COLEGIO DE BACHILLERES PLANTEL 8 CUAJIMALPA

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COLEGIO DE BACHILLERES
PLANTEL 8 CUAJIMALPA
TEMA: SEXO (TENDENCIAS
SEXUALES)
MATERIA: TIC 2
INTEGRANTES:
RAMIREZ VILLANUEVA ERIC
TORNERO EUGENIO RODRIGO
MARTINEZ PEREZ MANUEL
PEREZ DE LA ROSA OSCAR
VALENTIN CORTEZ ALBERTO
INDICE
12345-
FETICHISMO
ZOOFILIA
SADOMASOQUISMO
BISEXUALISMO
HETEROSEXUALIDAS
Fetichismo sexual
Fetichismo (del latín, facticius, «artificial», y portugués feitiço,
«magia», «manía»; del francés fétiche) es una parafilia que consiste en
la excitación erótica o la facilitación y el logro del orgasmo a través de
un talismán u objeto fetiche, sustancia o parte del cuerpo en particular.
El fetichismo sexual se considera una práctica inofensiva, salvo en el
caso de que provoque malestar clínicamente significativo o problemas a
la persona que lo padece o a terceros, pudiendo en este caso llegar a
considerarse un trastorno patológico propiamente dicho.
Los aparatos fabricados con el objetivo de la estimulación o para el
juego sexual no se consideran fetiches.
El DSM IV lo clasifica como enfermedad siempre y cuando sea
una conducta recurrente durante al menos seis meses, necesaria para la
excitación sexual y que afecte la vida social o laboral del sujeto. En el
caso de que ésta no afecte la vida social o laboral del paciente, se
considera simplemente como una manifestación de su sexualidad.
Diagnóstico diferencial [editar]Es necesario saber diferenciar el
fetichismo de la conducta común, por ejemplo, es agradable ver a una
mujer que lleva puesta una minifalda, o un escote que muestra una parte
de los senos. Esto no podría considerarse fetichismo, pues el estímulo se
produce por el erotismo que estos objetos causan al ocultar partes
verdaderamente sexuales, las cuales son los verdaderos objetos de
atracción.
En el caso del fetichista, lo excitante sería, por ejemplo, la falda
usada por aquella persona, las botas, pañuelos o en general objetos o
partes del cuerpo (a excepción de los genitales) sin las cuales el fetichista
no lograría alcanzar satisfacción sexual.
Manifestaciones [editar]Durante la conducta sexual solitaria, el
fetiche se lleva puesto, se huele o se frota contra los genitales. Los objetos
fetiches más frecuentes suelen ser elementos de vestir femeninos,
incluyendo bragas, sujetadores, guantes, medias, zapatos, botas e incluso
delantales, capas y pañuelos. Hay que matizar que, para el fetichista,
estos objetos suelen ser mucho más excitantes si ya los ha llevado puestos
la persona. Y aunque estos objetos pueden resultar excitantes para
muchas personas porque proyectan una imagen mental del cuerpo de la
persona, para el fetichista, en cambio, el objeto es realmente mucho más
excitante que la persona en sí...
Fetichismo y psicoanálisis
Algunos psicoanalístas consideran el fetichismo como el núcleo
perverso, o lugar común de todas las parafilias. En el libro "Ensayos
sobre lo simbólico" de Guy Rosolato el fetichismo es considerado como
una manifestación en primera instancia de los problemas que el sujeto
tiene con la norma, que en otros estadios puede manifestarse en
sadomasoquismo, travestismo, voyerismo, entre otros.
Piera Aulagnieur considera el fetichismo como un estado
fronterizo del sujeto, la última barrera antes de la sicosis, en la que existe
una profunda fijación por el objeto para mantenerse dentro de los límites
de la neurosis.
F
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en su
libro
Tres
ensay
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para
una
teoría
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fetichi
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Otras teorías psicológicas [editar]Otras teorías psicológicas
acerca del fetichismo sexual lo relacionan con las teorías del
comportamiento humano y la idea de "condicionamiento" o aprendizaje.
