¿La Corte constitucional puede llegar a sustituir la constitución a través de su interpretación? Juan Carlos Rodríguez Guzmán Abogado de la Universidad Santo Tomás. Especialista en Derecho Constitucional y Estudiante del último trimestre de la especialización en Derecho Administrativo de la Universidad del Rosario. En el proceso de creación del Estado, se identifica el acto constituyente por medio del cual el pueblo manifiesta su voluntad política, el poder constituyente en el cual el pueblo se da su propia organización política y jurídica, y la constitución como resultado del ejercicio de dicha potestad. La constitución es considerada como un “conjunto armónico de reglas e instituciones jurídicas que establecen las bases de la organización general del Estado y de su funcionamiento, determinan los principios de la forma de su gobierno y de sus órganos supremos, así como los derechos y deberes del mismo en relación con las persona y de éstas con aquél, delimitando el circulo de acción”1. Esta facultad que tiene todo pueblo de darse su propia constitución, es conocida bajo el nombre de poder constituyente. De igual forma se le asigna este nombre, a la potestad de cambiar o modificar la Constitución Política existente. Lo anterior equivale a decir, que la función constituyente no se agota o acaba con el acto de darse por vez primera una constitución, ya que el poder constituyente enmarca el poder de reforma de la constitución original o presente, de forma total o parcial. La necesidad de reformar parcial o totalmente una constitución, radica en el hecho que la carta política se adecue a las necesidades presentes de la sociedad, es decir la necesidad de la evolución de todo Estado. El poder de reforma o poder del constituyente derivado, hace referencia al poder establecido por la constitución, el cual tiene por objeto reformar la carta superior bajo las condiciones fijadas por ella misma. 1 Jacobo Pérez Escobar. DERECHO CONSTITUCIONAL COLOMBIANO. Quinta edición. Editorial Temis. Página 8. En Colombia el poder constituyente radica en el pueblo, quien tiene la potestad de darse su propia constitución. Este poder originario no está sujeto a límites jurídicos, ya que los actos del poder constituyente establecen el orden jurídico. El artículos 374 y siguientes de la Constitución del año 1991, establecen los mecanismos de reforma de la carta, los cuales se denominan acto legislativo, referendo y Asamblea Constituyente. En las citadas normas se fijan las reglas y los procedimientos a los que deben estar sometidos los mecanismos de reforma constitucional. Sin embargo, este poder derivado de reforma constitucional está sometido a controles. Es así como la Corte Constitucional, tiene competencia para decidir acerca de los vicios de procedimiento en su formación, mediante la atribución otorgada en el numeral 1 del artículo 241 de la Constitución, que le confiere a la Corte Constitucional la competencia para “(d)ecidir sobre las demandas de inconstitucionalidad que promueven los ciudadanos contra los actos reformatorios de la Constitución, cualquiera que sea su origen, pero solo por vicios de procedimiento en su formación”. A su vez el artículo 379 de la carta dispone que los actos legislativos, la convocatoria de referendo, la consulta popular o el acto de convocatoria a asamblea constituyente, podrán ser declarados inconstitucionales cuando violen los requisitos establecidos en el título XIII de la Constitución, que regula los procedimientos de reforma constitucional. No obstante lo anterior, la Corte Constitucional en varias de sus sentencias (C – 551/03, C970/04 y C-1040/05), ha manifestado que en el control constitucional de las reformas a la carta, además de verificar que los mecanismos de reforma no tengan vicios de procedimiento en su formación, la corte pueden valorar que la reforma a estudiar, no sustituya la constitución, esto es, la intención de remplazar la constitución por una distinta. Mediante esta tesis, el alto tribunal constitucional “pretende” defender la integridad del querer del constituyente de 91. Atendiendo a lo dicho, nos preguntamos si es posible que en la interpretación de la constitución, el alto tribunal incurra en sustitución de la constitución y si es así, que órgano lo controla o que recursos existen para esto. Para contestar nuestro interrogante, comenzaremos por dilucidar que es la sustitución constitucional, tal como lo entiende la Corte. La Corte Constitucional en sentencia C-1040 de 2005, analiza las sentencias C-551 de 2003, C-970 y 971 de 2004 y aclara su