METÁFORAS DEL CUERPO - Centro Cultural Metropolitano

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METÁFORAS DEL CUERPO
EN LA ICONOSFERA1 CONTEMPORÁNEA DE LAS ARTES VISUALES
El cuerpo está en el mundo social, o lo que
no es lo mismo, el mundo social está en el
cuerpo. (Pierre Bourdieu)
Introducción
El cuerpo es nuestra primera arquitectura. Habitarlo es un proceso de toda la vida.
En el arte occidental, la mimesis apadrinó analogarlo desde épocas antiguas. Conocerlo
fue la ilusión de los modernos, fragmentarlo el desafío de los posmodernos, virtualizarlo,
el reto actual. En otras cosmoconcepciones, como las prehispánicas, la abstracción
figurativa se combinó con la paleta de la ritualidad y el mito creando el totemismo de la
magia y su multifuncionalidad. Lo cierto es que desde cualquier mirada, la invariancia
está en el icono, que en tanto es representación mental, construye la grafía corporal como
continente y contenido de varias dimensiones reales y simbólicas que cruzan campos de
todos los saberes.
El cuerpo es continente de memorias tanto individuales como
colectivas, identidades y des-identidades, cosmovisiones e ideologías, aflicciones,
pasionalidades, transformaciones. En él habita la noción primigenia de la vida y la
muerte, el tiempo y el espacio, el mito y el rito tanto ancentrales como modernos, el ser y
la nada, el verbo y la carne, la naturaleza y la cultura, Dios y el diablo desde sus
diferentes versiones y expresiones, la materia y el alma, el sexo y el género, eros y
tánatos, dualidades que ahora el pensamiento posmoderno desintegra, híbrida, colapsa,
consensa, reitera, ironiza, anacroniza, desde la heteroglosia de sus polifonías. Lo cierto
es que el cuerpo carga su historia de miradas en la plastía de sus superficies
heteronómicas. Quizás sea por esto nuestro símbolo por antonomasia en tanto conjunto
de signos complejos y compartidos que configuran nuestra humanidad traduciendo en su
diversidad de lenguajes los discursos de épocas, estilos, estéticas, sociedades, mundos.
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Retomando la categoría del semiótico de la cultura estonio Iuri Lotman de semiosfera que alude al espacio
donde pueden vivir los signos en un particular contexto social, proponemos iconosfera como ese espacio de
producción, recepción y circulación del acontecer artístico en el Ecuador y su diversidad de realidades
donde se producen iconos que son representaciones mentales actuales traducidas en materialidades a través
de los diversos lenguajes estéticos de las artes visuales contemporáneas.
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El cuerpo y el discurso de género como propuesta temática para el Salón Mariano
Aguilera
En el cuerpo se construye y de-construye una de las identidades fundamentales
de los sujetos sociales que es la relación sexo-género.
El cuerpo se encuentra dotado de sentidos y sus prácticas expresan el universo
simbólico construido social y culturalmente. El cuerpo es el mundo social, es decir, existe
una estrecha relación entre actitudes corporales que se llenan de significados desde las
diferentes maneras de posicionarse y encontrar un lugar en él. Todas las culturas
construyen sus significados corporales desde sus propios lenguajes cosmovisivos. Es así
como desde ahí lo ideológico e identitario encuentran en prácticas específicas temporoespaciales los sentidos que pautan sus ritmos, marcas, signos, huellas, es decir el espacio
social (pues el cuerpo no es sólo individual) de reproducción de la memoria colectiva, así
como su actualización y transformación dada la dinámica cultural en la que estamos
inmersos todas y todos.
Hombres y mujeres somos signados por el cuerpo. Él expresa y traduce el
universo sintáctico, semántico y pragmático del tejido sociocultural. Todas las culturas
construyen sus significados corporales desde sus propios lenguajes y cosmovisiones.
