Cambiarnos a nosotros mismos antes de poder cambiar el mundo NUESTRA NATURALEZA ORIGINAL Y NUESTRA NATURALEZA CAÍDA Cuando Emanuel Swedenborg preguntó en cierta ocasión a maestros en el mundo espiritual sobre el cielo y el infierno, el famoso espiritualista y científico del siglo XVIII que visitó y exploró el mundo espiritual por casi 30 años, transcribió esta respuesta: "Hay tres realidades básicas en el infierno, que son simplemente lo contrario de las realidades del cielo. Los aspectos básicos del infierno son tres amores o deseos: el deseo de gobernar o mandar motivado por la gloria personal, el deseo de tener lo que pertenece a otros debido al amor por las cosas del mundo, y el placer por las relaciones sexuales fuera del matrimonio". "Las realidades básicas del cielo son los tres deseos o amores opuestos a ésos: el amor o deseo de gobernar motivado por el afán de ser útil, el querer tener bienes debido al deseo de ponerlos en un buen uso, y el placer en el verdadero amor matrimonial". Como podemos ver, creamos el cielo y el infierno o la felicidad y la desdicha según el uso de nuestros amores y actitudes. Por tanto, tenemos la responsabilidad de realmente recuperar y mantener una actitud correcta sobre cuatro deseos originales, recibidos de nuestro Creador, para cumplir con el propósito de nuestras vidas. Estos cuatro deseos originales más fundamentales son: 1. El deseo de amor sexual. La forma apropiada de cumplir ese deseo es guardando la ley más básica del cosmos, que ya nos fue dada en los mismos albores de la historia en lo que el Génesis expresa en forma simbólica como "no comer del fruto." Lo que significa una abstinencia voluntaria como preparación necesaria para consumar ese primer amor verdadero y su expresión sexual dentro del vínculo conyugal, y después el mantenimiento y perfección de ese amor a través de una fidelidad absoluta a nuestro cónyuge en forma permanente. En esa forma realizaremos el ideal de un amor eterno, comienzo de una de una familia y un linaje que nos dará la mayor paz y felicidad para siempre. Por el contrario, el mal uso de ese deseo natural nos arrastra al amor por la variedad o el sexo libre en otros términos, el amor por la fornicación y el adulterio, que es totalmente opuesto al verdadero amor conyugal o matrimonial. Al final, la gente involucrada en ese tipo de amores nunca encuentra satisfacción permanente, e inevitablemente se sumergen en la decepción y la infelicidad. 2. El deseo de tener cosas materiales (amor por las cosas del mundo). No hay nada equivocado con nuestro deseo por tener cosas, por ser rico, adinerado y próspero, por ser un millonario, tener tierras y propiedades. Todas estas aspiraciones se relacionan con el deseo original de ejercer un verdadero dominio de amor sobre el medio ambiente permitiéndonos ser los verdaderos señores de la creación como Dios desea. ¿Pero cuál es la actitud apropiada para cumplir esos deseos? Si cuando lo que poseemos se usa correctamente para el beneficio y el servicio de los demás, generando alegría y felicidad así como armonía en el medio ambiente, todo eso es perfectamente aceptable, bueno y legítimo. Por otra parte, cuando mantenemos riquezas solamente para satisfacer nuestros intereses particulares y nuestro poder y gloria personal, eso va en detrimento de los demás y en prejuicio del medio ambiente, lo que es injusto, por ello, a largo plazo resultará en insatisfacción y fracasos. 3. El deseo de autoridad (amor al poder). Todos deseamos ser un rey o una reina. Este es un deseo original y natural, debido a nuestra posición y dignidad como hijos de Dios. La forma apropiada de ejercer ese deseo es llegar a ser un verdadero líder. Un verdadero líder es el que se satisface en ser útil y el que genuina y sinceramente ama y sirve a los demás. Por lo tanto, tal persona es naturalmente apreciada por todos los que le rodean y quienes gustosamente le darán el reconocimiento, el poder y la posición que se merece. Valor y Posición. Cuando tenemos verdadero valor en nosotros mismos y las calificaciones necesarias, tarde o temprano, aun cuando no lo queramos ni lo busquemos, ese valor será reconocido y se nos dará la posición y la autoridad. Por el contrario, cuando alguien disfruta de una posición y ejerce su autoridad para su propia gloria y beneficio personal, obviamente carece de valor moral, por lo que, tarde o temprano si no cambia, tal persona terminará perdiendo su autoridad y posición. 