Lección 3: el torno Este artículo está http://www.sifow.com/. traducido y adaptado de la página web Lo de SIFOW corresponde a las siglas de “Span Is FOr Wimps”, literalmente “la envergadura es para los débiles”. Pero en traducción libre “los veleros grandes, modernos y caros son para gilis”. Esto es una contestación a otras siglas populares entre los pilotos de vuelo a vela ingleses (lo que les gustan las siglas): TINSFOS, de “There Is No Substitute FOr Span”, o sea, no hay sustituto para la envergadura. Esto fue popularizado por un piloto de vuelo a vela británico, Michael Bird, conocido como Platypus, que encontró al parecer el paraíso cuando se compró un ASH-25 (25 m de envergadura y 1:60). Las peleas entre los partidarios del velero grande y caro frente a los del velero sencillo y pequeño son eternas. La página no tiene desperdicio, desde el principio se avisa que: “Este sitio está dedicado a todos los pilotos que entienden que pueden divertirse sin tener el velero más caro, más moderno, más grande o más lo que sea. Se puede hacer vuelo de distancia en un K6, con un PW5 se puede volar más que un C de plata y 15 metros no tiene porqué ser la medida de uno de los planos.” En la sección de escuela del sitio hay sólo 3 lecciones, en las que se trata con bastante sorna la fibra de carbono, los winglets y finalmente el despegue con torno. ¡Aaaahh, la maravilla del torno! La capacidad de lanzar al aire rápida y económicamente veleros hasta casi 600 m, sin necesidad de caras avionetas remolcadoras, sin ruido, sin facturas... qué maravilla. Sería el primer partidario del torno si cualquier cosa de la frase anterior fuera cierta, pero por supuesto que no lo es. Entonces, ¿dónde termina la teoría y comienza la realidad? La pura verdad es que un despegue a torno es una cosa estupenda, pero una cosa es el despegue a torno y otra conseguir un despegue mediante un torno, siendo esto último difícil. A continuación se exponen las 9 cosas que NO funcionan en la teoría “el torno es cojonudo” y la solución: 1) El responsable del torno La teoría de organizaciones establece la necesidad de tener un responsable, y el despegue con torno no es una excepción. La tarea del responsable del torno (RT) es simplemente conseguir que el mayor número de gente posible se haga tornero (los que conducen el torno). La mayor parte de RT son ingenieros (si está buscando debate racional y argumentos lógicos, mire en otra página) y la mayor parte de los ingenieros sabe que la manera de desatascar algo atascado es sacudirle más fuerte que la primera vez, y así hasta que se desatasque. Esta falta de suavidad con la gente desemboca con el tiempo en un cartel que dice “todos los pilotos deben aprender a manejar el torno antes de la suelta”. Naturalmente, la primera vez que aparece el mensaje es ignorado (lo mismo que las revisiones de los aviones, la limpieza del hangar, etc.) con lo que la siguiente se atiza más fuerte. Todos los alumnos lo probarán en algún momento, pero enseguida se dan cuenta que sentarse en un habitáculo de medio metro cuadrado al otro lado de la pista cuando tus colegas están volando no es muy divertido, ni es volar, ni es nada de nada. Así que o pasan de la norma, o se van a un club con avioneta remolcadora, o lo dejan. 2) El tornero que le gusta La falta de torneros, como se ha visto más arriba, lleva a abusar de los pocos socios que están dispuestos a hacerlo. O peor aún: “tu aprendiste el año pasado, hoy te toca”. Esto tiene la triple ventaja de 1) liberar al tornero anterior, que así puede contar lo difícil que es que le sustituyan y lo poco que vuela últimamente, 2) convertir al novato que estaba contentísimo con el vuelo a vela en una persona que desea estar en casa con los críos y por supuesto, la ventaja definitiva 3) el “lanzamiento del infierno”. Nótese que no hago un uso sexista del lenguaje, simplemente no hay mujeres en su sano juicio lo suficientemente idiotas como para conducir tornos. 3) El “lanzamiento del infierno” Aceleración máxima hasta 140 km/h seguido de descenso hasta 70 km/h cuando el tornero ve desprenderse la pintura de las alas. Te sueltas a 80 km/h con 150 m y aterrizas como puedes al final de la pista. El tornero interpreta esto como falta de velocidad, así que al siguiente lanzamiento te lo da todo: 150 km/h, subida a 300 m en 8 segundos, momento en que el fusible se rompe y kilómetro y medio de cable quedan esparcidos por la pista, la valla y el siguiente campo del labriego anti-vuelo. En ambos casos el tornero dirá que ha sido culpa del piloto. 