Así, alguna experiencia en la infancia podría causar la asociación entre
el placer sexual y un determinado objeto, relación que se mantendría en
la edad adulta.
Hay autores que no consideran la atracción hacia partes del
cuerpo como fetichismo, sino que denominan a esta parafilia
"parcialismo". En el fetichismo, el objeto fetiche se puede emplear
durante la masturbación o bien lo lleva puesto el otro miembro de la
pareja durante la actividad sexual (por ejemplo, unas medias, botas tacón
aguja, unos zapatos, o una mujer fumando (conocida como capnolagnia
o bien capnogalia, etc.) con el fin de provocar la excitación de su
compañero sexual, ya que frecuentemente el fetiche es necesario para la
excitación sexual.
Zoofilia
Diagnóstico diferencial [editar]Es necesario saber diferenciar el
fetichismo de la conducta común, por ejemplo, es agradable ver a una
mujer que lleva puesta una minifalda, o un escote que muestra una parte
de los senos. Esto no podría considerarse fetichismo, pues el estímulo se
produce por el erotismo que estos objetos causan al ocultar partes
verdaderamente sexuales, las cuales son los verdaderos objetos de
atracción.
En el caso del fetichista, lo excitante sería, por ejemplo, la falda
usada por aquella persona, las botas, pañuelos o en general objetos o
partes del cuerpo (a excepción de los genitales) sin las cuales el fetichista
no lograría alcanzar satisfacción sexual.
Manifestaciones
[editar]Durante la
conducta sexual
solitaria, el fetiche
se lleva puesto, se
huele o se frota
contra los genitales.
Los objetos fetiches
más frecuentes
suelen ser
elementos de vestir
femeninos,
incluyendo bragas, sujetadores, guantes, medias, zapatos, botas e incluso
delantales, capas y pañuelos. Hay que matizar que, para el fetichista,
estos objetos suelen ser mucho más excitantes si ya los ha llevado puestos
la persona. Y aunque estos objetos pueden resultar excitantes para
muchas personas porque proyectan una imagen mental del cuerpo de la
persona, para el fetichista, en cambio, el objeto es realmente mucho más
excitante que la persona en sí... Sadomasoquismo es un acrónimo de los
Fetichismo y psicoanálisis ]Algunos psicoanalístas consideran el
fetichismo como el núcleo perverso, o lugar común de todas las parafilias.
En el libro "Ensayos sobre lo simbólico" de Guy Rosolato el fetichismo
es considerado como una manifestación en primera instancia de los
problemas que el sujeto tiene con la norma, que en otros estadios puede
manifestarse en sadomasoquismo, travestismo, voyerismo, entre otros.
Piera Aulagnieur considera el fetichismo como un estado
fronterizo del sujeto, la última barrera antes de la sicosis, en la que existe
una profunda fijación por el objeto para mantenerse dentro de los límites
de la neurosis.
Freud, en su libro Tres ensayos para una teoría sexual, se refiere
en diversos apartados al fetichismo como manifestación perversa.
Otras teorías psicológicas [editar]Otras teorías psicológicas
acerca del fetichismo sexual lo relacionan con las teorías del
comportamiento humano y la idea de "condicionamiento" o aprendizaje.
Así, alguna experiencia en la infancia podría causar la asociación entre
el placer sexual y un determinado objeto, relación que se mantendría en
la edad adulta.
Hay autores que no consideran la atracción hacia partes del
cuerpo como fetichismo, sino que denominan a esta parafilia
"parcialismo". En el fetichismo, el objeto fetiche se puede emplear
durante la masturbación o bien lo lleva puesto el otro miembro de la
pareja durante la actividad sexual (por ejemplo, unas medias, botas tacón
aguja, unos zapatos, o una mujer fumando (conocida como capnolagnia
o bien capnogalia, etc.) con el fin de provocar la excitación de su
compañero sexual, ya que frecuentemente el fetiche es necesario para la
excitación sexual.
