Depresión La depresión es una especie de terrorífico fantasma que a todos nos acecha. Hay quien la ha llamado la enfermedad de la vida moderna, y es un hecho conocido que todas, absolutamente todas las personas, padeceremos algún tipo de depresión cuando menos una vez a lo largo de nuestra vida. Pero, hay diferencias. Sentirse triste o desanimada es algo normal; nuestra mente también tiene sus ratos malos, como los tienen nuestro estómago o nuestros pulmones. Pero cuando te sientes tan desdichada que no puedes trabajar, ni disfrutar de la vida, ni siquiera funcionar normalmente, entonces es muy posible que estés padeciendo una depresión. Los síntomas de la depresión ¿Cómo saber si estás triste o cansada, o francamente deprimida? Estarás deprimida si presentas uno o varios de los siguientes síntomas, por un lapso de más de dos semanas: • Un sentimiento constante de pesimismo y tristeza. • La sensación de no valer nada, de desesperanza, culpabilidad o desesperación. • El dejar de disfrutar la vida, y la pérdida de interés en tu trabajo, en tus relaciones, en la comida, en el sexo, en las distracciones y en todas aquellas cosas que siempre habías disfrutado. • Falta de energía y sensación de cansancio. • Tendencia al aislamiento. • Inclinación hacia la evasión (fugarte de la realidad a través de dormir mucho en horas hábiles, consumir drogas o alcohol, permanecer sin hacer nada). • Problemas para conciliar el de sueño durante la noche. • Dificultad para concentrarte, para recordar, para tomar decisiones y hacer cosas sencillas, además de una sensación de estarte moviendo en cámara lenta. • Pérdida o aumento inusual de peso. • Frecuentes pensamientos sobre la muerte. • Molestias inexplicables y persistentes (como dolores de cabeza, de estómago o musculares), que no responden al tratamiento. (Fin del recuadro.) ¿Qué la provoca? La depresión es muchas cosas y a la vez: un estado de ánimo, una actitud ante la vida, un sentimiento desagradable que no desaparece. Es, en muchos sentidos, una enfermedad del alma. Pero también es un trastorno en el funcionamiento bioquímico de ese centro de mandos por excelencia que se llama cerebro. Nuestro cerebro produce sustancias que nos hacen funcionar. Sustancias como las endorfinas, que nos ayudan contra el dolor; o las catecolaminas y (entre las que están la adrenalina, la noradrenalina y la dopamina) que son poderosos neurotransmisores, y compuestos como el litio, cuya ausencia o insuficiencia tienen mucho que ver en la depresión. La depresión grave debe ser tratada por un médico psiquiatra, que puede administrarnos los medicamentos adecuados para suplir la falta de producción del cerebro de las sustancias o compuestos que nos ayudan a estar bien. Pero nadie se cura de una depresión si no quiere hacerlo, de manera que una actitud mental y positiva, las ganas de salir de ella y la propia fuerza de voluntad de la persona son factores determinantes en la guerra contra esta enfermedad. El lado bueno de la depresión. En su libro "Buenas noticias sobre la depresión", el doctor Mark S. Gold, fundador de los Laboratorios de Diagnósticos Psiquiátricos de América, explica que la depresión cumple una importante función para dentro de la supervivencia, pues hace que nuestro cuerpo entre en un receso que le permite “cargar las pilas” y salir adelante. De acuerdo con esto, la depresión puede muy bien ser un mecanismo del que se vale nuestro cuerpo para avisarnos que necesita algo de paz y tranquilidad, que está cansado, que no puede más. Pero esto no es todo. La depresión pone a prueba la fuerza interior de la persona. Cuando tú te hundes en ese mundo oscuro pero te rebelas, y te esfuerzas por salir adelante, y logras salir de ella, con o sin ayuda de los medicamentos, estás demostrándote a ti misma que tienes capacidad de supervivencia, que eres fuerte, y que tienes lo que se necesita para afrontar lo que venga y tener éxito. Si tú logras sobreponerte a una depresión, podrás sobreponerte casi a todo. Claro que no necesitas enfermarte para demostrar esto. Puedes hacerlo controlando tus estados de ánimo negativos, tus pensamientos pesimistas. Puedes hacerlo si controlas las circunstancias que te rodean y no permites que sean ellas las que te dominen. Puedes hacerlo si les das a cada momento y a cada situación su propio peso y su propio valor. Cada persona tiene, dentro de sí misma, una parte que es esencialmente feliz. A veces la perdemos porque permitimos que las situaciones negativas nos abrumen, que los pequeños problemas se vuelvan montañas, que las crisis nos derroten. Cada vez que te sientas un poco triste, recurre a esa parte feliz que existe en tu interior, y recuérdate a ti misma que la vida, con todos sus problemas, es única y que es tan bella como tú quieras que lo sea.