SEGUROS DE RESPONSABILIDAD CIVIL PARA EMBARCACIONES DE PLACER, MOTOS DE AGUA Y DEMAS ARTEFACTOS ACUÁTICOS DEPORTIVOS Por SEGURO NAVEGANTE Introducción Tuve un siniestro en el río con daños a personas y ahora recién me entero. Tengo un auto y una embarcación deportiva asegurados en la misma Compañía de Seguros. El auto está asegurado en $ 15.000 y tengo una cobertura de responsabilidad civil de hasta $ 3.000.000. La embarcación está asegurada en $ 30.000, pero tengo una cobertura de responsabilidad civil de hasta solamente $ 30.000,- No puede ser, la Compañía es buena, tuve siniestros y siempre me los cubrió, pero ¿qué está pasando?. Esta frase no es original ni pensada por el que suscribe, es simplemente una transcripción de una consulta recibida que de por sí resulta perfectamente explicativa para el tema que seguidamente se desarrollará y que afecta a miles de asegurados. Legislación aplicable – Responsabilidad Civil – Peligro patrimonial ante siniestro con lesiones personales aún teniendo contratado un seguro. La Ley de la Navegación (20094) en su artículo 1° nos señala que su ámbito de aplicación alcanza a todas las relaciones jurídicas originadas por la navegación por agua, y en su artículo 2° nos define al buque como toda construcción flotante destinada a navegar por agua. Es decir que la actividad de la navegación desarrollada mediante las embarcaciones de placer, las motos de agua y demás artefactos acuáticos deportivos, encuadra dentro de la citada normativa, independientemente que se tome al concepto de buque en su concepción amplia o restringida. El encuadre señalado, conlleva la aplicación no solamente de la ley de fondo, sino además de toda la normativa y reglamentación que versa sobre la materia, inclusive los convenios internacionales. Sobre este último punto, cabe destacar que el timonel o conductor debe regirse en su conducción de la navegación por el Convenio Sobre el Reglamento Internacional para Prevenir Abordajes, Londres 1.972 (Ley 21546), el Régimen de la Navegación Marítima, Fluvial y Lacustre (REGINAVE) a nivel nacional, y de corresponder según la provincia de que se trate por la legislación local dictada, como ser por ejemplo en la Provincia de Córdoba por la Ley de Náutica Nro. 5040 y su Decreto Reglamentario Nro. 7106/86. Cabe destacar que si bien las embarcaciones de placer se rigen por la legislación precitada y demás reglamentación marítima dictada a sus efectos. puntualmente en el caso de las motos de agua y artefactos deportivos acuáticos, la Prefectura Naval Argentina, conforme la atribución que le confiere el artículo 5, inciso a) apartado 2 de la Ley 18.398, dictó con fecha 29 de abril de 1.994 la Ordenanza Marítima Nro. 2/94 sobre Reglamentación Artefacto Acuático Deportivo Tipo Moto o Similar, que reglamenta toda la actividad inherente a su utilización. En su artículo 1° conceptualiza al artefacto acuático deportivo en forma amplia al hacerlo por su destino de afectación a la práctica deportiva, recreativa o de placer, establece como ámbito de aplicación las aguas o a través de ellas, pero excluyendo a todos los que estén incluidos o reglados por otra normativa dictada por la propia Prefectura. En concreto no hace más que reafirmar su encuadre dentro de la ley 20.094 y demás reglamentación imperante en la materia. Aclarada la legislación aplicable, corresponde señalar que a diferencia de lo que ocurre en el derecho común, en el derecho marítimo rige un sistema de limitación de responsabilidad por los créditos nacidos a consecuencia de la navegación, pudiéndose mencionar a grandes rasgos el limite del valor del buque y otro límite conformado por un mínimo ante la existencia de daños personales determinado mediante un monto legal por tonelaje de arqueo. Asimismo, las pólizas marítimas que son la base de las pólizas de embarcaciones de placer, son de origen internacional –generalmente británicas dictadas por el Institute Time Clauses Hull- y llevan incorporadas la legislación a nivel mundial imperante en la materia, obviamente incluyendo el tema de la limitación. Pero esa limitación fue originariamente dictada en protección o salvaguarda de los grandes buques, sin tener en cuenta las pequeñas embarcaciones tomándose en el caso puntual de nuestra ley de navegación un mínimo de 100 toneladas de arqueo a razón de a$o (peso