TEMA 3 ¿CÓMO MEJORAR LA COMUNICACIÓN EN LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS?1 Sabino Ayestarán Echeverría, ofm* * Universidad el País Vasco Hermanos Menesianos Provincia de Nuestra Señora del Pilar (España, Chile, Bolivia) 1 Revista CONFER. Nº 179. Julio-septiembre 2007. Pag 577-606 Introducción Si una persona se muestra resentida y agresiva en la comunidad, podemos explicar su comportamiento apelando a algún tipo de frustración de la persona, que, finalmente, nos llevaría a subrayar su narcisismo y su falta de aceptación de la realidad. La persona no ha logrado el ajuste necesario entre lo que quería ser y lo que, realmente, ha llegado a ser, tanto en el trabajo como en el amor. Esa falta de realismo expresaría una falta de reconciliación del individuo consigo mismo, es decir, una insuficiente madurez espiritual. Si nos quedamos en esa explicación, haremos a la persona responsable de su comportamiento y justificaremos el funcionamiento actual de la comunidad. Si, en cambio, viéramos el resentimiento y la agresividad de las personas como consecuencia de una falta de comunicación y de ayuda mutua en la comunidad, estaríamos apelando a la responsabilidad de la comunidad en el desarrollo del cuidado muto entre los miembros de la comunidad. Pero, para mejorar el cuidado mutuo en la comunidad, es necesario que las instituciones admitan que las comunidades se construyen desde una relación de confianza entre personas y no solamente desde la aceptación de la ideología religiosa que se expresa en determinadas creencias y normas institucionales. Es decir, para reforzar el cuidado mutuo en la comunidad, habría que modificar las creencias de la institución sobre la forma de construir la comunidad. En todas las organizaciones, se está viendo que las intervenciones en las unidades inferiores, se trate de personas o de grupos, tienen poca eficacia, si, al mismo tiempo, no se actúa en el plano institucional, modificando la cultura de la organización religiosa. Es así como plantea el estudio del comportamiento humano el programa marco de la psicología, elaborado por un grupo de expertos europeos y conocido en el ambiente universitario como documento EuroPsyT (European Psychological Training). Este programa marco sirve de base para la convergencia europea de los estudios de psicología en las universidades europeas. Los procesos mentales y afectivos de las personas no pueden ser estudiados al margen de los procesos de los grupos en los que viven y trabajan las personas, de la misma forma que es imposible entender el funcionamiento de los grupos fuera de la estructura y de la cultura de las instituciones, de las que forman parte. Esta perspectiva multinivel es la que adopto en este trabajo. Una segunda idea que quiero subrayar es que la psicología, como ciencia positiva, no se pronuncia sobre la verdad del fenómeno religioso. Observa, describe y analiza los fenómenos religiosos como contenidos de la conciencia y como comportamiento humano. No se pronuncia sobre la realidad objetiva de Dios. Esta exclusión metodológica del Transcendente significa, por una parte, que Dios es excluido del campo de observación y, por otra, que la realidad religiosa no coincide con la realidad psicológica. Dios no es una realidad empíricamente observable, pero la conciencia psicológica es una conciencia intencional, abierta a una realidad que está más allá de la conciencia psicológica. La exploración sistemática de los hechos religiosos en el contexto humano nos ayuda a 2 comprender el sentido humano de la vida religiosa, pero no nos va a descubrir su sentido último, su verdad objetiva2. La psicología no puede ir más allá de los factores que favorecen o dificultan el proceso de crecimiento humano de las personas, de acuerdo con los tres criterios clásicos que se han utilizado en la psicología para describir la madurez humana: realismo en la percepción de sí mismo y de los demás; integración de la inteligencia racional con las emociones, lo que supone un control emocional que no impida la expresión social de las emociones; capacidad de dar y de recibir ayuda en las relaciones interpersonales. Estos son los tres criterios que utilizaremos para valorar, desde la perspectiva del crecimiento personal, interpersonal y social, la validez de una vocación religiosa. Ciertamente, es una visión parcial, pero la honradez intelectual exige que se respeten los diferentes campos de conocimiento. La psicología no me da ni instrumentos, ni marcos teóricos para decir qué sentido tiene hoy la vida religiosa y cuál es el núcleo central de la misma. Esto lo tendrán que dilucidar los teólogos. Soy firme defensor del trabajo multidisciplinar. De hecho, formo parte de un grupo universitario multidisciplinar. El diálogo entre la teología y las ciencias humanas comienza con el respeto a la autonomía de cada uno de los campos de conocimiento. 2 En la psicología vocacional, como en otros campos de aplicación de la psicología, ha habido una evolución muy notable en la importancia que se concede a las variables psicosociales. En la maduración vocacional, tradicionalmente, se tomaban en consideración dos dimensiones: la dimensión religiosa (conciencia de la llamada de Dios) y la dimensión psicológica (el proceso de personalización de la vocación). A estas dos dimensiones, se añade ahora la dimensión psicosocial (sensibilidad a las demandas que nos plantea el mundo externo y capacidad de diálogo con la sociedad). Godin, 1975. Psychologie de la vocation. Supplément, 113, 151-236. L. M. RULLA, J. RIDICK y F. IMODA, Entering and leaving vocation. Intrapsychic Dynamics, Gregorian University Press. Roma, 1976. L. M. RULLA, Psicología profunda y vocación. Las personas, Sociedad de Educación Atenas. Madrid 1984. L. M. RULLA Psicología profunda y vocación. Las Instituciones, Sociedad de Educación Atenas. Madrid, 1985. S. AYESTARÁN La psicología en la formación sacerdotal. Seminarios, 3, 551-673,1978. S. AYESTARÁN Maduración vocacional y maduración psicosociaL Todos Uno, 74, 24-33, 1983. 3 1. Dificultades personales Comunidades religiosas para la comunicación en las 1.1. La persona como sujeto de deseo La diferencia entre "deseo" y "necesidad sexual" proviene de Freud, pero fue profundizado por Lacan3. En este tema, seguiré las explicaciones de Vergote y Villamarzo4. Para Vergote, la pulsión sexual se apoya, por una parte, en la necesidad sexual, elemento biológico, y, por otra, en el deseo pulsional, que es el recuerdo de la satisfacción, unido a la representación del objeto externo que, en una época temprana de la vida, constituyó una fuente de satisfacción. Conviene tener presente que la necesidad sexual, de la que estamos hablando, no es, necesariamente, de carácter genital. Incluye, también, a la sexualidad pregenital del niño, que se manifiesta como una búsqueda de placer en el contacto corporal del niño con otras personas de su entorno. Pero la cuestión que nos interesa aquí es si la búsqueda de placer se puede separar del recuerdo de la satisfacción lograda en el contacto con otras personas. El hecho de admitir que la pulsión sexual tiene, desde el principio, un elemento biológico, la necesidad de placer, y un elemento psicológico, que es el recuerdo de la satisfacción obtenida en el contacto con figuras externas, es muy importante para entender que la represión de la sexualidad puede crear dificultades para la relación afectiva con las personas. Nos ayuda a comprender por qué las personas, sexualmente reprimidas, son incapaces de amar y de sentirse amadas y por qué otras personas pueden renunciar al placer sexual, manteniendo la capacidad de relacionarse afectivamente de una manera plenamente satisfactoria. El concepto de sublimación significa, justamente, que la renuncia, consciente y libremente asumida, a la satisfacción de la necesidad sexual, puede reforzar la capacidad de encontrar un placer espiritual en la relación con las personas. 1.2. Para encontrarse con el "otro" es necesario renunciar a la satisfacción del deseo pulsional El deseo pulsional del niño es un deseo de fusión con la persona objeto de deseo Ese amor de fusión pone en peligro la autonomía del niño. Éste tiene que aprender a renunciar a ese deseo de fusión total (a este estado de fusión se le 3 J. Lacan distingue tres conceptos: 1) "Necesidad", que busca la satisfacción en un objeto específico, por ejemplo, la necesidad "sexual. 2) "Demanda", formulada y dirigida a otra persona en un contexto específico; pero la demanda va más allá del contexto específico porque es una demanda de amor. 3) "Deseo", que es la distancia que queda entre la demanda y la satisfacción de la necesidad. El "deseo" se diferencia de la "necesidad" en que no está ligado a un objeto específico y se diferencia, igualmente, de la "demanda" porque no está ligado a un contexto específico. 