Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires Comisión de Violentología Relatoria de la sesión del 6 de junio de 2012 El miércoles 6 de junio de 2012 tuvo lugar la segunda sesión de la Comisión de Violentología en la sala 5 del anexo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. A la reunión asistieron la diputada Maria Alejandra Martínez y los diputados Juan de Jesus, Carlos Ramíro Gutiérrez y Franco Caviglia. En representación del diputado Abel Buil asistieron la señora María Marelli y el señor Jorge Moreira. En representación de la diputada Viviana Nocito asistió la licenciada Patricia Paggi. También concurrieron la profesora Claudia Carpintero, de la Red Provincial por Mujeres Libres de violencia; la Dra. Carolina San Román y el señor René Palacios, asesores del Diputado Juan De Jesús; y el equipo de asesores del Diputado Caviglia conformado el Dr. Gerardo Gonzalez y el Lic. Leonardo Villafranca. En calidad de relatora participó la Mag. Paola Rodríguez. La sesión comenzó con la presentación del cronograma de invitados a la Comisión para el año 2012. Al respecto, la diputada Maria Alejandra Martínez propuso extender la invitación al Dr. César Ventimiglia quien ha desarrollado trabajos sobre victimas de la violencia y estigmatización. El diputado Juan de Jesus propuso que en el caso de invitados destacados se haga una convocatoria más amplia que garantice la presencia de actores que puedan ser ejecutores de cambio. Además, sugirió que la invitación al Dr. Adolfo Pérez Esquivel lleve la firma de la H. Cámara de Diputados. A continuación, Paola Rodríguez recordó la metodología propuesta para la sesión. Esta consistiría en realizar un abordaje de la noción de violencia desde diferentes perspectivas disciplinares y teóricas (antropología, derecho, trabajo social, criminología, sociología, psicología, etc), atendiendo al campo de interés de cada participante, dada su formación profesional o su inquietud personal. El objetivo de la sesión sería avanzar en el campo de las múltiples definiciones de la violencia, analizando el alcance y limitaciones de cada una, y discutiendo si es posible y conveniente encontrar un núcleo conceptual común. El diputado Caviglia empezó señalando la distinción entre violentología y violentografía. La primera como un campo de conocimiento que iría a las razones últimas de la violencia, y la segunda, como un saber descriptivo que a partir de un corte horizontal intenta desentrañar los diversos sentidos y significados de la violencia. El campo de la violentografía coincidiría así con los saberes que cada disciplina ha desarrollado en torno a la violencia. Pero, aún cuando la violentología se oriente al conocimiento de las razones últimas, es necesario que considere aquello que ya ha sido señalado en otras áreas del conocimiento. El marco teórico es el límite desde el cual cada disciplina define un sentido de la violencia. Ahora bien, ¿ es la violencia un término unívoco o multivoco? Según Caviglia, la violencia es un término multívoco y polisémico, por ello, el diputado prefiere referirse a las violencias en plural. Además agregó que no sólo no es posible tener un concepto único de violencia, sino que esto es claramente inconveniente. Su invitación entonces se dirigió a observar la violencia desde la violencia misma, desde su propia ciencia, pero tomando en cuenta aquello que se ha dicho de ella antes, en el entendido de que para saber a dónde debemos ir, debemos saber de dónde partimos. A continuación tomó la palabra el diputado Juan de Jesus afirmando que, más allá de las reflexiones conceptuales, la violencia “es”, es un fenómeno que existe. En este sentido, la pregunta a realizar es ¿a qué esfera del comportamiento humano corresponde la violencia? ¿Dónde podemos ubicarla? ¿En los comportamientos humanos, en las conductas humanas, en la cultura, en los disvalores? ¿Se encuentra dentro de la cultura, o fuera de ella? A éstos cuestionamientos Caviglia agregó otro: ¿Es la violencia una pulsión innata o es algo adquirido producto de la