argentino oro) 13 por tonelada, lo que llevó a establecer ese mínimo de responsabilidad en las embarcaciones deportivas para el caso de producción de daños personales. Simplemente teniendo en cuenta que el 90% del mercado náutico de placer no sobrepasa las 4/5 toneladas de arqueo, tenemos la primera aproximación al problema de responsabilidad que se origina. A los fines de profundizar el tema, al encuadrar la actividad náutica dentro de la Ley de la Navegación, corresponde su aplicación de la cual surgiría que conforme al artículo 175 el propietario de la embarcación de placer, moto de agua y/o demás artefactos acuáticos deportivos puede limitar su responsabilidad, salvo que exista culpa de su parte con relación a los hechos que den origen al crédito reclamado al valor que tenga el buque al final del viaje en que tales hechos hayan ocurrido, más el de los fletes brutos, el de los pasajes percibidos o a percibir por ese viaje y el de los créditos a su favor que hayan nacido durante el mismo. En este primer párrafo del artículo se constata que el denominado fondo de limitación se corresponde con el valor que tenga el buque –entiéndase embarcación de placer, moto de agua y/o artefacto acuático deportivo- al final de la expedición. Con respecto al incremento del valor por el aditamento de los fletes, pasajes, etc, por lo general su existencia no se corresponde con este tipo de embarcaciones. En conclusión aquí nos encontramos con el fundamento de que la suma asegurada coincide con el fondo de limitación que es en definitiva el valor de la embarcación, pero se debe tener en cuenta y como se verá más adelante que este límite se modifica ante la existencia de daños personales. Cabe también destacar, que si existiera identidad entre propietario, armador y conductor y el hecho se hubiese producido por culpa del mismo, existiría la posibilidad de atacar la limitación sobre la base que la misma no puede ser opuesta cuando exista culpa directa de parte del propietario y/o armador (art. 175), si bien se puede sostener que también para el caso sería aplicable la limitación por cuanto el artículo 181 expresa claramente que la misma puede ser invocada ..... por el capitán y los miembros de la tripulación en las acciones ejercidas contra ellos.... Cuando los acusados sean el capitán o algún miembro de la tripulación, la limitación procede aún cuando el hecho que origine la acción haya sido provocado por culpa de ellos, excepto si se prueba que el daño resulta de un acto u omisión de los miembros realizado con la intención de provocar el daño, o que actuaron conscientes que su conducta puede provocarlo. . Distinto es el caso cuando el propietario y/o armador no es el conductor por cuanto no cabe duda sobre su derecho de limitación. Otro caso en el cual no puede limitar su responsabilidad el armador y/o propietario es cuando exista culpa de parte de sus dependientes terrestres.(art. 177 in fine), que para el presente caso sería por ejemplo, la existencia de culpa de un mecánico empleado en tierra quien mediante su actuación originó o posibilitó el hecho por el cual se debe responder. Retomando el artículo 175, en su segundo párrafo, nos encontramos con la figura del abandono del buque a favor de los acreedores y el juicio de limitación, Esta limitación de responsabilidad al valor del buque es optativa con el derecho del propietario de poner aquel a disposición de los acreedores, por intermedio del juez competente, adicionando los otros valores y solicitando la apertura del juicio de limitación, dentro de los tres meses contados a partir de la terminación de la expedición. Claramente surge que el propietario de una embarcación en el caso de que no se hayan producido daños personales puede limitar su responsabilidad al valor de la misma, el cual llegado el caso se puede haber también perdido totalmente transformando en ilusorio el fondo de limitación. Se debe tener presente que no se produce el traslado del dominio de la propiedad a los acreedores, sino el precio de la venta que se obtenga mediante la correspondiente intervención judicial previa, acorde artículo 575 y concordantes. Por ejemplo, si una embarcación cuyo valor y suma asegurada es de $ 30.000, por culpa náutica del conductor colisiona con un crucero valuado en $ 900.000 produciéndole un rumbo en el casco que le ocasiona