Criptosporidiosis

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Criptosporidiosis
Características biológicas y clínicas, profilaxis y tratamiento
(Trabajo presentado por)
La criptosporidiosis es una enfermedad parasitaria producida por protozoos pertenecientes al género
Cryptosporidium.
Este parásito fue descrito a principios de siglo (Tyzzer, 1907), y a partir de 1955 fue reconocido como causa
de enteritis grave en diferentes especies animales. Sin embargo, la importancia de la infección se desconocía
hasta la década de los 70, en que múltiples estudios señalan su interés como causa primaria de diarrea en el
hombre y en terneros.
Los primeros casos de criptosporidiosis se describen en 1976 y, a partir de entonces, el número de éstos
aumenta considerablemente, apareciendo sobre todo en personas con alteraciones inmunológicas, en particular
con SIDA, pero también se ha demostrado la presencia de ooquistes de Cryptosporidium en las heces de
personas inmunocompetentes, fundamentalmente niños.
En 1982, los CDC de Atlanta describen la identificación de Cryptosporidium en 47 pacientes con síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y a efectos de enteritis grave. Esta detección aumentó el conocimiento de
los médicos sobre su potencial patogenicidad para el huésped humano, tanto inmunosuprimido como
inmunocompetente.
En la actualidad, la infección ha dio descrita en 50 países y en aproximadamente 170 especies de animales,
entre las que se incluyen todas las especies de animales domésticos, generándose un creciente interés sobre
este parásito, que recibió un nombre muy apropiado, puesto que en griego cryptosporidium significa espora
oculta.
La criptosporidiosis tiene especial interés en las explotaciones de rumiantes, por constituir un grave problema
económico para los ganaderos, ya que constituye una de las causas más frecuentes de diarrea neonatal.
Los estudios referentes a infecciones accidentales de humanos en contacto con animales infectados, confirman
que la criptosporidiosis es una zoonosis, corroborando su interés sanitario para los profesionales de la
medicina y la veterinaria.
Taxonomía:
El género Cryptosporidium está incluido en
− Phylum: Apincomplexa,
− Clase: Sporozoa
− Subclase: Coccidia
− Orden: Eucoccidia
− Suborden: Eimeriina
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− Familia: Crytosporidiidae.
Los estudios de transmisión cruzada han demostrado la baja especificidad de este protozoo, a diferencia de
otros coccidios y en el momento actual se aceptan 6 especies, que se diferencian por la especificidad del
hospedador, localización dentro del hospedador y morfología de los ooquistes:
− En Mamíferos: C.parvum
C.muris
− En Aves: C.melegradis
C.muris
− En Reptiles: C.serpentis
− En Peces C.nasorum
En mamíferos, la infección ha sido descrita en más de 40 especies de hospedador, correspondiendo la mayor
parte de los casos, incluida la criptosporidiosis humana, a Crytosporidium parvum. La infección por C.muris
es muy poco frecuente, y solamente se han señalado casos aislados en bóvidos, roedores y algunas especies de
mamíferos salvajes.
Ciclo Biológico:
Cryptosporidium tienen un ciclo monoxeno, donde todos los estadios de desarrollo (asexual y sexual) ocurren
dentro de un mismo hospedador.
La infección se produce mediante la ingestión de ooquistes esporulados, que liberan los esporozoitos
infectantes en el tracto gastrointestinal del hospedador.
Una vez ingeridos los ooquistes se produce el desenquistamiento y activación en el tracto intestinal liberando,
a través de una sutura presente en el ooquiste, los 4 esporozoítos infectantes, que alcanzan las células
hospedadoras mediante movimientos de deslizamiento y flexión y penetran en su interior para formar la
vacuola parasitófora, compartimento intracelular donde tienen lugar las fases de multiplicación, que, a
diferencia del resto de coccidios, se sitúa en una posición extracitoplasmática.
Las etapas de reproducción incluyen dos fases de esquizogonia (multiplicación asexual), gametogonia
(multiplicación sexual), así como la fase de esporogonia (esporulación) la cual puede tener lugar dentro del
hospedador.
Los ooquistes son eliminados en las heces completamente esporulados (esporulación endógena), por lo que
son directamente infectantes para otros hospedadores.
La mayoría de los ooquistes son de pared gruesa y, como apuntábamos, se eliminan con las heces, lo cual
permite la diseminación del parásito en el medio ambiente y la infección de otros hospedadores. Sin embargo,
un significativo porcentaje de ooquistes (un 20%aproximadamente) poseen una pared fina, lo que facilita su
desenquistamiento dentro del mismo hospedador, dando lugar a un nuevo ciclo (autoinfección). Este
fenómeno, que no se observa en otros coccidios, se considera responsable del desarrollo de infecciones graves
en ausencia de reinfección del medio ambiente, y puede ser causa de infecciones crónicas en algunos
pacientes.
