INTRODUCCIÓN En nuestro sistema jurídico, para que un acto jurídico exista, es necesaria la convergencia de dos elementos esenciales: el consentimiento y el objeto (y en algunos casos es necesaria la concurrencia de un tercer elemento que es la solemnidad). La voluntad, es un elemento indispensable para formar uno de los elementos de existencia del acto jurídico: el consentimiento, en tanto que éste consiste en un acuerdo o concierto de voluntades. Es indispensable que las voluntades que integran el consentimiento como elemento de existencia un acto jurídico, tanto en su formación interna como en su exteriorización, sean serias, conscientes y libres, esto es, que deben estar exentas de cualquier elemento perturbador, sin embargo, cuando la voluntad se forma sin que exista esa conciencia plena de la realidad y se exterioriza sin libertad absoluta, se está ante la presencia de los llamados vicios de la voluntad, los cuales, aún y cuando no impiden que surja el acto jurídico, lo hacen anulable. En el presente trabajo, se realizará precisamente un estudio acerca de los vicios de la voluntad, habiéndose estructurado en tres capítulos. El primero de ellos, se ocupa de aspectos generales, tales como el concepto de lo que es la voluntad, la definición del término vicios de la voluntad, y así mismo, se enuncia la clasificación de estos últimos, además de proporcionar breves antecedentes históricos de los vicios de la voluntad en Roma, Francia y por supuesto en México. En el segundo apartado, se efectúa un análisis de los diferentes vicios de la voluntad, regulados en el Código Civil para el Distrito Federal y en el Código Civil Federal, tales como la violencia, la lesión y el error, en donde se detallan las diversas clasificaciones de éste, los medios para producirlo, como el dolo y la mala fe, además de 1 hacer mención a la reticencia, que es considerada por Ernesto Gutiérrez y Gonzáles como vicio de la voluntad. Finalmente, el tercer capítulo, se realizan algunas observaciones y críticas, al régimen legal actual de los vicios de la voluntad en el Código Civil para el Distrito Federal y en el Código Civil Federal, en especial a los artículos 17, 1815 y 1819, de ambos códigos. 2 CAPITULO 1. CUESTIONES PRELIMINARES. 1.1. CONCEPTO DE VOLUNTAD. Primeramente, es de mencionarse que para el derecho mexicano, los elementos esenciales del acto jurídico son el consentimiento, el objeto y en algunos casos la solemnidad. Para hablar de consentimiento, necesariamente, hay que hablar de la voluntad, palabra que proviene del latín voluntas, y cuyo significado resulta difícil en verdad de precisar con exactitud, dada la multiplicidad de sentidos que dicho vocablo adquiere en el lenguaje ordinario y en el habla especializada. Gramaticalmente, la voluntad, es definida como potencia del alma, que mueve a hacer o no hacer una cosa; acto con que la potencia volitiva admite o rehuye una cosa; libre albedrío o libre determinación; elección de una cosa sin precepto o impulso externo que a ello obligue. Intención; ánimo o resolución de hacer una cosa; ganas o deseo de hacer una cosa. 1 Jurídicamente, la voluntad se define como la exteriorización del querer interno de un sujeto, para crear un acto jurídico determinado; es decir, es la manifestación de la intención consciente de realizar un determinado acto jurídico. La voluntad, es un elemento indispensable para formar el consentimiento, respecto a ella, señala Jorge Alfredo Domínguez Martínez: “El primero de los aspectos mencionados es calificado como la mera voluntad en el fuero interno del sujeto y el segundo como la declaración de dicha voluntad. Para una plena manifestación de voluntad, como elemento integrador el negocio jurídico, es indispensable no sólo la participación de los dos aspectos señalados; se requiere una congruencia plena entre 1 DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA. Visión Jurídica V9 Copyright 1998 – 2002. 3 ellos, de tal manera que la voluntad en el fuero interno sea el origen de la declaración y ésta reconozca a aquélla como su fuente. El acto interno del querer -anota Pugliatti- una vez que se ha formado, debe manifestarse al exterior; así tenemos una voluntad y una manifestación o declaración de voluntad; un momento interior al que debe seguir una exteriorización. Este momento exterior es el sello objetivo por el que la voluntad puede ser tomada en consideración por el ordenamiento jurídico; el momento interior se considera como base y apoyo del externo.”2 La voluntad en sí misma, es un elemento interno, en tanto que implica una operación mental, intelectual, sin embargo, como elemento del acto jurídico, no puede quedarse en simple acto psicológico e interno, sino que debe manifestarse, exteriorizarse, pues de lo contrario carece de eficacia jurídica. Alberto Tamayo Lombana, refiere que el consentimiento “es la común intención de los contratantes, su acuerdo de voluntades (viene de las voces latinas cum sentire: entenderse, ponerse de acuerdo con otro).”3 El maestro español Luis Ribó Durán señala que el consentimiento “Consiste en el asentimiento conjunto de dos o más voluntades para celebrar un contrato manifestándose conformes sobre un determinado objeto y por una causa.”4 Así pues, al hablar de consentimiento, hay que tener presente la voluntad, ya que sin aquélla, no se da éste, “por consiguiente, a través de acuerdo de voluntades se da el consentimiento que proyecta al acto jurídico, con el objeto de adquirir derechos y obligaciones.”5 2 DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, Jorge Alfredo. DERECHO CIVIL. 4ª. ed. Porrúa. México, 1994, p. 524. TAMAYO LOMBANA, Alberto. MANUAL DE OBLIGACIONES. TEORÍA DEL ACTO JURÍDICO Y OTRAS FUENTES. 3ª. ed. Editorial Temis. Bogotá, Colombia, 1990, p.126. 4 RIBÓ DURÁN, Luis. DICCIONARIO DE DERECHO. 2ª. ed. Editorial Bosch. Barcelona, 1995. p. 237. 5 SANROMÁN ARANDA, Alberto. DERECHO DE LAS OBLIGACIONES. 2ª. ed., Mc Graw-Hill. México, 2002, p. 25. 3 4 Ahora que ya ha quedado definido lo que es la voluntad desde el punto de vista jurídico y la necesidad de ésta para la integración del consentimiento, por lo que hace a los restantes elementos esenciales del acto jurídico, no obstante que no serán motivo de análisis en el presente trabajo, cabe decir brevemente, que el objeto debe ser entendido desde tres vertientes; como objeto directo, que estriba en la creación de derechos que se generan en atención a la realización del acto jurídico; como objeto directo, que implica una conducta que el sujeto obligado tendrá que realizar , y la cual, puede consistir en un dar, hacer o no hacer, y como la cosa misma, que es la cosa material motivo del acto jurídico, que debe existir en la naturaleza, ser determinada o determinable y estar en el comercio. Por lo que respecta a la solemnidad, ésta consiste una formalidad requerida por la ley, elevada a elemento de existencia, sin embargo, es de hacerse notar que no todos los actos jurídicos requieren dicho elemento para existir. 1.2. DEFINICIÓN DEL TÉRMINO VICIOS DE LA VOLUNTAD. Es indispensable que las voluntades que integran el consentimiento como elemento de existencia un acto jurídico, tanto en su formación interna como en su exteriorización, sean serias, conscientes y libres, esto es, que deben estar exentas de cualquier elemento perturbador o vicio. Ernesto Gutiérrez y González considera que “se puede entender por vicio, la realización incompleta o defectuosa de cualquiera de los elementos de esencia de una institución. En efecto, cuando un elemento de existencia se realiza o se presenta de manera imperfecta, está viciado.