el naufragio sin que se produzcan daños personales, el propietario de la embarcación puede limitar su responsabilidad en un monto de $ 30.000 o en el de menor valor que tenga la misma al final de la expedición, colocándola a tal efecto a disposición del juez quien ordenará su venta inmediata en el estado en que se encuentre. Para el caso de que se hubiese perdido totalmente, la limitación será el valor de la embarcación pérdida –a las claras inexistente-. Lo manifestado conlleva también la necesidad en navegación de contar con un seguro de casco ante la posibilidad cierta de sufrir un daño por tercero y verse en la situación de no poder efectuar en la práctica reclamo alguno o de hacerlo resultar inexistente, diferencia importante con el derecho común donde si se puede solicitar una reparación integral independientemente que el accionado a posteriori resulte insolvente. En principio hasta aquí, vemos que la coincidencia del valor de la embarcación con la suma asegurada, salvo causales que impidan la aplicación de la limitación no ocasiona perjuicio alguno al asegurado. Ahora bien, continuando con el desarrollo del artículo 175, en su tercer párrafo hace referencia a la ocurrencia de daños personales: En el caso de existir daños personales, si el conjunto de dichos valores no alcanza a cubrir la totalidad de las indemnizaciones pertinentes hasta un monto de a$o 13 por tonelada de arqueo total, la responsabilidad del armador se acrecerá en la cantidad necesaria para alcanzar ese monto, el que será destinado exclusivamente al pago de dichas indemnizaciones. Corresponde brevemente aclarar que existe un importante problema de interpretación en cuanto al valor del “peso argentino oro”, por cuanto el mismo no existe ni existió con esa denominación en la legislación monetaria. En efecto, existe el “peso de oro” y el “argentino oro” que guardan una relación de cinco pesos oro igual un argentino oro. Al solo efecto de continuar y posibilitar el desarrollo del presente y sin que implique asumir postura a favor de una u otra interpretación, se tomara el valor del argentino oro equivalente a 8,0645 gramos de oro fino 900, que equivaldrían a la cotización del oro al 30 de junio de 2005, a $ 1.450.Pero lo importante a los fines de establecer los parámetros de limitación del asegurado es tener presente que el artículo 175 se complementa con el artículo 180 que nos indica el cálculo del tonelaje y el artículo 182 que nos establece un mínimo: Art. 180 El tonelaje de arqueo que sirve de base para calcular el monto de la limitación es: a) En los buques de propulsión mecánica, el tonelaje del cual se deducirá el espacio ocupado por la tripulación o destinado a su uso; b) Para los demás buques, el tonelaje neto. Art. 182- La limitación de la responsabilidad de armadores de buques menores de 100 toneladas será fijada en la suma correspondiente a ese tonelaje. Teniendo en cuenta que la tonelada utilizada para el cálculo del arqueo es la Moorson que equivale a 2.832 m3, resulta claro que el arqueo promedio de una embarcación de placer común dista bastante de tal arqueo, pero en base a lo dispuesto por el artículo 182, el límite de responsabilidad sería de 100 toneladas, equivalentes a $ 145.000 al tenor del valor precitado. Demás esta decir que se hace referencia sobre la base de que estén dadas las condiciones legales para hacer valer la limitación, por cuanto si así no fuera respondería ilimitadamente. Finalmente llegamos a la cuestión de fondo que impulsara la presente, la que se puede sintetizar al siguiente tenor: si una persona asegura su embarcación en $ 30.000, tendrá una cobertura por casco y máquina y otra cobertura por responsabilidad civil, pero ambas sumas aseguradas en principio serán del mismo importe. Para el caso de ocurrencia de un siniestro con daños personales, el seguro solo cubrirá hasta $ 30.000 siendo a cargo del propio asegurado la diferencia cuyo importe se acuerde o determine la justicia. Así por ejemplo en el caso de un fallecimiento donde se estipule una indemnización de $ 500.000,- el seguro solo se haría cargo de $ 30.000 y el propio asegurado con su patrimonio respondería por los $ 470.000 restantes. Se dice en principio por cuanto cabría la posibilidad que la cobertura fuera inferior, ¾ de la suma asegurada o superior por cláusula adicional del 50% sobre