4 Mis referentes en este apartado son A. VERGOTE y P. F.-VILLAMARZO. A. VERGOTE, Psychologie religieuse. Dessart. Bruselas, 1966. A. VERGOTE, La Psychanalyse a I'épreuve de la sublimation. Editions du Cerf, Paris, 1997. P. F. VILLAMARZO, Cursos sistemáticos de formación psicoanalítica. Vol. 2: Temas Metapsicológicos, Marova, Madrid, 1989. 4 suele llamar narcisismo primario) para adquirir la conciencia de su propio yo y reforzar su autonomía en la relación con las personas. Este proceso de diferenciación posibilita el reconocimiento del "otro" como diferente al sujeto que desea. Para reconocerme como diferente, es necesario que reconozca al "otro" como diferente. La renuncia a la plena satisfacción del deseo pulsional es condición básica para la comunicación interpersonal. 1.3. El significado del conflicto psíquico El conflicto psíquico es vivido como angustia, es decir, como un peligro desconocido, que, a su vez, se relaciona con la primitiva experiencia de desamparo. Angustia, peligro, desamparo, sentimientos de culpabilidad: son las claves para la comprensión de la dialéctica del conflicto psíquico. Es fácil comprender que este conflicto tiene una relación directa con el narcisismo, con la incapacidad de aceptar la diferencia entre el "yo" y el "otro". Este conflicto psíquico es el que pone en marcha los mecanismos de defensa. La superación de este conflicto supone el fortalecimiento del yo, para lo cual será necesario liberar las energías reprimidas del Ello para transformarlas en energía del yo, lo que se realizará a través del proceso de la sublimación. Este reforzamiento del Yo permitirá al sujeto acceder a la autoestima, necesaria para una buena comunicación con el "otro" diferente y para buscar la armonización de las necesidades personales con las necesidades del "otro". 1.4. Los mecanismos de defensa Para hacer frente a la angustia, ligada a la incomunicación y a la amenaza de desamparo, la persona desarrolla una serie de mecanismos, en parte conscientes y otras, la mayoría, inconscientes. Se pueden distinguir dos tipos de mecanismos de defensa: mecanismos patológicos que no ofrecen a la persona una superación constructiva del conflicto psíquico y mecanismos que favorecen la superación constructiva del conflicto psíquico. El objetivo de los mecanismos de defensa de carácter patológico es ocultarse a sí mismo el significado de los actos, sentimientos, intenciones y experiencias vividas. No se trata de engañar conscientemente a los demás, sino de ocultarse a sí mismo la verdadera realidad de las experiencias personales. Esto se consigue de varias maneras. En los casos más graves, la persona niega la realidad de unos hechos o acontecimientos, que son evidentes para los observadores externos. Por ejemplo, alguien que necesita oponerse sistemáticamente a las opiniones o comentarios de determinado miembro de la Fraternidad, puede no ser consciente de los sentimientos negativos que tiene hacia esa persona y, para no verse obligado a reconocer dichos sentimientos, niega los hechos. Se trataría del mecanismo de la "negación de la realidad". 5 Otras personas, en cambio, funcionan en sus relaciones interpersonales con una mentalidad maniquea: unas personas son totalmente buenas, otras totalmente malas. O una misma persona, a veces es totalmente buena, otras, totalmente mala. Es el mecanismo de la "escisión del objeto". Este maniqueísmo en la valoración de las personas viene acompañado por la incapacidad de integrar las experiencias personales, positivas y negativas, y la pérdida de la estabilidad emocional. La persona oscila entre fases de euforia y fases de depresión. Otro mecanismo, muy frecuente en todos los grupos humanos, es el mecanismo de la "proyección". Consiste en desplazar hacia el exterior ciertos contenidos inconscientes que a uno le resultan intolerables. La persona está criticando en los demás ciertos defectos que son igualmente suyos, pero no los puede reconocer como suyos. Para ello, el mecanismo más sencillo es exagerar la presencia de esos defectos en los demás. De ahí, el dicho popular "quien se hace profeta de los demás, se hace historiador de su vida". El mecanismo contrario a la proyección es la "vuelta de la agresividad contra sí mismo": la agresividad reprimida se vuelve contra uno mismo. Cada vez que se siente agredido por alguien o por alguna situación externa, en lugar de expresar la agresividad hacia fuera, se castiga a sí mismo, sintiéndose culpable de lo que ocurre en su entorno. Otra forma de negar ciertos sentimientos, intolerables para la persona, consiste en desarrollar, en las relaciones interpersonales, comportamientos que son contrarios a sus verdaderos sentimientos. Se les llama "formaciones reactivas". Así, la persona que siente una fuerte rebeldía frente a la autoridad, puede desarrollar un comportamiento de sumisión que le impide mostrar su rebeldía interior. No es cierto que la sumisión a la autoridad sea, en todos los casos, una respuesta a una dominación real ejercida sobre la persona. En muchos casos, la sumisión expresa el miedo a los propios sentimientos de rebeldía. Un mecanismo, extremadamente peligroso para el desarrollo de las personas, es el mecanismo de la "regresión". Consiste en adoptar unas formas de comportamiento más desestructuradas y más infantiles en situaciones en las que la persona se siente desbordada por los acontecimientos. Es un retroceso en el proceso de maduración de la persona. Se da, con relativa frecuencia, en los grupos, cuando a una persona se le somete a un bombardeo de ataques o de acusaciones, que destruyen los mecanismos de defensa que tenemos todos para proteger nuestra autoestima. También son frecuentes las regresiones en personas normales, cuando se sienten marginadas en el grupo o sometidas a un linchamiento público a través de manipulaciones, calumnias y comentarios que destruyen el buen nombre de la persona. Las regresiones se dan, a veces, en el plano del comportamiento: la persona se comporta, por ejemplo, de una manera muy agresiva o tiene reacciones muy infantiles. Otras veces, las regresiones son 6 más controladas y se manifiestan en los sentimientos y actitudes de las personas. Por ejemplo, reacciones de ruptura con la comunidad, aislamiento social en personas que habían logrado una buena integración en la comunidad, exacerbación de ideas persecutorias y de resentimiento, que acaba bloqueando a la persona. Finalmente, tenemos otro mecanismo, llamado "racionalización", que solemos utilizar con mucha frecuencia, y consiste en justificar y embellecer, con argumentos más aceptables en el entorno social y cultural, ciertos comportamientos que obedecen a motivaciones inconfesables, como puede ser la envidia. El mecanismo de la "racionalización" no debe ser confundida con el mecanismo de la sublimación. Porque en la racionalización se encubren las motivaciones reales, mientras que en la sublimación se transforman las motivaciones. Estos mecanismos de defensa llegan a ser patológicos cuando son las únicas formas que tiene la persona para comunicarse con el exterior. El crecimiento en realismo es incompatible con el uso masivo de mecanismos patológicos de defensa, porque la defensa del yo, en este caso, significa negar o distorsionar la percepción de la realidad, tanto externa como interna. De hecho, el primer síntoma de los mecanismos patológicos de defensa es que el individuo interpreta los hechos de una manera muy subjetiva y se aparta de la percepción que tienen, sobre los mismos hechos, las personas de su entorno. "Es una persona rara" y "No le entendemos" son expresiones frecuentes en las personas que conviven con quienes utilizan, masivamente, los mecanismos patológicos de defensa. A su vez, estas personas describen el proceso de su enfermar como un progresivo distanciamiento, mental y afectivo, con respecto a las personas de su entorno. La falta de realismo en la percepción conduce a la incomunicación con las personas. Existen otros mecanismos de defensa, más sanos y más favorables al proceso de crecimiento de las personas. Siguen siendo mecanismos de defensa, porque son mecanismos que utilizamos para hacer frente a nuestras ansiedades y conllevan cierta distorsión en la percepción de la realidad. Pero son más sanos, porque no imposibilitan la comunicación interpersonal, mas bien favorecen el acercamiento a las personas, un acercamiento no exento de conflictos interpersonales. El primero de estos mecanismos es la "Reparación". Consiste en pedir perdón o tener un gesto de acercamiento, cuando la persona cree que ha dañado una determinada relación interpersonal. El gesto de acercamiento expresa un deseo de restablecer la comunicación interpersonal. En la "Identificación", asimilamos, generalmente de manera inconsciente, ciertos rasgos de personas que