DEPRESION EN LA INFANCIA Y EN LA ADOLESCENCIA La historia de la depresión infantil ha atravesado diferentes avatares. De ser intensamente cuestionada o negada, a ser considerada una de las más frecuentes causas de consulta psicopediátrica. CONCEPTO DE DEPRESION EN LA INFANCIA La depresión infantil posee algunas características similares a la depresión en el adulto, aunque con síntomas acompañantes peculiares. Los síntomas básicos de las depresiones en la edad adulta no siempre son los más importantes en la infancia. Los síntomas-guía son estos: · Desánimo. · Astenia inmotivada (sin causa orgánica ni atribuíble a cansancio "normal"). · Irritabilidad. · Indecisión. · Sentimientos negativos acerca de uno mismo. · Sensación de incapacidad y de fracaso. La irritabilidad suele ser más importante que el desánimo en las depresiones de los niños y de los adolescentes. Los síntomas diferenciales de la depresión en la niñez y en la adolescencia son muy variados. La depresión en los niños y adolescentes se manifiesta a través de cualquier síntoma que signifique un empeoramiento del estado emocional, del estado afectivo, o que implique un descenso del rendimiento o un aumento de la conflictividad. La depresión es una enfermedad orgánica con múltiples manifestaciones. En la siguiente tabla se exponen los síntomas diferenciales que se consideran más importantes según la edad. Bien se presenten en racimos, bien aislados, nos deben incitar a sospechar una depresión y a poner en marcha los medios para su tratamiento por especialistas. Tabla Síntomas de la depresión infantil según la edad. Edad Síntomas Inferior a 7 años Llanto inmotivado. Quejas somáticas. Irritabilidad. Detenciones del desarrollo. Fobia escolar. Encopresis. 7 años a edad puberal Quejas somáticas. Agitación psicomotriz y ansiedad (no reactivas a nada en concreto). Agresividad. Apatía y tristeza. Sensación de "aburrimiento". Sensación de "estar superado por las exigencias". Falta de concentración. Bajo rendimiento escolar. Problemas importantes de desadaptación escolar; Fobia escolar. Trastornos de la eliminación. Trastornos del sueño. Cambios en los hábitos de sueño. Astenia y fatiga o pérdida de energía. Anorexia. Alteraciones en la esfera sexual, hipersexualidad. Indecisión. Ideas o conductas obsesivas. Ideas de muerte recurrentes (no necesariamente ideas de suicidio). Preguntas angustiadas acerca del más allá. Adolescencia Mismos síntomas que en la edad prepuberal. Conducta negativista o claramente antisocial.. Hurtos. Agresividad. Consumo de alcohol y/o drogas. Deseos de marchar de casa. Sentimiento de no ser comprendido (alienación) o aprobado. Malhumor e irritabilidad. Desgana para cooperar en actividades familiares. Tendencia a recluirse en la propia habitación. Desinterés por el aseo personal. Dificultades escolares. Retraimiento social con hipersensibilidad; especial respuesta al rechazo en relaciones amorosas. Trastorno del estado de ánimo, desmoralización y falta de alegría. Desinterés por cosas que antes le atraían. Visto de esta manera, el concepto de depresión en la infancia se amplía de forma considerable: "Cualquier trastorno emocional en un niño, mientras no se demuestre lo contrario, puede ser debido a una depresión. Cualquier trastorno emocional que se manifieste a través de síntomas en la conducta o en los aprendizajes, puede ser debido a una depresión. Cualquier cambio de conducta, a peor, en un niño, puede ser un índice de depresión". ¿EXISTEN "TIPOS" DE DEPRESION (ENDOGENA, REACTIVA, ETC.)? Toda depresión tiene unos factores endógenos (genéticos, bioquímicos) y unos factores exógenos (desencadenantes), y que todos ellos deben ser investigados y tratados en la medida de lo posible. BASES BIOLOGICAS DE LOS TRASTORNOS DEPRESIVOS La depresión es una enfermedad orgánica. Muchos de sus síntomas son psíquicos, pero otros (asténia, trastornos del sueño, falta de concentración, etc.) afectan a la esfera física. Las depresiones, todas las depresiones, tienen un claro componente bioquímico cerebral. Las depresiones infantiles responden a similares parámetros biológicos que las depresiones en adultos. TRATAMIENTO DE LA DEPRESION INFANTIL La depresión infantil, al igual que la de los adultos, responde bien a la combinación de dos tipos de tratamiento: 1. Acción psicoterápica, preferentemente cognitiva, que debe extenderse al entorno familiar. 2. Tratamiento farmacológico con psicofármacos antidepresivos (AD). En toda depresión hay factores bioquímicos y factores psicológicos, y de ahí que la combinación de terapéuticas que aborden ambos factores sean lo más eficaz. PSICOTERAPIA EN LAS DEPRESIONES INFANTILES Las acciones psicológicas a emprender son muy sucintas, y se basan, ante todo, en favorecer la aceptación por parte del niño de lo "pasajero" de su estado psicopatológico. Es importante que el niño depresivo se sienta comprendido, aunque él mismo no llegue a comprenderse del todo. No es imprescindible una acción psicoterápica individual, salvo discretos "toques" de abordaje comprensivo y de apoyo. Mucho más importante es la acción familiar. Si esta acción familiar se realiza en forma correcta, no será necesario ningún tipo de acción psicológica directa (psicoterapia) sobre el niño. Quizá sí sea necesaria una acción psicológica directa sobre los padres. El manejo de una situación de este tipo requiere la puesta en marcha de toda una serie de normas y modificaciones, al tiempo que precisa de unas aguas calmadas y un espíritu templado. La depresión infantil es un trastorno "corrosivo" si no se trata, pero suele presentar una excelente respuesta al conjunto de acciones terapéuticas. De todas formas, el cuidado psicoterápico queda muy condicionado a la confirmación o negación del diagnóstico de depresión tras la aplicación de los psicofármacos AD. En el caso de confirmarse la depresión, la medicación AD procurará, a medio plazo (de 15 días a 2 meses y medio), la mejoría suficiente como para que la aplicación del plan sea algo relativamente fácil. En el caso de no confirmarse la depresión, tendríamos que pensar en un trastorno emocional. En este caso sería necesario realizar una psicoterapia individual que ahondara en las raíces del conflicto como paso previo para su resolución.