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El desarrollo de Cryptosporidium ocurre con gran rapidez, y cada generación puede desarrollarse en 12−14
horas. El ciclo biológico se desarrolla habitualmente en las células epiteliales del intestino delgado,
especialmente en los tramos medio y posterior de yeyuno y en íleon, si bien el intestino grueso puede también
resultar parasitado. Ocasionalmente se puede encontrar en células epiteliales de potras localizaciones, como
aparato respiratorio y reproductivo
La capacidad de los esporozoitos de Cryptosporidium para desenquistarse en ausencia de condiciones
reductoras, enzimas pancreáticas o sales biliares, posibilita que puedan infectar células de tejidos
extraintestinales, como el árbol bronquial y parénquima pulmonar, localizaciones frecuentes en las aves y que
ocasionalmente han sido también descritas en mamíferos.
En pacientes inmunodeprimidos los parásitos pueden encontrarse en el estómago, conducto biliar y
pancreático y tracto respiratorio. La identificación post−morten de ooquistes en la luz de vasos sanguíneos de
la submucosa del colon en un paciente con criptosporidiosis diseminada, sugiere que ésta puede producirse
por vía sanguínea.
El periodo de prepatencia (tiempo entre la infección y la eliminación de ooquistes) varía entre 2 a 14 días en la
mayoría de las especies de animales domésticos, mientras que el periodo de patencia (duración de la excreción
de ooquistes) varía dentro y entre diferentes especies de hospedadores, desde varios días a varios meses.
En humanos inmunocompetentes, se ha calculado un periodo de prepatencia entre 5 y 28 días, con una media
de 7,2 días y un periodo de patencia de entre 18 y 31 días, que puede prolongarse después de forma
intermitente, y en pacientes con SIDA la eliminación de ooquistes puede ser indefinida.
Clínica:
Tanto en animales como en humanos, la gravedad de las manifestaciones clínicas está en relación con el
estado inmunológico.
a)− Humanos:
Los pacientes con función inmune normal desarrollan infecciones asintomáticas o cuadros autolimitados,
mientras que los pacientes con función inmune anormal suelen presentar cuadros graves de diarrea, asociada a
menudo a malabsorción crónica.
Las poblaciones más afectadas son los niños pequeños, coincidiendo con lo observado en diferentes
publicaciones sobre el tema y en las especies animales. La evolución es favorable, salvo en casos de diarrea
prolongada o inmunodeficiencia. el mecanismo de transmisión es fundamentalmente de persona a persona,
como lo atestiguan los brotes epidemiológicos aparecidos en guarderías y hospitales. Sin embargo, también se
han constatado casos de contagios directos desde animales, especialmente mamíferos y, según han
corroborado diversas observaciones, parece que es relativamente frecuente la existencia de portadores
asintomáticos.
En sujetos inmunocompetentes, tras un periodo de incubación de 4 a 12 días, el cuadro suele consistir en una
diarrea, afebril o con ligera elevación térmica, de intensidad variable, mucosa pero no sanguinolenta y
asociada a vómitos y dolor abdominal. El cuadro suele ser autolimitado, y su duración no excede las dos
semanas. Puede también haber infecciones asintomáticas.
En sujetos con déficit inmunitario, el cuadro clínico se caracteriza por una diarrea secretora pseudocoliforme,
con 6 a 25 deposiciones líquidas, sin sangre, y acompañadas frecuentemente de dolor abdominal y un
síndrome de mala absorción. La fiebre, de existir, es inconstante y poco elevada. El estado general de estos
pacientes contribuye a agravarse debido a la deshidratación y malnutrición provocada por Cryptosporidium.
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b) − Animales:
Los animales jóvenes son los que con mayor frecuencia presentan manifestaciones clínicas, siendo las más
frecuentes: diarrea, deshidratación, anorexia y pérdida de peso, La mayoría de los animales se recuperan de
forma espontánea en 1−2 semanas, si bien se han descrito brotes de diarrea con elevada mortalidad,
especialmente en infecciones mixtas con otros agentes causantes de diarrea.
Los estudios realizados en Aragón han puesto de manifiesto la importancia de esta parasitosis en diversas
especies animales, con una prevalencia que alcanza el 20,7% en ganado ovino, 19,7% en ganado vacuno y
21,9% en ganado porcino, si bien los porcentajes son mucho más importantes en rumiantes lactantes y en
lechones en periodo de destete.