son significativas para, nosotros. La identificación total con otra persona puede ser propia de la fase de la adolescencia, pero la 7 asimilación de determinados rasgos de personas significativas, es decir, aprender imitando, es un mecanismo que utilizan las personas adultas para ir mejorando su forma de trabajar y de relacionarse con otras personas. La "Idealización" de una persona, real o imaginaria, es un proceso de construcción de modelos ideales. Supone cierta distorsión en la percepción de las personas" porque se acentúan los aspectos positivos. Pero sigue siendo un mecanismo favorable al crecimiento de las personas, siempre que se mantenga la. comunicación interpersonal y se supere la prueba de la realidad, en el sentido de que el descubrimiento de las limitaciones de las personas idealizadas no. signifique pasar al extremo opuesto de verlas como totalmente negativas. Juicio de condenación: Declaración de lo inconveniente, por sólidas razones conscientes, de la eventual satisfacción de las pulsiones sexuales y agresivas. Renuncia a la pulsión: Rechazo consciente de paso al acto de una pulsión declarada como inconveniente. Inhibición en cuanto al fin: Intensificación de la ternura o la autoafirmación personal a partir de tendencias de origen sexual o agresivo respectivamente. Estos mecanismos se consideran, en principio, favorables al crecimiento de la personalidad. Pero pueden convertirse en mecanismos de carácter más o menos neurótico. Todo dependerá de que las personas desarrollen un grado suficiente de autoestima en la comunicación interpersonal. En todos estos casos, el entorno de la comunidad tiene una influencia decisiva sobre el desarrollo de los individuos. El entorno puede favorecer un desarrollo de la persona en la línea de una mayor aceptación de sí mismo y de los demás, de una mejor integración de los procesos cognitivos y emocionales y de una mayor capacidad para la ayuda mutua. Pero el entorno puede, igualmente, obligar a las personas a reforzar sus mecanismos de defensa patológicos, en especial, cuando la cultura del grupo dificulta el desarrollo de la autoestima personal y favorece el victimismo de las personas. Todo dependerá del sistema de comunicación, de negociación y de planificación del entorno de la comunidad. Volveremos más tarde sobre este tema. 1.5. El mecanismo de la sublimación. El mecanismo de la sublimación ha sido muy discutido. Y lo sigue siendo todavía hoy. En buena medida, porque el mismo Freud nunca llegó a aclarar, de manera explícita, si se trataba de un proceso inconsciente o de un proceso consciente. Conviene entender bien esta cuestión: el hecho en sí de la renuncia es un proceso consciente; la cuestión se plantea en relación al móvil de la renuncia, es decir, al proceso psicodinámico que conduce a la renuncia. A este respecto, Villamarzo escribe: "En el caso de las renuncias por razones externas o yóicas, el proceso previo a la renuncia sería plenamente consciente; mientras que 8 en el caso contrario de las renuncias superyóicas, la primera parte de este proceso parece escapar al plano de la conciencia"5. Recordemos que la pulsión sexual estaba formada por una necesidad biológica y el deseo pulsional. Este deseo pulsional se alimenta en el recuerdo de la satisfacción obtenida en el contacto con un objeto exterior. La necesidad biológica y el deseo pulsional forman una estructura única, la pulsión sexual. Esta unidad de la pulsión sexual es la que permite la canalización del deseo hacia satisfacciones de carácter cultural y espiritual. La importancia del proceso de la sublimación radica, justamente, en el hecho de que asegura la unidad biológica y espiritual del ser humano. Veamos, en primer lugar, en qué consiste el proceso de la sublimación. El primer paso del proceso sublimatorio consiste en la prohibición o condena de la satisfacción pulsional directa ("Juicio de condenación"). Esta prohibición viene tanto del interior de la persona (del Yo y del Super-yo) como desde el exterior de la persona. El segundo paso consiste en la renuncia voluntaria a la satisfacción pulsional directa y la transformación de la satisfacción pulsional en otro tipe de satisfacción más aceptable desde una perspectiva social, cultural y espiritual. Esta transformación de la motivación es el elemento central del proceso de sublimación. La sublimación se afianza cuando una persona encuentra suficiente satisfacción en las relaciones interpersonales y en las actividades de carácter social, cultural o espiritual. El motivo para la puesta en marcha del proceso sublimatorio es la frustración, debida a la renuncia a la satisfacción directa de las pulsiones. Pero lo que afianza el proceso de la sublimación es la satisfacción que una persona encuentra en el trabajo y en el amor. La renuncia a las satisfacciones ligadas al sexo, a la comida, al alcohol y a cualquier otro tipo de drogas se hace más fácil cuando una persona tiene una vida llena de satisfacciones en otras actividades y cuando una persona se siente querida y reconocida por otras personas. Se podrá discutir sobre los mecanismos de la sublimación, pero es indiscutible que una persona que disfruta del trabajo y de las amistades renuncia más fácilmente a otro tipo satisfacciones. Sin embargo, hay que reconocer que los individuos difieren mucho en su capacidad de sublimación. En general, se puede decir que la capacidad de sublimación depende de dos factores: el nivel de madurez de la persona y el nivel de satisfacción logrado por la persona en los tipos de actividad hacia los cuales se orienta la búsqueda de satisfacción. Toda existencia humana conlleva la exigencia de una cierta dosis de sublimación. Es consecuencia inevitable del 5 P. F. VILLAMARZO, Frustración pulsional y cultura en Freud, Universidad Pontificia de Salamanca, p. 192. Salamanca, 1982. 9 proceso de socialización. Pero hay circunstancias vitales y formas de vida que exigen una mayor capacidad de sublimación de las pulsiones por parte de las personas. Sin duda, la vida religiosa es una forma de vida que requiere una educación orientada a la sublimación de una manera directa. Por eso mismo, se entiende mal que la educación en la vida religiosa haya prestado tan poca atención al proceso de maduración de las personas. Se entiende menos aún que se haya prestado tan poca atención a la autorrealización de las personas y a la calidad de la comunicación interpersonal. 2. Facilitación de la convivencia fraterna Siempre se ha dicho que la fraternidad debería ser el lugar de crecimiento de los hermanos y de las hermanas como personas que caminan hacia la madurez y que, al mismo tiempo, debería ser un lugar de encuentro con Dios. La fraternidad debería facilitar ambas cosas: el crecimiento personal en la línea de una madurez personal progresiva y el encuentro con el Dios verdadero. Aunque la psicología no ayude mucho a definir la verdad de la experiencia de fe, sí puede afirmar, como un dato de observación, que la integración del desarrollo personal en una actitud de fe es más fácil cuando la fraternidad alimenta la imagen de un Dios acogedor, misericordioso, amante de la sinceridad y de la verdad, defensor de la igualdad radical entre los seres humanos, respetuoso con las diferencias y comprometido con los que sufren y con el cambio social. La psicología puede observar, igualmente, los efectos destructivos de una práctica religiosa utilizada, no de manera intencional, por supuesto, para reforzar la autoridad de una institución que machaca a las personas y para culpabilizar los intentos de las personas por lograr cierta autoestima en sus relaciones y en su trabajo. Cuando hablemos de la relación entre la persona y la institución, volveremos sobre este tema. La psicología no puede hablar más que de las prácticas comunitarias que favorecen el crecimiento personal de los miembros de la fraternidad. Desde la psicología no se puede emitir ningún juicio sobre el valor evangélico de las prácticas de una fraternidad, pero sí se pueden emitir juicios sobre el valor humano de las prácticas de una fraternidad. Como psicólogo, puedo decir si la forma en que se comunican las personas de una fraternidad, Ia forma en que se manejan los conflictos y la forma en que se planifican los trabajos y se toman las decisiones que afectan a la fraternidad, favorecen o dificultan el crecimiento de las personas de la fraternidad. En este segundo apartado, mi objetivo es analizar la incidencia de la vida de la fraternidad en el proceso de comunicación interpersonal y la incidencia que tienen los problemas personales sobre el sistema de comunicación de la fraternidad. Cuando analizamos el sistema de comunicación de una fraternidad, no se puede separar el análisis de las personas del análisis del funcionamiento 10 de la fraternidad. Los procesos individuales y los procesos de grupo interactúan, de forma que, una misma fraternidad puede tener efectos diferentes sobre las personas y una misma persona puede tener comportamientos diferentes en distintas fraternidades. En concreto, me propongo analizar los tres procesos personales a los que me he referido en el apartado anterior (realismo en la percepción de sí mismo y de los demás, control emocional que no impida la expresión socializada de las emociones, lo que actualmente se llama "inteligencia emocional", y capacidad de dar y de recibir ayuda en las relaciones interpersonales) en interacción con tres procesos grupales: comunicación, negociación y planificación de la vida fraterna. 