedad de aprendizaje está indisolublemente ligada a la
comprensión de la educación y la formación en un contexto más amplio: “el aprendizaje a lo
largo de toda la vida, donde el sujeto precisa ser capaz de manipular el conocimiento, de
ponerlo al día, de seleccionar lo que es apropiado para un contexto específico, de aprender
permanentemente, de entender lo que se aprende, y todo ello de tal forma que pueda
adaptarlo a nuevas situaciones que se transforman rápidamente” (Martínez Mut, 2005, 17).
Otra característica principal es que los aprendizajes abandonan los marcos formativos
formales y se difunden en espacios no formales e informales. “Se aprende constantemente y
en cualquier circunstancia” (López y Leal, 2003, 55). Coherentes con esas transformaciones
la formación se convierte en un tema emergente y capital en la práctica totalidad de los
ámbitos sociales (económicos, sociales, políticos, etc), especialmente en el marco de las
formación (Chaminade, 2001).
5
Andy Hargreaves (2003), prefiere hablar de sociedad del aprendizaje antes que de sociedad del conocimiento.
4
organizaciones y en la empresa. El Informe Bangeman (1994) y Libro Blanco sobre la
Educación y la Formación (CCE, 1995) insisten en la necesidad de utilizar adecuadamente
educación y formación para aprovechar las oportunidades que ofrecen los cambios
introducidos por las TIC. Este último, considera a ambas como ‘los principales vectores de
identificación, pertenencia y promoción social’.
Si consideramos que la formación y los aprendizajes siempre son actividades orientadas
hacia el futuro, instrumentos para el cambio; ocurre una gran paradoja en el momento
presente. Mientras que la sociedad industrial reforzaba una visión más estática y pasiva de los
procesos de aprendizaje y de formación, la sociedad del conocimiento, de la mano de los
cambios tecnológicos (especialmente con el apoyo de las TIC), estimulan la dimensión más
activa y transformadora de estos procesos. En la sociedad industrial, los aprendizajes se
concebían como hitos puntuales, etapas que tendían a concentrarse en la formación inicial, en
períodos iniciales imaginados como fases preparatorias para el ingreso en la vida laboral
activa. Se partía del convencimiento de que las personas no cambiarían de profesión a lo
largo de su vida 6 . Actualmente, los procesos de aprendizaje y los sistemas formativos
dominantes todavía suelen conceder más importancia a los resultados que a los propios
procesos de aprender. De aquí emerge un conflicto: “se está formando a las personas para una
sociedad que ha dejado de existir” (López y Leal, 2000, 25). Este desfase, aparte de generar
frustración y desmotivación a quienes esperan más de la formación de lo que están recibiendo
realmente, es un problema político en cuanto se resiente la riqueza de un país. Es un hecho
contrastado, en la sociedad del conocimiento, que el bienestar y la riqueza están influidos
notablemente por el nivel y la calidad de los conocimientos de sus miembros, tanto como
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Algunos estudios afirman que dentro de 10 años, en nuestro país habrá, varios cientos de miles de personas
desempeñando puestos de trabajo, ocupando nuevas tareas, que no conocemos aún adecuadamente. Esto hace que
comencemos a plantearnos algunos interrogantes: ¿se ha previsto algún modelo de formación para estas nuevas profesiones?
¿A cargo de quién? ¿Cómo? ¿Con qué metodología? ¿Puede y debe el sistema escolar formal hacerse cargo de ella? ¿Cuál
ha de ser el papel de la formación inicial / continua? ¿Qué papel le toca jugar a la empresa? ¿Y a la educación superior?
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ciudadanos activos, como miembros comprometidos con el desarrollo de la nueva economía.
Ante esta situación, se hace evidente que los aprendizajes y la formación son una apuesta de
futuro, y no pueden estar ligados sino a una educación y una formación continua, a lo largo
de toda la vida. Además, la formación habrá de dejar de ceñirse a una institución de
formación inicial para dar paso a la empresa y a las organizaciones, que en estrecha
coordinación con las instituciones formales de educación y formación, necesitan adquirir un
protagonismo emergente. Es obvio, que de unos modelos de educación
general, de
enseñanza profesional, será necesario efectuar una reconversión, tomado como referente la
formación ocupacional. Este tipo de formación se nos presenta como el gran reto de nuestro
tiempo, sustituyendo progresivamente a la formación profesional inicial.
BIBLIOGRAFÍA.
Bangemann, M. (1994). Europa y la sociedad global de la información. Recomendaciones al
Consejo Europeo. Bruselas, 26 de mayo.
Chaminade, Cristina (2001): “La sociedad del conocimiento y su impacto en la empresa:
medición y gestión de intangibles” [en linea]. Madri+d, 1 (3. Disponible en:
http://www.madrimasd.org/revista/revista3/tribuna/tribunas3.asp [consulta 2006, 5 de
mayo]
[CCE]Comisión de las Comunidades Europeas (1995). Libro Blanco sobre la educación y la
formación. Enseñar y aprender. Hacia la Sociedad del conocimiento. Luxemburgo.
Hargreaves, Andy (2003). Enseñar en la sociedad del conocimiento. Barcelona: Octaedro.
López Camps, Jordi y Leal Fernández, Isaura (2002). Cómo aprender en la Sociedad del
Conocimiento. Barcelona: Epise.
Martínez Mut, Bernardo (2005). El cambio de cultura docente en la universidad ante el
espacio europeo de educación superior. Seminario Interuniversitario de Teoría de la
Educación, Valencia, 21-23 de noviembre, (paper).
Mora Ayora, Antonio (2005). “La gestión del conocimiento es el reto que nuestra generación
debe asumir” [en linea]. Disponible en: http://www.radiorabel.com/conocimiento/
[consulta 2006, 3 de junio]
Quintana Cabanas, José María (1994). Presentación. En Antonio Colom, Jaime Sarramona y
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Gonzalo Vázquez, Estrategias de formación en la empresa (pp. 9-10). Madrid: Narcea.
Toffler, Alvin (1981). La Tercera Ola. Barcelona: Plaza y Janés.
Torres, Rosa María (2005). “Sociedad de la información / Sociedad del Conocimiento” [en
linea].
Disponible
en
http://www.ub.es/prometheus21/articulos/obsciberprome/socinfsoccon.pdf
[consulta
2006, 8 de junio]
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