identidad étnica, genero y familia en la cultura negra del

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IDENTIDAD ÉTNICA, GENERO Y FAMILIA EN LA CULTURA NEGRA DEL
PACIFICO COLOMBIANO.
Tomado de : MOTTÁ G, NANCY. En:
Memorias del Congreso
Latinoammericano de Familia Siglo XXI. Hacia la Construcción de una vida
cotidiana diferente. Medellín. 1994
1. Identidad Étnica
La identidad étnica, se afirma,
negando a otra identidad, visualizada por ella
etnocéntricamente. La identidad surge por oposición, ella no se afirma aisladamente.
La identidad étnica no puede ser definida en términos absolutos, sino únicamente en relación
a un sistema de identidades étnicas, valorizadas en forma distinta en contextos específicos o
en situaciones particulares (Cardozo, 1971).
La identidad es un elemento por medio del cual entendemos las relaciones entre las
estructuras que conforman un sistema cultural.
La identidad nos remite al concepto de cultura, que se entiende como el sistema de
pensamientos, valores, creencias y costumbres propias de un grupo humano, su modo de
concebir la vida y el mundo y las manifestaciones materiales, y que en conjunto se heredan, se
transmiten, se intercambian y además se transforman constantemente.
Todos estos elementos se han definido por legos en la antropología, como la idiosincrasia de
un pueblo, que, en otras palabras, es la identidad cultural de un pueblo.
La identidad del grupo étnico-cultural del Pacífico, se puede designar en términos de Barth
(1976) como una comunidad que:
1. En gran medida, se auto perpetúa biológicamente.
2. Comparte valores culturales fundamentales realizados con unidad manifiesta en formas
culturales.
3. Integra en campo de comunicación e interacción.
4. Cuenta con unos miembros que se identifican a sí mismos y son identificados por otros y que
constituyen una categoría distinguible del mismo orden.
Esta caracterización, según Barth, nos lleva a una organización tipo, por lo tanto el grupo afro
pacífico, se representa en el sistema ideológico de la sociedad dominante, como un grupo
étnico con una identidad propia, que se ha asumido con base en su auto conocimiento,
apoyándose en su historia.
La identidad étnica se representa además, en un sistema de referencias de carácter ideológico.
El sistema de referencias para la cultura afro-pacífica se sitúa en la familia que es dé carácter
extenso y plural.
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2. Mujer y familia
- La familia negra en el Litoral Pacífico colombiano, es un concepto que trasciende los límites
de la consanguinidad, para extenderse también al parentesco ritual; el compadrazgo en sus
versiones de padrinazgo y madrinazgo.
Históricamente, la ideología esclavista permitió en contrastación que se formara o se
construyera una praxis dictada por las circunstancias y fue el hecho de que la mujer negra se
constituyó en el núcleo articulador del ámbito familiar.
“Dado que él hombre negro podía ser vendido solo, /perdiendo toda - posibilidad de volver a
ver a sus hijos y a su compañera y la familia disgregada a capricho del esclavista, la madre fue
la figura aglutinante” (Lozano; 1992:19).
Es por el papel jugado por la mujer, que la organización familiar esclava aunque desmembrada,
logró sobrevivir a las condiciones de opresión de la época en la que el amo definía la suerte
de la familia, logrando convertirse en un lugar de resistencia cultural, que permitió la
conservación de algunas de las tradiciones aún existentes (De Roux; 1976).
Estas mujeres desempeñaron un papel importante en la construcción de la cultura; por un
lado, se negaron á ser asimiladas por la cultura del amo y, por otro, reconstruyeron la
identidad y diversidad étnica y cultural que hoy los caracteriza.
Fueron ellas quienes, manteniéndose en ambientes más propicios los del hombre, pudieron
conservar los rasgos característicos de economía, la organización social y el folklore, propios de
los grupos étnicos de procedencia. Además, mediante la observación, remedo y burla de
algunas danzas y comportamientos de los esclavistas, desarrollaron un sincretismo cultural
(Mena, 1993).