4) La rotura del cable Hay tres cosas que suceden en una rotura de cable. La primera es que el velero, que se encuentra con una altura y situación inadecuadas, tiene que meter a fondo la palanca (-3G) y meter un resbale brutal antes de hacer un caballito al final de la pista. Lo segundo es que ya nadie puede aterrizar en la pista, que está ocupada con el velero, el lío de cable y los 13 socios que han ignorado estos importantes obstáculos y se dirigen al torno para refinar sus destrezas de “tienes que soldar ahí para evitar que esto vuelva a suceder”. Finalmente, pasará una buena hora y media hasta que se pueda hacer otro lanzamiento. Y no me suelten el argumento del cable trenzado, que les pasa lo mismo. 5) La práctica de la rotura de cable No contentos con los retrasos que producen las roturas, debido al principio del vuelo seguro (contra el que es muy difícil discutir) hay que practicar todos los fines de semana una rotura en al menos 3 confiados pilotos. Esto te da la mayor parte de los problemas discutidos en el punto 4), pero sin los 13 pilotos levantándose de sus sillas. Lo cual es una pena, porque sorprendentemente, al soltarse el velero de repente el cable ha pegado un salto y se ha enredado en el tambor. Otra hora sin remolques. 6) El cambio de pista Es un acontecimiento que retrasa los remolques al menos dos horas. La primera media hora pasa lanzando los veleros hasta los 200 m porque estás ignorando el hecho de que despegan viento en cola. La hora siguiente se emplea en mover el torno, resituando lo cables, llevando los veleros, coches personas y trastos por toda la pista al otro extremo y volviendo a montar el tenderete. La última media hora pasa intentando encontrar a alguien que quiera despegar, ya que el día se ha estropeado. Y de todas maneras el viento ha vuelto a cambiar. 7) El torno de construcción propia No contentos con los problemas anteriores, a alguien del club se le ocurre mirar en los anuncios de segunda mano y encuentra un autobús baratísimo, disponiendo además de un plano hecho en un sobre de la conversión de la maquinaria en un torno. Si a este tipo (no soy sexista de nuevo) se le hubiera dejado volar hace años, en lugar de convertirle en responsable del torno ahora haría algo útil como pasar los cronos. Los tornos de construcción amateur cuestan mucho menos que los comerciales porque son una mierda. Se pasan los días estropeados y multiplican los problemas anteriores por un factor de dos, al menos. La gente no se fabrica sus propios camiones, así que ¿por qué va a ser factible la idea de cortar un autobús en dos? Ni se les ocurra. 8) El torno financiado con lotería Una idea fenomenal: conseguir dinero y tenemos nuevo torno. Si tienes dinero. Una vez que tienes el nuevo hay sesión de entrenamiento, donde los pocos torneros que te quedan se deprimirán más todavía, ya que no habrá quien sepa manejarlo. La primera temporada los lanzamientos variarán entre “Apolo 13” y “bolsa de papel al viento”, a medida que se establecen los mitos como “no pases de la segunda marca” o “el ASK-21 necesita potencia máxima con cualquier viento”. Entonces la Junta directiva dirá que el club necesita recuperar una parte del dinero gastado y el precio del remolque sube. Esto siempre tiene el efecto de disminuir el número de remolques y por tanto de los ingresos. Pero hay buenas noticias: con el tiempo el nuevo torno empezará a tener el mismo aspecto que el antiguo, los torneros recuperarán el sistema “la misma potencia para todo el mundo” y la Junta Directiva encontrará otro aspecto en el que fijarse... días felices de nuevo. 9) La “idea brillante” En cualquier momento algún miembro tendrá una “idea brillante”. Consiste en unos cuantos cables, o artilugios electrónicos, o piezas de metal soldadas, o cualquier combinación de las anteriores. El propósito será solucionar el problema que sea, universalmente aceptado, del torno. Si llega a realizarse, se ignorará por el 50% de los torneros que no están de acuerdo, se usará mal por el 25% que no lo entienden y se romperá por el resto en su entusiasmo. Una vez roto, nadie lo arreglará. Todo el mundo estará de acuerdo que el problema no se solucionó. 10) Pepe Hay buenas noticias: existe una manera de hacer funcionar el torno. Es la única manera y me niego a creer en otras. Consiga un tornero pagado a tiempo completo. En el Club ##### tenían a un tornero pagado llamado Pepe. Cada remolque era bueno. No demasiado deprisa, no demasiado despacio, buena altura. A todo el mundo le gustaba el torno porque no tenían que manejarlo. A Pepe le gustaba el torno porque le pagaban por manejarlo. Como lo manejaba todos los días, sabía cuándo y cómo lanzar cualquier tipo de velero, así que la seguridad mejoraba. El coste adicional del 10% por remolque se pagaba de buena gana porque obtenías un remolque, no una experiencia inolvidable. Pepe murió hace unos años, pero hay un sustituto y el argumento sigue siendo válido. La ÚNICA manera de hacer del torno algo que funcione es contratar un tornero. ¡No lo dude!