ficha 5c Lectio divina - Josefinos de San Leonardo Murialdo

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Josefinos de San Leonardo Murialdo
Acompañamiento vocacional
LECTIO
DIVINA
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INDICE
Introducción
Explicación de la Lectio Divina
A las orillas del lago de Galilea
La anunciación
Jesús en Nazaret
Señor enséñanos a orar
En la casa de Simón
En camino hacia Emaús
Adoración Eucarística personal para el Jueves Santo
Bendita tú entre las mujeres
En el lago de Galilea
Capítulo 8 de Lucas
Zaqueo
Los 70 discípulos
Somos servidores inútiles
El nacimiento de Jesús (Adviento)
En principio era el Verbo (Comienzo de año)
El hijo del hombre es dueño del sábado (En Cuaresma)
La pesca milagrosa
Los primeros discípulos
La tempestad domada
Yo soy el pan de vida
La transfiguración
Sean luz y sal de la tierra
El joven rico
Los trabajadores de la viña
Señor, ten piedad de nosotros
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INTRODUCCIÓN
Les presentamos algunas pautas de meditaciones; son esquemas de
oración según el método de la “Lectio divina”: “lectura –meditación –
oración - contemplación”
“Es como si la lectura ofreciera a la boca un alimento todavía sólido;
la meditación lo masticara y lo partiera; la oración lo gustara; la
contemplación luego se identificara con una dulzura que infunde gozo e
serenidad”.
Esta manera de orar tomando la pauta de la Palabra de Dios quiere
significar el regreso a la ferialidad y a la cotidianidad.
Queremos enchufar nuestra vida, como fuera un cable, de trabajo,
estudio, de ocupaciones ordinarias, también de servicio eclesial porque
es en la cotidianidad y en la ferialidad, que el Señor nos ve, quiere
detenerse en nuestra casa, nos convierte, nos ama y nos salva.
Entonces, en la ferialidad y cotidianidad, también más hueca y negra,
el Señor nos dice "Hoy la salvación ha entrado en esta casa" y ¡será
alegría para la eternidad!
¡Poniéndonos en las manos del Padre, queremos vivir todos los
momentos ordinarios de manera extraordinaria!
¿CÓMO SE REZA CON LA “Lectio Divina?
A veces descubres la necesidad de Dios, o mejor, necesitas recortarte
un trozo consistente de tiempo sólo para Dios.
¿Cómo hacer? Probablemente no se tiene el tiempo de participar en
retiros organizados por las varias componentes cristianas en un
determinado día, en una determinada hora, probablemente un poquito
lejos de la propia casa, o hay retiros demasiado extendidos en el tiempo,
o no hay la “gana” de participar. Por otra parte tengo mucha dificultad a
orar espontáneamente.
¿Qué hacer? Antes que nada hay encontrar un tiempo para estar en el
secreto del propio cuarto, siguiendo el consejo evangélico de Mateo 6,6:
“Tú, por el contrario, cuando rezas, entra en tu cuarto y, cerrada la
puerta, reza al Padre tuyo en lo secreto...”.
Hay evidentemente la dimensión eclesial: la Palabra de Dios es
transmitida por la Iglesia y en la Iglesia viene correctamente
interpretada, sin espiritualismo, pero con realidad de fe.
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En casa, ¿donde me pongo para orar, cuáles son los signos que deben
capturarme?
Lugar: aconsejamos de no sentarse en el propio lugar de estudio o de
trabajo. Sería mejor crear en el propio cuarto el lugar de oración, casi un
templo en donde Dios nos habla. También las actitudes exteriores son
signo de la importancia de la oración.
Entonces, por ejemplo, es
oportuno encontrarse en un lugar que no sea habitual, cuidando mucho
los detalles. Por ejemplo, a lado de la cama, se puede poner una alfombra
- ¡aquella que no está normalmente!- y una silla para que no se rece
incómodamente!
Posiciones: serán aconsejadas, pero son muy libres. Estoy de pie, de
rodillas, sentado, las aconsejadas por la Liturgia.
Signos: el Crucifijo, un icono de la Madre de Dios, la Palabra de Dios, si
puedes toda la Biblia y no sólo el Nuevo Testamento. Sugerimos
también una vela o veladora.
Invitamos a la calma, por que cada palabra, cada gesto, cada pregunta
sean meditados en el corazón y contemplados.
Lectio Divina
Trataremos de explicar lo que es la “Lectio Divina”, también con la
ayuda del libro: “Encontrase consigo mismos” de Carlos Maria Martini y
con varios textos.
“La escucha de Dios, por parte del cristiano, significa en concreto la
escucha de la Palabra contenida en la Biblia. El contacto con esta Palabra
escrita lleva a una riqueza de vida inesperada…
…sugiero aquello patrístico de la Lectio Divina que comprende algunos
niveles:
“Es como si la lectio (lectura) ofreciera a la boca un alimento todavía
sólido; la meditatio (meditación) lo masticara y lo partiera; la oratio
(oración) lo gustara; la contemplatio (contemplación) luego se
identificara con una dulzura que infunde gozo e serenidad”.
LECTIO
Ver como está construido el texto, la dinámica que existe en él. Si
tiene un desarrollo tipo Introducción-Parte central-Conclusión o un
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desarrollo de tipo catequístico, un discurso, un hecho, un milagro, un
hecho que tiene valor teológico.
La atención está dirigida a las palabras en sentido gramatical:
descubrir el verbo (es la forma más importante), los sustantivos, los
adverbios, la etimología de las palabras, donde están puestas, hallar la
consecuencialidad de los varios términos, quien hace la acción, quien la
recibe.
Detenerse en el verbo tratando de comprenderlo bien, hallando los
sinónimos, analizando la raíz, si se puede también con instrumentos
científicos y usando todos los modos que poseemos para comprenderlo
bien. Detenerse en el sujeto y sus complementos en la frase. Es necesario
“ensuciar” la Palabra de Dios precisamente en sentido material, teniendo
a disposición lápices de vario color o plumas.
Vuelvo a leer, después de haber comprendido el sentido del trozo,
varias veces, lentamente. También la lectura y la escucha de la Palabra
de Dios es oración.
MEDITATIO (Meditación)
Mejor responder a las preguntas: ¿Qué me dice Dios de sí en este
texto de Evangelio, en esta palabra que se distingue de cualquier otra
palabra? ¿Cuáles son las actitudes de cada personaje del trozo? ¿Qué
dice a mi vida concreta, de todos los días, esta página que probablemente
ya escuché varias veces? Trata de revivir la escena.
Es oportuno escribir en una agenda o en una libreta aquello que se ha
meditado.
ORATIO (Oración)
Puede asumir diversas formas:
1. Darse cuenta de la lejanía de nosotros con Dios, de nuestra situación
de pecado.
2. También en una global fidelidad nos damos cuenta de donde nace el
deseo de solicitud de ayuda para mejorar.
3. Cuando se percibe que nuestra vida, de toda manera, ha sido dirigida
por Alguien que nos ha sostenido y cuantas veces ha cambiado las
caídas en momentos de salvación.
4. Es la dimensión casi infantil de la acogida de la Palabra de Dios que
nos hace decir simplemente: “¡Cómo es bello!”, y en esto hay los
sentimientos de alabanza, de acción de gracias, de petición, de
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compunción todos fundidos en una actitud de alabanza.
Si no logro hacer este paso, oro con una oración sugerida.
CONTEMPLATIO (Contemplación)
1. Es el gozo de Dios en nosotros sin otras cosas; es una inmersión en el
Creador por parte de la criatura que siente de pertenecerle totalmente; es
un poco como un regreso al seno materno.
2. Ser capaces de sentir, vivir las situaciones de la vida como expresión
de Dios en mi historia, en los hechos y en las cosas.
3. Es la capacidad de leer y vivir la historia y la propia historia en el
misterio de la muerte y resurrección de Cristo.
4.Vivir la novedad del hombre empapado del Espíritu de Dios capaz de
fecundidad divina y entonces evangelizador con la palabra y las obras.
Es darse cuenta de estar delante de Dios, de dirigir a Él nuestra
mirada, en la certeza de ser mirados con ternura y amor.
¡La Oración y la Contemplación pueden ser hechas repitiendo, rumiando
algunas frases de la Palabra orada!
A las orillas del lago
7
de
Galilea
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra de
Dios. Prendo una vela.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el Signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano.
4. Hago una pausa de silencio, para ayudarme a mí mismo a comprender
qué voy a hacer, no trabajo ni estudio, sino escucho y oro en silencio.
Sentado.
5. Invocación al Espíritu Santo (de las Letanías al Espíritu Santo)
Promesa de Dios Padre,
ven a nuestros corazones.
Autor de todo bien,
ven a nuestros corazones.
Espíritu de amor y de verdad,
ven a nuestros corazones.
Espíritu de gracia y de oración,
ven a nuestros corazones.
Espíritu de paz y de mansedumbre,
ven a nuestros corazones.
(¡Se repiten varias veces!)
6. Comenzando por el principio, reviso mi vida: etapa por etapa, el
encuentro de mis padres, el amor de ellos, Dios Padre me llamó a la
vida... acontecimientos iniciales... etapas y oportunidades...
experiencias... contactos, lazos, amistades, encuentros y... Él y Yo...
Como en un “Diario Espiritual” pido perdón, agradezco, alabo y rezo
al Señor por aquellas personas o acontecimientos que me han marcado a
lo largo de la vida... Los escribo en un papel.
7. Me quedo en silencio contemplando el Crucificado: en la cruz hay un
hombre que muere por amor... (unos minutos...)
8. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios, busco el texto y leo de
pié el trozo del Evangelio de Juan (Jn. 21, 1-19)
“1 Después de estos hechos, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos
a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. 2 Estaban
juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de
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Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les
dice: «Voy a pescar». Le contestan ellos: «También nosotros vamos
contigo.» Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron
nada.
4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no
sabían que era Jesús. 5 Les dijo Jesús: «Muchachos, ¿no tienen nada
que comer?» Le contestaron: «No.» 6 Él les dijo: «Echen la red a la
derecha de la barca y encontrarán». La echaron, pues, y ya no podían
arrastrarla por la abundancia de peces. 7 El discípulo a quien Jesús
amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor». Cuando Simón Pedro oyó
«es el Señor», se puso el vestido -pues estaba desnudo- y se lanzó al
mar. 8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red
con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos
codos.
9 Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre
ellas y pan. 10 Les dijo Jesús: «Traigan algunos de los peces que
acaban de pescar». 11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena
de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se
rompió la red. 12 Jesús les dice: «Venid y comed.» Ninguno de los
discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era
el Señor. 13 Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual
modo el pez. 14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los
discípulos después de resucitar de entre los muertos.
15 Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de
Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.» 16 Vuelve a decirle
por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú
sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» 17 Le dice
por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de
que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú
lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis
ovejas.
18 «En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te
ceñías, e ibas a donde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás
tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras».
19 Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
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* Sentado, vuelvo a leer varias veces el texto escogido y leído por lo
menos durante 15 minutos. También la lectura de la Palabra de Dios es
oración.
* Hemos entrados en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro
Retiro: ¡“El Gran Silencio”! Aquí Dios habla.
*Subrayo las palabras más importantes del texto.
*Me hago algunas preguntas. Para esta vez, me permito de proponer
algunas preguntas respecto al texto, como entrenamiento:
Jn 21, 1ss: “Después de estos hechos…”, estos hechos son la Pasión y la
Resurrección. En el capítulo 20 la narración de la tumba vacía y las
apariciones de Jesús Resucitado a los discípulos. ¿Siento la resurrección
importante en mi vida? Si Jesús no hubiera resucitado, ¿cómo sería mi
vida?
Jn. 21, 7: “¡Es el Señor!” ¿Cuándo reconocemos al Señor? ¿Jesús es mi
Señor?
Jn. 21, 17: “Señor, tú sabes todo…” ¿Hago mía esta profesión de fe de
Pedro? ¿Tengo la costumbre de repetirla?
Jn. 21, 19: “Sígueme”. ¿He seguido al señor haciéndome su discípulo?
Respondo con seriedad y exactitud.
* Me doy algunas respuestas.
* El “Gran Silencio” debe durar por lo menos 15 minutos.
* De rodillas, rezo así.
Oh Dios, en el designio de tu sabiduría has edificado tu Iglesia en la roca
de Pedro, responsable del colegio apostólico.
Mira y cuida a nuestro Papa Benedicto: tú lo has escogido como sucesor
de Pedro, haz que sea para tu pueblo principio y fundamento visible
de la unidad en la fe y de la comunión en la caridad.
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La Anunciación
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, e invoco al
Espíritu Santo con estas palabras u otras similares:
Tú has querido que el Espíritu Santo pusiera su morada en
Israel y que a través de Moisés, los profetas y los Salmos (Lc
24,44) manifestara tu voluntad y hablara a tu pueblo del
Mesías Jesús. Finalmente has querido que tu mismo Hijo,
Palabra eterna, se hiciera carne y pusiera su tienda entre
nosotros (Jn. 1,1-14) cual nacido de María y concebido por el
Espíritu Santo (Lc 1,35).
Envía sobre mí al Espíritu Santo para que me dé un corazón
capaz de escucha (1Re 3,5), me permita de encontrarlo en
estas santas Escrituras y engendre al Verbo en mí. Que tu
Espíritu Santo quite el velo de mis ojos (2 Cor. 3,12-16), me
conduzca a toda la verdad (Jn. 16,13), me dé inteligencia y
perseverancia. Te lo pido por Cristo, Señor nuestro, bendito
por los siglos de los siglos. Amén
4. Contemplo al Crucificado.
5. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo del
Evangelio de Lucas (Lc 1, 26-38).
“26 Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 28 Y,
entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» 29
Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría
aquel saludo. 30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado
gracia delante de Dios; 31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un
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hijo a quien pondrás por nombre Jesús. 32 Él será grande, se le llamará
Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
34 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco
varón?» 35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer
será santo y se le llamará Hijo de Dios. 36 Mira, también Isabel, tu
pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la
que se decía que era estéril, 37 porque no hay nada imposible para
Dios.» 38 Dijo María: «He aquí está la esclava del Señor; hágase en mí
según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue. Palabra de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo con
los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
6. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
7. Vuelvo a analizar la escena del texto de Lucas.
Gabriel es el enviado por Dios a una muchacha de Nazaret, para llevarle
la buena noticia que cambiará toda la historia. Me pregunto: ¿cómo he
anunciado a Cristo? ¿Mi abandono al Padre me hace decir “nada es
imposible a Dios”? ¿Cuál rol tiene en mi vida espiritual el Espíritu
Santo?
María: era una muchacha hebrea. Gabriel viene a anunciar el nacimiento
de Jesús, que le trae una grande noticia que desbaratará su vida personal
y la de toda la humanidad. Con su “Aquí estoy...” ha abierto la historia
de la salvación que se reveló en Jesús. Me pregunto: estoy disponible a
la obra que Dios quiere cumplir en mí, en mi vida personal y
12
comunitaria? ¿Respondo “Aquí estoy...” a toda propuesta de Dios, hecha
por una Palabra, un personaje, un hecho? ¿Logro fiarme de Dios sólo
sobre su Palabra? ¿Hago espacio a Jesús que vino, viene y vendrá?
Puedo añadir más preguntas...
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para ser oración.
8. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
Te saludo, llena de gracia… El Señor está contigo…
No tengas miedo… El Espíritu Santo bajará sobre de ti…
Nada es imposible para Dios… Aquí estoy, soy la sierva del
Señor…
9. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús,
de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor
por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza
de haber tocado a Jesús.
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado.
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Jesús en Nazaret
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, e invoco al
Espíritu Santo con estas palabras u otras similares:
Espíritu de amor, amor del Padre y del Hijo, vínculo
sustancial del uno y del otro, eterno beso de su unión, yo te
adoro. Espíritu de amor, tu reino está adentro de mí, en mi
alma, en mi corazón. Te ruego, despierta lo que está dormido,
dame tus siete dones, dame bondad y caridad. No te pido de
bajar sobre mí. Ya viniste en el Bautismo y en los demás
Sacramentos. Te pido de penetrar en mí en esta oración que
estoy por hacer. Sin ti no hay una oración, sino sólo una pauta
a la cual sólo puedo seguir fielmente, pero en este tipo de
oración no está Jesús. Contigo, Espíritu de caridad, la pauta se
hace oración. Entonces hallo a Jesús y entonces encuentro la
alegría para siempre.
4. Contemplo al Crucificado.
5. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo
del Evangelio de Lucas (Lc 4, 16-30).
“16 Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró, según su
costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la
lectura. 17 Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el
volumen y halló el pasaje donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor
está sobre mí, porque me ha consagrado con la unción, me ha enviado
para anunciar a los pobres la Buena Noticia, para proclamar la
liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los
oprimidos 19 y proclamar un año de gracia del Señor. 20 Luego enrolló
el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los
ojos estaban fijos en él. 21 Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura
que acabáis de oír se ha cumplido hoy.» 22 Y todos daban testimonio de
él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su
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boca. Y decían: «¿Acaso no es éste el hijo de José?» 23 Él les dijo:
«Seguramente me van a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo
lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaún, hazlo también aquí en
tu patria». 24 Y añadió: «En verdad les digo que ningún profeta es bien
recibido en su patria». 25 «Les digo de verdad: Muchas viudas había en
Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis
meses y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue
enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. 27 Y muchos
leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de
ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».
28 Al oír estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira 29 y,
levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad y le llevaron a una altura
escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para
despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó. Palabra
de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo con
los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
6. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
7. Analizo la escena del texto de Lucas.
Este texto es considerado el resumen del Evangelio de Lucas y de la vida
de Jesús. La obra lucana (el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles)
relatan la vida de Jesús, la pasión, muerte y resurrección y luego la vida
de las primeras comunidades cristianas. El valor de este texto es
teológico, además que espiritual e histórico.
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Vamos a enfocar algunas partes del texto para facilitar la oración.
Cada palabra de la Sagrada Escritura dice un mensaje diverso a cada
uno.
- Se fue a Nazaret…: adonde vivía su familia, los parientes, los
compañeros de juego y de estudio. Lucas historiciza el evento. En mi
pueblo / barrio: ¿adónde está Jesús? ¿Quién es Jesús?
- …y entró, …, en la sinagoga…: participa como actor y no sólo como
espectador en la solemne liturgia hebrea del sábado. La oración estaba
compuesta por una lectura y por una homilía. Piensen en Jesús que hace
“catecismo” a la gente de Nazaret. ¿Estamos dispuestos a escuchar a
Jesús?
- …los ojos… estaban fijos sobre de él: tenían algunas expectativas,
esperaban un milagro... ¿Miro a Jesús? Mis ojos están fijos en su persona
como si no existiera nada y nadie más?
- Hoy se cumplió esta Escritura…: ¡es el hoy de Dios! Jesús se autoaplica el paso de Isaías en particular, Jesús vino a anunciar la
misericordia de Dios para con los hombres. ¿Tengo misericordia,
caridad y amor para con todos? ¿Anuncio a Jesús?
- Ningún profeta es muy aceptado… Elías… Eliseo: Jesús se pone en
las huellas de los profetas presentando dos ejemplos del A. T. ¿Estoy
dispuesto a confrontarme con Jesús de manera auténtica?
- …en borde del monte: Nazaret no está en el monte, sino Jerusalén. Es
en Jerusalén que mueren los profetas. El Evangelio de Lucas tiene casi la
crónica del largo camino de Jesús hacia Jerusalén. ¿Estoy dispuesto a
hacerme matar por Jesús?
- …pasando en medio de ellos: pasó en medio de ellos cuando resucitó.
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
8. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
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Jesús de Nazaret, estamos en tu misma situación, sin embargo
nos sentimos casi indigno en tomar en mano tu Palabra eterna,
no somos profetas en patria, no somos como tú. Nos
entregamos a ti, para que nos transformes en “ambones” de tu
Palabra, en lugares donde habita el Espíritu del Señor para
anunciar a todos los hermanos y a nosotros personalmente la
misericordia del Señor. Entonces podremos decir con la vida
el hoy de Dios y el cumplimiento de la promesa de Dios a su
pueblo. Podremos profetizar a todos Jesús Salvador. Y
entonces habrá alegría para siempre en nuestros corazones.
¡Jesús de Nazaret, haznos “ambones” para tu Palabra!
9. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús,
de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor
por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza
de haber tocado a Jesús.
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado.
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Señor, enséñanos a
orar
“¡Vuelve a comenzar de Cristo, tú que has hallado misericordia!
¡vuelve a comenzar de Cristo, tú que has perdonado y acogido el perdón!
¡vuelve a comenzar de Cristo, tú que has conoces el dolor y el
sufrimiento! ¡vuelve a comenzar de Cristo, tú que has sido tentado por la
frialdad! ¡el año de gracia es tiempo sin límites! ¡vuelve a comenzar de
Cristo, Iglesia! ¡En el nuevo milenio canta e camina!” (Juan Pablo II, 6
de Enero 2001)
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, e invoco al
Espíritu Santo con estas palabras u otras similares:
“Señor, tú eres el Padre de la Sabiduría y eres mi Padre.
Déjame seguir ciegamente tus senderos sin tratar de
comprender: tú me guiarás también en la oscuridad para
llevarme hasta ti. Señor, que se haga tu voluntad: ¡estoy lista!
Tú eres el Señor del tiempo y también este momento te
pertenece. Realiza en mí lo que en tu Sabiduría has previsto.
Si me llamas a la ofrenda del silencio, ayúdame a responder.
Haz que cierre los ojos sobre todo lo que soy, para que muerta
a mi misma, viva sólo para Ti” (Edith Stein).
4. Contemplo al Crucificado.
5. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo
del Evangelio de Lucas (Lc 11, 1- 13).
1 Jesús estaba orando en cierto lugar y cuando terminó, le dijo uno de
sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus
discípulos.» 2 Él les dijo: «Cuando oren, digan: Padre, sea santificado
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tu Nombre, venga tu Reino, 3 danos cada día nuestro pan cotidiano, 4 y
perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a
todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación».
5 Luego añadió: «Si uno de ustedes tiene un amigo y acude a él a
medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes, 6 porque ha llegado
de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle”, 7 y aquel,
desde dentro, le responde: “No me molestes; la puerta ya está cerrada, y
mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos”, 8
les aseguro que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, se
levantará, por su insistencia, para que deje de molestarle y le dará
cuanto necesite.
9 «Bueno, yo les digo: Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y
se les abrirá. 10 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y
al que llama, le abrirán.11 ¿Qué padre hay entre ustedes que, si su hijo
le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; 12 o, si pide un
huevo, le da un escorpión? 13 Si, pues, ustedes, aun siendo malos, saben
dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan!». Palabra del Señor.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo con
los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
6. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
7. Analizo la escena del texto de Lucas.
En este texto, Lucas invita a sus primeros seguidores, pero también a
nosotros, a la oración que es la relación del hombre con Dios. Las
condiciones para orar son la fe, la perseverancia y la confianza. Dios
19
ama ser importunado y promete satisfacer la oración. El ejemplo de
Jesús, especialmente en el Evangelio de Lucas, que se retira
frecuentemente en oración, suscita en los discípulos el deseo de orar, y
Jesús enseña la oración de los hijos.
v. 1: …Jesús estaba orando: “Señor, tú que has orado, enséñanos a
orar!”.
vv.2-4: Padre…: es el nombre de Dios: ¡papá! ¿Me he dado cuenta que
Dios es mi papá? ¿Un papá bueno?
v. 8: …por su insistencia: Jesús es el amigo inoportuno. Debo ser como
Jesús. ¿Soy amigo de Jesús? ¿Y soy inoportuno con Dios?
v. 9: …Pidan y se les dará …toquen y hallarán: ¿Para qué no pedir? ¡Nos
dará! ¿Por qué no tocar? Hemos encontrado la misericordia de Dios que
se ha revelado en los Sacramentos. No toquemos el timbre de Dios, sino
toquemos, como se dice en Lucas, porque “a quien toca se les abrirá”.
v. 13: …cuanto más el Padre suyo dará el Espíritu Santo a aquellos que
se lo piden: el Espíritu Santo: es lo único que hay que pedir al Padre.
¿Pedimos el Espíritu? Si no lo pedimos, ¿por qué? ¿Tenemos otras cosas
más importantes según nosotros de las cuales pedir al Padre?
Lee también la exhortación apostólica “Novo Millennio Inuente” nn.:
32-34.
32. “Para esta pedagogía de la santidad es necesario un cristianismo
que se distinga ante todo en el arte de la oración. El Año jubilar ha sido
un año de oración personal y comunitaria más intensa. Pero sabemos
bien que rezar tampoco es algo que pueda darse por supuesto. Es preciso
aprender a orar, como aprendiendo de nuevo este arte de los labios
mismos del divino Maestro, como los primeros discípulos: « Señor,
enséñanos a orar” (Lc 11,1). En la plegaria se desarrolla ese diálogo con
Cristo que nos convierte en sus íntimos: « Permaneced en mí, como yo
en vosotros” (Jn 15,4). Esta reciprocidad es el fundamento mismo, el
alma de la vida cristiana y una condición para toda vida pastoral
auténtica. Realizada en nosotros por el Espíritu Santo, nos abre, por
Cristo y en Cristo, a la contemplación del rostro del Padre. Aprender esta
lógica trinitaria de la oración cristiana, viviéndola plenamente ante todo
en la liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial,17 pero también de la
20
experiencia personal, es el secreto de un cristianismo realmente vital,
que no tiene motivos para temer el futuro, porque vuelve continuamente
a las fuentes y se regenera en ellas.