Por eso, no es de extrañar que en las comunidades afro- pacífico, mujeres tengan un amplio
liderazgo, siendo las primeras impulsadoras de la auto gestión y el mejoramiento de sus
formas de vida.
En contraste, frente a la familia nuclear de la sociedad dominante, en la que los hijos son
propiedad de los padres y el eje de su organización es el varón; nos encontramos en las
familias negras del Pacífico, la familia extensa que involucra en la crianza de los hijos e hijas a
toda la comunidad y en el cual el eje central es la mujer.
La mujer de la cultura negra juega un rol determinante en la estructura social del Pacífico. Ella
es quien socializa en sus unidades domesticas, es la generadora de ingresos y la que realiza
actividades económicas continuamente haciendo parte, en diferentes fases del proceso
productivo de la región (escalada o secada de pescado, extracción del oro, colaboración en
labores agrícolas, y participación en el sector de los servidos como tendera, vendedora y
docente).
Además es partera y la que maneja la herbología de la región para tratamiento de entidades
patológicas: mal de ojo, siete días, etc., en fiestas patronales o en los rituales de muerte, es
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quien arregla los altares, promueve las luminarias y correrías y entonan los alabados y
chigualos, en fin, la mujer negra guarda y transmite las creencias y tradiciones de la etnia, es la
portadora ideológica y mensajera cultural.
La institución social familiar en la región del Pacífico con población es extensa, matrifocal, de
tipo poligínico compuesto y/o disperso particularmente asociado a un orden paterno de la
descendencia y en muchos casos también la propiedad familiar es controlada por el padre
(zona minera en las áreas altas y medias de los ríos). La familia se caracteriza por un esquema
fuertemente exogámico de circulación masculina, entre troncos familiares distintos, con
residencia femenina de la descendencia y de apoyo en la crianza, socialización e identificación
de ésta a través de la parentela de la madre. En esta forma el matrifocal de organización
familiar donde se afirma el papel generador del hombre que fecunda varias mujeres de
troncos distintos, que habitan otros ríos, y que es el componente poliginico de orden
exogámico que permite la extensión de la parentela, a través de la movilidad espacial Ínterregional, es también la base para analizar desde perspectiva de género la marcada orientación
erótica heterosexual del ethos cultural de la feminidad y virilidad en el Pacífico.
La sobre valoración de las capacidades sexuales masculinas (machismo) halla en la estructura
familiar poligínica sus más fehaciente terreno. El ego-varón expresa en la practica poligínica,
un fortalecimiento de la virilidad que se halla articulada a sus ethos cultural (Motta, 1993), por
eso el macho auténtico en esta región cultural, es aquél que da muestras de su virilidad
procreando una descendencia ilimitada rica en varones que multiplican su sangre y su. apellido
y se convierten en prueba viviente de su capacidad genitora.
En tales circunstancias, una familia en el Pacífico, se caracteriza por una figura femenina
permanente y una descendencia de distintos padres en torno suyo. La figura paterna se halla
representada por maridos transeúntes que llegan, asimilan un tiempo mínimo su papel en la
familia y luego por presiones diversas deja el hogar, la responsabilidad y el derecho a otro
varón (Motta, 1993). La estructura familiar afro-pacífico se organiza entonces a través las
unidades domésticas femeninas.
La unidad doméstica se compone de un grupo social, la unidad residencial y la función
doméstica. El grupo social se constituye con se en base en las redes de parentesco; la unidad
residencial puede suponer familias nucleares o extensas y la función doméstica incluye
aspectos de economía, socialización y ayuda mutua en la cotidianidad de los quehaceres
domésticos. La unidad doméstica gira en tomo al complejo residencial para mantener la
solidaridad y la cohesión del grupo negro; por tanto la matrifocalidad se centra en el hecho de
que todas actividades vitales giran en tomo a la figura femenina (Corsett, Motta y Tassara;
1990).
Además, el grupo familiar materno está atravesado horizontalmente por relaciones diádicas
que constituyen elementos fundamentales en la estructura social y de parentesco en la Costa
del Pacifico.
