wjrComitesincompet

Anuncio
LOS COMITÉS INCOMPETENTES
W.J. Reddin
Es raro que un comité de trabajo logre hacer algo más que perder el tiempo. Y esto de debe a que,
generalmente, sus objetivos conscientes difieren de las motivaciones inconscientes que lo mueven.
Apoyándose en teorías desarrolladas durante investigaciones previas, Bill Reddin demuestra cómo
pueden los comités diagnosticar las causas de su propia incompetencia.
¿Cómo conseguir que un comité de trabajo o equipo de gerentes tome decisiones óptimas? No es
fácil: los esfuerzos que realizan los comités en pos de una decisión tienden a producir conductas
paradójicas que acaban, precisamente, por obstruir el paso a las decisiones. Sin embargo, a pesar
de ello, la finalidad de todo comité de trabajo consiste en tomar decisiones que reflejen las mejores
ideas de cada integrante y gocen del apoyo de todos.
Cualquiera que posea un mínimo de experiencia en el campo de los negocios, reconocerá que los
grupos, equipos y comités de trabajo resultan siendo muchos menos efectivos de lo que se espera
de ellos. ¿Será que el trabajo en equipo de nivel superior no es más que una ilusión? ¿Será que,
simple y llanamente, algunas personas son incompatibles? Obviamente, ninguno de estos
planteamientos ofrece una explicación satisfactoria de lo que es el fenómeno del fracaso de los
grupos.
Primero, es necesario hacer un diagnóstico del problema. Y ningún comité o grupo se encuentra en
condiciones de corregir sus propios errores hasta que no aprende a reconocerlos.
De acuerdo con investigaciones realizadas por el psicoanalista británico W.R. Bion en torno a
grupos terapéuticos, existen cuatro tipos de conducta grupal: la evasión, la dependencia, el combate
y el apareamiento (véase el siguiente cuadro). Y estos patrones conductuales corresponden a los
cuatro estilos de mando inefectivos básicos descritos en artículos anteriores y empleados
actualmente como referencia durante las asesorías gerenciales: el estilo DESERTOR (con conducta
evasiva) el MISIONERO (con conducta de dependencia), el AUTÓCRATA (con conducta combativa) y el
DE TRANSACCIÓN (con conducta de apareamiento).
CUADRO 1
CLASIFICACIÓN DE W.R. BION EN TORNO A LA MENTALIDAD DE LOS GRUPOS
Los cuatro tipos de conducta grupal descritos en el presente artículo corresponden a la clasificación que
propuso el doctor W.R. Bion como resultado del trabajo que realizó en la Clínica Tavistock con grupos de
carácter terapéutico. A raíz de sus observaciones el doctor Bion concluyó que la “mentalidad de grupo” se
fundamenta en las “expectativas básicas” que guardan sus integrantes con respecto a su finalidad.
 W.J. Reddin
Consultores en Efectividad Gerencial, S. A. de C. V.
Prohibida su reproducción
De acuerdo con la expectativa de “evasión o combate”, el grupo se reúne con el fin de defenderse de un
peligro inminente o de atacar a un enemigo. Esta expectativa constituye la base de los comités desertores
(con conducta evasiva) y de los comités autocráticos (con conducta combativa), respectivamente. Por otra
parte, los grupos que se dividen en pares denotan una expectativa de apareamiento, la cual, según el
doctor Bion, presenta un sustrato sexual y constituye la motivación subyacente de los comités de
transacción. Por último, los grupos que se reúnen con la expectativa de depender, buscan la seguridad en
algún individuo que permita a los integrantes apoyarse contra él. Este es el caso de los comités
misioneros.
Grosso modo, el doctor Bion sugiere que siempre existen motivaciones inconscientes en los grupos toda
vez que las personas se reúnen con una finalidad determinada, y que, generalmente, tales motivaciones
chocan con los objetivos fijados conscientemente. Esto, a menudo, genera frustración e ineficiencia en el
trabajo de los comités en los negocios.
LOS COMITÉS DE TRABAJO QUE RECHAZAN SU TAREA
Los comités o equipos de trabajo con carácter desertor o evasivo, tienden a rechazar la tarea que se
les ha encomendado; rechazo éste que se manifiesta de varias maneras: los integrantes se
abstraen; se producen lapsos de silencio prolongados; algunos asistentes comienzan a contar
chistes; cada individuo espera que sea otro quien actúe; el ambiente se carga de humor sardónico;
y los participantes evocan temas relacionados con su tarea pero abstractos, a fin de aparentar que
se está trabajando.
La deserción en los comités se expresa de varias formas: como resistencia a ideas novedosas,
como omisión de determinados aspectos del problema bajo consideración, o como discurso
