Coplas por la muerte de su padre, Jorge Manrique

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COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE − JORGE MANRIQUE
Las Coplas a la muerte de su padre están dentro de la corriente literaria que refleja la preocupación medieval
por el tema de la muerte y por lo que se va elaborando el Ars moriendi.
En las coplas observamos la voluntad de estilo de don Jorge y su necesidad de dar al tema una interpretación
personal de experiencias personales sentidas en el propio entorno familiar; ya des de bien pequeño perdió a su
madre, más tarde su tío Gómez Manrique y finalmente su padre.
Para elaborar las Coplas, Manrique es influido por el poeta italiano Petrarca con el que comparte algunos
puntos de vista. Ambos establecen una clara distinción entre tres suertes de vida (la terrenal, la de la fama y la
eterna).
Copla I − Recuerde el alma dormida
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiere tiempo pasado
fue mejor.
La tripartición de las Coplas muy importante pues se ajusta a la teoría clásica de la composición numérica
expuesta por Servio. En el primer tercio (coplas I − XIII) en el cual está incluida esta copla se propone el tema
que se desarrollara a lo largo de todo el poema, nos habla exclusivamente de la vida terrenal y de su
fugacidad.
Como bien podemos observar ya en esta primera copla, uno de los temas más tratados por Manrique es la
fugacidad de las cosas, y la estimación positiva o negativa, del plazo de la vida:
como se pasa la vida
cuan presto se va el placer
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La introducción con la palabra recuerde es en el poema volver en sí, es una exhortación al alma mundana para
que se eleve y recupere la conciencia de su verdadera naturaleza que le permitirá ver y meditar el fugaz paso
de la vida
En los seis primeros versos Jorge Manrique hace una meditación sobre la fugacidad de la vida y la
inestabilidad de las cosas del mundo.
En esta copla en concreto, el poeta se refiere a todo aquello que pasó y ya no existe. Manrique nos dice que lo
que siempre pasó y pasará está pasando ahora, en este momento. De este modo, consigue darnos una visión
escalofriante del fluir permanente, del tiempo que camina y no se detiene.
En esta copla, el poeta pone de manifiesto su sensación del momento actual que se escapa:
como se pasa la vida,
como se viene la muerte
tan callando.
En esta misma copla, Manrique afirma que es mejor ver las cosas como ya pasadas, puesto que no tienen
estabilidad en el presente y este es un tema mollar de las Coplas y ello hace pensar que Manrique era
preexistencialista.
Copla V− Este mundo es el camino
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
Esta copla número cinco, todavía forma parte del primer tercio de las Coplas donde el autor nos habla de la
vida terrenal pero dentro de esta primera unidad, la copla V, junto con la VI y la VII (XIII en nuestro dossier)
parece formar otra unidad totalmente coherente.
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Estas tres coplas parten del viejo símbolo de la vida como camino e insinúan la contraposición entre vida
terrenal y vida eterna, buena la primera si su fin es alcanzar la verdad de la segunda. Esto se percibe en los
seis primeros versos, especialmente en los tres versos siguientes:
Mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Los versos de esta quinta copla describen la jornada del hombre en la tierra y describe la muerte como la
liberadora para el acceso a la verdadera vida, la eterna. Como se puede apreciar en los seis últimos versos:
Partimos cuando nacemos
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
Esta percepción de la muerte se da por influencias de la visión del siglo XIII de que la muerte es la salvación
hacia la eternidad. La verdad es que Manrique está fuertemente influenciado por ciertos manuales prácticos
que aparecieron a principios del s. XV con el propósito de ayudar a la gente a afrontar la muerte con dignidad,
se les denominaba Artes moriendi o Bene moriendi.
Copla VIII − Decidme: La hermosura
Decidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se toma graveza
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cuando llega el arrabal
de senectud.
Las coplas VIII − XIII sirven como demostración de lo dicho en coplas anteriores, mostrando como ejemplos
generalizados la pérdida de la belleza juvenil, la decadencia de la rancia nobleza de los godos y las riquezas y
honores que nos abandonan a la hora de la muerte.
En esta copla número ocho, el tema de la cara corporal es llena de halagadores encantos visibles en los cuatro
primeros versos:
Decidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color y la blancura,
En estos primeros cuatro versos el poeta se refiere al ideal de belleza femenino; se retrata del mismo modo a
las mañas, ligerezas y fuerza de los hombres, pero todo se acaba como bien dice en la metáfora Manrique con
el arrabal de la senectud. Con eso se refiere a la muy notoria proximidad entre la vejez y la muerte.
A parte de las cuestiones temáticas, con esta copla también podemos apreciar el estilismo, si no todo, una
buena parte.
Manrique desecha numerosos cultismos léxicos de los que habían abusado sus antecesores. Don jorge sólo
admite los cultismos léxicos que ya habían arraigado en la lengua castellana como podemos observar en esta
copla con los motes senectud y juventud aún en uso hoy en día. Asimismo, utiliza palabras incorporadas al
patrimonio léxico del castellano pero con su sentido latino.
Además, Manrique apuesta por el orden natural del castellano. No fuerza la sintaxis para nada, justo lo
contrario que hicieron autores anteriores como Juan de Mena y el marqués de Santillana.
Todo esto se incluye en los temas de la primera parte de las coplas, como ya he dicho anteriormente, donde
Manrique lleva a cabo una honda meditación sobre uno de los temas capitales que el hombre puede plantearse.