33. ¿No es acaso un « signo de los tiempos” el que hoy, a pesar de los
vastos procesos de secularización, se detecte una difusa exigencia de
espiritualidad, que en gran parte se manifiesta precisamente en una
renovada necesidad de orar? También las otras religiones, ya presentes
extensamente en los territorios de antigua cristianización, ofrecen sus
propias respuestas a esta necesidad, y lo hacen a veces de manera
atractiva. Nosotros, que tenemos la gracia de creer en Cristo, revelador
del Padre y Salvador del mundo, debemos enseñar a qué grado de
interiorización nos puede llevar la relación con él.
La gran tradición mística de la Iglesia, tanto en Oriente como en
Occidente, puede enseñar mucho a este respecto. Muestra cómo la
oración puede avanzar, como verdadero y propio diálogo de amor, hasta
hacer que la persona humana sea poseída totalmente por el divino
Amado, sensible al impulso del Espíritu y abandonada filialmente en el
corazón del Padre. Entonces se realiza la experiencia viva de la promesa
de Cristo: « El que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me
manifestaré a él” (Jn 14,21). Se trata de un camino sostenido
enteramente por la gracia, el cual, sin embargo, requiere un intenso
compromiso espiritual que encuentra también dolorosas purificaciones
(la « noche oscura”), pero que llega, de tantas formas posibles, al
indecible gozo vivido por los místicos como «unión esponsal». ¿Cómo
no recordar aquí, entre tantos testimonios espléndidos, la doctrina de san
Juan de la Cruz y de santa Teresa de Jesús?
Sí, queridos hermanos y hermanas, nuestras comunidades cristianas
tienen que llegar a ser auténticas « escuelas de oración”, donde el
encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino
también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación,
escucha y viveza de afecto hasta él « arrebato del corazón. Una oración
intensa, pues, que sin embargo no aparta del compromiso en la historia:
abriendo el corazón al amor de Dios, lo abre también al amor de los
hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio
de Dios.
34. Ciertamente, los fieles que han recibido el don de la vocación a una
vida de especial consagración están llamados de manera particular a la
oración: por su naturaleza, la consagración les hace más disponibles para
21
la experiencia contemplativa, y es importante que ellos la cultiven con
generosa dedicación. Pero se equivoca quien piense que el común de los
cristianos se puede conformar con una oración superficial, incapaz de
llenar su vida. Especialmente ante tantos modos en que el mundo de hoy
pone a prueba la fe, no sólo serían cristianos mediocres, sino « cristianos
con riesgo”. En efecto, correrían el riesgo insidioso de que su fe se
debilitara progresivamente, y quizás acabarían por ceder a la seducción
de los sucedáneos, acogiendo propuestas religiosas alternativas y
transigiendo incluso con formas extravagantes de superstición. Hace
falta, pues, que la educación en la oración se convierta de alguna manera
en un punto determinante de toda programación pastoral. Yo mismo me
he propuesto dedicar las próximas catequesis de los miércoles a la
reflexión sobre los Salmos, comenzando por los de la oración de Laudes,
con la cual la Iglesia nos invita a « consagrar” y orientar nuestra jornada.
Cuánto ayudaría que no sólo en las comunidades religiosas, sino también
en las parroquiales, nos esforzáramos más para que todo el ambiente
espiritual estuviera marcado por la oración. Convendría valorizar, con el
oportuno discernimiento, las formas populares y sobre todo educar en las
litúrgicas. Está quizá más cercano de lo que ordinariamente se cree, el
día en que en la comunidad cristiana se conjuguen los múltiples
compromisos pastorales y de testimonio en el mundo con la celebración
eucarística y quizás con el rezo de Láudes y Vísperas. Lo demuestra la
experiencia de tantos grupos comprometidos cristianamente, incluso con
una buena representación de seglares.
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
8. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
PADRE NUESTRO
“No digas: Padre, si cada día no te comporta como hijo.
No digas: nuestro, se vives aislado en tu egoísmo.
No digas: que estás en los cielos, si piensas sólo en las cosas terrenas.
22
No digas: Sea santificado tu nombre, si no lo honras y lo blasfemas.
No digas: Venga tu reino, si lo confundes con un resultado material.
No digas: hágase tu voluntad, si no la aceptas cuando es dolorosa.
No digas: nuestro pan cotidiano, si no te preocupas de quien tiene
hambre.
No digas: Perdona nuestras ofensas, si conservas rencor hacia el
hermano.
No digas: Líbranos del mal, si no toma posición en contra del mal.
No digas: Amén, si no has comprendido o no has tomado seriamente la
palabra del Padre Nuestro”.
9. CONTEMPLATIO
Se percibe la necesidad de mirar sólo a
Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su
amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la
certeza de haber tocado a Jesús.
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado.
23
En la casa de Simón
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, e invoco al
Espíritu Santo con estas palabras u otras similares:
Señor y dador de vida, que te librabas sobre las aguas antes de la
creación y bajaste sobre la Virgen acogedora y sobre las aguas de la
nueva creación.
Tú eres el vínculo de la caridad eterna, La unidad y la paz Del amado
y del amante, En el diálogo eterno del amor.
Tú eres el éxtasis y el don de Dios, Aquel en el cual el amor infinito
se abre en la libertad para suscitar y contagiar amor.
4. Contemplo al Crucificado.
5. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo
del Evangelio de Lucas (Lc 7, 36-50).
Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del
fariseo, se puso a la mesa. 37 Había en la ciudad una mujer pecadora
pública. Al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó
un frasco de alabastro de perfume 38 y, poniéndose detrás, a los pies de
él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los
cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el
perfume.
39 Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste
fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está
tocando, pues es una pecadora.» 40 Jesús le respondió: «Simón, tengo
algo que decirte.» Él dijo: «Di, maestro.» 41 «Un acreedor tenía dos
deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. 42 Como
no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará
más?» 43 Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.»
24
Él le dijo: «Has juzgado bien.» 44 Y, volviéndose hacia la mujer, dijo a
Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los
pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas y los ha secado
con sus cabellos. 45 No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha
dejado de besarme los pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha
ungido mis pies con perfume. 47 Por eso te digo que quedan perdonados
sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se
le perdona, poco amor muestra.» 48 Y le dijo a ella: «Tus pecados
quedan perdonados.» 49 Los comensales empezaron a decirse para sí:
«¿Quién es éste, que hasta perdona los pecados?» 50 Pero él dijo a la
mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz.» Palabra de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo con
los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
6. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
Analizo la escena del texto de Lucas.
¡La Buena Noticia es el perdón de Dios! Son dos caras de la misa
moneda. Vemos cuál actitud tienen los personajes de este texto:
* Simón: es un fariseo rico e invita a Jesús en su casa. Es abierto a Jesús,
pero es una relación formal. No ama a Dios. Hay la “Ley”, hay el
“mérito” por haber observado los mandamientos de la Ley. ¡Es él la
prostituta! ¡No hay necesidad de ser amigo por tus meritos y por tus
oraciones: es ya tu amigo!
¿Eres como Simón que piensa de estar siempre en lo correcto, de no
tener “grandes” pecados? ¿Eres fariseo? ¿Hay rostros del amor que no
están presentes en la “Ley”?
25
* La Mujer: es una prostituta de aquel lugar, conocida como tal. No dice
ni una palabra. Por la mujer, hablan los signos que cumple sobre Jesús:
llora de gratitud, enjuga los pies de Jesús y los perfuma = responde al
amor con el amor.
¿Soy capaz de gratitud para con el Señor, hasta llorar por mis pecados?
¿Cómo se ha manifestado la misericordia de Dios en mi vida?
* Jesús: acepta la invitación de Simón y enfrenta enseguida la
profundidad de las relaciones. Se deja querer y acepta la amistad de este
tipo de mujer. Fotografía el corazón de Simón y de la mujer, de la cual
no se dice el nombre. Nosotros somos Simón y la mujer. Frente a Dios,
somos todos dependientes. Si no dependemos de Dio, dependemos de
otras cosas. El secreto es dejar que Dios actúe en nosotros, dejarse amar
porque somos amados. Me meto en el corazón de Simón y de la mujer.
¿Cómo habría reaccionado yo? Reconstruyo mi historia de amor y de
traiciones con Dios. La escribo desde el principio.
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
8. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
Te amo, Señor, pero no me dejo amar por Ti. He sido un
traidor, he sido una meretriz, como Simón el fariseo, cuando
me he lamentado, justificado, desanimado por las expectativas
y las porfías frente a ti. Haz que llore de gratitud porque soy
amado por ti. Haz que sepa siempre acercarme a ti con el
perfume del perdón y no con el olor de mis pecados. En mi
vida te doy libre acceso: cámbiame tú, hazme resucitar de mis
pecados. Y, hazme decir y vivir: si es según tu voluntad, va
bien también por mí. ¡Señor, libérame de mí mismo!
9. CONTEMPLATIO
Se percibe la necesidad de mirar sólo a
Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su
amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la
certeza de haber tocado a Jesús.
26
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado.
En camino hacia Emaús
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, e invoco al
Espíritu Santo con estas palabras u otras similares:
Bendito sea, nuestro Dios, en todo tiempo, ahora y siempre por los
siglos de los siglos. Gloria a ti, nuestro Dios, gloria a ti, Espíritu Santo
Señor y Consolador, tú que llenas el universo. Tesoro de todos los bienes
y fuente de vida, ven a habitar en nosotros, purifícanos de todo pecado, y
en tu amor llévanos a la salvación.
4. Contemplo al Crucificado.
5. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo
del Evangelio de Lucas (Lc 24, 13-35).
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que
dista sesenta estadios de Jerusalén, 14 y conversaban entre sí sobre todo
lo que había pasado. 15 Mientras conversaban y discutían, el mismo
Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; 16 pero sus ojos estaban
como incapacitados para reconocerle. 17 Él les dijo: «¿De qué discutís
por el camino?» Ellos se pararon con aire entristecido.
18 Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único
residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos
días?» 19 Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús de
Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de
Dios y de todo el pueblo; 20 cómo nuestros sumos sacerdotes y
magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. 21Nosotros
esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas
estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. 22 El caso es que
algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de
madrugada al sepulcro 23 y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo
27
que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que él
vivía. 24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo
hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
25 Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo
que dijeron los profetas! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera
eso para entrar así en su gloria?» 27 Y, empezando por Moisés y
continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en
todas las Escrituras.
28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir
adelante.29 Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con
nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se
quedó con ellos. 30 Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció
la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31 Entonces se les abrieron los
ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista.32 Se dijeron uno
a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros
cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33 Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron
reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, 34 que decían: «¡Es
verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» 35 Ellos,
por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le
habían conocido al partir el pan. Palabra de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo con
los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
6. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
7. Analizo la escena del texto de Lucas.
28
El texto es un flash sobre la vida de la comunidad cristiana de Lucas.
Cada palabra, en este trozo, tiene todo un significado particular para cada
uno de nosotros. Siento que la palabra está dirigida a mí. Es un texto que
se comenta muy frecuentemente.
* Jesús en persona se acercó y caminaba con ellos: el Resucitado
encuentra a cada hombre y camina con él en las vicisitudes tristes y
felices. ¿Le permito a Jesús que me encuentre en lo profundo, de
caminar conmigo? ¿Pienso a la persona de Jesús como Resucitado?
* “Tú sólo eres tan forastero…”: el viajero se interesa de sus problemas.
¿Oh Señor, no sabes lo que me ha sucedido? ¿No sabes que ha muerto
mi hijo, que tengo problemas de salud, que soy drogadicto, sólo, que
tengo problemas de vida? ¿Tú, oh Señor, eres tan lejano, implacable,
impiedoso?
* ...pero a él no lo han visto: la tumba del Nazareno vacía es un misterio.
¿He visto al Señor en la Palabra, en los Sacramentos, en la caridad? ¿Me
cuestioné respecto a la Resurrección? ¿Cuales y por qué?
* Quédate con nosotros...: Oh Señor, quédate con nosotros, porque ya
nada tiene sentido sin ti, quédate con nosotros especialmente cuando
pasamos por momentos difíciles, cuando estamos en problemas, cuando
tenemos dificultades. Quédate con nosotros, Jesús Resucitado, cuando
estamos en la alegría, por que la alegría sin ti es una miserable
mascarada. Quédate con nosotros, te lo repito todavía, quédate conmigo,
¡por que sin ti no puedo hacer nada!
* Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan...: es la parte “eucarística” del
texto. ¿He visto el Señor, parece extraño, en la Santa Misa? ¿O la Misa
es vivida por costumbre o como asunto debido y obligado? ¿De la Misa
salgo con algo?
Una callejuela, un diálogo
Jerusalén – Emaús: el camino de los resignados.
Conjugan el verbo esperar al pasado: “Esperábamos…”. Y es enseguida
tristeza: “Bonjour tristesse”. Buenos días, tristeza, tú estás escrita en las
líneas del cielo raso, símbolo de la casa que debería ser acogedora; buen
día tristeza, tú estás escrita en los ojos de aquellos que amo; buen día
tristeza, diosa con la mórbida caricia de muerte.
29
Hace frío adentro del corazón, hecho trizas. Hace frío alrededor del
corazón lleno de escombros. Hace frío. Y fíjate que viene él: “¡He
venido para traer el fuego sobre la tierra!”. Él es el calor. Él es la luz. Y
se codea con nuestros glaciares de tristeza. Y poco a poco, los glaciares
se derriten. El calor pisa los talones al frío. La luz pisa los talones a la
oscuridad.
El Resucitado se codea con ellos en este período que conecta los dos
milenios. Está listo para explicar que la vida tiene un sentido, que los
dolores no son estragos de agonía sino sólo los dolores de un parto de
amor, que la vida vence sobre la muerte. Un mundo más joven está
preparado por los jóvenes apasionados de la Palabra, que leen el
Evangelio cada día, lo vuelven a leer en cada evento, lo encarnan en cada
gesto, lo representan como “quinto evangelio” en toda su vida. Los dos
de Emaús – Cleofás y el otro no nombrado porque cada uno de nosotros
se sienta nombrado – enseñan este discipulado desde la Palabra.
Una cena, el asombro.
En el crucero de Emaús. El corazón de los dos los hace exclamar:
“¡Quédate con nosotros!”. Lo decimos por ti, peregrino sin techo. Lo
decimos por nosotros inflamados por tus palabras. Y lo acogen. Lo
invitan a su mesa. Y ven debajo de sus ojos trasformarse la pobre mesa
de una pequeña posada en la Gran Mesa de la Última Cena, que jamás se
levanta, porque a ella todas las generaciones están llamadas a lo largo de
los tornantes del tiempo. Y los ojos vendados se abren y el desconocido
llega a ser el Rostro conocido, aquello deseado. Los pies cansados por la
ida llegan a ser los pies alados del anuncio. Y vuelven a recorrer el
camino hacia Jerusalén. Los jóvenes de hoy, a igual que los discípulos de
Emaús, en la medida se harán casa, acogiendo a los pobres de pan, a los
pobres de sentido, a los pobres de corazón, se dispondrán a hacer la
experiencia de Cristo. Las Eucaristías celebradas se trasformarán en
fiestas de encuentro profundo. Y se es joven cuando se sabe correr.
Correrán por los caminos del mundo de hoy para anunciar la bella
noticia a está tirado al borde de un camino, a veces jóvenes de años y
viejos en el corazón.
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
8. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
30
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
Quédate con nosotros, Jesús Resucitado: porque anochece.
Te daremos una casa. Te daremos un plato.
Te daremos calor. Te daremos amor.
Quédate con nosotros, Señor.
La tarde de la duda, de la incertidumbre y del ansia
presiona sobre el corazón de cada hombre.
Quédate con nosotros, Señor.
Nosotros estaremos en tu compañía, y esto nos basta.
Quédate con nosotros, Señor, porque anochece.
Haznos testigos de tu Pascua.
Jesús Resucitado, en la última cena de hombre terrenal
has indicado en el lavatorio de los pies
la única manera de participar en la Eucaristía.
En la primera Cena como hombre celestial has querido indicar
y reproponer en la hospitalidad del “diverso” la condición
para la comunión contigo.
Señor de la gloria, ayúdanos a vivir nuestras celebraciones
lavando los pies cansados de los últimos, acogiendo en el
corazón y en las casas “pobres, lisiados, cojos, ciegos”, los
necesitados de hoy, que no tienen otro signo de
reconocimiento si no es aquello de ser tu imagen viva. Amén
9. CONTEMPLATIO
Se percibe la necesidad de mirar sólo a
Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su
amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la
certeza de haber tocado a Jesús.
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado.
31
Bendita tú entre las
mujeres
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, e invoco al
Espíritu Santo con estas palabras u otras similares:
¡Espíritu Santo, ven a orar en nosotros!
Espíritu Santo, Potencia, que cubriste con tu sombra a la Virgen Maria
para que fuera la madre de Hijo de Dios, Tú has preparado una demora
purificada para Él.
Espíritu Santo, Santificador, por tu acción Jesús crecía en sabiduría y
en gracia; tú bajaste sobre de él como paloma en el día de su bautismo,
para que fuera consagrado y armado de poder como testigo del Padre.
Espíritu Santo, Luz, que fuiste dado al Hijo de Dios sin medida y lo
condujiste en el desierto para que fuera tentado, por ti él exultó de
alegría viendo Satanás que caía del cielo como un relámpago.
Espíritu Santo, Eterno, por ti Cristo, nuestro único sacerdote, se ha
ofrecido víctima sin mancha para que nosotros fuéramos liberados de las
obras de la muerte y sirviéramos al Dios viviente.
Espíritu Santo, Defensor, tú has bajado sobre los apóstoles en forma
de lenguas de fuego y has hablado en ellos cuando ellos dieron
testimonio de la resurrección de Cristo.
Espíritu Santo, Consolador, por ti nosotros hemos nacido a la vida de
hijos de Dios: tú haces de nosotros templos vivientes de tu presencia e
intercedes por nosotros donde el Padre.
Espíritu Santo, Vivificador, por ti el cuerpo de la Iglesia es animado,
directo y santificado; tú habitas en cada uno de sus miembros para dar un
día la vida a nuestros cuerpos mortales.
4. Contemplo al Crucificado.
32
5. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo del
Evangelio de Lucas (Lc 1, 39-56).
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la
región montañosa, a una ciudad de Judea; 40 entró en casa de Zacarías
y saludó a Isabel. 41 En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de
gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo 42 y
exclamó a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
seno; 43 y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? 44
Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el
niño en mi seno. 45 ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas
que le fueron dichas de parte del Señor!». 46 Y dijo María:«Mi alma
alaba la grandeza del Señor47 y mi espíritu se alegra en Dios mi
salvador 48 porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava, por
eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, 49
porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Poderoso, Santo es su
nombre 50 y su misericordia alcanza de generación en generación a los
que le temen. 51 Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los de
corazón altanero. 52 Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a
los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los
ricos con las manos vacías 54 Acogió a Israel, su siervo, acordándose
de la misericordia 55 -como había prometido a nuestros padres- en
favor de Abrahán y de su linaje por los siglos.»
56 María se quedó con ella unos tres meses, y luego se volvió a su casa.
Palabra de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
6. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
33
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
Meditemos este texto Evangelio de Lucas en el cual María es casi la
actriz. Pero fijándonos bien, ¡el actor principal del texto es el Señor!
7. Analizo la escena del texto de Lucas.
• Maria se puso en camino: una mujer encinta se pone en viaje en
Palestina, sin haber comprado el boleto del bus…Como el Arca de la
Alianza del AT que llevaba las Tablas de la Ley así María lleva en sí la
Nueva Alianza: Jesús.
¿Estamos dispuestos a ponernos “en viaje”, a ponernos en juego para el
Señor?
¿En nuestro viajar, llevamos al Señor, o llevamos sólo nosotros mismos?
• hacia la montaña: la montaña, los montes en la Biblia son lugares
donde Dios habla a Su Pueblo. María tiene una meta: ¡Dios! ¿ Estamos
dispuestos a escuchar a Dios que habla?
¿Estamos dispuestos a hacer silencio interior?
¿Tenemos metas grandes para nuestra vida? ¿Cuales?
• Se fue con prontitud: María tiene apuro, apuro de ir a servir, apuro de
ser Arca del Señor disponible a servir.
¿Estamos disponibles a servir a los hermanos?
¿Tenemos prisa de servir?
• …el niño saltó de gozo en su seno. Isabel fue llena del Espíritu Santo:
cuando Isabel encuentra a Jesús y a su Madre, aunque no había todavía
nacido. El amor trinitario se revela: el Padre que ha enviado a Jesús y
hace cada hombre lleno de Espíritu Santo.
¿Cómo son nuestras relaciones con la Trinidad?
¿Cuándo encontramos a Jesús, nuestra vida espiritual cambia?
¿Qué significa para nosotros “ser llenos de Espíritu Santo”?
• y bienaventurada aquella que ha creído en el cumplimiento de las
palabras del Señor: una bienaventuranza de María: ¡es dichosa porque ha
creído, ha creído al Señor! Ha concebido antes con la fe que con el
cuerpo.
34
¿Confiamos completamente en Dios? Ofrecemos al Señor toda nuestra
voluntad, todo nosotros mismos para que haga de nosotros lo que quiere
seguros que “en su voluntad es nuestra paz”?
• Mi alma alaba…: ¡Señor, mi espíritu está contento y exalta al Señor!
• Grandes cosas…: decimos las cosas por las cuales dar gracias y alabar
al Señor. Tratemos de hacer la lista de las situaciones bellas y de las
situaciones tristes de nuestra vida con los ojos de la fe.
• Por que ha mirado…: la mirada de Dios es amor. Sal 138: Oh Señor,
tú me escrutas y me conoces… Dio mira el corazón del hombre.
¿Nos ponemos a la presencia de Dios que es amor?
• de generación en generación…: María ha conocido la misericordia de
Dios. ¿De que manera nosotros conocemos la misericordia y el perdón
de Dios? ¿De qué manera los expresamos con los demás?
• Acogió a Israel… para siempre: María está unida a la vida y a la
experiencia de todos los cristianos como la primera de los Redimidos.
Abraham es considerado Padre de toda la Iglesia.
¿Sentimos a María unida a nosotros y cercana a nosotros?
¿Nos sentimos parte de la descendencia de Abraham “esperando en
contra de toda esperanza y así fue padre de muchos pueblos”
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
8. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
Santa María, mujer del camino, quisiéramos
asemejarnos en nuestras carreras agotadoras, peor no tenemos
metas. Somos peregrinos como tú, pero sin santuarios hacia
donde ir. Somos más rápidos que tú, pero el desierto hace
35
desaparecer nuestros pasos. Caminamos en el asfalto, pero el
chapopote borra nuestras huellas.
Santa María, mujer del camino, haz que nuestros senderos
sean, como lo fueron los tuyos, instrumento de comunicación
con la gente, y no cintas aisladoras en donde aseguramos
nuestra aristocrática soledad.
Santa María, mujer del camino, “signo de segura esperanza y
de consuelo para el peregrinante pueblo de Dios”, haznos
comprender como, más que en los mapas de la geografía,
tenemos que buscar en las mesas de la historia del camino de
las caravanas de nuestros peregrinajes. Es en estos itinerarios
que crecerá nuestra fe.
Tómanos de la mano y haznos percibir la presencia
sacramental de Dios en el desenlace de los días, en los
acontecimientos del tiempo, en el desarrollo de las estaciones
humanas, en los ocasos de las omnipotencias terrenas, en los
crepúsculos matinales de pueblos nuevos, en las esperas de
solidaridad que se captan en el aire.
Hacia estos santuarios dirige nuestros pasos. Para descubrir en
la arena de lo efímero las huellas del eterno. Restituye sabores
de búsqueda interior a nuestra inquietud de turistas sin meta.
Si nos ve en la orilla del abismo y de la desviación, en el
borde del camino de la perdición, detente, Samaritana
tiernísima, para derramar en nuestras heridas el aceite del
consuelo y el vino de la esperanza. Y luego, vuélvanos al
camino. Desde las neblinas de este “valle de lagrimas”, en
donde nos consuman nuestras aflicciones, haznos dirigir los
ojos hacia los montes de donde vendrá el auxilio. Y entonces
en nuestros caminos florecerá la alegría del Magnificat.
Como sucedió en aquella lejana primavera, en las alturas de
Judea, cuando Tú subiste.
9. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús,
de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor
por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza
de haber tocado a Jesús.
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado.
36
En el lago de Galilea
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, e invoco al
Espíritu Santo con estas palabras u otras similares:
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de la Sabiduría.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de la Inteligencia.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don del Consejo.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de la Fortaleza.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de la Ciencia.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de la Piedad.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Tu Santo Temor.
