EL NIÑO QUE NOS OCUPA. ALGUNAS PUNTUALIZACIONES ACERCA DEL TRABAJO EDUCATIVO CON NIÑOS EN LA PRIMERA INFANCIA. Autora: Cecilia Balbi Pertenencia institucional: Programa de Psicoanálisis y Prácticas Socioeducativas, Área Educación (FLACSO Argentina). RESUMEN Este escrito presenta un dispositivo de intervención de un practicante del psicoanálisis en el trabajo con instituciones educativas; la particularidad de este recorrido, es mostrar un recorte de la práctica en el campo de la primera infancia. Se parte de pensar las intervenciones en el marco del psicoanálisis como práctica de discurso y de su vocación por inquietar y problematizar los campos del saber, situando lo que no camina, y los puntos ciegos en el corazón mismo de cada dominio. EL NIÑO QUE NOS OCUPA. ALGUNAS PUNTUALIZACIONES ACERCA DEL TRABAJO EDUCATIVO CON NIÑOS EN LA PRIMERA INFANCIA. Este texto se propone presentar algunas notas del trabajo, como practicante del psicoanálisis en el campo educativo; en la actualidad con maestros que trabajan con niños hasta los 4 años. Y retoma una viñeta ya presentada en artículos anteriores, en esta ocasión para pensar desde qué significantes construyen los maestros de un “jardín de infantes” o de una “sala para la primera infancia” o “de nivel inicial”1, su idea del rol que les toca, su idea de trabajo educativo, y su idea de niño – sujeto de la educación (BRIGNONI y ESEBBAG, 2004). Se busca abrir una pregunta respecto de cómo la idea de “niño” junto con el concepto de “desamparo social” en algunas situaciones ocupa o aquieta, y no permite que el enseñar suceda. Dos notas o conjeturas que orientan la lectura de la viñeta que se presenta a continuación: la primera, que el desamparo social que “mira” a los adultos, se interpone en el encuentro con 1 como llamamos en Argentina a los espacios educativos que reciben a niños desde los 45 días hasta los 4 años el niño que tenemos frente a nosotros. La segunda nota (siguiendo la enseñanza freudiana en el texto “Introducción al Narcisismo”): que el encuentro con un niño “toca” el niño propio, o –para decirlo de otra manera– en el trabajo con niños, el adulto se encuentra con lo que queda de la infancia de cada uno. Al decir de Leandro De Lajonquière, intentaremos bordear “aquello que se posa entre adultos y niños en los comienzos de la vida” (DE LAJONQUIÈRE, 2011). La viñeta El Programa del que participo como psicóloga, se compone de Salas para la Primera Infancia, que se ubican en sectores de la Ciudad de Buenos Aires caracterizados como de alta vulnerabilidad social2; a cargo de maestros y un Equipo de Coordinación Pedagógica. La orientación para el trabajo del Equipo de Psicólogas con los educadores, es la intervención a partir de las dificultades que se enuncian en el trabajo con los chicos y las familias. La serie de los pedidos suele referir a dos cuestiones centrales: al no establecimiento de los niños de vínculos con los adultos o con los pares, y problemas en relación con el lenguaje3 o la detección de dificultades en el niño vinculadas a la impulsividad; y a la preocupación por el “desamparo social” de las familias de los alumnos. A. tiene 4 años. Es uno de dos hermanos que deambulan durante todo el día por el Centro Educativo donde funciona la Sala. No hay adultos de referencia, dicen las maestras; los dos niños en cuestión suelen estar a cargo de una hermana de 7 años. A. es el más pequeño, quiere permanecer en la Sala pero “a su manera”; ingresa en cualquier momento de la mañana, entra y sale, no responde al funcionamiento “para todos”, y se retira cuando él lo decide. Va y viene solo, no respeta horarios, viene sucio y desabrigado, amenaza a los alumnos de la sala y a nosotras si intentamos retenerlo. El Coordinador y la Trabajadora Social del Centro, así como el Cura de la Parroquia del barrio, están intentando hacer algún trabajo con la familia. La mamá de los chicos tiene serios problemas de adicciones, hay Equipo Coordinación Pedagógica Proyecto Primera Infancia (2010) “Acerca del Proyecto Primera Infancia”, Dirección de Inclusión Escolar, Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. 