“ 6 Planiol y Ripert refieren que “en todo contrato, Incluso en los solemnes o reales, el consentimiento, vaya solo o acompañado de otro elemento, debe siempre: existir, y 2. reunir ciertas cualidades de inteligencia y de libertad, en ausencia de las cuales, se le considera viciado. Si el consentimiento está absolutamente destruido por una causa 6 GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. DERECHO DE LAS OBLIGACIONES. 15ª ed., Porrúa. México, 2003, p. 364. 5 cualquiera, ninguna existencia tiene el contrato; nada se ha hecho, lo que existe no es sino una vana apariencia, un mero hecho: el acto jurídico es inexistente. Si el consentimiento se ha dado realmente, pero bajo la influencia de una causa que lo priva de su libertad, está viciado; el acto jurídico existe; pero es anulable.”7 Concretamente, cuando la voluntad se forma sin que exista plena conciencia de la realidad y se exterioriza, sin que el emisor lo haga de manera consciente y libre, se dice que las causas o defectos que afectan a la voluntad se denominan vicios de la voluntad, los cuales, aún y cuando no impiden que surja el acto jurídico, lo hacen anulable 1.3. ANTECEDENTES HISTÓRICOS. Antes de entrar al estudio de los vicios de la voluntad es necesario conocer el porque de su existencia y en que momento surgen, así estaremos ante la posibilidad de comprender mejor de donde nacen, cuales son los efectos jurídicos que producen y la importancia de su ausencia en todos los actos que realicemos. 1.3.1. ROMA. No obstante que en el derecho romano no se le daba al consentimiento la misma trascendencia que se le da actualmente como elemento de existencia del acto jurídico, debido a que en aquél entonces imperaba el formalismo en la formación de los actos jurídicos, y bastaba el cumplimiento de ciertos ritos y ceremonias para que un acto tuviera plena validez, siendo en consecuencia secundaria la integración del el consentimiento, Rafael Rojina Villegas explica aunque de manera muy general, cómo en Roma, ya se hablaba del dolo como vicio de la voluntad manifestando: “Desde la más remota antigüedad se ha concebido el dolo como toda maniobra, astucia, trampa y disimulación que de una de las partes se sirva para inducir a la otra a la 7 PLANIOL, Marcel y Georges Ripert. DERECHO CIVIL. s n/ed. Oxford University Press-Harla. México, 1999, p. 839. 6 celebración de un acto jurídico con el objeto de procurar, para si o para un tercero una ventaja injusta o de perjudicar simplemente a su contratante sin obtener ventaja alguna. En el derecho romano se distinguió el dolus manus del dolus bonus, delito pretoriano el primero que daba lugar a una acción penal de “dolo” contra el autor, enderezada a proporcionar a la victima la reparación del perjuicio; y mera astucia no reprobaba el segundo. Distinguiase igualmente el dolo por sus efectos, según que se tratara de dolus causam dansk y de dolus incidens. El primero es el dolo principal, causa determinante de la convención de suerte que sin él la victima la víctima no hubiera contratado, razón por la cual confería a la parte engañada el derecho de demandar la rescisión del contrato. Molitor entiende por tal no solo una maquinación empleada para obligar a la contraparte a dar, sino toda simulación relativa a las cualidades de la cosa capaz de inducir a una de las partes en un error sin el cual ella no hubiere contratado. El dolo incidens es el dolo accesorio que solo determina a contratar en condiciones que, por su onerosidad, no hubiere sido aceptada de no media maniobra.”8 1.3.2. FRANCIA. Asimismo, Rojina Villegas, explica como se encuentran regulados los vicios de la voluntad en Francia, basándose en los estudios del maestro Josserand, y manifiesta: “El sistema Francés sobre el error en los contratos y en los actos jurídicos en general, distingue tres tipos de grados: error obstáculo que destruye la voluntad y origina la inexistencia del acto o contrato; error nulidad, que simplemente vicia el consentimiento (y que recae sobre la persona en algunos contratos, sobre la sustancia de la cosa o sobre la eficacia de la causa) y, por último, error indiferente a la validez del acto jurídico. 8 ROJINA VILLEGAS, Rafael. DERECHO CIVIL MEXICANO. 6ª. ed. Porrúa. México, 1991. pp. 407 y 408. 7 El error que vicia el consentimiento, y por consiguiente, el contrato, siempre es, exclusivamente, el error determinante. El error propio es el que recae sobre el consentimiento. Si invalida el contrato, es esencial o substancial, y si no lo invalida, es accidental o error concomitans. Los jurisconsultos franceses también llaman al error sustancial “error nulidad” por que, como su nombre lo dice, y como vicio del consentimiento, apareja la anulabilidad del acto, lo hace anulable. Los exegetas del Código Napoleón, como Baudry Lacantineire y Barde, enseñan que el error es sustancia en dos casos: 1° cuando recae sobre la sustancia misma de la cosa, y 2° cuando recae sobre la persona con quien se ha contratado, en los contratos celebrados en consideración a la persona , intuitu personae, por aplicación del artículo 110 del Código Civil Francés. Josserand, siguiendo a Aubry y Rau y a Demolombe, agrega un tercer caso: el error sobre la eficacia de la causa, como cuando alguien suscribe un documento de obligación a favor de otro, creyendo estar obligado civilmente hacia el cuando no lo está sino naturaliter. Este error no debe ser confundido con el error obstáculo que recae sobre la existencia misma de la causa, y tiene lugar en los casos de causa falsa o causa errónea. En estos tres casos no hay un desencuentro de voluntades, no hay un malentendido. Por el contrario, hay consentimiento, hay intención, solo que el fin de esta intención es falseado por el error, razón por la cual su sanción consiste solo en una nulidad relativa.” 9 9 Ibidem. pp. 411 y 412. 8 1.3.3. MÉXICO. Por lo que hace a los antecedentes de los vicios de la voluntad, en el derecho civil mexicano, cabe mencionar que Manuel Bejarano Sánchez, refiere que “en los Códigos Civiles de 1870 y de 1884, no fue consagrada la lesión como un remedio de la desproporción de todo contrato, sino como un recurso que aseguraba el equilibrio de las prestaciones en la compra-venta (artículo 1772 del C.C. de 1870 y 1658 del C.C. de 1874), y, además, la nulidad del acto solamente era posible cuando la desproporción de las prestaciones de ambos contratantes era excesiva y rebasaba la tasa legal, sea por que el comprador pagara dos tantos dos tantos más del valor real de la cosa vendida o el vendedor obtuviera dos tercios menos del mismo.”10 Por otra parte, como antecedente de la regulación de los vicios de la voluntad en nuestro sistema jurídico, cabe señalar, que el Código Civil de 1870, en su artículo 1416 y el Código de 1884, designaron a la violencia, con el vocablo intimidación, mismo que a juicio de Ernesto Gutiérrez y González es más exacto y decían: “Hay intimidación cuando se emplea fuerza física o amenazas que importan peligro de perder la vida, la honra, la libertad, la salud o una parte considerable de los bienes del que contrae, de su cónyuge o de sus ascendientes o descendientes”.11 Rojina Villegas indica que desde el Código de 1870, en nuestro derecho, se ha regulado al error como vicio de la voluntad, y desde entonces, se ha aceptado “que cuando el error recaiga sobre el motivo determinante de la voluntad, de tal manera que de haberlo conocido no se hubiera contratado, ese error nulifica al contrato…en el Código de 1884 se distingue, además de este error, el que es común a ambos contratantes, sea cual fuere la causa de que proceda. Tal parece que este precepto admite que por el solo hecho de que el error sea común a ambas partes, debe nulificar el contrato, no obstante que no sea sobre el motivo determinante de la voluntad. Además de este caso, el Código 10 11 BEJARANO SÁNCHEZ, Manuel. OBLIGACIONES CIVILES. 