2. 1. El proceso de la comunicación en la fraternidad La persona se desarrolla en la interacción con otras personas, no en la soledad individual. La interacción social, en la medida en que es una interacción simbólica, es decir, cargada de significados, supone la interpretación del comportamiento propio y ajeno. Cuando me comunico con otra persona, con mi lenguaje verbal le envío un mensaje sobre un tema determinado y, con mi lenguaje corporal, le transmito mis sentimientos y mis actitudes frente a ella. En la comunicación, se transmiten ideas, y opiniones respecto a un tema u objeto determinado, pero, al mismo tiempo, se transmiten sentimientos y actitudes en relación con las personas con las que nos comunicamos. Al tener dos canales de comunicación, el lenguaje verbal y el lenguaje corporal, transmitimos con las palabras lo que pensamos de nosotros mismos y de los demás, y, con el lenguaje corporal, transmitimos nuestros sentimientos y nuestras actitudes hacia los demás. Cuando un emisor envía un mensaje, el receptor percibe en ese mensaje tanto ideas como sentimientos y actitudes. No siempre coinciden los significados que transmitimos verbalmente con los significados transmitidos a través de nuestros gestos, nuestra cara, nuestros ojos y nuestras posturas corporales. De ahí viene la ambigüedad de la comunicación interpersonal y los continuos malentendidos que surgen en el proceso de la comunicación. 2.2. Diferentes formas de hacer frente a los malentendidos en el proceso de la comunicación Toda comunicación es un juego de interpretaciones. El receptor interpreta el significado del mensaje enviado por el emisor. Este interpreta el significado de la reacción del receptor. En la comunicación, nos estamos diciendo cómo nos percibimos y cuáles son los sentimientos y actitudes que tenemos los unos frente a los otros. ¿Quién soy y qué significo para ti? ¿Quién eres y qué significas para mí? Son dos preguntas que están implícitas en cualquier proceso de comunicación interpersonal. Muchas veces, cuando hablamos del tiempo o de acontecimientos que no nos afectan personalmente, nos comunicamos sobre cosas externas, sin ninguna implicación personal. En este caso, habrá un intercambio de ideas y de opiniones, pero no se podrá hablar de una 11 comunicación interpersonal. En la verdadera comunicación interpersonal, mostramos sentimientos y actitudes que afectan a la identidad y a la autoestima de las personas. En la comunicación interpersonal, el receptor del mensaje tiene cinco posibilidades de reacción6: a) El receptor puede pensar que el emisor piensa igual que él. Están de acuerdo en la interpretación del acontecimiento o del comportamiento en cuestión. Si el mensaje enviado por el emisor es favorable al receptor, éste se sentirá reforzado por el mensaje que ha recibido. Su autoestima quedará reforzada. Si se repite este acuerdo, ambas personas pensarán que se comunican bien. Pero esta comunicación durará mientras dure el acuerdo en las percepciones y en las interpretaciones. En cuanto aparezca un desacuerdo, la comunicación se va a convertir en un problema. b) El receptor puede pensar que no comparte las percepciones e interpretaciones que hace el emisor sobre el acontecimiento o sobre el comportamiento en cuestión, pero se calla. No manifiesta su desacuerdo porque no quiere complicarse la vida, no quiere discutir o piensa que no merece la pena discutir. Se evade del problema. El emisor percibe la reacción del receptor como desinterés por la comunicación. Si se repite la situación, ambas personas acabarán sin saber qué decirse, porque, realmente, no tienen nada que decirse. Desconfían el uno del otro. c) El receptor puede pensar que no comparte las percepciones e interpretaciones que hace el emisor sobre el acontecimiento o sobre el comportamiento en cuestión. Si no le afecta personalmente, es posible que puedan intercambiar sus percepciones y lleguen a un acuerdo. Pero si el receptor interpreta el mensaje del emisor como valoración negativa de las ideas o de los comportamientos del receptor, éste reaccionará agresivamente. Las reacciones emocionales negativas, que produce la discusión entre ellos, complicarán aún más su comunicación. La repetición de esta situación conduce, a la larga, a un rechazo mutuo. Este rechazo emocional tiene que ser justificado y se recurrirá a diversas racionalizaciones para justificar un rechazo que, inicialmente, no significaba más que un desacuerdo en las percepciones e interpretaciones. d) El receptor puede pensar que, aun no estando de acuerdo con las percepciones e interpretaciones del emisor, le conviene más aceptar el punto de vista del emisor que iniciar una discusión con él. El receptor se acostumbra a pensar con las ideas de determinadas personas que son 6 Esta taxonomía, inspirada en los trabajos de K. M. Thomas y R. H. Kilmann sobre el manejo de los conflictos, combina dos dimensiones: interés por uno mismo e interés por la persona interlocutora. Alto interés por sí mismo, combinado con bajo interés por el interlocutor, dará lugar a la competitividad. Bajo interés por sí mismo, combinado con alto interés por el interlocutor, dará lugar a la sumisión en la comunicación. Bajo interés por sí mismo, combinado con bajo interés por el interlocutor, dará lugar a la huída de la comunicación. Alto interés por sí mismo, combinado con alto interés por el interlocutor, dará lugar a la colaboración. 12 importantes para él. La búsqueda de seguridad le lleva a abandonar los criterios personales y adoptar los criterios de otras personas. Este sería un caso de sumisión del receptor a la percepción e interpretación del emisor. Inicialmente, el receptor es consciente de que está traicionando su conciencia, pero, con el tiempo, se acostumbra a pensar con la mayoría o con las ideas de determinadas personas. Se acostumbra a no tener ideas propias. Esto es posible en personas que tienen una baja autoestima y necesitan el apoyo de las personas que ellas consideran importantes. En los grupos se hace visible esta actitud de sumisión, cuando una persona es incapaz de expresar sus ideas y espera a que otros miembros del grupo expresen las suyas. Solo entonces, se atreven a decir: Yo pienso como fulano de talo apoyo la postura de tal persona. e) El receptor puede pensar que no está de acuerdo con la percepción e interpretación del emisor, pero que éste podría tener alguna razón para justificar su manera de ver los acontecimientos y los comportamientos de las personas. Cada uno tiene su perspectiva, resultado de la formación recibida y de las experiencias vividas en la relación previa. La consecuencia será que emisor y receptor hablen sobre sus diferencias y aclaren sus diferencias. Esto es negociar las diferencias, que, en el fondo, no es más que buscar una nueva perspectiva que incluya la perspectiva del emisor y la del receptor. La reacción a) se define como COMUNICACIÓN IDEOLÓGICA. Puede darse entre personas que tienen una relación superficial y se comunican con ideas, evitando la expresión de emociones relacionadas con las personas. Es la comunicación a nivel de ideas. Se trate de ideas religiosas, profesionales o políticas, este tipo de comunicación se da, con frecuencia, entre personas que comparten una misma ideología y no se implican emocional mente en la relación personal. Se da mucho en el ambiente del trabajo, cuando las personas comparten un método de trabajo y tienen unos objetivos comunes y una distribución clara de las tareas que debe realizar cada uno. En los equipos de mejora, es frecuente que el trabajo en equipo se desarrolle durante mucho tiempo sin ningún problema aparente de comunicación. Son equipos que tienen un método de trabajo aceptado por todos, unos objetivos comunes establecidos de acuerdo con las técnicas de un trabajo de calidad y una buena distribución de las tareas que debe realizar cada uno. Procuran centrarse en el trabajo y no expresar emociones personales, sobre todo si estas emociones son negativas. Esta forma de comunicación es muy frecuente en las fraternidades religiosas: los miembros de la fraternidad comparten la misma ideología religiosa o evitan las discusiones ideológicas; respetan un horario acordado entre todos; tienen una distribución de tareas; la vida en común discurre sin conflictos aparentes. Sin embargo, debemos ser conscientes de las limitaciones de esta forma de comunicarse. La limitación fundamental está en que se disocian los procesos mentales de los procesos emocionales, lo que, a la larga, crea un ambiente forzado y encorsetado, que no favorece la creatividad de las personas. Sirve para establecer procedimientos de trabajo, pero no favorece la personalización de la vida religiosa. 