3 En las Salas se trabaja con bebés y niños hasta 4 años. 2 situaciones de violencia ejercida por su pareja y las condiciones de vivienda del grupo familiar son muy precarias. En el primer encuentro de trabajo las maestras dicen estar muy afectadas por la escena familiar y por el desamparo que ven en este niño. Se propone volver a mirar la escena educativa y pensar la insistencia que sostiene A. en “entrar y salir” de la Sala desde hace ya un largo tiempo. Esta insistencia pasa de ser una incomodidad a figurarse como una pregunta. Se ubica la posibilidad de ir pensando estrategias para ofrecerle a A. un lugar como alumno. Deciden entonces, realizar una entrevista inicial con la mamá al modo en que hacen con cualquier chico recién llegado4, ofrecer a este niño el recibimiento “para todos” que supone la propuesta pedagógica de la Sala. Escriben las maestras acerca de este primer momento: […] En la entrevista su mamá […] explicitó sus ganas de que A. viniera a la sala ya que él le había contado que había muchos nenes y que ahí pasaba su tiempo cuando no estaba con ella. De hecho conocía la mayoría de las canciones y se las cantaba […] A. se manejaba solo por el barrio, así que tratamos de establecer ciertas pautas y acuerdos con los que comenzar a establecer un vínculo con esta familia […] También hubo un acuerdo pedagógico entre nosotras: la situación extrema necesitaría de la flexibilización para una verdadera apertura de la sala al encuentro con este niño y su familia5. La apuesta es a ofrecer cierta docilidad a las particularidades del sujeto, antes que esperar la docilidad del niño al “para todos”. A. comienza así a incluirse en la Sala y a acomodarse a algunas normas a partir de esta decisión. Se sostiene la oferta, A. lo nota, y consiente al vínculo. En respuesta al pedido de las maestras, algunos mediodías su mamá comienza a acercarse a la Sala para retirarlo. En la puerta, mientras esperan la salida de los chicos, como otras mamás, conversa con ellas y con la Coordinadora Pedagógica. 4 Entrevista que se realiza siempre que se inscribe un niño. Cabe mencionar que en estos espacios se reciben niños en cualquier momento del año, por lo cual las entrevistas iniciales y el período de inicio o adaptación, dispositivos habituales del trabajo en Primera Infancia de recibimiento a un niño y su familia en la sala, muchas veces no coinciden con el inicio del ciclo lectivo 5 Estos párrafos son parte de un texto elaborado por las maestras, al final del recorrido de trabajo. A. responde al vínculo “uno a uno” con sus maestras, tanto que suele reclamar exclusividad en la atención: que una de ellas se siente a su lado a conversar, que lo escuchen, que lo acompañen al baño… Esto trae aparejado nuevas complicaciones. Las maestras dicen no poder ocuparse de los otros chicos, por lo que supone atender a A. Aparecen además, dificultades en el vínculo con el grupo de pares. Relatan que suele recorrer el barrio solo y vincularse con chicos más grandes: “cuando lo ves en la calle no parece de 4 años, parece un adolescente”. Se ubica una nueva pregunta: cómo pensar a A. como un alumno más en la Sala de 4 años. Escriben las maestras, en relación con este segundo trayecto de trabajo: […] tratar de correrlo del lugar de “matón” que había asumido con los niños […] Un día llegó a la sala mucho más temprano que el horario de entrada (siempre estaba en los alrededores esperando que llegáramos a abrir la puerta) y se presentó como un bebé. Asumió ese rol comportándose como tal […] El grupo de pares aceptó el juego y nos ayudaron a “atenderlo” con todas las necesidades que demandaba. Esa escena le permitió vincularse con sus compañeros desde otro lugar compartiendo situaciones lúdicas dejando de lado el personaje que había asumido con ellos. Este fue un juego que A. volvió a proponer en reiteradas ocasiones. Formular una pregunta en relación con la insistencia del sujeto, vacía el lugar que estaba ocupado por los significantes que remitían al desamparo social; se produce una vacante para un alumno. La insistencia de A., es un enigma que no se intenta dilucidar —para el niño mismo es oscuro el por qué de su insistencia—, sino que permite como