3ª. ed. Harla. México, 1984, p.107. GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. Ob. Cit. p. 403. 9 de 1884 dice expresamente que también se nulifica el contrato cuando el error lo padezca uno de los contratantes, si es sobre el motivo determinante de la voluntad”.12 1.4. CLASIFICACIÓN DE LOS VICIOS DE LA VOLUNTAD. En virtud de que este es el tema principal del presente trabajo, y de que en el siguiente capítulo se analizará con mayor detenimiento cada uno de dichos vicios, en obvio de repeticiones en este capítulo solo se enunciarán, sin entrar en detalles para desarrollarlos en el siguiente capítulo. Así pues, se ha dicho ya, que los vicios de la voluntad son aquellas causas u obstáculos que perturban o impiden que la voluntad de los contratantes se perfeccione, siendo dichos vicios los siguientes: A) El error: Se define como la apreciación falsa de la realidad por una de las partes, en donde existe una discordancia entre el pensamiento y la realidad. Es una creencia contraria a la verdad, un concepto falso de la realidad y como medios para provocar el error tenemos: a). El dolo: Es la maniobra, trampa o engaño de uno de los contratantes para inducir o mantener en el error a la otra parte al celebrar un contrato. Es cualquier sugestión o artificio que se emplee para inducir al error o mantener en el a alguno de los contratantes. b). La mala fe: Es la disimulación del error de uno de los contratantes, una vez conocido, esto es, cuando una de las partes se da cuenta de que la otra se encuentra en el error y no lo saca de el, es decir permite que continúe en el mismo. B) La violencia: Esta se configura cuando se emplea la fuerza física o amenazas que importen peligro de perder la vida, la honra, la libertad , la salud o una parte considerable 12 ROJINA VILLEGAS, Rafael. ob.cit. p. 142. 10 de los bienes del contratante, de su cónyuge, de su ascendiente, de su descendiente o de sus parientes colaterales dentro del segundo grado. C) La lesión: Es la desproporción exagerada en las prestaciones que las partes se deben recíprocamente en un acto jurídico. Esa desproporción se evidencia en el valor de cada una de las prestaciones, que es generado por un lucro excesivo a favor de una de ellas, y tiene su causa en la explotación de la suma ignorancia , notoria inexperiencia o extrema miseria. Cabe indicar que el artículo 1812 del Código Civil tanto Federal, como para el Distrito Federal, señalan que: “El consentimiento no es válido si ha sido dado por error, arrancado por violencia o sorprendido por dolo.”, sin embargo este artículo es limitado, pues no hace referencia a la lesión, se halla prevista por el artículo 17 de ambos ordenamientos, la cual evidentemente provoca la invalidez de la voluntad, además, atendiendo a un punto de vista particular, no es correcto que el precepto citado señale que “...ha sido dado por error...” y posteriormente que ha sido “...sorprendido por dolo”, pues como se verá más adelante, tanto el dolo como la mala fe son medios que se utilizan para provocar el error, no son figuras independientes, ya que estos forman parte integral del error pues están íntimamente ligados con el; amén de lo anterior, el precepto de referencia es omiso en mencionar a la mala fe, la cual, debería ser citada conjuntamente con las demás causas que invalidan el consentimiento. CAPÍTULO 2. ANÁLISIS DE LOS VICIOS DE LA VOLUNTAD. 2.1. EL ERROR. Señala Castán, que en su sentido más general, “el error consiste en el conocimiento equivocado de una cosa o de un hecho, basado sobre la ignorancia o incompleto conocimiento de la realidad de esa cosa o de ese hecho, o de la regla jurídica que lo disciplina.”13 13 DICCIONARIO JURÍDICO ESPASA. s.n/ed. Espasa-Calpe. Madrid, 1999, p. 997. 11 Es una creencia contraria a la verdad, es un estado patológico en el que existe una discordancia entre el pensamiento y la realidad, a diferencia de la ignorancia que es la falta de conocimiento,14 Es una creencia no conforme con la realidad, en donde en determinado acto jurídico se manifiesta la voluntad de una manera libre o conciente, pero que deja de serlo si esa expresión de voluntad se hizo por equivocación, o no conciente de los efectos que produciría por no haber tenido conocimiento de todas las circunstancias que influían en ese acto, o que el mismo hubiera sido arrancado a través de la violencia. A través del error se puede viciar la voluntad y consecuentemente provocar la nulidad del acto jurídico. Sin embargo, no todo error produce consecuencias jurídicas de tal magnitud, pues de ser así, la celebración de un contrato no nos daría certeza jurídica de su cumplimiento, pues cualquiera podría pretextar haber sufrido cualquier equivocación al contratar, para obtener la ineficacia del acto. A continuación, se expondrán diversas clasificaciones del error, que ha expuesto la doctrina. 2.1.1. CLASES DE ERROR ATENDIENDO A SUS CONSECUENCIAS JURÍDICAS. Para explicar en que casos el error provoca la nulidad del acto y cuando no, analizaremos la clasificación del error de acuerdo a las consecuencias jurídicas que produce, de esta manera, tenemos tres tipos de error: 2.1.1.1. ERROR OBSTÁCULO. Este tipo de error, Impide que el acto jurídico nazca por la falta de consentimiento, debido a que: 14 PÉREZ FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, Bernardo. CONTRATOS CIVILES. 10ª. Porrúa. México 2004. p. 32. 12 a) Recae sobre la identidad de la cosa objeto del contrato (in rem), o b) Recae sobre la naturaleza del acto jurídico (in negotio) esto es, las partes no coinciden en la voluntad precisamente porque se trata de la identidad de la cosa o la naturaleza del acto jurídico no es la misma que ambos tienen en mente, por lo tanto hay ausencia de la voluntad. Se impide por lo tanto mediante este error, la formación del consentimiento, pues no siendo este un acuerdo de voluntades respecto a un objeto común, las voluntades son complementarias, pero al recaer sobre la cosa o sobre el contrato, las manifestaciones de voluntad de las partes ya no serán complementarias por no tener un objeto común sino diferente, en consecuencia, el error produce desacuerdo sobre la índole del acto o sobre el objeto y por esta razón no se forma el acuerdo de voluntades , lo que implica la falta del consentimiento.15 Así pues, este es un grado máximo de error (sobre la naturaleza o sobre el objeto), que impide la formación del acto jurídico, por lo que nos encontraremos, ante la inexistencia del mismo, por faltar uno de los elementos esenciales, actualizándose, la hipótesis prevista por el artículo 2224 del Código Civil Federal y su correlativo en el Código Civil para el Distrito Federal, que establece: “El acto jurídico inexistencia por la falta de consentimiento o de objeto que pueda ser materia de él, no producirá efecto legal alguno. No es susceptible de valer por confirmación, ni por prescripción; su inexistencia puede invocarse por todo interesado.” Un ejemplo de un error que vicia la identidad del objeto del contrato es: Una persona vende la casa que tiene en la Colonia Sector Popular, en la calle Sur 109, sin embargo el comprador cree que la casa está ubicada en la Calle Sur 119 de esa misma colonia. Podemos citar otro ejemplo pero ahora viciado por la naturaleza del acto jurídico. Una persona da en arrendamiento su departamento, sin embargo la otra parte piensa que se lo están dando en comodato, situación que provoca la inexistencia del contrato. 