Ven, Espíritu Santo, Consolador.
4. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
5. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo del
Evangelio de Lucas (Lc 5, 1-11).
Estaba Jesús a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba a
su alrededor para oír la palabra de Dios, 2 cuando vio dos barcas que
estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas y
estaban lavando las redes. 3 Subiendo a una de las barcas, que era de
Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba
desde la barca a la muchedumbre.
4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echen
sus redes para pescar.» 5 Simón le respondió: «Maestro, hemos estado
trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra,
37
echaré las redes.» 6 Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces,
de modo que las redes amenazaban romperse. 7 Hicieron señas a los
compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron,
pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.
8 Al verlo, Simón Pedro cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate
de mí, Señor, que soy un hombre pecador.» 9 Pues el asombro se había
apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que
habían pescado. 10 Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo,
que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde
ahora serás pescador de hombres.» 11 Llevaron a tierra las barcas y,
dejándolo todo, le siguieron.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
6. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
7. Analizo la escena del texto de Lucas.
Este estupendo relato de la vocación es construido sobre cuatro pequeñas
escenas.
Primera escena (5,1-2): son presentados los dos protagonistas: de un
lado el profeta Jesús que anuncia su mensaje al pueblo de Israel, por el
otro un grupo de trabajadores cansados y desanimados por su miserable
existencia.
¿La Palabra de Dios es importante para mí, es a única ley para mi vida?
¿Escucho la Palabra cada día, la medito y rezo con la Palabra de Dios?
¿En mi vida, cuando tengo dificultades, me desanimo?
38
¿Cuándo estoy en la tristeza y estoy solo, me refugio en Dios o en mis
razonamientos?
¿Estoy convencido que el tabernáculo de Dios es nuestro momento de
dificultad?: ¿En la cotidianidad, encuentro a Dios?
Segunda escena (5,3): los dos grupos se encuentran: Jesús busca la
barca de Simón, uno de aquellos pescadores infelices y amargados. Se
establece un primer contacto.
¿Estoy consciente de ser buscado, anticipado y guiado por Dios?
¿Cómo establezco el “contacto” con Dios?
¿Estoy disponible a escucharla Palabra de Jesús, como hizo Simón
Pedro? ¿Permito al Señor entrar en mi vida?
Tercera escena (5, 4-7): la intimidad entre los dos aumenta. Jesús con la
fuerza de su palabra impone el riesgo de continuar en la esperanza una
labor que parece sin sentido e infructuoso. Pedro, “por tu palabra” de
Jesús, arriesga y el resultado es inesperado y maravilloso.
¿Lanzo las redes por la Palabras de Jesús?
¿Estoy dispuesto a “andar a pescar” con Jesús, también si pienso que no
lograré el intento? El riesgo me da miedo o lo enfrento con fe?
En mi vida, ¿qué es la fe? Estoy dispuesta a “ir mar adentro”, a poner mi
vida en las manos de Jesús? ¿Hago un salto de calidad en mi vida
espiritual?
Cuarta escena (5,8-11): la escena es decisiva y emblemática, centrada
en los verbos clásicos de la vocación “dejar – seguir”. Lucas, es el único
que entre los evangelistas, observa: “Dejaron todo”. La pobreza radical,
la elección fundamental para el reino es el paso indispensable para el
seguimiento. Y la vocación no es sólo un “dejar”, un despego, una
liberación, es un “hallar”, es un “seguir” en la intimidad a Jesús, es tener
“cientos de hermanos y hermanas” en aquellos hombres de los cuales
seremos “pescadores”.
¿Me doy cuenta de ser pecador? ¿Siento asombro por todo lo que me
rodea? ¿Siento asombro por las obras de Dios?
“No temas!”: ¿Tengo miedo?
¿Me recordé del don del Espíritu Santo que es el temor del Señor?
¿Me dejé “pescar” por aquellos que hoy son Pedro?
¿Llevé a tierra las barcas del egoísmo y del miedo?
¿Seguí a Jesús, dejando todo: tiempo, preocupaciones, amistades...?
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La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
8. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
SEÑOR, haz que yo no sea uno que recita, sino uno
que actúa, que vive. En Ti, contigo, por Ti., Tus pensamientos
y Tus sentimientos, Tu Voluntad y Tu Amor, sean míos
participando en el Altar.
SER TÚ, no sólo en el momento de la consagración,
cuando tan evidentemente la Liturgia me pone en
comunicación con Tu Persona. Ser Tú también en el dolor del
pecado, en la profundidad del misterio, en el espíritu de
reparación, en la total dedicación para la salvación del mundo.
SER TÚ en el llanto de gemidos inenarrables, que
ofreces al Padre para los hermanos acá. Ser Tú en la
purificación, porque también yo quiero ser cordero sin
mancha, digno del Altar en el cual se ofrece; digno de Ti, que
me has precedido; digno del Padre al cual tengo que ser
ofrecido. Ser Tú en la ofrenda: la misma generosidad, la
misma plenitud sin reserva; el mismo empuje ardiente. Una
ofrenda, la mía, sin intenciones escondidas y sin regresos,
como la Tuya, que una vez hecha, fue hecha para siempre.
PARA SIEMPRE.
SER TÚ en la consagración: Tu sacrificio ha sido y es
la separación entre el Cuerpo y la Sangre. Entonces una
desintegración, un aniquilamiento de Tu Ser. Una muerte.
Pero en el Altar es sólo una desintegración mística, en la
intención, en el deseo, en el amor.
EN LA ESPERA que la desintegración de mi ser con
la muerte se cumpla en Tu Voluntad, en Tu paz y para Tu
amor, acepta por mientras la desintegración mística de mi
persona: en el altar se parte y se destroza como Tu Cuerpo en
la cruz. La carne es separada del espíritu en la pureza; la
40
voluntad es separada de sí misma por la obediencia; el yo es
separado por las cosas en la pobreza. Místicamente, cada día,
MUERO contigo. Porque contigo me parto en el dolor y en el
amor, en la obediencia, en el despego de mí, de los demás, de
las cosas.
SER TÚ en la comunión. O sea, ser consumado por
todos aquellos que necesitan de mí. Sacado como el agua de la
fuente, comido como el pan de la mesa, destruido como el
aceite de la lámpara. Ponerme a disposición, como Tú, de
todos: desde el primero hasta el último, desde el pobre hasta el
rico, a disposición del inocente, del pecador, de la humanidad:
aquella que sufre cerca de mí, aquella que vive lejos, aquella
que me pide y aquella que me rechaza. De todos. DE TODOS
Jesús, aquí estoy en el Altar. Contigo. ¡No! No es una
parodia, como quien se acerca en estado de pecado. ¡No! No
es una comedia, como quien participa prestando sólo los
gestos, los ojos o los labios, SINO UNA REALIDAD. Haz
que sea la realidad plena de tu sacrificio. SER. Representarte
no me basta. QUIERO SER TÚ.
9. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús,
de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor
por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza
de haber tocado a Jesús.
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado.
41
Capítulo 8 de Lucas
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, e invoco al
Espíritu Santo con estas palabras u otras similares:
Creo que cuando Tú bajas en cada alma, allí preparas el
domicilio al Padre y al Hijo. ¡Dichoso aquel que merece
hospedarte! Para Ti, en él establecen su demora el Padre y el
Hijo. Ven, entonces, ven, benignísimo Consolador de la
doliente alma, protector en toda situación y ayuda en la
tribulación. Ven, purificador de los pecados, médico de las
heridas. Ven, fortaleza de los frágiles, estimulador de aquellos
que caen. Ven, maestro de los humildes, tú que echas a tierra
a los soberbios. Ven, o pío padre de los huérfanos; juez pío de
las viudas. Ven, esperanza de los pobres, fortalecedor de los
vacilantes. Ven, estrella de los navegantes, puerto de los
náufragos. Ven, decoro singular de todo viviente; de los
moribundos única salud. Ven, Santísimo Espíritu; ven y ten
piedad de mí. Revístame de ti y, propicio, escúcheme, para
que según la multitud de tus misericordias, le guste mi
pequeñez a tu grandeza, mi debilidad a tu fuerza, por
Jesucristo mi Salvador, que con el Padre vive e reina en Tu
unidad por los siglos de los siglos. (San Agustín)
Espíritu de amor, amor del Padre y del Hijo, vínculo
sustancial del Uno y del Otro, eterno beso de su unión, yo te
adoro, oh Tú, centro del alma mía y su descanso.
Espíritu de amor, tu reino está adentro de mí;
Tú que en la sustancia del alma mía, inaccesible al demonio y
al mundo. Espíritu de amor, centro del alma mía,
yo te busco para unirme a ti.
42
Si te busco, es por amar contigo y por ti. (Eugenio Vandeur)
4. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
5. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo del
Evangelio de Lucas (Lc 8, 1-56).
Mujeres que acompañaban a Jesús.
1 Recorrió a continuación ciudades y pueblos, proclamando y
anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los
Doce, 2 y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus
malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían
salido siete demonios, 3 Juana, mujer de Cusa, un administrador de
Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
Parábola del sembrador.
4 Se iba reuniendo mucha gente, a la que se añadía la que procedía de
las ciudades. Les dijo entonces en parábola:
5 «Salió un sembrador a sembrar su simiente y, al sembrar, una parte
cayó a lo largo del camino, fue pisada y las aves del cielo se la
comieron; 6 otra cayó sobre piedra y, después de brotar, se secó, por no
tener humedad; 7 otra cayó en medio de abrojos y, creciendo los abrojos
con ella, la ahogaron. 8 Y otra cayó en tierra buena y, creciendo, dio
fruto centuplicado.» Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír,
que oiga.»
Por qué habla Jesús en parábolas.
9 Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola, 10 y él
dijo: «A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de
Dios; a los demás sólo en parábolas, para que viendo, no vean y,
oyendo, no entiendan.
Explicación de la parábola del sembrador.
11 «La parábola quiere decir esto: La simiente es la palabra de Dios. 12
Los de a lo largo del camino son los que han oído; después viene el
diablo y se lleva de su corazón la palabra, no sea que crean y se salven.
13 Los de sobre piedra son los que, al oír la palabra, la reciben con
alegría; pero no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de
la prueba abandonan. 14 Lo que cayó entre los abrojos son los que han
43
oído, pero las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida les
van sofocando y no llegan a madurez. 15 Lo que en buena tierra son los
que, después de haber oído, conservan la palabra con corazón bueno y
recto, y dan fruto con perseverancia.
Cómo recibir y transmitir la enseñanza de Jesús.
16 «Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija, o la pone
debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los
que entren vean la luz. 17 Pues nada hay oculto que no quede
manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. 18
Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no
tenga, aun lo que crea tener se le quitará.»
El verdadero parentesco de Jesús.
19 Se le presentaron su madre y sus hermanos, pero no podían llegar
hasta él a causa de la gente. 20 Le avisaron: «Tu madre y tus hermanos
están ahí fuera y quieren verte.» 21 Pero él les respondió: «Mi madre y
mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen.»
La tempestad calmada.
22 Cierto día subió a una barca con sus discípulos y les dijo: «Pasemos
a la otra orilla del lago.» Y se hicieron a la mar.23 Mientras ellos
navegaban, se quedó dormido. Se abatió sobre el lago una borrasca; la
barca se anegaba y estaban en peligro. 24 Entonces, acercándose, le
despertaron, diciendo: «¡Maestro, Maestro, nos hundimos!» Él,
habiéndose despertado, increpó al viento y al oleaje, que amainaron y
sobrevino la bonanza. 25 Entonces les dijo: «¿Dónde está vuestra fe?»
Ellos, llenos de temor, se decían entre sí maravillados: «Pues ¿quién es
éste, que conmina a los vientos y al agua, y le obedecen?»
El endemoniado de Gerasa.
26 Arribaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea. 27
Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, poseído
por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni
moraba en una casa, sino en los sepulcros.
28 Al ver a Jesús se echó a sus pies, gritando con gran voz: «¿Qué tengo
yo contigo, Jesús, hijo de Dios Altísimo? Te suplico que no me
atormentes.» 29 Es que él había mandado al espíritu inmundo que
saliera de aquel hombre; pues en muchas ocasiones se apoderaba de él;
y, aunque le sujetaban con cadenas y grillos para custodiarle, rompía
44
las ligaduras y el demonio le empujaba al desierto.30 Jesús le preguntó:
«¿Cuál es tu nombre?» Él contestó: «Legión»; porque habían entrado
en él muchos demonios.31 Y le suplicaban que no les mandara irse al
abismo.
32 Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte; le
suplicaron que les permitiera entrar en ellos y él se lo permitió. 33 Los
demonios salieron de aquel hombre y entraron en los puercos; y la piara
se arrojó al lago de lo alto del precipicio y se ahogó.
34 Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por
la ciudad y por las aldeas. 35 Salieron, pues, a ver lo que había ocurrido
y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían salido
los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús; y
se llenaron de temor. 36 Los que lo habían visto, les contaron cómo
había sido salvado el endemoniado. 37 Entonces toda la gente del país
de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban
poseídos de gran temor. Él, subiendo a la barca, regresó.
38 El hombre de quien habían salido los demonios le pedía estar con él;
pero le despidió, diciendo: 39 «Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que
Dios ha hecho contigo.» Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo
que Jesús había hecho con él.
Curación de una hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo.
40 Cuando regresó Jesús, la muchedumbre le recibió con agrado, pues
todos le estaban esperando. 41 Llegó entonces un hombre, llamado
Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, cayendo a los pies de Jesús, le
suplicaba entrara en su casa, 42 porque su hija única, de unos doce
años, se estaba muriendo. Mientras iba, la gente le ahogaba.
43 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce
años, y que no había podido ser curada por nadie, 44 se acercó por
detrás y tocó la orla de su manto; y, al punto, se le paró el flujo de
sangre. 45 Jesús dijo: «¿Quién me ha tocado?» Como todos lo negaban,
dijo Pedro: «Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen.» 46 Pero
Jesús dijo: «Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha
salido de mí.» 47 Viéndose descubierta, la mujer se acercó temblorosa y,
postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le
había tocado, y cómo al punto había sido curada. 48 Él le dijo: «Hija, tu
fe te ha salvado; vete en paz.»
49 Estaba todavía hablando, cuando uno de casa del jefe de la sinagoga
llega diciendo: «Tu hija está muerta. No molestes ya al Maestro.» 50
Jesús, que lo oyó, le dijo: «No temas; solamente ten fe y se salvará.» 51
45
Al llegar a la casa no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y
Santiago, y al padre y a la madre de la niña. 52 Todos la lloraban y se
lamentaban, pero él dijo: «No lloréis, no ha muerto; está dormida.» 53
Y se burlaban de él, pues sabían que estaba muerta. 54 Él, tomándola de
la mano, dijo en voz alta: «Niña, levántate.» 55 Retornó el espíritu a ella
y, al punto, se levantó, y él mandó que le dieran de comer. 56 Sus padres
quedaron estupefactos, y él les ordenó que a nadie dijeran lo que había
pasado.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo con
los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
6. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
7. Analizo la escena del texto de Lucas.
A continuación presentan algunas provocaciones o preguntas respecto al
texto del capítulo 8. Se partió la Palabra en nueve trozos. En cada
sección, hay una parte narrativa (…pequeña) y algunas preguntas.
Lc 8, 1-3 El capítulo se abre haciendo la lista de “la compañía” de
mujeres que asistían a Jesús y a los Doce que iban a evangelizar.
¿He sido sanado por el Señor?
¿Pongo mi nombre entre “las muchas otras”, los muchos otros que sirven
al Señor?
¿Cómo le sirvo?
¿Es según Su Voluntad?
46
Lc 8, 4-8 La parábola del sembrador es una parábola clásica de los
evangelistas sinópticos. Probablemente es el primer Evangelio
aprendido, diseñado, relatado y puesto en el corazón y en la mente en el
catecismo.
¿Tenemos oídos para entender la Palabra de Dios, o escuchamos muchas
cosas, pero no
escuchamos a Dios que habla?
¿Hacemos silencio en nuestro corazón para permitir a Dios de hablar?
¿Mi meditación acaba en sí misma o se hace oración reflexionando en la
Palabra?
Lc 8, 9-10 Probablemente, como los discípulos de Jesús, no entiendo lo
que Él quiere decir, porque no hay peor enemigo de quien no quiere oír.
¿Estoy verdaderamente convencido que Dios se ha revelado a mí en
Jesús?
Trato de hacer la lista de “los misterios del reino de Dios”.
Lc 8, 11-15 Los cuatro lugares en los cuales la semilla de la Palabra se
cumple, deben ser considerados lugares teológicos. Son el camino, la
piedra, las espinas, la tierra buena. La Palabra es anunciada en las cuatro
situaciones, pero hay algunos impedimentos que no la hacen fructificar.
¿Cuál tipo de terreno soy?
¿Cuándo, en mi vida, soy camino, piedra, espina para la Palabra?
¿He acogido la Palabra como terreno bueno?
¿La he acogida como se acoge un sacramento?
Lc 8, 16-18 El capítulo 8 de Lucas se podría encabezar con el título: “La
Palabra”. Un enfoque: el “cómo” escuchan.
¿Cómo escucho la Palabra?
¿Soy terreno bueno?
Lc 8, 19-21 “María es pariente de Jesús porque ha escuchado la
Palabra”. Ha concebido a Jesús ante con la fe que con el cuerpo.
¿Imito a María en la escucha?
¿Cómo ella, tiene fe en el Señor, esperando en contra de toda esperanza?
Lc 8, 22-25 El texto comienza con la invitación de Jesús de pasar “a la
otra orilla”, de “ir mar adentro”. Tenemos que recomenzar por Cristo con
la santidad de la vida, con la oración, con la Eucaristía dominical, con el
Sacramento de la Reconciliación, con el primado de la gracia, con la
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escucha y el anuncio de la Palabra. La exhortación “Duc in altum” nos
acompañará en el “nuevo milenio que comienza”. Jesús luego se durmió:
¡el sueño de Dios en nuestra vida! Los discípulos invocan al Señor como
“Maestro” y Jesús que los invita a tener fe.
¿Cuándo hay necesidad de “pasar a la otra orilla?
¿Cuándo hay necesidad de “ir mar adentro” en mi vida?
Jesús nos pregunta: “¿Dónde está su fe?”
También tengo que preguntarme: “¿Dónde está su fe?” ¿En qué consiste
mi fe: artículos aprendidos a memoria o acto de entrega de toda mi vida
al Señor?
Trato de poner toda mi vida, con sencillez, frente al Señor. ¿Cómo
experimento “el sueño de Dios” en mi vida?
¿Por qué Dios, a veces, no se siente, está ausente? ¿O estamos nosotros
ausentes de su presencia?
Lc 8, 26-39 El texto es uno de los más “misteriosos” del Evangelio de
Lucas. Tres cosas se subraya: el nombre demonio, “Legión”, la aventura
de los puercos, y la frase de Jesús: “Vuelve a casa…”. Además de
conocer el nombre de Dios, conocemos también el nombre del diablo. La
aventura de los puercos concluida con “…mucho miedo”, por la gente.
El temor de Dios, no incluye el miedo, es un don del Espíritu Santo. La
frase de Jesús: “Vuelve a casa tuya, donde tu gente, donde tu familia, y
relata el “Magnificat” (lo que te pasó: el Señor tuvo misericordia de ti)
de tu vida, ¡porque de generación en generación su misericordia se
extiende sobre aquellos que lo temen!”.
¿Invoco el nombre de Dios y lo rezo con la Oración del corazón?
¿Me recuerdo del maligno? ¿Hago algo para no hacerme tentar por las
muchas legiones?
¿Tengo miedo de las obras de Jesús? ¿Por qué y cuando?
“Vuelva a casa y relata aquello que Dios te hizo”: ¿Hago la Confessio
Laudis (dar
gracias abiertamente por lo que Dios ha hecho en mi vida) de mi vida?
Lc 8, 40-56 Es un texto común de los Sinópticos. Jesús, después de
haber sanado al endemoniado geraseno, es considerado como aquel que
hace signos que inducen a la fe. Observemos la escena. Está Jairo que
va a pedir el milagro para su hija. Mientras va a su casa, es bloqueado
por la gente y sana a una mujer, y luego resucita la hija de Jairo.
Leyendo y leyendo todavía el texto, el leif-motiv parece ser la fe en
Jesús, Hijo de Dios.
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¿Estoy en espera de encontrar a Jesús, en la Palabra, en los Sacramentos?
¿Cómo soy salvado por Jesús?
Todavía una vez más soy invitado por Jesús a no temer. ¿Resucito como
la niña? ¿En este período de tiempo he hallado la manera para expresar
mi fe? ¿He hallado una manera para ser cristiano?
Dios jamás va de vacaciones: ¿Hallé el tiempo, la gana, la oportunidad
de orar, de estar tranquilamente con Dios, en montaña, en la playa, en los
parques, en los bosques?
¿Dio confía en mí? ¿Le permito amarme?
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
8. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
¿Cuál será mi lugar en la casa de Dios?
Lo sé, no me harás pasar vergüenza, no me harás sentir
criatura que no sirve para nada, porque Tú estás hecho así:
cuando te sirve una piedra para tu construcción, tomas
cualquier guijarro que encuentras. Lo miras con infinita
ternura y lo haces aquella piedra, que necesitas;
ahora resplandeciente como un diamante, ahora opaca y firme
como una roca, pero siempre adapta para tu objetivo.
¿Qué harás de este guijarro que soy yo, de esta piedrecilla que
Tú has creado y que moldeas día a día con el poder de tu
paciencia, con la fuerza invencible de tu amor transfigurante?
Tú hiciste cosas inesperadas, gloriosas.
Tiras los cachivaches y te poner a cincelar mi vida.
Si me pone debajo de un piso donde nadie me ve, pero que
sostiene el resplandor del zafiro, o en la cumbre de una cúpula
que todos miran y se quedan deslumbrados, tiene poca
importancia.
Importante es que me halle cada día allá donde Tú me pones,
sin atrasos.
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Y yo, por cuanto piedra, siento de tener una voz: quiero
gritarte, oh Dios, mi felicidad de hallarme en tus manos
maleables para servirte, para ser templo de tu gloria".
(Padre Anastasio card. Ballestrero)
Hay oscuridad adentro de mí, Pero en Ti hay luz.
Estoy solo, pero tú no me abandonas.
Tengo miedo, Pero en Ti hay ayuda.
Estoy inquieto, pero cerca de Ti hay paz.
En mí hay amargura, cerca de Ti hay paciencia.
Yo no comprendo tus caminos, pero Tú eres el único camino
para mí. (Dietrich Bonhoeffer)
9. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús, de
dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor por
nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza de
haber tocado a Jesús.
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la Resurrección.
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Zaqueo
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Espíritu Santo, Préndeme con el fuego de tu sabiduría,
Para que pueda amar sólo lo que es santo.
Espíritu Santo, ilumíname con tu intelecto,
para que pueda comprender sólo aquello que es santo.
Espíritu Santo, refleja en mí la luz del consejo,
para que pueda advertir sólo aquello que es santo.
Espíritu Santo, derrámame el fuego de tu fuerza,
para que pueda desear sólo aquello que es santo.
Espíritu Santo, derrama en mí tu conocimiento,
para que pueda hacer sólo aquello que es santo.
Espíritu Santo, dame una ardiente devoción,
para que pueda buscar sólo aquello que es santo.
Espíritu Santo, hazme quemar en el temor de Dios,
para que ya no pueda perder aquello que es santo.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo del
Evangelio de Lucas (Lc 19, 1-10).
Entró en Jericó y cruzaba la ciudad. 2 Había un hombre llamado
Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. 3 Trataba de ver quién era
Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña
estatura. 4 Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle,
pues iba a pasar por allí. 5 Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando
la vista, le dijo: «Zaqueo, baja enseguida; porque conviene que hoy me
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quede yo en tu casa.» 6 Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. 7 Al
verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un
hombre pecador.» 8 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor,
la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le
devolveré cuatro veces más.» 9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la
salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abrahán, 10 pues
el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»
Palabra de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
7. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
8. Analizo la escena del texto de Lucas.
Observamos que este texto se halla sólo en el Evangelio de Lucas y
realiza la profecía de Jesús pronunciada al comienzo de su ministerio
“para proclamar un año de gracia del Señor” (cfr Lc 4,16ss). Veamos el
texto.
- v. 1: La acción de Jesús: entrado en Jericó, atravesó la ciudad.
¿Jesús atraviesa mi vida con su presencia, o es como si Jesús no
estuviera? ¿Cómo cambia nuestra vida al paso de Jesús?
vv. 2-4: Zaqueo es descrito, con colores fuertemente negativos. “Jefe de
los publicanos”, que son colaboradores del opresor y corruptos, y es
“rico”, ávido, deseoso de ganancias y esclavo del dinero, y no en el
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sentido genérico de poseedor. ¡Zaqueo es un “gran pecador”! Sin
embargo este hombre “trataba de ver al Señor”. Está insatisfecho, busca
algo que lo empuja a subirse sobre una planta. è un gesto de conversión,
pero es la señal de una expectativa.
¿En qué consisten nuestros pecados?