posición frente a la sustitución constitucional. En el citado fallo se estableció: (…) “(E)l concepto de sustitución refiere a una transformación de tal magnitud y trascendencia, que la Constitución anterior a la reforma aparece opuesta o integralmente diferente a la que resultó después de la reforma, al punto que ambas resultan incompatibles. La jurisprudencia ha aludido a sustituciones totales y a sustituciones parciales y ha sostenido que el reformador tampoco puede introducir sustituciones parciales entendiendo por tales aquellas en las cuales un eje definitorio de la identidad de la Constitución sea remplazado por otro opuesto o integralmente diferente. En ninguna de sus sentencias la Corte ha declarado inexequible una reforma constitucional por haber llegado a la conclusión de que el reformador excedió su competencia y sustituyó la Constitución, en todo o en parte…”. (…) “(L)a Corte ha dicho que la aplicación del método para identificar sustituciones en ningún caso puede conducir a volver irreformables normas de la Carta porque no hay normas pétreas ni principios intangibles en la Carta de 1991”. (…) “(L)a Corte reitera su jurisprudencia en el sentido de que el reformador de la Constitución no es soberano y ejerce una competencia limitada por las normas adoptadas por la Asamblea Constituyente en 1991. Se subraya que, de conformidad con el artículo 374 de la Carta, la Constitución puede ser “reformada” por el Congreso, no derogada, subvertida o sustituida. A su vez, el artículo 380 de la Carta permite distinguir entre la derogación de una Constitución, de un lado, y las reformas introducidas a una Constitución, de otro, reformas que si bien pueden cambiar el contenido de las normas constitucionales no sustituyen la Constitución por otra Carta opuesta o integralmente diferente, como sucedió cuando se promulgó la nueva Constitución en 1991. En el artículo 379 de la Carta se establece que la Corte debe controlar que el reformador respete todos “los requisitos” establecidos en el Título XIII de la Constitución, el primero de los cuales es precisamente la competencia del órgano que expide la reforma regulada en el primer artículo de dicho Título. Esta competencia es un presupuesto para que dicho órgano, en este caso el Congreso de la República, pueda luego seguir el trámite para modificar válidamente la Constitución. El requisito que debe verificar la Corte es que el Acto Legislativo sea una reforma, no una derogación o sustitución de la Constitución, como lo ordena el artículo 374 en concordancia con el artículo 380 de la Constitución Política. La Corte enfatiza que el único titular de un poder constituyente ilimitado es el pueblo soberano, en virtud del artículo 3º de la Carta. En 1991 el poder constituyente originario estableció un poder de reforma de la Constitución, del cual es titular, entre otros, el Congreso de la República que es un órgano constituido y limitado por la propia Constitución y, por lo tanto, solo puede ejercer sus competencias “en los términos que esta Constitución establece”, no de manera ilimitada. El Congreso, aun cuando reforma la Constitución, no es el detentador de la soberanía que “reside exclusivamente en el pueblo”, el único que puede crear una nueva Constitución. Adicionalmente, la Corte constató que el pueblo puede investir a una Asamblea Constituyente de la competencia para expedir una nueva Constitución, posibilidad expresamente permitida en el artículo 376 de la Carta. Solo por medio de este mecanismo puede ser sustituida la Constitución vigente por una opuesta o integralmente diferente”. (…) “Advierte la Corte que el poder de reforma es muy amplio y comprende la adopción de modificaciones importantes e, inclusive, trascendentales. No es la importancia, ni son las implicaciones profundas de una reforma, lo que determina si ésta supone una sustitución de la Constitución. El fenómeno jurídico de la sustitución de la Constitución se presenta cuando un elemento definitorio de la esencia de la Constitución de 1991, en lugar de ser modificado, es reemplazado por uno opuesto o integralmente diferente. Así, después de la sustitución de la Carta, como es imposible reconocerla en su identidad básica, no cabe afirmar que la Constitución reformada sigue siendo la Carta de 1991. Al Congreso de la República le está vedado sustituir la Constitución, en forma total o parcial, permanente o transitoria. Por supuesto, le está prohibido reemplazar la Constitución de 1991 por una completamente nueva y diferente. Pero tampoco puede sustituir la Carta mediante un cambio