Una díada es una relación interpersonal entre dos agentes sociales en la que cada uno se
encuentra en situación de deuda con respecto al otro.
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Las díadas en el Pacífico se constituyen con base en:
1. Consanguinidad, díada madre /hijo.
2. Afinidad, marido/mujer.
3. Ritual, diada de compadrazgo/padrinazgo.
4. De proximidad, entendida como vecindad social y/o espacial de un pariente al ego (Corsetti,
Motta, Tassara; 1990).
Los fenómenos biológicos como la procreación, el nacimiento, el crecimiento, la vida adulta y
la muerte de una persona, son los cimientos de las díadas más importantes. Las díadas
madre/hijo y la de madre/marido, son las díadas en que se fundan respectivamente la unidad
familiar y el grupo matrifocal.
Con base en estas díadas, se hace posible que la maternidad y el parto sean conceptos
colectivos que se recrean a través de instituciones como la madrina, la madre de crianza, las
tías, las abuelas, quienes asumen papeles matemos frente a los niños y niñas que no son sus
hijos e hijas biológicos.
La socialización de los niños y las niñas en las unidades, se asume colectivamente por estas
díadas, por tanto niños y niñas pueden entrar y salir libremente de todas las unidades
residenciales de la comunidad y se los integra a la vida comunitaria.
Por eso los hijos en las familias poligínicas representan una garantía de perpetuidad de los
troncos familiares y su socialización es colectiva. "Una familia pequeña pierde el respeto,
mientras que una familia grande da respaldo y fortaleza"1 y en esto se refuerza además los
patrones de virilidad y feminidad.
Lo importante de resaltar es que en la familia extensa del Pacífico, lo significativo es el vínculo
consanguíneo a través de la madre y en menor grado la relación conyugal con base poligínica.
Perspectiva de Género en la Costa del Pacífico
La perspectiva de género como referente teórico del desarrollo, surge en la década de los
ochenta (finales): centrado en lo humano busca un aporte para conducir estrategias concretas
para el logro de los objetivos de la equidad entre los sexos. Es en este sentido que se debate
hoy en día, la construcción de un marco teórico sobre las relaciones de género, el que se
considera una perspectiva en ciernes con un potencial explicativo propio, que facilita la
comprensión de otra dimensión importante de las relaciones sociales, en este caso, las
relaciones entre los hombres y mujeres en los procesos de desarrollo.
Se trata de la elaboración de un discurso conceptual que procura orientar una práctica del
desarrollo pensando en función de la gente. No obstante estos intentos se debaten en el
terreno de una ofensiva de las ideas neo- liberales cargadas de una ortodoxia poco
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renovadora y sobre todo, con alcances que sugieren la lógica del mercado como el
instrumento distribuidor de los beneficios (De los Ríos, Rebeca, 1993).
Es necesario comprender que la idea de incluir la perspectiva de género en todo el que hacer
humano de los grupos étnicos de la región del Pacífico, parte del convencimiento de que la
posición de la mujer con relación a los hombres es de carácter subordinado y que esa
subordinación es natural, por tanto se leerá a la luz del pensamiento occidental, cómo se dan
las relaciones hombre-mujer en el Pacifico y cómo están organizados los universos simbólicos
de cada rol sexual, tanto a nivel biológico como a nivel social y cultural.
Se define género, según los planteamientos de Joan Scott (1990), como la "cualidad
fundamentalmente social de las distinciones basadas en el sexo". Según Sué-Ellen Jacobs y
Cristine Roberts (1989), el género es "la construcción cultural de los hechos bio- fisiológicos;
es decir, la designación Socio cultural de las conductas biológicas y las cualidades psico sociales de los sexos".
Estas definiciones nos llevan a categorías analíticas que expresan las diferencias y las ínter
relaciones sociales y culturales entre los sexos.