Copla XVI − ¿Qué se hizo el Rey Don Juan?
¿Qué se hizo el Rey Don Juan?
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
que de tanta invitación
que trajeron?
¿Fueron sino devaneos,
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que fueron sino verduras
de las eras,
las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras?
Nueve coplas de la segunda parte, de la XVI a la XXIV, nos permiten asistir a un desfile procesional de
muertos de ayer con sus nombres concretos e individuales. Manrique alude a otro tipo de vida menos efímera,
la de la fama, ilustrada ahora por una ordenada marcha militar de difuntos ilustres que testimonian
personalmente lo que se ha dicho en versos anteriores. Como ocurre en este caso, Manrique hace pasar al rey
don Juan y a sus parientes los infantes de Aragón.
Don Jorge evoca a los personajes más destacados de la historia reciente de Castilla. Retrata en esta
decimosexta copla a Juan II, lo recuerda sobretodo como organizador de un sinfín de fiestas cortesanas que
comprendían combates deportivos entre caballeros, bailes y banquetes como podemos apreciar en esta copla:
tanta invitación que trajeron
las justas y los torneos
El contacto con la trágica realidad se mantiene a través de las repetidas interrogaciones en que se da lugar al
tópico ubi sunt? es decir, dónde se han ido todas
aquellas fiestas y tiempos cuando os lo pasabais bien. Todo se lo lleva el paso del tiempo, así vemos como nos
vuelve a llevar al tema central de la obra.
Copla XXXV − No se os haga tan amarga
No se os haga tan amarga
la batalla temerosa
que esperabais
pues otra vida más larga
de la fama gloriosa
acá dejáis
(aunque esta vida de honor
Tampoco no es eternal
ni verdadera);
mas, con todo, es muy mejor
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que la otra temporal
perecedera.
Durante las coplas, Manrique adopta un proceso que va de lo general a lo particular. Está copla ya está dentro
de lo particular, pertenece a la tercera parte de la obra (des de XXV hasta XL). Dentro de esta tercera parte
hay una división entre el ejemplo de Don Rodrigo Manrique, su padre, del vivir bien (XXV − XXXII) y el
ejemplo de morir bien, también ejemplificado con Rodrigo Manrique. En las Coplas Don Rodrigo parece
seguir puntualmente todos los consejos del Ars moriendi, citado anteriormente, para tener una muerte digna y
plácida. Esta copla en concreto pertenece al segundo grupo donde nos explica en qué consiste la vida de la
fama que da lugar a una vida eterna, explicada en la copla siguiente (XXXVI). Nuestro poeta, inspirado en la
Danza de la muerte o macabra, presenta a la muerte como un personaje alegórico que llama a su padre para
afrontar la muerte.
En la primera sextilla el autor nos dice que no tenemos que sufrir tanto por la muerte ni por la agonía previa
pues aunque dejemos la vida de la fama, lograda con los actos valerosos y caballerescos, esta no es eternal ni
verdadera porque después de la muerte llega la vida eterna que es lo que don Jorge quiere para su padre. Aun
así, nos dice que la vida de la fama es:
muy mejor
que la otra temporal
perecedera,
es decir, que la vida terrenal y mundana.
Con esto se refiere a la vida (de la fama) de Don Rodrigo, el autor lo asienta en un pedestal y lo exalta como
prototipo de héroe digno de la fama y con ello reafirma la prioridad de una clase social y mitifica la grandeza
del clan familiar.
Copla XXXVI − El vivir que es perdurable
El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
infernales
mas los buenos religiosos
gánalo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos
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con trabajos y aflicciones
contra moros.
La copla se sitúa en la tercera parte de la obra (des de XXV hasta XL). Dentro de esta tercera parte hay una
división entre el ejemplo de Don Rodrigo Manrique, su padre, del vivir bien (XXV − XXXII) y el ejemplo de
morir bien, también ejemplificado con Rodrigo Manrique.
Esta copla pertenece a esta segunda parte, Jorge Manrique con la vida de su padre ejemplifica la vida de la
fama para llegar a tener un lugar en la vida eterna, el buen morir, según él.
En la primera sextilla Manrique expone su teoría que para conseguir la vida eterna no se debe llevar una vida
terrenal mediocre y pecaminosa.
no se gana con estados
mundanales
donde moran los pecados
infernales
En la segunda sextilla el autor nos presenta el tópico del monje y el caballero que consiste en relatar los dos
tipos distintos de vida que pueden llevarte a la vida eterna. En primer lugar, la vida religiosa. Los servidores
de Dios que tienen una actitud contemplativa de la vida, se pasan el día rezando y viendo la vida desde fuera.
mas los buenos religiosos
gánalo con oraciones
y con lloros
En los últimos tres versos de esta segunda sextilla el poeta cuenta la vida de los caballeros, que tienen una
actitud activa, sirven también a Dios, pero luchando por sacar a los árabes de España y volver a construir un
reino español cristiano. En esta última explicación Manrique da a entender que su padre fue uno de estos
caballeros que con si virtud luchó contra los moros y por lo cual, se merece conseguir la vida eterna, por sus
méritos.
Es evidente que Jorge Manrique consiguió se objetivo y Rodrigo Manrique sigue aun presente en nuestros
días, en el año 2006, es decir, más de quinientos años después y lo seguirá siendo durante muchos años más.
Esto es gracias a las coplas, por su originalidad ahora Don Rodrigo Manrique está gozando de la vida eterna.
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