13 La reacción b) expresa la situación de AISLAMIENTO SOCIAL. El sentimiento dominante del grupo es la desconfianza. Significa la renuncia a la comunicación interpersonal. Se teme la confrontación y, para evitarla, se establece la ley del silencio. En este sistema de comunicación, se sienten cómodas las personas que han desarrollado mecanismos patológicos de defensa, tales como la negación de la realidad, la escisión del objeto y la racionalización. Cada una de las personas está encerrada en su propio mundo de percepciones e interpretaciones. Cada una está segura de su verdad y no quiere aceptar que se cuestione esa verdad. Es un sistema de comunicación que no ayuda al crecimiento personal de los miembros de la fraternidad. Ni mejoran en realismo, ni aprenden a expresar emociones de una manera socializada, ni tampoco tienen posibilidad de aprender a ayudarse mutuamente en sus necesidades afectivas. Domina el individualismo. No hay lugar para el cuidado mutuo. La reacción c) es la COMUNICACIÓN AGRESIVA. Es propia de las personas que utilizan masivamente los mecanismos de defensa. Son personas que se sienten víctimas de la agresión externa, tienen mucho resentimiento y fácilmente se sienten atacadas y dispuestas a defenderse contraatacando. Es una comunicación basada en el miedo a la agresividad y en la falta de control de las pulsiones agresivas. Puede ser que repriman la agresividad en muchas ocasiones, pero, finalmente, aparece esta agresividad y lo hace de una manera poco controlada. En este caso, hay comunicación, las personas intentan comunicarse, pero, fácilmente desembocan en una comunicación agresiva, con ataques personales, que acaban obligando al grupo al silencio. En este caso, a la desconfianza se añaden frecuentes explosiones agresivas. La reacción d) se da en situaciones de DOMINACIÓN. Puede darse en fraternidades dominadas por figuras de autoridad que favorecen la sumisión de las personas más dependientes. Es un problema de todos los grupos humanos, donde unos influyen más que otros. Si los que más influyen, los que tienen el poder fáctico en la fraternidad, aprovechan su poder para dominar a los más inseguros, la separación entre las figuras centrales del grupo y las figuras periféricas se hará cada vez mayor. La comunicación estará dominada por las figuras centrales. Los sujetos más periféricos e inseguros de la fraternidad se someterán a las figuras centrales de la fraternidad y se acostumbrarán a dirigir la agresividad contra ellas mismas. Es éste un sistema de comunicación que no favorece el desarrollo de la autoestima de las personas. De hecho, a medio o largo plazo, estas fraternidades no tienen más que una salida buena: que las personas con más poder en el grupo, utilicen este poder para ayudar y animar a las personas más desfavorecidas. La reacción e) expresa una comunicación basada en la NEGOCIACIÓN DE DIFERENCIAS. Se aceptan las diferencias como puntos de vista válidos, pero nadie trata de imponer su punto de vista a los demás. Más bien, se intenta buscar otro punto de vista que integre las perspectivas individuales. En este caso, el grupo construye, a partir de las aportaciones individuales, una nueva perspectiva 14 más integradora. Esta es la única comunicación que podemos considerar como creativa y es la única forma de comunicación que facilita el crecimiento personal de los miembros de la fraternidad. Puede darse en ambientes de trabajo, como puede darse en las fraternidades religiosas, en las familias, en los grupos de amigos y en los grupos de trabajo. La tendencia actual a formar equipos de trabajo, con fuerte implicación personal, se apoya en la observación de que, a largo plazo, las organizaciones que favorecen la comunicación entre las personas son más creativas y tienen una mayor capacidad de respuesta a las necesidades del entorno social. 2.3. ¿Por qué es tan difícil llegar a una comunicación basada en la negociación de las diferencias? La tendencia general, en las fraternidades religiosas, como en cualquier grupo humano, es la de responsabilizar a determinados miembros de la fraternidad de los problemas de comunicación del grupo. Este mecanismo, bien conocido en la psicología de los grupos, consiste en buscar "chivos expiatorios" cada vez que hay problemas en un grupo. Detrás de este mecanismo está la creencia de que las personas deben adaptarse a la ideología del grupo y a las normas del grupo. El problema está en que la ideología no permite a las fraternidades crear espacios de comunicación en los que las personas puedan expresar sus emociones, incluidas las negativas, sin que se les critique por ello y sin que ello dé lugar a confrontaciones entre las personas. Si no se crean estos espacios de libertad, va a ser imposible que se pueda hablar con libertad. Y no se puede hablar con libertad, porque hay un juicio implícito sobre las emociones que se expresan. Algunas son aceptadas, otras son rechazadas. Los que, en la expresión de las emociones, se adaptan a la ideología del grupo serán los "buenos", los que no se adaptan, serán los "malos". El juicio moral, implícito en la ideología, impide la creación de espacios de libertad para la comunicación interpersonal. Por eso, en un entorno dominado por la ideología, no se puede aprender a negociar las diferencias, sino que hay que aprender a ocultar las emociones negativas y hablar en términos aceptables para la ideología de la fraternidad. Es lo que se llama tener un discurso "políticamente correcto". Cuando existe este juicio moral implícito en la fraternidad, la comunicación será, básicamente, ideológica. De hecho, en las reuniones de las fraternidades, generalmente, se habla de ideas, de principios y de normas, sin descender propiamente a la expresión de vivencias personales y a las emociones que viven las personas en su vida personal y en sus relaciones con los miembros de la fraternidad. La comunicación ideológica, a la larga, crea frustración en las personas y propicia el aislamiento social, el individualismo, las expresiones agresivas y estructuras de dominación. Pero dificulta la relaciones conocerse el efecto más destructivo de la comunicación ideológica es que expresión de las percepciones mutuas y de los sentimientos en las interpersonales. De esa manera, se pierde una oportunidad para mutuamente, para aceptar las percepciones diferentes a las propias, 15 para aprender a negociar las diferencias. Tampoco se expresan las vivencias de las personas en relación con la situación de la fraternidad. Cada uno sigue encerrado en su mundo de interpretaciones, aferrado a su verdad, y no tiene la oportunidad de escuchar las percepciones y las interpretaciones de los demás. En estas condiciones, resulta imposible llegar a la comunicación entendida como negociación de percepciones y de interpretaciones. Es éste un sistema de comunicación en el que se sienten muy cómodos los que funcionan con mecanismos de defensa de carácter patológico. El sistema de comunicación de la fraternidad refuerza los mecanismos de defensa patológicos de los individuos. Éstos, a su vez, se resisten a un cambio en el sistema de comunicación del grupo. Se refuerzan mutuamente los sistemas individuales y los sistemas grupales de comunicación. El sistema ideológico de la comunicación, en el que se evita la expresión de las percepciones y de las interpretaciones subjetivas de las relaciones interpersonales, puede ser útil en los grupos de trabajo, pero no es válido para los grupos de vida. La convivencia exige la construcción de unos significados compartidos, que evolucionan a medida que va creciendo la autonomía de las personas. 