La mujer, más allá de la categoría biológica específica del sexo femenino, es también, como
género, resultado de una serie de condicionantes históricos y culturales, producto de la
división social el trabajo entre los sexos, los cuales atraviesan las inter acciones reciprocas
mujer-sociedad y mujer-hombre, e inciden en todas las esferas de la actividad humana (Muñoz
Monserrat, 1993).
El género representa entonces una relación social, por ello, las concepciones culturales acerca
de lo masculino y lo femenino como alegorías complementarias, pero mutuamente
excluyentes en su relación, configuran en cada cultura un sistema particular de géneros, un
sistema simbólico o de significados (Laureíis, 1992: 238). Estos sistemas establecen
correlaciones entre el sexo y determinados contenidos culturales, de acuerdo con ciertos
valores y jerarquías sociales.
Al respecto, en la Costa del Pacífico tenemos que en la etnografía de la región, la
matrifocalidad es un sistema de representación social, significa que los grupos domésticos
donde la mujer, además de ser el eje de la familia, es también fuente principal de ingreso
(Motta, 1993).
En la perspectiva de género, las unidades domésticas matrifocales pueden tener hombres y/o
mujeres como miembros de cabeza o jefes e hogar. Las unidades domésticas del Pacífico
pueden definirse en térrminos de Meillasscux (1977:9) como al:
“Único sistema económico y social que dirige la reproducción física de los individuos, la
reproducción de los productores y la reproducción social en todas sus formas, mediante un
conjunto de instituciones, y que la domina mediante la movilización ordenada de los medios
de reproducción”.
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Se debe señalar aquí, que la movilización ordenada se da a través e los agentes de la
reproducción (las mujeres).
En la teoría de género, la unidad doméstica del Pacífico debe visualizarse como un ente
productor y reproductor, ya que en este hábitat el ethos cultural de la reproducción se valora
en los roles de feminidad-virilidad.
Asimismo, la representación de la feminidad está relacionada con condición fálica de la
cultura del Pacifico, por tanto se es mujer en cuanto se es madre.
En la cultura dominante, el psicoanálisis define a la mujer en relación con el hombre,
partiendo del mismo marco de referencia y utilizando las mismas categorías analíticas
elaboradas para explicar el desarrollo psico-social del varón. Esa es la razón por la cual el
psicoanálisis define a la mujer a través de una simple ecuación; mujeres = mujer = madre,
pues no es capaz de abordar la contradictoria y compleja relación mujer-mujeres. Según
Lauretis, este es uno de los efectos más arraigados de la ideología de género. Para el
Pacífico, siguiendo a Lauretis, la correlación entre sexo y contenido cultural y su valoración
en la jerarquía social local, se expresa en las siguientes maneras:
Un ejemplo etnográfico, en uno de los barrios lacustres de Buenaventura cuando una mujer
informó, que por haberse hecho esterilizar, su compañero la dejó y se buscó otra.
La significación de un hijo en las parejas formadas mediante congeneo o uniones libres:
El hombre espera con prontitud la llegada de su primer hijo, ya que este le otorga un cambio
de posición dentro de la comunidad: es decir, de hombre solo y sin hijos pasa a ser un padre.
Ahora ya no es más hijo, sino que pasa a ser cabeza de familia. En el Pacífico, el primer hijo da
estabilidad a la pareja, y confiere al hombre y a la mujer status de adulto. Teniendo muchos
hijos de la mujer, conserva a su compañero, quien se lo exige como condición sine qua non,
para quedarse al lado de ella (Tenorio, 1993).
Como se puede observar, las fronteras del rol de mujer se confunden e interceptan con las
del rol de madre.
Igualmente la representación femenina de la mujer del Pacífico, se efectúa en su relación con
el varón; una mujer adulta que no tenga compañero, ni tenga hijo es vista como mujer
incompleta o no "es mujer"
En la construcción de género, se evidencia aquí la posición que ocupa la mujer negra en las
relaciones estructurales de la sociedad local.
Por estas razones, según Alda Fació (1992), es necesario averiguar no solamente cómo se
ubican las mujeres social, cultural, política y económicamente en su posición con relación a los
hombres, sino también cómo se encuentran en su condición de mujeres.
