LA PSICOLOGÍA COMO HISTORIA

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“La historia está patas para arriba porque la realidad presente
anda cabeza abajo”.
“No soy historiador. Soy escritor, que se siente desafiado por el
enigma y la mentira, que quisiera que el presente deje de ser
una dolorosa expiación del pasado y que quisiera imaginar el
futuro en vez de aceptarlo...”
Eduardo Galeano
El pensamiento de Ignacio Martín Baro ilustra de manera ejemplar, lo que
significa pensar la Psicología Social como historia; en los volúmenes de la
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Psicología Social desde Centroamérica la historicidad se expresa con especial
énfasis en los abordajes del problema de la violencia y de la guerra como un
producto de las condiciones históricas de opresión, explotación y pobreza de
grandes capas de la población (Martín Baró, 1982, 1984, 1990. Capitulo 8
de Acción e Ideología).
Desde sus planteamientos el autor afirma la importancia de fechar y situar el
conocimiento psicosocial y no pretender vender como universal lo que es
local y parcial, destacando la importancia de incorporar la historia en la
psicología social, señalando de manera crítica como a lo largo de la
producción del saber, se nota una marcada tendencia hacia el análisis de los
fenómenos sociales desde “categorías formalistas” y modelos que hacen caso
omiso de las coordenadas de espacio y tiempo.
Gran parte de la Psicología Social, de acuerdo con sus planteamientos se ha
preocupado fundamentalmente por alcanzar un reconocimiento científico, al
margen de la historia de nuestras sociedades, cayendo en un ahistoricismo,
asumiendo los supuestos de modelos importados que no recogen las
necesidades concretas de la población latinoamericana;
por lo tanto el
llamado concreto que hace Martín Baro para las y los psicólogos sociales esta
en convertirse en interlocutores de las mayorías populares.
“El lector latinoamericano no puede menos de sentir que los aspectos mas
cruciales de su propia existencia, de su propia historia, no son ni siquiera
tangencialmente considerados y mucho menos estudiados en profundidad.
Siente, asimismo, que cuando alguno de sus propios problemas son
examinados sufren un desencarnamiento similar a la desexualización con que
ciertos artistas caracterizan a los personajes religiosos. Son problemas
llevados a la abstracción, donde se han recortado las aristas hirientes y se
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han eliminado los contextos de significación comprometedora….”
(Martin Baró, 1983, p. 2)
La dimensión de la historia se convierte entonces, en un recurso del
conocimiento en tanto permite ilustrar las relaciones existentes entre las
comprensiones producidas, los contextos específicos en los cuales surge y los
intereses que favorece pensar las realidades desde estos marcos.
“…..El psicólogo hace parte de la sociedad y por lo tanto su saber y sus
actuaciones, están en estrecha relación con su contexto histórico. No es
posible la asepsia ni desde el punto de vista ético, ni desde el punto de vista
científico….”
(Martín Baró, 1982, Pág. 108).
Los procesos de socialización, la identidad sexual, los estereotipos, las
actitudes, la violencia y la agresión, la norma y la marginación, el poder, los
grupos humanos, están atravesados por la historicidad en tanto no son una
“simple adición de procesos puramente psicológicos” (1983, pp. 2-3), sino
que por el contrario están referidos a un sistema social, a procesos marcados
por las condiciones, los intereses y valores de la época.
La historia es un rasgo constitutivo de su postura epistemológica, retomando
en sus abordajes las propuestas de la Teoría Crítica de la sociedad propuesta
por la Escuela de Frankfurt:
“…. Una historicidad que se expresa en el rechazo a concebir la sociedad y la
historia como una sucesión de hechos externos, objetivados sin mediación
alguna de los sujetos… El conocimiento desde su perspectiva tiene un
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carácter histórico dialéctico en tanto el acontecer histórico – social se fragua
como una totalidad concreta expresada en una serie de momentos que se
demandan mutuamente…”
(Munne, 1982, pp. 96 -97)
Estudiar la realidad cotidiana tal y como es vivida por los sujetos, es uno de
sus llamados, focalizando las comprensiones en acciones concretas y en un
sistema o red de significaciones propios de una sociedad y un grupo social.
“La psicología social estudia pues el comportamiento humano en la medida
que es significado y valorado, y en que esta significación y valoración vincula
a la persona con una sociedad concreta”
(1983, p. 16)
Todo lo anterior nos lleva a realizar una sociología del conocimiento, que
historice los parámetros que han servido de referencia a la psicología a la
hora de explicar el comportamiento, las peculiaridades y los contextos en los
que se lleva a cabo la producción teórica, para establecer
sus límites y
parcialidades. Su obra nos enseña a analizar teorías, a deshacer y rehacer
conocimientos, a relacionarlos con objetos de la realidad, a cuestionarlos
severamente, para luego desbrozarlos, sacando provecho de ellos.
Es precisamente en el primer capitulo de Acción e Ideología en donde Martín
Baro hace una propuesta de lectura sobre el desarrollo histórico de la
disciplina, describiendo las realidades y los intereses que marcaron a nuestras
sociedades, e identificando las preocupaciones éticas y los intereses políticos
que han caracterizado el saber producido por la Psicología Social
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La ciencia como práctica social inserta en contextos específicos y situada en
coordenadas de espacio y tiempo, es una premisa que asume a lo largo de su
obra la historicidad del conocimiento, y la comprensión de los procesos