2.4. ¿Qué se puede hacer para mejorar la comunicación en las fraternidades religiosas? Lo primero y lo más importante es crear espacios de libertad para la comunicación de experiencias personales y de las emociones interpersonales. Para ello, es necesario ser conscientes de los juicios de valor implícitos que dificultan la comunicación y dejar los juicios morales a la conciencia de cada uno. Desterrar de la fraternidad todas las expresiones que suenen a juicios de valor sobre las personas. En segundo lugar, aprender a escuchar sin criticar y sin discutir lo que expresa cada uno de los miembros de la fraternidad. Una cosa es el ideal profesado, que es el objeto de los discursos ideológicos, otra, muy distinta, el camino que sigue cada uno en la búsqueda de ese ideal. La comunicación interpersonal no se establece sobre el ideal, sino sobre las experiencias de las personas en su caminar hacia el ideal. Las personas expresan sus experiencias personales en el trabajo y en sus relaciones con los miembros de la fraternidad. Al hablar sobre la comunicación, siempre volveremos a una idea central: la idea de la escucha. Para comunicarse bien, hay que aprender a escuchar a las personas, tratando de empatizar con ellas, es decir, tratando de entender sus ideas, sus sentimientos y sus reacciones a partir de la historia subjetiva que ha vivido cada una de ellas. En tercer lugar, ayudar a cada uno de los miembros de la fraternidad a clarificar sus demandas, sin establecer prioridades en las demandas. Si comenzamos diciendo, por ejemplo, que la demanda de más oración en la 16 fraternidad es más importante que la demanda de una mayor sinceridad y transparencia en las relaciones fraternas, o al revés, si priorizamos la demanda de sinceridad y transparencia sobre la demanda de más oración, estamos introduciendo, otra vez, el juicio de valor desde la ideología. Esto nos llevaría a la discusión de qué es anterior, la relación con Dios o la relación con los hermanos. Teóricamente, ambas están unidas y ambas son importantes. Pero no se trata de esa discusión teórica, sino del proceso que sigue cada uno en su maduración humana y religiosa. Hay personas que han encontrado el camino hacia Dios desde la honradez, sinceridad y ayuda a las personas; pero hay personas que han encontrado el camino hacia el encuentro con las personas desde la experiencia de Dios. Vergote, en el libro "Psychologie religieuse", habla de la relación ética y de la relación mística con Dios. Son caminos diferentes, igualmente válidos. Las personas no tenemos las mismas necesidades en todas las épocas de nuestra vida. Entre otras cosas, porque el proceso de crecimiento no es ni uniforme ni lineal. Tampoco son iguales los caminos que hemos seguido en nuestro proceso de crecimiento vocacional. La escucha exige ese respeto al proceso de crecimiento de cada persona. Escuchar en silencio, sin hacer ningún tipo de valoración. En cuarto lugar, expresar los sentimientos que nos provoca la demanda del otro. Una vez que las personas, individualmente, han expuesto sus demandas, tenemos que pasar al diálogo interpersonal, que debe servir para aclarar las demandas de cada uno. Es muy poco frecuente que una persona exprese claramente, desde el principio, su demanda a una persona o a un grupo. La demanda se aclara en el diálogo posterior, cuando este diálogo es acogedor, respetuoso con las diferencias, y que no hace sentirse culpable a la persona que está hablando. Ciertamente, este diálogo no es nada fácil. Constituye el núcleo central de la ayuda que prestan los psicoterapeutas en su actividad profesional. Es una tarea llena de peligros, porque en esa ayuda puede aparecer el juicio de valor que va a destruir el proceso incipiente de la comunicación. En esta ayuda que prestamos a las personas que quieren clarificar sus demandas, existe una regla de oro: expresa solamente los sentimientos que has vivido cuando has escuchado las demandas de la persona que ha hablado, pero exprésalos como sentimientos tuyos, sin culpabilizar a nadie de tus sentimientos. En quinto lugar, se trata de negociar los objetivos de la fraternidad. En un grupo, las demandas de sus miembros no suelen ser muy variadas. Normalmente, se pueden agrupar en dos demandas básicas: reconocimiento de lo que aporta cada uno a la fraternidad (en ideas, en trabajo y ayuda económica, en afecto y cuidado mutuo, en el servicio a la misión, en la sensibilidad religiosa y vocacional) y proximidad afectiva (confianza, libertad de expresión, tolerancia, comprensión de las limitaciones debidas al carácter de cada uno). Las dos preguntas de cualquier persona en un grupo humano son éstas: ¿Qué significo yo en este grupo? ¿Cuánto se me quiere en este grupo? 17 La primera demanda tiene que ver con la necesidad de reconocimiento. La segunda demanda tiene que ver con el amor y el cuidado mutuo7 Ante estas demandas de sus miembros, la fraternidad puede responder responsabilizando a las personas de sus problemas ("allá tu", "es tu problema") o puede responsabilizarse toda la fraternidad de aportar una ayuda a la solución de los problemas de los individuos. En este segundo caso, la fraternidad se preguntará cómo puede modificar los procesos grupales: ¿Qué hacer para facilitar la participación de todos? ¿Cómo mejorar la distribución de los trabajos? ¿Cómo crear espacios de libertad para la expresión de las emociones? ¿Cómo potenciar los tiempos de oración común? ¿Cómo mejorar la forma de conducir las reuniones? ¿Cómo mejorar el proceso de la toma de decisiones colectivas? ¿Cómo revisar la forma en que la fraternidad cumple su misión? 2.5. La negociación de los procesos comunitarios en la fraternidad Todos los procesos comunitarios son importantes y todos tendrían que ser mejorados. Es importante lograr la participación de todos en las reuniones de la fraternidad. Es importante mejorar la distribución de las actividades de la fraternidad, tanto las actividades internas como las externas. Es importante crear espacios de libertad para la expresión de los sentimientos y mejorar, de esa manera, la comunicación en la fraternidad. Es importante potenciar los tiempos de oración común en la fraternidad. Es importante adoptar una metodología en la conducción de las reuniones de la fraternidad. Es importante mejorar el proceso de la toma de decisiones colectivas en la fraternidad. Es importante revisar la forma en que la fraternidad cumple su misión. Todos los procesos son importantes. Pero no se pueden mejorar todos los procesos, a la vez. Cada fraternidad tiene que establecer una lista de prioridades. Estas prioridades tienen que ser negociadas. Negociar significa reconocer la existencia de opiniones diferentes. Todas ellas justas y respetables. Detrás de esas opiniones diferentes, existen intereses personales, que responden a sensibilidades y situaciones personales diferentes. Un error grave que se suele cometer en las fraternidades religiosas es partir de la idea de que las prioridades están establecidas en las, Constituciones y en los Reglamentos. Aquí ya se parte con prejuicios ideológicos. Se imponen las normas de la institución a las personas. No hay cabida para la innovación y, mucho menos, para la negociación. 7 Consultar a este respecto el trabajo de W. G. BENNIS y H. A. SHEPARD, 1979. Una teoría sobre el desarrollo de los grupos. En MORTON KISSEN. Dinámica de grupo y Psicoanálisis de grupo, Limusa, pp. 173-199. México. 18 Si se quiere mejorar un proceso comunitario, hay que dejar plena libertad a las personas para que negocien las prioridades, en función de sus propios intereses. La negociación no se plantea desde la superioridad de una parte sobre la otra. La referencia a normas superiores que establecen determinadas prioridades en la mejora de los procesos comunitarios vacía de contenido la libertad de las personas. Si está todo decidido, yo no me responsabilizo de la situación. Que se encarguen los superiores de resolver los problemas de la fraternidad. La verdadera negociación consiste en tomar en consideración lo que piden varias personas e intentar buscar una salida que satisfaga, al menos parcialmente, a todas las personas. No siempre es posible, sobre todo, si hay personas que quieren imponer una opción. Pero la negociación implica cierto grado de creatividad y de innovación. La mayor;-parte de las veces, las discusiones se prolongan porque no nos paramos a pensar qué es lo que quiere lograr cada uno al mantener una determinada posición. Para negociar los objetivos, es importante poner sobre la mesa los intereses de cada uno. Una vez clarificados los intereses, existen instrumentos útiles, como son "Los diagramas de afinidad", que favorecen la búsqueda de una solución negociada. 