Terminología [editar]El término "zoofilia" fue introducido por
primera vez en el estudio de la sexualidad por Krafft-Ebing (1894). Los
términos zoosexualidad y zoosexual se utilizan desde 1980
aproximadamente, en correlación con las orientaciones sexuales
homosexualidad y heterosexualidad. Personas con una fuerte afinidad
por los animales, pero sin un interés sexual por ellos, pueden ser
consideradas como zoófilos sin deseo sexual, aunque en muchos casos
puede que no estén de acuerdo en ser llamados así.
El ambiguo término sodomía ha sido empleado en algunas
ocasiones en un contexto legal para referirse a actos bestialistas. En
pornografía, aquel material con prácticas sexuales entre humanos y
animales lleva el nombre de zoofilia o bestialismo, nombre extraído de
dichas tendencias.
Entre la comunidad zoófila, el término "bestialismo" ha adquirido
una connotación negativa, dando a entender un impetuoso deseo sexual
sin interés por los derechos de los animales. Esto ha llevado a algunos
zoófilos a querer distinguir entre la zoofilia (una entera relación de
mutuo amor) y el simple acto sexual o bestialismo. Otros se definen a sí
mismos como zoófilos y como bestialistas.
Frecuencia de tendencias zoofílicas [editar]No se sabe con
exactitud la frecuencia con la que ocurren sentimientos de atracción
sexual hacia animales; primero, debido a que sentimientos de este tipo,
sin un comportamiento externo, no pueden ser registrados con facilidad;
segundo, a causa de la imprecisa diferencia entre un comportamiento
zoófilo y uno de cariño corriente hacia la mascota; y tercero, a
consecuencia también de la contención por parte de muchas personas de
ligeros sentimientos zoófilos. Por ello, la mayoría de las investigaciones
se centran más en las características propias de la zoofilia, y no en
cuantificar los casos en los que ocurre.
Encuestas científicas y otras informales estiman que un 1-2% o
incluso hasta un 8-10% de la población sexualmente activa ha tenido
alguna experiencia sexual destacable con un animal alguna vez en su
vida. Un mayor número de personas (entre un 10% y un 30%,
dependiendo de la zona) han tenido alguna fantasía sexual o experiencia
corta de este tipo. El porcentaje sube hasta un 50% al preguntar a
jóvenes de zonas rurales cercanos a granjas. Sin embargo, estas cifras
son dudosas. Como anécdota, My Secret Garden (1973), libro de
sexualidad femenina de la autora Nancy Friday, contiene la contribución
de unas 180 mujeres; de éstas, un 10% afirmaron tener un serio interés o
una participación activa en la zoofilia.
Gente que no desea tener experiencias bestialistas en la vida real a
veces tienen fantasías sexuales sobre actos de este tipo, por simple
curiosidad o imaginación. Las tendencias zoófilas latentes pueden ser
comunes; un frecuente interés y excitación sexual en ver a animales
copulando es una
prueba de ello según Massen (1994).
Sadomasoquismo
El sadismo es la obtención de placer al realizar actos de crueldad o
dominio. Este disfrute puede ser de naturaleza sexual y consensuada, en
cuyo caso se considera una de las parafilias que se engloban bajo el
acrónimo BDSM. En caso contrario, puede ser indicativo de trastorno
mental o el resultado de emociones humanas como el odio, la venganza e
incluso ciertas concepciones de la justicia. Estamos, pues, ante una
polisemia con matices de significado netamente diferenciados.
El término sadismo deriva del Marqués de Sade, escritor y filósofo
francés autor de numerosas obras donde el sadismo sexual ocupa un
papel de gran importancia.
Su antónimo y
complemento
potencial es el
masoquismo. El
masoquismo es la
obtención de placer al
ser víctima de actos
de crueldad o
dominio. Este disfrute
también puede ser
sexual o no sexual.
La característica
fundamental del
masoquismo que lo
distingue de otros tipos de sumisión es la algolagnia, esto es, la
satisfacción obtenida sufriendo dolor físico en distintos grados.
