La ideología de género frente a la objeción de conciencia. Por: César Humberto Moreno Rangel. (Madrid) Abogado, candidato a doctor de la Universidad Rey Juan Carlos Bajo la tutoría de Andrés Ollero Tassara y co-tutoría de Rafael Navarro -Valls [email protected] La reivindicación de los derechos sociales y políticos de las mujeres es una lucha que, con sus aciertos y desaciertos, esta plenamente justificada. Actualmente podríamos decir, que en las sociedades democráticas, es fácil encontrar legislación que castigue la discriminación por razones de raza, religión y sexo. Pero la justificada lucha de los derechos sociales de las mujeres, ha sido de alguna forma “robada” y a la vez desviada por la llamada ideología de género. El movimiento primogénito feminista reafirmaba a la mujer como tal, no la negaba. En términos prácticos, mientras una reivindicación feminista podría ser que la mujer embarazada no fuese despedida de su trabajo, la reivindicación de la ideología de género sería que la mujer abortara libremente. En relación a esto, vemos una verdadera fobia a la maternidad que se convierte en un paso esencial para la pretendida liberación de la mujer. Producto de esta fobia se genera otra igual en contra de la entidad matrimonial, pues no puede haber una institución específica necesaria para la unión de un hombre y una mujer cuando se niega la existencia de ese hombre y de esa mujer. En definitiva, no existe una identidad sexual “femenino y masculino”, sino un género producto de una relación cultural. Solo hay relaciones afectivo- sexuales, por tanto la identidad sexual va cambiando y adaptándose según el deseo de cada quien. Siendo el género una creación cultural que nada tiene que ver con la naturaleza humana, debe también ser conquistado el ámbito cultural y educativo. Para esto, se debe influir, sobre todo en las conciencias no maduras, o en edades tempranas, para así cambiar el paradigma de opresión hombre- mujer que se supone predomina actualmente. Por esta razón la educación debe ser un instrumento para rehacer la conciencia de chicos y jóvenes en función de este “feminismo radical”. En definitiva, para consolidar la ideología de género será necesario: 1. Liberar a la mujer de la función reproductiva que se supone impuesta por el hombre opresor y no por su propia naturaleza de mujer. En función de esto, será fundamental la promoción de la anticoncepción y del aborto incondicional. 2. Liberar a la mujer del “yugo” establecido en la institución matrimonial. Para esto deberá permitirse cualesquiera forma de unión entre cualesquiera personas, independientemente de la identidad sexual que naturalmente posean. Por tanto, será necesario que se permitan sin mayores limitaciones las uniones entre homosexuales, transexuales, lesbianas, y sobre todo, que esas uniones sean llamadas matrimonio. 3. Liberar a la sociedad en general de la “educación tradicional” sobre la sexualidad, sobrepasando el ámbito de enseñanza familiar, y actuando en edades tempranas para así garantizar el correcto adoctrinamiento de esta ideología. Para esto será necesario que existan determinadas asignaturas obligatorias que promuevan esta ideología, Así las cosas, si bien es cierto que la ideología de género necesita de los pilares mencionados, también lo es que requiere un ambiente político-social “adecuado”, donde la conciencia individual se vea limitada o reducida ante sus pretensiones. En otras palabras, la consolidación de la ideología de género será siempre incompatible con un desarrollo bien concebido de la objeción de conciencia. Respecto a la ideología de género la objeción de conciencia tendría relevancia en cuanto se aplique o contradiga a las bases mencionadas, es decir, la objeción de conciencia en materia sanitaria (aborto, eutanasia, reproducción asistida, anticonceptivos), la objeción de conciencia en materia de educación, y la objeción de conciencia a realizar matrimonios entre personas del mismo sexo. Siendo la objeción de conciencia “la negativa del individuo, por motivos de conciencia a someterse a una conducta que en principio sería jurídicamente exigible”1, deberíamos analizar cada tipo adecuada