conducta social? Caviglia citó al biólogo chileno Humberto Maturana quien afirmó que “somos máquinas biológicas”. Caviglia explicó que esto no quiere decir que seamos violentos per se, sino que tenemos la potencialidad de ser violentos. Está en nuestros genes, pero es un mecanismo de la cultura el que activa esta tendencia. En esta linea de discusión, intervino la Lic. Patricia Paggi para ofrecer una distinción entre lo biológico no humano, que se correspondería con el instinto, y lo biológico humano, que involucraría el uso de la razón. En lo biológico humano la razón interviene para poner freno a la violencia. De esta manera, el hombre es dueño y responsable de su propia violencia, a diferencia de los animales. Pero, aún en el marco de las teorías innatistas, para las que la agresividad es imprescindible para la supervivencia, el hombre continua siendo dueño de sus violencias. De lo contrario, quedaría inerme ante sus instintos. En este punto, Caviglia anotó la porosidad del límite que separa violencia de agresividad . Sobre lo difuso de esta frontera y la crisis que esto connota, el diputado remitió al estudio del psiquiatra Anthony Storr (1981)1. Además, hico alusión al trabajo del biólogo Richard Dawkins (1976)2. Paggi avanzó en su crítica de las teorías innatistas de la violencia refiriendo la existencia de estudios antropológicos que desmienten el uso universal de la violencia como método de tratamiento de los conflictos en las comunidades primitivas. Destacó el Ensayo sobre el Don de Marcel Mauss [1924], en el que sostiene que es el principio de intercambio y no el de enfrentamiento el que prima como modo de relación en algunas sociedades arcaicas.3 1 . Nota de la Relatora: En su libro La Agresividad Humana, Anthony Storr, escritor y psiquiatra inglés, estudia las diversas teorías que han tratado de descubrir las raíces de la agresividad humana y analiza las formas que ésta adopta durante los sucesivos períodos de desarrollo humano y en los comportamientos neuróticos y psicóticos. A juicio de Storr, la agresividad del hombre es un instinto cuyos efectos pueden ser controlados y encauzados, pero en ningún caso suprimidos. Aunque los actos de crueldad humana suelen ser atribuidos a instintos atávicos procedentes de anteriores etapas de la evolución biológica, lo cierto es que nuestra especie es la más despiadada de cuantas habitan el planeta: dentro del reino animal, sólo el hombre ha llegado a extremos de conducta que llevan aparejada la destrucción sistemática de miembros de su propia colectividad. 2 Nota de la Relatora: En El Gen Egoísta, Dawkins examina la biología del altruismo y del egoísmo, y demuestra que el factor importante en la evolución no es el bien de la especie o grupo, como tradicionalmente se entiende, sino el bien del individuo o gen. El comportamiento está regido por el egoísmo de los genes de cada organismo, y no por el altruismo de cada individuo con respecto a los demás miembros de su especie. En esta perspectiva, los individuos son máquinas creadas por los genes para su supervivencia. En cuanto al hombre, Dawkins afirma que se trata del único organismo capaz de hacer frente y llevar la contraria a los dictados de los genes egoístas, gracias a su consciencia: sólo el hombre puede revelarse contra la tiranía de los replicadores egoístas. La mayoría de las características que resultan inusitadas en el hombre se deben a la cultura, que Dawkins también pretende tratar como una unidad de transmisión, aunque con unos mecanismos particulares. 