JUVENTUD Y VIOLENCIA FAMILIAR Introducción Cuando hablamos de violencia intrafamiliar lo primero que se nos viene a la mente es el marido golpeando a su mujer o los abusos sexuales dentro del ámbito familiar. Son sólo los aspectos más conocidos y traumáticos, pero la violencia intrafamiliar es compleja y variada y afecta sobremanera el desarrollo emocional de las personas. Marca nuestras vidas y la manera de apropiarnos de la realidad. La violencia intrafamiliar puede ser física, psicológica, sexual… pero las heridas que deja en los niños y jóvenes marcan su modo de “estar en el mundo” y desenvolverse en la sociedad. La autoestima, la autoconfianza, la identidad y el sentido de pertenencia son fundamentales para desenvolverse en la sociedad y enfrentar retos y oportunidades en la vida. Y todo esto viene condicionado por el desarrollo emocional de los primeros años, que está fundamentalmente marcado por la familia. En las sociedades centroamericanas se dice que los jóvenes son los principales causantes de la violencia. Por culpa de este imaginario colectivo están siendo estigmatizados. Pero ¿cuánto de esta violencia es fruto de lo que les enseñamos los adultos o de lo que han sufrido al interior de la familia? ¿Por qué no se dice también que los jóvenes son los que más sufren la violencia, social y familiar, y son víctimas mayoritarias de la misma? La estigmatización de la juventud por la violencia es una manera de ocultar la responsabilidad que tiene la sociedad y la familia en el modo de proceder y de ubicarse en la sociedad de nuestros jóvenes. Las raíces de la violencia en las sociedades centroamericanas son múltiples y la intrafamiliar es una de ellas, que atraviesa clases sociales, etnias y religiones y deja una huella profunda en el crecimiento personal del joven. Jóvenes y violencia Vivimos en sociedades predominantemente jóvenes, pero sin apostar honestamente por ellos y ellas. El capitalismo neoliberal genera violencia económica (inequidad, pobreza, desempleo…), social (exclusión, falta de oportunidades para los jóvenes y mujeres, estigmatización, polarización…), cultural (machismo agresivo, marginación de indígenas, de jóvenes y mujeres…) y ambiental (falta de respeto a la Madre Tierra y sus recursos naturales). Además la especulación financiera ha desatado una crisis global y ha aumentado exponencialmente la corrupción, la inequidad, la desesperación de las mayorías empobrecidas y el aumento del poder y presencia del crimen organizado como una salida desesperada para mucha gente. Pareciera que la violencia es una consecuencia cruel e imposible de evitar de este capitalismo extremo, que está descomponiendo nuestras sociedades y especialmente a nuestros jóvenes. Esta es la sociedad que les estamos heredando a las y los jóvenes. Una sociedad con más posibilidades (teóricas) de elección y goce: televisión, internet, celulares, más acceso a estudios y formación. Pero la violencia generalizada, la falta de oportunidades reales y la estigmatización cierran los espacios para su desarrollo humano integral. Se les estigmatiza por su falta de valores, su irresponsabilidad, poca participación, apatía y adicción a las nuevas tecnologías que los aísla e incomunica. Pero no se toma en cuenta que estamos construyendo esta sociedad desde la convivencia familiar y comunitaria. Se les acusa de ser victimarios en las violencias que vivimos en Centroamérica pero no se dice tanto que la juventud también pone las víctimas. Y la familia ¿qué grado de oportunidad tiene para revertir estas dinámicas? ¿qué responsabilidad hay en la familia de generar jóvenes portadores de violencias o de cultura de paz y tolerancia? Hay diversas culturas y dinámicas que llamamos juveniles, pero muchas de éstas están ancladas en el desánimo por la baja autoestima personal y colectiva. Responsabilizamos a los jóvenes de pérdida de valores, de falta de responsabilidad y de apatía, pero ¿los escuchamos? ¿Les damos la oportunidad de demostrar su creatividad y su capacidad de participación y de responsabilidad? La violencia en las familias La violencia intrafamiliar provoca el desarraigo de los jóvenes de su primer foco identitario que es la familia. Además transmite un modo de resolver