Como dice la teórica feminista mexicana Marta Lamas, aceptar que el sujeto no está dado
sino que es construido en sistemas de significados y representaciones culturales requiere
asumir el hecho de que está encarnado en un cuerpo sexuado. Por mucho tiempo esta
identidad estuvo dada por tautología de nacimiento, hasta que Simone de Beauvoir abrió
la discusión con su célebre frase ”No se nace mujer, se hace mujer”( u hombre), de ahí la
lucha política y luego los Estudios de Género asumieron la reflexión sobre el tema. Así
desde disciplinas como la Antroplogía Social, la Psicología, la Sociología, existe ya una
larga tradición en este campo de investigación en torno a la influencia de la sociedad en
el género, a través de la familia y otras instituciones, desde antes incluso del parto, lo que
conllevó a hablar de la teoría de la construcción cultural y social de los géneros. Y si se
construye el sujeto a lo largo de toda la vida, entonces, existe una enorme posibilidad de
maneras de expresión de estas identidades, pues no somos iguales entre las mujeres, los
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hombres, ni las identidades alternativas gay, transexuales, etc. ¿Qué semejanzas pueden
existir entre una mujer turca rica y una andina migrante además del hecho de ser del
mismo sexo? Aquí hay que tomar en cuenta que el género se cruza con otras identidades
que pasan por órdenes como la clase, la etnia, la ideología, la sociedad y la cultura, todo
lo cual configura identidades subjetivas complejas y traza mapas de encuentro entre seres
aparentemente distanciados y desencuentros entre aparentes cercanías. Pensemos en las
solidaridades femeninas o gays por la las luchas en contra de las violencias (física,
emocional, económica, entre otras), similares en diversos países, en los estudios de
masculinidades en torno a la andropausia, tema desconocido hace algún tiempo, si
inclusive la menopausia tiene una larga historia de desdén y falta de atención integral y
qué decir del tabú por excelencia: la sexualidad, la seducción, el erotismo. Sin embargo,
en esta “aldea global” en la que estamos inmersos todos y todas, los medios de
comunicación y publicidad elaboraron la estrategia de cooptación de dichos discursos y
de esta forma enmascarando una posición de avanzada han caído también en la los
clichés de la estereotipia y reiteración. Desde cualquiera de los posicionamientos
ideológicos, el cuerpo es el símbolo estético2 por excelencia.
Es importante tomar en cuenta que como el género es una construcción cultural y
todo lo cultural es posible de transformación, el elemento dinámico forma parte de esta
categoría, de ahí que trabajar desde cualquier disciplina tomando en cuenta la perspectiva
de género implica hacer una lectura interpretativa de las normas recibidas a través de la
cultura y una organización y reordenamiento de ese discurso, que configure una nueva
forma de ver las relaciones inter y extra géneros, desde la experiencia personal y la
historia social, comunal, las memorias que construyen y fragmentan al sujeto en pro de
una sociedad más equitativa entre sus actores sociales. Por tanto, también esta identidad
es desdibujada y mutable de acuerdo a los ciclos de vida del individuo, a las experiencias
y eventos significativos de los sujetos y una serie de complejos factores objetivos y
subjetivos.
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La estética entendida como la teoría de la sensibilidad aborda disímiles, antagónicos y antinómicos valores
(belleza, humor, fealdad, entre otros) también de acuerdo a la cultura y las representaciones sociales que conforman sus
normas.
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Es ahora imprescindible definir que es género y cuáles son sus posibilidades
conceptuales multidisciplinarias y sobre todo en el caso que nos interesa, estético
artísticas.