inaudible. A través de estos métodos, el mismo equipo obstaculiza el cumplimiento de su quehacer.
Basta con una mirada rápida alrededor de la sala de juntas para identificar el grado de deserción
existente en el grupo, pues esa expresión de rechazo se manifiesta más que ninguna otra en la
conducta verbal: los asistentes se abstraen mirando hacia fuera por la ventana, se distraen
haciendo garabatos, se inclinan hacia atrás en sus sillas, y alejan sus asientos de la mesa de
trabajo. Así pues, es evidente que ningún grupo es capaz de trabajar con los asientos colocados en
la forma que los disponen los equipos de tipo desertor.
El iniciar tarde las sesiones, el tomar largos descansos de café y el concluir las reuniones antes de
lo programado, son, todas, acciones que apuntan hacia el mismo problema básico de la deserción.
Ahora bien, los comités de este tipo intentan disimular su rechazo mediante planteamientos tales
como: “busquemos a un líder”, “nombremos a un secretario de actas”, “esto no nos incumbe”, “yo
nunca pedí meterme en esto” y “nuestro grupo es diferente”.
Sin planearlo, algunos comités conducen a uno o más de sus miembros a la deserción por descartar
las ideas de sus integrantes a la ligera. Es importante que tanto los equipos como los individuos
aprendan cómo decir “no” correctamente, cómo advertir a los asistentes que están procediendo
inadecuadamente. Aquellos comités que cortan a dos o tres de sus miembros desde el inicio de las
discusiones, acaban por fracasar en su trabajo.
2
LA DOMINACIÓN EN LOS GRUPOS
Los comités o grupos de trabajo de tipo misionero, o dependiente, tienden a inclinarse ante
cualquier influencia que se ejerce sobre ellos. Esta puede provenir, por ejemplo, de un integrante
fuerte que toma las riendas del grupo mientras los demás se someten a él dócilmente. Los comités
misioneros consideran que su papel radica esencialmente en apoyar cualquier acción del líder
relacionada directa o indirectamente con sus integrantes. En consecuencia, si el líder desea fijar
límites en el horario, esto se cumple; o si el líder desea que hable Juan, habla Juan.
El equipo misionero no equivale necesariamente a un conjunto de personas con un “sí” permanente
en los labios: si uno de sus integrantes dice que “no”, entonces, todos dicen “no”. Ahora bien,
cuando no surge un líder en su seno, este tipo de comité permanece pasivo y busca orientación en
el exterior, frecuentemente en reglamentos o procedimientos existentes o imaginarios.
A los grupos misioneros les encanta que hablen todos los asistentes: se escuchan todas las ideas
sean buenas o no y sus miembros casi nunca discrepan entre sí. De hecho, éstos consideran
que sus grupos son los mejores por la forma armoniosa en que llevan a cabo su cometido. Según
ellos, el conflicto es una condición humana despreciable, y es imposible desarrollar buenas ideas en
grupos donde difieren entre sí los puntos de vista de los participantes.
Generalmente, los equipos misioneros son trabajadores y se esfuerzan por acatar los reglamentos a
fin de cumplir con su tarea de la mejor manera. Sin embargo, al observarlos detenidamente, se
constata que, en realidad, su principal preocupación consiste en evitar “hacer olas”. Nadie pone en
peligro las relaciones afectivas en el grupo por llegar a una decisión bien fundada. Con el objeto de
no herir susceptibilidades, se toman acuerdos rápidamente y se suavizan las áreas ásperas de
discusión, de modo que los conflictos subyacentes no irrumpan jamás.
Caracterizados por la ausencia de tensiones internas, los comités misioneros irradian un carácter
relajado, feliz y complaciente. Pero, al mismo tiempo, carecen de incentivos necesarios para lograr
un alto grado de rendimiento o para analizar sus propias debilidades. De hecho, lo que aparece
como una gran cohesión entre sus integrantes, no es, en realidad, mas que una necesidad de
reclinarse los unos contra los otros.
MERMA EN LOS RESULTADOS POR LA LUCHA DE PODER
Una baja producción es el resultado común de los comités de tipo autocrático, o combativo, en los
cuales, por lo regular, se entabla una lucha por el poder ya sea manifiesta o encubierta. Y esto
genera, como consecuencia, un ambiente cargado en el grupo. A veces la lucha por el poder se
refleja en acciones tales como propuestas de modificar los procedimientos, o en ataques
irracionales contra los planteamientos de algún participante. Estos ataques provocan conductas