Epidemiología:
La fuente de infección son los animales y humanos afectados, por la gran cantidad de ooquistes que eliminan
por las heces.
La extrema resistencia de los ooquistes a los agentes externos, incluyendo la mayoría de los desinfectantes
habituales (yodóforos, hipoclorito sódico, cloruro de benzalconio, ácido cresílico e hidróxido sódico),
posibilitan las transmisión indirecta.
a) − Humanos:
Dado que la vía de eliminación de los ooquistes es fundamentalmente intestinal. Por ello, los mecanismos de
transmisión implicados son los de la vía hídrica, comunes a otras infecciones entéricas. (En EE.UU. se
detectaron numerosos brotes de criptosporidiosis transmitidos por aguas de bebida tratadas, a pesar de que
éstas cumplían los criterios de potabilidad vigentes. Tras un brote en Milwaukee que afectó al 25% de la
población de la ciudad, los referidos criterios de potabilidad fueron modificados, reduciéndose la turbidez
admisible, pero ello no garantizó la ausencia de Cryptosporidium)
La transmisión indirecta parece también un mecanismo importante, sobre todo en instituciones cerradas. En
esta categoría se incluye igualmente la transmisión por contacto sexual, que lleve consigo contacto oral−anal.
El hallazgo de Cryptosporidium en vías respiratorias, deja abierta la posibilidad de la transmisión respiratoria.
En cuanto a distribución, se han descrito casos tanto en población adulta como infantil, si bien la
criptosporidiosis en pacientes inmunocompetentes es más frecuente en los niños.
En lo referente al sexo, los estudios realizados coinciden en señalar la existencia de una prevalencia semejante
en varones y mujeres.
También cabe destacar la posibilidad de que los humanos se infecten por contacto con diversas especies de
mamíferos. Gran parte de casos de transmisión zoonótica están asociados al manejo de ganado infectado,
especialmente terneros.
b) − Animales:
En las explotaciones, la principal fuente de infección la constituyen los animales jóvenes con diarrea. La alta
morbilidad y rápida difusión de la enfermedad se explica por el elevado número de ooquistes que eliminan en
sus heces y el hecho de que sean directamente infectantes..
Los portadores asintomáticos, representados fundamentalmente por animales adultos, constituyen una fuente
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de infección adicional para los neonatos.
Se ha comprobado que las ovejas eliminan un mayor número de ooquistes, coincidiendo con los días del
parto, lo que facilita la infección de los corderos tras el nacimiento y explicaría el inicio en las explotaciones
de los brotes de diarrea.
La forma de infección más habitual es la transmisión directa por vía fecal−oral.
Los ooquistes contaminan con facilidad el pelo o lana de los animales, las ubres de las madres, la cama,
alimentos y bebederos.
Es también destacable la transmisión indirecta por ingestión de agua o alimentos contaminados, debido a la
resistencia de los ooquistes a los tratamientos de cloración del agua potable.
La transmisión aerógena del ooquiste se considera una vía de infección en las aves, en las que la
criptosporidiosis respiratoria es bastante frecuente.
También cabe destacar la posibilidad de que los humanos se infecten por contacto con diversas especies de
mamíferos. Gran parte de casos de transmisión zoonótica están asociados al manejo de ganado infectado,
especialmente terneros.
Criptosporidiosis en Rumiantes:
Los rumiantes, según los estudios epidemiológicos son muy receptivos a la infección por C. parvum,
considerado uno de los agentes etiológicos más comunes del síndrome de diarrea neonatal.
La criptosporidiosis bovina afecta fundamentalmente a terneros menores de 4 semanas. El periodo de
incubación oscila entre 2 y 10 días, y la diarrea persiste entre 2 y 14 días, coincidiendo con el periodo de
patencia.
En corderos y cabritos, la criptosporidiosis se observa entre la primera y la tercera semana de vida, y la diarrea
tiene una duración aproximada de 4 días. (Parece ser que los cabritos son especialmente sensibles a C.parvum
y los escasos estudios publicados en España señalan una prevalencia del 70%, con elevados porcentajes de
mortalidad).
La infección es menos frecuente en los rumiantes mayores de 1 mes. En éstos, habitualmente cursa de forma
subclínica y con baja eliminación de ooquistes, aunque desde el punto de vista epidemiológico tienen gran
interés como portadores asintomáticos.
La manifestación clínica característica de la criptosporidiosis es un síndrome diarréico agudo, acompañado de
gran número de ooquistes. Los animales afectados eliminan heces no sanguinolentas, acuosas y abundantes y
presentan deshidratación, debilidad, pérdida de peso y anorexia, lo que provoca un retraso en el crecimiento.