psicosociales, así como las elaboraciones que se derivan de ellos,
imprimiéndole un carácter político al quehacer científico.
En este sentido comprender un fenómeno social implicaría explicar sus
condiciones de constitución en virtud de las relaciones sociales que lo han
posibilitado, en cuanto a su correspondencia con un periodo especifico de la
historia, restituyéndole al conocimiento su carácter eminentemente social.
El punto de partida en la construcción del conocimiento es la realidad, de
ella nace y a ella debe volver, dado que se trata de aportar comprensiones
capaces de enriquecer los procesos sociales y de orientar acciones específicas
en favor de las mayorías populares. Por lo tanto el conocer es un ejercicio
que responde a problemas prácticos y que se produce en la relación
sistemática y rigurosa entre las personas, sus entornos, sus practicas, sus
preguntas y la interpretación de los significados construidos socialmente e
inscritos en sus geografias.
La pregunta por cuales han sido los aportes de la psicología social en la
creación de nuevos escenarios y alternativas a las necesidades de nuestro
continente – violencia – guerra – pobreza – violación de los derechos humanos
-, es un interrogante que dinamiza el desarrollo de la Psicología Social desde
Centroamérica, siendo el resultado de un proceso de revisión critica de la
psicología, a partir del análisis de las teorías en su contexto histórico, en sus
fundamentos filosóficos, y en sus dependencias ideológicas y políticas.
“la psicología social en concreto debe hacer un examen critico. Solo una
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ciencia conciente de si misma, conciente de sus propios limites y
condicionamientos es capaz de aportar luz a la comprensión de la realidad
histórica y de potenciar su transformación....”
En este terreno, se torna prioritario el replanteamiento de los criterios de
verdad con los cuales es realmente posible determinar la verdad histórica del
conocimiento psicológico sobre nuestra contemporaneidad, tanto en su origen
como en su intencionalidad; los referentes teóricos desde los cuales se
pretenden comprender los problemas específicos presentes en nuestro
continente y por último la utilidad social, el aporte real del saber producido
desde la psicología al desarrollo de realidades concretas.
Estos niveles de preocupación apuntan fundamentalmente a replantear y/o
redimensionar la concepción de lo humano y el interés que atraviesa la
producción del conocimiento psicológico; en este orden el objeto constitutivo
y constituyente de la Psicología Social es “.... la búsqueda de sentido, la
orientación del potencial e influjo social de la psicología y de los psicólogos,
preferentemente hacía los intereses de los grupos dominados y a evidenciar
un entramado cultural-social y político de lo humano esa inevitable
imbricación del psicólogo como ciudadano parte de una realidad humana y
social en constante transformación...”
En este orden de ideas el reto que se plantea nos lanza en pos del
desentrañamiento de nuestra opción interesada, dirigida al ejercicio
interpelador del carácter productor y reproductor de la Psicología en una
sociedad como la nuestra y a la vigilancia epistemológica de los presupuestos
que están a la base de nuestra producción.
Se trata entonces de examinar y examinarnos como sujetos históricos,
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hombres y mujeres portadores de un saber, intelectuales partícipes de un
orden social determinado; siempre en alerta frente a las posibilidades que
tiene el conocimiento y el investigador de interpretar y actuar socialmente,
armonizando una lectura contextualizada y comprometida con una lectura
metodológica y teórica de los problemas.
La psicología debe comprender cuidadosamente los hechos, desarrollando
diálogos fecundos con otras disciplinas para la adecuada interpretación de los
problemas,
propiciando
la
humanización
y
la
transdisciplinariedad
responsables y generando alternativas de intervención que superen las
acciones atomizadas y promuevan la organización y el fortalecimiento de
procesos sociales.
Esta construcción ética reivindica el derecho a la diferencia que garantiza la
convivencia de enfoques que nos sustraigan de los beneficios particulares de
la reflexión; la mirada respetuosa del que hacer de cada uno de los actores
sociales implicados en los eventos históricos y por último la naturaleza del
compromiso colectivo que nos demanda la época.
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La psicología como historia nos habla de una lectura crítica y reflexiva, del
compromiso y la responsabilidad social, del sentido y de un estilo de
pensamiento que nos exige:

La construcción de un discurso y una praxis capaz de dar cuenta de la
construcción de lo humano en el desarrollo de nuestra sociedad
latinoamericana.

La reflexión crítica de los procedimientos que se desprenden de esta
génesis histórica así como de las categorías de sentido que los han hecho
válidos.

La elaboración de síntesis problematizadoras de esta historia situando en
ellas las preguntas, dudas y vacíos que emergen de la misma intentando
trascenderlos para enriquecer una comunidad reflexiva comprometida en
la transformación de las condiciones sociales en las cuales está inscrita
la producción del saber.
Dicho en palabras de Ignacio Martín Baró, la psicología como historia: “…..es
una oportunidad privilegiada para hablar críticamente sobre el camino
recorrido por nuestro pueblo y ello tanto desde la experiencia del
caminante, desde la mirada de quien en cada etapa de esa peregrinación
científica busca y anhela encontrar algunas certezas y claridades, como
desde la tierra que se abonó y sobre la cual quedaron sus huellas legibles.”
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