parcial de tal magnitud que haga imposible, de manera permanente o transitoria, reconocer en la Constitución los elementos esenciales definitorios de su identidad originaria, lo cual no obsta para que el Congreso efectúe reformas importantes para adaptar la Carta a la evolución de la sociedad y responder a las expectativas de los ciudadanos”. (…) “Si el órgano que expidió la reforma era competente para hacerlo, nos encontraríamos frente a una verdadera reforma constitucional, susceptible de control sólo en relación con los vicios en el trámite de formación del correspondiente acto reformatorio. Si, por el contrario, hay un vicio de competencia, quiere decir que el órgano respectivo, por la vía del procedimiento de reforma, habría acometido una sustitución de la Constitución, para lo cual carecía de competencia, y su actuación habría de ser invalidada”. (…) “El método del juicio de sustitución exige que la Corte demuestre que un elemento esencial definitorio de la identidad de la Constitución de 1991 fue reemplazado por otro integralmente distinto. Así, para construir la premisa mayor del juicio de sustitución es necesario (i) enunciar con suma claridad cuál es dicho elemento, (ii) señalar a partir de múltiples referentes normativos cuáles son sus especificidades en la Carta de 1991 y (iii) mostrar por qué es esencial y definitorio de la identidad de la Constitución integralmente considerada. Solo así se habrá precisado la premisa mayor del juicio de sustitución, lo cual es crucial para evitar caer en el subjetivismo judicial. Luego, se habrá de verificar si (iv) ese elemento esencial definitorio de la Constitución de 1991 es irreductible a un artículo de la Constitución, - para así evitar que éste sea transformado por la propia Corte en cláusula pétrea a partir de la cual efectúe un juicio de contradicción material- y si (v) la enunciación analítica de dicho elemento esencial definitorio no equivale a fijar límites materiales intocables por el poder de reforma, para así evitar que el juicio derive en un control de violación de algo supuestamente intangible, lo cual no le compete a la Corte. Una vez cumplida esta carga argumentativa por la Corte, procede determinar si dicho elemento esencial definitorio ha sido (vi) reemplazado por otro –no simplemente modificado, afectado, vulnerado o contrariado- y (vii) si el nuevo elemento esencial definitorio es opuesto o integralmente diferente, al punto que resulte incompatible con los elementos definitorios de la identidad de la Constitución anterior…”. Una vez verificado lo que el alto tribunal constitucional entiende por sustitución, nos adentramos a estudiar los efectos de las sentencias de la Corte Constitucional. La doctrina2 ha recogido esto, bajo la denominación de sentencias interpretativas y sentencias manipulativas. 2 Xiomara Lorena romero Pérez. Memorias. V Jornadas de Derecho Constitucional y Administrativo. Los procesos ante la jurisdicción constitucional y de lo contencioso administrativo. Universidad Externado de Colombia. 2005. Página 97. Por sentencias interpretativas se ha entendido, “aquellas que restringen o eliminan el margen interpretativo pero siempre en relación con el enunciado. Desde esta perspectiva, incorporan algún tipo de declaración acerca de cómo debe entenderse un determinado enunciado legal, es decir, no se limita a declarar la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la norma impugnada, sino que excluyen algunas de las interpretaciones posibles o excluyen todas menos una, que es la que se declara conforme a la constitución”3 Se ha dicho que este tipo de sentencias puede ser: I. “Desestimatorias del recurso: expresamente no declaran la inconstitucionalidad de una disposición, pero declaran la inconstitucionalidad de normas”4. II. “Estimatorias del recurso: aparentemente declaran la inconstitucionalidad de una disposición, pero declaran la inconstitucionalidad de normas”5. III. “De carácter armonizante: son aquellas sentencias que declaran la constitucionalidad de una disposición sin pronunciarse acerca de las normas derivadas de ésta, pero que condicionan su exequibilidad a la realización de una interpretación en armonía con una serie de principios y valores, con otras disposiciones bien sea de rango legal o constitucional”6. Por su parte, las sentencias manipulativas son entendías como aquellas que “no se pronuncian simplemente acerca de la conformidad o no con la Constitución de las normas sino que, junto con ello (o para ello), el tribunal constitucional produce una nueva norma, que no es el resultado de la interpretación de la disposición enjuiciada, sino que, a juicio del tribunal, bien impuesta por la constitución para conservar la validez de la disposición, aunque finalmente esa norma nueva es presentada como un significado de la disposición impugnada, en otras palabras la norma se obtiene, no del enunciado, sino directamente de la Constitución”7. Este tipo de sentencias puede ser: i. “Aditivas: en ellas la disposición acusada es declarada conforme a la constitución con el añadido realizado por el Tribunal Constitucional”8. 