pregunta, dejar un lugar vacío que se bordea con un trabajo: probar intervenciones y estar distraídamente atentas a lo que A. propone. Y habiendo encontrado un lugar, el niño produce una invención, un juego, una ficción, invitando a “hacerse cuidar”. Es importante ubicar que, a este mensaje dirigido del sujeto al Otro (que encarnan aquí las maestras) se responde con un hacer propio del trabajo educativo en Primera Infancia: “jugar a” (la familia, las profesiones, etc.). Lo que queda de la infancia. “Lo que él [el adulto normal] proyecta frente a sí [y en el encuentro con otro, podríamos decir] como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio ideal. Plantea que se hace necesario o conveniente indagar las relaciones que esta formación de ideal mantiene con la sublimación, y afirma que se trata de dos vías diferentes: “Que alguien haya trocado su narcisismo por la veneración de un elevado ideal del yo no implica que haya alcanzado la sublimación (…) la sublimación sigue siendo un proceso especial cuya iniciación puede ser incitada por el ideal, pero cuya ejecución es por entero independiente de tal incitación”. Freud (1914) “Introducción al Narcisismo” de 1914 Las condiciones de vida de los chicos muchas veces ocupan el espacio de las salas y el interés de los profesionales; se presentan como imágenes muy pregnantes, que dejan capturado al adulto que recibe al niño para el cuidado o abrigo —si pensamos el recibimiento como un tiempo de alojamiento institucional—, por esas historias, de la calle, del barrio, de la casa, que remiten al desamparo social. Surgen entonces, explicaciones que están al servicio de entender o salir del desconcierto, pero suelen ubicar al niño en un lugar del cual luego es difícil mover. Nos interesa pensar cuáles pueden ser las consecuencias de enseñar, por ejemplo, advertidos de que hay una opacidad respecto de aquellos a quienes dirigimos la oferta educativa. Plantear esa opacidad, ya supone vaciar un lugar; ese lugar que suele ocuparse con explicaciones, cuando el trabajo educativo está dificultado. Hoy parece haber en las instituciones un vaciamiento6 de posibilidades como salida a las dificultades. En vez de plantearlo en términos de déficit, nos preguntamos, si no se trata de algún exceso, de algo que ocupa, que no permite que el enseñar suceda. Las explicaciones y el niño se complementan, obturando la posibilidad de abrir la pregunta por lo que allí sucede. Del lado de los profesionales, esto retorna como inhibición o impotencia, o por el contrario en actuaciones y urgencias, con el consiguiente rechazo al acto educativo. 6 TIZIO, Hebe (2003) El dilema de la instituciones: segregación o invención, Texto para el debate del VII Stage de Formación Permanente Los vínculos con la cultura, del Grupo de Investigación sobre Psicoanálisis y Pedagogía, de la Sección Clínica de Barcelona. Disponible en http://www.scbicf.net/nodus/078VinculosCultura.htm En la escena que presenta la viñeta, el desamparo social que “mira” a las maestras, dificulta imaginar a este niño como alumno. “Enviscante”7 es el término que utiliza Jacques Lacan (LACAN, 2006) para referirse a la “fascinación” que producen para el ojo, ciertas “manchas” en el mundo. El llamado, a atender al niño respecto de sus condiciones de vida o a la atención de las condiciones de vida de la familia del niño, se posa frente a los maestros dificultando la posibilidad de alojar algo del sujeto de la educación. La intervención apunta entonces a abrir un tiempo de lectura, como un trabajo con los profesionales que reciben al niño; producir una pregunta que habilite una intervención, no por el mandato del Otro Social, o el procurar el bien de otro, sino por una lectura del llamado de quien pide, que en este caso es A., quien intenta con insistencia “contarse” en el espacio institucional, pero se encuentra con la anticipación de un cuidado orientado por los ideales de los adultos que lo reciben, y que ocupa el lugar al que el sujeto podría dirigir su propio pedido. La “historia familiar” o “la vida de un chico” suele presentarse como una explicación que funciona acoplada al niño, sin que se pueda producir