la suma asegurada, acorde coberturas existentes actualmente en el marcado asegurador. En efecto, la cobertura de responsabilidad civil de embarcaciones deportivas es por lo general establecida sobre la base de la suma asegurada, originalmente era de las tres cuartas partes de la misma, luego el propio mercado las llevó al 100%, independientemente de la aparición de ampliaciones de cobertura que no guardan relación con el mínimo establecido en la ley. Conclusión y propuesta de necesidad de establecer un cambio mediante ampliación de cobertura y publicidad de la misma Es claro y la experiencia lo demuestra, que una empresa de navegación tiene perfectamente establecido a través de sus asesores y experiencia los tipos de seguros y coberturas que brindan, pero es más claro aún que un asegurado por lo general no tiene conocimientos ni idea sobre el tema de la limitación. Téngase presente sobre este último punto que la totalidad de los cursos para obtener la habilitación que se dictan en el país, entiéndase como ejemplos timonel, conductor, piloto, patrón, etc., se basan en la enseñanza del arte de la navegación en sí, incluyendo las leyes y reglamentación del tránsito naval, pero omitiendo toda referencia al tema de la limitación de la responsabilidad. Por otra parte, también se debe tener en cuenta que el común de los asegurados razonablemente mediante la utilización de su sentido común lo asemejan al seguro de su automotor con el de su embarcación, interpretando o creyendo de buena fe para el caso que las pólizas son todas iguales y que si el auto tiene una responsabilidad civil de hasta $ 3.000.000,- una embarcación de mayor o doble de valor tiene que tener una mayor o doble cobertura. En el caso verídico expuesto en la introducción del presente la responsabilidad civil frente a terceros era justamente el 1% solamente de la que contaba su automotor, a pesar de ser el doble la suma asegurada y contratadas ambas pólizas con la misma aseguradora. Como propuesta final resultaría conveniente la instrumentación para las embarcaciones de placer, motos de agua y demás artefactos acuáticos de una cobertura especial de responsabilidad civil que cubriera la mínima establecida por el artículo 183 de la Ley de la Navegación, es decir el equivalente a o$a 1.300 (100 toneladas de arqueo a o$a 13 cada tonelada). Así como para automotores se estableció un máximo para limitar el monto a responder por las aseguradoras y hacer viable el seguro de responsabilidad civil, se debería establecer en este caso un mínimo de cobertura legal de responsabilidad civil que coincidiera con el límite máximo que establece la ley de la navegación para las embarcaciones de placer como forma de protección patrimonial al asegurado y obviamente con la correspondiente adecuación de las primas. Es lógico y razonable pensar que a cualquier asegurado que se le explique claramente el tema de la limitación, resultaría como consecuencia muy probable que no pusiera reparos para contratar una cobertura adecuada con el mínimo de ley y que le asegure mantener indemne su patrimonio ante la ocurrencia de un siniestro. Por otra parte, si optara por no aceptar su contratación, quedaría a salvo la imagen del mercado asegurador. Independientemente que si bien es cierto que en el contexto económico de la situación actual se prioriza la baja de costos, también es cierto que para un sector importante del mercado náutico que cuenta con cierta capacidad económica importante, el incremento de prima para una correcta cobertura resultaría insignificante y recibido con beneplácito. Asimismo y por último, la Superintendencia de Seguros de la Nación debería establecer como normativa que en la emisión de pólizas de embarcaciones de placer se establezca en su frente en forma clara y destacada, además del monto por el cual responde el asegurador, el mínimo legal que establece la ley para casos de responsabilidad civil por accidentes personales, como forma de evitar que los asegurados sean sorprendidos en su buena fe al momento de ocurrencia de un siniestro de daños personales, o en su defecto, también como alternativa, que directamente se inserte la leyenda en forma destacada en el frente de la póliza, que: la póliza no cubre el monto mínimo de responsabilidad civil por daños personales que establece la ley de la navegación 20.094.