a la contradicción legal que se genere en cada ordenamiento jurídico, pero mas que esto, interesa enfocarse en la concepción filosófica de esta institución. Se debe entender si es un derecho o no, y de serlo, que naturaleza jurídica tiene para luego establecer cuales son sus límites. No cabe duda que la libertad de pensamiento es un derecho fundamental, y toda libertad de pensamiento queda anulada si no incluye la posibilidad de actuar según esas convicciones, por tanto, el ejercicio de la objeción, no sería más que la actuación en conciencia contraviniendo una norma en principio legal. Así las cosas, no nos queda 1 NAVARRO-VALLS, Rafael y MARTÍNEZ-TORRÓN, Javier, Las objeciones de conciencia en el derecho español y comparado, McGraw-Hill, Madrid, 1997, p. 12. menos que reconocer a la objeción de conciencia como un derecho fundamental derivado de la libertad de pensamiento. Desarrollar ampliamente la figura de la objeción no será la idea fundamental de esta ponencia, por esto, preferiremos iniciar el análisis desde lo que creemos pretende la ideología de género sea la objeción, mas en concreto, las premisas que manejan los gobiernos que han adoptado estas ideas como políticas de Estado y con las cuales se intenta limitar esta institución hasta lograr anularla. Las premisas que serán analizadas con más extensión en la ponencia serán: 1. La objeción de conciencia no es un derecho, es una simple excepción: solo se puede ejercitar aquel tipo regulada por ley. Siguiendo la idea de objeción de conciencia como derecho fundamental, no se le debe valorar como una excepción, pues los derechos fundamentales establecen directrices no excepciones, y en definitiva, “hablar de objeción de conciencia es referirse a una parte normal del ordenamiento jurídico (una parte de singular importancia, además los derechos fundamentales), y no a una excepción.” 2 2. La objeción de conciencia esta supeditada a la declaratoria de objetor por parte del Estado. En el mismo ámbito de las argumentaciones realizadas sobre la valoración de los derechos fundamentales, esta percepción de la objeción no es tolerable a la luz de una efectiva protección de la libertad de conciencia, pues con ella se afecta claramente su contenido esencial; ya no es el mismo derecho, ha cambiado en su naturaleza, pues de un derecho sustantivo se ha transformado a derecho adjetivo, es decir, ha dejado de ser “un derecho que exige su reconocimiento”, y se ha transformado en un procedimiento donde se puede o no conceder una excepción. MARTÍNEZ Torrón, “Las objeciones de conciencia en el derecho internacional y comparado”, en Objeción de conciencia y función pública, Consejo General del Poder Judicial, 2007, p.103. 2 En definitiva, que la objeción de conciencia requiera la expresión de la voluntad, en algunos casos mediante un procedimiento, “no nos autoriza confundir acción procesal con derecho sustantivo, el modo de ejercicio con el contenido del derecho”3 3. El objetor puede serlo siempre que existan no objetores dispuestos a realizar la acción objetada. Admitir esta premisa, implicaría forzosamente, que quien condena profundamente la acción objetada, vea beneficioso para él que otro realice la acción que considera inmoral, y que además, mientras mas personas objeten, haya menos tolerancia a la objeción, es decir, se daría la premisa absurda de que “la aceptación moral de una conducta disminuya a medida que aumenten sus practicantes”4. PROPUESTA DE PONENCIA: Los gobiernos que adoptan como política de Estado la ideología de género la desarrollan principalmente en 3 ámbitos: salud, educación, y función pública. Interesará entonces abordar, la objeción de conciencia en estos tres ámbitos proponiéndola como un elemento de contención que cuenta con la primacía que le otorga la categoría de derecho fundamental y que por tanto, al enfrentarse a otros pretendidos derechos, debe tener preeminencia en la ponderación realizada. 3 GASCÓN ABELLÁN, Marina, Obediencia al derecho y objeción de conciencia, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid .1990, p.233. 4 GASCÓN ABELLÁN, Marina, Obediencia al derecho y objeción de conciencia, cit., p. 231.