15 MARTÍNEZ ALFARO, Joaquín. TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES. 3ª. ed. Porrúa. México, 1993, p. 83. 13 2.1.1.2. ERROR NULIDAD. Es un nivel menos grave de error, sin embargo, es aquél que vicia la voluntad propiciando la nulidad relativa del acto jurídico, “esta consecuencia se presenta cuando las partes, o sólo una de ellas, celebran el contrato pensando que la Ley le atribuye la mismo consecuencias que en realidad no se producen, o cuando parten del supuesto de que el objeto, aún siendo identificado por ambas partes, es substancialmente distinto del que creen; en estos casos, el acto será nulo si el error en el que se encuentran ha sido determinante de la voluntad y en la celebración se ha manifestado esa circunstancia.” 16 Sobre este particular, el artículo 1813 del Código Civil Federal y su correlativo en el Código Civil para el Distrito Federal señala: “El error de derecho o de hecho invalida el contrato cuando recae sobre el motivo determinante de la voluntad de cualquiera de los que contratan, si en el acto de la celebración se declara ese motivo o si se prueba por las circunstancias del mismo contrato que se celebró éste en el falso supuesto que lo motivó y no por otra causa.” El anterior artículo brinda a las partes que celebran un contrato, la seguridad jurídica de que el mismo se va a invalidar en caso de que se presente un error por una falsa apreciación de determinada circunstancia del negocio que de haberla conocido no hubieran prestado su consentimiento o en el caso del desconocimiento total o parcial de una norma jurídica que de igual manera hubiera cambiado su determinación de dar su consentimiento. Sin embargo no se puede alegar tal desconocimiento en cualquier circunstancia, pues el artículo es muy claro al respecto, ya que es necesario que ese error de hecho o derecho recaiga sobre un motivo determinante de la voluntad, en donde alguna de las partes de haber conocido las circunstancias reales jamás lo hubiera otorgado, situación que en la mayoría de las ocasiones es muy complicado demostrar. . 16 AZÚA REYES, SERGIO T. TEORÍA GENERAL DE LAS OBLIGACIONES. 2ª. ed. Porrúa. México, 1997, p. 90. 14 A diferencia del error obstáculo, el error nulidad no recae sobre el objeto ni sobre el contrato, sino las cualidades del objeto común o de la persona de algún contratante, cualidades que constituyen el motivo que determinó a contratar, por tanto las manifestaciones de voluntad de las partes si tienen un objeto común y están consientes del contrato que celebran; en consecuencia cuando hay este error si hay consentimiento y el acto jurídico existe, pero el consentimiento está viciado por que un contratante sufrió un error sobre el motivo determinante de la voluntad, que de haberlo conocido no hubiera contratado o lo hubiese hecho en condiciones diferentes.17 Por este tipo de error pues, se ocasiona la nulidad relativa, susceptible de ser convalidada para que el acto jurídico produzca todos sus efectos. Esta clase de error, puede ser de naturaleza física y entonces se conoce como error de hecho, o de naturaleza jurídica, y entonces se denomina error de derecho, sin embargo, más adelante se abundará sobre estos tipos de error. 2.1.1.3. ERROR INDIFERENTE. Se refiere al error que recae sobre circunstancias accidentales del acto jurídico, es decir las cualidades secundarias del objeto material, lo cual no ejerce influencia alguna sobre dicho acto, de tal manera que no nulifica ni invalida a éste, solo da lugar a que se rectifique. Esta clase de error, no afecta a la validez del acto jurídico y ordinariamente se reduce a contratar en condiciones más onerosas o desfavorables de lo que se pensó, pero no al extremo de que de haberse conocido la realidad no se hubiese contratado. 18 Sergio T. Azúa Reyes opina que el error en comento, es un error respecto a características secundarias del objeto, de tal suerte que si las partes no hubieran incurrido 17 MARTÍNEZ ALFARO, Joaquín. ob. cit. pp. 84 y 85. SÁNCHEZ MEDAL, Ramón. DE LOS CONTRATOS CIVILES: TEORÍA GENERAL DEL CONTRATO, CONTRATOS EN ESPECIAL, REGISTRO PÚBLICO DE LA PROPIEDAD. 15ª. ed. Editorial Porrúa. México, 1997, p. 53. 18 15 en ese vicio, de todos modos hubieran contratado, por lo tanto ese error no produce consecuencia alguna.19 A esta clase de error, corresponde el conocido como error de cálculo, cuya única consecuencia es la rectificación, y el cual se encuentra regulado en el artículo 1814 de los Códigos Civiles tanto Federal como para el Distrito Federal, el cual dispone: “El error de cálculo sólo da lugar a que se rectifique.” Por ejemplo, en una compraventa de un bien inmueble, en la cual se pactó la cantidad de cinco millones de pesos y por un error mecanográfico se estipula la cantidad de $500,000. en este caso el contrato no pierde su validez sin embargo deberá rectificarse. 2.1.2. CLASES DE ERROR POR LA MATERIA SOBRE LA QUE RECAE. 2.1.2.1. ERROR DE HECHO. Recae sobre la naturaleza y características del objeto materia del acto jurídico. “es el conocimiento equivocado sobre una cosa o persona o sobre un hecho en general.”20 Es una falsa apreciación de una circunstancia del negocio, que de haberse conocido la verdad, el contratante no hubiese prestado su consentimiento o lo hubiere modificado, por lo que dicho error puede acarrear que el negocio sea inválido. 2.1.2.2. ERROR DE DERECHO. Es la falsa opinión de un contratante sobre una regla jurídica aplicable al contrato que procede de la ley o de su interpretación, esto es desconoce de forma parcial o total una norma jurídica. 19 AZÚA REYES, Sergio T. ob. cit. p. 91. LOZANO RAMÍREZ, Raúl. DERECHO CIVIL TOMO III. OBLIGACIONES. 1ª. ed. Editorialpac.com. México, 2005, p .58. 20 16 “Algunos tratadistas de derecho civil, consideran que no debería de aceptarse el error de derecho en la legislación, teniendo en cuenta que es un principio general de derecho, que establece que la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento (artículo 21 del C.C.). Sin embargo, nuestro legislador, ha sido cauto, al agregar que los jueces, teniendo en cuenta el notorio atraso intelectual de algunos individuos, su apartamiento de las vías de comunicación o su miserable situación económica, podrán, si está de acuerdo el Ministerio Público, eximirlos de las sanciones en que hubieren incurrido por la falta de cumplimiento de la ley que ignoraban, o de ser posible, concederles un plazo para que la cumplan, siempre que no se trate de leyes que afecten directamente al interés público.”21 No obstante lo anterior, con la declaración de error de derecho, no se trata de incumplir la ley, sino de que no se aplique una ley que no es la aplicable al caso concreto y por tal motivo, si una persona ha cometido un error, tiene derecho a que se le proteja no declarando la nulidad del acto jurídico. Tanto en el error de hecho como en el de derecho, se requiere que el error recaiga sobre el motivo determinante de la voluntad y que este se haya expresado claramente en el contrato o se desprenda de su interpretación. El error de derecho difiere del error de hecho, en que este último recae sobre algún elemento interno del negocio y en aquel recae sobre un aspecto ajeno al mismo, aunque relacionado, que es el contenido de la disposición legal ignorada o interpretada equivocadamente.22 21 22 LOZANO RAMÍREZ, Raúl. Ob. cit. p. 58. DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, José Alfredo. ob. cit. p. 60. 