Charles Darwin desarrolla, en el fragmento que se reproduce

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Charles Darwin desarrolla, en el fragmento que se reproduce a continuación, el
significado del concepto, acuñado por él, de Selección natural o supervivencia de
los más aptos. La teoría evolutiva de los seres vivos es considerada unos de los
logros principales de la ciencia del siglo XIX y supone que las variaciones útiles que
se producen en las especies se conservan mientras que las perjudiciales se
destruyen. La variabilidad es la materia prima sobre la que actúa la selección
natural.
Fragmento de El origen de las especies.
De Charles Darwin.
Capítulo IV.
La selección natural; o la supervivencia de los más aptos.
Si, bajo condiciones variables de vida, los seres orgánicos presentan diferencias
individuales en casi todas las partes de su estructura, cosa que no puede discutirse; si
hay una lucha rigurosa por la existencia, debido a la proporción geométrica de aumento
en alguna época, estación o año, y esto tampoco puede discutirse; considerando la
infinita complejidad en las relaciones de todos los seres orgánicos entre sí y con sus
condiciones de vida, origen de infinita diversidad de estructura, constitución y hábitos
que han de ser ventajosos, sería un hecho muy extraordinario el que nunca se hubiesen
producido variaciones útiles para el propio bienestar de cada ser, de la misma manera
que se han producido tantas variaciones útiles para el ser humano.
Mas si alguna vez se producen variaciones útiles para cualquier ser orgánico,
seguramente los individuos así caracterizados tendrán la mayor probabilidad de ser
conservados en la lucha por la vida; y debido al fuerte principio de la herencia, tenderán
a producir descendencia caracterizada de un modo parecido. A este principio de
conservación, o supervivencia de los más aptos, yo le he dado el nombre de Selección
Natural. Conduce a la mejora de toda criatura en relación con sus condiciones orgánicas
e inorgánicas de vida; y por consiguiente, en la mayoría de los casos, a lo que debe
considerarse como un progreso en la organización. Sin embargo, las formas bajas y
simples durarán mucho tiempo si están bien adaptadas para sus condiciones de vida
también simples.
La selección natural, basada en el principio de que las cualidades se heredan en las
edades correspondientes, puede modificar el huevo, la semilla o la cría, tan fácilmente
como al adulto. Entre muchos animales, la selección sexual habrá prestado su ayuda a la
selección ordinaria, asegurando a los machos más vigorosos y mejor adaptados el mayor
número de descendientes. La selección sexual dará también caracteres útiles a los
machos solos, en sus luchas o rivalidad con otros machos; y estos caracteres serán
transmitidos a un solo sexo o a ambos sexos, según la forma de herencia que predomine.
Si la selección natural ha actuado realmente de este modo adaptando las diversas formas
de vida a sus diversas condiciones y estaciones, debe juzgarse por el tenor general y el
número de las pruebas en pro y en contra que presentamos en los capítulos siguientes.
Pero ya hemos visto que ello acarrea la extinción, y hasta qué punto la extinción ha
actuado en la historia del mundo, la geología nos lo indica claramente. Asimismo, la
selección natural conduce a la divergencia de carácter; porque cuanto más diverjan los
seres orgánicos en estructura, hábitos y constitución, tanto más puede sostenerse un
número grande de individuos en la misma región, de lo cual tenemos una prueba con
sólo mirar a los habitantes de cualquier lugar pequeño y a las producciones
naturalizadas en tierras extranjeras. Por lo tanto, durante la modificación de los
descendientes de cualquier especie, y durante la lucha incesante de todas las especies
por aumentar en número, cuanto más diversificados lleguen a ser los descendientes,
mayores serán sus probabilidades de éxito en la lucha por la vida. Así, las pequeñas
diferencias que distinguen a las variedades de la misma especie tienden constantemente
a aumentar, hasta que igualan las mayores diferencias entre las especies del mismo
género, o incluso de géneros distintos.