3. La relación entre persona e institución En el apartado 1, el acento se ha colocado en la dificultad que tenemos para aceptar nuestra propia realidad y la realidad de las personas que nos rodean, como realidades diferentes, aunque podrían llegar a ser complementarias. Desde la perspectiva individual, el problema de la comunicación radica en la dificultad para reconocer a las personas como diferentes. En el apartado 2, el acento se ha colocado en el funcionamiento de un grupo humano que puede ayudar al individuo a superar sus mecanismos de defensa, a lograr una mayor libertad interior, a construir una identidad social compartida y a desarrollar ciertas destrezas importantes para la convivencia. La comunidad religiosa puede ser un lugar de crecimiento para las personas, pero también puede convertirse en una amenaza para el crecimiento de las personas. Depende de cómo sea el sistema de comunicación de la comunidad. Si el sistema de comunicación es de carácter ideológico o agresivo, la persona reforzará sus mecanismos de defensa para hacer frente a los conflictos que vive en la comunidad. Si el sistema de comunicación de la comunidad está basado en la negociación, el individuo aprenderá a liberarse de los miedos, a manejar sus conflictos, a construir significados compartidos y a cooperar con otros en el trabajo y en la convivencia. En este apartado 3, analizaremos la relación entre el sistema de comunicación de los grupos y la cultura de la organización, definida en términos 19 de rigidez o flexibilidad en el estilo de dirección, y del carácter abierto o cerrado de la organización. Las culturas rígidas y cerradas no permiten el desarrollo de la comunicación y negociación entre las personas, mientras que las culturas flexibles y abiertas favorecen el desarrollo de estructuras sociales basadas en la comunicación y en la negociación. Los procesos de socialización, formación de la identidad social y aplicación de sanciones son procesos que refuerzan la actuación de la institución de ArribaAbajo. Cuanto más cerrada sea una institución, tanto más actúa de Arriba-Abajo, porque su preocupación fundamental no es la de responder a las necesidades de la sociedad, sino la de mantener la identidad de la institución. Por eso, recurre a la imposición de sanciones a las organizaciones, grupos y personas que se apartan de las creencias y modelos de identidad impuestos desde la institución. 3. 1. Los procesos de Arriba-Abajo y de Abajo-Arriba. La figura 1 expresa los procesos de Arriba-Abajo y de Abajo-Arriba que tienen lugar en la creación y difusión de las instituciones. 20 Los procesos de negociación e innovación, en cambio, construyen las instituciones de Abajo-Arriba. Cuanto más abierta sea la institución a las demandas del entorno social, tanto más actúan los procesos de Abajo-Arriba. La necesidad de adaptarse al cambio cultural del entorno social obliga a la institución a aceptar la negociación e innovación provenientes de las personas y de los grupos. Estos procesos de negociación e innovación refuerzan la autonomía de las personas y de los grupos y favorecen el cambio de las creencias y de los modelos de comportamiento de las instituciones. En este análisis de las relaciones entre la institución y las personas, estamos combinando dos dimensiones, muy relacionadas entre sí: la dimensión del poder (influencia de la institución sobre las personas y de las personas sobre la institución) y la dimensión de la misión de la institución (instituciones abiertas o cerradas). Todas las instituciones han surgido con una determinada misión y están al servicio de las necesidades de la sociedad. También las instituciones religiosas están al servicio de la sociedad desde su misión específica: la transformación de la sociedad a través de la encarnación de los valores evangélicos. Teóricamente, las instituciones religiosas deberían crear organizaciones abiertas al diálogo social y cultural, porque sólo así podrían cumplir su misión de encarnar los valores evangélicos en la sociedad. Sin embargo, es cierto que las instituciones religiosas, al igual que otras, se convierten, con el tiempo, en organizaciones preocupadas, sobre todo, por mantener su identidad y su posición en la estructura social, con riesgo evidente de apartarse de los valores evangélicos que deben encarnar en la sociedad. Las instituciones abiertas a la sociedad están en continuo proceso de adaptación a los cambios sociales y culturales, porque sólo así pueden mantener el diálogo social, imprescindible para que puedan cumplir su misión. Esto requiere una gran flexibilidad en las estructuras organizativas, flexibilidad que solamente puede ser mantenida cuando las personas influyen sobre las instituciones a través de la innovación y la negociación. La cultura modifica las relaciones entre el sistema (instituciones y organizaciones) y los actores (grupos y personas). Siempre actúan los procesos de Arriba-Abajo y de Abajo-Arriba. Pero no siempre tienen la misma fuerza unos procesos y otros. En las culturas colectivistas, los procesos de Arriba-Abajo tienen más fuerza, mientras que en culturas más individualistas adquieren más fuerza los procesos de Abajo-Arriba. Es un hecho que la cultura occidental ha pasado de una cultura colectivista a una cultura individualista8. En consecuencia, las instituciones se ven obligadas 8 Sobre el tema del individualismo, entendido como dimensión cultural, se ha escrito mucho en los últimos 20 años. Cito algunos libros: R. D. PUTNAM. Solo en la bolera, Barcelona, Círculo de Lectores, 2002. R. D. PUTNAM. El declive del Capital Social, Barcelona, Círculo de Lectores, 2002. F. FUKUYAMA. La Confianza (Trust), Barcelona, Ediciones B. 1998. 21 a flexibilizar las estructuras organizativas y admitir el conocimiento personal de los individuos que forman parte de las organizaciones. Aquí, me estoy refiriendo a una distinción que se está convirtiendo en un tema de mucha actualidad: la distinción entre el conocimiento acumulado por las organizaciones a través del tiempo (conocimiento del sistema) y el conocimiento personal, elaborado por los individuos en los encuentros grupales (conocimiento actual construido por las personas). Este conocimiento personal, construido en los grupos y cargado de emotividad, es un conocimiento extraído por un grupo en el intercambio de vivencias personales9. En estructuras organizativas rígidas, predomina el conocimiento del sistema institucional, mientras que, en estructuras organizativas más flexibles, aflora más fácilmente el conocimiento personal. Si las organizaciones imponen el pensamiento oficial del sistema institucional, ahogan la comunicación interpersonal y no permiten que aflore el conocimiento personal. En nuestras comunidades religiosas, se impone el conocimiento del sistema a través de textos, fichas de reflexión y cursos de formación permanente. Esto refuerza la comunicación ideológica en las comunidades religiosas. Las personas se comunican en el plano de las ideas políticamente correctas, emanadas de la ideología del sistema, y construyen sistemas de comunicación en los que no cabe ninguna implicación personal. Porque las personas tienen miedo a los juicios morales. No tienen libertad interior para pensar por sí mismas. En estas condiciones, no cabe una comunicación basada en la negociación. Los individuos, llevados por sus propias dificultades, evitan toda implicación personal en el proceso de la comunicación. Les viene muy bien el recurso a unos textos que les permiten mantenerse en el plano de una comunicación ideológica10. Sin embargo, esas mismas comunidades religiosas prestan cada vez mayor atención a las demandas del entorno social. Cada vez, son más abiertas. A veces, las personas religiosas mantienen mejor comunicación fuera de la comunidad que con los miembros de la comunidad. Esto, evidentemente, es un síntoma de la disociación que se crea entre el tipo de comunicación de las V. CAMPS. Paradojas del individualismo. Barcelona, Crítica, 1994. M. Ros y V. V. GOUVEIA (Coords.). Psicología social de los valores humanos. Madrid, Biblioteca Nueva, 2001. 9 Para comprender la relación entre el conocimiento del sistema institucional y el conocimiento de las Personas, recomiendo el libro de STACEY, R. D. Complex Responsive Processes in Organizations. Learning and Knowledge creation. London: Routledge, 2001. Stacey describe la diferencia entre el conocimiento del sistema y el conocimiento de la persona y explica cómo el conocimiento personal se construye en la comunicación interpersonal. Stacey relaciona el conocimiento del sistema con el poder y el conocimiento personal, con la comunicación, la emoción y la negociación. El conocimiento de las organizaciones es una combinación de conocimiento personal y conocimiento del sistema. La innovación viene siempre del intercambio emocional entre las personas. 10 Joaquín M. Sánchez Macias, en el artículo que aparece en este mismo libro, desarrolla muy claramente las tres dimensiones del Poder: el poder jurídico que define quién toma las decisiones; el poder político que define quién o quiénes tienen derecho a intervenir en determinadas áreas de actuación; el poder como imposición de significados. La forma más sibilina de ejercer el poder es el control del pensamiento de un grupo humano. 