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En el Pacífico hay una sola manera de ser hombre y una sola manera de ser mujer, no existen
las diversas formas masculinas y femeninas que se dan en nuestra cultura occidental. Es decir,
allí las mujeres sirven y acompañan a su hombre, cocinan, lavan, barren, sacan el viche,
ahuman y secan el pescado, van a pianguar, pero primordialmente tienen muchos hijos.
Además saben perfectamente en qué status se encuentran en la poliginia de su hombre. Por su
parte, el hombre circulando en los grupos domésticos femeninos, provee de alguna manera el
sustento diario a su mujer y sus hijos: (tanto biológicos como culturales), cortan, troza,
pescan, cazan, tejen trasmallos, "paran" sus viviendas, etc. No obstante, lo que asegura su
condición de hombres, es tener una numerosa descendencia, para asegurar la continuidad de
su tronco familiar y ampliar las redes del parentesco a través de la exogamia. Aparte de estas
dos maneras de ser y funcionar en esta sociedad, no existe ninguna otra.
Para el Pacífico, ser adulto significa ser padre o ser madre y ser hombres y mujeres es igual a
ser padres o ser madres. En este sentido, género en el Pacífico se entendería como una
construcción social basada en la diferenciación biológica de los sexos, la cual se expresa a
través de las relaciones marcadas en la dimensión sexual del trabajo, que se traducen en la
adscripción de roles, actividades, normas y conductas esperadas para hombres y mujeres en
éste grupo socio- cultural.
La tajante división sexual del trabajo en esta región, hace que desde muy temprano niñas y
niños inicien el aprendizaje de los oficios de su sexo, al lado del progenitor del mismo sexo, o
de las figuras masculinas y femeninas presentes en el grupo doméstico matrifocal.
La identificación simbólica de sus identidades sexuadas, no se enseña de manera explícita por
parte de los padres a sus hijos como en nuestra cultura, sino que se ofrecen como modelos, al
tiempo que exigen cada vez más al hijo o la hija a asumir desde muy temprano sus
responsabilidades, hasta los 14 años en la muchacha y 15 años en el joven, ciclo etáreo donde
termina su período de aprendizaje y formación y pueden unirse (congeneo) para empezar la
tarea productiva y reproductiva.
Teniendo en cuenta la especificidad de la población afropacífico y el respeto a sus
particularidades, la visión de género podrá construirse, en la medida en que hombres y
mujeres asuman sus roles no en la desigualdad, sino en la equidad y a resolver sus propios
problemas desde su cosmovisión.
En el enfoque de género a la luz de la antropología, hay que resaltar el concepto de la
diferencia en el estudio del desempeño de la mujer afro- pacifico en la familia, hay que
revaluar el supuesto de que existe una única perspectiva femenina que corresponde a la
categoría de "mujer". En otras palabras, demostrar que dicha noción no es universal, y en este
sentido "subordinación de la mujer" u "opresión de la mujer" carecen de significado analítico
(Moore, 1991:219).
Al retomar el concepto de diferencia, intento mostrar que las diferencias de género, clase,
etnia y cultura, siempre se construyen y se experimentan.
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En síntesis, el intento consiste en deshacer las categorías universales de "mujer" y de
"hombre", y disolver la noción de "subordinación de la mujer", para dar paso a un estudio de la
diferencia, de las particularidades de la construcción de género entre los grupos negros del
Pacífico y de sus formas de organización familiar (Espinosa y Friedeman; 1993).
Por eso en Colombia, mirar el desempeño de la mujer afro- pacífico implica hacer visible, la
presencia de hombres y mujeres negros en la construcción de la nación en el marco de la
diáspora, e implica conocer los procesos de adaptación y de reintegración étnica que han
tenido lugar; por ello en los estudios de género en la Costa del Pacífico, el referente es el ser
humano como actor social, por ende el análisis se desplaza al terreno de las relaciones
hombre/mujer y a los determinantes históricos y culturales de sus identidades sexuadas.
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