¿Somos pecadores en las cosas grandes o en las más pequeñas,
cotidianas y banales?
¿Qué hacemos nosotros para ver a Jesús?
¿En cual disposición interior lo queremos encontrar?
Tratemos de llamar por nombre nuestras insatisfacciones. ¿Qué
buscamos en Jesús?
v. 5: todo el vocabulario es interesante, nos da la clave del
comportamiento de Jesús y nos permite entrare en su corazón.
“Zaqueo”: Jesús llama el jefe de los publicanos de Jericó por nombre; el
nombre en la Biblia es el conocimiento de la persona enteramente; el
cambio del nombre por parte de Dios es la conciencia de una vocación y
misión.
“enseguida”: la prisa está a indicar la preocupación de Jesús por el
hombre.
“Hoy”: es el hoy salvífico de Dios. Es el hoy dirigido al ladrón en la
cruz, peor también en el discurso inicial en Nazaret (cfr Lc 4).
“Conviene”: no es “quiero”, es algo que tiene a que ver con la misión de
Jesús, y el “conviene” será explicado claramente al v. 10.
“casa”: no es tanto un lugar físico sino espiritual. Es el corazón del
hombre.
¿Siento que Jesús me llama por nombre?
¿Siento la preocupación de Jesús por mí?
¿“O ahora o nunca más”: siento dirigida a mí esta propuesta
especialmente cuando se trata de conversión?
¿Siento que la misión de Jesús está dirigida a mí en particular?
¿Tengo el corazón, disponible y acogedor para Dios que debe venir a
nosotros?
v. 6: es la respuesta de Zaqueo que, sorprendido, se rinde y baja del árbol
“en seguida y con rapidez”. La dinámica de la prisa del espíritu, no la
prisa de la vida moderna, es importante en nuestra vida espiritual. María
va con prisa donde Isabel. “Nescit tarda molimina Spiritus Sancti gratia”,
la gracia del Espíritu Santo non conoce atrasos (San Ambrosio). Una
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grande alegría envuelve a Zaqueo. ¡La gracia penetró en el pecador
perdido!
¡Somos muy lentos, calculadores, cerrados! ¿Por qué somos así?
¿Por qué no nos abrimos a Dios? ¿Tenemos prisa espiritual?
¿Estamos en la alegría y en la paz verdadera, o estamos sólo contentos,
alegres? ¿Cómo estamos en la alegría?
v. 7: las murmuraciones de los otras personas: Jesús enfrenta la crítica
total; nadie lo comprende, tampoco los suyos. Los bienpensantes no
comprenden y Jesús, con su gesto, enfronta una critica un poco
universal.
¿Somos frecuentemente no comprendidos? ¿En la vida espiritual, nos
sucede de no ser comprendidos tampoco por los más próximos? ¿Cuáles
son las causas de esta incomprensión?
v. 8: Vuelve en escena Zaqueo que expresa los frutos de la conversión.
Zaqueo en pocos instantes pasó de la condición de pecador a aquella de
quien comprendió hasta en fondo las exigencias más radicales del
Evangelio.
¡En mi vida personal, de qué tengo que deshacerme? ¿Cuales son los
bienes que debo dar a los pobres? ¿Cuales tengo y hago fructificar?
v. 9: “Hoy la salvación entró en esta casa”. La salvación es Jesús mismo,
a cual el ser humano abre la puerta de su corazón. Zaqueo es también
objeto de la misericordia y del amor de Dios. Él es “verdadero hijo de
Abraham”. ¿En que se concretiza la salvación para mí?
¿Permito a Dios amarme? ¿Lo dejo hacer o hago mis cálculos?
¿Siento Abraham como mi padre?
v. 10: el “debo” en el v. 5 se concretiza. Jesús debe venir y salvar a todos
nosotros. Pertenece a la identidad de Jesús el llamarnos con amor.
¿Me dejo buscar y encontrar por Jesús?
¿Me dejo salvar por él? ¿Estaba perdido antes de encontrar a Jesús?
“Escucha y medita la Palabra para encontrar la voluntad de Dios
y confrontarla con tu proyecto de vida.
Escucha la Palabra para percibir los signos de la presencia de Dios en
tu historia, que es porción preciosa de la grande historia de salvación.
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Escucha la Palabra para hacer crecer tu fe y conquistar un siempre
mayor y claro conocimiento del Dios de Jesucristo en contra de toda
forma de idolatría.
Escucha la Palabra para iluminar tu mente y asumir criterios de
evaluación sobre el mundo y sobre la historia para que crezca la justicia
y la paz.
Escucha la Palabra para robustecer tu carácter y enfrentar con alegría
y valentía las dificultades y las pruebas de la vida.
Escucha la Palabra para purificar tu conciencia y amar el próximo con
generosidad, pureza de corazón, libertad interior.
Escucha la Palabra para calificar tu formación cristiana y para
alimentar tu caridad”.
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
9. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
Señor, te agradezco porque me has llamado a la fe y por que
estás cerca de mí en cada momento de la vida.
En las dificultades tengo miedo que tú me dejes, pero tú estás,
me precedes, me guías, me tienes tomado del brazo y me
ayudas.
Señor, te amo con mi pequeño amor, desmedidamente
pequeño en confronto al tuyo.
Tu amor llena toda mi vida.
Haz que yo esté en tus manos, abandonado a tu voluntad,
como una rosa deshojada para el Corpus Domini.
Haz que me sienta llamar por nombre, que responda
prontamente, que el hoy de Dios se cumpla en mi corazón.
Entonces será el deber de Dios que me salva.
Entonces la salvación entrará en mi casa!
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10. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús,
de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor
por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza
de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos en
silencio este misterio: ¡Dios es cercano a toda persona!
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la Resurrección.
11. ACTIO
Me comprometo en vivir un versículo de este texto, aquello que más me
ha impactado en la meditación, que repetí en la oración, que viví como
adoración y oración silenciosa en la contemplación y ahora vivo en la
acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y convierte
la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en vida!
12 Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
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Los 70 discípulos
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Espíritu de Jesús, Tú que conoces nuestra vida, nuestras
dificultades, el peligro en el cual vivimos, abres nuestros
corazones para que podamos acoger tu gracia y podamos
comprender lo que, en nosotros, amenaza a la esperanza.
Dónanos la luz para discernir los caminos del adversario en
nuestra vida, para no desmerecerlos, para ser vigilantes, para
prevenirlas, para poder luchar valientemente y ser ganadores
quedando firmes en la fe.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo del
Evangelio de Lucas (Lc 9, 1-12).
Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los
demonios, y para curar enfermedades; 2 y los envió a proclamar el
Reino de Dios y a curar. 3 Y les dijo: «No tomen nada para el camino, ni
bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengan dos túnicas cada uno.4
Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se marchen de
allí. 5 Y si algunos no los reciben, salgan de aquella ciudad y sacudan el
polvo de sus pies en testimonio contra ellos.» 6 Partieron, pues, y
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recorrieron los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por
todas partes.
7 Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba y estaba perplejo,
porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; 8
otros, que Elías se había aparecido, y otros, que uno de los antiguos
profetas había resucitado. 9 Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo.
¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?» Y buscaba verle.
10 Cuando los apóstoles regresaron le contaron cuanto habían hecho. Y
él, tomándolos consigo, se retiró aparte, hacia una ciudad llamada
Betsaida. 11 Pero la gente lo supo y le siguieron. Él los acogía, les
hablaba del Reino de Dios y curaba a los que tenían necesidad de ser
curados.
12 Pero el día había comenzado a declinar y, acercándose los Doce, le
dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del
contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un
lugar deshabitado». Palabra de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
7. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
8. Analizo la escena del texto de Lucas.
El texto relata la misión de todos nosotros los cristianos, y no sólo de
los apóstoles. Nosotros somos parte de los setenta discípulos que son
enviados delante del Señor, donde Él va a ir. No se puede separar el
cristiano y el misionero. Si no eres misionero no eres tampoco cristianos.
Tres son los compromisos esenciales de un cristiano:
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- La oración: (vv. 2): típico de la teología lucana. Como Cristo también
el discípulo sabe que la fecundidad de la misión nace y crece sólo por el
contacto vivo y personal con Dios. La misión es gracia y sólo en la
oración puede ser obtenida por la Iglesia.
¿Si soy presbítero, animador, catequista, papá, mamá, joven… cristiano
establezco una relación personal con el Señor?
¿Para quién rezo: por mí o por aquellos a los cuales soy enviado?
¿A quién pido normalmente que sea intercesor o intercesora: la Virgen,
el Espíritu Santo, los Santos?
¿Me doy cuenta que el contacto con el Señor me salva?
- El anuncio: la Palabra de Jesús: “Vayan” nos infunde valentía y
serenidad (v. 3). No es nuestra palabra, sino que es Palabra de Jesús.
Aunque estemos en el riesgo y en la persecución jamás hay dejarse tentar
por el fascino de la violencia y de la fuerza. Tenemos que repetir con
fuerza: “Sepan que el reino de Dios está cerca” (v. 11), por que por esto
estamos enviados.
¿Qué anuncio? ¿Anuncio a mí mismo o al Evangelio?
- La pobreza: aquel que anuncia el Evangelio no está atado al dinero y al
vestido (v. 4), es despegado de la preocupación del mañana (v. 7), recibe
lo que le es ofrecido y no tiene cosas suyas que dar, pero es enviado en el
nombre del Señor, in nomine Domini.
¿Qué es pobreza para mí? ¿Es un detalle o una realidad verdadera en mi
vida? ¿Pienso al mañana con preocupación o con abandono a la voluntad
del Padre? ¿Tengo miedo de las persecuciones?
Descubro y vivo mis miedos. ¿Cuál relación tengo con la pobreza radical
del Evangelio?
- La paz: el cristiano es anunciador de paz. “Paz a esta casa” (v. 5). Paz
que trasmitimos a los demás, paz porque estamos en paz con nosotros
mismos, paz para que hagamos la voluntad de Dios.
¿Me siento en paz verdadera y profunda?
¿Comunico esta paz que proviene del Evangelio a todos?
¿Soy hombre/mujer de paz, tratando también en las relaciones, más lo
que nos une que lo que nos divide?
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Himno a la santidad
El hombre es irrazonable, egocéntrico: no importa, ¡ámalo!
Si haces el bien te atribuirán segundos fines egoístas:
no importa, ¡haz el bien!
Si realizas tus objetivos hallarás falsos amigos y verdaderos
enemigos: no importa, ¡realízalos!
El bien que harás vendrá mañana olvidado: no importa, ¡haz
el bien!
La honestidad y la sinceridad te hacen de alguna manera
vulnerable: no importa, seas siempre y de toda manera franco
y honesto!
Aquello que por años has construido puede ser destruido en
un instante: no importa, ¡construye!
Si ayudas la gente, se verán las consecuencias: no importa,
¡ayúdala!
De al mundo lo mejor de ti y te tomarán a patadas: no
importa, ¡continua! (Madre Teresa)
No tengo
razones para sentirme solo. En cualquier
circunstancia puedo confiar en la cercanía de Dios.
Todos deberíamos, los unos y los otros, recordarnos de su
presencia y de su gracia, darnos recíprocamente seguridad.
Probablemente propio en este momento, con justa razón,
puedo dejarme confortar por las bendiciones de Dios: él está
a mi lado y me predispone a un buen camino.
Me ama sin condiciones, no me abandona.
Me inunda con el don de su paz.
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
9. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
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DAME, SEÑOR, UNA ALA DE REPUESTO...
Quiero agradecerte, Señor, por el don de la vida.
He leído en algún lado que los hombres son ángeles sólo con una ala:
pueden volar sólo siendo abrazados.
A veces, en los momentos de confianza, me atrevo a pensar, Señor,
que también tú tenga sólo una ala. La otra la tienes escondida:
probablemente para hacerme comprender que tú no quieres volar sin mí.
Por esto me has dado la vida: para que yo fuera tu compañero de
vuelo. Enséñame, entonces, a liberarme contigo.
Porque vivir no es arrastrar la vida, no es arrancar la vida, no es roer
la vida.
Vivir es abandonarse, como una gaviota, a la ebriedad del viento.
Vivir es saborear la aventura de la libertad.
Vivir es extender el ala, la única ala, con la confianza de quien sabe de
tener en el vuelo un compañero grande como Tú!
Pero no basta saber volar contigo, Señor tú me has dado la tarea de
abrazar también a mi hermano y de ayudarlo a volar.
Te pido perdón por todo pecado en contra de la vida y por todas las
alas que no he ayudado a extenderse.
No me permitas dejar al próximo en el vestíbulo melancólico de la
vida donde se trata de “sobrevivir”, donde sólo se vegeta.
No me dejes pasar indiferente cerca del hermano que se ha quedado
con el ala, la única ala, inexorablemente agarrada en la red de la miseria
y de la soledad y ya se ha convencido de no ser ya digno de volar
contigo.
Especialmente para este hermano desafortunado dame, oh Señor, una
ala de reserva!
10. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús,
de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor
por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza
de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos
en silencio este misterio: ¡Dios es cercano a toda persona!
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la
Resurrección.
11. ACTIO Me comprometo en vivir un versículo de este texto, aquello
que más me ha impactado en la meditación, que repetí en la oración, que
61
viví como adoración y oración silenciosa en la contemplación y ahora
vivo en la acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
13 Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
Somos servidores
inútiles
intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo cuidadosamente el
lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Ven, Espíritu Santo, ven y dona fuerza,
en contra de las adversidades de la vida
entre el alboroto y el caos de todos los días,
la valentía de saber arriesgar en un mundo
listo sólo a calcular las ganancias y las utilidades;
ven e ilumínanos para que podamos ver mejor el camino que
hay que recorrer, ver mejor a los demás y vivir en la luz.
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Ven y dónanos La inquietud que vence la agitación,
la verdad que vence la hipocresía y que nos quita toda
mascara de mezquindad o de cómodo compromiso;
ven y dónanos la sencillez que vence la superficialidad,
la libertad que vence todo condicionamiento,
toda esclavitud, todo esquema, toda rigidez;
ven y dónanos la prudencia que vence la improvisación,
el amor que vence la indiferencia.
Ven y dónanos el gusto verdadero de la vida de manera que
nos abra a los demás en un continuo dar sin reservas para que
todos te reconozcan como el Señor de la vida.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo del
Evangelio de Lucas (Lc 17, 7-10).
«¿Quién de ustedes que tiene un siervo arando o pastoreando y,
cuando regresa del campo, le dice: “Pasa al momento y ponte a la
mesa?” 8 ¿No le dirá más bien: “Prepárame algo para cenar, y cíñete
para servirme y luego que yo haya comido y bebido comerás y beberás
tú?” 9 ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le
mandaron? 10 De igual modo ustedes, cuando hayan hecho todo lo que
les mandaron, digan: No somos más que unos pobres siervos; sólo
hemos hecho lo que teníamos que hacer». Palabra de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
63
7. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
8. Analizo la escena del texto de Lucas.
Jesús hace ver con una pequeña parábola la actitud del verdadero fiel.
Probablemente la parábola es un poco fastidiosa para nuestra
sensibilidad. ¿Un patrón vulgar y prepotente cómo puede ser símbolo de
Dios? Nuestra parábola es, por lo contrario, comprensible si se trata de
centrar el verdadero sentido.
Su sujeto dominante no es el patrón y su comportamiento, sino
aquello del servidor. El servidor del Evangelio escoge un
comportamiento de total disponibilidad, sin cálculos ni contratos. La
relación Dios-hombre no es aquello de un dador de trabajo y de un
dependiente. La relación debe ser preferiblemente aquella del amor
nupcial.
El servidor no debe exigir prestigio o dignidad mayor porque ha
ofrecido a la comunidad un servicio de responsabilidad.
El servidor es Cristo, que se hizo todo obediente al Padre, hasta la
cruz. El servidor es la Iglesia, cuando se abre a la Palabra de Dios,
habiendo como maestra y guía la Cruz de Jesús, reconociéndolo
Resucitado y deseando “Paz a ustedes” a cada hombre. El servidor es
cada cristiano, cuando reconoce de ser “siervo inútil”, sereno y feliz de
poder donar y sacrificarse por Dios y por los hermanos, fiel al amor de
Dios. ¿Servidor? ¿Cuál servidor soy? ¿Por qué?
No tengo razones de sentirme sola. En cualquier circunstancia
puedo confiar en la cercanía de Dios. Todos deberíamos, los
unos y los otros, Recordarnos de su presencia y de su gracia,
Darnos recíprocamente seguridad.
Probablemente propio en este momento, con justa razón,
puedo dejarme confortar por las bendiciones de Dios:
él está a mi lado y me predispone a un buen camino.
Me ama sin condiciones, no me abandona.
Me inunda con el don de su paz.
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
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9. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
Señor, nosotros somos los tontos de siempre.
Aquellos que al "entonces" jamás se echan para atrás.
Aquellos que jamás saben hallar la disculpa para decir "no
pude venir".
Aquellos que dicen "visto que nos hemos comprometido, ya
no podemos echarnos para atrás".
Aquellos que son "siempre los mismos" a trabajar, a echarle el
hombro.
Aquellos que deben tragar amargos, porque los demás además
de no trabajar, le toman el pelo.
Señor…es difícil y duro. Somos siempre en muchos a tener
ideas, a proyectar, a programar.
Pero luego, a trabajar, hay quien escapa por acá, quien huye
por allá, quién no puede, quien no se recuerda…
Y nosotros somos los "mismos tontos de siempre".
Nos enojamos, decimos que esta es la última vez… que ya no
volveremos a caer en la jugada.
Pero sabemos que no es verdad… nosotros no estamos solos.
Estás Tú. Tú jamás has hecho marcha atrás y fingiste
demencia. Ayúdanos a estar en tu compañía. Tú nunca fallas
siempre estás. (Tonino Lasconi)
Tú que estás arriba de nosotros, tú que eres uno de nosotros,
tú que estás también en nosotros puedan todos verte también
en mí, pueda yo preparar el camino para ti, pueda yo darte
gracias por todo lo que entonces me tocará.
Pueda yo no olvidar en esto las necesidades ajenas.
Mantenme en tu amor Así como quieres que todos demoren
en el mío. Pueda todo, en este ser mío, dirigirse a tu gloria y
pueda yo jamás desesperar. Porque yo estoy debajo de tu
mano y en ti está toda fuerza y bondad.
65
10. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús,
de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor
por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza
de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos
en silencio este misterio: ¡Dios es cercano a toda persona!
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la
Resurrección.
11. ACTIO Me comprometo en vivir un versículo de este texto, aquello
que más me ha impactado en la meditación, que repetí en la oración, que
viví como adoración y oración silenciosa en la contemplación y ahora
vivo en la acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
12 Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
66
El nacimiento de Jesús
(Adviento)
1. Tengo
intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo cuidadosamente el
lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Espíritu Santo, ayúdame a actuar los compromisos que tomaré
después de esta oración.
Planta y cultiva en mí el árbol de la verdadera vida.
Concédeme de semejar a María, que ha acogido al Señor y
con José le ha dado casa, nombre, descendencia.
Espíritu Santo, la Madre de Dios se halló encinta por obra
tuya. ¡Ayúdanos a ser encinta del Señor cada día!
Con ella y con José, forma en mí Cristo, Hombre perfecto,
hasta la plena madurez espiritual. Amén
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo del
Evangelio de Mateo (Mt 1, 18-25).
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María,
estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se
encontró encinta por obra del Espíritu Santo. 19 Su marido José, que
era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado.20
Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en
sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María
67
tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. 21 Dará a
luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados.» 22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo
dicho por el Señor por medio del profeta: 23 Ved que la virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que
traducido significa: «Dios con nosotros». 24 Despertado José del sueño,
hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su
mujer. 25 Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por
nombre Jesús. Palabra de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
7. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
8. Analizo la escena del texto de Mateo.
Mateo nos habla de Jesús en un modo particular. Para él, Jesús es el
esperado de Israel, y es el Señor, presente en la Iglesia. Para leer Mateo
debemos sentirnos Iglesia. Él no nos da el primer anuncio de Jesús, sino
hace catequesis; porque quiere que los fieles, los cuales ya saben quien
es Jesús, profundicen el misterio y sientan como Jesús quiere su Iglesia.
El evangelio de Lucas, en los primeros capítulos llamados “evangelios
de la infancia”, propone como modelo narrativo las vicisitudes de María
de Nazaret. El nacimiento del Hijo de Dios es anunciado a María, la
Madre de Dios. En Mateo, por el contrario, no hay la narración de la
anunciación a María, sino a José. Mateo, en el primer capítulo de su
evangelio, quiere afirmar la generación legal de Jesús. La genealogía de
Jesús, diversa de aquella de Lucas, tiene como objetivo de conectar
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Cristo con los principales depositarios de las promesas mesiánicas,
Abraham y David. Luego la figura de José, como José asume la
paternidad legal de Jesús, la anunciación de la vida de Jesús que golpea
en su vida como una rosa…
Veamos algunos versículos…
v. 20: …“José, hijo de David, no temas…”: semejante a la anunciación
de María. Aquel “no temas”… El Padre se preocupa que Jesús sea
acogido por sus padres. El “no temas” que un ángel enviado por Dios
dirige a María y José son la “casa espiritual” en la cual Jesús debe
habitar. El temor es don del Espíritu Santo que vence el miedo humano.
¿Tengo miedo?
Describo mis miedos, los llamo por nombre, trato mis miedos como
amigos, no porque tengo miedo, sino porque, si mis miedos los tomo en
mano, ya no son miedos sino son fuerza, valentía, y me hacen crecer.
¿No tengo miedo? Hay que revisar el asunto.
v. 20 “tu esposa”: María es esposa legal de José. Probablemente es José
que se debe preocupar. María sea esposa espiritual para todos los
cristianos, no sólo para José. Debemos acoger a María porque, acogiendo
e ella, se acoge a Jesús.
¿Pensamos en María como nuestra esposa? ¿Cómo Jesús transforma la
vida de sus padres? Y nuestra vida, ¡cómo ha cambiado desde cuando
hemos encontrado a Jesús? ¿Somos sus esposos?
María cambia la vida de José: ¿por qué?
v. 24 “Despertado José del sueño”: es el sueño de Dios en la Biblia. Lean
la Biblia y vean cuantas personas se despiertan del sueño, desde Adán en
adelante en la creación. El sueño es lugar donde Dios, en la Biblia, habla
y comunica un mensaje, una nueva creación, una vocación.
¿Tengo espacio para un período de retiro, de espacio sólo con Dios?
¿Siento la voz de Dios y cambio mi vida?
¿Por qué la vocación, cualquier vocación, es una nueva creación?
Miro a mi vida. Tú, Señor, ya has hecho sentir tu voz?
¿Qué me pides? ¿Qué ofrenda llevo a Jesús?
En este texto del Evangelio de Mateo vemos el cumplirse de la
profecía de Jeremías: "Suscitaré a David un brote justo - dice el Señor".
José, hijo de David, recibe el anuncio de este futuro nacimiento que
69
también Isaías había anunciado proclamando: "Fíjense, la virgen
concebirá y dará a luz un hijo".
Además vemos que el cumplimiento de esta realidad, ya preparada
durante largo tiempo, no se actúa sin un drama personal, y muy
doloroso.
José creyó deber renunciar a María, deber renunciar al matrimonio
con ella, que era la alegría de su vida, y había preparado el sacrificio que
le parecía la voluntad del Señor. Los grandes dones de Dios son
habitualmente precedidos por grandes penas: Dios debe ensanchar
nuestras almas para poderla llenar de su don, que es demasiado grande
para nosotros.
Y José fue preparado así a la gracia que era no sólo para él, sino para
todo el mundo, para todo el pueblo: ser llamado a ser el padre del
Salvador del mundo, a Jesús, que salvará el pueblo de sus pecados. Y
también a vivir en la alegría profunda y en la castidad perfecta una unión
espiritual, íntima, con María.
Podemos admirar la fuerza de animo de José. Él, siendo justo, decidió
renunciar a María pero sin hacer un escándalo y así aceptó el sacrificio
en el silencio. Esto es, ciertamente, signo de una grande fuerza de animo.
Pero lo que es todavía es más bello, después, es su docilidad a la palabra
del Señor.
Cuando nosotros debemos hacer un sacrificio, frecuentemente nuestra
mente se pone rígida, nuestro corazón se cierra, nos ponemos duros y ya
no queremos escuchar nada. Por el contrario José, listo al sacrificio,
decidió a quedar abierto a la palabra de Dios, no era por nada cerrado en
sí mismo. El Ángel del Señor, viniendo, halla un alma abierta, a la cual
puede revelar las grandes promesas de Dios, dándole ciertamente la
alegría más grande de su vida.
Pedimos al Señor la gracia de ser al mismo tiempo fuertes en las
dificultades de la vida y abiertos a los planes de Dios, que son siempre
más bellos de lo que nosotros pensamos. Estamos seguros que cuando
Dios parece pedir algo difícil, prepara gracias grandes (Albert Vanhoye).
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar
en diálogo con Jesús, para hacer oración.
9. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
70
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
Nosotros vivimos de esperas, Señor, esperas efímeras,
esperas inútiles, esperas ilusorias que se transforman en
desilusiones, desilusiones que se transforman en amarguras,
que nos trasforman en personas ácidas y vacías.