3 Nota de la Relatora: Marcel Mauss observa que en la civilización escandinava y en muchas otras, los intercambios y los contratos siempre se realizan en forma de regalos, teóricamente voluntarios, pero, en realidad, entregados y devueltos por obligación (2009:78). El “Potlach” o Don es una prestación total de tipo agonístico en el que subyace un principio de rivalidad o antagonismo que enfrenta a sus jefes en diferentes practicas de intercambio no mercantil que pueden llegar hasta la muerte. En su búsqueda sobre la razón por la cual se intercambia, se da y se recibe, Mauss plantea que la cosa ofrecida tiene alma, así la obligación por la cosa es una obligación entre almas (entre las almas de las personas que se encuentran relacionadas en el intercambio), ofrecer una cosa a alguien es ofrecer algo propio, algo de la propia alma. Aceptar algo de alguien significa aceptar la esencia espiritual de su alma. La cosa que se sirve no es algo Claudia Carpintero continuó con el análisis de las sociedades primitivas y mencionó la exietencia de recientes hallazgos antropológicos en los que, tras el análisis de restos humanos, se encontró evidencia de que la causa de muerte habia sido un ataque violento (Falta referencia). Este no es un dato menor, porque relaciona la violencia con el proceso mismo de hominización, y parte de este proceso es el encuentro del hombre con otros semejantes, esto es, el reconocimiento del Otro. Cerrando esta primera intervención, Carpintero concluyó que la potencial agresividad en la cultura se llama violencia. El diputado Caviglia retomó la palabra para recomendar la lectura del filósofo Emanuel Levinas acerca del tema de la alteridad.4 Además advirtió acerca del carácter contraintuitivo de las tendencias violentas a lo largo de la historia. Contra el sentido común, afirmó el diputado, las sociedades actuales no son más violentas que las antiguas. Así parecen confirmarlo los estudios de Norbert Elías (1988) Steven Pinker (2011) y Jean Claude Chesnais (1992), según los cuales los hechos violentos han disminudo progresivamente con el paso del tiempo. Contrastando con la reducción del número de hechos violentos, se ha producido un aumento en la percepción de inseguridad por parte de los ciudadanos. Esto puede deberse, según Caviglia, a dos factores: a un progreso de la conciencia moral producto del proceso civilizatorio, parafraseando a Maritain (1947)5, que hace que exista una menor tolerancia del hombre inerte, otorga un poder especial, es animada y a veces individualizada, tiende a producir la devolución a su lugar de origen o a producir un equivalente que la reemplace . 4 Nota de la relatora: En castellano pueden consultarse: Entre nosotros: ensayos para pensar en otro (1993) y Humanismo del otro hombre (1993). Para Lévinas el encuentro con el Otro es un "acontecimiento" o incluso un "acontecimiento fundamental", la experiencia más importante, la que llega hasta los horizontes más lejanos. Levinas desarrolla la idea del Otro como una entidad única e irrepetible, contrapuesta -de manera más o menos directa- a dos fenómenos del siglo XX: el nacimiento de las masas, que abolió el estado de separación del individuo, y la expansión de ideologías totalitarias destructivas. El concepto del "Otro" subraya las diferencias entre los individuos, entre sus características no intercambiables e irreemplazables rescatando y elevando al ser humano y al Otro. Lévinas propuso que no sólo debemos dialogar cara a cara con el Otro: también debemos "responsabilizarnos" por él. Levinas rechaza la violencia porque conducíe precisamente al aniquilamiento del “Otro”. 5 Nota de la relatora. El filosofo tomista Jacques Maritain participó en una Comisión de Naciones Humanas para la Declaración de los DDHH en 1948. En su opinión, lo que se manifiesta en el acuerdo sobre los derechos humanos, a pesar de fundamentarlos filosoficamente de maneras muy diversas, es que el conocimiento y el sentimiento moral de la humanidad han salvaguardado esos valores basicos. En este sentido “[l]o que importa ante todo al progreso moral de actual hacia la violencia; y a una saturación de imágenes violentas por parte de los medios de comunicación que contribuye a aumentar la sensación de inseguridad. 