22 personas dentro de la comunidad y el tipo de comunicación de esas mismas personas fuera de la comunidad. Es una disociación que perjudica a la maduración vocacional de las personas religiosas. No podemos encarnar en nuestro entorno social los valores evangélicos del respeto al diferente, de la comprensión hacia los débiles, del diálogo y la negociación, de integración de posturas diferentes y del fomento de unas relaciones basadas en el amor y la justicia, si no somos capaces de vivir todos estos valores en nuestra convivencia fraterna. 3.2. Las paradojas del individualismo El individualismo tiene mala prensa en los ambientes religiosos. Se considera como una de las características de la cultura postmoderna. Sin embargo, los autores que analizan los cambios en los valores culturales no tienen esa visión negativa del individualismo. Para comenzar, habría que distinguir, como hace Victoria Camps, el individualismo ético del individualismo psicológico. El individualismo ético es autonomía ética, la capacidad de discriminar por sí mismo lo que está bien y lo que está mal. El individualismo psicológico se define en términos de autonomía personal, competitividad y aislamiento social. Lo positivo del individualismo es, justamente esa autonomía personal. Asumir que cada uno es responsable de su propia existencia es un valor humano, que no se valora suficientemente en la vida religiosa. Los elementos negativos que conlleva el individualismo son la competición y el aislamiento social o falta de interés por los problemas de los demás. Competición y soledad, son realmente los peligros del individualismo. Estamos en plena cultura postmoderna. A partir de aquí comienzan las diferencias de planteamiento. Unos piensan que hay que volver a los valores colectivistas, reforzando los valores de la institución sobre los valores individuales. En la medida en que las personas sean capaces de aceptar creencias, valores y comportamientos establecidos desde la institución, renunciando a la autonomía de las personas, habrá más cooperación y menos soledad. De hecho, en las discusiones sobre temas culturales, los que se oponen, sistemáticamente, al individualismo no suelen ofrecer otra solución que el retorno a alguna forma de colectivismo. Sin embargo, existe otra forma de superar el individualismo, sin que, necesariamente, tengamos que volver a organizaciones de carácter colectivista. La cultura individualista puede ser considerada como una oportunidad para construir unas relaciones humanas basadas en el diálogo, la comunicación, la negociación y la ayuda mutua. Es decir, construir las organizaciones desde la negociación y el acuerdo entre las personas. Sin duda, este camino exige la superación de una competición destructiva y un nuevo aprendizaje que permita desarrollar ciertas competencias sociales. Me refiero a las tres competencias, ya conocidas, de comunicación, negociación y planificación. En el segundo apartado de este escrito, dedicado a la 23 facilitación de la convivencia fraterna, hemos considerado competencias como la base de la animación de la vida fraterna. estas tres La cultura individualista no es un punto de llegada, sino un punto de partida para promover unas relaciones sociales más igualitarias y más participativas. Evidentemente, tendremos que aprender a integrar diferencias, buscando nuevas ideas, nuevos proyectos y nuevos objetivos que nos permitan trabajar y vivir juntos. Esto exige capacidad de comunicación, negociación y planificación del trabajo y de la convivencia11. En el pensamiento occidental, la cultura postmoderna está siendo superada. En todas las organizaciones, se está construyendo una cultura que supera el pensamiento postmoderno a través del diálogo y de la negociación de intereses. Ciertamente, todavía hoy, la forma más frecuente de resolver los conflictos interpersonales e intergrupales es el recurso a la autoridad y el recurso a la ley, pero existe una amplia literatura que defiende el camino de la resolución de conflictos por la vía de la negociación de intereses. 3.3. "Pasión por Dios y por las personas" En la XI Asamblea de la CONFER, igual que en la X Asamblea, se abordó el tema del compromiso de las personas religiosas con los marginados sociales. Como no podía ser de otra manera, se abordó dicho compromiso en el contexto de los valores evangélicos, que dan sentido a la vida religiosa. La gratuidad y la fidelidad a la voluntad de Dios y la constante-referencia al Sermón de la Montaña constituyen el núcleo motivacional de las personas comprometidas en la lucha por la integración social de los marginados. Otras motivaciones, como pueden ser la promoción humana de las personas marginadas, el cambio político de las estructuras sociales y la defensa de los valores del humanismo cristiano, forman parte de una historia humana que adquiere su sentido último en la Historia de la Salvación. Pero la "pasión por Dios" no se separa de la "Pasión por las personas". La Salvación que nos ofrece Cristo tiene lugar en el encuentro con las personas que sufren y que luchan por su libertad. La misión de las personas religiosas, comprometidas con los pobres y marginados sociales, se realiza en el intercambio de valores, sentimientos y acciones con las personas marginadas y con agentes sociales que no comparten los valores religiosos. El compromiso con 11 Los psicólogos, como los pedagogos, han sido proclives a establecer una oposición entre "competición" y "cooperación". Sin embargo, quienes han profundizado en el estudio de la competición y cooperación sostienen que los mejores resultados se obtienen cuando se combinan ambos estilos en el manejo de los problemas. La competición, sin la cooperación, se vuelve destructiva. La cooperación, sin competición, a la larga, se convierte en dominación, en desconfianza y, con frecuencia, en vagancia social. Ver sobre este tema el siguiente trabajo: E. VAN DE VLlERT, Cooperation and Competition as Partners. European Review of Social Psychology, Vol. 10,231-257.1999. 24 los marginados sociales exige una doble apertura: apertura hacia los que sufren la marginación y apertura hacia los que luchan en el mundo de la marginación desde otras organizaciones, religiosas o no religiosas. La apertura hacia las personas marginadas exige una buena capacidad de escucha, de empatía y de sacrificio personal. La apertura hacia otras organizaciones que trabajan en el mundo de la marginación, exige una buena capacidad de diálogo, de colaboración y de construcción de proyectos compartidos. Mi pregunta siempre es la misma: ¿Cómo podemos practicar la escucha, la comprensión, la comunicación, el diálogo y la negociación en el entorno de nuestro trabajo si no somos capaces de aprender y desarrollar esas actitudes en la vida comunitaria? Conclusión He intentado hacer ver que la comunicación interpersonal en las Comunidades depende de las personas, del funcionamiento de la Fraternidad y de la ideología de las organizaciones religiosas. He intentado integrar la perspectiva individual, grupal y organizacional en el análisis de la comunicación interpersonal. Las personas desarrollamos unos mecanismos de defensa frente a las pulsiones, sexuales y agresivas, que no son aceptables desde nuestras opciones existenciales, y frente a las agresiones, reales o imaginarias, que recibimos del entorno de las personas con las que trabajamos o convivimos. Los mecanismos de defensa debilitan nuestra autoestima y acentúan nuestro narcisismo, porque una gran parte de la energía psíquica se utiliza en negar la realidad externa que nos cuestiona. Los mecanismos de defensa nos encierran en nuestro narcisismo. Este narcisismo dificulta la comunicación interpersonal. El sistema de comunicación de la fraternidad puede ayudarnos a superar el narcisismo o puede acentuar más los mecanismos de defensa. Si en la fraternidad dominan los sistemas ideológicos o agresivos de comunicación, se reforzará el recurso a los mecanismos de defensa. Si domina un sistema de comunicación basado en la negociación, aumentarán nuestra autoestima y nuestra libertad interior. Las comunidades que funcionan con un sistema de comunicación basado en el diálogo y la negociación transforman las creencias y las normas de comportamiento de la organización, introduciendo en ella mayor flexibilidad y mayor apertura al entorno social, lo que facilita la innovación y la actualización de la misión propia de la organización religiosa. Las comunidades que funcionan con una comunicación ideológica o agresiva no pueden aportar ninguna innovación, no pueden implicarse en el plano de las emociones y de los sentimientos y no pueden construir un conocimiento personal que enriquezca el conocimiento del sistema dominante. En consecuencia, tienen que apoyarse en la ideología oficial de la organización, la cual, a su vez, reforzará la comunicación ideológica en las comunidades. Se establece una relación de causalidad circular entre el individuo, la fraternidad y la ideología de la organización. 25
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