17 2.1.3. CLASES DE ERROR POR LA MANERA EN QUE SE GENERA. 2.1.3.1. ERROR SIMPLE O FORTUITO Y ERROR INDUCIDO O CALIFICADO. Concretamente, este tipo de error, surge y se mantiene de manera espontánea por aquélla persona que lo padece; en cambio el inducido o calificado ha sido provocado o mantenido por artificios ajenos, caso en el que se habla de dolo, o bien, ha sido disimulado por el beneficiado del error ajeno, y entonces se está ante la mala fe. Dice Ernesto Gutiérrez y González, que el error es fortuito o casual, en donde nadie induce a la falsa creencia de la realidad, y es en cambio provocado, en donde se realizan maquinaciones para hacer caer a otro en el error.23 2.1.4. MEDIOS PARA GENERAR EL ERROR. 2.1.4.1. EL DOLO. El Diccionario Jurídico Mexicano, conceptualiza al dolo en los siguientes términos: “el dolo es todo artificio o maquinación engañosa para inducir en el error o mantener en él a la otra parte que interviene en el acto, procurándose por este medio, un provecho.” 24 Para Biagio Brugi el dolo “es un acto ilícito mediante el cual, alguien induce a error a otro, o se aprovecha del error ajeno, para inducirlo a un negocio jurídico que no hubiese realizado (dolo determinante, causam dans) o a convenirlo diversamente de cómo lo hubiera cerrado (dolo incidental, incidens)25 Es la maniobra, trampa o engaño de uno de los contratantes para inducir o mantener en el error a la otra parte al celebrar un acto jurídico. Conlleva la de causar 23 GUTIERREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. Ob. cit. p. 368. Instituto de Investigaciones Jurídicas. DICCIONARIO JURÍDICO MEXICANO, 15ª. ed. Porrúa-UNAM. México, 2001, p. 3234. 25BRUGI, Biagio. INSTITUCIONES DE DERECHO CIVIL (CON APLICACIÓN ESPECIAL A TODO EL DERECHO PRIVADO). Vol. 4. s n/ed. Oxford University Press. México, 2000, p. 69. 24 18 injustamente un mal, de afectar el derecho de otro, esto se hace impidiendo que una de las partes tenga plena conciencia de una idea clara de la realidad. El Código Civil para el Distrito Federal artículo 1815 establece: “Se entiende por dolo en los contratos, cualquiera sugestión o artificio que se emplee para inducir a error o mantener en él a alguno de los contratantes; y por mala fe, la disimulación del error de uno de los contratantes, una vez conocido.” A este respecto es importante señalar que para que se configure tanto el dolo como la mala fe, es forzosamente necesario que una de las partes desconozca la realidad del convenio, es decir que ignore el fondo real del negocio que va a realizar, en tanto que la otra parte está plenamente conciente que induce o disimula el error a la otra parte, sin embargo en caso de que ambas partes de común acuerdo simulen engañarse o mantenerse en el error mutuamente, no se puede hablar jamás de dolo o mala fe, salvo que lo opongan ante un tercero un contrato simulado, sirviendo de apoyo el siguiente criterio jurisprudencial, emitido por la hoy extinta Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicado en el Semanario Judicial de la Federación, Quinta Epoca, Tomo LVII, página 2798, que establece: “SIMULACION, INEXISTENCIA DEL DOLO EN LA. No puede hablarse de dolo entre las partes que simulan un contrato, sino cuando éstas tratan de oponerlo a un tercero, ya que conforme al artículo 1815 del Código Civil, vigente en el Distrito Federal, se entiende por dolo, cualquiera sugestión o artificio que se emplee para inducir a error o mantener en él a alguno de los contratantes, y es evidente que quienes convienen en simular un acto, no se engañan entre sí, puesto que están de acuerdo en dar una apariencia de realidad a lo que no la tiene, y en la simulación relativa se proponen ocultar el acto que en realidad celebran, con otro fingido, con el fin de obtener mayores garantías, o con cualquiera otro propósito; pero de cualquier manera, no puede decirse que los simuladores de un acto, 19 emplean sugestiones o artificios entre sí, para engañarse mutuamente o mantenerse en un error.” 26 En suma, el dolo es cualquier sugestión o artificio que se emplee para inducir al error o mantener en el a alguno de los contratantes. 2.1.4.1.1. DOLO PRINCIPAL Y DOLO INCIDENTAL. El dolo nulifica el acto jurídico, cuando recae sobre el motivo determinante de la voluntad y no sobre características secundarias, es por ello que se distingue al dolo en secundario y principal. Así pues, el dolo principal, provoca se anule el acto jurídico, si ha sido la causa determinante de este acto jurídico, afectando al acto de nulidad relativa, en tanto que el dolo secundario provoca la acción quanti minoris (en la cual si no de desea rescindir el contrato se puede optar por una reducción del precio entregado), pues de haberse conocido ese error se hubiese pagado un precio más bajo. 2.1.4.1.2. DOLO MALO Y DOLO BUENO. El dolo bueno consiste en exagerar las cualidades del bien objeto del acto jurídico; esto no provoca ni la nulidad del contrato ni que se ajuste en el precio. Por otra parte, el dolo malo, consiste en la malicia, engaño o maquinación de la persona que se aprovecha de la ignorancia de otro. El artículo 1821 del Código Civil Federal, así como del Código Civil para el Distrito Federal, menciona: “Las consideraciones generales que los contratantes expusieren sobre los provechos y perjuicios que naturalmente pueden resultar de la celebración o no 26 JURISCONSULTA . JURISPRUDENCIA Y TESIS AISLADAS DE LA SUPREMA CORTE DE LA NACIÓN. MARZO, 2007. 20 celebración del contrato, y que no importen engaño o amenaza alguna de las partes, no serán tomadas en cuenta al calificar el dolo o la violencia.” El anterior artículo habla del dolo bueno, que como ya se estableció, consiste en exagerar las cualidades del bien objeto del contrato, esto no provoca ni la nulidad del acto jurídico, ni que se ajuste el precio. Si bien es cierto en este caso no existe el propósito de cuasar daño al otro contratante en virtud de que lo único que se hace es exagerar las cualidades de un determinado producto, lo cierto es que esta conducta debería de ser tomada como un vicio en la voluntad para efecto de declarar nulo un acto, pues deviene de actividades tendientes por una parte a obtener un beneficio a costa de la falsa creencia de las bondades de un producto y aunado a ello, realmente se está en presencia de una forma de engañar. 