6 No es gratuito, afirmó Caviglia, que aquellas sociedades en las que las tasas de homicidio son menores, como Argentina, Chile y Uruguay, en América Latina, las encuestas de percepción de la inseguridad arrojan los niveles más altos. En contraste, aquellas sociedades con un alto índice de violencia se produce una especie de acostumbramiento que se ve reflejado en una baja percepción de inseguridad (Falta referencia). Claudia Carpintero sostuvo una posición contraria. En su opinión, no ha habido un periodo tan violento como el corto siglo XX7, y el desarrollo de las dos Guerras Mundiales es la humanidad es la toma de conciencia experimental, que se produce fuera de los sistemas y sobre distinta base logica, que los sistemas facilitan unas veces, cuando despiertan la conciencia, y contrarian otros, cuando oscurecen las apercepciones de la razon espontánea o cuando hacen sospechosa una adquisicion autentica de la experiencia moral, al vincularla a algun error teórico o a alguna flosofia engañosa” (Maritain, 1972:24) 6 Nota de la relatora. En respuesta a la pregunta ¿No ha sido el siglo XX el más violento de la historia? el linguüista Steven Pinker respondió lo siguiente, en una entrevista del año 2011: “Probablemente no; ver el capítulo 5 [de mi libro] especialmente las págs. 189-200. Los datos históricos de los siglos pasados son mucho menos completos, pero las estimaciones actuales del número de muertes, cuando se calcula en proporción a la población mundial del momento, demuestra al menos nueve atrocidades anteriores al siglo XX (que conozcamos) que pueden haber sido peores que la Segunda Guerra Mundial. Las que surgieron de la caída de los imperios, las invasiones de tribus a caballo, el comercio de esclavos, la aniquilación de poblaciones nativas, con las guerras religiosas detrás. La Primera Guerra Mundial ni siquiera llega al top ten. Además, un siglo comprende cien años, no solo cincuenta, y la segunda mitad del siglo XX vio una Larga Paz (capítulo 5) y una Nueva Paz (capítulo 6) con tasas inusualmente bajas de muertes en guerra”. Reportaje completo disponible en: http://www.terceracultura.net/tc/?p=3804 Fecha de consulta: 07/06/2011 7 Nota de la Relatora: El corto siglo XX es un concepto creado por el historiador británico marxista Eric Hobsbawn para referirse al periodo comprendido entre 1914 y 1991, esto es, entre el comienzo de la Primera Guerra Mundial y el colapso de la Unión Soviética.El término análogo y complementario es el largo siglo XIX, también acuñado por Hobsbawm, el cual denota el período histórico comprendido entre 1789 y 1914. evidencia de ello. De hecho, es a partir del horror generado por estos eventos bélicos, sumados a otros como la Guerra de Vietnam, que se produce el despertar de la conciencia de los jóvenes europeos y norteamericanos en la década del sesenta, en el movimiento hippie que manifestó un rechazo fehaciente a la guerra y el autoritarismo. A continuación intervino la dip. Maria Alejandra Martínez quien se refirió a varios de los puntos discutidos hasta ese momento. En torno al carácter de la violencia señaló que esta es inherente al ser animal pero que persiste en el ser cultural. La violencia no solo existe sino que es aceptada por nuestra cultura.De ahi la necesidad de posar la vista en los mecanismos de legitimación de la violencia que tienen lugar en el poder político. Por otra parte, Martínez retomó la discusión sobre la violencia en la historia, advirtiendo que la Primera Guerra Mundial implicó una ruptura en la conciencia de occidente. Al tratarse cualitativa y cuantitativamente de un horror mayúsculo, la Gran Guerra obligó al cuestionamiento del paradigma de la “Verdad”. La crisis de las grandes Verdades es un cambio de paradigma por el que continuamos transitando hasta hoy. Finalmente, la diputada se refirió a la relación entre violencia y disparidad haciendo notar que la violencia se produce entre los que no son pares. Coincidiendo con Martínez, la licenciada Patricia Paggi afirmó que no hay paridad en la violencia, pues se trata siempre de una relación desigual. Paggi enlazó la problemática de la violencia con la de la constitución del sujeto. Trajo a colación las teorías psicoanaliticas que han sostenido que el reconocimiento de la alteridad es fundamental para la constitución del sujeto. La figura del “Otro” tercero es fundamental para que