Vacías, porque buscamos en otro lado nuestra felicidad.
Afuera de nosotros, lejos de Ti, sin Ti las dudas son muchas y
las incertidumbres infinitas.
Ven, Señor Jesús, nosotros Te esperamos.
Ven y sacúdanos de este sueño que nos envuelve.
Ven y cambia nuestra existencia, transforma la nuestra vida,
cambia nuestra flojera en entusiasmo de vivir, nuestra ilusión
en esperanza, en una humanidad mejor y un mundo más justo,
nuestra resignación en paciencia activa y operosa.
Ayúdanos a esperar más allá de toda esperanza, dónanos la
fuerza de vencer el mal con el bien, confírmanos en los
propósitos buenos sostennos en las dificultades de cada día.
Te confiamos nuestras dificultades, nuestra responsabilidad,
nuestras ansiedades no para liberarnos, sino para tener la
fuerza de Ti, que eres la respuesta a nuestras esperas, la
interrogante a nuestras falsas certezas, el hombre Dios que nos
hace ir siempre más allá, siempre más lejos, siempre más en
alto, que nos hace ser siempre más.
Por esto, ven, Señor Jesús. Ven, porque cuando llegas,
hombres y mujeres son transformados en personas nuevas,
personas nuevas en mirar, en el juzgar, en el actuar.
10. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús,
de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor
por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza
de haber tocado a Jesús.
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¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos
en silencio este misterio: ¡Dios es cercano a toda persona!
La palabra clave del primer domingo de Adviento es probablemente
"velar".
Probablemente no somos los únicos que velan; también nuestro Dios
vela... Y es precisamente la característica del Dios cristiano: un Dios que
vela.
Un Dios que ha velado sobre Adán la noche en la cual le donó Eva; un
Dios que ha velado sobre su pueblo la noche en la cual atraviesa el Mar
Rojo dirigido hacia la libertad; un Dios que vela sobre María, José y el
Niñito la resplandeciente noche del nacimiento de Belén; un Dios que
vela sobre Su Hijo la noche del desaliento del Getzemaní, noche en la
cual el Hijo suyo saboreaba el gusto acre del miedo; un Dios que vela la
noche de la resurrección, noche en la cual fue vencida la muerte y venció
la vida.
Es bello pensarlo así el Dios de los cristianos: un Dios que vela y nos
espera detrás de la puerta.
11. ACTIO Me comprometo en vivir un versículo de este texto, aquello
que más me ha impactado en la meditación, que repetí en la oración, que
viví como adoración y oración silenciosa en la contemplación y ahora
vivo en la acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
En este mes hay que ver como puedes acoger al Señor, en este Tiempo
de Adviento. Se puede sugerir tres cosas, muy fáciles para cumplir.
- La oración: poco cada día, en conexión con los textos del Evangelio de
la Misa, escribiendo algo.
- El tiempo: ¿cuánto tiempo hemos perdido? La lectura, el silencio, el
hacer cosas “inteligentes”, estas serían las posibles cosas que deberíamos
hacer.
- La comunidad: ir, también si a veces con sacrificio por el frío y por el
aburrimiento, a los encuentros comunitarios de nuestra parroquia.
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la Resurrección.
72
En principio era el
Verbo
(comienzo de año)
1. Tengo
intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo cuidadosamente el
lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Ven, luz verdadera. Ven, eterna vida.
Ven, misterio escondido. Ven, tesoro inefable.
Ven, realidad indecible. Ven, persona incomprensible.
Ven, exultación perenne.
Ven, veraz espera de cuantos serán saciados.
Ven, el levantarse de quien yace.
Ven, resurrección de los muertos.
Ven, poderoso, que todo siempre cumples, cambias y
transformas sólo con el querer.
Ven, invisible y del todo intangible e impalpable.
Ven, alegría eterna. Ven, corona eterna.
Ven, púrpura del grande Dios y Rey nuestro.
Ven, cintura cristalina y de piedras preciosas.
Ven, tú que has deseado y deseas mi miserable alma.
Ven, sólo a quien está solo, porque yo soy solo, como ves.
Ven, tú que me has separado de todo y me has hecho solo en
la tierra. Ven, tú que eres en mí deseo y has hecho que te
deseáramos, o del todo inaccesible. Ven, mi respiro y mi vida.
Ven, consuelo de mi pobre alma. Ven, alegría y gloria y
delicia sin fin. Te agradezco, porque eres un solo espíritu
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conmigo: sin confusión, sin variación, sin mutaciones, tú que
eres Dios sobre todo. (Simeón el Nuevo Teólogo).
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie el trozo del
Evangelio de Juan (Jn 1, 1-18).
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y
la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio junto a Dios. 3 Todo
se hizo por ella y sin ella no se hizo nada Lo que se hizo 4 en ella era la
vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la vencieron.
6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Éste vino
para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos
creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la
luz.
9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, viniendo
a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el
mundo no la conoció. 11 Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de
Dios, a los que creen en su nombre; 13 los cuales no nacieron de
sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron
de Dios.
14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos
contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito,
lleno de gracia y de verdad.
15 Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que
viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que
yo.»
16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17
Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos
han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo
Unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado. Palabra del
Señor
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
74
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
7. MEDITATIO
Sentado, vuelvo a leer varias veces la Palabra,
lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración. Ya
entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
8. Analizo la escena del texto de Juan.
En este texto, Juan expresa “su Navidad”, como él ve el nacimiento
del Hijo de Dios. Muchas veces hemos escuchamos este trozo, es
también el evangelio del día de Navidad, a veces hemos escrito algún
versículo en las tarjetas de felicidades. Es un himno de la Iglesia juánica
que expresa su fe en el Verbo que estaba donde Dios desde el principio,
como se hizo carne en el seno de María, como en Jesús Dios se revela y
se hace al encuentro del hombre. Son los temas de todo cuanto el
evangelio según Juan.
v 6: “Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan…”: la
descripción hímnica del magisterio de Juan el Bautista también más
adelante en himno. Juan ha venido como indicador del camino del Señor.
¿Yo soy como Juan? ¿Soy enviado por Dios, o por mis caprichos, por mi
soberbia? ¿Soy un testigo? ¿De quién?
Cuándo me encuentran, ¿los demás son estimulados hacia Jesús? ¿O los
bloqueo: el SEÑOR de mi vida es...(cada uno pone su nombre)? ¿Soy
como dedo puntado hacia mí o hacia el Señor?
v 10: “Él estaba en el mundo…”: la descripción hímnica de Jesucristo, y
la descripción de la acogida que no es reservada al Hijo de Dios.
¿Señor, cómo podemos reconocerte? ¿Cómo podemos acogerte?
¿He acogido al Señor en esta Navidad? ¿Cómo?
¿Es necesario sólo acogerte para ser hijos de Dios?
¿Qué significa ser hijos de Dios?
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¿La ley, que se dio por medio de Moisés, que es?
¿Y la gracia y la verdad, qué son?
v 18: “A Dios jamás nadie lo ha visto…”: Dios se hace encontrar, toma
el paso del hombre, se hace acogedor, propio él que no había recibido
acogida… ¿Creo que Jesús es el Hijo de Dios? ¿Creo que Jesús es Dios?
¿Creo que Jesús es la revelación, la promesa, el “regalo escondido” de
Dios? ¿Ya experimenté que el Verbo de Dios va al encuentro de cada
hombre, toma sobre sí nuestro cansancio y nuestra pena? ¿Cuándo?
De este Evangelio tan lleno de riqueza tomamos en este último día del
año una frase: «De su plenitud nosotros todos hemos recibido, y gracia
sobre gracia», para ponernos en una actitud de gratitud.
Todos hemos recibido de la plenitud de Cristo, todos los días del año,
cada uno a su manera. El Señor ha distribuido sus gracias según las
necesidades de cada uno de nosotros.
Y hemos recibido gracia sobre gracia, o sea una gracia como
preparación de otra gracia más grande. Y todas las gracias que el Señor
nos hizo este año son simplemente una preparación de aquellas que
recibiremos el año próximo.
Hemos recibido la gracia del perdón misericordioso de Dios para
nuestros pecados, para tener nueva valentía para ir adelante; hemos
recibido muchas gracias de luz para iluminar nuestro camino, día a día.
Jesús, luz que ilumina a cada hombre que viene en este mundo, ha sido
nuestra luz de este año.
Sin embargo tenemos que decir que su más grande don es él mismo.
Y al final de este año tenemos que una vez más reconocer el don de
Dios. «Si tú conocieras el don de Dios!» dice Jesús a la samaritana. Y
luego: «Soy yo, que te hablo». Jesús, Hijo de Dios, ha dado sí mismo a
nosotros cada día del año, se ha dado como luz, se ha dado como fuerza,
se ha dado como amor, especialmente en la Eucaristía: dado, sacrificado
por mí. No ha dado la alegría de estar en comunión con el Padre, de estar
unidos a todos nuestros hermanos y de ayudarnos recíprocamente, de
comunicar a los demás la alegría que recibimos de él.
Verdaderamente, «de su plenitud nosotros todos hemos recibido, gracia
sobre gracia».
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
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9. ORATIO: Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
Y todavía vienes en medio de nosotros. Todavía naces
en medio de la humanidad. Tu Navidad es un hacernos
comprender que no estás cansado de esta gente, de estos
hombres, de este pueblo. Todavía naces en medio de la
humanidad. No estás harto de nosotros, mientras que nosotros
estamos hartos de todo. No nos abandones, cuando nosotros
preferimos dejar todo y escapar. Te detienes a hablar y haces
hablar de Ti, cuando nosotros preferimos el silencio.
Estás presente, para suplir nuestras ausencias, estás disponible
para anular nuestras disculpas, eres activo para desenmascarar
nuestras justificaciones.
Y todavía naces en esta humanidad. No podemos ser
Tú, pequeño niño del pesebre, tenemos miedo de tu desnudez,
sentimos frío, tenemos miedo de tu valentía de nacer siempre,
somos cobardes. Sin embargo aún no pudiendo ser Tú
quisiéramos ser los pastores que llenos de asombro y sin
dilación vienen a tu encuentro, o los sabios que jamás
cansados y vencidos te buscan, en la oscuridad y en la luz,
pero somos nosotros... cansados de renacer, miedosos de ser
desnudos, flojos en el correr hacia Ti, incapaces de buscar,
superficiales de todo asombro, y Tú renaces en esta
humanidad. Danos la valentía de acogerte niño, extranjero,
diverso; infúndenos la fuerza de ver más allá, danos la
posibilidad de hacer el bien.
Líbranos de las cadenas del egoísmo y de la
indiferencia, danos la valentía de lo esencial, haznos acoger
todo hombre, como si te acogiéramos a Ti.
Haznos creer en lo increíble, ver lo invisible, hacer lo
imposible.
10. CONTEMPLATIO Se percibe la necesidad de mirar sólo a Jesús,
de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él, de acoger su amor
77
por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro de mí, la certeza
de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos
en silencio este misterio: ¡Dios es cercano a toda persona!
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la Resurrección.
11. ACTIO: Me comprometo en vivir un versículo de este texto,
aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en la
oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
En este mes, el primer mes del año civil, podemos tomar el
compromiso de escribir, en nuestra agenda A. D. 2006 (2007...). Luego
escribimos la frase o el versículo que más nos impactó en el texto del
Prólogo de San Juan, sobre el cual hemos rezado. Nos hará bien, cuando
daremos un vistazo a la agenda en los meses que siguen, cuando estamos
tristes, enojados, insolentes, en los días en los cuales tenemos
dificultades, hallaremos escrito que el tiempo es del Señor, nosotros
somos del Señor y hallaremos una frase del evangelio de Juan. Entonces
repartiremos con confianza en Dios, que se ha manifestado a nosotros en
el Verbo de Dios, Jesucristo.
12 Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
78
El hijo del hombre es
dueño del sábado (En cuaresma)
1. Tengo
intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo cuidadosamente el
lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Espíritu del Padre y del Hijo, ven. Espíritu de amor, ven.
Espíritu de infancia, de paz, de confianza y de alegría, ven.
Regocijo secreto, que brilla a través de las lágrimas del
mundo, ven. Vida más fuerte de toda nuestra muerte, ven.
Padre de los pobres y abogado de los oprimidos, ven.
Luz de eterna verdad y amor difundido en los corazones, ven.
Ven: renueva y extiende tu visita adentro de nosotros.
En ti ponemos nuestra confianza. Te amamos a Ti, que eres el
amor. En ti tenemos a Dios por Padre porque adentro de
nosotros tú gritas: “Abbà Padre amadísimo”.
Demora en nosotros. No abandonarnos en las duras luchas de
la vida y cuando llegará su final y nosotros estaremos solos.
Ven, Espíritu Santo.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO (Lectura): Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie
el trozo del Evangelio de Mateo (Mt. 12, 1-8).
En aquel tiempo cruzaba Jesús un sábado por los sembrados. Y sus
discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a
comerlas. 2 Al verlo los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen
lo que no es lícito hacer en sábado.» 3 Pero él les dijo: «¿No han leído
79
lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, 4
cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia,
que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los
sacerdotes? 5 ¿Tampoco han leído en la Ley que en día de sábado los
sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa? 6
Pues yo les digo que hay aquí algo mayor que el Templo. 7 Si hubieran
comprendido lo que significa: “Misericordia yo quiero, y no sacrificio”,
no condenarían a los que no tienen culpa. 8 Porque el Hijo del hombre
es señor del sábado». Palabra del Señor.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
7. MEDITATIO (Meditación): Sentado, vuelvo a leer varias veces la
Palabra, lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración.
Ya entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
8. Analizo la escena del texto de Mateo.
En este texto Jesús se revela como aquel que lleva a cumplimiento la
enseñanza de la ley y de los profetas. Se opone con decisión a los
fariseos proclamando la misericordia como única ley. Y cita un hecho
del Antiguo Testamento (1Sam 21, 2-7), y afirma que más aún de David
y de los sacerdotes, Él actúa con autoridad. La misericordia debe ser la
ley de cada cristiano.
Los versículos más importantes de este trozo son aquellos en donde
Jesús se revela como el Templo en donde Dios nos comunica la
misericordia, el amor que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Algunos versículos:
v 2 «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado»:
80
¡El sábado! Los fariseos y Jesús en todo el evangelio hablan de este
sábado. Pero, ¿qué es? Es el día en el cual Dios se revela, es el tiempo
que se ha tomado Dios para salvarnos también por medio de nosotros, es
el tiempo en el cual aprendemos confiarnos a la misericordia de Dios.
El sábado… ¿decimos a nuestro corazón que hacemos en el “sábado”,
para los cristianos el domingo?
¿Hacemos el mínimo, así que nos sentimos bien con la conciencia?
¿O vivimos el domingo como algo de único en la semana?
Desde el domingo comienza la semana del cristiano: ¿cómo cambia mi
vida por mí contacto único e irrepetible con el Señor?
¿El domingo es el primer o el último día de la semana?
v 6 “Pues yo les digo que hay aquí algo mayor que el Templo”: los
fariseos no saben, no se dan cuenta que Jesús es Hijo de Dios. El templo
era algo grandísimo. Jesús es el templo en donde Dios se revela, se hace
compañero del hombre, se hace cercano a cada hombre hasta dar la vida
para nuestra salvación.
¿Qué relación tienes con Jesús? ¿Creemos que Jesús es el Hijo de Dios?
Tratemos de trazar un identikit de Jesús, en la base de las experiencias
personales.
¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Para mí personalmente…?
v 7 “…Misericordia yo quiero, y no sacrificio”: la misericordia es una
característica de Dios, un don de Dios, una característica para los
cristianos. Pero la misericordia es oro manera de llamar el amor.
Nosotros por el contrario tenemos miedo de hacernos amar por Dios.
Estamos siempre a la defensiva, para que no nos pida demasiado tiempo,
sólo el mínimo.
Me doy cuenta que la misericordia es otra manera para decir amor, para
decir Dios? ¿Cuándo me di cuenta de esto? ¿Tengo miedo a dejarme
amar por Dios? ¿Qué me pide el Señor con su amor?
¿Cómo me comporto: lo dejo hacer u opongo resistencia?
En esta Cuaresma, ¿cómo me dejaré amar por el Señor?
Para meditar (leer despacio y pensando cada palabra...):
Y apuesto mi vida, hasta el final jugaré, dono todos mis días,
con amor los daré, y el camino será dulce, también el peso
más ligero, y donde hay el invierno, explotará la primavera...
Si no ofrezco mi vida al mondo que alegría tendré; si no dono
mi vida a los demás, que paz vendrá a mí?
81
Y tú sabes el aburrimiento que acompaña una vida vacía y
amarga: te atrae a sí y te hace desviar, reacciona "TÚ
PUEDES", vete, vete!
Tengo en mí un don grande, inmenso, que no puedo ahogar;
Sólo este me puede realizar: "¡ESTOY HECHO PARA
AMAR!"
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
9. ORATIO (Oración): Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
No tengas miedo de amar y de dejarte amar. No
tengas temor de perderte en el océano de la felicidad. No
temas las olas del mar de la vida. No huya el viento impetuoso
del amor. No pida un amor grande. Pida que tú seas grande en
el amor.
Abraza tu amor, cierra tus ojos, lánzate hacia él y
juntos llegarán al infinito porque explotará en ustedes, en un
torbellino de pasión y furor, y te llenará y los llenará el uno al
otro. Hay en el corazón del hombre el deseo del infinito, una
gana inmensa y infinita de amor, una necesidad ilimitada de
afecto y de dar afecto. Este deseo, esta necesidad, esta gana,
sea tu vida. Ama y tu vida tendrá un sentido, no tengas miedo
de él y serás radioso.
10. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos
en silencio este misterio: ¡Dios es cercano a toda persona!
82
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la Resurrección.
11. ACTIO (Acción) : Me comprometo en vivir un versículo de este
texto, aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en
la oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción .
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
12 Concluyo el momento de lección recitando con calma la oración,
que Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
83
La pesca milagrosa
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Ven, ven Consolador lleno de bondad para el alma que sufre,
su ayuda en la dificultad y en los momentos buenos.
Ven, tú que purificas de las culpas, tú que sanas las heridas.
Ven, apoyo de los débiles, fortaleza de quien cae.
Ven, doctor de los humildes, vencedor de los orgullosos.
Ven, tierno padre de los huérfanos, juez manso de las viudas.
Ven, esperanza de los pobres, consuelo de cuantos se
equivocan.
Ven estrella de los navegantes, puerto de los náufragos.
Ven, gloria excelsa de los vivientes, salvación única de
cuantos están para morir.
Ven, santísimo entre los espíritus, ven y ten piedad de mí.
Hazme similar a ti, mira a mí con benevolencia,
Para que mi debilidad halle gracia frente a tu grandeza,
mi impotencia frente a tu fuerza, según tu grande
misericordia, por medio de Jesucristo, mi Salvador, que vive
con el Padre y contigo.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO (Lectura): Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie
el trozo del Evangelio de Juan (Jn. 21, 1-19).
Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas
del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. 2 Estaban juntos
84
Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de
Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les
dice: «Voy a pescar.» Le contestan ellos: «También nosotros vamos
contigo.» Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron
nada.
4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no
sabían que era Jesús. 5 Les dijo Jesús: «Muchachos, ¿no tienen nada
que comer?» Le contestaron: «No.» 6 Él les dijo: «Echen la red a la
derecha de la barca y encontrarán.» La echaron, pues, y ya no podían
arrastrarla por la abundancia de peces. 7 El discípulo a quien Jesús
amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor». Cuando Simón Pedro oyó
«es el Señor», se puso el vestido -pues estaba desnudo- y se lanzó al
mar. 8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red
con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos
codos.
9 Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre
ellas y pan. 10 Les dijo Jesús: «Traigan algunos de los peces que
acaban de pescar.» 11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena
de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se
rompió la red. 12 Jesús les dice: «Vengan y coman.» Ninguno de los
discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era
el Señor. 13 Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual
modo el pez. 14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los
discípulos después de resucitar de entre los muertos.
15 Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de
Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.» 16 Vuelve a decirle
por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú
sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» 17 Le dice
por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de
que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú
lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis
ovejas.
18 «En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te
ceñías, e ibas a donde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás
tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras.»
19 Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme». Palabra de Dios.
85
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
7. MEDITATIO (Meditación): Sentado, vuelvo a leer varias veces la
Palabra, lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración.
Ya entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
8. Analizo la escena del texto de Juan.
El texto del Evangelio en el cual estamos meditando, según la
tradición juánica es el último capítulo del Evangelio. En los capítulos
anteriores han sido narradas por Juan la pasión y muerte de Jesús. Ahora
Jesús ha Resucitado. El capítulo 20 es el Evangelio de la Resurrección.
Se lee de la tumba vacía, de la aparición a María de Magdala, de las
apariciones a los discípulos. Probablemente el Evangelio de Juan se
concluía con el capítulo 20. El capítulo 21 ha sido un anexo
probablemente compuesto por el evangelista mismo o por un discípulo
suyo o por su escuela tomando de las fuentes de Juan.
El capítulo 21 es el Evangelio del discipulado, muestra como son los
discípulos después de la Resurrección, y vean como nosotros, los
discípulos del Maestro, somos también ahora.
Una parte de los discípulos, no todos los apóstoles, estaba en las orillas
del lago de Tiberiades. Su sentimiento era aquello de los discípulos de
Emmaus antes que encontraran y descubrieran al Resucitado. Los actores
de este texto son Simón Pedro y Jesús Resucitado.
Algunos versículos:
v. 3 “Yo voy a pescar” La iniciativa de Pedro es acogida felizmente por
los demás discípulos. Los lleva consigo. Pro no pescan nada. No era la
pesca lo que Dios quería de ellos. El Señor quiere algo diferente de sus
discípulos, no quiere que vayan a pescar.
86
¿A veces, equivocamos el objetivo? ¿Vamos a pescar a veces
sugestionados por otros? ¿Qué quiere el Señor de mí? ¿Que hago para
seguir su voluntad?
v. 7 “¡Es el Señor!” La palabra de Juan hace suscitar en Pedro y en los
demás una grandísima alegría. Es la alegría de la fe. La fe que hace
cambiar toda situación de la vida. Pedro se lanza en mar por la alegría.
¿Tenemos fe en Jesús Resucitado? ¿Estamos enloquecidos por la fe o
somos tibios? El termómetro de la fe es la alegría: ¿qué haría por fe?
v. 12 “Vengan a comer” Es un versículo que recuerda el capítulo 6 del
Evangelio de Juan, la institución de la Eucaristía, la multiplicación de los
panes de los demás evangelistas y de los discípulos de Emaus. “Vengan
a comer, a comer mi cuerpo”.
¿Ponemos atención a la palabra de Jesús que nos invita a comerlo?
¿Lo comemos en la Eucaristía? ¿Cómo nos preparamos a la comunión?
¿Después de la comunión, cambia algo en nuestra vida? ¿De qué
manera?
v. 17 “Señor, tú sabes todo, tú sabes que te amo” Jesús pregunta a Pedro
si lo ama, tres veces como habían sido tres las traiciones. La última
pregunta sin embargo se transforma en una profesión de fe y de amor al
Señor que sabe todo. Es una de las últimas palabras de Pedro, casi un
testamento. Las últimas palabras que se pronuncian no son palabras que
se dicen casualmente. Así es para Jesús.
¿Profeso la fe en el único Señor? ¿Lo amo? ¿Permito al Señor amarme?
¿Sé que el Señor sabe todo de mí? Trato de repetir lentamente varias
veces: “Señor, tú sabes todo, tú sabes que te amo”…
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para hacer oración.
9. ORATIO (Oración): Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para
la propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración
se puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo
varias veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y
no sabe como orar, te sugiero orar así:
87
Hemos participado a la mesa de tu Palabra, hemos escuchado
tu mensaje. Tu Palabra nos ayude a proseguir Por los caminos
de la vida. Sea realmente luz y lámpara a nuestros pasos, para
que nuestro camino sea coherente y sin detenciones o caídas.
Agua que quita la sed, para aceptar lo que somos, sin desear lo
que no tenemos. Espada que corta el bien y el mal, para
conservar el uno y destruir el otro. Grano que lleva fruto, para
que toda nuestra acción sea un gesto de amor.
10. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos
en silencio este misterio: ¡Dios es cercano a toda persona!
Expresemos nuestra fe en el Señor que sabe todo, que sabe cuanto lo
queremos.
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la
Resurrección.
11. ACTIO (Acción): Me comprometo en vivir un versículo de este
texto, aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en
la oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
En este mes, podemos comprometernos en el tiempo que hay que dar
a Dios.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
12 Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
88
Los primeros
discípulos
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos. Apago el celular.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
El Espíritu de Dios purifica e ilumina nuestra inteligencia.
La gracia del Espíritu Santo nos asista. En nuestros corazones
tome demora y eche todos los vicios de nuestro espíritu.
Espíritu divino, luz de los hombres, de nuestro espíritu echa
las tinieblas tan terribles.
Oh Santo, que amas los sabios pensamientos, en nuestro
intelecto, por tu bondad, derrama tu sagrada unción.