2.1.4.1.3. DOLO UNITARIO, RECIPROCO Y PROVOCADO POR TERCERO. Refiere Gutiérrez y González, que usualmente, en los actos viciados por error (ya sea incidental o provocado por dolo), la víctima, es sólo una de las partes, en tanto que la otra parte no incurre en el error, o es ella la que lo produce. En este caso, si el error fue provocado por dolo, se habla de dolo unitario. No obstante lo anterior, puede suceder, que las dos partes que intervienen en un acto jurídico, procedan a hacer incurrir en el error a su contraparte y en consecuencia, se habla de dolo recíproco. En este caso, de conformidad con el artículo 1817 Código Civil para el Distrito Federal, y su correlativo en el Código Civil Federal, si las dos partes en el contrato actúan con dolo, en este caso ninguna puede alegar nulidad, aunque uno haya actuado con más alevosía que otro, ello derivado del principio de buena fe que se deben regir la celebración de los contratos. El siguiente criterio jurisprudencial, emitido por la hoy extinta Tercera Sala de nuestro máximo tribunal, publicada en el Semanario Judicial de la federación, 21 Quinta época, Tomo CXIX, página 2076, nos proporciona un claro ejemplo donde es aplicable el artículo aludido: “NULIDAD, A QUIEN COMPETE. Del artículo 1817 del Código Civil para el Distrito y Territorios Federales se infiere la regla de que si una parte procede con dolo no puede alegar la nulidad del acto, caso que ocurre cuando una persona acepta un documento de crédito a nombre de otra, a sabiendas de que no puede obligarse, y al mismo tiempo trata de desconocer su obligación en lo personal, por haber firmado por una representación que no podía comprometer, lo cual implica dolo.” 27 También, puede acontecer, que un tercero sea quien induzca al error a las partes en un acto jurídico, y determinar así la voluntad errónea de éstas, entonces se habla de un dolo provocado por tercero. 2.1.4.2. LA MALA FE. Tanto nuestra legislación civil para el Distrito Federal, como el Código Civil Federa, en su artículo 1815, definen a la mala fe como “la disimulación del error de uno de los contratantes, una vez conocido”, esto es, cuando una de las partes se da cuenta de que la otra se encuentra en el error y no lo saca de el, es decir, permite que continúe en el mismo. Manuel Bejarano la define así: “actitud pasiva del contratante que, habiendo advertido el error en que se encuentra la contraparte , se abstiene de alertarlo sobre dicho error, lo disimula y se aprovecha de el.”28 Javier Martínez Alarcón, refiere que el dolo y la mala fe no son sino modalidades del error, en donde la víctima está en el supuesto de un falso concepto de la realidad, pero no de manera espontánea como en el error simple, sino que es inducido por artificio o 27 28 Ibidem. BEJARANO SÁNCHEZ, Manuel. ob. cit. p. 99. 22 maquinaciones, o se le mantiene en él por disimulo de quien quiere aprovecharse de la situación.29 Cabe agregar, que a diferencia del dolo, que es una actitud activa para inducir al error y obtener un beneficio, la mala fe, es una actitud pasiva para inducir al error y obtener un beneficio. 2.2. LA VIOLENCIA. Por lo que se refiere al vicio en la voluntad por violencia, tanto el Código Civil para el Distrito Federal, y su correlativo en el Código Civil Federal, en su artículo 1818 establecen que “Es nulo el contrato celebrado por violencia, ya provenga ésta de alguno de los contratantes, ya de un tercero, interesado o no en el contrato.” Lo anterior es en razón de que a través de la violencia se arranca voluntad de una de las partes para celebrar un acto jurídico, dicha violencia atemoriza a la persona que es sujeto de la misma, anulando además su capacidad de reacción, lo que le impide razonar y tomar decisiones que reflejen su verdadera voluntad. Asimismo el artículo 1819 de los ordenamientos antes aludidos, define a la violencia de la siguiente manera: ”Hay violencia cuando se emplea fuerza física o amenazas que importen peligro de perder la vida, la honra, la libertad, la salud, o una parte considerable de los bienes del contratante, de su cónyuge, de sus ascendientes, de sus descendientes o de sus parientes colaterales dentro del segundo grado.” Del artículo anterior, se deduce que la violencia en materia civil, es el medio de coacción empleado para arrancar una declaración de voluntad, y esta puede ser física o moral, ambas producen el efecto de atemorizar a la persona que es sujeto de la misma, por lo que el temor que produce, anula su capacidad de reacción y le impide tomar 29 MARTÍNEZ ALARCÓN, Javier. TEORÍA GENERAL DE LAS OBLIGACIONES. 2ª. ed. Oxford University Press. México, 2000, p.52. 23 decisiones que reflejen su verdadera voluntad sobre determinado acto jurídico; de esta manera, la violencia debe ser entendida como el temor que produce. Ejemplo: Juan quiere que Pedro le de su camioneta por un automóvil, a través de una permuta, amenazándolo que de no hacerlo le puede ocurrir algo a su familia, el efecto que produce es evidentemente la nulidad relativa. Cabe mencionar, que el citado artículo 1819 establece hipótesis de manera enunciativa y en tal virtud, es un tanto limitado, ya que señala que se emplea la fuerza física o amenazas que importen peligro para la persona que es intimidada, sin embargo señala además familiares cercanos, lo cual resulta obvio dada la relación y cercanía que existe con ellos, sin embargo pudieran existir parientes más lejanos en grado o incluso amigos muy queridos y que a través de ellos se pueda ejercer violencia, y no se va a poder solicitar la nulidad del acto dado que la ley no contempla tal situación. El Código Civil Comentado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM señala que con precisión, la ley detalla cuales son los bienes que se encuentran protegidos contra la violencia, no obstante, debe atenderse a las circunstancias específicas que rodeen el caso; de tal manera que no será lo mismo amenazar a un anciano que a un hombre joven y vigoroso.30 Por cierto, tanto el Código Civil para el Distrito Federal, y el Código Civil Federal, en su artículo 1822, señalan que no es lícito renunciar para lo futuro a la nulidad que resulte del dolo o de la violencia, y también establecen en su artículo 1823, que habiendo cesado la violencia o si es conocido el dolo y el que lo padeció ratifica el contrato, no podrá reclamar posteriormente vicios en la voluntad, lo anterior es así porque una vez sufrida la violencia o padecido el engaño, al ratificar el acto jurídico respectivo, se aceptan tales circunstancias y se está absolutamente conciente y se aceptan los daños causados con motivo del vicio que afectó la voluntad. 30 Instituto de Investigaciones Jurídicas. CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL EN MATERIA COMÚN Y PARA TODA LA REPÚBLICA EN MATERIA FEDERAL. COMENTADO. LIBRO TERCERO DE LAS SUCESIONES. Tomo III. UNAM. Librero Editor Miguel Ángel Porrúa. p. 17. 24 2.3. LA LESIÓN. Es la desproporción exagerada en las prestaciones que las partes se deben recíprocamente en un acto jurídico; esa desproporción se evidencia en el valor de cada una de las prestaciones, que es generado por un lucro excesivo a favor de una de ellas, y tiene su causa en la explotación de la suma ignorancia, notoria inexperiencia o extrema miseria. El artículo 17 tanto del Código Civil para el Distrito Federal, como del Código Civil Federal, definen a la lesión de la siguiente manera: “Cuando alguno, explotando la suma ignorancia, notoria inexperiencia o extrema miseria del otro; obtenga un lucro excesivo que sea evidentemente desproporcionado a lo que el por su parte se obliga el perjudicado tiene derecho entre pedir la nulidad del contrato o la reducción equitativa de su obligación, más el pago de los correspondientes daños y perjuicios”. Para que la lesión se configure se requiere de dos elementos el subjetivo y el objetivo: a) Elemento subjetivo: es un vicio del consentimiento que evita celebrar un acto jurídico en igualdad de circunstancias, en virtud de que alguna de las partes está en el supuesto de suma ignorancia, notoria inexperiencia o suma miseria . b) El objetivo: es la desproporción económica entre lo que se da y lo que se recibe. Tratando da dar una justificación a este vicio del consentimiento, Manuel Bejerano señala: No es lógico suponer que, al celebrar un contrato oneroso, uno de los contratantes se proponga dar una prestación valiosa y recibir por ella una retribución raquítica. Los juristas conjeturan que tal desigualdad fue consecuencia de la situación de disparidad 25 económica , social o intelectual en que se hallaban las partes y que la mejor dotada de ellas ha abusado de la otra, resultando de ello un contrato inicuo, injusto e inmoral.31 2.4. LA RETICENCIA. Gutiérrez y González señala que la reticencia, entendida como “el silencio que voluntariamente guarda uno de los contratantes, al exteriorizar su voluntad, respecto de alguno de los hechos ignorados por su co-contraparte y que tiene relación con el acto jurídico que celebra,32 constituye un del consentimiento No obstante lo anterior, desde un punto de vista particular, es de considerase que la reticencia cabe en la mala fe, ya que en ella, una de las partes se da cuenta de que la otra se encuentra en el error y no lo saca de el, y esto puede ser ya sea disimulándolo o sencillamente guardando silencio. 