Sadismo [editar]El sadismo es una característica de la naturaleza
humana, difícil de identificar en otras especies, ampliamente
documentada desde los orígenes de la especie mediante hallazgos
antropológicos y obras históricas. Los actos de crueldad elaborada,
excesiva o gratuita contra animales, personas y colectivos constituyen
una constante en el desarrollo de la humanidad, frecuentemente
justificados como exigencias de mantenimiento de la disciplina, del orden
familiar, del orden social, del orden divino, de necesidades de
sometimiento, ejemplarización o retribución, y consecuencia de los actos
de guerra. Muchas sociedades han llegado a transformar algunos de
estos actos de crueldad en festejos colectivos, como es el caso del circo
romano o la tortura y ejecución públicas de los condenados.
La realización de algunos de estos actos de crueldad constituye
mandato divino en la mayoría de las religiones, si bien en algunas
ocasiones estas mismas religiones actuaban de limitadores de los mismos.
Por lo común, tales actos de crueldad se han considerado malignos
cuando se realizan por razones exclusivamente personales y privadas, al
margen de estos mecanismos de socialización o sacralización. Por ello,
resulta complejo separar la crueldad y el sadismo de sus justificaciones
sociales en tiempos anteriores a la Edad Moderna, y sólo nos han llegado
noticias de sádicos históricos cuando el uso privado o el nivel y grado de
elaboración de la crueldad llamaron la atención de sus coetáneos. Este es
el caso de personajes como Calígula, Tiberio, Gilles de Rais, Vlad Tepes,
Murad IV, Isabel Báthory o Catalina la Grande. En general, la crueldad
es indistinguible del ejercicio del poder familiar o social hasta la llegada
del humanismo renacentista y la plasmación final de la singularidad
individual en las declaraciones de derechos de la Edad Moderna; por
tanto, resulta imposible hasta este momento diferenciar claramente el
disfrute personal de la crueldad de los ejercicios de crueldad colectiva. Y
quienes comenzaron a hacerlo, fueron rápidamente caracterizados como
pervertidos o psicópatas.
Masoquismo [editar]La observación histórica y antropológica del
masoquismo resulta aún más oscura. En el periodo premoderno, el
masoquismo quedó enmascarado por el hecho de que el comportamiento
óptimo de todo súbdito —a diferencia del ciudadano— es análogo al de
un esclavo masoquista: reconocimiento de la autoridad y de la sujeción a
la misma, obediencia sin paliativos, aceptación activa del orden impuesto
y de los métodos de castigo utilizados para mantenerlo, cooperación en
los mecanismos represivos, etc. Tal comportamiento fue reforzado
especialmente en las mujeres durante todo el periodo patriarcal.
Adicionalmente, en tiempos de gran crueldad y brutalidad, no
resultaba difícil provocar situaciones que se resolvieran mediante la
aplicación de control y dolor fácilmente predecibles en intensidad y
alcance por el contexto cultural.
Bisexualidad
La bisexualidad hace referencia al deseo romántico o sexual hacia
personas de ambos sexos. El término tiene el mismo origen que los que se
refieren a las otras orientaciones sexuales, homosexualidad y
heterosexualidad.
Dentro de la tradición occidental, se suele dar carta de naturaleza a
la bisexualidad desde la antigua Grecia pues, según las fuentes existentes,
este tipo de relaciones eran practicadas incluso por los mismos reyes o
gobernadores de Grecia (uno de ellos fue Alejandro Magno).
Aunque se ha observado en gran variedad de formas en todas las
sociedades humanas de las que quede registro escrito, la bisexualidad
sólo ha sido objeto de estudio serio desde la segunda mitad del siglo XX y
aún hay desacuerdos sobre su prevalencia y naturaleza.
En las teorías del nivel psicológico, la bisexualidad ha sido objeto
de diversa consideración. En la obra de Freud, la bisexualidad (como
ocurriera con la homosexualidad), a menudo significaba la fijación de
un desarrollo psicológico estancado. El trabajo del psicoanalista Heinz
Kohut,en cambio, define la bisexualidad como un intento de regulación
de la autoestima del individuo para alcanzar satisfacción teniendo
relaciones íntimas con un sexo o dos. La necesidad de alcanzar
satisfacción sexual con ambos sexos debe distinguirse, en este paradigma,
de algunas formas "patológicas" de bisexualidad observadas en el
historial clínico de pacientes con personalidad de límites difusos o débiles
y autorrepresentaciones fluidas.