4. El deseo de autoperfección. Esta es una ambición o deseo original que nos motiva siempre a alcanzar nuestro potencial como hijos de Dios. Todos tenemos ese deseo de ser mejores y de tener éxito. Nos gusta adquirir conocimientos y desarrollar habilidades. Queremos sobresalir y lograr la excelencia en las cosas que hacemos. Nos gusta ser reconocidos, admirados y famosos. Deseamos llegar a ser grandes artistas, científicos, conferencistas, campeones deportivos, inventores, filántropos, etc. Como ya hemos dicho, la actitud apropiada para realizar estas aspiraciones consiste en usar todos nuestros logros para el bien y la felicidad de los demás. De lo contrario, nuestros deseos, ambición y esperanza centrada sólo en nosotros mismos, desarrollan la codicia. El ejercicio de la libertad sin estar en conformidad con la ley divina genera el libertinaje. El mal uso del amor se torna en lujuria. Nuestra dignidad y orgullo natural de ser hijos de Dios se transforma, cuando no vivimos centrados en Dios, en vanidad y arrogancia. Si no usamos apropiadamente nuestros talentos, creatividad e ingenio para ayudar a los demás, a menudo se convierten en malicia. El obispo ortodoxo griego, Kallistos Ware, lo expresó y analizó elocuentemente: "Un aspecto esencial para resguardar el corazón es la guerra contra las pasiones. Por pasión se entiende cualquier apetito o anhelo desordenado y compulsivo que violentamente toma posesión del alma como: enojo, celos, glotonería, avaricia, lujuria, orgullo y demás. Nuestro objetivo no es eliminar las pasiones sino el dirigir su energía. Convertir la rabia desenfrenada en la indignación virtuosa y justa, los celos rencorosos en el celo por la verdad, la lujuria sexual en una sexualidad sana (eros) que es pura en su fervor. De esa forma, las pasiones no serán destruidas sino que serán purificadas, serán educadas y no erradicadas; se usarán positivamente y no negativamente. Animamos a no suprimir las pasiones sino a transformarlas, canalizarlas, sublimarlas". Ningún aspecto básico del carácter humano es esencialmente malo. El bien y el mal son un asunto de dirección. Cuando los deseos de nuestra naturaleza original están mal dirigidos originan nuestra "naturaleza caída", básicamente egoísmo. Por esta razón, las causas o raíces de nuestra mala conducta resultan ser la inversión de las principales fuerzas para la bondad. El verdadero AMOR gradualmente transforma Vicios en Virtudes En el camino de nuestra restauración o perfeccionamiento, solo el verdadero amor puede hacer posible que todas nuestras actitudes, deseos y pasiones desviadas que nos conducen a actos egoístas y malos, puedan ser convertidas, purificadas y canalizadas positivamente en actitudes, deseos, pasiones y acciones virtuosas, buenas y altruistas. El padre jesuita Pierre Teilhard de Chardin esperando esa transformación positiva de la humanidad que será generada por la fuerza del amor verdadero, dice: "El día vendrá cuando después de manejar el espacio, los vientos, las mareas y la gravitación, podremos manejar las energías del amor. Y en ese día, por segunda vez en la historia del mundo, habremos descubierto el fuego." Sólo con la fuerza del amor verdadero, esas pasiones que nos arrastran a esos famosos SIETE PECADOS CAPITALES, serán sublimadas, canalizadas y transformadas en virtudes que nos liberaran y darán felicidad: 1. El verdadero AMOR gradualmente transforma nuestra soberbia (arrogancia, vanidad, altivez, insolencia, presunción, egolatría, falso orgullo) en humildad, (modestia, sinceridad, sencillez, mansedumbre). 2. El verdadero AMOR gradualmente transforma nuestra avaricia (egoísmo, codicia ), en generosidad (altruismo, desapego, benevolencia, desprendimiento, magnanimidad) 3. El verdadero AMOR gradualmente transforma nuestra impureza (lujuria, obscenidad, concupiscencia, deshonestidad, indecencia, lascivia, inmoralidad, promiscuidad), en castidad (pureza, fidelidad, continencia, pudor, honestidad, decencia, honor, honra) 4. El verdadero AMOR gradualmente transforma nuestra ira (saña, encono, odio, rabia, venganza, rencor, impaciencia), en paciencia (tolerancia, aguante, prudencia, armonía, apaciguamiento, imperturbabilidad) 5. El verdadero AMOR gradualmente transforma nuestra gula (glotonería), en templanza (frugalidad, moderación, sobriedad, austeridad). 