2.5. SANCIÓN AL ACTO JURÍDICO, CELEBRADO CON VICIOS DE LA VOLUNTAD. La manifestación de la voluntad exenta de vicios, es un requisito de validez del acto jurídico, y por tanto, los vicios que la afecten, no impiden que el acto exista, sin embargo, si provocan su ineficacia, la cual: 1. Sólo puede ser invocada por quien ha sufrido los vicios de la voluntad. 2. Puede convalidarse por confirmación cuando haya desaparecido el vicio, dicha ratificación puede ser expresa, vía indicación oral, escrita o por signos inequívocos, o bien, tácita, mediante el cumplimiento voluntario. 3. Puede convalidarse por prescripción de la acción. 4. Permite que el acto produzca sus efectos. 31 32 BEJARANO SÁNCHEZ, Manuel. Ob. cit. p. 106. GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. ob. cit. p. 433. 26 Esto es, la presencia de cualquier vicio de la voluntad en la realización de un acto jurídico, acarrea que dicho acto sea anulable, reservándose el derecho para ello, a las personas perjudicadas con el vicio; no impide que el acto produzca plenamente sus efectos mientras un Juez no haya declarado la nulidad, y permite que el acto pueda ser saneado por el transcurso del tiempo si prescribe la acción de nulidad o que sea convalidado por la ratificación. CAPÍTULO 3. OBSERVACIONES Y CRÍTICA AL REGIMEN ACTUAL DE LOS VICIOS DE LA VOLUNTAD EN EL DISTRITO FEDERAL. 3.1. CRÍTICA AL ARTÍCULO 17 DEL CODIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL, RELATIVO A LA LESIÓN. El artículo 17 del Código Civil para el Distrito Federal, al igual que su correlativo en el Código Civil Federal, dispone que; “Cuando alguno, explotando la suma ignorancia, notoria inexperiencia o extrema miseria de otro; obtiene un lucro excesivo que sea evidentemente desproporcionado a lo que él por su parte se obliga, el perjudicado tiene derecho a elegir entre pedir la nulidad del contrato o la reducción equitativa de su obligación, más el pago de los correspondientes daños y perjuicios. El derecho concedido en este artículo dura un año.” En la exposición de motivos del Código Civil de 1928, los miembro de la comisión redactora declararon respecto del precepto en comento: “Se dio a la clase desvalida o ignorante una protección efectiva, modificándose las disposiciones inspiradas en los clásicos prejuicios de igualdad ante la Ley y de que la voluntad de las partes es la suprema ley de los contratos, pues se comprendió que no todos los hombres, tan desigualmente dotados por la naturaleza y tan diferentemente tratados por la sociedad, en atención a su riqueza, cultura, etc., pueden ser regidos invariablemente por la misma Ley…”33 33 Cit. por BEJARANO SANCHEZ, Manuel. Ob. cit. p.108 27 De lo anterior, se deduce que la ratio iuris de la disposición en comento, estriba en la necesidad de proteger a los débiles de los abusos de los mejor capacitados, en atención a que existe una gran desigualdad social y cultural en nuestro país como el nuestro, sin embargo, la protección pretendida por el legislador, no ha resultado efectiva en atención a que la hipótesis normativa que contempla la lesión, supone en primer término, que haya una evidente desproporción entre las prestaciones que los contratantes se conceden recíprocamente (uno de ellos obtiene un lucro excesivo, una considerable ganancia); este dato, que está a la vista, es objetivo). En segundo lugar, esa exagerada ganancia, tuvo que haber sido producida por la explotación de la debilidad o desigualdad ajena, pues el perjudicado, era sumamente ignorante, notoriamente inexperto o extremadamente miserable. Estas últimas características, dependen de la víctima de la lesión, (de ahí que son datos personales, subjetivos). Así las cosas, Manuel Bejarano estima que “se puede considerar que la exigencia de una extrema debilidad en la víctima, para la procedencia de la lesión, hace nugatoria la protección: no basta que alguien sea despojado por su ignorancia, inexperiencia o estado de necesidad, sino que es indispensable, además, que su incultura sea suma, su falta de experiencia notoria y su miseria extrema. ¿Si la miseria es ya el grado máximo de la pobreza, podemos imaginar además una miseria extrema? Por añadidura, la miseria no caracteriza a todo estado de necesidad; luego, más valdría erigir a éste como el elemento condicionante de la lesión, decidir que merece la protección legal todo contratante que ha consentido condiciones claramente desfavorables a consecuencia de circunstancias imperiosas.”34 Bajo es tesitura, resulta criticable que en su búsqueda por defender a los débiles del abuso de los fuertes, el legislador haya establecido en la lesión una serie de requisitos para que esta proceda, muy difíciles de acreditar, tales como la suma ignorancia, la notoria inexperiencia o la extrema miseria y también el lucro excesivo evidentemente desproporcionado, como se advierte de la tesis sostenida por el Primer Tribunal Colegiado 34 Ibidem. p.109. 28 del Primer Circuito en Materia Civil, localizable en el Semanario Judicial de la Federación, Séptima Epoca, Volumen 23 Sexta Parte, página, 31, que establece: “LESION. PARA QUE PROCEDA, SE REQUIERE PROBAR SUS DOS ELEMENTOS: EL SUBJETIVO Y EL OBJETIVO. El artículo 17 del Código Civil que se refiere a la lesión, como vicio del consentimiento en la celebración de un negocio jurídico bilateral y conmutativo, toma en cuenta tanto el elemento subjetivo, como el objetivo, para configurar el fenómeno jurídico de la lesión. El artículo en cuestión dice que cuando alguno, explotando la suma ignorancia, la notoria inexperiencia o la extrema miseria de otro, obtiene un lucro excesivo que sea evidentemente desproporcionado a lo que él por su parte se obliga, el perjudicado tiene derecho de pedir la rescisión del contrato, y de ser ésta imposible, la reducción equitativa de su obligación. Por consiguiente, ya sea que la lesión se alegue por vía de acción o por vía de excepción, el interesado debe probar estos dos elementos del vicio de lesión: el subjetivo y el objetivo. El subjetivo consiste en demostrar la suma ignorancia, la notoria inexperiencia o la extrema miseria del demandante, víctima de la lesión; y el elemento objetivo consistirá en la demostración del lucro excesivo o la desproporción de las contraprestaciones.”35 Cabe decir que en la regulación de la lesión, el legislador omitió proteger a aquéllas personas que sin ser pobres, ignorantes o inexpertos, se encuentran en un estado de necesidad en razón del cual, otro puede aprovecharse de esa situación y obtener un lucro desproporcionado. Resulta prudente también apuntar, que el precepto relativo a la lesión, se halla regulado entre las disposiciones preliminares de la legislación sustantiva civil, esto es, que se halla fuera del apartado relativo a los vicios del consentimiento, ocasionando con ello, la falta de unidad de las disposiciones relativas a dichos vicios. Finalmente, es de indicarse, que el precepto motivo de análisis dispone que el derecho que otorga al afectado por lesión, dura un año, sin que precise a partir de cuándo 35 JURISCONSULTA .op. cit. 29 se computa el mismo, de ahí que el legislador debió precisar que dicho plazo se empieza a computar desde el momento en el que el acto se perfecciona. 