En la necropsia, las lesiones corresponden a una enteritis catarral aguda, con congestión y edema del intestino
afectado, especialmente la parte final del yeyuno e íleon, que presentan un contenido amarillento y acuoso.
Histológicamente, se observa atrofia de las vellosidades, con sustitución del epitelio dañado por un epitelio
cúbico. en las criptas se mantiene el epitelio cilíndrico, pero con abundantes figuras mitóticas. La lámina
propia aparece infiltrada de células inflamatorias, incluyendo neutrófilos, linfocitos y ocasionalmente
eosinófilos.
En las explotaciones afectadas por criptosporidiosis, la morbilidad puede alcanzar el 100%. La mortalidad
suele ser baja, si bien puede darse un considerable índice en aquellas infecciones mixtas de C.parvum con
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virus o bacterias enteropatógenas.
La infección cursa con diarrea en aproximadamente el 75% de los animales.
Estudios realizados en Aragón indican que en el 76% de las explotaciones de rumiantes existen animales
lactantes parasitados, con una prevalencia que oscila entre 53,8% en terneros y 55% en corderos.
Criptosporidiosis en Ganado porcino:
También el ganado porcino es especialmente receptivo a C.parvum, aunque las teorías mayoritarias coinciden
en señalar que en esta especie, la parasitación cursa habitualmente de forma subclínica.
La cronología de la infección en porcino es diferente de la observada en rumiantes: es muy poco frecuente en
lechones lactantes, detectándose el con más frecuencia en la etapa post−destete y primeras fases de engorde.
Esta circunstancia hace suponer a los estudiosos de la materia que puede ser muy eficaz la inmunidad
lactogénica proporcionada por las madres a los lechones.
También la escasa frecuencia con que las cerdas madres son parasitadas, ha sido señalada como justificadora
de la baja prevalencia de la infección observada en lechones lactantes.
La criptosporidiosis en porcino está muy extendida en Aragón, puesto que existen animales parasitados en el
77,8% de las explotaciones, según confirman los estudios realizados, aunque la infección cursa de forma
subclínica en más del 90% de los animales.
Criptosporidiosis en animales de Compañía:
La parasitación en animales de compañía es menos frecuente que en las especies de abasto, según indican los
escasos estudios realizados en este terreno.
En perros, la infección por C.parvum es generalmente asintomática, aunque se ha incriminado ocasionalmente
como causa de diarrea en cachorros y perros infectados simultáneamente por el virus del moquillo.
En gatos, la prevalencia de parasitación es muy poco conocida, aunque parece demostrada una mayor
frecuencia en gatos silvestres de entre 10 días y 6 meses. En gatos con inmunodepresión por los virus de la
leucemia o de la inmunodeficiencia felina, la infección cursa con diarrea crónica. Aunque mucho más escasos,
también se han detectado casos de diarrea en algunos animales que no padecían los referidos procesos víricos
inmunodepresores.
Criptosporidiosis en Equidos:
Fue asociada inicialmente a cuadros de inmunodeficiencia combinada congénita en potros de raza árabe y a
infección por adenovirus. Posteriormente ha sido señalada como causa de diarrea en potros
inmunocompetentes.
Las manifestaciones clínicas se presentan habitualmente en potros menores de 3 meses de edad.
En España se han dado casos de elevada mortalidad, en las que Cryptosporidium fue el único patógeno
detectado, en potros inmunocompetentes de 2 a 15 días de edad.
Criptosporidiosis Aviar:
Ha sido descrita en:
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− pollos,
− pavos,
− palomas,
− codornices,
− ocas
− aves silvestres,
La infección se manifiesta con diarrea, que puede ocasionalmente ir asociada a una mortalidad superior al
90% en codornices de 4 a 6 días de edad.
En pollos y pavos es más frecuente la parasitación del aparato respiratorio, que cursa con disnea, tos y
secreción nasal serosa. Puede provocar una mortalidad elevada.
También se ha detectado la infección en el aparato urinario de gallinas ponedoras, aves silvestres o en la bolsa
de Fabricio de palomas, señalándose como causa de conjuntivitis en faisanes de 6 semanas de edad.
Profilaxis:
a) − En Humanos:
En ausencia de un tratamiento eficaz frente a Cryptosporidium, la prevención de la infección tiene gran
importancia, ya que los ooquistes de este protozoo resisten la mayor parte de los desinfectantes.
Se recomienda que las personas que manejan animales, incluyendo veterinarios, ganaderos, etc., adopten
medidas de higiene para evitar la ingestión o inhalación de ooquistes.
Estas medidas se hacen especialmente necesarias en los niños y pacientes inmunodeprimidos.