3 Ibídem. Ibídem. 5 Ibídem. 6 Ibídem. 7 Xiomara Lorena romero Pérez. Memorias. V Jornadas de Derecho Constitucional y Administrativo. Los procesos ante la jurisdicción constitucional y de lo contencioso administrativo. Universidad Externado de Colombia. 2005. Página 98. 4 8 Ibídem. ii. “Reductoras: son aquellas sentencias que como consecuencia de la declaración de inconstitucionalidad o constitucionalidad, de una parte del contenido normativo que deriva conjuntamente de un texto afectándolo o no, conlleva a una reducción de la extensión del contenido normativo”9. iii. “Sustitutivas: la norma que se desprende de la disposición es declarada inconstitucional y sustituida por otra norma conforme a la constitución y producida por el tribunal a partir de ella”10 Al respecto la Corte constitucional ha expresado11: “La Constitución no ha establecido que la Corte esté atrapada en el dilema de mantener en forma permanente una norma en el ordenamiento (declaración de constitucionalidad) o retirarla en su integridad (sentencia de inexequibilidad), puesto que la carta simplemente ha establecido que a la corte compete decidir de las demandas de inconstitucionalidad que presenten los ciudadanos contra leyes (CP 241 ord 4°). Por consiguiente, al decidir sobre las demandas, la corte debe adoptar la modalidad de sentencia que mejor le permita asegurara la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución. Y de esta manera lo ha hecho y lo seguirá haciendo esta corporación. Así, en ciertas ocasiones, la Corte ha decidido mantener en el ordenamiento jurídico una norma pero condicionando su permanencia a que sólo son validas unas interpretaciones de la misma, mientras que las otras son inexequibles (sentencias interpretativas o de constitucionalidad condicionada)”. (…) “Esta modulación de los efectos de la sentencia no es en manera alguna una arbitraria invención de la Corte Constitucional colombiana, sino que, como se ha dicho, es una consecuencia de la función de la corte como guardiana de la integridad y supremacía de la carta. Además, la necesidad de esa modulación de las sentencias resulta de las tensiones valorativas implícitas en todo texto constitucional, razón por la cual la mayoría de los tribunales constitucionales han desarrollado diversos tipos de fallos con el fin de cumplir en forma razonada, su función de control constitucional”. (…) 9 Ibídem. Ibídem. 11 Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C- 109 de 1995. 10 “La sentencia integradora es una modalidad de decisión por medio de la cual, el juez constitucional, en virtud del valor normativo de la Carta (CP art 4), proyecta los mandatos constitucionales en la legislación ordinaria, para de esta manera integrara aparentes vacios normativos o hacer frente a las inevitables indeterminaciones del orden legal. En ello reside la función integradora de la doctrina constitucional, cuya obligatoriedad, como fuente de derecho, ya ha sido reconocida por esta corporación. Y no podía ser de otra forma, porque la constitución no es un simple sistema de norma, sino la norma suprema, por lo cual sus mandatos irradian y condicionan la validez de todo el ordenamiento jurídico”. (…) “Las sentencias integradoras encuentran entonces su primer fundamento en el carácter normativo de la Constitución, puesto que le juez constitucional, con el fin de asegurar la integridad y la supremacía de la carta, debe incorporar en el ordenamiento legal los mandatos constitucionales. Por ello, si el juez, para decidir un caso, se encuentra con indeterminación legal, ya sea porque el enunciado legal es insuficiente, ya sea porque el enunciado es contrario a la carta, el juez debe proyectar los mandatos constitucionales directamente al caso, aun cuando de esa manera, en apariencia, adicione al orden legal con nuevos contenidos normativos. El juez en este caso en manera alguna está legislando pues lo único que hace es dar aplicación al principio según el cual la Constitución, como norma de normas, tiene una suprema fuerza