3.2. CRÍTICA AL ARTÍCULO 1815 DEL CODIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL, RELATIVO AL DOLO. El artículo 1815, tanto del Código Civil para el Distrito Federal, como del Código Civil Federal, establece que “Se entiende por dolo en los contratos, cualquiera sugestión o artificio que se emplee para inducir a error o mantener en él a alguno de los contratantes; y por mala fe, la disimulación del error de uno de los contratantes, una vez conocido.” Ernesto Gutiérrez y González, comenta que del texto de la norma citada, se desprende que para el legislador, el dolo se produce:36 a) Mediante sugestiones o artificios que se empleen para inducir al error. b) A través de sugestiones o artificios que se empleen para mantener el error a alguno de los contratantes. En tanto que la mala intención o mala fe, se genera: c) Por disimulación de error una vez conocido. El autor en comento, refiere que el precepto citado, resulta criticable, pues si se emplean maquinaciones para inducir a error, se está en presencia de dolo, pero si se emplean artificios para mantener en él, se está en presencia de una mala intención, puesto que etimológicamente “artificios”, es igual a disimulación, que es en lo que consiste la mala intención. Así mismo, indica que resulta igual que se empleen maquinaciones para mantener en el error, o se empleen artificios o disimulos para ello, pues, en ambos casos, se parte del supuesto de que el contratante ya está en el error, y sólo se le mantiene en él. 36 GUTIÉRREZ y GONZÁLEZ, Ernesto. pp. 392 y 393. 30 Así las cosas, es de estimarse que en efecto, es incorrecta la consideración del artículo 1815, al estimar como dolo a las maquinaciones o artificios empleados para mantener en el error a una de las personas que intervienen en un acto jurídico, toda vez que el error por dolo se reduce exclusivamente al caso de que se induzca al error, y no al caso de que se l mantenga en él. 3.3. CRÍTICA AL ARTÍCULO 1819 DEL CODIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL, RELATIVO A LA VIOLENCIA. El artículo 1819, tanto del Código Civil para el Distrito Federal, como del Código Civil Federal, dispone que “Hay violencia cuando se emplea fuerza física o amenazas que importen peligro de perder la vida, la honra, la libertad, la salud, o una parte considerable de los bienes del contratante, de su cónyuge, de sus ascendientes, de sus descendientes o de sus parientes colaterales dentro del segundo grado.” Como puede apreciarse, esta norma, es de carácter enunciativo y por tanto casuística, pues el temor, no sólo se genera en una persona si se realizan hechos sobre sus ascendientes, descendientes o colaterales dentro del segundo grado, dado que se puede provocar miedo que vicie su voluntad sobre personas diversas. Es de estimarse erróneo, que la legislación prevea una enumeración de personas y parientes que pueden ser empleadas “como instrumento” para producir temor, pues bien pudiera suceder, que se amenace a una persona para celebrar un acto jurídico no con causarle daño a personas, sino a objetos de su afección y ese temor de que se dañen tales objetos, alterará su voluntad y le llevará a celebrar el acto; sin embargo, no sólo la legislación se circunscribe al casuismo en el caso de la lesión, también la jurisprudencia, tal como se aprecia del siguiente criterio, sostenido por la entonces Cuarta Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada, en el Semanario Judicial de la Federación, Sexta Epoca, Volumen IX, Quinta Parte, página 99. la cual establece: 31 “NULIDAD POR COACCION. RECIBOS FINIQUITOS. Las circunstancias personales de salud del trabajador y sus condiciones económicas, que fueron las que, según expresó, lo obligaron a firmar el recibo de la indemnización que le cubrió la demandada, no constituyen un vicio del consentimiento que haga nulo el acto, pues de conformidad con el artículo 1819 del Código Civil para el Distrito y Territorios Federales, supletoriamente aplicado, de acuerdo con el artículo 16 de la Ley Federal del Trabajo, hay violencia, que es lo mismo que coacción, cuando se emplea fuerza física o amenazas que importen peligro de perder la vida, la honra, la libertad, la salud o una parte considerable de los bienes del interesado, de su cónyuge o de sus familiares hasta ciertos grados, lo que no ocurrió en la especie.” De esta manera, si lo que se protege a través de la violencia, es la libertad para otorgar o no la voluntad, no se deben limitar las causas que producen esa restricción a la libertad, relacionándola a cierto tipo de parientes, sino, decretar la nulidad del acto, siempre que ese miedo se presente como determinante de la voluntad. 32 CONCLUSIONES PRIMERA.- No existe unidad en la legislación civil, en cuanto hace a la regulación de los vicios de la voluntad, en tanto que la lesión se halla contemplada en las disposiciones generales, siendo que debería estar contenida en el Libro Cuarto, Título Primero, Capítulo primero, relativo a los vicios del consentimiento. SEGUNDA.- La presencia de cualquier vicio de la voluntad en la realización de un acto jurídico, produce la nulidad relativa de éste, lo que implica: que dicho acto sea anulable, reservándose el derecho para ello, a las personas perjudicadas con el vicio; el acto produzca plenamente sus efectos mientras un Juez no haya declarado la nulidad, y permite que el acto pueda ser saneado por el transcurso del tiempo si prescribe la acción de nulidad o que sea convalidado mediante ratificación. TERCERA.- La protección pretendida por el legislador, a los débiles del abuso de los fuertes, mediante la lesión, no resulta efectiva en atención a que la hipótesis normativa que contempla la lesión, supone el acreditamiento de elementos subjetivos tales como la suma ignorancia, la notoria inexperiencia o la extrema miseria, muy difíciles de probar e inclusive absurdos en la realidad imperante. CUARTA.- Es necesario que se regule al estado de necesidad, como vicio de la voluntad en razón del cual, aquéllas personas que sin ser pobres, ignorantes o inexpertas, pueden ser víctimas de otro, que abusando de tal necesidad, obtiene un lucro desproporcionado. QUINTA.- Es erróneo, que al regular la violencia, la legislación prevea una enumeración de personas y parientes que pueden ser empleadas “como instrumento” para producir temor al manifestar la voluntad, cayendo en el casuismo, siendo que lo trascendente de esta figura jurídica, es el temor determinante para otorgar o no la voluntad, por ello no se deben limitar las causas que producen esa restricción a la libertad. 33 BIBLIOGRAFÍA - AZÚA REYES, SERGIO T. TEORÍA GENERAL DE LAS OBLIGACIONES. 2ª. ed. Porrúa. México, 1997. - BEJARANO SÁNCHEZ, Manuel. OBLIGACIONES CIVILES. 3ª. ed. Harla. México, 1984. - BRUGI, Biagio. INSTITUCIONES DE DERECHO CIVIL (CON APLICACIÓN ESPECIAL A TODO EL DERECHO PRIVADO). Vol. 4. s n/ed. 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