Para disminuir la exposición en personas infectadas con el virus de inmunodeficiencia humana, estas deben
evitar:
− Relaciones sexuales que supongan contacto oral−anal.
− Contacto con personas infectadas, especialmente niños con diarrea. (El riesgo puede ser disminuido con
buenas prácticas de higiene, como es el lavado de manos después del contacto con heces, por cambio de
pañales).
− Cuando compren un animal de compañía, es conveniente que éste sea mayor de 6 meses y con buena salud.
− El contacto con terneras o corderos y la visita a granjas de estos animales.
− El agua y alimentos contaminados.
Respecto al agua, puede ser peligroso beber y nadar en ríos o lagos. el agua del gripo no siempre es segura, y
la procedente de origen subterráneo (manantiales).debería serlo, pero el etiquetado no es estándar y no lo
refleja.
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− Cuando exista un brote y lo aconsejen las autoridades, hervir el agua durante un minuto
b) − En Animales:
Los ooquistes son muy resistentes en e medio ambiente y a la mayoría de los desinfectantes usados en
veterinaria.
Debido a la ausencia de un fármaco eficaz, el control de la infección en las explotaciones afectadas se basa en
medidas higiénico−sanitarias, con el fín de reducir o eliminar la presencia de ooquistes en el medio.
Estas medidas incluyen:
− la limpieza y desinfección de las explotaciones antes de la época de los partos,
− el aislamiento, en la medida de lo posible, de los animales enfermos y los sanos.
Las mejores medidas de profilaxis entre los animales son las de tipo higiénico−sanitario, que incluyen
fundamentalmente la limpieza y desinfección del suelo.
Los desinfectantes más indicados son:
− el formol al 10%,
− los compuestos de amonio cuaternario al 10%,
− la lejía comercial al 70−100%
En un tiempo de exposición relativamente corto, pueden resultar eficaces otros desinfectantes como el
peróxido de hidrógeno, el dióxido de cloro y la mezcla de amonio e hidróxido sódico.
La desecación y el vapor a presión también inactivan la infectividad de los ooquistes
Tratamiento:
En la actualidad no se dispone de un fármaco que sea realmente eficaz frente a este protozoo, para el
tratamiento del hombre y de los animales, a pesar de haberse ensayado más de 100 medicamentos
antiinfecciosos diferentes.
a) − Humanos:
Aunque las infecciones en hospedadores inmunocompetentes suelen ser autolimitadas, existen cuadros
sintomáticos con diarrea importante, en los que aparece una grave deshidratación, que obliga a un tratamiento
por vía oral o parenteral, para reponer las pérdidas de líquidos y electrolíticos. Casos menos agudos se
solucionan con una dieta astringente.
En los pacientes inmunodeprimidos, sobre todos en los VIH+ la repercusión de la criptosporidiosis es
devastadora, lo que ha originado la administración sin precedentes de una amplia gama de fármacos e
inmonorreguladores, a pesar de disponer de pocos datos preclínicos. La mayor parte de los intentos han
fracasado y, además, no han generado mucha información útil para idear tratamientos eficaces. (Este fracaso,
además de la ineficiencia farmacológica puede ser también debido a otros factores, como infecciones
concomitantes, inmunodepresión severa, malabsorción, reservorio en las vías biliares o tratamientos
asociados).
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Productos que han sido evaluados en el tratamiento de la infección:
− Antibióticos: Espiramicina, azitromicina, paromomicina.
− Coccidiostáticos: Diclazuril y letrazuril
− Antivíricos: Antiretrovial zidovudina
− Antidiarréicos: Caolín más pectina, loperamida, sulfato de morfina, difenoxilato, subsalicilato de bismuto.
− Inmunoterapia: Empleo terapeútico o profiláctico de calostro bovino de vacas hiperinmunizadas. (Las
inmunoglobulinas calostrales podrían actuar bloqueando el punto de unión del parásito a la célula
hospedador). También se ha utilizado un extracto de lucocitos dializable, conocido como factor de
transferencia, que se obtiene a partir de ganglios linfáticos mesentéricos de terneros inmunizados.
Se ha investigado así mismo el efecto de los anticuerpos monoclonales.
b)− Animales:
En corderos y terneros se han obtenido resultados aceptables con lactato de halofuginona, que ofrece una
alternativa terapeútica. Asimismo, se recomienda la rehidratación por vía oral y la administración de
antibióticos (enrofloxacina, colistina....) para prevenir complicaciones bacterianas.
Todo ello obliga a profundizar en el estudio biológico del parásito y a desarrollar nuevos abordajes
terapeúticos de la criptosporidiosis.
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