6. El verdadero AMOR gradualmente transforma nuestra envidia (celos, rivalidad, animadversión), en caridad (misericordia, solidaridad, piedad, empatía, compasión). 7. El verdadero AMOR gradualmente transforma nuestra pereza (holgazanería, vagancia, negligencia, desidia) en esfuerzo y trabajo (diligencia, dedicación, perseverancia, constancia, determinación). En conclusión, la tarea a la que todos tenemos que enfrentarnos para transformar este mundo de vicios en uno de virtudes, comienza con nuestro propio cambio interior y personal. Tenemos que convertirnos en esos doctores del espíritu con la sabiduría y habilidad necesaria para transformar o revertir fuerzas mal dirigidas que crean nuestra naturaleza caída en fuerzas dirigidas al bien con las que restauramos y recuperamos nuestra naturaleza original buena. (véase el siguiente diagrama) Jesus Gonzalez (Basado en dos artículos publicados en Ultimas Noticias el viernes 12 de noviembre de 1999 y el viernes 14 de abril del 2000) ¿Dónde nos encontramos? En el camino de nuestra restauración o perfeccionamiento, solo el verdadero amor puede hacer posible que todas nuestras actitudes, deseos y pasiones desviadas que nos conducen a actos egoístas y malos, puedan ser convertidas, purificadas y canalizadas positivamente en actitudes, deseos, pasiones y acciones virtuosas, buenas y altruistas. NUESTROS DESEOS NATURALES Y ORIGINALES NATURALEZA CAIDA DESEOS MAL MALAS ACCIONES (deseos naturales y originales DIRIGIDOS (actitudes (conductas erradas) mal dirigidos) desviadas) Queja Envidia Crítica Imponer nuestro propio punto de vista Escepticismo Acusación Deseo de autoperfección y conocimientos (requerido para sobre nuestros semejantes, incluyendo Resentimiento Arrogancia a Dios Antipatía la 1ª Bendición) Deseo de amor sexual (requerido para la 2ª Bendición) Deseo de autoridad, orden y dominio (requerido para la 2ª Bendición extendida) Engaño Falsedad Calumnias Respeto Aprecio Gratitud Mentiras Rebelión Traición Misericordia Perdón Fe Alevosía Estafas Honestidad Veracidad Humildad EMPATÍA Imprudencia, Desesperación Abandono de nuestra posición de Seducción Traición responsabilidad en relación a otros. Deslealtad Infidelidad Fornicación Adulterio Homosexualidad Desprecio Orgullo Odio Explotación Intimidación Invertir el orden de dominio y autoridad Rabia Desdén Intolerancia Violencia Asesinato Tiranía en relación a otros. Discriminación Malicia Prejuicios Venganzas Deseo de tener cosas materiales, prosperidad, Multiplicar el mal en los asuntos riqueza y salud (requerido para humanos y el medio ambiente la 3ª Bendición) Irresponsabilidad Pereza Vagancia Impaciencia Engaño Lujuria Autojustificación Cizaña Negligencia Descuidos Abusos Glotonería Codicia Avaricia DESEOS BIEN DIRIGIDOS (actitudes virtuosas) Chismes. Tentar a otros al pecado, Confabulación Conspiración Sedición Vandalismo Abuso de las cosas y de substancias, Robo Extorsión Responsabilidad Paciencia Diligencia Esperanza Fortaleza Lealtad Fidelidad Castidad Pureza Piedad Filial Coraje Compasión Obediencia Bondad Amor Tolerancia Comprensión Servicio Arrepentimiento Autoreflexión Alabanza Honor hacia otros, Rectitud Protector Cuidado Sensibilidad Templanza Moderación Benevolencia Generosidad "Un aspecto esencial para resguardar el corazón es la guerra contra las pasiones. Por pasión se entiende cualquier apetito o anhelo desordenado y compulsivo que violentamente toma posesión del alma como: enojo, celos, glotonería, avaricia, lujuria, orgullo y demás. Nuestro objetivo no es eliminar las pasiones sino el dirigir su energía. Convertir la rabia desenfrenada en la indignación virtuosa y justa, los celos rencorosos en el celo por la verdad, la lujuria sexual en una sexualidad sana (eros) que es pura en su fervor. De esa forma, las pasiones no serán destruidas sino que serán purificadas, serán educadas y no erradicadas; se usarán positivamente y no negativamente. Animamos a no suprimir las pasiones sino a transformarlas, canalizarlas, sublimarlas". (Kallistos Ware, Obispo Ortodoxo Griego)