el infante opere su separación definitiva de la madre y adquiera conciencia de si. 8 Sin embargo, 8 Nota de la Relatora: En el Estadio del espejo y la formación del yo, Jacques Lacan (1949) afirma que el reconocimiento de la propia imagen especular ocurre con ayuda de y en relación a un otro semejante. Así el niño, todavía en un estado de impotencia e incoordinación motriz anticipa imaginariamente la aprehensión y dominio de su unidad corporal. El proceso que se pone en marcha aquí es el de la identificación con la imagen del semejante como forma total, lo que permitiría una «unificación imaginaria» El semejante, al que se alude en la segunda condición, aquel Otro, es en principio la madre (o quien cumpla la función materna).El regocijo experimentado al observar su imagen es también un primer momento de sentimiento de placer con su cuerpo, sin la directa asistencia de la madre. Pero el estadio del espejo por sí sólo, con la implicación de la madre o la función materna, no resultan suficientes para la subjetivación. Lacan deduce luego que se requiere un tertium, un tercero. Es la función paterna la que permitirá mantener la noción de unidad corporal del sujeto y luego el desarrollo psíquico que deviene a partir de esta primera percepción de unidad. este “tercero Otro” no tiene que ser necesariamente amenazante. De ahi que una cuestión a resolver para pensar la violencia sea: ¿cómo se produce el tránsito hacia una percepción del Otro qcomo un potencial enemigo? En relación los efectos de la Primera Guerra Mundial, el diputado Caviglia recordó la carta que el fundador del psicoanálisis dirigió a Albert Einstein en respuesta a la pregunta ¿qué puede hacerse para defender a los hombres de los estragos de la guerra? Caviglia resaltó la respuesta dada por Freud en la que exhortaba a Einstein a trabajar en todo lo relacionado con la educación y la cultura, elementos disuasores de la pulsión destructiva de los hombres y canalizadores de la líbido hacia algo productivo.9 El turno de intervenir correspondió al diputado Ramíro Gutiérrez. Antes de iniciar su disertación, Ramírez propuso que la invitación a las sesiones con expertos se hicieran lo más amplias posibles, de manera que pudieran ser aprovechadas por la mayor cantidad de público. Recomendó que se envien comunicaciones al Colegio de Abogados, al Colegio de Magistrados, a las Universidades y a los medios de prensa. Además sugirió que se entregue un certificado de participación a expositores y a asistentes y que se otorgue algún reconocimiento adicional a los primeros. Gutierrez empezó su intervención analizando las condiciones de emergencia de la criminología, como un ejercicio que puede ayudar a pensar cómo habría de constituirse una “ciencia” novísima como la violentología. Partiendo de lo planteado por E.R. Zaffaroni (2003) al referirse a la criminología como una “una aproximación desde un margen”, esto 9 Reproducimos aquí el pasaje de la carta de Freud al que hizo alusión el diputado Caviglia: “Entre los caracteres psicológicos de la cultura, dos parecen los más importantes: el fortalecimiento del intelecto, que empieza a gobernar a la vida pulsional, y la interiorización de la inclinación a agredir, con todas sus consecuencias ventajosas y peligrosas. Ahora bien, la guerra contradice de la manera más flagrante las actitudes psíquicas que nos impone el proceso cultural, y por eso nos vemos precisados a sublevarnos contra ella, lisa y llanamente no la soportamos más. La nuestra no es una mera repulsa intelectual y afectiva: es en nosotros, los pacifistas, una intolerancia constitucional, una idiosincrasia extrema, por así decir. Y hasta parece que los desmedros estéticos de la guerra no cuentan mucho menos para nuestra repulsa que sus crueldades. ¿Cuánto tiempo tendremos que esperar hasta que los otros también se vuelvan pacifistas? No es posible decirlo, pero acaso no sea una esperanza utópica que el influjo de esos dos factores, el de la actitud cultural y el de la justificada angustia ante los efectos de una guerra futura, haya