Ya hemos visto que la especie que más varía es la especie común, muy difundida y muy
distribuida, perteneciente a los géneros más numerosos dentro de cada clase; y estas
especies tienden a transmitir a sus modificados descendientes aquella superioridad que
ahora las hace ser dominantes en sus propios países. La selección natural, como acaba
de observarse, conduce a la divergencia de carácter y a una gran extinción de las formas
de vida menos perfeccionadas e intermedias. A base de estos principios puede
explicarse la naturaleza de las afinidades y las distinciones generalmente bien definidas
entre los innumerables seres orgánicos dentro de cada clase en el mundo entero. Es un
hecho realmente maravilloso (pero tendemos a no considerarlo maravilloso, porque
estamos familiarizados con el mismo) el de que todos los animales y todas las plantas a
través de todo el tiempo y de todo el espacio se relacionen unos con otros formando
grupos, subordinados a grupos, tal como observamos en todas partes, a saber,
variedades de la misma especie estrechamente relacionadas, formando secciones y
subgéneros, especies de distintos géneros mucho menos estrechamente relacionados, y
géneros relacionados en diferentes grados, formando subfamilias, familias, órdenes,
subclases y clases. Los varios grupos subordinados dentro de cualquier clase no pueden
clasificarse en una sola fila, sino que parecen estar arracimados alrededor de puntos, y
éstos alrededor de otros puntos, y así sucesivamente en ciclos casi interminables. Si las
especies hubiesen sido creadas independientemente, no habría sido posible explicar esta
clase de clasificación pero se explica por la herencia y la acción compleja de la
selección natural, que provoca la extinción y la divergencia de carácter, según hemos
visto ilustrado en el diagrama.
Las afinidades de todos los seres de la misma clase se han representado a veces
mediante un gran árbol. Creo que este símil dice en gran parte la verdad. Las ramas
verdes y florecientes pueden representar las especies existentes; y las producidas
durante años anteriores pueden representar la larga sucesión de especies extinguidas. En
cada período de crecimiento, todas las ramas, al crecer, han tratado de extenderse en
todos los sentidos y de superar y matar a las ramitas y ramas que las rodeaban, de la
misma manera que las especies y los grupos de especies han vencido en todo tiempo a
otras especies en la gran lucha por la vida. Los troncos divididos en grandes ramas y
éstas en ramas más y más pequeñas, fueron también en otro tiempo, cuando el árbol era
joven, retoños florecientes; y esta conexión de los brotes antiguos y actuales en los
ramificados brazos puede representar a las mil maravillas la clasificación de todas las
especies extinguidas y vivientes en grupos subordinados a otros grupos. De los muchos
retoños que florecieron cuando el árbol no era más que un arbusto, sólo dos o tres,
convertidos en grandes ramas, sobreviven todavía y sostienen las otras ramas; lo mismo
ocurre con las especies que vivieron durante los remotos períodos geológicos, las cuales
muy pocas han dejado en pos de sí descendientes vivientes y modificados. Desde el
primer crecimiento del árbol, más de una rama de todos los tamaños se ha deteriorado y
caído; y estas ramas caídas de diversos tamaños pueden representar aquellos órdenes,
familias y géneros enteros que ahora no tienen representantes vivientes y que sólo nos
son conocidos en su estado fósil. De la misma manera que aquí y allá vemos una ramita
solitaria que sale de la parte baja del tronco de un árbol, que por alguna circunstancia
fortuita ha sido favorecida y todavía está viva en su parte superior, así vemos
ocasionalmente un animal como el ornitorrinco o el lepidosiren, que en grado exiguo
enlaza por sus afinidades a dos grandes ramas de la vida y que, al parecer, se ha salvado
de la fatal competencia por haber habitado en un paraje resguardado. Del mismo modo
que los retoños dan origen, al crecer, a otros retoños, y éstos, cuando son vigorosos, se
ramifican y dominan por todos lados a muchas ramas más débiles, así creo que ha
sucedido, por medio de la generación, con el gran Árbol de la Vida, que llena la corteza
de la Tierra con sus ramas muertas y rotas, y cubre la superficie con sus incesantes y
hermosas ramificaciones.
Fuente: Darwin, Charles. El origen de las especies. Traducción de Juan Godo.
Barcelona. Ediciones Zeus, 1970.
(Enciclopedia Encarta 2000)
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