las diferencias por medio de la agresividad y la “ley del más fuerte”. Con la violencia en las familias se inicia la “herida” de nuestras sociedades enfermas por la violencia y la costumbre de convivir con ella y arreglar las cosas recurriendo a ella. La violencia intrafamiliar construye jóvenes inseguros y agresivos, que resuelven las diferencias con violencia. Produce una juventud en búsqueda de identidad y sentido de pertenencia que no lograron en sus familias, les da baja autoestima y poca confianza personal que los hace intolerantes y puede llevar a salidas poco sociables o a la integración en grupos violentos (tanto del crimen organizado, como de extremismos ideológicos de izquierda o derecha o a las maras: me siento poderoso y humillo a otros pero no me quiero ni me siento capaz de llevar una familia adelante…). La Violencia intrafamiliar atraviesa clases sociales, etnias y religiones. Son violentos y agresivos los jóvenes pobres y los ricos, los ladinos e indígenas… puesto que el machismo, que es una de las causas fundamentales de la violencia en las familias, contamina todos los estratos de nuestras sociedades. La marca de la violencia familiar en los niños y jóvenes es la que les heredamos los adultos a través de las familias y de las sociedades violentas en las que les acostumbramos a sobrevivir. La idealización de la familia y la violencia familiar La familia es un gran apoyo para los jóvenes y un gran referente para su realización futura. Pero su idealización provoca negación de la violencia intrafamiliar y ocultamiento de las heridas que ésta provoca: Inseguridad, baja autoestima, confusión, falta de identidad y de sentido de pertenencia, negación de la realidad, “vivir con secretos que duelen”… La familia da seguridad al joven si ha tenido una experiencia positiva (punto de referencia, identidad y sentido de pertenencia, autoestima, etc.), pero en general hay experiencias negativas de machismo, violencia intrafamiliar y desintegración que permanecen ocultas (nunca más sufrir por secretos ocultos) y se impide enfrentarlos. El modo de enfrenta r la vida y el desarrollo emocional de la persona nos reflejan el modo de convivencia familiar. La desmotivación y la rebeldía de los jóvenes son reflejos de abusos, violaciones físicas y/o sexuales, desprecios psicológicos y traumas provocados al interior de la familia. La capacidad de arriesgarse, la confianza en sí mismos, la relación respetuosa y tolerante con los demás, demuestra una experiencia familiar positiva. La tarea de educadores, acompañantes y de jóvenes es colaborar para que la violencia en la familia no nos deje traumados. Debemos ayudarnos a curar las “heridas” y no victimizarnos ni victimizarlos. Mientras no eliminemos la violencia familiar, tarea ardua y difícil pero no imposible, tendremos que aprender a superar “heridas” y a “crecer sin secretos que duelan”. Nuestras sociedades jóvenes nos lo piden y como seguidores de Jesús debemos ser “personas en plenitud”. PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL ¿Qué aspectos de mi modo de ser los identifico con mi vivencia de la familia? ¿Qué aspectos de mi vida familiar actual y pasada me ayudan a desarrollarme como persona y cuáles me impiden ser libre y desarrollarme como “persona en plenitud”? Termino mi momento personal con una “acción de gracias” ´por mi familia, aceptándome como soy, reconociendo mi historia y tratando de superar mis “heridas” y mis secretos dolorosos, evitando victimizarme y destacando lo positivo (manantiales) que me ha dado mi convivencia familiar. GRUPOS 1. ¿Por qué considera que la familia es tan importante para el desarrollo emocional de las personas? 2. ¿Qué relación puede tener la autoestima de los jóvenes con sus referencias familiares? 3. ¿Por qué cree usted que es tan generalizada la violencia en la familia? 4. ¿Cómo afecta la violencia familiar al comportamiento juvenil? 5. ¿Por qué es tan difícil comunicar los casos de violencia familiar para los jóvenes? 6. Propongamos algunas ideas para trabajar en la pastoral juvenil los temas de autoestima y familia, violencia intrafamiliar y abuso., etc. Para acompañar y curar las heridas que tenemos como consecuencia de violencias intrafamiliares.