Tú, Espíritu, que purificas toda culpa, purifica en nosotros la
mirada del hombre interior para que podamos ver al Padre
supremo que sólo los ojos de los puros de corazón podrán
contemplar.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO (Lectura): Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie
el trozo del Evangelio de Juan (Jn. 1, 35-51).
Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus
discípulos.36 Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Fíjense en el
89
Cordero de Dios». 37 Los dos discípulos le oyeron hablar así y
siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les dice:
«¿Qué buscan?» Ellos le respondieron: «Rabbí -que quiere decir
“Maestro”- ¿dónde vives?» 39 Les respondió: «Vengan y lo verán».
Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era
más o menos la hora décima.
40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que
habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41 Éste encuentra
primeramente a su propio hermano, Simón, y le dice: «Hemos
encontrado al Mesías» - que quiere decir, Cristo. 42 Y le llevó a Jesús.
Fijando Jesús su mirada en él, le dijo:«Tú eres Simón, el hijo de Juan;
tú te llamarás Cefas» - que quiere decir, “Piedra”».
43 Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea y encuentra a
Felipe. Y Jesús le dice: «Sígueme.» 44 Felipe era de Betsaida, de la
ciudad de Andrés y Pedro.
45 Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribió
Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, el
hijo de José, el de Nazaret.» 46 Le respondió Natanael: «¿De Nazaret
puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás.» 47 Vio
Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tienen a un israelita
de verdad, en quien no hay engaño.» 48 Le dice Natanael: «¿De qué me
conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando
estabas debajo de la higuera, te vi.» 49 Le respondió Natanael: «Rabbí,
tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.» 50 Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver
cosas mayores.» 51 Y le añadió: «En verdad, en verdad les digo: verán
el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del
hombre». Palabra de Dios.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante. Se subrayan los verbos, ojalá en rojo, se
enmarca el sujeto principal, con una crucecita se llama la atención sobre
otras palabras que me impactan.
Es oportuno que resalten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensarla. Trata de recordar algunos textos similares de la
Biblia.
90
7. MEDITATIO (Meditación): Sentado, vuelvo a leer varias veces la
Palabra, lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración.
Ya entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
8. Analizo la escena del texto de Juan.
Esta es una página del diario de los apóstoles, de los primeros
discípulos de Jesús, que recuerdan y hacen recordar a toda la Iglesia de
todos los siglos como ha comenzado el camino de fe detrás de Jesús. Los
enamorados, también hoy, escriben su historia de amor, especialmente al
comienzo. Los discípulos son enamorados de Jesús, y es muy singular
que se recuerden bien los momentos, la hora, la secuencia de los
acontecimientos. La hora, literalmente “hora décima”, o sea las cuatro de
la tarde, da a todo el trozo el carácter de un testimonio personal.
Para dar continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, los
primeros discípulos de Jesús son los últimos discípulos de Juan Bautista,
a los cuales él indica Jesús como el “Cordero de Dios”.
Vv. 38-39: Iª escena: es dominada por Jesús y por los discípulos que
siguen a Jesús. Ya que Juan les propone “el Cordero de Dios”, los
discípulos siguen a Jesús. Y Jesús se dio vuelta y les dijo una frase muy
sencilla, pero muy significativa para la vida de cada cristiano: “¿Qué
buscan?”. Y ellos, con confusión, le preguntan su… “dirección”. De
hecho Jesús comprende muy bien la situación y los lleva consigo, y los
discípulos se quedan desde aquel día con él.
¿A quién buscamos nosotros? ¿Seguimos a Jesús o sólo a nosotros
mismos? Sin embargo respecto a esta pregunta... no se dice: “¿Quién
buscan?”, sino “¿Qué buscan?”. ¿Qué buscamos del Señor?
¿Dónde habita el Señor? ¿Dónde está el Señor en nuestra vida?
¿Cuándo y cuánto nos hemos preguntado frente al Señor dónde él habita,
dónde él vive? Veamos con los ojos de la fe dónde habita el Señor?
¿Me detengo corazón con corazón con él solo?
¿Desde cuando me he dado cuenta que es importante estar con él, orar,
escuchar su Palabra?
Vv. 41-42: IIª escena: Andrés, Simón Pedro y Jesús. La noticia se
propaga… Andrés tiene una frase espléndida para indicar que han
buscado y hallado a Aquel que era el Esperado desde todos los siglos.
91
Jesús fija la mirada sobre Simón y le cambia el nombre, le cambia la
vida!
¿Cuándo encontramos a Jesús en nuestra vida, somos portadores a los
demás de esta alegría? ¿Somos misioneros, evangelizadores?
Jesús me mira como ha mirado a Pedro, y la suya es una mirada de amor.
¿Permito a Jesús “mirarme”? Su amor cambia algo en mí? ¿Qué cambia?
Vv. 43-44: IIIª escena: Felipe. Estos dos versículos nos dan la medida
del ansia misionera de los discípulos. Yo soy “Felipe” a quien el Señor
dice: ¡“Sígueme”! El mapa geográfico de los discípulos es trazado por el
v 44. Además, hay el perfil personal del discípulo, situado en una
ciudad, que era también aquella de los otros dos discípulos. Los
discípulos del Señor no son ángeles, están bien plantados en la historia,
en la historia de la salvación. Y finalmente E luego el final misionero.
¿Cómo actúo para hacerme encontrar por el Señor? ¿Qué significa seguir
a Jesús verdaderamente? ¿Sigo al Señor cada día? ¿Me hago amar como
él quiere, en el lugar de trabajo, en la situación difícil?
Vv. 45 ss: IVª escena: Natanael. La escena es similar a la IIª escena.
Felipe, como Andrés, va donde su amigo Natanael y le expresa su
alegría: “Hemos encontrado…”, como Andrés presenta el Señor a
Pedro. Y lo invita a ir donde Jesús. De este “texto en el texto”
consideramos el v. 48 que dice: “¿Cómo me conoces?”, y la profesión de
fe del discípulo en el v. 49.
¿Cómo soy conocido por el Señor?
Si el Señor me conoce en lo profundo, me ama en lo profundo. ¿Cómo
respondo a su amor?
Este discípulo hace una profesión de fe, probablemente la primera en el
evangelio de Juan. Come discípulo suyo, me pregunto cada día: ¿Jesús,
quién es para mí, para mi vida? ¿Eres tú el Hijo de Dios? ¿Eres tú
nuestro salvador?
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar
en diálogo con Jesús, para hacer oración.
9. ORATIO (Oración): Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
92
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, te sugiero orar así:
Me entregas un nuevo día, para que yo lo viva, lo transforme
y lo done a Ti, ayúdame a ser como Tú dices: "luz del
mundo"; para que sepa llevar luz, en las mentes confusas y
cansadas, sepa iluminar a los demás con la luz de la alegría,
de la comprensión, del afecto y de la simpatía.
Para que cada uno encontrándome, sea más bueno y amable.
Ayúdame a ser luz en mis elecciones, para no caer en la
agitación y en la contradicción.
Ayúdame a ser: "la ciudad sobre el monte"; capaz de
asumirme mis responsabilidades, y asumirme mis
compromisos de salir de la masa para saber ir también anche
contracorriente, de no aceptar todo pasivamente o con pura
resignación; dóname la capacidad de estar en alto para
ensanchar mis horizontes, pero jamás para mirar a los demás
lo alto hacia bajo.
Ayúdame a ser: "levadura en la masa", para vencer la
aquiescencia y el cansancio, para ser estímulo y locomotora,
para no dejarme llevar por situaciones pasivas y negligentes.
Ayúdame a ser: "sal de la tierra"; sal que conserva, sal que
quema, sal que da sabor, sabor de Ti en un mondo sin
perfume.
Ayúdame a ser feliz, a donar alegría, a llevar entusiasmo y
gana de vivir.
10. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos
en silencio este misterio: ¡Dios se cercano a toda persona!
Expresemos nuestra fe en el Señor. La expresamos con las palabras de
Natanael: “Rabbì, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel!”.
Repitamos este versículo varias veces…
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la
Resurrección.
93
11. ACTIO (Acción): Me comprometo en vivir un versículo de este
texto, aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en
la oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
Los discípulos han sido testigos del Resucitado. Nosotros podemos
orientarnos personalmente sobre uno de los discípulos, tratar de ver
como también nosotros podemos, en nuestro pequeño ambiente, pero sin
falsa humildad, ser testigos de la Resurrección.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
12 Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
94
La tempestad domada
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Ven, Espíritu vivificador, sobre esta pobre sociedad y renueva
la faz de la tierra, dónanos tu paz, aquella paz que el mundo
no puede dar.
Espíritu Santo, que iluminas a todos los hombres, de todas las
religiones, dona la paz a los lugares que han visto a Jesús
nacer, vivir, sufrir, morir y resucitar.
Espíritu Santo, ven sobre nosotros, trabaja en nosotros, para
que podamos confrontarnos con tu Palabra, orar la Palabra,
contemplar y decidirnos para Dios.
Ven, Espíritu Santo, trabaja en nosotros.
3. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
4. LECTIO (Lectura): Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie
el trozo del Evangelio de Mateo (Mt 14, 22-33).
Enseguida después Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a
ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. 23
Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al
atardecer estaba solo allí.
95
24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios,
zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. 25 Y al final de la
noche hacia ellos, caminando sobre el mar. 26 Los discípulos, viéndole
caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de
miedo se pusieron a gritar. 27 Pero al instante les habló Jesús diciendo:
«¡Ánimo!, soy yo; no temáis». 28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú,
mándame ir hacia ti sobre las aguas.» 29 «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro
de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. 30
Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a
hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» 31 Al punto Jesús, tendiendo la
mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».
32 Subieron a la barca y amainó el viento.33 Y los que estaban en la
barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de
Dios». Palabra del Señor.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante.
Es necesario que resulten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensada.
5. MEDITATIO (Meditación): Sentado, vuelvo a leer la Palabra más
veces, lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración.
Ya entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
Comienza en el capítulo 14 la sección narrativa del Evangelio de
Mateo con Herodes que presenta Jesús a la corte, la ejecución de Juan el
Bautista, una primera multiplicación de los panes, Jesús que camina
sobre las aguas y algunas sanaciones en Genesaret. Es un texto paralelo
a Marcos y Juan. Comienza así “enseguida después…”. ¿Después de
qué? La primera multiplicación de los panes narrada en el evangelio de
Mateo. Se puede definir este capítulo “El asombro y la profesión de fe de
los discípulos”.
Algunos versículos:
* 23: “…subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí”.
96
Todo hombre que quiere encontrar a Dios en la Biblia sube a la montaña.
Moisés sube a la montaña para invocar a Dios para Israel (Ex 18,8 ss).
La alianza se sella y el decálogo se entrega en el Monte Sinaí (Es 19), la
Transfiguración tiene lugar en el Monte Tabor (Mt 17,1 ss) …No es la
montaña o el mar lugar en donde Dios habla. La soledad es condición
esencial para que Dios nos hable. La soledad interior y exterior.
¡Vaciados adentro para ser llenados por Dios!
Además de la oración comunitaria, hago como Jesús? ¿Rezo solo, en
“mi” montaña? ¿Estoy vacío adentro? ¿Pido al Señor que me llene?
*25: “Y al final de la noche fue hacia ellos, caminando sobre el mar”. Es
noche en nuestra vida, la noche del pecado, de la indiferencia, de la
duda, de la soledad en la comunión. Es la noche de Judas, cuando sale
del cenáculo después del lavatorio de los (Jn. 13,30). Jesús sana a los
discípulos de su noche, camina sobre sus problemas, los encuentra y
comunica su amor.
¿Cuál es mi “noche”? ¿Permito al Señor que me sane? ¿Permito al Señor
que se acerque a mí?
*27: “¡Ánimo!, soy yo; no teman!” Jesús infunde a los discípulos la
valentía, la valentía para verlo. Probablemente los discípulos no creían
aquello que estaba sucediendo, probablemente no habían comprendido
quien era Jesús. Él les aclara quien es, y que no deben tener miedo,
porque con él no hay miedo, porque con Jesús hay la fuerza del Espíritu
Santo.
¿Me doy cuenta que el Señor está cerca de mí? ¿Tengo miedo del Señor?
¿Confío en Él?
* 30: “«¡Señor, sálvame!» Pedro no está convencido que sea Jesús,
intentar una prueba, aunque pueda correr riesgos y perder... Y entonces
Pedro camina sobre las aguas como el Señor. Sin embargo, pobre Pedro,
le viene el miedo, y no el temor del Señor, que es don del Espíritu. Pedro
comienza a hundirse en su vida, en sus pecados, en la dificultad para
creer. ¿Qué hacer, pobre Pedro?
Verdaderamente la fe del primero de los apóstoles es manifiesta. Habría
tenido que agarrarse a un remo, a la barca… No, se dirige al Señor. Sólo
él lo habría salvado.
¿Me doy cuenta que necesito de ser salvado por el Señor? ¿Repito esta
frase frecuentemente durante el día?
97
* 33: “«Verdaderamente eres Hijo de Dios». La profesión de fe de todos
aquellos que estaban en la barca. Es la misma fe que expresa el centurión
bajo la cruz (Mc. 15, 39). Es la misma fe por la cual los mártires han
dado la vida, sin embargo en los días de la pasión y muerte de Jesús, los
discípulos tuvieron miedo, escaparon, desaparecieron.
¿Creo que Jesús es el Hijo de Dios?
Pienso que si tuviera de renegar la fe: ¿Cómo me sentiría?
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para ser oración.
6. ORATIO (Oración): Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para
la propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración
se puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo
varias veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y
no sabe como orar, ora así:
Mi alma tiene sed del Dios vivo, con deseo yo lo busco,
y nada más es capaz de pensar mi alma.
Mi alma tiene sed del Dios vivo, y mi espíritu se lanza hacia
él, Padre celestial y amoroso.
El Señor por medio del Espíritu nos adoptó como hijos; dulce
es para el corazón el Señor: él es la alegría, la felicidad y
nuestra firme esperanza.
Señor bueno, ven, en tu misericordia, a buscar a tu criatura y
manifiéstate a los hombres y mujeres por medio del Espíritu
así como te manifiestas a tus siervos.
Alegra, Señor, con la venida del Espíritu Santo, cada alma
afligida. Haz, Señor, Que todos los hombres que te rezan
conozcan a tu Espíritu.
Hombres y mujeres todos, humillémonos por amor del Señor
y por el reino de los cielos. Humillémonos, y el Señor nos
hará conocer el poder de la “oración de Jesús”.
Humillémonos, y el mismo Espíritu Santo, Espíritu de Dios,
instruirá nuestra alma.
7. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
98
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos precede, nos acompaña, está cerca de nosotros!
Contemplamos en silencio este misterio: ¡Dios se acerca a cada ser!
Repito muchas veces: “Señor, sálvame”… o la oración de Jesús de los
monjes orientales: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí
pecador”, o resumida “Señor, piedad”
Adoro, de rodilla, al Crucificado, signo de la Resurrección.
8. ACTIO (Acción): Me comprometo en vivir un versículo de este texto,
aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en la
oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
Dedicaré un tiempo a la oración personal por la paz en Tierra Santa.
Si cumple concretamente una acción que cambia el corazón y convierte
la vida. Aquello que se meditó ahora se hace vida.
9.
Recuérdate de nosotros, Señor Jesús, donde el Padre tuyo y
admítenos a orar con tus palabras: Padre Nuestro...
99
Yo soy el pan de vida
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos. Apago el celular.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Abre nuestros ojos, Señor, para que podamos verte a ti en
nuestros hermanos y hermanas.
Abre nuestros oídos, Señor, para que podamos oír las
invocaciones de quien tiene hambre, frío, miedo, y de quien
está oprimido.
Abre nuestro corazón, Señor, para que aprendamos a amarnos
los unos a los otros como tú nos amas.
Dónanos de nuevo tu Espíritu, Señor, para que seamos sólo un
corazón y una alma, en tu nombre. Amen.
3. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
4. LECTIO (Lectura): Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie
el trozo del Evangelio de Juan (Jn 6, 48-66).
Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná
en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para
que quien lo coma no muera. 51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo.
Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a
dar,
es mi carne por la vida del mundo.»
52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos
a comer su carne?» 53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo:
100
si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le
resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y
mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi
sangre, permanece en mí, y yo en él.
57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el
Padre, también el que me coma vivirá por mí.
58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros
padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaún. 60 Muchos
de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién
puede escucharlo?» 61 Pero sabiendo Jesús en su interior que sus
discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto los escandaliza? 62
¿Y cuando vean al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...
63 «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las
palabras que os he dicho son espíritu y son vida. 64 «Pero hay entre
ustedes algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio
quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 65
Y decía: «Por esto les he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo
concede el Padre.» 66 Desde entonces muchos de sus discípulos se
volvieron atrás y ya no andaban con él. Palabra del Señor.
Se toma en mano un lápiz. El Evangelio se lee con el lápiz y ¡no sólo
con los ojos! “Lectura” significa leer el texto subrayando de manera que
resalte lo más importante.
Es necesario que resulten bien las acciones que son presentadas, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto y quien recibe la acción.
Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla con el
lápiz y no sólo pensada.
5. MEDITATIO (Meditación): Sentado, vuelvo a leer la Palabra más
veces, lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración.
Ya entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
El texto que estamos orando está insertado en el capítulo 6 del
Evangelio según Juan, el capítulo en el “pan de vida”. En el Evangelio
de Juan hay una larga catequesis eucarística en este capítulo, pero no hay
la institución de la Eucaristía, como en los Evangelio Sinópticos.
101
Comienza con la multiplicación de los panes, luego a los discípulos se
le acerca Jesús que camina en el mar, el discurso de Jesús en la sinagoga
de Cafarnaúm, de donde es sacado el texto, y la profesión de fe de Pedro.
Es una catequesis, probablemente la primera hecha así, sobre la
Eucaristía. La comunidad cristiana ha visto y ha hecho suyo el Cuerpo y
la Sangre de Cristo. Juan asume las motivaciones y las meditaciones y
las pone por escrito. De muchas maneras se ha formado y se ha
transmitido el Evangelio. Pero es importante considerar el hecho que,
bajo cada página de Evangelio, hay una comunidad viva y pulsante.
Presentamos algunos versículos, para meditar:
Vv. 48 ss “Yo soy el pan de vida... <Yo soy>… <Yo soy> el Evangelio
de Juan está totalmente florecido de <Yo soy> hasta en la huerta de los
Olivos en el capítulo 18. Desde el cap. 3 del Éxodo, el nombre de Dios
es esto. Los Hebreos podían pensarlo, orarlo, pero no decirlo. Habían
hallado una forma sustitutiva. Por este varias veces se dice: <Yo soy>: es
el nombre de Dios. Pero el nuevo nombre de Dios es Jesús, que ha
“bajado del cielo”.
¿Pienso que Jesús es el nuevo nombre de Dios? ¿Creo que Jesús es Dios?
¿Creo que, si viviré de Eucaristía, viviré en eterno? ¿Cómo me imagino
la vida eterna? ¿Cómo un paso o una continuación?
Vv 52. ss “Entonces los Judíos…” Siempre estos Judíos tienen algo para
contradecir lo que dice Jesús. Hacen la hipótesis, porque no comprenden
su lenguaje.
¿Me parece extraño que Jesús se haya hecho tan cercano a mí en el pan y
en el vino? ¿Cómo puede, y no sólo como términos, un hombre que ha
vivido 2000 años atrás, que ha muerto colgado en una cruz, darnos su
Cuerpo y su Sangre? ¿Soy como los Judíos de aquel entonces?
Vv 57ss. “Como el Padre…” Es una ecuación fácil. Pero para resolverla
se necesita amor. Es la mirada de hurtadilla a los apuntes en el momento
justo durante un examen. Aquel que como de Jesús debe vivir para él. Y
entonces todo cambia en la vida.
¿Vivo para Jesús? ¿Cómo de él? ¿Lo amo? ¿Le permito a él amarme?
¿Estoy convencido de vivir en eterno, o estoy “de vacaciones”, en tregua
con Dios, de vacaciones lejos de Dios?
Vv. 61ss. “Esto los escandaliza?…” La palabra de Jesús no es una
palabra estática sino que se proyecta en el futuro. Jesús, después de
102
haber hecho la catequesis, pregunta, casi de repente, inesperadamente, si
están escandalizados por este discurso, además luego pregunta a los doce
si quieren irse también ellos. Y aquí hay la profesión de fe de Pedro, en
nombre de los apóstoles.
¿Quiero irme, no quiero escuchar el discurso de Jesús? ¿Me siento
escandalizado, ofendido, confundido, incómodo? ¿O ya me he alejado
del Señor?
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar
en diálogo con Jesús, para ser oración.
6. ORATIO (Oración): Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, ora así:
Oh Dios nuestro Creador, Tú tienes cuidado paterno de todos
y has querido que los hombres formaran una sola familia,
se portaran entre ellos como hermanos, y compartieran con
justicia los bienes de la tierra.
Hoy vivimos en un mundo donde los hombres dependen
siempre más los unos de los otros.
Dónanos la fuerza de Tu Espíritu para que no nos cerremos en
nosotros mismos, que sintamos viva la responsabilidad social
y la ejercitemos activamente.
Haznos abiertos y sensibles a las necesidades ajenas, listos
para sacrificar algo de nuestro para colaborar en la edificación
de una sociedad más justa en la cual el hombre sea siempre
más hombre.
El amor que Cristo Tu Hijo ha tenido para el hombre sea el
ejemplo y la fuente de nuestro compromiso.
10. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús.
103
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos en
silencio este misterio: ¡Dios es cercano a toda persona!
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la Resurrección.
11. ACTIO (Acción): Me comprometo en vivir un versículo de este
texto, aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en
la oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
Para comprometernos más a fondo en la oración, podríamos, como en
la oración del corazón, repetir más veces, como un Rosario, también en
bus, en auto, por la calle… diversas palabras del texto como “Yo soy el
pan de vida. Yo soy el pan vivo. Quien come mi carne y bebe mi sangre
demora en mí y yo en él. Quién como este pan vivirá en eterno…”
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
12 Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
104
La Transfiguración
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
4. Invoco al Espíritu Santo:
Espíritu santo, que cambiaste los corazones fríos y temerosos
en corazones cálidos de amor y llenos de valentía, actúa en mí
lo que actuaste en Pentecostés.
Ilumina, inflama, fortifica esta alma y prepárala a dar a su
Dios amor por amor. Este amor consiste en obras santas, en
constante abnegación, en humildad sincera, en férvida
devoción, en generoso sacrificio; un amor como aquello del
cual inflamaste los nuevos creyentes en el Cenáculo.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO (Lectura): Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie
el trozo del Evangelio de Mateo (Mt 17, 1-8).
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su
hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. 2 Y se transfiguró
delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz. 3 En esto, se les aparecieron Moisés y
Elías que conversaban con él. 4 Tomando Pedro la palabra, dijo a
Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas,
una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» 5 Todavía estaba
hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la
nube salió una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me
complazco; escuchadle.» 6 Al oír esto los discípulos cayeron rostro en
tierra llenos de miedo.7 Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo:
105
«Levantaos, no tengáis miedo.» 8 Ellos alzaron sus ojos y no vieron a
nadie más que a Jesús solo”. Palabra de Dios
¡El Evangelio se lee con el lápiz y no sólo con los ojos! “Lectura”
significa leer el texto subrayando de manera que se enfocan lo más
importante.
Es necesario que resulten bien las acciones que son presentados, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto que actúa y que recibe la
acción. Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla
con el lápiz y no sólo pensada.
5. MEDITATIO (Meditación): Sentado, vuelvo a leer la Palabra más
veces, lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración.
Ya entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
Este texto del capítulo 17 es muy conocido y a veces, como hacemos
con los pasos de la Biblia que son repetidos o son muy conocidos,
probablemente ya no le damos la importancia que la Palabra se merece,
pero si la escuchamos todas las veces tiene para nosotros un mensaje
siempre nuevo que transmitir.
La transfiguración es un anuncio real de la Resurrección, a la cual
asisten unos pocos, y hay muchos enfoques bíblicos.
* “Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, su hermano, y los llevó
en un lugar apartado, en un alto monte”. La iniciativa es de Jesús. “Toma
consigo”, los hace partícipes con un diálogo de amor, los hace comparticipar al cuidado del Pueblo de Dios. “Los llevó en lugar apartado”,
Dios educa a sus discípulos así, ante teniendo un momento único de
comunión estrecha con Dios y los hace experimentar la vida misma de
Dios. “En un alto monte”, lugar que en la Biblia es conocido como casa
de Dios, lugar en donde Dios se revela.
¿Jesús me toma consigo? ¿Me siento amado por el Señor? ¿Soy objeto
de la intervención educativa del Señor? Delineo la historia del amor
esponsal del Señor para conmigo. ¿El Señor me ha invitado en un alto
monte? ¿Qué le he respondido al Señor?