de poner fin a las guerras en una época no lejana. Por qué caminos o rodeos, eso no podemos colegirlo.n Entretanto tenemos derecho a decirnos: todo lo que promueva el desarrollo de la cultura trabaja también contra la guerra” (Freud, 1981: 56) es, como un saber que no pretende ser apriorísticamente una ciencia con existencia y autonomía propias, Gutierrez se pregunta por la meta de la violentología: ¿acaso se trataría de lograr una “aproximación” a la violencia? Si este fuera el caso, ¿qué implica aproximarse a la violencia desde los márgenes? Según Zaffaroni, avanzar en el camino de la “aproximaciónes”, implica enfrentar cuatro grandes dificultades u obstáculos: a) La notoria diversidad fenómenica entre el “centro” desde donde se ha producido el conocimiento cientifico y nuestro margen latinoamericano; b) La concientización de que nuestro margen es otro entre muchos otros parajes marginales, sin que ello incurra en un aislamiento intermarginal con respecto a otras experiencias tambien marginales (africa, otros paises de AL); c) La limitación instrumental de las investigaciones de campo en América Latina, donde no son tan indispensables como en los países del centro y las consecuencias de esta limitación sobre un campo de saber que devendría “sincrético”, “heterodoxo”, “Intuicionista” o “poco cientifico”; y d) La imposible pretensión de objetividad para un campo de conocimiento que centra su hilo conductor en las relaciones de poder y su vínculo con los sistemas ideológicos (2003:3-5). Es probable que la violentología, como una aproximación formulada y pensada desde la periferia, atraviese las mismas dificultades que las señalas por Zaffaronni para la criminologia. Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones de emergencia de esta nueva ciencia? ¿en qué contexto se produce su aparición? Ramírez propone como un diagnóstico posible aquel elaborado por Elias Neuman en su libro Victimología y Control Social (1994). Allí, el jurista reconstruye el panorama del “mundo técnocrático y posindustrial [donde] se describe al éxito como el resultante del progreso rectilíneo y si fuera posible, geométrico” (1994:15). En este mundo dominado por la ciencia y la técnica, “el contrato social ha sido socavado en sus presupuestos por una ingente cantidad de seres humanos que no pueden- y en oportunidades no quieren- prestar consenso y se rebelan muy a pesar suyo. ¿O es que ha sido la propia sociedad la que los ha arrojado por la borda del contrato de lo establecido?” (Ibíd.:16). La violencia en sus diferentes manifestaciones sería el producto del fracaso del contrato social descrito por Neuman. Ahora bien, ¿qué ocurría con la violencia antes de pactar cualquier contrato social? Pensando en los hombres primitivos, Ramírez remite al trabajo de Ricardo Guibourg (2006) donde construye un relato ficticio para representar el origen histórico de conceptos normativos como el ataque, la defensa, la amenaza, la cooperación, la justicia y la paz. En dicha historieta, el hombre primitivo resolvia todos sus asuntos violentamente hasta que fue reconociendo los beneficios de la moderación de la violencia y del desarrollo de conductas cooperativas. La aparición de la justicia, como el último peldaño de esta carrera implicó el logro de un equilibrio social, si bien este nunca fue estable y se halla en permanente cambio. Expuestos los aportes de Zaffaronni, Neuman y Guibourg, Ramiréz procedió a cuestionarse acerca de cuál sería un posible punto de partida para el estudio de la violencia. Este podria ser idealista o realista. En el primer caso, se trataría de construir un concepto de violencia, a riesgo de caer en un idealismo furioso, cuyos efectos no deseados ya hemos conocido a lo largo de la historia. Esta via es rechazada por Ramírez quien prefiere aventurarse por las vias del realismo, esto es de los hechos de violencia, antes que de su posible conceptualización. Este punto de partida abre un debate mayor, relativo al estatus epistemológico de la violentología: ¿Es una ciencia o es una