Definiendo género
El género es una representación real y simbólica de las maneras como las
sociedades construyen y norman a sus miembros y los insertan en redes culturales con
implicaciones concretas tanto en lo social como en lo subjetivo que se expresa en la vida
material de las personas así como en las relaciones imaginarias, que tienen los hombres y
las mujeres en sus relaciones, por tanto es un lugar de miradas (autoperceptivas y
heteroperceptivas) que van ya sea desde los roles tradicionales o modernos( las relaciones
y modos de producción, los espacios público-privados, la división social del trabajo, los
lenguajes como el vestuario, las estéticas de moda y anti-moda, etc.) Nacemos con un
sexo que puede ser masculino o femenino y los pocos casos de andróginos pero es la
sociedad la que nos construye a través de leyes y valores que se expresan en actos y
discursos que designan un lugar codificado en ella, el cual aceptamos o subvertimos de
acuerdo a las necesidades subjetivas del individuo y el tejido social al que pertenece. En
el marco tradicional el género había sido reducido a cuestiones como la sexualidad, la
procreación, la familia o simplemente a una cuestión “femenina” o “feminista” vista esta
como la revancha de las mujeres y por tanto el dominio de poder femenino sobre el
masculino como la meta; con lo cual, si fuera así, se caería en la misma posición
androcéntrica, que es justamente el lugar del que se pretende salir para encontrar la
equidad desde la diferencia. La anterior es una información errónea que lamentablemente
ha creado un estigma y aversión a la perspectiva de género en algunos círculos inclusive
del orden académico.
El género es ante todo un tercer espacio, un espacio de transformación
sociocultural y diálogo desde las diferencias que incluye las problemáticas raciales,
étnicas, sexuales, de clase, procesos de nomadización y desterritorialización como la
migración pero ahora tomando en cuenta la diferenciación de géneros y los ejercicios de
poder que estos conllevan y es por ello que es también un espacio político de lucha por
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conseguir que las condiciones sociales de los sujetos pertenecientes a cualquiera de los
géneros sean iguales3, es decir equitativas en los diferentes ámbitos socioculturales.
Es por todo esto que consideramos que los discursos artísticos como traductores
estéticos de la historia social de un sujeto o una comunidad constituyen un terreno propicio para
la expresión de los imaginarios creativos de la relación cuerpo-género donde la metáfora como
figura retórica compleja constituye un elemento persuasivo, creativo, cognoscitivo y estético.
Nuestra tema pretende hacer del cuerpo, el pretexto para un abordaje expositivo y/o
reflexivo y auto consciente de la mirada del artista a la sociedad ecuatoriana y mundial desde el
análisis del símbolo metafórico corporal como representación sociocultural del género en el
mundo actual. El trabajo con la corporeidad en el arte en tanto es un proceso creativo constituye
una expresión metafórica del pensamiento y por tanto de los imaginarios psicofisicoculturales y
es inspiración o referente en propuestas contemporáneas nacionales e internacionales de varios
artistas visuales de vanguardia que desde sus propias o ajenas identidades de género
(feminidades, masculinidades, en sus matices: heterosexual, homosexual, a-sexual, transexual,
bisexual por mencionar algunas) hacen importantes repertorios de diferentes proyectos creativos
del universo simbólico de la relación sexo-género en las sociedades globalizadas en que vivimos
proponiendo en sus correlatos artísticos, estrategias de subversión, sumisión, innovación,
provocación, etc., a través del tratamiento del cuerpo en sus diversas corporeidades.4
¿Por qué la metáfora?
La metáfora como proceso cognitivo simbólico complejo, posibilita formas de
apropiación de este recurso retórico como continente de analogías simbólicas desde el recurso de
comparación por diálogo o monólogo, heteronimia o polifonía entre otros conceptos estéticos que
pueden elaborar los y las artistas para expresar sus voces y transmitir mensajes tanto en el orden
de lo público, lo social, comunitario, pero también, de lo privado, de lo íntimo, lo personal, sus
marcas corpóreas, huellas como heridas sígnicas, memorias heredadas de feminidades como
mujeres: madres, abuelas, hijas, sus ciclos vida, (eventos como la maternidad o su imposibilidad),
las masculinidades y sus conflictos subjetivos también desde sus variados lugares simbólicos,
además claro, de las ya conocidas miradas patriarcales que se siguen reproduciendo a pesar
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Las condiciones, no los sujetos son lo que se pretende sean iguales.
La corporeidad como categoría analítca refiere a las expresiones y expansiones del cuerpo como cosmos
complejo que alude a diversos procesos de subjetividad insertos en la creación simbólica del mismo.
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incluso de sus explícitos discursos progresistas de toma de distancia, a los que el inconsciente
personal y colectivo no siempre se somete, por mencionar algunos ejemplos.