normativa”. Una vez enunciado todo lo anterior, podemos establecer como el alto tribunal a través de sus diferentes tipos de sentencias, puede llegar a sustituir la constitución por medio de su interpretación, ya que al ser la Corte Constitucional el guardián de la integridad y supremacía de la constitución, puede interpretarla como a bien tenga. Así lo ha dejado claro el alto tribunal al sustentar la necesidad de la modulación de las sentencias12. Esto nos lleva a plantear, que la Corte Constitucional frente al análisis de una disposición, una norma o un acto reformatorio de la constitución, puede dar una interpretación totalmente contraria al querer del constituyente primario, de tal forma que modifica en forma sustancial la integridad de la constitución. En otras palabras el alto tribunal puede a través de su interpretación realizar una transformación de tal magnitud y trascendencia, que la Constitución anterior a la reforma 12 Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C- 109 de 1995 aparece opuesta o integralmente diferente a la que resultó después de la reforma, al punto que la interpretación y la norma constitucional resultan incompatibles. Veamos como las sentencias de la Corte Constitucional tiene un margen de libertad muy amplio, ya que incorporan declaraciones acerca de cómo debe entenderse un enunciado legal frente a la carta superior, o produce una nueva norma que supuestamente viene impuesta por la misma constitución. Esta última actuación ha dado lugar a denominar al alto tribunal constitucional como un legislador negativo, que en muchos casos se inmiscuye en asuntos que no le corresponden, generando así una extralimitación de sus funciones. Es por esto, que al tener un margen tan amplio de acción, el alto tribunal si puede llegar a realizar una sustitución total o parcial de la Constitución. Un ejemplo de este planteamiento se podría dar, en el caso hipotético que la Corte Constitucional al realizar un control constitucional, llegue a la conclusión que en Colombia debe instituirse de ahora en adelante la siguiente interpretación: Colombia es un estado de derecho, organizado en forma de estados federados, cuya soberanía radica en manos del presidente de la unión. Como podemos observar, el anterior caso plantea una situación típica de sustitución constitucional, ya que cambia de manera sustancial el marco normativo de la constitución del 91, además de la voluntad del constituyente del mencionado año. Entendemos que el ejemplo planteado es un caso extremo, pero resaltamos la gravedad del asunto en un caso como el sugerido, ya que si esto llegare a pasar, no existe ningún órgano que controle al alto Tribunal Constitucional, ni una instancia superior de decisión judicial, ni mucho menos un recurso contra las sentencias de la Corte Constitucional13. Recordemos que todo poder que no esté totalmente regulado tiende a generar excesos. Es importante resaltar, que a la Corte Constitucional de Colombia, en los precisos términos del artículo 37414 de la Constitución, no le fue atribuida la facultad de modificar la Carta Superior y mucho menos de sustituirla, ya que el único que puede realizar esta actuación es el pueblo mediante una Asamblea Nacional Constituyente. Ahora bien, el alto tribunal constitucional he establecido que si “hay un vicio de competencia, quiere decir que el órgano respectivo, por la vía del procedimiento de 13 Decreto 2067 de 1991. Artículo 49. “Contra las sentencias de la Corte Constitucional no procede recurso alguno”. 14 Constitución Política de Colombia. Artículo 374. “La Constitución Política podrá ser reformada por el Congreso, por una Asamblea Constituyente o por el pueblo mediante referendo” reforma, habría acometido una sustitución de la Constitución, para lo cual carecía de competencia, y su actuación habría de ser invalidada”15. Sin embargo el artículo 243 de la carta dispone que los fallos que dicte la corte hacen transito a cosa juzgada constitucional, lo cual trae como consecuencia que las sentencias del alto tribunal constitucional presenten las siguientes características: 1. Efecto erga omnes y no inter partes. 2. Obligan para todos los casos futuros y no solo para el caso en concreto. 3. No se pueden juzgar nuevamente por los mismos motivos y por tanto, el fallo tiene certeza y “seguridad jurídica”. 