En las teorías del nivel conductual, se centra la atención en el
estudio de las biografías de individuos que presentan conductas
bisexuales. Para estas teorías, dado que la conducta sexual normalmente
no suele darse con los dos sexos al mismo tiempo, el mismo individuo
suele relacionarse exclusivamente con un sexo u otro durante una fase
significativa del desarrollo vital. Los estudios de este nivel focalizan el
interés en las razones por las que se producen estos saltos y en su
significado. La bisexualidad se concibe así como un resultado situacional
o vital de la biografía de los individuos. Esta dimensión cualitativa en el
estudio de la conducta bisexual es eludida por otros estudios cuantitativos
del comportamiento sexual humano, como los de Kinsey, que se limitan
al recuento estadístico de experiencias o deseos homosexuales y/o
heterosexuales en los individuos.
Mientras que las teorías de corte
psicológico y conductual centraban su atención en el significado de la
bisexualidad para los individuos, y las teorías biologicistas, en la
funcionalidad universal de la bisexualidad para la especie, las teorías del
cuarto y más reciente nivel, el cultural, consideran que la dimensión
fundamental para conceptualizar el comportamiento sexual se halla en el
seno de las distintas culturas. Así se presta atención a las ideas culturales
referidas a las relaciones sexuales o a las ideologías dominantes en una
cultura respecto de lo que se considera adecuado, saludable, moralmente
aceptable o reprobable en el seno de una sociedad concreta en un
momento determinado de su historia. Enmarcadas en el seno del
constructivismo social, las teorías culturales, niegan la validez científica
de categorías universales como la normalidad, la naturalidad o
salubridad de unas u otras conductas sexuales. Estas teorías son ajenas a
consideraciones biologicistas de la sexualidad, pues consideran que son
las culturas, y no la biología, las que determinan históricamente la
objetivización conceptual y el significado de los comportamientos, roles e
identidades sexuales. Por ello, las teorías culturales niegan que exista
una sola conceptualización de la bisexualidad, sino que esta presenta
distintos estatus y naturalezas dependiendo del entorno cultural que se
estudie. Desde esta perspectiva, se dan culturas, como la huaorani,2 en la
que no sólo no existen la homosexualidad, heterosexualidad o
bisexualidad como conceptos objetivos (aunque se observen prácticas que,
desde otras culturas, se conceptualizarían como tales) o identidades
sexuales más o menos definidas, sino que el propio concepto de
sexualidad aparece difuminado o es inexistente. Por todo ello, la
determinación del significado de la bisexualidad depende de la
realización de estudios transculturales que, evitando el etnocentrismo,
den una visión más amplia y veraz del asunto.
La existencia o inexistencia de la categoría bisexualidad, así como
su carta de naturaleza, su aplicación a unas conductas u otras y su
estatus social dependen además de otros componentes. En un estudio
clásico sobre los sambia de Papúa Nueva Guinea, Gilbert Herdt describe
prácticas rituales de relación entre varones estructuradas por edades. Los
sambia practican inseminaciones de muchachos prepúberes por parte de
adultos que poseen diferentes funciones y otorgan distintos resultados.
Estas prácticas rituales empiezan a la edad de siete u ocho años y
continúan hasta la primera juventud. A los muchachos se les otorga el
rol de de ser inseminados oralmente por adultos en varias iniciaciones
secretas.
HETEROSEXUALIDAD
La heterosexualidad es una orientación sexual que se caracteriza por la
atracción sexual, o el deseo amoroso o sexual hacia personas de distinto
sexo, en contraste con la homosexualidad, y que suele distinguirse de la
bisexualidad.
Además de referirse a una orientación sexual, el término
heterosexualidad también se refiere al comportamiento sexual entre
individuos de distinto sexo. Muchas especies animales (aquellas que
tienen sexo y fertilización interna), entre las que se encuentra la especie
humana, se reproducen mediante relaciones heterosexuales, a diferencia
de aquellas en las que todos los individuos poseen ambos sexos, que son
hermafroditas.
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