En el cuerpo se alude al mundo femenino o masculino desde la diversidad de géneros que
en estos se insertan, sus problemáticas, imaginarios, eventos cíclicos, clase, etnia, ética, estética,
entre otros temas encarnados en una corporeidad que es continente y contenido y por tanto
materialidad semiótica (signos visuales)- discursiva (signos verbales) (Haidar, 1994) que dialoga
con otras dimensiones como la estética, la retórica, la cultura, lo social, la psicológica y el
psicoanálisis, entre otras que proponen interdisciplinarias lecturas del cuerpo.
Aceptar que el sujeto no está dado sino que es construido en sistemas de
significados y representaciones culturales requiere asumir el hecho de que está encarnado
en un cuerpo sexuado. Desde este posicionamiento teórico es que hay que tejer un puente
con el problema de las diversidades de expresiones de los géneros, sus formas de
representación de los cuerpos en las artes visuales contemporáneas, evidencian discursos
amorfos, polifónicos, contradictorios, coherentes e incoherentes que implican procesos de
ver y saber: memoria, acción y proyección en la vida y ritualidades cotidianas y públicas,
en el mundo de lo mágico que hoy convive y dialoga con lo posmoderno en constante
lucha de poderes, lo hiperreal, las otredades.
Con todo lo expuesto, pensar el cuerpo como texto, contexto, intertexto,
hipertexto desafía la polisemia de sentidos, de conceptos, de tratamientos estructurales,
formales y creativos en los que el ser humano actual está inmerso desde su propio mapeo
de rutas en el andamiaje cultural: bi, multi o intercultural, pero además asumiendo desde
este complejo metafórico de representaciones simbólicas, sus marcas, huellas,
transformaciones, mutaciones, deformaciones, traducciones, reiteraciones, polifonías,
ironías, hiperbolizaciones, retóricas que en última instancia son creaciones inscritas en
esta superficie que en los actuales momentos trasciende el hecho pisco-bio-social
individual y se expresa en corporeidades urbanas, en terceros espacios, virtualidades,
inter y transdisciplinarias por esa paradoja que encierra la complejidad y la síntesis en la
que el cuerpo-metáfora se inscribe y que varios teóricos como Jean Baudrillard
denominan la economía política del signo.
Por todo lo anteriormente expuesto, y considerando la importancia del salón como
referente de miradas estéticas, críticas, teóricas y reflexiones en espacios de diálogo con
los artistas y el público nacional e internacional, este tema puede abrir los ojos de quienes
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aún no aceptan los procesos de diferenciación, convivencia y consenso de los mundos
actuales, irisaría la piel en polémicas y debates en torno al género de la obra en su
relación con el o la autora, olfatearía los índices de acercamiento y rechazo a estos temas
sociales del acontecer cotidiano en el cual los artistas como actores sociales creativos,
están necesariamente inmersos y con ello se abrirían ventanas, que como bocas deglutan
los fluidos vitales de los signos de nuestra humanidad, y con ello, se exponga a través del
silencio, el susurro, la voz o el grito, los discursos alternos para que lleguen a los oídos de
la sociedad y confronte temas - tabú, discriminatorios o todo lo contrario, de moda,
estratégicos, funcionales. En cualquiera de los casos, se estará hablando del cuerpo social
mediante el lenguaje que sutil,
interpelativo, discreto o confrontativo, innovador o
tradicional interpela a través de sus diversos estilos, sensaciones de placer-displacer
desde sus propios matices culturales, y en última instancia, provoca el goce estético.
Bibliografía mencionada
Baudrillard, Jean.(1999) La economía política del signo. Barcelona, Gedisa.
Bourdieu, Pierre (2000) El sentido práctico. México, Taurus.
Haidar, Julieta(1998) Las prácticas culturales como prácticas semiótico-discursiva. En
Metodología y Cultura. México, CONACULTA.
Lamas, Marta.(2004) Cuerpo: diferencia sexual y género. México, Taurus. Segunda
edición.
Lotman, Iuri. (2002 ) La semiosfera I, II y III, Barcelona, Gedisa
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