4. Todos los sujetos de derecho quedan obligados por lo contemplado en el fallo. Es así como en el evento en que la Corte Constitucional sustituya la carta, el fallo que lo realiza, produce efectos erga omnes, obliga hacia el futuro y no es susceptible de ser juzgado nuevamente por los mismos motivos y por lo tanto, el fallo del alto tribunal que traiga consigo una sustitución, goza de certeza y seguridad jurídica, vinculando a todos los sujetos de derecho y todo esto bajo el aval del artículo 243 de la Constitución. Para muchos la solución salta a la vista, pues resulta evidente que no aplicar la supuesta sentencia de la corte que sustituye la constitución, es lo más conveniente y procedente. Otros simplemente podrán decir que se debe dar una aplicación taxativa del texto constitucional, dando cumplimiento al principio de supremacía del texto constitucional. No obstante lo anterior, el problema central se presentaría cuando la sociedad a través de sus operadores, aplica dicha sentencia, cambiando radicalmente el orden existente. No es viable imaginarnos las graves consecuencias sociales, económicas, políticas y jurídicas que acarrearía una situación como esta, pero en aras de prevenir este grave inconveniente, creemos que una situación de esta magnitud traería consigo graves problemas de violencia, inestabilidad en el mercado nacional e internacional, inseguridad jurídica, lucha por el poder, ruptura de la unidad nacional, etc. Diferente es la situación, cuando el pueblo se organiza a través de una Asamblea Nacional Constituyente y crea una nueva constitución, para lo que está de antemano preparado las autoridades del Estado, por autorización expresa del constituyente primario. Lo anterior se materializa con la fijación de suficientes recursos económicos y jurídicos, para poner en marcha las nuevas disposiciones constitucionales, lo que no sucedería con 15 Corte Constitucional en sentencia C-1040 de 2005. una sustitución de la corte vía interpretación, ya que el pueblo ni sus gobernantes están preparados para dicho cambio. Nosotros sabemos que el alto tribunal constitucional, está conformado por sujetos muy capacitados, pero de igual forma entendemos que al ser estos parte de la especie humana son susceptibles de cometer errores o equivocaciones. No son dioses ni pueden ser catalogados como tal. Por lo tanto, a modo de conclusión y con el fin de evitar una situación como la planteada y en aras de garantizar una efectiva seguridad jurídica, es necesario que se cree un recurso de reconsideración, el cual debe tener por objeto, que la Corte Constitucional revise en sala plena, si en una determinada sentencia modifico o sustituyo la constitución a través de la interpretación en sus sentencias. Adherido a lo anterior, sugerimos que el mencionado recurso pueda ser ejercido por cualquier persona y no se reduzca a las personas que intervinieron en el proceso. Lo anterior por cuanto, la importancia del tema a tratar en el recurso, hace necesario el interés y participación de los miembros de la sociedad. Con esto se garantizaría la conservación de la integridad del texto normativo y por ende del querer del constituyente del 91 y se respetarían principios tan importantes como la seguridad jurídica, el orden justo, el acceso a la administración de justicia, la democracia, la dignidad humana y evitaríamos de esta forma la inclusión en un posible estado de barbarie. Es por todo lo anterior, que sugerimos una reforma al artículo 49 del decreto 2067 de 199116, o en su defecto un pronunciamiento por parte del alto tribunal constitucional. 16 Decreto 2067 de 1991. “Por el cual se dicta el régimen procedimental de los juicios y actuaciones que deban surtirse ante la Corte Constitucional”. Bibliografía 1. 2. 3. 4. Asamblea Nacional Constituyente del año 1991. Constitución Política de Colombia. Decreto 2067 de 1991. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C- 109 de 1995 Corte Constitucional. Sentencia C – 551 de 2003. M.P. Eduardo Montealegre Lynett. 5. Corte Constitucional. C-970 de 2004. M.P. Rodrigo Escobar Gil. 6. Corte Constitucional. Sentencia C-971 de 2004. M.P. Manuel José Cepeda. 7. Corte Constitucional. sentencia C-1040 de 2005. M.P. Manuel José Cepeda 8. Vidal Perdomo Jaime. Introducción al control constitucional. (Teoría y aproximación a la práctica en Colombia). Ediciones Academia Colombiana de Jurisprudencia. 2007. 9. Sáchica Luis Carlos. Nuevo Constitucionalismo Colombiano. Editorial Temis. 10. Memorias. V Jornadas de Derecho Constitucional y Administrativo. Los procesos ante la jurisdicción constitucional y de lo contencioso administrativo. Universidad Externado de Colombia. 2005. 11. Pérez Escobar Jacobo. Derecho Constitucional Colombiano. 2004. 12. Younes Moreno Diego. Derecho Constitucional Colombiano. 2006.