* “Pedro tomó la palabra”. Y es siempre Pedro que como Jefe de los
Apóstoles que toma la palabra (cfr Mt 16,17ss). Es escuchar al Pedro de
106
hoy, hoy: 2003, 2004..., que “toma la palabra” y que nos indica los
caminos que pueden hacer adherir mejor la Palabra de Jesús a la vida de
cada día.
¿Cómo escucho la palabra del Papa? ¿Lo critico? ¿Estoy disponible a
las indicaciones que nos da, fiel a la Palabra de Dios? ¿En qué
argumento no lo sigo? ¿Por qué? Comodidad, flojera…
* “Señor, es bello para nosotros quedar aquí”. También nosotros
repetimos esta frase muchas veces. Cuando no queremos dejarnos
incomodar en nuestras seguridades por nuestra poca gana de hacer, en
nuestra manera de actuar hasta ahora por la inseguridad del futuro, por el
estar en paz sin crearnos problemas…
Repito la frase evangélica: “Señor, es bello para nosotros quedar aquí” y
me pongo delante de mi conciencia y de Dios y me pregunto: ¿Por qué?
¿Es bello estar con el Señor? ¿O es mejor hacer otra cosa?
* “Levantando los ojos ya no vieron a nadie, sino sólo a Jesús”.
Abriendo los ojos y mirando mejor, haciendo el esfuerzo de ‘mirar’ en
alto, de mirar lejos y profundo a su alrededor, los discípulos no ven los
fantasmas que los habían hecho temer, sino que ven sólo a Jesús con
ellos. Jesús es la valentía de nuestra vida, si vemos a él ya no tenemos
miedo.
¿Tenemos miedo de Jesús? ¿Cuándo?
Sólo Jesús nos puede dar la valentía y la fuerza de la vida. ¿Estoy
consciente? ¿Miro a Jesús? ¿Estoy abierto a su voluntad?
Sólo Jesús nos salva: ¿estoy convencido de este hecho real?
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para ser oración.
6. ORATIO (Oración): Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, ora así:
Dónanos, Señor, ojos par ver las necesidades del mundo y un
corazón para amar el universo que tú amas.
107
Dóname un corazón de carne, no un corazón de piedra,
para amar a Dios y a los hombres; dóname tu mismo amor
para amar verdaderamente, olvidándome de mí mismo.
Dóname tu luz para reconocer los signos de tu presencia.
Dóname conocerte en los demás y de conocer en ellos tu voz
y tus deseos.
Señor, necesito de tus ojos: dame una fe viva.
Necesito de tu corazón: dame una caridad a toda fuerza.
Necesito de tu aliento, dame tu sabiduría, para mí y para tu
Iglesia. Dame la capacidad de cumplir plenamente lo que tú
me pides.
7. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos
en silencio este misterio: ¡Dios es cercano a toda persona!
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la
Resurrección.
8. ACTIO (Acción): Me comprometo en vivir un versículo de este texto,
aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en la
oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
9. Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
108
Sean luz y sal de la
tierra
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano:
“Acogiendo ahora a su Cruz gloriosa, aquella Cruz que recorrió junto a
los jóvenes los caminos del mundo, dejen resonar en el silencio del su
corazón
esta
palabra
consoladora
y
comprometedora:
<Bienaventurados…>” (Fiesta de acogida de los jóvenes, Discurso del
Santo Padre, 25 Julio 2002).
4. Invoco al Espíritu Santo:
Padre, envíanos a tu Espíritu, para que nuestra esperanza no
desvanezca, para que nuestra libertad crezca, para que nuestra
valentía no se esconda y todos te reconozcan, Señor, creador y
salvador.
Envíanos a tu Espíritu, para que podamos proclamar tu
existencia.
Tú quieres que vivamos en hermandad, en la solidaridad, en la
comunión, en el diálogo, en la búsqueda y en la intimidad
contigo.
Envíanos a tu Espíritu, para que en la oración sepamos qué
pedir. Con tu Espíritu, la vida y la comunión contigo es
renovada. “Señor, enséñanos a orar”.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO (Lectura): Las lecturas de esta “lectio” serán los discursos
del Papa, en la Jornada Mundial de la Juventud en Toronto (2002):
109
SALUDO DE JUAN PABLO II, EN LA FIESTA DE ACOGIDA
Toronto, Exhibition Place - Jueves, 25 de Julio 2002
¡Queridos jóvenes amigos!
1. Han venido a Toronto desde todos los continentes para celebrar la
Jornada Mundial de la Juventud. ¡Mi gozo y agradecimiento de corazón
para todos ustedes! He estado esperando ansiosamente este encuentro,
especialmente cuando día tras día recibí en el Vaticano buenas noticias
de todas partes del mundo sobre las iniciativas que han marcado su
peregrinación hasta aquí. Con frecuencia, aun sin habernos encontrado,
los encomendé a cada uno en mis plegarias al Señor. Él los conoce
desde siempre y ama personalmente a cada uno de ustedes.
Con afecto fraternal saludo a los cardenales y obispos que están aquí
con ustedes; en particular al Obispo Jacques Berthelet, Presidente de la
Conferencia de Obispos Católicos de Canadá, al Cardenal Aloysius
Ambrozic, Arzobispo de esta ciudad, y al Cardenal James Francis
Stafford, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. A todos
ustedes les digo: que sus contactos con sus pastores les ayuden a
descubrir y apreciar más y más la belleza de la Iglesia, experimentada
como comunión misionera.
2. Al escuchar la larga lista de países de los que han venido, hemos
hecho prácticamente un viaje alrededor del mundo. Detrás de cada uno
de ustedes, logro ver los rostros de todos los jóvenes con los que me he
encontrado en el curso de mis viajes apostólicos y a quienes ustedes, en
cierta forma, aquí representan. Los he imaginado peregrinando,
caminando a la sombra de la Cruz Jubilar, en este gran peregrinaje
joven que, mudándose de continente a continente, desea abrazar a todo
el mundo en la fe y esperanza.
Hoy, este peregrinaje hace una escala aquí, en las orillas del Lago
Ontario. Nos recuerda a otro lago, el Lago Tiberiades, en cuyas orillas
el Señor Jesús hizo una propuesta fascinante a los primeros discípulos,
algunos de los cuales probablemente eran jóvenes como ustedes.
El Papa, que los ama sinceramente, ha venido desde lejos para escuchar
con ustedes las palabras de Jesús. Como en el caso de los discípulos
aquel día hace tanto tiempo, estas palabras pueden preparar los
corazones de los jóvenes para que ardan y motiven todas sus vidas. Los
invito a hacer de las numerosas actividades de la Jornada Mundial de la
Juventud, que recién está comenzando, un tiempo especial en el que
110
cada uno de ustedes escuche atentamente al Señor, con un corazón
dispuesto y generoso, para convertirse en "sal de la tierra y luz del
mundo".
DISCURSO DE JUAN PABLO II en Ceremonia de BIENVENIDA:
¡Queridos jóvenes!
1. Lo que acabamos de escuchar es la Carta Magna del Cristianismo:
las Bienaventuranzas. Una vez más hemos visto, con los ojos de nuestro
corazón, lo que ocurrió en ese momento. Una multitud de gente está
reunida alrededor de Jesús en la montaña: hombres y mujeres, jóvenes y
adultos, los saludables y los enfermos, que llegaron desde Galilea, y
también desde Jerusalén, desde Judea, desde las ciudades de Decapolis,
desde Tiro y Sidón. Todos ellos estaban esperando ansiosamente una
palabra, un gesto que les dé tranquilidad y esperanza.
Nosotros también estamos aquí esta tarde, para escuchar atentamente al
Señor. Él los mira con afecto: ustedes que vienen desde las diferentes
regiones de Canadá, de Estados Unidos, de América Central y del Sur,
de Europa, de África, de Asia, de Oceanía. He escuchado sus voces
alegres, sus llantos, sus canciones, y he sentido el profundo anhelo que
retumba en sus corazones: ¡ustedes quieren ser felices!"
Queridos jóvenes, son muchas y seductoras las voces que los llaman de
todos lados: muchas de estas voces les hablan de una alegría que puede
obtenerse con dinero, con éxito, con poder. Mayormente proponen una
alegría que llega con el superficial y temporal placer de los sentidos.
2. Queridos amigos, el Papa viejo, lleno de años pero joven en el
corazón, responde a su deseo juvenil de felicidad con palabras que no
son suyas. Son palabras que tienen dos mil años de antigüedad.
Palabras que hemos escuchado esta noche: "Bienaventurados. . ." La
palabra clave en la enseñanza de Jesús es una proclamación de gozo:
"Bienaventurados. . ."
La gente está hecha para la felicidad. Es correcta, entonces, su sed de
felicidad. Cristo tiene la respuesta a ese deseo suyo. Pero les pide que
confíen en Él. La verdadera felicidad es una victoria, algo que no
podemos obtener sin una batalla larga y difícil. Cristo mantiene el
secreto de esta victoria.
Ustedes saben lo que pasó antes. Está relatado en el Libro del Génesis:
Dios creó al hombre y la mujer en el paraíso, Edén, porque quería que
fueran felices. Desafortunadamente, el pecado arruinó sus planes
111
iniciales. Pero Dios no se resignó ante esta derrota. Envió a su Hijo al
mundo para que nos devuelva una idea más bella del cielo. Dios se hizo
hombre -nos dicen los Padres de la Iglesia- para que los hombres y
mujeres se conviertan a Dios. Éste es el punto decisivo en la historia
humana, marcado por la Encarnación.
3. ¿De qué batalla estamos hablando? Cristo mismo nos da la respuesta.
"Siendo de condición divina", escribió San Pablo, "no retuvo
ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando
condición de siervo… y se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la
muerte" (Fil 2:6-8). Fue una batalla a muerte. Cristo luchó esta batalla
no por sí mismo sino por nosotros. En su muerte, floreció la vida. La
tumba en el Calvario se convirtió en la cuna de la nueva humanidad en
su camino a la verdadera felicidad.
El "Sermón de la Montaña" marca el mapa de este peregrinaje. Las
ocho bienaventuranzas son los signos del camino que muestran la ruta.
Es un camino cuesta arriba, pero Él lo ha transitado antes de nosotros.
Él dijo un día: "El que me siga no caminará en tinieblas " (Jn 8:12). En
otro tiempo agregó: "Les he dicho esto para que mi gozo esté en ustedes
y su gozo sea colmado". (Jn 15:11).
¡Caminando con Cristo podremos alcanzar el gozo, el verdadero gozo!
Precisamente por esta razón, él repite de nuevo la proclamación de gozo
a ustedes hoy: "Bienaventurados…"
Ahora que vamos a recibir su gloriosa Cruz, la Cruz que ha
acompañado a los jóvenes por los caminos del mundo, dejemos que su
palabra consoladora y demandante haga eco en el silencio de nuestros
corazones: "Bienaventurados".
(Procesión de la Cruz)
4. Reunidos alrededor de la Cruz del Señor, lo vemos: ¡Jesús no se
limitó a la proclamar las Bienaventuranzas, sino que las vivió! Al mirar
su vida y releer el Evangelio nos maravillamos: el más pobre de los
pobres, el más manso entre los humildes, la persona con el corazón más
puro y misericordioso no es otro más que Jesús. ¡Las Bienaventuranzas
son las descripciones de un rostro, su rostro!
Al mismo tiempo, las Bienaventuranzas describen lo que un cristiano
debe ser: son el retrato del discípulo de Jesús, la imagen de quienes
deben aceptar el Reino de Dios y quieren que su vida esté en sintonía
con las demandas del Evangelio. A ellos Jesús les habla, llamándolos
"benditos".
112
El gozo prometido por las Bienaventuranzas es el mismo gozo de Jesús:
un gozo buscado y encontrado en la obediencia al Padre y en el regalo
de sí mismo a los otros.
5. ¡Jóvenes de Canadá, de América y de todas partes del mundo! Al
mirar a Jesús aprenderán lo que significa ser pobre de espíritu, mando y
misericordioso; lo que significa buscar la justicia, ser puro de corazón,
ser pacificador.
Con su mirada puesta firmemente en Él, descubrirán el sendero al
perdón y la reconciliación en un mundo usualmente perdido por la
violencia y el terror. El año pasado vimos con claridad dramática el
rostro trágico de la malicia humana. Vemos lo que ocurre cuando el
odio, el pecado y la muerte toman el control.
Pero ahora, resuena la voz de Jesús en medio de su compartir. La suya
es una voz de vida, de esperanza, de perdón; una voz de justicia y de
paz. ¡Permítannos escuchar su voz!
6. Queridos amigos, hoy la Iglesia los mira con confianza y espera que
sean la gente de las Bienaventuranzas.
Benditos sean si es que, como Jesús, son pobres en espíritu, buenos y
misericordiosos; si realmente buscan lo que es justo y bueno; si son
puros de corazón, pacificadores, amantes de los pobres y sus servidores.
¡Benditos sean!
Sólo Jesús es el verdadero Maestro, sólo Jesús pronuncia el mensaje
permanente que responde a los anhelos más profundos del corazón
humano porque él solo sabe "lo que hay en cada persona" (cf. Jn 2:25).
Hoy los llama a ser sal y luz del mundo, a escoger el bien, a vivir en
justicia, a convertirse en instrumentos de amor y paz. Su llamando
siempre demanda optar entre el bien y el mal, entre la luz y la
oscuridad, entre la vida y la muerte. Él les hace la misma invitación hoy
a ustedes que están reunidos aquí en las orillas del Lago Ontario.
7. ¿Qué llamado seguirán desde ahí los centinelas de la mañana? Creer
en Jesús es aceptar lo que dice, aun cuando vaya en contra de lo que
otros dicen. Esto significa rechazar las invitaciones del pecado, sin
importar que sea atractivo, para señalar el difícil camino de las virtudes
evangélicas.
Jóvenes que me escuchan, respondan al Señor con corazones fuertes y
generosos! Él cuenta con ustedes. Nunca olviden: Cristo los necesita
113
para desarrollar su plan de salvación! Cristo necesita de su juventud y
su generoso entusiasmo para proclamar con el gozo en el nuevo milenio.
Respondan a su llamada poniendo sus vidas al servicio de sus hermanos
y hermanas! Confíen en Cristo porque Él confía en ustedes.
8. Señor Jesucristo, proclama una vez tus Bienaventuranzas en la
presencia de estos jóvenes, reunidos en Toronto por la Jornada Mundial
de la Juventud. Míralos con amor y escucha sus jóvenes corazones,
listos para poner su futuro en ti. Y tú los has llamado a ser la "sal de la
tierra y luz del mundo". Sigue enseñándoles la verdad y la belleza de la
visión que proclamaste en la Montaña. ¡Hazlos hombres y mujeres de
las Bienaventuranzas! Permite que la luz de tu sabiduría brille en ellos,
para que en palabra y obra difundan en el mundo la luz y la sal del
Evangelio. ¡Haz que toda su vida sea un brillante reflejo de ti, que eres
la verdadera luz y que llegaste al mundo para que todo aquel que crea
en ti no muera sino que tenga vida eterna (cf. Jn 3:16)!
9. Señor Jesucristo, pronuncia todavía una vez tus Bienaventuranzas
delante de estos jóvenes.
Mira con amor y escucha a estos jóvenes corazones, que están
dispuestos a arriesgar su futuro para Ti. Tú los has llamados a ser "sal
de la tierra y luz del mundo". Continua a enseñar a ellos la verdad y la
belleza de las perspectivas por Ti anunciadas en la Montaña.
¡Hazlos hombres y mujeres de las Bienaventuranzas!
Resplandezca en ellos la luz de tu sabiduría, así que con las palabras y
con las obras sepan difundir en el mundo la luz y la sal del Evangelio.
Haz de toda su vida un reflejo luminoso de Ti que eres la Luz verdadera,
venida a este sino tenga la vida eterna (cfr Jn. 3, 16)!
HOMILÍA en VIGILIA DE ORACIÓN:
Queridos jóvenes:
1. En 1985, cuando quería lanzar las Jornadas Mundiales de la
Juventud, llevaba en el corazón las palabras del apóstol Juan que
acabamos de escuchar: «Lo que existía desde el principio, lo que hemos
oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos
y palparon nuestras manos, la Palabra de vida... os lo anunciamos» (1
Juan 1, 1.3). E imaginaba las Jornadas Mundiales de la Juventud como
un momento intenso en el que los jóvenes del mundo pudieran encontrar
114
a Cristo, que es eternamente joven, y aprender de él ser evangelizadores
de los demás jóvenes.
Esta noche, junto a vosotros, alabo a Dios y le doy gracias por el don
otorgado a la Iglesia por medio de las Jornadas Mundiales de la
Juventud. Millones de jóvenes han participado, y como resultado se han
vuelto mejores testigos de Cristo y más comprometidos. Os doy en
especial las gracias a vosotros, que habéis respondido a mi invitación de
venir aquí a Toronto para «contar al mundo vuestra alegría de haber
encontrado a Cristo Jesús, vuestro deseo de conocerlo cada vez mejor,
vuestro compromiso de anunciar el Evangelio de salvación hasta los
extremos confines de la tierra» (Mensaje para la XVII Jornada Mundial
de la Juventud 2002, N. 5)
2. El nuevo milenio se abrió con dos acontecimientos contrastantes: por
una parte, la imagen de multitudes de peregrinos que fueron a Roma
durante el gran Jubileo para pasar a través de la Puerta Santa que es
Cristo, nuestro Salvador y Redentor; por otra, el terrible ataque
terrorista en Nueva York, imagen de un mundo en el que la hostilidad y
el odio parecen prevalecer.
La pregunta que surge es dramática: ¿sobre qué cimientos debemos
construir la nueva era de la historia que está emergiendo de las grandes
transformaciones del siglo veinte? ¿Es suficiente depender solamente de
la revolución tecnológica que ahora está teniendo lugar, que parece
responder únicamente a los criterios de productividad y eficiencia, sin
referencia alguna a la dimensión espiritual del individuo o a los valores
éticos compartidos universalmente? ¿Es correcto contentarse con
respuestas provisorias para las preguntas fundamentales, y abandonar
la vida a la merced de los impulsos de los instintos, de las sensaciones
efímeras o modas pasajeras?
La pregunta sigue en pie: ¿sobré qué cimientos, sobre qué certezas
deberíamos construir nuestras vidas y la vida de la comunidad a la que
pertenecemos?
3. Queridos amigos: de manera espontánea en vuestros corazones, en el
entusiasmo de vuestros años jóvenes, conocéis la respuesta, y la estáis
dando por medio de vuestra presencia aquí esta noche: Cristo sólo es la
piedra angular sobre la que es posible construir de manera sólida
nuestra existencia. Solamente Cristo --conocido, contemplado y amado-es el amigo fiel que nunca nos defrauda, que se convierte en nuestro
115
compañero de viaje y que con sus palabras hace que arda nuestro
corazón (Cf. Lucas 24,13-35).
El siglo XX trató a menudo de prescindir de esa piedra angular, y trató
de construir la civilización humana sin referencia a Dios. ¡En realidad
terminó construyendo la civilización contra el hombre! Los cristianos
son conscientes de que no es posible rechazar o ignorar a Dios sin
correr el riesgo de degradar al hombre.
4. La aspiración que alimenta la humanidad, entre incontables
injusticias y sufrimientos, es la esperanza de una nueva civilización
caracterizada por la libertad y la paz. Pero para afrontar este desafío,
se necesita una nueva generación de constructores. Movidos no por el
temor ni la violencia sino por la urgencia de un amor genuino, tienen
que aprender a construir, ladrillo por ladrillo, la civilización de Dios
dentro de la civilización del hombre.
Queridos jóvenes, permitidme que os confíe mi esperanza: ¡tenéis que
ser esos «constructores»! Vosotros sois los hombres y las mujeres del
mañana. El futuro está en vuestros corazones y en vuestras manos. Dios
os confía la tarea, difícil y entusiasta, de trabajar con Él en la
construcción de la civilización del amor.
5. De la Carta del apóstol san Juan --el más joven de los apóstoles, y
quizás por esa precisa razón el más amado por el Señor-- hemos
escuchado estas palabras: « Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna»
(1 Juan 1,5). Pero, Juan también observa, nadie ha visto a Dios. Es
Jesús, el Hijo único del Padre, quien nos lo ha revelado (Cf. Juan 1,18).
Por tanto, si Jesús ha revelado a Dios, ha revelado también la luz. Con
Cristo, de hecho, «la luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Juan1,
9) ha venido al mundo.
Queridos jóvenes, dejen que os invada la luz de Cristo, y difundir esa luz
dondequiera que estéis. El Catecismo de la Iglesia Católica dice: « La
luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos
enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los
hombres». (número 2715).
En la medida en que vuestra amistad con Cristo, vuestro conocimiento
de su misterio, vuestra entrega a Jesús, sean genuinos y profundos,
seréis «hijos de la luz», y a su vez «luz del mundo». Por esta razón, os
repito las palabras del Evangelio: «Brille así vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos». (Mateo 5, 16)
116
6. Esta tarde, el Papa, junto con todos vosotros, jóvenes de todos los
continentes, reafirma ante el mundo la fe que sostiene la vida de la
Iglesia. Cristo es la luz de las naciones. Murió y resucitó para devolver
a los hombres, que caminan por la historia, la esperanza de la
eternidad. Su Evangelio no aliena al hombre: todo valor auténtico,
independientemente de la cultura en que se manifieste, es aceptado y
elevado por Cristo. Consciente de esta realidad, los cristianos no
pueden dejar de sentir en sus corazones el orgullo y la responsabilidad
de su llamado a ser testigos de la luz del Evangelio.
Precisamente por este motivo, os digo esta tarde: ¡que la luz de Cristo
brille en vuestras vidas! ¡No esperéis a tener más años para adentraros
en el camino de la santidad! La santidad siempre es juvenil, de la misma
manera que la juventud de Dios es eterna.
Comunicad a todas las personas la belleza del encuentro con Dios que
da sentido a vuestra vida. Que nadie os aventaje en la búsqueda de la
justicia, en la promoción de la paz, en vuestro compromiso de
hermandad y solidaridad.
Qué hermosa es la canción que hemos estado escuchando durante estos
días: «¡Luz del mundo! ¡Sal de la tierra!». ¡Sed para el mundo el rostro
del amor! ¡Ser para la tierra el reflejo de su luz!
Este es el regalo más hermoso y preciado que podéis dar a la Iglesia y al
mundo. Vosotros sabéis que el Papa está con vosotros, con su oración y
bendición afectuosa.
7. Quisiera volver a saludar a los jóvenes en polaco:
Queridos jóvenes amigos, os doy las gracias por vuestra presencia. En
Toronto, en Wadowice, y por doquier estáis espiritualmente unidos a los
jóvenes del mundo que viven su XVII Jornada Mundial. Os quiero
asegurar que os abrazo siempre con el corazón y la oración a cada uno
de vosotros, pidiendo a Dios que podáis ser sal y luz de la tierra ahora y
cuando seáis adultos. ¡Que Dios os bendiga!
HOMILÍA EN LA EUCARISTÍA en TORONTO:
Queridos jóvenes de la XVII Jornada Mundial de la Juventud,
queridas hermanas y hermanos
1. En una montaña cercana al lago de Galilea, los discípulos de Jesús
escuchaban su voz dulce y apremiante: dulce como el paisaje mismo de
Galilea, apremiante como un llamado a escoger entre la vida y la
117
muerte, entre la verdad y la mentira. El Señor pronunció entonces
palabras de vida que estarían llamadas a resonar para siempre en el
corazón de los discípulos.
Hoy os dirige las mismas palabras, jóvenes de Toronto, de Ontario y de
toda Canadá, de los Estados Unidos, del Caribe, de la América de
lengua española y portuguesa, de Europa, África, Asia y Oceanía.
¡Escuchad la voz de Jesús en lo íntimo de vuestros corazones! Sus
palabras os dicen quién sois en cuanto cristianos. Os muestran lo que
tenéis que hacer para permanecer en su amor.
2. Jesús ofrece una cosa; «el espíritu del mundo» ofrece otra. En la
lectura de hoy, tomada de la Carta a los Efesios, san Pablo afirma que
Jesús nos ha hecho pasar de las tinieblas a la luz (Cf. 5, 8). Sin lugar a
dudas el gran apóstol pensaba en la luz que le cegó, cuando perseguía a
los cristianos en el camino de Damasco. Cuando recuperó la vista, ya
nada era como antes. Pablo había vuelto a nacer y, a partir de entonces,
nada podría haberle arrebatado la alegría que había inundado su
espíritu.
Queridos jóvenes, vosotros también estáis llamados a ser transformados.
«Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te
iluminará Cristo» (Efesios 5, 14): sigue diciendo Pablo.
«El espíritu del mundo» ofrece muchas ilusiones, muchas parodias de la
felicidad. Sin duda las tinieblas más espesas son las que se insinúan en
el espíritu de los jóvenes, cuando falsos profetas apagan en ellos la luz
de la fe, de la esperanza y del amor. El engaño más grande, el manantial
más grande de la infelicidad, es la ilusión de encontrar la vida
prescindiendo de Dios, alcanzar la libertad excluyendo las verdades
morales y la responsabilidad personal.