defensivas entre los asistentes, quienes tienden a reaccionar en una de dos formas: la retirada o el
contra-ataque.
3
En ocasiones, los comités autocráticos buscan a chivos expiatorios ya sea dentro o fuera del grupo.
Esto ocurre, generalmente, cuando el líder es demasiado poderoso para asestar sus ataques
abiertamente (por ejemplo, cuando el líder es el mismo jefe de departamento). La persona elegida
como chivo expiatorio suele ser o bien un integrante poco participativo o bien un individuo con
características semejantes a las del líder, facilitando, así ya sea su desplazamiento o
manifestaciones de agresión en su contra, respectivamente. Las características personales
comunes al líder y al chivo expiatorio pueden ser incontables e incluir su modo de ser, su voz y sus
antecedentes culturales.
El grupo autocrático siempre busca a un enemigo, ya sea al interior de sí mismo o al exterior, bajo la
forma de otro comité. Y la hostilidad que lo distingue suele manifestarse también en sus
interacciones con otros grupos. En pequeñas dosis, la tensión que genera este tipo de equipo
pudiera conducir a altos niveles de desempeño; sin embargo, por lo regular, ésta termina siendo
abrumadora.
La lucha permanente por el poder es uno de los rasgos predominantes de los equipos autocráticos.
Aquel o aquellos que pugnan por obtener el mando son fácilmente identificables, pues: hablan
demasiado, disienten vigorosamente, atraen la comunicación hacia sí, se sientan a la cabeza de la
mesa, al frente del grupo o en lugares prominentes, hacen planteamientos tales como: “nombremos
a un líder” y se ofrecen como voluntarios para el puesto de secretario, comenzando por tomar notas
de papel o en el pizarrón.
Es precisamente en el papel de secretario que resultan más nocivos para el comité quienes
persiguen el liderazgo. Se requiere de una habilidad especial para ser secretario sin dirigir, ya que el
ocupante de este cargo puede controlar al equipo simplemente con dejar de escuchar o de escribir
las intervenciones con las que él discrepa. Además, la mayoría de los integrantes de un grupo
tiende a enfocar sus declaraciones directamente al secretario a fin de asegurar que se registren sus
ideas, eliminándose así, el intercambio de agudezas hacia el interior del grupo. Por consiguiente, el
secretario –quien, a veces, así lo planea inconscientemente (a este tipo de persona le gusta
mandar)– es quien controla al equipo.
Camarillas y subgrupos comienzan a perfilarse a medida que los protagonistas de la lucha por el
poder buscan conquistarlo y ganarse el apoyo de adeptos. Así pues, sin resolver primero la lucha
por el poder, ningún equipo podrá jamás alcanzar un consenso.
LAS CONCILIACIONES
Los comités conciliadores con conducta de transacción se mueven de acuerdo con dos impulsos
distintos, es decir, pretenden realizar dos cosas simultáneamente, se preocupan por algo más que
por la tarea que les incumbe. Y esta preocupación velada constituye lo que se denomina su “agenda
oculta”.
4
Frecuentemente, las agendas ocultas son consecuencia de las motivaciones o los deseos de
algunos de los miembros del grupo. Por ejemplo, un comité puede estar debatiendo las ventajas de
implantar un nuevo sistema de contabilidad, mientras que, bajo la superficie de esta tarea
manifiesta, está componiendo un problema subyacente; a saber: ¿quién recibirá el crédito por el
nuevo sistema? o ¿quién explicará a los subordinados por qué se rechazaron sus ideas?
Las agendas ocultas tienden a obstaculizar la tarea del grupo o, al menos, afectan la forma en que
ésta se lleva a cabo. Ellas pueden ser promovidas por un individuo en particular o por varios
participantes. Obviamente, la intensidad con la que una agenda oculta obstruye el buen desempeño
de un grupo radica en la cantidad de individuos involucrados y la importancia que ellos le adjudican.
CÓMO ANALIZAR SU PROPIA CONDUCTA
Mientras los equipos desarrollan más la habilidad de diagnosticar y analizar su propia conducta,
menos se conforman éstos con explicaciones superficiales en torno a los fenómenos sociales que
caracterizan a los grupos de trabajo. Al contrario, los equipos que desarrollan este tipo de habilidad
se esfuerzan por explorar a fondo y hacer frente a las verdaderas causas y no sólo a los
síntomas de la conducta grupal.
Si a usted le interesa investigar tales causas, pídales a todos los miembros del comité en que
participa que revisen la conducta que presentaron como equipo en una de sus últimas reuniones.
Planteense las siguientes interrogantes:

¿Cuáles son los principales problemas que obstruyen nuestros esfuerzos por trabajar juntos?

¿En cuáles áreas de discusión baja el nivel de nuestro desempeño?

¿Estamos aprovechando de manera óptima todos los recursos que ofrece nuestro grupo?

¿Son nuestras decisiones las mejores posibles?

¿Pueden otros equipos trabajar mejor que nosotros? ¿Por qué?

¿Se exploran todos los asuntos a tratar con la profundidad requerida?

¿Funciona nuestro equipo con un máximo de eficiencia?

¿Cuáles son los obstáculos que debe superar nuestro equipo?
Pídale a sus compañeros que escriban sus respuestas individualmente y, luego, léalas ante el
grupo. Posteriormente analicen entre todos cada serie de respuestas de acuerdo con los siete
factores que intervienen en el funcionamiento de todo comité de trabajo: finalidad, intervenciones,
atención, desacuerdo, liderazgo, decisión y evaluación. La matriz expuesta en el Cuadro 2 le
ayudará a identificar el tipo de comité o grupo al que usted pertenece. Con base en esta
información, su comité podrá comenzar a desarrollar su verdadero potencial de trabajo.
5
CUADRO 2
MATRIZ DE ANÁLISIS PARA COMITÉS INCOMPETENTES
DESERTOR
PROPÓSITO
Insignificante o
inexistente
Sólo se generan
intervenciones
aceptables para
todos
Se atacan las
intervenciones
insignificantes o de
poca utilidad.
Las intervenciones
dependen de los
deseos individuales
de los asistentes
A nadie le interesa
escuchar
Se escuchan todas
las ideas, buenas o
malas
Se escucha sólo a Los integrantes sólo
una o dos personas escuchan lo que
quieren
Nadie se molesta
por divergir
Siempre existe
acuerdo total entre
los asistentes
Se producen
numerosos y violentos desacuerdos;
éstos se manejan
inadecuadamente
Se producen
desacuerdos por
cuestiones de
competitividad e
intereses egoístas
Inexistente
Los líderes en
potencia son
exageradamente
cautelosos
Generalmente se
entabla una lucha
por el poder
Generalmente, el
líder presenta un
carácter indefinido
Se llega a pocas
decisiones
Las decisiones
deben complacer a
todos los
integrantes
Pocas decisiones
Las decisiones
gozan del apoyo de representan una
todo el grupo
serie de
concesiones
Inexistente
Se esquivan
cómodamente los
puntos álgidos
La evaluación
presenta
generalmente un
carácter negativo
LIDERAZGO
EVALUACIÓN
DE TRANSACCIÓN
Poca finalidad
consistente
DESACUERDO
DECISIÓN
AUTÓCRATA
Mantener la
Divergir
armonía en el grupo
Nadie se interesa
por intervenir y
CONTRIBUCIONES contribuir
ATENCIÓN
MISIONERO
Por lo regular, la
evaluación se
centra en el
cumplimiento de las
“agendas ocultas”
Artículo publicado en la revista
Management Today en español, abril de 1989; pp. 7-13.
6
Descargar