un “paréntesis”, una distancia entre el niño que recibimos y ese relato que lo presenta. Esto dificulta abrir una pregunta, a partir de la cual producir un tiempo de lectura respecto de lo que con este niño está dificultado, en la práctica que toca sostener. O que en lo que el niño va a producir como recorrido, educativo en este caso, haya lugar para lo inesperado, para la sorpresa. (niño) Vamos a decir que cuando algo de la dificultad en el trabajo con un niño se presenta se trata más bien de: “cercar una posición subjetiva que de detenernos en las envolturas sociales que, por supuesto, no han de ser descuidadas ni ignoradas” (SOSA, 2003). Introducir 7 enviscar1. (De en- y visco). 1. tr. Untar alguna cosa con liga para que se peguen en ella los pájaros, a fin de cazarlos. entonces, la posibilidad de un no-saber. Y contar con la contigencia como una variable del dispositivo o del trabajo. niño ( x ) Pensar cómo se diseña el recibimiento de A. en la Sala, trae a la mesa de conversación ese saber-hacer del trabajo educativo en Primera Infancia—entrevista inicial con los padres, dar un tiempo en el período de inicio y el establecimiento de un vínculo con el niño, pensarlo como parte del grupo, etc.— que además de proponer regulaciones o normas, suponen una oferta de inscripción del sujeto en un lazo particular con el Otro, que no es el familiar. Y permite, además, una vez ubicado, hacer a un lado aquello que muestra un límite en el campo de intervención, y que no puede resolverse al menos desde la función específica. ¿Enseño o me vinculo con los chicos? es la pregunta que en los encuentros de trabajo los educadores suelen formular. Y en este “vincularse” se hace referencia a: conocer la historia familiar, conocer cómo viven,… saber más acerca de la vida del niño. Vamos a volver a decir que se trata de poner en juego una cierta ignorancia, y al mismo tiempo que esta pregunta plantea un falso dilema. Proponemos dirigir la mirada hacia lo que vamos a señalar como "un punto de encuentro entre el agente y el sujeto de la educación": el lugar de los contenidos de la enseñanza. Sostenemos que el vínculo respecto de lo educativo puede pensarse como un triángulo, y que si no existe ese elemento tercero, no hay encuentro posible. Con su desaparición o su borramiento lo que emerge es un par sin nada que separe, y por lo tanto, sin nada que una. No hay allí relación educativa y aparecen otros tipos de relaciones en su lugar —inclusive el control social—. Entonces, una idea paradojal: en este particular tipo de vínculo, como lazo que une pero a la vez separa, ese tercer elemento que son los contenidos de la enseñanza mantiene “ocupados” tanto al agente como al sujeto (MOYANO, 2010); produciendo una “separación – unión”, un encuentro en torno a un objeto particular que no es el “tú”. Sabemos que la acción educativa está dirigida por ideales; proponemos pensar la diferencia que supone que la acción del que educa se dirija a ofrecer algo de aquel recorte del mundo que “lo mueve”, a quedar detenido en aquello del niño que toca lo infantil propio. Bibliografía ASSOUN, Paul- Laurent (2004) "Saber freudiano y pulsión transdisciplinaria", en ASSOUN, Paul- Laurent y ZAFIROPOULOS, Markos: Lógicas del síntoma. Lógica pluridisciplinaria; Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires BRIGNONI, Susana y ESEBBAG, Graciela (2004) “Algunas reflexiones sobre Salud Mental y Educación”, en Revista de Educación Social Nº 3, publicación digital editada por la Asociación Estatal de Educación Social (ASEDES). Disponible en http://www.eduso.net/res/?b=5&c=42&n=126 DE LAJONQUIERE, Leandro (2011) “Figuras de lo infantil”, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires. MOYANO, SEGUNDO (2010) "Los contenidos educativos: bienes culturales y filiación social", en Diploma Superior en Psicoanálisis y Prácticas Socio – Educativas, FLACSO, Argentina LACAN, Jacques ([1962-1963] 2006) “El seminario de Jacques Lacan: libro 10: la angustia”, Paidós, Buenos Aires. SOSA, Jorge (2003) “Acerca del consumo de tóxicos en la adolescencia” en Revista L’INTERROGANT Nº 5, Fundació Nou Barris per a la Salut Mental, Barcelona.