3. El Señor nos invita a escoger entre dos caminos, que están en
competencia, para apoderarse de vuestra alma. Esta opción constituye
la esencia y el desafío de la Jornada Mundial de la Juventud. ¿Por qué
os habéis reunido aquí procedentes de todas las partes del mundo? Para
decir juntos a Cristo: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de
vida eterna» (Juan 6, 68). Jesús, amigo íntimo de cada joven, tiene
palabras de vida. El mundo que heredáis es un mundo que tiene
desesperadamente necesidad de un sentido renovado de la fraternidad y
de la solidaridad humana. Es un mundo que necesita ser tocado y
curado por la bondad y por la riqueza del amor de Dios. El mundo
118
actual tiene necesidad de testigos de este amor. Necesita que vosotros
seáis la sal de la tierra y la luz del mundo.
4. La sal se usa para conservar y mantener sanos los alimentos. Como
apóstoles del tercer milenio os corresponde a vosotros conservar y
mantener viva la conciencia de la presencia de Jesucristo, nuestro
Salvador, de modo especial en la celebración de la Eucaristía, memorial
de su muerte redentora y de su gloriosa resurrección. Debéis mantener
vivo el recuerdo de las palabras de vidas que pronunció, de las
espléndidas obras de misericordia y de bondad que realizó. ¡Debéis
constantemente recordar al mundo que «el Evangelio es fuerza de Dios
que salva» (Romanos 1,16)!.
La sal condimenta y da sabor a la comida. Siguiendo a Cristo, debéis
cambiar y mejorar el «sabor» de la historia humana. Con vuestra fe,
esperanza y amor, con vuestra inteligencia, fortaleza y perseverancia,
debéis humanizar el mundo en que vivimos. El modo para alcanzarlo lo
indicaba ya el profeta Isaías en la primera lectura de hoy: «Suelta las
cadenas injustas... parte tu pan con el hambriento... Cuando destierres
de ti el gesto amenazador y la maledicencia... brillará tu luz en las
tinieblas» (Isaías 58, 6-10).
5. Incluso una pequeña llama aclara el pesado manto de la noche.
¡Cuánta luz podréis transmitir todos juntos si os unís en la comunión de
la Iglesia! ¡Si amáis a Jesús, si amáis a la Iglesia! No os desalentéis por
las culpas y las faltas de algunos de sus hijos. El daño provocado por
algunos sacerdotes y religiosas a personas jóvenes o frágiles nos llena a
todos de un profundo sentido de tristeza y vergüenza. ¡Pero, pensad en
la gran mayoría de sacerdotes y religiosos generosamente
comprometidos, con el único deseo de servir y hacer el bien! Aquí hay
hoy muchos sacerdotes, seminaristas y personas consagradas: ¡estad a
su lado y apoyadles! Y, si en lo profundo de vuestro corazón sentís
resonar la misma llamada al sacerdocio o a la vida consagrada, no
tengáis miedo de seguir a Cristo en el camino de la Cruz. En los
momentos difíciles de la historia de la Iglesia, el deber de la santidad se
hace todavía más urgente. Y la santidad no es una cuestión de edad. La
santidad es vivir en el Espíritu Santo, como hicieron Kateri Tekakwitha
y muchos otros jóvenes.
Vosotros sois jóvenes, y el Papa está viejo y algo cansado. Pero todavía
se identifica con vuestras expectativas y con vuestras esperanzas. Si bien
he vivido entre muchas tinieblas, bajo duros regímenes totalitarios, he
119
visto lo suficiente como para convencerme de manera inquebrantable de
que ninguna dificultad, ningún miedo es tan grande como para poder
sofocar completamente la esperanza que palpita siempre en el corazón
de los jóvenes.
¡No dejéis que muera esa esperanza! ¡Arriesgad vuestra vida por ella!
Nosotros no somos la suma de nuestras debilidades y nuestros fracasos;
por el contrario, somos la suma del amor del Padre por nosotros y de
nuestra real capacidad para convertirnos en imagen de su Hijo.
6. Señor Jesucristo, guarda a estos jóvenes en tu amor.
Que escuchen tu voz y crean en lo que tú dices, pues sólo tu tienes
palabras de vida eterna. Enséñales a profesar la propia fe, a dar el
propio amor, a comunicar la propia esperanza a los demás.
Hazles testigos convincentes de tu Evangelio, en un mundo que tanta
necesidad tiene de tu gracia salvadora.
Haz de ellos el nuevo pueblo de las Bienaventuranzas, para que sean sal
de la tierra y luz del mundo al inicio del tercer milenio cristiano.
María, Madre de la Iglesia, protege y guía a estos chicos y chicas del
siglo XXI. Abrázales fuertemente en tu corazón materno. Amén.
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para ser oración.
6. ORATIO (Oración):
Pido humildemente poder ser coherente con
las indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza,
amor. La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos,
para la propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La
oración se puede también hacer rumiando algunas frases del texto,
repitiendo varias veces la frase/es que me hicieron meditar.
7. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús.
¡Es Jesús que nos anticipa, nos acompaña, está cerca! Contemplamos
en silencio este misterio: ¡Dios se cercano a toda persona!
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucificado, signo de la
Resurrección.
120
8. ACTIO (Acción) : Me comprometo en vivir un versículo de este
texto, aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en
la oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
9. Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
121
El joven rico
intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo cuidadosamente el
lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano.
“Acogiendo ahora a su Cruz gloriosa, aquella Cruz que recorrió junto a
los jóvenes los caminos del mundo, dejen resonar en el silencio del su
corazón
esta
palabra
consoladora
y
comprometedora:
<Bienaventurados…>” ...
4. Invoco al Espíritu Santo:
Padre, envíanos a tu Espíritu, para que nuestra esperanza no
desvanezca, para que nuestra libertad crezca, para que nuestra
valentía no se esconda y todos te reconozcan, Señor, creador y
salvador.
Envíanos a tu Espíritu, para que podamos proclamar tu
existencia.
Tú quieres que vivamos en hermandad, en la solidaridad, en la
comunión, en el diálogo, en la búsqueda y en la intimidad
contigo.
Envíanos a tu Espíritu, para que en la oración sepamos qué
pedir. Con tu Espíritu, la vida y la comunión contigo es
renovada. “Señor, enséñanos a orar”.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO (Lectura): Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie
el trozo del Evangelio de Mateo (Mt 19, 16-22).
En esto alguien se le acercó y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de
bueno para conseguir vida eterna?» 17 Él le dijo: «¿Por qué me
122
preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres
entrar en la vida, guarda los mandamientos.» 18 «¿Cuáles?» -le dice él.
Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no
levantarás falso testimonio, 19 honra a tu padre y a tu madre, y amarás
a tu prójimo como a ti mismo». 20 El joven le dijo: «Todo eso lo he
guardado; ¿qué más me falta?». 21 Jesús le dijo: «Si quieres ser
perfecto, va, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un
tesoro en los cielos; luego sígueme». 22 Al oír estas palabras, el joven
se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Palabra de Dios.
¡El Evangelio se lee con el lápiz y no sólo con los ojos! “Lectura”
significa leer el texto subrayando de manera que se enfocan lo más
importante.
Es necesario que resulten bien las acciones que son presentados, el
ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto que actúa y que recibe la
acción. Es una operación facilísima, que sin embargo hay que hacerla
con el lápiz y no sólo pensada.
7. MEDITATIO (Meditación) Sentado, vuelvo a leer la Palabra más
veces, lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración.
Ya entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditatio debe durar por
lo menos 15 min.
En el capítulo 19, Jesús encuentra algunas personas. De estos
encuentros, podemos hallar de las enseñanzas para todas. Después los
casados y los niños, y ahora el joven. Es un texto muy conocido. El
joven, de cual se habla, quiere saber qué todavía le falta para tener la
vida eterna. Y Jesús lo pone frente a una elección radical. Le hace tocar
con mano que no es suficiente observar los mandamientos literalmente,
con espíritu “legal”: la única manera verdadera para observarlos es con
el corazón. La condición para ser discípulos de Jesús es aprender a
compartir aquello que se tiene. No se puede ser hermanos de fe si no
estamos dispuestos a hacer comunión. En la inseguridad de una vida
compartida, el joven del Evangelio prefiere hacer del dinero su seguridad
y rechaza servir a Dios siguiendo a Jesús.
El corazón del texto es la respuesta que Jesús ha dado al joven y se
dirige a todos los hombres de todos los tiempos. La pregunta es todavía
del joven: “…¿qué me falta todavía?” Y Jesús lo sorprenda con una
123
respuesta radical. “Si quieres ser perfecto…”: la perfección. Miremos a
los verbos de esta respuesta y hagamos personalmente alguna pregunta.
* “va”: ¿Mi vida está estancada? Detenida con mis seguridades, con mis
tapaojos o es disponible a ir hacia adelante? ¿Cuales son mis seguridades
en la vida? ¿Me puedo separar de ellas?
*“vende lo que tienes”: ¿Qué poseo? Estoy dispuesto a separarme para
siempre? ¿Cómo me sentiría si ya no tuviera nada, sino sólo Dios?
* “dáselo a los pobres”: La separación se hace presente. ¿Cómo me
sentiría si alguien tuviera aquello que yo poseí? ¿Qué es compartir? La
comunión es la única fuente de la alegría. ¿Estoy contento y tengo
alegría?
* “tendrás un tesoro en los cielos”: Es la consecuencia de las acciones
anteriores. Jesús invita al hombre a salir de sus esquemas, a hacer
comunión con los pobres. Y luego sucesivamente a ir y a seguirle. ¿Qué
significa “tener un tesoro en el cielo” para mí?
* “ven”: ¿Soy libre, desnudo cuando voy donde el Señor? ¿De qué?
* “sígueme”: ¿Sigo verdaderamente al Señor? ¿Cómo? ¿Lo sigo cada
día, llevando la cruz? En mi vida está presente la cruz? ¿De qué está
hecha? La llevo con alegría, la soporto o la rechazo? ¿Por qué los
cristianos deben llevar la cruz para seguir al Señor?
La meditación no tiene fin en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar
en diálogo con Jesús, a ser oración.
8. ORATIO (Oración): Pido humildemente de poder ser coherente con
las indicaciones que salieron de la meditación. Expreso fe, esperanza,
amor. La oración se extiende y es oración por los propios amigos, por la
propia comunidad, por la Iglesia, por todos los hombres. La oración se
puede también rumiando algunas frases del texto repitiendo varias veces
la frase/es que me han hecho meditar. Si estás en dificultad, ora así:
Señor Jesucristo, guarda a estos jóvenes en tu amor.
Haz que oigan tu voz y crean en lo que tú dices,
porque sólo tú tienes palabras de vida eterna.
124
Enseña a ellos como profesar la propia fe, como donar el
propio amor, como comunicar la propia esperanza a los
demás.
Hazlos testigos convencedores de tu Evangelio, de manera
que tenga necesidad de tu gracia que salva.
Haz de ellos el nuevo pueblo de las Bienaventuranzas, para
que sean sal de la tierra y luz del mundo al comienzo del
tercer milenio cristiano.
Maria, Madre de la Iglesia, protege y guía a estos jóvenes
hombres y jóvenes mujeres del siglo XXI. Mantenlos todos
juntos a tu materno corazón. Amen
9. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús.
Es Jesús que nos precede, nos acompaña, está cerca de nosotros, ¡sólo
Jesús! Contemplamos en silencio este misterio: ¡Dios se acerca a cada
hombre! Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucifijo, signo de la
Resurrección.
10. ACTIO (Acción): Me comprometo en vivir un versículo de este
texto, aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en
la oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
11. Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
125
Los trabajadores de la
viña
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano.
“Acogiendo ahora a su Cruz gloriosa, aquella Cruz que recorrió junto a
los jóvenes los caminos del mundo, dejen resonar en el silencio del su
corazón esta palabra consoladora y comprometedora:
<Bienaventurados…>”
4. Invoco al Espíritu Santo:
Dios Omnipotente, Padre del Señor nuestro Jesucristo,
que has regenerado a tus hijos del agua y del Espíritu Santo
liberándolos del pecado, infunde en ellos tu Santo Espíritu
Paráclito: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de
consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de piedad, y
llénalos del espíritu de tu santo temor.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado. “Recogidos alrededor de la Cruz del Señor, miramos a
Él…”.
6. LECTIO (Lectura): Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie
el trozo del Evangelio de Mateo (Mt. 20, 1-16).
«En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que
salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. 2
Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su
viña. 3 Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la
plaza parados, 4 les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os daré lo
que sea justo”. 5 Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la
126
nona e hizo lo mismo. 6 Todavía salió a eso de la hora undécima y, al
encontrar a otros que estaban allí, les dice: “¿Por qué estáis aquí todo
el día parados?”. 7 Le dijo: “Es que nadie nos ha contratado”. Les dijo:
“Id también vosotros a la viña”. 8 Al atardecer, dice el dueño de la viña
a su administrador: “Llama a los obreros y págales el jornal,
empezando por los últimos hasta los primero”. 9 Vinieron, pues, los de
la hora undécima y cobraron un denario cada uno. 10 Al venir los
primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un
denario cada uno. 11 Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario,
12 diciendo: “Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les
pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el
calor”. 13 Pero él contestó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna
injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? 14 Pues toma lo tuyo
y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. 15 ¿Es
que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo
porque yo soy bueno?”. 16 Así, los últimos serán primeros y los
primeros, últimos». Parola di Dio.
¡El Evangelio se lee con el lápiz y no sólo con los ojos! “Lectura”
significa leer el texto subrayando de manera que se enfocan lo más
importante. Es necesario que resulten bien las acciones que son
presentados, el ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto que actúa y
que recibe la acción. Es una operación facilísima, que sin embargo hay
que hacerla con el lápiz y no sólo pensada.
7. MEDITATIO (Meditación): Sentado, vuelvo a leer la Palabra más
veces, lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración.
Ya entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
La parábola es propia de Mateo. Como en cada parábola, no se trata
de buscar la correspondencia en todos los detalles. El amor de Dios va
más allá de todo lo que nosotros podemos pretender, no puede ser
medido por nuestros esfuerzos. Frente a la bondad de Dios, todos los
hombres son iguales, quien ha trabajado por muchas horas o por pocas.
Los llamados de la primera hora son como los últimos.
Algunos enfoques:
127
* “asumir por jornadas”: era un tipo de contrato. Hoy te necesito...
Mañana, ¿sabe? Los obreros tienen la desventaja que no saben si, en
aquel día, trabajarán. Es una condición muy precaria.
¿Con Dios, hicimos un contrato o somos siervos? ¿Somos siervos
inútiles? ¿Servimos a la jornada? ¿Somos también precarios?
* “en su viña”: la viña es recordada en toda la Biblia. La viña del Señor
es su pueblo que camina por los siglos. La viña es una planta que hay
que podar, arreglar, para que lleve fruto.
¿Me considero viña del Señor? ¿Soy disponible a ser podado como el
Señor quiere? ¿El fruto: es bueno o mal?
* “...a las nueve …a mediodía …a las tres …a las cinco”: El Señor viene
a buscarnos en cada hora. Es él que toma la iniciativa. Es él que va en
búsqueda de aquellos que trabajan para él. No es necesario presentar un
curriculum para ser aceptado por el Señor. Es suficiente darle la propia
disponibilidad.
¿Soy disponible para el Señor? ¿Soy totalmente disponible o pongo
condiciones? ¿Por qué? ¿A cual hora me gustaría ser llamado? ¿Por qué?
* “Así los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos”: Es el
final de la parábola. Jesús se dirige a los escribas y a los fariseos (los
primeros, aquellos llamados a las nueve, probablemente ante...). Con
toda probabilidad también nosotros somos fariseos. Probablemente
hemos sido llamados a la primera hora, en el día del Bautismo, oramos,
hacemos actividades juveniles, hacemos un montón de cosas en
parroquia, observamos todos los mandamientos. Hemos sido pagados
como los obreros de la primera hora... ¡No es justo!
¿Quiénes son los últimos? ¿Por qué no consideramos justo que el Señor
nos trate como últimos? ¿A qué hora hemos sido llamados? ¿Me lamento
con el Señor por esta “injusticia”?
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para ser oración.
6. ORATIO (Oración): Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
128
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, ora así:
No me mueve, Señor, a amarte el cielo que Tú me tienes
prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por
eso de ofenderte.
Me mueves Tú, mi Dios; me mueve el verte clavado en
aquella cruz y escarnecido; me mueve ver Tu cuerpo tan
herido, me mueven tus afrentas y tu muerte.
Me mueve en fin tu amor y en tal manera que, aunque no
hubiera cielo, yo te amaría, y aunque no hubiera infierno, te
temería.
No me tienes que dar para que te quiera, pues aunque lo que
espero no esperara lo mismo que te quiero te quisiera.
9. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús.
Es Jesús que nos precede, nos acompaña, está cerca de nosotros, ¡sólo
Jesús! Contemplamos en silencio este misterio: ¡Dios se acerca a cada
hombre! Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucifijo, signo de la
Resurrección.
10. ACTIO (Acción): Me comprometo en vivir un versículo de este
texto, aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en
la oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y
convierte la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en
vida!
11. Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
129
Señor, ten piedad de
nosotros
1. Tengo intención de encontrar al Señor en la oración. Preparo
cuidadosamente el lugar y los signos.
2. Me pongo de rodillas y venero al Crucifijo, el icono, la Palabra,
prendo una vela o una luz.
3. Hago en mi persona el Signo de mi fe, el Signo de la Cruz, el signo
que me ha sido donado en el Bautismo y que me señala como cristiano.
“Acogiendo ahora a su Cruz gloriosa, aquella Cruz que recorrió junto a
los jóvenes los caminos del mundo, dejen resonar en el silencio del su
corazón
esta
palabra
consoladora
y
comprometedora:
<Bienaventurados…>”
4. Invoco al Espíritu Santo con estas palabras u otras parecidas:
Abre nuestros ojos, Señor, para que podamos verte a ti en
nuestros hermanos y hermanas.
Abre nuestros oídos, Señor, para que podamos oír las
invocaciones de quien tiene hambre, frío, miedo, y de quien
está oprimido.
Abre nuestro corazón, Señor, para que aprendamos a amarnos
los unos a los otros como tú nos amas.
Dónanos de nuevo tu Espíritu, Señor, para que seamos sólo un
corazón y una alma, en tu nombre. Amen.
5. Contemplo los signos de la Pasión que están impresos en el
Crucificado.
6. LECTIO (Lectura): Abro el libro de la Palabra de Dios y leo de pie
el trozo del Evangelio de Mateo (Mt. 20, 29-34).
Cuando Jesús y los discípulos salían de Jericó, le siguió una gran
muchedumbre. 30 En esto, dos ciegos que estaban sentados junto al
camino, al enterarse que Jesús pasaba, se pusieron a gritar: «¡Señor,
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ten compasión de nosotros, Hijo de David!» 31 La gente les increpó
para que se callaran, pero ellos gritaron más fuerte: «¡Señor, ten
compasión de nosotros, Hijo de David!» 32 Entonces Jesús se detuvo,
los llamó y dijo: «¿Qué queréis que os haga?» 33 Le dijo: «¡Señor, que
se abran nuestros ojos!» 34 Movido a compasión Jesús tocó sus ojos, y
al instante recobraron la vista; y le siguieron. Palabra de Dios.
¡El Evangelio se lee con el lápiz y no sólo con los ojos! “Lectura”
significa leer el texto subrayando de manera que se enfocan lo más
importante. Es necesario que resulten bien las acciones que son
presentados, el ambiente en donde sucede el hecho, el sujeto que actúa y
que recibe la acción. Es una operación facilísima, que sin embargo hay
que hacerla con el lápiz y no sólo pensada.
7. MEDITATIO (Meditación): Sentado, vuelvo a leer la Palabra más
veces, lentamente. También la lectura de la Palabra de Dios es oración.
Ya entramos en aquella zona más sagrada y más larga de nuestro Retiro:
“¡El Gran Silencio”! “El Gran Silencio” de la Meditación debe durar por
lo menos 15 min.
El texto es paralelo a los evangelios sinópticos. Este texto
normalmente no se lee y medita en la liturgia. La ceguera estaba muy
difundida en Palestina y era considerado un castigo de Dios. La
sanación demuestra la misericordia de Dios. Volver a dar la vista a los
ciegos es obra de Dios e signo de la venida del Señor. La ceguera es
figura del endurecimiento del corazón. Jesús llama a los fariseos “ciegos
y guías de ciegos”. La ceguera espiritual es típica de los fariseos. Jesús
encuentra dos ciegos.
Algunos versículos:
* dos ciegos que estaban sentados junto al camino: Fíjense que estos dos
ciegos estaban sentados afuera de la ciudad de Jericó, a lo largo del
camino. Vamos con orden: “salían de Jericó” es este un lugar en la
Biblia que recuerda muchos detalles. Los ciegos o aquellos que tenían
alguna enfermedad eran repudiados, enviados afuera de la ciudad, los
profetas han sido matados afuera de la ciudad, también Jesús fue matado
afuera de la ciudad, también los apóstoles han sido matados afuera de la
ciudad, por ejemplo en la Colina del Vaticano o en San pablo afuera de
las murallas... Parece que el lugar “afuera de la ciudad” sea el lugar de
matanza, de ejecución o de “iluminación”. Es muyo estrecho este
131
vínculo de muerte y de vida. Los dos están sentados a lo largo del
camino. Se han detenido ya no tienen el empuje para continuar. Me
recuerdan a los dos de Emaús.
¿Cuántas veces salimos “afuera…”? Describe porque estamos
“afuera…”. ¿Es, en nuestra vida, estrecho el “lugar” de muerte y vida?
¿Cuantas veces somos como los dos ciegos? ¿Somos ciegos?
¿Estamos sentados? ¿Cuántas veces hemos deseado “buen camino”?
* “Señor, hijo de David, ten piedad de mí”: es una expresión e
invocación de la Iglesia primitiva con la cual invocaba a su Señor,
recordando la dinastía davídica y la historia de la salvación. Para
nosotros cristianos se ha transformado, un poquito modificada, en la
oración de Jesús. Desde la antigüedad, los Padres especialmente
Orientales, han usado invocación como oración para repetirse y la
hicieron ser la Oración de Jesús. La invocación “Señor Jesucristo, ten
piedad de mí”, repetida hasta calarla en el corazón, hasta ser el corazón
que ora, todo nosotros mismos. La oración constante puede colmar una
vida.
¿Por qué rezo? ¿Cómo rezo? ¿Rezo abandonándome al Señor?
¿Pido perdón al Señor en el Sacramento de la Reconciliación?
¿Tengo algunos momentos fijos para este Sacramento?
¿Tengo un guía espiritual?
* “¡que se abran nuestros ojos!”: los dos ciegos no piden mucho. Lo
esencial en su vida, aquella que les falta no es que tengan vida, sino,
mucho más comprometedor, es la frase que dicen los ciegos. Silos ojos
se abren, también aquellos del espíritu, se abre de par en par una vida
nueva para nosotros.
¿Pido al Señor de abrirme los ojos, de ser convertido a él?
La meditación no acaba en sí misma, sino que tiende a hacerme entrar en
diálogo con Jesús, para ser oración.
6. ORATIO (Oración): Pido humildemente poder ser coherente con las
indicaciones emergidas de la meditación. Expreso fe, esperanza, amor.
La oración se extiende y se hace oración para los propios amigos, para la
propia comunidad, para la Iglesia, para todos los hombres. La oración se
puede también hacer rumiando algunas frases del texto, repitiendo varias
veces la frase/es que me hicieron meditar. Si estás en dificultad y no sabe
como orar, ora así:
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Señor Jesús, al anochecer te rogamos de quedarte.
Te dirigimos esta oración, espontánea y apasionada,
infinitas otras veces en la tarde de nuestro extravío,
de nuestro dolor y de nuestro inmenso deseo de ti.
Tú siempre estás con nosotros.
Somos nosotros, por el contrario, que no siempre sabemos ser
tu presencia a lado de nuestros hermanos.
Por esto, Señor Jesús, ahora te pedimos ayudarnos para
quedar siempre contigo, para adherir a tu persona
con todo el ardor de nuestro corazón,
para asumirnos con alegría la misión que tú nos confía:
continuar tu presencia, ser Evangelio de tu resurrección.
9. CONTEMPLATIO (Contemplación): Se percibe la necesidad de
mirar sólo a Jesús, de dejarse alcanzar por misterio, de descansar en él,
de acoger su amor por nosotros. Es la intuición del reino de Dios adentro
de mí, la certeza de haber tocado a Jesús. Es Jesús que nos precede, nos
acompaña, está cerca de nosotros, ¡sólo Jesús! Contemplamos en silencio
este misterio: ¡Dios se acerca a cada hombre!
Contemplo y adoro, de rodillas, al Crucifijo, signo de la Resurrección.
10. ACTIO (Acción): Me comprometo en vivir un versículo de este
texto, aquello que más me ha impactado en la meditación, que repetí en
la oración, que viví como adoración y oración silenciosa en la
contemplación y ahora vivo en la acción.
Se cumple concretamente una acción que cambia el corazón y convierte
la vida. ¡Aquello que se ha meditado ahora se transforma en vida!
11. Concluyo el momento de lectio recitando con calma la oración, que
Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
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