disciplina asimilable? Si definimos la violentología como una ciencia social nos encontramos con dos dificultades: a) es una ciencia en la que el hombre se define a si mismo, deviniendo extremadamente subjetiva y por tanto, limitada, y b) Tiene un objeto de estudio que muta permanentemente y por lo tanto, no es posible alcanzarlo definitivamente. Asi las cosas: ¿partimos de un común denominadora todas las nociones de violencia o es este un campo tan abierto y dinámico que es imposible aprehenderlo? ¿Asociamos necesariamente la violencia al hombre o aceptamos que hay violencia en la naturaleza incluso antes de la hominización? Para Ramírez la violencia es el oxígeno del desarrollo social y natural. De allí que asocie una primera aproximacion a la violencia con la reflexión que hiciese el filósofo Michel Foucault respecto de los ilegalismos: « U]nicamente una ficción puede hacer creer que las leyes están hechas para ser respetadas, que la policía y los tribunales están destinados a hacer que se las respete. Únicamente una ficción teórica puede hacernos creer que nos hemos suscrito de una vez por todas a las leyes de la sociedad a la que pertenecemos. Todo el mundo sabe también que las leyes están hechas por unos, y que se imponen a los demás. Pero al parecer podemos dar un paso más. El ilegalismo no es un accidente, una imperfección más o menos inevitable. Es un elemento absolutamente positivo del funcionamiento social, cuyo papel está previsto en la estrategia general de la sociedad. Todo dispositivo legislativo ha articulado unos espacios protegidos y provechosos en los que la ley puede ser violada. con otros en los que puede ser ignorada, con otros finalmente en los que las infracciones son sancionadas. En el límite, me atrevería a decir que la ley no está hecha para impedir tal o cual tipo de comportamiento, sino para diferenciar las maneras de vulnerar a la misma ley (Foucault, 1987:87)10 La violencia, como los ilegalismos, no sería un accidente, ni una imperfección más o menos evitable, sino un elemento positivo del funcionamiento social sin el cual éste no sería posible. Con estas palabras, el diputado Ramírez terminó su intervención. Antes de finalizar, se informó que el miércoles 13 de junio no habría reunión de la Comisión. Como fecha para el próximo encuentro se fijó el miércoles 27 de junio. Siendo las 15: 40 se dió por finalizada la sesión. Referencias bibliográficas Chesnais, Jean Claude (1992). Historia de la violencia: el homicidio y el suicidio a través de la historia, en VVAA. Pensar la Violencia. Revista Internacional de Ciencias Sociales N° 132, Junio de 1992. Dawkins, Richard (1976). El Gen Egoísta: Las bases biológicas de nuestra conducta.Salvat Ciencia, Madrid. Elías, Norbert (1988). El proceso de la civilización. Investigaciones socio-genéticas y psicogenáticas, FCE, México. Foucault, Michel (1987). Saber y verdad. Ediciones La Piqueta, Madrid. Freud, Sigmund [1932] (1981). “El por qué de la guerra”, en Obras completas, tomo 3. Madrid, Biblioteca Nueva. Guibourg, Ricardo (2006). La construcción del pensamiento. Decisiones metodológicas, Buenos Aires, Colihue. Lévinas, Emmanuel (1993). Entre nosotros: ensayos para pensar en otro. Editorial Pre-Textos, 10 Se trata de la traducción al español de una entrevista hecha a Foucault por el periódico Le Monde el 21/ 2/1975. Madrid. Lévinas, Emmanuel (1993). Humanismo del otro hombre. Caparrós Editores, Madrid. Maritain, Jacques [1943](1972). Los derechos del hombre. La Pléyade, Buenos Aires. Mauss, Marcel [1924](2009). Ensayo sobre el don. La forma y la razón del intercambio en las sociedades arcaicas. Buenos Aires, Katz Editores. Neuman, Elías (1994). Victimología y control social: las víctimas del sistema penal, Editorial Universidad, Buenos Aires. Pinker, Steven (2011). The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined.New York, Viking Storr, Anthony [1968](1981). La agresividad Humana. Ed. Alianza editorial. Madrid Zaffaroni, Eugenio (2003). Criminología. Aproximación desde un margen. Temis, Buenos Aires